jueves, 2 de diciembre de 2021

                                                

                                              LA VOLUNTAD DE PODER            

                                                      Hannah Arendt


<<No podía ser menos en los frontispicios del nuevo milenio, la atmósfera que reina en el mundo es contradictoria e inextricable –en unos sitios es prometeica, con grandes fuegos y manos tendidas hacia las estrellas, en otros es apocalíptica, con sentimientos de culpa que remuerden la consciencia. Nietzsche es optimista, Spengler ve parcialmente la fatalidad –como el acabamiento normal de una cultura>>.

                                                                    Ernst Jünger.

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

La voluntad, la voluntad de poder o la voluntad de dominio, han sido objeto de reflexión desde la Antigüedad y en la época moderna ha sido abordada por filósofos, teóricos de la política, teólogos, historiadores, sociólogos, etc., han enriquecido el significado de ésta. Schopenhauer, Nietzsche, Jünger, Arendt, Heidegger, ayudan a comprender y pensar el sentido de la palabra voluntad. Pregunto, ¿somos parte de ese mundo que profetizó Nietzsche, sólo como voluntad de poder y nada más?

<<Este mundo es la voluntad de poder - ¡y nada más! Y también ustedes mismos son esa voluntad de poder - ¡nada más!>>.

En el umbral de la esencia del ser, la esencia del hombre y el pensar, Martín Heidegger aborda la Voluntad. Que en el idealismo absoluto de Hegel y Schilling aparece el no de la nada en cuanto negatividad de la negación de la esencia del ser. Que éste está pensado allí en el sentido de la realidad absoluta, comprendida como voluntad incondicionada que se quiere a sí misma como voluntad de saber y de amor. En esa voluntad se esconde también el ser como voluntad de poder.

En el Mundo Moderno el efecto determinante de la voluntad es la de mandar y ser obedecida. En el pensamiento de Arendt el fenómeno de la voluntad originalmente se manifestó en la experiencia de que yo no hago lo que querría, la experiencia de que existe un quiero-y-no-puedo.

Que en el interior del hombre se presenta un <<hecho monstruoso>> la presencia simultánea de un yo-quiero y un yo-no-quiero. En esta lucha interior del hombre el griego Antiguo se decanta por el destino; que la razón, el conocimiento, el discernimiento, son frágiles umbrales ante la potencia del deseo y la pasión.

En otras palabras, voluntad, fuerza de voluntad y ansias de poder son para nosotros ideas casi idénticas; consideramos que la sede del poder es la facultad de la volición tal como la conoce y experimenta el hombre en relación consigo mismo. Y, por esta fuerza de voluntad hemos desvirtuado no sólo nuestro razonamiento y nuestras facultades cognitivas sino también otras facultades más <<prácticas>>. Porque centra su fuerza en el ejercicio del poder. El poder de apropiación, de coacción y dominio, sobre la naturaleza y los demás hombres.

Así que, la fuerza de la voluntad no sólo se quiere a sí misma, sino que es insaciable con lo que se encuentra exterior a ella. La necesidad que me impide hacer lo que se y quiero puede provenir del mundo, de mi propio cuerpo, de una insuficiencia de talentos, dones y cualidades que el hombre recibe al nacer, y sobre los que cada uno tiene el mismo poder que sobre las demás circunstancias.

Además, todos esos factores, sin excluir los psicológicos, condicionan a la persona desde fuera en la medida que el quiero y el sé, es decir, el Yo, están implicados. El poder que se enfrenta a estas circunstancias, que libera, por así decirlo, el querer y el saber de su servidumbre ante la necesidad es el puedo. Sólo cuando el quiero y el puedo coinciden se concreta la libertad.  

Somos seres determinados por circunstancias exteriores o interiores, el Yo mismo, donde el poder y el saber sólo encuentran su servidumbre ante la necesidad. De ahí que el libre albedrío no exista ante el poder de la necesidad exterior. Porque sólo es válido para el Yo, el mundo interior, más no para satisfacer las necesidades materiales o psicológicas del hombre.

Sólo cuando deseo y tengo la fuerza, el poder de poseerlo, se concreta la libertad. La voluntad es a la vez poderosa e impotente, libre y sometida. Cuando hablamos de impotencia y de los límites impuestos a la fuerza de voluntad, por lo común pensamos en la impotencia del hombre respecto del mundo circundante. Las necesidades físicas o psicologicas que impone el mundo o la sociedad trascienden el libre albedrío y la concreción de la libertad, propiamente dicha. De ahí que la libertad esté determinada, en estas circunstancias a las necesidades del hombre. Pero cuando deseo y poder coinciden se concreta la libertad.

A causa de la impotencia de la voluntad, de su incapacidad de generar poder genuino, de su constante derrota en la lucha con el Yo, en la que la fuerza del quiero se autoagotaba, el ansia de poder se convertía de inmediato en fuerza de opresión. Esta idea trae consecuencias fatales para la teoría política que tuvo la ecuación de libertad y capacidad humana de voluntad; fue una de las causas que aún hoy identificamos el poder con la opresión o, al menos, con el dominio ejercido sobre los demás.

Esta contradicción entre el yo-quiero-y-no-puedo, el conflicto entre el yo voluntarista y un yo activo, significa que el quiero está sujeto al Yo, le devuelve el ataque, lo estimula o, es eliminado por el Yo. De ahí que la impotencia del hombre respecto del mundo circundante, la primacía de las necesidades sobre los deseos o la libertad, crea en él frustración, desasosiego, y la ausencia de poder se convierte en fuerza de opresión, por no ver satisfecho el yo-quiero en el mundo que vive.

Esta frustración del hombre ante el poder de las necesidades desde el umbral psicológico o psicoanalítico, crea disfuncionalidad en la relación del hombre con el entorno y, a la vez, su conducta rompe lo establecido como <<normal>> en la sociedad. Esta disfunción se expresa en el lenguaje o la conducta del hombre y, se observan en lo patológico del decir y el obrar; la disyunción entre las necesidades del hombre y el poder de satisfacerlas. Es decir, el deseo y el poder no coinciden y, en consecuencia, no se concreta la libertad.

Lo importante consiste en darse cuenta que detrás del bienestar, de las facilidades técnicas, de la ciencia, del desarrollo económico, del social, del confort, de la educación y la cultura, se esconde la voluntad de poder. Esta reflexión nos hace ver con claridad que la valoración de la voluntad no es la misma en todos los tiempos. La concepción schopehaueriana de la voluntad ciega como principio motor es válida para el mundo titánico. Schopenhauer conoce ese mundo, Nietzsche lo afirma. No puede dejar de ocurrir que ambos padezcan bajo él.

Nietzsche capta ya el mundo titánico con una cercanía mayor –no de una manera más consciente que Schopenhauer, pero sí de una manera más instintiva; él es el campeón de ese mundo, participa de él. No lo mira con ojos pesimistas, sino que lo afirma como profeta. Para él la voluntad no es ciega, sino que tiene metas; pronto se supo del parentesco que había entre el superhombre y Prometeo. Somos parte entonces del mundo del Titán y del titanismo (del técnico y del mundo técnico). Así que, viendo la indigencia del hombre ante el poder del Titán y de la técnica, Hölderlin solicita a las estrellas : <<Es hora que los dioses salgan de sus escondites>>.                                                                                                                                 

 Sobre Schelling, Investigaciones filosóficas sobre la esencia de la libertad humana; Arendt apunta los siguiente:

<<Pero en última y suprema instancia no hay otro ser que el querer. Querer es ser originario […] La filosofía entera aspira solamente a encontrar esta expresión suprema>>. Por tanto, para Schelling, cuyo problema fundamental es siempre la vida como ser-vivo, las cosas son lo querido (voluntad congelada, digamos) y la vida de la voluntad. (Pienso, luego soy. Quiero luego vivo […] En el querer tengo la evidencia de que soy un viviente.

El principio de la voluntad lo que experimento queriendo, es la libertad, <<una capacidad para el bien y para el mal>>. <<Sólo el que ha gustado la libertad puede sentir la aspiración a convertirlo todo en una analogía de la misma, a extenderla a lo largo del universo>>.

<<El principio, en cuanto procede del fondo y es oscuro, es la voluntad propia de la criatura, la cual … es voluntad ciega. (A ella) se opone el entendimiento como voluntad universal, que usa dicha voluntad ciega y la somete como mero instrumento. La voluntad ciega que no se deja subordinar, es decir, que permanece pura voluntad propia, (es) el mal como voluntad mala, como la elevación de la voluntad propia>>.

Frente a la identificación del mal con lo sensible y terrestre: aquellos que <<contra lo que era procedente, no opusieron al cielo el infierno, sino la tierra>>.

La auténtica imposibilidad de este enfoque de la voluntad viva como ser radica en que la muerte se hace completamente incomprensible. Bajo estas condiciones <<el vínculo de las fuerzas que constituyen la vida, … también podría ser indisoluble, y … una criatura que repare por su propia fuerza lo que se ha hecho defectuoso en ella [el mal se equiparaba con la enfermedad] está destina a ser un Perpetuum mobile. Con ello propiamente habría debido quedar liquidada toda la filosofía de la voluntad (y de la fuerza = energía).

La paradoja fundamental de la experiencia está en que, mientras estamos solos, es decir, sin ninguna representación concreta de otro, nos experimentamos necesariamente como dos. Pensar en la soledad es siempre un dialogo consigo mismo. En la voluntad me ligo a mí mismo; la mera voluntad, que de hecho consiste en el <<mandarse>> y me aferro a mi duplicación solitaria. Ésa es también la razón de que de la voluntad brote inmediatamente la voluntad de dominio y la voluntad de poder. La voluntad es la expresión de la duplicidad y la ambigüedad de la soledad.

El afán de dominio y la voluntad de poder del solitario brotan de la ambigüedad, de la duplicidad de sí mismo. En efecto, ésta tiene como consecuencia que el afán de dominio y la voluntad de poder sean tan incalculables como son para nosotros todos los otros hombres. Sólo podemos soportar el carácter imprevisible de los otros, es decir, su libertad, si nosotros por lo menos podernos fiarnos de nosotros mismos.

La voluntad de poder en la política quiere siempre hacer del mundo tan fiable como la voluntad apetecería ser, fiabilidad que no logra en la soledad, pues permanece por esencia ambivalente. De acuerdo con esto, el tirano, para asegurarse, tiene que eliminar del mundo, en lo posible la espontaneidad (el fundamento de la falta de fiabilidad (confianza) y de la libertad). La aspiración a la seguridad se hace desmedida cuando ya no puede estar segura ni siquiera de sí misma.

Si la voluntad de poder quiere hacer del mundo algo fiable, de confianza, que no logra en la soledad de sí misma, el poder autoritario o totalitario, niegan la espontaneidad, la imprevisibilidad, la confianza y la libertad, porque cuestiona o ruptura lo establecido como verdadero. Ernst Jünger piensa que el poder de la libertad es tan poderoso que sólo basta soñar con ella para que se haga realidad.

En oposición a estos regímenes, la democracia y la libertad son una y la misma cosa, dos caras de la misma moneda. Al comienzo está siempre la fuente de la libertad. Ni la tiranía de la razón en nosotros, ni la cocción de la deducción necesaria, ni la tiranía autoritaria y totalitaria, coartan y limitan, la libertad y la acción política. Porque el comienzo como fuente de libertad, es imprevisible e impredecible. Así que, todo hombre es un <<comienzo>> como si el mundo surgiera de nuevo con él. El comienzo contiene la voluntad de poder que desconfía de sí misma, la libertad y la acción política. Por eso, el tirano, el populista, el fascista, el nacionalista, detestan estas <<figuras>> que posibilitan alcanzar la democracia, la solidaridad, la fraternidad, la justicia, y así mismo, el Estado de Derecho, la pluralidad, el respeto a la dignidad humana, la democracia libertaria, justa e igualitaria.

                                              

                                      A MODO DE COLOFÓN

                                            Hannah Arendt

Hannah Arendt reflexiona sobre el poder y nos sugiere que existe una diferencia entre la razón impotente, que ve el <<bien>>, y la voluntad poderosa, que quiere el <<mal>>. De ahí la identificación una y otra vez de la impotencia con el bien y del poder con el mal.

De ahí toma a Kant, a Hegel, a Nietzsche y a Marx, para dilucidar desde sus perspectivas teóricas y prácticas, la relación entre la impotencia de la razón y el poder de la voluntad.

Kant cree encontrar la solución uniendo la razón con la voluntad, por el hecho de que la razón prescribe a la voluntad lo que ha de querer. La consecuencia de Kant, consiste, en que despoja de poder a la voluntad y destruye el centro de poder. Necesita de la <<astucia de la naturaleza>>, a través de la cual de hecho se le promete poder a la razón, quedando la voluntad intacta en su poderío. Por tanto, el fin de la astucia de la naturaleza es doble: es importante dejar que permanezca la voluntad como voluntad, es decir, como centro de poder, para que suceda algo y se pueda actuar, lo es también conferir una racionalidad a esta acción.

La posición de Kant la contradice Hegel: tan pronto como la razón se realiza, se convierte por eso mismo en poder; poder no es otra cosa que realidad. Razón realizada es voluntad racional. Si el absoluto se realiza en la historia y la razón no está en sí misma en la simple reflexión, pero es poderosa dentro de la realidad que ella comprende. En Hegel el poder pierde el estigma del mal, porque está sustraído al ámbito del actor particular. A la vista de la realidad que se atestigua en la historia, la única que tiene poder, son impotentes por igual la voluntad y la razón. En otras palabras, la realidad que tiene poder es la histórica, por eso son impotentes la voluntad y la razón.

Nietzsche no toca ni la racionalidad impotente de la razón, ni el poder malo de la voluntad, porque se limita a decir, la voluntad es <<mala>> sólo bajo el presupuesto impotente de la razón, y somete la razón impotente a la sentencia de la voluntad poderosa. Nietzsche dice que es posible que las cosas sean a la inversa.

En Marx, el poder es producto del trabajo, y el poder justo o injusto se rige en adelante por la distribución justa o injusta de los productos del trabajo. Desde esta perspectiva podemos ver como el trabajo lo cambia todo. Así que, la filosofía descansa en el hecho de que era desconocido el trabajo en el sentido moderno, que no era conocido bajo la dimensión de la producción y del homo faber (el hombre que fabrica).

La forma clásica con que la filosofía sale del dilema razón-voluntad o, en otros términos, resuelve el problema del poder, está en el invento de la lógica o de la evidencia lógicamente necesaria. Así que, para acabar con el problema de la voluntad, la razón libre se puso bajo las leyes coactivas de los argumentos. Por eso desapareció de la filosofía la sentencia, que pone luz dentro, hace transparente las cosas y las ilumina; en su lugar, se introducen cadenas de argumentos, que son en todo caso cadenas, en el doble sentido de la palabra. 

                                                       Madrid a 02/12/2021 

jueves, 11 de noviembre de 2021

 

                                                 ¿QUÉ ES LA LIBERTAD?

                                                       Hannah Arendt

 

                       <<Los pensadores esenciales dicen las mismas cosas, lo cual no significa que digan cosas iguales>>.

                                                     Martín Heidegger

En este ensayo trato de hacer un montaje literario, como lo pensó Walter Benjamín.

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

Para Hannah Arendt las tendencias antipolíticas del alto cristianismo es de tal profundidad, que un pensador cristiano Agustín fue el primero en expresar las implicaciones políticas de la palabra libertad. Esto en la consciencia y el imaginario de los hombres resulta contradictorio y paradójico. Sabemos que Agustín era romano y cristiano, que expresa la experiencia política de la Antigua Roma, que la libertad como principio deviene en acto de fundación.

Desde el punto de vista histórico, es interesante anotar que la aparición del problema de la libertad en la filosofía de Agustín estuvo precedida por el intento consciente de separar la noción de libertad de la política, para llegar a una formulación a través de la cual se pudiera ser esclavo en el mundo y, no obstante, libre.

La impresión se modificaría si lo expresado por Jesús de Nazaret fuera tomado en sus implicaciones políticas. En el Nuevo Testamento existe una extraordinaria comprensión de la libertad y del poder inherente de la libertad humana. Pero la capacidad del ser humano que corresponde a esta palabra no deviene de la voluntad sino de la fe. Los Evangelios llaman <<milagros>> al poder de una palabra que tiene significados diferentes y es difícil de comprender.

La libertad hizo su aparición primera en nuestra tradición filosófica cuando la experiencia de la conversión religiosa –primero la de Pablo y después la de Agustín- le dio lugar.

Así que, el milagro protagonizado por hombres o por agentes divinos son interrupciones de una serie natural de eventos o de un proceso automático, que se constituye como algo inesperado. Sabemos que la vida humana en la Tierra está rodeada por procesos automáticos –naturales o cósmicos-; porque nosotros mismos somos conducidos por fuerzas similares en tanto parte de la naturaleza orgánica. Ora, nuestra vida política que hace parte de la esfera de la acción, se ubica en el seno de procesos que llamamos históricos y tiende a convertirse en procesos automáticos o naturales como los cósmicos. Esto significa que estamos inmersos en una cadena de procesos automáticos y que ningún acto en particular puede liberar o salvar al hombre, también a una nación o a la humanidad. 

Esto quiere decir que estamos determinados por procesos naturales, históricos o cósmicos y, que el libre albedrío o la libre voluntad, están condicionados por estos procesos. En la acción particular del hombre que es política, no se expresa la <<esencia en sí>> de la libertad sino una de sus <<figuras>>. Detrás de la acción se esconde la libertad como libertad política. En la voluntad de poder se esconde también el ser y la política como voluntad de justicia, de respeto a la dignidad humana, a la pluralidad y la búsqueda del bien común. Sólo el ser concede a los hombres alcanzar la libertad, lo justo, lo bueno y lo bello.

Por tanto, está en la naturaleza en sí de los procesos automáticos o los procesos históricos, a los que el hombre está condicionado o adherido, que pueda afirmarse en y a través de la acción. Una vez que los procesos producidos por el hombre se vuelven automáticos, se tornan fatales como los del proceso de la vida natural. Que conduce al organismo vivo, biológicamente hablando, del ser al no-ser; o, lo que es lo mismo, de la vida a la muerte.

La libertad impregna por la acción el comportamiento teórico y práctico. Es en sí una especie de luz que eleva la acción política a transformar los procesos automáticos e históricos. Así que, la libertad tiende a develar los fenómenos históricos en cuanto posibilita la acción política en la sociedad. Y, así, la acción es hacer. Un hacer circunscrito a la práctica política y a unas circunstancias históricas determinadas. La libertad es la llama de la vela que alumbra los logros o los fracasos, en la praxis política. Por eso, ella siempre es un comienzo en el devenir de las acciones humanas y, en particular, de la política.

En cuanto la libertad es llevada a galope sobre la práctica política es histórica. Así pues, queda preservada en la memoria y la rememoración. Pensando, la existencia del hombre o los hombres, no sólo habitan la casa del ser, el lenguaje, sino también la morada de la acción política. Medimos el hacer político, la acción en la esfera pública, por el rasero de los logros de su práctica, colmados de éxitos o fracasos. Pero, el quehacer de la política, su acción, es teórico y práctico, y se vale del lenguaje, del pensar y la libertad, para alcanzar lo que se propone. Bueno bien, ¿de dónde saca la libertad su fuerza y medida? ¿cuál es la ley de su hacer y decir? Por supuesto, de la esencia que la determina a sí misma y la impulsa a romper el cerco de los procesos automáticos y los procesos históricos.

 La acción es en cuanto destino de la libertad. Sin ésta la acción política se condiciona a los procesos históricos o al determinismo político. La libertad hay que blandirla como hace el guerrero con la espada; porque del manejo responsable de ella depende la justicia, la fraternidad, la convivencia pacífica, la educación, la cultura y la paz. El advenimiento de la libertad trae consigo el advenimiento de la acción política. Huir a refugiarse en lo siempre-igual lo exime de peligro. El peligro adviene cuando la libertad posibilita que la acción entre en discordia con lo establecido como verdadero. Que amenace al Estado y sus instituciones, que posibilite el pensar, el análisis, la crítica, de las relaciones de poder y saber. Así, la libertad contiene en sí el catálogo de las cosas posibles que siempre está ahí – para que una posibilidad salga escena es preciso que se la acepte –al decir Ernst Jünger.

Ya es hora de desacostumbrarse a sobreestimar la política, la economía, la imagen o los leguajes digitales y, por así decir, no pedirles más de lo que pueden dar. En la actual precariedad y mediocridad del mundo es necesaria más acción y más atención a los fines de la política y de los políticos. Por eso, la política se encuentra en vías de descenso hacia la pobreza de su esencia; porque priman los intereses del partido y del Gran Poder, sobre el bienestar y el progreso de la sociedad.

Arendt piensa que, en los procesos históricos los períodos de la libertad han sido relativamente cortos en la historia de la humanidad. Lo que permanece intacto en épocas de petrificación y ruina es la facultad de la libertad misma. La capacidad de comenzar, que anima e inspira todas las actividades humanas. Y, constituye, por así decir, la fuente oculta que de producción de las cosas grandes o bellas.

Por eso, la estética es la madre de la ética y de toda capacidad de juzgar. La libertad no es una virtud del hombre, sino un don supremo que el hombre entre todas las criaturas de la Tierra parece haber recibido. Pero es a través de la acción cuando devela la luz que se esconde detrás del forro de los fenómenos históricos. Si es verdad que la acción y el comenzar son esencialmente lo mismo, una capacidad para realizar milagros debe estar dentro del rango de las actividades humanas.

Dice Arendt, está en la naturaleza de todo nuevo comienzo el irrumpir en el mundo como una <<infinita improbabilidad>>, pero es esto lo que en realidad constituye el tejido de lo que llamamos real. Esta <<infinita improbabilidad>> es válida para un nuevo nacimiento o interrumpir la lógica y la coherencia de los procesos históricos. De ahí que los sistemas totalitarios, detesten la venida de una vida al mundo, por ser siempre un recomenzar. Un volver a empezar que esconde detrás de la voluntad y de la acción, la ruptura con lo establecido como dogma o verdad.

Después de todo –dice-, nuestra existencia descansa, por así decir, en una cadena de milagros, el llegar a existir la Tierra, el desarrollo de la vida orgánica en ella, la evolución de la humanidad a partir de las especies animales. La cadena de <<milagros>> es válida en los procesos del Universo o de la Naturaleza, esto es, que exista la tierra a partir de los procesos cósmicos, la formación de vida orgánica a partir de los procesos inorgánicos. La evolución del hombre a partir de los procesos de la vida inorgánica, representan <<infinitas improbabilidades>>, que se constituyen en <<milagros>> en el lenguaje cotidiano.

Así que, la experiencia que dice que los acontecimientos son milagros no es ni arbitraria ni sofisticada; sino de lo más natural, en la vida cotidiana es un lugar común. Sin esta experiencia corriente la parte asignada de la religión a los milagros sobrenaturales sería incomprensible. Teniendo presente la interrupción de los procesos naturales por el advenimiento de una <<infinita improbabilidad>> ilustra lo que llamamos real, en la experiencia ordinaria adquiriendo su existencia por coincidencias más extrañas que la ficción.

Seria superstición esperar milagros, <<infinitas improbabilidades>>, en el contexto de procesos automáticos sean históricos o políticos, aunque no estén excluidos. Además, la historia está llena de acontecimientos que el milagro, la <<infinita improbabilidad>>, ocurren frecuentemente. Ya que, por decir, los procesos históricos son creados e interrumpidos, por iniciativa humana por ser un ser que actúa. Y detrás de la acción se esconde la esencia de la libertad, que le posibilita actuar en múltiples esferas. La libertad como hecho demostrable y la política coinciden y se relacionan entre sí como las dos caras de una misma moneda.

De ahí que lo impredecible y lo imprevisible se esperan como milagros en las esferas de vida política. La diferencia decisiva entre las <<infinitas improbabilidades>>, sobre la cual descansa la realidad de nuestra vida terrenal, y el carácter milagroso inherente a esos eventos que establece la realidad histórica, consiste que, en el dominio de los asuntos humanos conocemos al autor de dichos <<milagro>>. Son los hombres quienes los protagonizan, quienes por haber recibido el doble don de la libertad y la acción pueden establecer una realidad propia.

Una realidad que responda a las apetencias morales, espirituales y materiales; pero también, en la vida pública, la política, que la libertad y la acción tiendan a lo justo, lo bueno y lo bello. Un Estado democrático Social de Derecho que proteja y facilite a la sociedad la acción política y la libertad, como piedras angulares de la colectividad democrática y libertaria. Porque el mundo común es el escenario de la acción y de la palabra; sin un ámbito políticamente garantizado la libertad carece de un espacio mundano en el que pueda hacer su aparición.

La libertad necesita de un mundo organizado políticamente en el que cada hombre libre pueda insertarse de palabra y obra. De lo contrario, será sólo una manifestación de la libertad interior o subjetiva de la persona humana; o tal vez, la libertad cercenada o secuestrada por el poder autoritario o totalitario. Porque existe una concatenación entre el mundo común que comparten todos los hombres, la palabra y la libertad. Esto en su esencia es política.

 

 

 

 

 

 

 

martes, 9 de noviembre de 2021

 

                                             ¿QUÉ ES LA ILUSTRACIÓN?

                                                      Immanuel Kant

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

La Ilustración en el siglo XVIII era el camino para alcanzar la libertad del hombre. Una libertad que se fundamentaba en el uso de la razón y no depender de la superstición, las tradiciones, la moral del hombre común y las verdades establecidas. Para Immanuel Kant la en su ensayo ¿Qué es la Ilustración? Publicado en 1784 que, en el marco teórico de la filosofía de la historia, repercutirá en filósofos como F. G. Hegel, entre otros. Establece una serie de ideas basadas en la razón y antepuestas al dogma religioso.

Expresa Kant: <<La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en su falta de inteligencia, sino en falta de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro>>. La Ilustración es la capacidad de pensar por uno mismo y asumir el derecho a equivocarse en el juicio. Kant opone a la palabra perniciosa y la mentira, la reflexión basada en la razón. Quién lo hace se rebela ante las verdades establecidas y la obediencia complaciente.

Kant se enfrenta en su texto sobre la Ilustración, a la pereza y la cobardía que son causa que la gran mayoría de los hombres continúe a gusto en su estado de orfandad mental y espiritual. Que no sea capaz de alcanzar la mayoría de edad en el manejo responsable de la libertad y de juzgar el mundo y la sociedad donde vive. Creía en el supuesto que todos somos iguales en la naturaleza humana y que la palabra del hombre es valiosa si se construye conforme en la búsqueda de la verdad.

Estas ideas de Kant fueron fundamentales para el derecho, la dignidad humana y la naturaleza del hombre. De ahí que critica que toda sociedad esté creada y funcione, para obedecer y no para la disidencia humana. Por eso, alcanzar la mayoría de edad debe desembocar en constituir el buen Estado, que, a pesar de su tendencia a la obediencia, ha de invitar a pensar y a dudar, ante lo establecido por el poder y, en particular, por la idolatría. Pero también piensa en los límites éticos de la libertad que favorezcan el bien común. Que una sociedad ilustrada –educada y culta- ha de promover la rectitud y el bien de la colectividad.

Kant en sus textos La crítica de la razón pura, La crítica del juicio, La fundamentación de la metafísica de las costumbres, etc., y el trabajo de Voltaire, de Leibniz, de Newton y de Thomas Paine, buscan conservar en movimiento el mundo y la sociedad. De ellos depende lo que la época moderna estableció como desarrollo y progreso, y, desde el umbral sociopolítico, las bases del Estado de derecho, la democracia, la separación de poderes y los derechos fundamentales de la persona humana.  Y ante todo y sobre todo, la defensa de la libertad.

En la actualidad los presupuestos de la Ilustración están seriamente cuestionados. Como la idea de Progreso, la técnica y la ciencia, que no están al servicio del hombre sino de una selecta minoría y del Gran Poder. Como expresó Walter Benjamín: en el siglo XIX y XX se pudo ver el progreso de las ciencias naturales, pero no el deterioro de las sociedades. En la actualidad con el deterioro del ecosistema, el cambio climático y el predominio de los lenguajes digitales y las imágenes en movimiento, es necesario repensar las ideas de ¿Qué es la Ilustración? de Kant y cuál es el significado del hombre libre y la búsqueda de su plenitud.

Que el pensar futuro, de los filósofos, los científicos, los humanistas y artistas, posibiliten un conjunto elástico de sistemas de pensamientos, que dona el asombro, la intuición, la experiencia, los movimientos del pensar y el lenguaje, como presentes divinos. Para alcanzar un mundo más humano y más ético para las sociedades del futuro.

                                       Madrid-España a 09/11/2021


Nota: éste texto hace parte de otro que elaboré y título: La importancia de la libertad.

sábado, 6 de noviembre de 2021

LA CONDICIÓN POSTHUMANA EN LA ACTUALIDAD

 

  

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

La actualidad puede definirse como un presente posthumano que rompe con los presupuestos de la Ilustración: el sujeto cartesiano del cogito, la Kantiana comunidad de los seres racionales y, en términos sociológicos, el sujeto ciudadano titular de derechos y propietario. (Rosi Braidotti). Por tanto, los paradigmas que servían como puntos de referencia para conceptualizar, ubicarnos y proyectarnos en el mundo como especie y como seres humanos, ya no responden a las apetencias humanas. Es decir, que la esfera política y la relación con los otros ha cambiado.

Lo posthumano lleva a la descentralización del Hombre, como medida de las cosas. Porque el desarrollo tecnológico y la globalización lo han desestructurado, y su lugar lo ocupa hoy, el robot, la biotecnología, las imágenes en movimiento, los órganos artificiales, los lenguajes digitales, etc. Eso, que denomina George Steiner, cultura del artificio. Esta visión posthumana repercute en la concepción de las ciencias sociales y las ciencias humanas, que tenían sobre el Hombre. Estamos inmersos al mismo tiempo en una situación de <<poscultura>>, al decir de Steiner.

Así, la teoría dual de naturaleza y cultura, se sustituye por la interacción entre naturaleza y cultura. Las categorías de lo natural y lo cultural han sido desplazadas por los efectos del desarrollo científico y tecnológico. Esto repercute en los paradigmas con que se percibe y se actúa, en las esferas políticas, económicas, sociales y culturales. Preguntamos, ¿cómo lo posthumano remplaza a lo humano? ¿cuáles son los diques de contención para resistir a lo inhumano de nuestra época? ¿de qué teoría crítica se vale el hombre para pensar, analizar y criticar el presente-actual?

Si la época actual exalta la opinión pública, el beneficio económico, la política, la banalidad del interés individual, la degradación del lenguaje y del pensamiento, sobre los valores morales, éticos y espirituales. Lo posthumano domina en las sociedades conectadas tecnológicamente.

En el siglo XIX F. Nietzsche declaró la muerte de Dios y la disolución de la idea del hombre que articulaba el entorno natural y humano. Ruptura la auto evidencia atribuida al ser humano, a la fe en la metafísica y la validez universal del sujeto humanístico europeo.  Lo que hace Nietzsche, Marx y Kierkegaard, es, desafiar las premisas básicas de la religión, del pensamiento político y de la metafísica tradicionales, invirtiendo conscientemente la jerarquía de los conceptos.  Sin embargo, ni esa secuela del siglo XX ni la rebelión decimonónica contra la tradición ocasionaron realmente la ruptura de nuestra historia. Tal ruptura nació de un caos de incertidumbres masivas en la escena política y de opiniones masivas en la esfera espiritual, que los movimientos totalitarios, merced al terror y a la ideología, hicieron cristalizar en una nueva forma de gobierno y dominación. (Arendt).

Arendt cree que la dominación totalitaria como un hecho establecido, rompió la continuidad de la historia de Occidente. La ruptura de nuestra tradición es un hecho consumado. Por tanto, el propio hecho marca la división entre la época moderna –que surge con las ciencias naturales del siglo XVII, llega a su clímax político en las revoluciones del XVIII y despliega sus repercusiones generales después de la Revolución Industrial del XIX –y el mundo del siglo XX, que llegó a la existencia a través de la cadena de catástrofes ocasionadas por la Primera Guerra Mundial. Considerar que los pensadores de la época moderna, en especial los que en el siglo XIX se rebelaron contra la tradición, fueron responsables de la estructura y las condiciones del siglo XX es injusto y, aún más, peligroso. (Arendt).

Lo importante de esos pensadores estriba en que percibieron su mundo como un ámbito invadido por nuevos problemas e incertidumbres que nuestra tradición de pensamiento era incapaz de enfrentar. Así que, Kierkegaard, Marx y Nietzsche son para nosotros como letreros indicadores de un pasado que perdió su autoridad. Ellos fueron los primeros que se atrevieron a pensar sin la guía de una autoridad; con todo, para bien o para mal, aún se encontraron insertos en las categorías de la gran tradición.

Así que, el salto de Nietzsche desde el reino trascendente no sensual de las ideas y dimensiones al reino sensual de la vida, su <<platonismo invertido>> o <<transvaloración de los valores>>, fue la última tentativa de apartarse de la tradición y su éxito se redujo a ponerla cabeza bajo. (Arendt).

Podemos decir que, el descubrimiento de la Antigüedad durante el Renacimiento fue el primer intento de romper los grillos de la tradición, yendo a las fuentes mismas para establecer un pasado sobre el cual la tradición no tuviera influencia. Martín Heidegger desgarra el hilo de la tradición para establecer un pasado desde el griego Antiguo el cual posibilite pensar el ser, la filosofía, el hombre, el lenguaje, la ciencia, la técnica, la metafísica y la cultura occidental en general. Podemos expresar que Marx, Nietzsche y Kierkegaard, establecen las bases de los límites del humanismo y las críticas antihumanas, que servirán como fundamento para el debate sobre la situación posthumana.

En la época actual el capitalismo global y las tecnologías biogenéticas generan una forma perversa de posthumano. Posibilitan la ruptura de la interacción del hombre y el animal, desde el instante que la vida animal o humana, se consideran existencias de la economía global. Que trae la conversión del hombre en número o en objeto; como la acumulación hipercapitalista de la riqueza; la conversión del ecosistema en el aparato global de producción o la trasformación de la naturaleza en reserva mundial de producción.

Así, pues, la situación posthumana representa la realidad de la cultura del artificio y las redes sociales, como expresión del contexto multimedia de entretenimiento. O, en otras palabras, la sustitución de la realidad por las imágenes que exaltan el sentido del artificio sobre el sentido de realidad. Como la descentralización del sujeto humanístico europeo y occidental disperso en los dispositivos técnicos (Plataformas Digitales, Twitter, Facebook, Medios de Comunicación de Masas, Redes Sociales, etc.).

De ahí que la situación posthumana se caracteriza por un alto porcentaje de momentos posthumanos: la proliferación de aparatos tecno militares y la pluralidad de conflictos periféricos a nivel global. Consecuencia que el mundo global está gestionado por el miedo, el dolor y el sufrimiento humano y animal. Donde predomina el control de la vida, de lo político, lo social y lo cultural, de la población mundial. Por eso, la biopolitica y la tanatopolítica se convierten en dos caras de la misma moneda.

Desde un punto de vista pedagógico e investigativo en el ámbito social, la crisis de la centralidad del sujeto repercute en lo posthumano y se relaciona a la crisis de las ciencias sociales y las ciencias humanas. De ahí que sea necesario la creación de un saber desde un punto de vista social en sintonía con los principios fundamentales de justicia social, respeto a la vida y a la dignidad humana, a la diversidad y el rechazo al falso universalismo. Que se concatenan a los presupuestos de la libertad académica e investigativa, al antirracismo y la xenofobia, en búsqueda de la apertura al otro y de la cooperación individual y colectiva.

La situación en que se encuentra el ser humano en la actualidad se trata que los ideales del pensar futuro, sean compatibles con los valores de una filosofía humanista. Que la crítica del pensar futuro posibilite la creatividad desde una pluralidad de puntos de vista, en el ámbito posthumano de la globalidad.  Que las nuevas generaciones de sujetos cognoscentes, luchen por establecer un pan humanismo que luche contra el provincianismo mental, el sectarismo ideológico, la corrupción, el miedo y el dolor.  Que la libertad sea el <<núcleo>> para pensar y criticar las relaciones de poder. Se necesitan nuevos umbrales sociales, políticos y éticos, para pensar los cambios que hay que afrontar en la actualidad. El pensar futuro debe buscar paradigmas de reflexión, de saber y acción, como alternativos a los que dominan en la actualidad.

                                              Madrid-España a 06/11/2021

sábado, 30 de octubre de 2021

EL HUMANISMO EN EL ESPACIO DE LA CIENCIA Y LA TÉCNICA

 

         

 Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista               

 

En el Doktor Faustus, Thomas Mann expresó que las monstruosidades en la historia de la cultura occidental, no son fecundas para el Humanismo. Un mundo lleno de atrocidades, de odios, sufrimientos y guerras, infunde temor en las almas de los hombres, para que pueda alcanzar el sentido de lo humano. Así, la piedad, el respeto, el decoro espiritual, la religiosidad, sólo son posibles en el hombre dentro del marco terrenal y humano. Su fruto debiera ser, puede ser y será un humanismo con ribetes religiosos, inspirado por el sentimiento del secreto trascendente del hombre, por la orgullosa consciencia que el hombre tiene de ser algo más que un fenómeno biológico, de estar ligado por una parte esencial de su ser a un mundo espiritual, de que la noción de lo absoluto le ha sido dada con las ideas de Verdad, de Libertad, de Justicia, y el deber de ir en busca de la perfección.

Es, preocupante y abominable ver cómo el humanismo se reemplaza por la técnica, la ciencia, el dinero y el poder. Por la técnica que no responde a las verdaderas necesidades materiales y espirituales del hombre. Pero, no olvidemos que la ciencia no es enemiga del humanismo, sino que ésta ha de responder a los requerimientos humanos. Por eso, <<imposible calificar de diabólicos los temas y objetos de la ciencia sin que la acusación alcance a la ciencia misma>>. (Mann)

Sabemos que la técnica sustituye el antropocentrismo en esta época de sociedades masas y de cultura de masas, no es una mera evidencia, sino que ataca al humanismo. Bueno, lo que preocupa es que, la ciencia, la técnica, la estadística, sustituyan la libertad, la voluntad o la justicia en los asuntos humanos. Lo que llama la atención en las utopías de nuestro siglo es que se presentan con el estilo de la ciencia y que son pesimistas. No hay en ellas magia; con la técnica basta. En Huxley y Orwell, el avance del cálculo y de su aplicación práctica hace imparable la transformación de la sociedad en puras cifras o números. Así, el avance de la ciencia y la técnica sustituyen todo rasgo de humanismo, de justicia y de trascendencia. El planeta ha adquirido un aura nueva, una epidermis más sensible. (Jünger).

Veamos el famoso elogio del nuevo horizonte de la ciencia contenido en el “Ensayo sobre Bacon” de Macaulay, escrito en 1837, que reza así:

“[La ciencia] prolongó la vida; mitigó el dolor; extinguió enfermedades; aumentó la fertilidad de los suelos; dio nuevas seguridades al marino; suministró nuevas armas al guerrero; unió grandes ríos y estuarios con puentes de formas desconocida para nuestros padres; guio el rayo desde los cielos a la tierra haciéndolo inocuo; iluminó la noche con el esplendor del día; extendió el alcance de la visión humana; multiplicó la fuerza de los músculos humanos; aceleró el movimiento; anuló las distancias; facilitó el intercambio y la correspondencia de acciones amistosas, el despacho de todos los negocios; permitió al hombre descender a las profundidades del mar; remontarse en el aire; penetrar con seguridad con los mefíticos recovecos de la tierra; recorrer países en vehículos que se mueven en caballos; cruzar el océano en barco que avanzan a diez nudos por hora contra el viento. Estos son sólo una parte de sus frutos, y se trata de sus primeros frutos, pues la ciencia es una filosofía que nunca reposa, que nunca llega a su fin, que nunca es perfecta. Su ley es el progreso”.

Además, la exaltación que hace el positivismo científico de Auguste Comte, el cientificismo filosófico de Claude Bernard, la evolución de las especies de Charles Darwin, Charles Sanders Pierce, el historicismo de Hegel con la autorrealización del espíritu, el materialismo científico de Karl Marx, expresan confianza en el despliegue de los hechos y la historia. Ahora miramos con desconcertada ironía todas estas cosas. (Steiner).

 El avance de la ciencia, la técnica y el cálculo en la vida del hombre, tiene que ver con profundas necesidades psicológicas, espirituales, morales, históricas y materiales. Pero en esta alta civilización técnica y de masas, la idea de Progreso está seriamente cuestionada, porque en el siglo XIX y XX, vimos el desarrollo de las ciencias positivas, pero no el deterioro de la sociedad y la naturaleza.

El reconocimiento meritorio de la ciencia y del arte también viene de Abraham Flexner, un pedagogo estadounidense. Que en una conferencia que tituló La Utilidad de los Conocimientos Inútiles de octubre de 1939, dijo: ¿no es curioso que en un mundo saturado de odios irracionales que amenazan a la civilización misma algunos hombre y mujeres –viejos y jóvenes- se alejen por completo o parcialmente de la tormentosa vida cotidiana para entregarse al cultivo de la belleza, a la extensión del conocimiento, a la cura de las enfermedades, al alivio de los que sufren, como si los fanáticos no se dedicaran al mismo tiempo a difundir dolor, fealdad y sufrimiento? El mundo ha sido siempre un lugar triste y confuso; sin embargo, poetas, artistas y científicos han ignorado los factores que habrían supuesto su parálisis de haberlos tenido en cuenta. Desde un punto de vista práctico, la vida intelectual y espiritual es, en la superficie, una forma inútil de actividad que los hombres se permiten porque con ella obtienen mayor satisfacción de la que pueden conseguir de otro modo. Mi pretensión es ocuparme hasta qué punto la búsqueda de estas satisfacciones inútiles se revela inesperadamente como la fuente de la que deriva una utilidad insospechada.

El mundo en el que vivimos es el único que nuestros sentidos pueden atestiguar. A menos que se construya un mundo mejor, un mundo más justo, millones de personas continuaran yendo a la tumba silenciosas, afligidas, llenas de amargura. Nuestras escuelas deberían prestar mayor atención al mundo en el que sus alumnos y estudiantes están destinados a vivir.

Consideremos esta cuestión desde dos puntos de vista: el científico, el humanístico o, espiritual. De una cosa podían estar seguros, teniendo presente los trabajos de Heinrich Hertz y Clerk Maxwell, de que habían realizado su trabajo sin pensar en la utilidad y que a lo largo de la historia de la ciencia los descubrimientos realmente importantes que se han probado beneficiosos para la humanidad se debían a hombres y mujeres que no se guiaron por el afán de ser útiles sino meramente por el deseo de satisfacer su curiosidad.

La curiosidad que puede conducir o no a algo útil es probablemente la característica más destacada del pensamiento moderno. No se trata de algo nuevo se remonta a Galileo, Bacon y sir Isaac Newton, y hay que darle total libertad. Las instituciones científicas deberían entregarse al cultivo de la curiosidad. Cuanto menos se desvíen por consideraciones de utilidad inmediata, tanto más probable será que contribuyan al bienestar humano y a otra cosa asimismo importante: a la satisfacción del interés intelectual, que se ha convertido en la pasión hegemónica de la vida intelectual de los tiempos modernos.

En este orden de ideas, Hannah Arendt en el texto En el presente. Ensayos políticos. Europa y América (1954). Visualizó la catástrofe del dominio de la técnica. En la Europa de hoy en día -dice-, el desarrollo, la posesión y la amenaza del uso de armas atómicas por parte de los Estados Unidos es un hecho fundamental de la vida política. Los europeos, por supuesto, han participado durante años en los debates ahora cotidianos sobre el carácter desalmado de un país dominado por la tecnología moderna, sobre la monotonía de la máquina, la uniformidad de una sociedad basada en la producción en masa y asuntos similares. Pero hoy la cuestión va mucho más lejos: la conexión íntima entre la guerra contemporánea y la sociedad tecnificada se ha hecho obvia para todos, con el resultado de que amplios sectores de la población –no sólo intelectuales- temen y se oponen apasionadamente al progreso tecnológico y a la creciente tecnificación de nuestro mundo.

La tecnología y su transformación del mundo son parte esencial de la historia europea desde el comienzo de la Edad Moderna, por lo que, evidentemente, es absurdo culpar de sus consecuencias a América. Los europeos solían ver el progreso técnico de América del mismo modo que Tocqueville vio el progreso de la democracia americana, esto es, como algo que concernía de manera fundamental a la civilización occidental en su conjunto, aunque por ciertas razones especificas dicho progreso técnico hubiese encontrado su primera y más clara expresión en los Estados Unidos. Esta actitud cambió desde el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima; desde entonces, ha habido una tendencia creciente a considerar que todo logro técnico es intrínsecamente perverso y destructivo, y a ver en América, principalmente, y a veces en Rusia el epítome de una tecnificación destructiva que es hostil y ajena a Europa. (Arendt).

En el presente actual son importantes los ideales de la Ilustración que establecen la razón como instrumento del pensar con lógica y racionalidad; no basándose en dogmas religiosos o ideológicos -la autoridad, las costumbres, el carisma o las verdades subjetivas-; instauran también la ciencia y la aplicación de la razón en el mundo natural y humano; y, a la vez, el Humanismo, el componente moral o ético del ser humano, que posibilita la prosperidad de los seres conscientes, las personas, en la búsqueda de la salud, la felicidad, la convivencia pacífica, el respeto a la otredad, la seguridad, la libertad y los placeres que ofrece la vida. El humanismo se opone a que la cultura se convierta en <<valor>>, es decir, un bien social que puede ponerse en circulación y convertirla en dinero a cambio de todo tipo de valores, sociales e individuales. (Arendt).

 Así que, el humanismo que nos legó Cicerón es el resultado de la cultura animi, una actitud que sabe cómo cuidar, conservar y admirar las cosas del mundo. Además, el humanista asume la tarea de arbitrar y mediar entre actividades puramente políticas y las de pura elaboración, opuestos en varios aspectos. Como humanistas, podemos elevarnos por encima de esos conflictos entre el hombre de Estado y el artista, como podemos elevarnos en libertad por encima de las especialidades que todos debemos conocer y buscar. (Arendt)

                                                      Madrid-España a 30/10/2021

miércoles, 13 de octubre de 2021

LA CULTURA DEL ARTIFICIO EN LAS REDES SOCIALES

 

 Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

La cultura occidental llegó a su máxima expresión con el poder de la técnica. Por tanto, lo que caracteriza indudablemente a los actores es la nivelación de los viejos cultos, la esterilidad de las culturas, la mezquina mediocridad. Existe una correspondencia entre el vaciamiento de los valores de la cultura y la mediocridad. En esta alta civilización técnica y de masas, unos órdenes nuevos han ocupado ya unas posiciones muy avanzadas, pero los valores correspondientes a esos órdenes aún no se han hecho visibles. (J.M. Esquirol).

Estamos viviendo una situación ambigua de que el orden nuevo no ha llegado del todo y el viejo no se ha ido. Lo nuevo se viste con la ropa de lo viejo y esto trae una confusión en aquellos que no comprenden el paso de una época a otra. En correspondencia con lo expuesto, el ser humano se ha colocado fuera de los valores de la cultura de la Ilustración, del ser y el pensar, se ha salido de ellos; y el orden nuevo determinado por la técnica se ha vuelto autónomo, y ahora los valores culturales devienen cada vez más sustituibles y prescindibles. Y, esto genera en los centros vitales de la cultura occidental, una fractura fundamental.

Ahora pues, si observamos el mundo que ha surgido de la catástrofe de la Primera y Segunda Guerra Mundial, nos damos cuenta que aumenta sin cesar la índole abstracta y, por tanto, también cruel de todas las relaciones humanas. (Ernst Jünger). La abstracción aleja al hombre del otro y, de las necesidades morales, materiales y espirituales, que genera. Así que, la información es la que nos posibilita la vivencia presencial a través de las imágenes en movimiento. Esto posibilita que perdamos el sentido de realidad de la historia, del mundo y su fundamento.

Porque la cultura del artificio permite que predominen las relaciones artificiales sobre las relaciones de sentido. De ahí que el mundo no se puede reducir a la pura información, porque perdemos el sentido de realidad. Somos parte de una época de tránsito del mundo de las cosas tangibles o visuales, de experiencias compartidas y de ideales comunes, a otro de no-cosas, completamente artificial. Estamos pasando del lazo afectivo con las personas o las cosas que nos rodean, a un mundo sin vinculo ninguno, sin lazos espirituales, morales, éticos o sociales; por otro donde predomina la hiperinformación. 

Este tránsito confirma como la información crea relaciones artificiales que contribuyen para que el hombre se precipite al abismo de la soledad y la incomunicación. Una época donde prevalece la saturación de información; pero también la indigencia del pensar, del lenguaje y las experiencias compartidas. Un mundo donde no predomina la memoria, el recuerdo o el momento oportuno, sino el presente-actual, fugaz y pasajero. En esta esfera la solidaridad, la fraternidad, el dialogo o, el amor, se diluyen en nombre de las imágenes en movimiento, los big data, la estadística y la objetivación de las valoraciones técnicas. Y, esto posibilita que el ser humano se sienta sumamente solo y desgraciado.

Son muchos los sitios donde ya casi se ha desprendido la máscara humanitaria; en su lugar aparece un fetichismo medio grotesco medio bárbaro de la máquina, un ingenuo culto a la técnica. (Jünger). Es un espectáculo grandioso y terrible ver los movimientos de las masas – unas masas de conformación cada vez más uniformes, que obedecen a las relaciones de poder del capitalismo global. Porque el capitalismo global no oprime la libertad o el libre albedrío, sino que los explota. No es represor, sino seductor. Así, la dominación y la coacción las presenta como libertad.

Así, las cosas informatizadas, o sea, los infómatas, se revelan como informadores eficientes que nos controlan y dirigen constantemente. Por eso, el teléfono móvil (el Smartphone) es el artículo de culto de la dominación digital. (Byung-Chul Han). Somos parte de una época en que los símbolos, los rituales de la información han desplazado a los religiosos o ideológicos. De ahí que el capitalismo global, la sociedad de masas y la cultura de masas, diluyen las diferencias en el consumo y la conversión de los bienes en valor.

 La sociedad y la cultura de masas no sólo tienden a la estandarización, sino también a establecer relaciones abstractas e inconexas entre los individuos. En su seno predomina la técnica, el dinero, el poder y el maquinismo. En Un mundo feliz de Aldous Huxley, las personas son controladas a gran distancia, sin hacerles daño. El Estado tecnológico distribuye la seducción y el placer para que todo el mundo se sienta feliz. Una felicidad engañosa porque las carencias morales, espirituales, económicas, educativas, sexuales y culturales, son parte de la estructura del Estado tecnológico y del capitalismo global. O, en otras palabras, son instrumentos de dominio y de poder.

La Inteligencia Artificial no piensa, sino que responde a algoritmos que nada tienen que ver con las reflexiones del pensamiento, la imaginación creadora y la capacidad de asombro. Sólo maneja big data: los datos que se recolectan y el cálculo de posibilidades de la acción o pensar humano. La vida individual y social del ser humano está determinada cada vez más por la estadística y la objetivación. Así, en el capitalismo global se observa la disfuncionalidad entre la realidad y el espacio de confort digital. No responde a las apetencias morales, materiales y subjetivas, del hombre.

Hannah Arendt dijo que, la sociedad moderna estaba organizada para responder a las necesidades biológicas del hombre (como el trabajo, la supervivencia y la reproducción), más no a las necesidades espirituales, educativas o culturales. Esto en el capitalismo global tecnológico impele a los seres humanos a las satisfacciones instintivas, de consumo y del ocio vacío. Que responden a relaciones de poder y de dominio. Pienso que el capitalismo global es antihumano y anti-humanista, porque no responde a la esencia del hombre y del ser en el mundo.

Por eso, el capitalismo global hay que humanizarlo- donde prevalezca la civilidad, la fraternidad, la convivencia común, el sentido común, la justicia, la distribución social de los bienes de consumo-, sobre la trastienda bestial, instintiva, agresiva, que expresa el capitalismo clásico o, el neoliberalismo económico. Se trata de superar la noción de Hobbes: el hombre lobo para el hombre. Aplicada a la esfera de la economía, de la raza, la religión y las ideologías. Por eso tenemos como instrumentos el Estado de Bienestar y la economía social de mercado amparados en el Estado democrático Social de Derecho. Ora, hay que interpretar la Época Contemporánea no a partir de la acumulación de bienes, de valor, de poder, sino de pensamientos. Porque el pensar nos hace libres.

La digitalización del capitalismo global significa en la vida del hombre, la primacía del juego, lo lúdico, sobre el trabajo y el pensamiento. Lo lúdico como instrumento de control, coacción y de dominio. Ahora, la seducción del juego y del ocio vacío como herramientas de poder y de control, del capitalismo global y del Estado tecnológico absoluto. En este orden, el logos clásico abandona la casa del ser, y se ubica en su habitad material, -los medios de comunicación, las imágenes en movimiento, las redes sociales, Internet, WhatsApp, Twitter, etc. Si se mediatiza el lenguaje como medio de comunicación, se falsifica su cualidad y el ser humano lo convierte en instrumento de poder y de dominio. O, en otros términos, las imágenes prevalecen sobre la palabra y el pensamiento. Estamos asistiendo a marcha forzada al deterioro de la cualidad del ser y del existir y se convierte en una fractura fundamental de la existencia.

Estamos viendo que las plataformas digitales como Facebook, Amazon, Google, buscan beneficios por encima de la seguridad de los usuarios. En consecuencia, acumulan experiencias humanas que transforman en datos que predicen comportamientos. Además, configuran el nuevo capitalismo global y el Estado tecnológico absoluto, que son antitéticos con el Sistema democrático.  Utilizan las vidas humanas como recursos para la extracción de datos y su manipulación y, así alcanzar beneficios económicos, políticos, sociales y culturales.

La garganta profunda de Facebook Frances Haugen decía recientemente en el Senado de EE. UU: Que trabajan con algoritmos que alientan la desigualdad, la discriminación y la discordia que a veces cuestan vidas humanas. Sus herramientas están diseñadas para crear dependencia y estimular el consumo. Además, que hacen poco para controlar el crimen organizado y mienten cuando dicen que tratan a todos los usuarios por igual. Ya que estimulan la vida de los hombres de grandes fortunas, de deportistas, estrellas del cine o de políticos relevantes. Entre los adolescentes estimulan el vértigo del comportamiento y pensamientos suicidas. También incuban la anorexia en el tejido social y psicológico de las personas. Y, esto es sumamente grave en un Estado de Derecho y un Sistema democrático. Que Facebook, Amazon y Google, carezcan de ética porque todo lo que hacen lo llevan a cabo por dinero; más allá de los sentimientos, el espíritu, la moral, de los seres humanos.

Pienso que las Redes Sociales y las Plataformas Digitales deben estar reguladas y vigiladas por los gobiernos, para convertirlas en lugares sanos y limpios para la comunicación política. Sin falsedades, con integridad cívica y salud democrática. De esa forma se restaurará el tejido del ser y del estar del hombre en la historia y en el mundo. Deben ser divulgadores sociales del lenguaje democrático y del Estado de Derecho y, a la vez, críticos del autoritarismo, del populismo, del nacionalismo y del totalitarismo. Que niegan la convivencia pacífica, la tolerancia, la pluralidad y la libertad.

                                     Madrid-España a 13/10/2021

sábado, 9 de octubre de 2021

 

                       REFLEXIÓN SOBRE EL PENSAR, EL LENGUAJE

                                    EL POETIZAR Y LA LIBERTAD

 

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista

 

Sabemos que la palabra es el ámbito donde el hombre histórico y sus generaciones confirman su existencia. Es la llama de la vela que alumbra los caminos del mundo. La palabra se iguala al pensar, la igualación no significa reducción del uno al otro. Ambos conservan en sí mismos su esencia como tal. El pensador dice el ser. El poeta nombra lo sagrado. En esta civilización técnica resulta indispensable la labor de los poetas, y su imaginación que otorga su fuerza básica al hacer y el decir; así pues, el mundo de la técnica y del artificio podrán revitalizarse, si acceden al reino de las Musas. La superioridad del reino del arte y de lo sagrado proporciona al mundo de la técnica el milagro del ser y el decir. Entonces ¿qué sorpresas nos están deparadas allende del muro del tiempo?

 Aquí el pensar y el poetizar son reflexionados a partir de la esencia del ser, en el agradecer se remiten unos a otros y, al mismo tiempo se hallan separados. Tal vez sepamos algo acerca de la relación filosofía y poesía. <<Pero no sabemos nada del dialogo entre el poeta y el pensador, que habitan cerca sobre las más distantes montañas>>- expresó Heidegger. El poetizar la existencia sobre la tierra, agradece; el pensar que piensa el mundo y la existencia, pregunta. Lo que lleva a cabo el pensar en los movimientos del pensamiento es, conducir el lenguaje al advenimiento del ser; y, por ende, esperar al hombre. De él depende la iluminación del ser en el lenguaje y, relaciona la verdad del ser y la esencia del hombre.

Desde la antigüedad las ciencias ocupan el lugar del rigor del pensar, que no consiste sólo en la exactitud artificial –es decir, teórico-técnica- de los conceptos. Sino que la palabra permanezca pura en la verdad del ser y se manifieste lo simple en sus múltiples dimensiones. Entonces, el problema surge cuando el pensar originario se sustituye por la lógica, la ética, la física, y darse cuenta que el griego antiguo no necesitó de estas acepciones; el pensar pensaba desde su elemento, es decir, <<aquello desde donde el pensar es capaz de ser un pensar>>. Preguntamos, ¿qué es el elemento? El ser que posibilita la capacidad que hace suyo el pensar y lo lleva a su esencia. Ahora bien, el pensar significa que el ser se ha adueñado destinalmente de su esencia. De ahí que el pensar es el pensar del ser. El acontecimiento propio del ser, pertenece al ser.

En este orden, el acontecer se refiere al ser y, en su conducto, al hombre histórico. El ser se adueña del destino del pensar. Así, lo destinado, tratase de lo ente, el mundo o el hombre, se configura en el ser. El pensar los piensa como ofrendas para el ser. Son regalos de los dioses o, que, el ser se hace así mismo. En este acto divino, pero humano, se adueña del destino de su esencia. Y se manifiesta en su morada: el lenguaje.

Si el ser se aleja del elemento (el ámbito, el lugar), reemplaza su ausencia por la techne (las técnicas, las teorías), y se convierte en instrumento de formación, empresa cultural. En la cultura en la actualidad, por ejemplo, no importa la elevación del espíritu en la obra; sino la cultura como objeto de entretenimiento en el mercado de la circulación y la demanda. Ahora los medios de comunicación –Internet, WhatsApp, Twitter, T.V. -, presentan un objeto cultura al consumo, como se hace con un artículo de primera necesidad. En la sociedad de masas y la cultura de masas, el fin de los objetos manufacturados o no, es el consumo.

En este orden, alejarse de su elemento significa distanciar el ser de las fuentes del pensar originario, de lo que lo hace posible. En este ámbito la cultura se instrumentaliza y la educación falsea el pensar y el hacer del hombre. Así, la educación se convierte en instrumento de control y dominio. Porque la empresa cultural antepone el dinero y la ganancia, a las fuentes del pensar originario que posibilita el elemento donde se revela el ser. El ser se oculta tras el querer de la voluntad de poder y del dinero. Por eso, el pensar y el lenguaje han de posibilitar la revelación del ser. También, el lenguaje como morada del hombre en la historia. El advenimiento del ser en el lenguaje sólo se da en el claro del ser; como casa y medio de revelación del ser; pero también en lugar de la verdad.

De esta forma, el lenguaje se convierte en el elemento que posibilita la verdad del ser y la esencia del hombre. Solo el hombre es, no porque sea un animal biológico o un ser racional, sino porque <<habla>> y, tiene la facultad de comunicar las acciones y el pensar, en forma de lenguaje. De ahí que la realidad y el mundo sean símbolos que el hombre comunica, ya que es por naturaleza un animal simbólico. El símbolo reemplaza a la realidad y al mundo, cuando el hombre se comunica con el otro. El ser lingüístico del hombre lo ubica cerca del ser, aunque se refiera al ente. El hombre es hombre porque todo lo que hace y piensa es parte del ser. Por lo tanto, el ser perfila al hombre en el mundo, como su relación con la naturaleza y los otros hombres.

Cuando el hombre instrumentaliza la técnica al servicio del Gran Poder, niega su esencia. Ser parte y relacionarse con el ser para llegar a ser. En este orden, la voluntad de poder sólo es una manifestación del querer del hombre para dominar a la naturaleza o, al otro hombre. Por eso, la insaciabilidad del querer se alimenta del dominio o la extinción del otro. Una de las tareas del pensar es, como resarce la esencia del hombre y la verdad del ser, en un mundo dominado por las imágenes artificiales, lo pasajero y fugaz de la existencia humana. Aquí es donde tiene relevancia el pensar y el lenguaje, como modos de revelación de la verdad del ser. Ora, en última instancia, se trata del ser y sus múltiples manifestaciones en la vida humana.

 Así, la Edad Moderna se basan en la peculiar dictadura de la opinión pública. Lo que se suele llamar <<existencia privada>> no es en absoluto el ser-hombre-esencial, o, el hombre libre. Asimismo, el único hacer de la existencia privada, es, negar la esfera de lo público. Ya que lo público oculta lo privado de la existencia en las esferas que despliega:  la política, la economía, la educación, lo jurídico, lo técnico, lo científico y lo cultural.

La existencia-del-hombre-esencial, es, la del hombre libre. En la Edad Moderna lo que está en juego es la libertad. Parece que estuviéramos inmerso en un dinamismo que induce inexorablemente a la extinción de ésta. Es comprensible la situación en la que se encuentra el hombre hoy, entrega la libertad por la seguridad. Sentirse seguro de la crueldad que se convierte en parte fundamental de las instituciones.

Seguro de los que rompen el pacto social, del radicalismo religioso, del extremismo ideológico; y de los avatares de la existencia y entonces, la libertad se deposita al Estado y sus instituciones: políticas, económicas, religiosas, policivas, militares, de seguridad y culturales. Y en su devenir diversas formas de dominio y coacción, se configuran. Este mundo ha cambiado y sigue haciéndolo, y lo hace por necesidad; más con ello ha cambiado también la libertad; no ha cambiado en su esencia, desde luego, pero sí en su forma. 

Parece que ganara terreno cada día la extinción de la libre voluntad o el libre albedrio. Así, se impone el querer de la voluntad que se quiere así misma, como voluntad de poder y de saber. En la voluntad se esconde también el ser como voluntad de poder. En este orden, el automatismo parece quebrantar con gran facilidad, como si lo hiciera jugando, lo que queda de la voluntad libre. Se ha llegado a una concepción nueva del poder, se ha llegado a unas concentraciones de poder inmediatas, vigorosas. Para poder plantarles cara se necesita una concepción nueva de la libertad, una concepción que no pueda tener nada que ver con los desvaídos conceptos que hoy van asociados a esa palabra –al decir de Ernst Jünger.

Así que, por la técnica en la Edad Moderna vivimos una época en que la libertad se ha domesticado y diluido no sólo en el huero concepto de sí misma, sino en las relaciones de fuerza o los big data, las imágenes o los números. Cada vez gana terreno en la sociedad, la uniformidad y la estadística. En su defecto, asistimos a una época de vigilancia constante del Estado técnico absoluto. La libertad dejó de ser en el ámbito público, una <<Figura> del ser y del hombre. Aquí deja de pertenecer a la esencia del hombre libre e independiente, <autor> de su propia vida. El ser humano ha de saber cuáles son aquellos puntos donde no le es licito traficar con su decisión soberana.

 Estamos asistiendo por la primacía del Estado técnico, el recorte de la libertad y el autoritarismo de algunos países, a que haya un punto de inflexión en la vida privada y la vida pública. Porque el populismo, el nacionalismo, el racismo, se correlacionan con la desaparición del <<sujeto>>, del <<Yo>>, como protagonista de la historia actual. En países como Estados Unidos, Brasil, Hungría, Polonia, quieren destruir el humanismo europeo y, en particular, la modernidad ilustrada, que toman como principio fundamental al hombre de carne y hueso: como individuo de acción y de reflexión crítica; con capacidad de análisis y teorización del mundo; y su poder para transformarlo.

Observamos en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, la deriva de partidos autoritarios, de extrema derecha, que apoyan la xenofobia y el rechazo a la diferencia y la inmigración; requiere un Estado democrático Social de Derecho, que defienda la libertad de prensa y de expresión, la independencia y la crítica de los medios de información, la lucha contra la corrupción y un sistema judicial imparcial. De esa forma se lucha por conservar los principios fundamentales de la modernidad ilustrada y la democracia.

Estamos entregando poco a poco la libertad a los instrumentos técnicos y desnudos nos precipitamos a los brazos del Gran Poder. Así que, el gran peligro está en que el hombre confíe demasiado en las ayudas de otros y, cuando faltan aquellas, quede desvalido. Todas las comodidades hay que pagarlas. El hombre ha de ser consciente que no ha de perder la esperanza que mora él y la fuerza intima que destruye las barreras del tiempo. Porque ella impulsa allende de las murallas del tiempo, para asistir al ser o, a los dioses. En esta civilización técnica las seguridades y el miedo funcionan cual muros de contención, así los hombres se conforman con lo establecido. Para que el hombre salga adelante necesita ser libre, ya que es indigente del pensamiento y las formas estéticas. También de una cultura política que le posibilite analizar, criticar y juzgar, el ejercicio del poder.  

 Así puede trascender y criticar el ser que se oculta detrás de la voluntad de poder y, al mismo tiempo, posibilitar caminos y umbrales que permitan ver y entender, la vida y el mundo al que pertenece. Romper las murallas del tiempo-ahora para poder enfrentar el enigma de la existencia. Esas herramientas las posibilita la literatura, el arte, la música, la religión, y el encuentro con Dios. En su defecto, se revelará el ser de la vida, la naturaleza y lo divino, que mora en todos y cada uno de nosotros. Sólo basta que el ser humano se detenga a la orilla del camino de lo fugaz y automático, para que observe y escuche la armonía entre Hombre y Mundo, Hombre y Dios. Porque los signos de lo divino, lo bello y eterno, moran en el interior del hombre. Aquí el mundo y la vida se revelarían con un rostro estético y sagrado, que va al encuentro de la libertad.

                                                      Madrid-España a 09/10/2021