sábado, 9 de octubre de 2021

 

                       REFLEXIÓN SOBRE EL PENSAR, EL LENGUAJE

                                    EL POETIZAR Y LA LIBERTAD

 

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista

 

Sabemos que la palabra es el ámbito donde el hombre histórico y sus generaciones confirman su existencia. Es la llama de la vela que alumbra los caminos del mundo. La palabra se iguala al pensar, la igualación no significa reducción del uno al otro. Ambos conservan en sí mismos su esencia como tal. El pensador dice el ser. El poeta nombra lo sagrado. En esta civilización técnica resulta indispensable la labor de los poetas, y su imaginación que otorga su fuerza básica al hacer y el decir; así pues, el mundo de la técnica y del artificio podrán revitalizarse, si acceden al reino de las Musas. La superioridad del reino del arte y de lo sagrado proporciona al mundo de la técnica el milagro del ser y el decir. Entonces ¿qué sorpresas nos están deparadas allende del muro del tiempo?

 Aquí el pensar y el poetizar son reflexionados a partir de la esencia del ser, en el agradecer se remiten unos a otros y, al mismo tiempo se hallan separados. Tal vez sepamos algo acerca de la relación filosofía y poesía. <<Pero no sabemos nada del dialogo entre el poeta y el pensador, que habitan cerca sobre las más distantes montañas>>- expresó Heidegger. El poetizar la existencia sobre la tierra, agradece; el pensar que piensa el mundo y la existencia, pregunta. Lo que lleva a cabo el pensar en los movimientos del pensamiento es, conducir el lenguaje al advenimiento del ser; y, por ende, esperar al hombre. De él depende la iluminación del ser en el lenguaje y, relaciona la verdad del ser y la esencia del hombre.

Desde la antigüedad las ciencias ocupan el lugar del rigor del pensar, que no consiste sólo en la exactitud artificial –es decir, teórico-técnica- de los conceptos. Sino que la palabra permanezca pura en la verdad del ser y se manifieste lo simple en sus múltiples dimensiones. Entonces, el problema surge cuando el pensar originario se sustituye por la lógica, la ética, la física, y darse cuenta que el griego antiguo no necesitó de estas acepciones; el pensar pensaba desde su elemento, es decir, <<aquello desde donde el pensar es capaz de ser un pensar>>. Preguntamos, ¿qué es el elemento? El ser que posibilita la capacidad que hace suyo el pensar y lo lleva a su esencia. Ahora bien, el pensar significa que el ser se ha adueñado destinalmente de su esencia. De ahí que el pensar es el pensar del ser. El acontecimiento propio del ser, pertenece al ser.

En este orden, el acontecer se refiere al ser y, en su conducto, al hombre histórico. El ser se adueña del destino del pensar. Así, lo destinado, tratase de lo ente, el mundo o el hombre, se configura en el ser. El pensar los piensa como ofrendas para el ser. Son regalos de los dioses o, que, el ser se hace así mismo. En este acto divino, pero humano, se adueña del destino de su esencia. Y se manifiesta en su morada: el lenguaje.

Si el ser se aleja del elemento (el ámbito, el lugar), reemplaza su ausencia por la techne (las técnicas, las teorías), y se convierte en instrumento de formación, empresa cultural. En la cultura en la actualidad, por ejemplo, no importa la elevación del espíritu en la obra; sino la cultura como objeto de entretenimiento en el mercado de la circulación y la demanda. Ahora los medios de comunicación –Internet, WhatsApp, Twitter, T.V. -, presentan un objeto cultura al consumo, como se hace con un artículo de primera necesidad. En la sociedad de masas y la cultura de masas, el fin de los objetos manufacturados o no, es el consumo.

En este orden, alejarse de su elemento significa distanciar el ser de las fuentes del pensar originario, de lo que lo hace posible. En este ámbito la cultura se instrumentaliza y la educación falsea el pensar y el hacer del hombre. Así, la educación se convierte en instrumento de control y dominio. Porque la empresa cultural antepone el dinero y la ganancia, a las fuentes del pensar originario que posibilita el elemento donde se revela el ser. El ser se oculta tras el querer de la voluntad de poder y del dinero. Por eso, el pensar y el lenguaje han de posibilitar la revelación del ser. También, el lenguaje como morada del hombre en la historia. El advenimiento del ser en el lenguaje sólo se da en el claro del ser; como casa y medio de revelación del ser; pero también en lugar de la verdad.

De esta forma, el lenguaje se convierte en el elemento que posibilita la verdad del ser y la esencia del hombre. Solo el hombre es, no porque sea un animal biológico o un ser racional, sino porque <<habla>> y, tiene la facultad de comunicar las acciones y el pensar, en forma de lenguaje. De ahí que la realidad y el mundo sean símbolos que el hombre comunica, ya que es por naturaleza un animal simbólico. El símbolo reemplaza a la realidad y al mundo, cuando el hombre se comunica con el otro. El ser lingüístico del hombre lo ubica cerca del ser, aunque se refiera al ente. El hombre es hombre porque todo lo que hace y piensa es parte del ser. Por lo tanto, el ser perfila al hombre en el mundo, como su relación con la naturaleza y los otros hombres.

Cuando el hombre instrumentaliza la técnica al servicio del Gran Poder, niega su esencia. Ser parte y relacionarse con el ser para llegar a ser. En este orden, la voluntad de poder sólo es una manifestación del querer del hombre para dominar a la naturaleza o, al otro hombre. Por eso, la insaciabilidad del querer se alimenta del dominio o la extinción del otro. Una de las tareas del pensar es, como resarce la esencia del hombre y la verdad del ser, en un mundo dominado por las imágenes artificiales, lo pasajero y fugaz de la existencia humana. Aquí es donde tiene relevancia el pensar y el lenguaje, como modos de revelación de la verdad del ser. Ora, en última instancia, se trata del ser y sus múltiples manifestaciones en la vida humana.

 Así, la Edad Moderna se basan en la peculiar dictadura de la opinión pública. Lo que se suele llamar <<existencia privada>> no es en absoluto el ser-hombre-esencial, o, el hombre libre. Asimismo, el único hacer de la existencia privada, es, negar la esfera de lo público. Ya que lo público oculta lo privado de la existencia en las esferas que despliega:  la política, la economía, la educación, lo jurídico, lo técnico, lo científico y lo cultural.

La existencia-del-hombre-esencial, es, la del hombre libre. En la Edad Moderna lo que está en juego es la libertad. Parece que estuviéramos inmerso en un dinamismo que induce inexorablemente a la extinción de ésta. Es comprensible la situación en la que se encuentra el hombre hoy, entrega la libertad por la seguridad. Sentirse seguro de la crueldad que se convierte en parte fundamental de las instituciones.

Seguro de los que rompen el pacto social, del radicalismo religioso, del extremismo ideológico; y de los avatares de la existencia y entonces, la libertad se deposita al Estado y sus instituciones: políticas, económicas, religiosas, policivas, militares, de seguridad y culturales. Y en su devenir diversas formas de dominio y coacción, se configuran. Este mundo ha cambiado y sigue haciéndolo, y lo hace por necesidad; más con ello ha cambiado también la libertad; no ha cambiado en su esencia, desde luego, pero sí en su forma. 

Parece que ganara terreno cada día la extinción de la libre voluntad o el libre albedrio. Así, se impone el querer de la voluntad que se quiere así misma, como voluntad de poder y de saber. En la voluntad se esconde también el ser como voluntad de poder. En este orden, el automatismo parece quebrantar con gran facilidad, como si lo hiciera jugando, lo que queda de la voluntad libre. Se ha llegado a una concepción nueva del poder, se ha llegado a unas concentraciones de poder inmediatas, vigorosas. Para poder plantarles cara se necesita una concepción nueva de la libertad, una concepción que no pueda tener nada que ver con los desvaídos conceptos que hoy van asociados a esa palabra –al decir de Ernst Jünger.

Así que, por la técnica en la Edad Moderna vivimos una época en que la libertad se ha domesticado y diluido no sólo en el huero concepto de sí misma, sino en las relaciones de fuerza o los big data, las imágenes o los números. Cada vez gana terreno en la sociedad, la uniformidad y la estadística. En su defecto, asistimos a una época de vigilancia constante del Estado técnico absoluto. La libertad dejó de ser en el ámbito público, una <<Figura> del ser y del hombre. Aquí deja de pertenecer a la esencia del hombre libre e independiente, <autor> de su propia vida. El ser humano ha de saber cuáles son aquellos puntos donde no le es licito traficar con su decisión soberana.

 Estamos asistiendo por la primacía del Estado técnico, el recorte de la libertad y el autoritarismo de algunos países, a que haya un punto de inflexión en la vida privada y la vida pública. Porque el populismo, el nacionalismo, el racismo, se correlacionan con la desaparición del <<sujeto>>, del <<Yo>>, como protagonista de la historia actual. En países como Estados Unidos, Brasil, Hungría, Polonia, quieren destruir el humanismo europeo y, en particular, la modernidad ilustrada, que toman como principio fundamental al hombre de carne y hueso: como individuo de acción y de reflexión crítica; con capacidad de análisis y teorización del mundo; y su poder para transformarlo.

Observamos en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, la deriva de partidos autoritarios, de extrema derecha, que apoyan la xenofobia y el rechazo a la diferencia y la inmigración; requiere un Estado democrático Social de Derecho, que defienda la libertad de prensa y de expresión, la independencia y la crítica de los medios de información, la lucha contra la corrupción y un sistema judicial imparcial. De esa forma se lucha por conservar los principios fundamentales de la modernidad ilustrada y la democracia.

Estamos entregando poco a poco la libertad a los instrumentos técnicos y desnudos nos precipitamos a los brazos del Gran Poder. Así que, el gran peligro está en que el hombre confíe demasiado en las ayudas de otros y, cuando faltan aquellas, quede desvalido. Todas las comodidades hay que pagarlas. El hombre ha de ser consciente que no ha de perder la esperanza que mora él y la fuerza intima que destruye las barreras del tiempo. Porque ella impulsa allende de las murallas del tiempo, para asistir al ser o, a los dioses. En esta civilización técnica las seguridades y el miedo funcionan cual muros de contención, así los hombres se conforman con lo establecido. Para que el hombre salga adelante necesita ser libre, ya que es indigente del pensamiento y las formas estéticas. También de una cultura política que le posibilite analizar, criticar y juzgar, el ejercicio del poder.  

 Así puede trascender y criticar el ser que se oculta detrás de la voluntad de poder y, al mismo tiempo, posibilitar caminos y umbrales que permitan ver y entender, la vida y el mundo al que pertenece. Romper las murallas del tiempo-ahora para poder enfrentar el enigma de la existencia. Esas herramientas las posibilita la literatura, el arte, la música, la religión, y el encuentro con Dios. En su defecto, se revelará el ser de la vida, la naturaleza y lo divino, que mora en todos y cada uno de nosotros. Sólo basta que el ser humano se detenga a la orilla del camino de lo fugaz y automático, para que observe y escuche la armonía entre Hombre y Mundo, Hombre y Dios. Porque los signos de lo divino, lo bello y eterno, moran en el interior del hombre. Aquí el mundo y la vida se revelarían con un rostro estético y sagrado, que va al encuentro de la libertad.

                                                      Madrid-España a 09/10/2021