PINCELADAS SOBRE EL PENSAMIENTO DE HANNAH ARENDT
Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.
Hannah Arendt (1906-1975), es una escritora y filosofa de origen judío que entrelazó la historia, la política, la filosofía, el arte y la literatura, en sus obras. Trata de resaltar y revelar la posibilidad de conocer el importante papel que en sus reflexiones desempeñan la poesía, el arte, la narración literaria y la crisis de la cultura. Comprender la articulación de la genealogía de algunos de sus textos más relevantes y de ciertos temas que atraviesan su obra es de suma importancia. Trabaja, por ejemplo, las iluminaciónes de autores como Bertolt Brech, Herman Broch, Nathalie Sarraute y Rainer María Rilke, entre otros.
Pero es importante resaltar que la época en que
escribe está marcada por el ascenso de la sociedad de masas, la cultura de
masas, y el paso de la sociedad a la sociedad de masas, la técnica y la
ciencia, que le posibilitan una reflexión sobre el papel del arte en el Mundo
Moderno. El arte en su pensamiento es fundamental, porque contribuye a entender
el contexto histórico, político y cultural, en el que escribe. El arte y la
cultura y, en general, la estética, son importantes en los movimientos de su
pensamiento.
La teoría de la acción que expone en la Condición humana, concatena las
interacciones y las analogías entre el fenómeno estético y el político. Así
que, desarrolla su teoría a través de comentarios, criticas, análisis, reseñas,
artículos, sobre escritores. Pero en la Condición
humana podemos leer una breve teoría fenomenológica que gira en torno a la
relación del arte y la tripartición de la vita
activa y la temporalidad –sobre el significado político y social de la
crisis en la cultura. (Fina Birulés y Ángela Lorena Fuster).
Para ella uno de los conceptos más importante es
el de mundo a través de su relación con la vita
activa. El mundo común no se reduce a las personas que viven en él; es el
espacio que hay “entre” ellos. Así pues, el mundo común no es idéntico a la
naturaleza o a la Tierra, sino que se relaciona con “los objetos fabricados por
las manos del hombre, así como con los asuntos de quienes habitan juntos en el
mundo hecho por el hombre”. Convivir en el mundo significa compartir los
objetos hechos por los hombres; un mundo de cosas está entre quienes lo habitan. El mundo relaciona y separa a los que lo
habitan; como a la vez impide la reducción del uno al otro.
Asimismo, es importante recordar que el mundo
humano es el espacio para relacionarse, desplazarse y compartir con el otro o
los otros. De ahí que la libertad no es algo natural a los hombres, se adquiere
en el tejido de las relaciones humanas. El ser humano adquiere la libertad
cuando interactúa con los otros en la sociedad. La libertad no es un don
divino, ni la adjudica el poder político, ni el técnico, ni el científico, ni
económico, ni el cultural, sino que se adquiere en el tejido de relaciones con
los demás seres humanos. Asimismo, “se diferencia de otros pensadores, porque
valora positivamente la dimensión artificial derivada del hacer humano”. (Birulés
y Fuster).
Así, en la esfera de la vita activa, diferencia la labor
del trabajo. El producto del
laborante es inmediatamente consumido; los productos del trabajo –sean objetos
de uso, objetos de goce como las obras de arte- una vez terminados, persisten.
La estabilidad, la durabilidad de los objetos del trabajo, son los que
posibilitan la objetividad. Para el mundo, lo esencial es la estabilidad, la
durabilidad, la artificiosidad e intersubjetividad.
De otra parte, aunque sea un mundo artificial es, un mundo que perdura después de la muerte de
quienes lo construyen. Este espacio público no está constituido tan solo por
los productos del trabajo sino también por la cultura y las instituciones. Por
eso, el caos, la violencia, la guerra, el sufrimiento, el dolor, la crisis
política o social, se expresan en el arte; o, en otros términos, en las formas
estéticas. El arte no es un mero adorno. Como lo expresó Giambattista Vico (S.
XVIII), es una voz que habla, un esfuerzo para plasmar una visión en una forma
material concreta. En su origen la facultad peculiar de todos los objetos: “captar
nuestra atención y conmovernos” –dice Arendt.
De otra parte, considera que el mundo es habitable
y posibilita trascender la vida biológica, gracias a la acción y la palabra. Si se corrompe la acción y la palabra (la poesía, la novela, la música, el discurso
político, la sabiduría, la comunicación entre los hombres, etc.); expresan la
crisis en la cultura. En toda comunidad que construye un mundo vivible la crisis
de la vida pública se comunica en el lenguaje y la cultura. Sólo percibimos los
efectos de la acción en la intangible
trama de relaciones humanas. O, en la estabilidad de las relaciones intersubjetivas.
De ahí es necesario mirar detrás del forro de los fenómenos y develar el
verdadero sentido de la vida, del mundo y su realidad.
Para elaborar su concepción política se basa en la
poli griega, y reconoce que las
personas son libres para desplazarse y no están condicionadas por sus
necesidades biológicas. Se reconocen así mismas como agentes, libres, pares.
Cuando analiza la sociedad moderna, su crítica no se reduce a un simple lamento
acerca de cómo los modernos conceden tanto valor a la técnica, sino que su
preocupación básica gira en torno a las consecuencias que detecta en el hecho
de que la sociedad moderna esté organizada según la labor. Mejor dicho: no le interesa en demasía el problema de la
técnica en la modernidad, sino como está organizada según el trabajo.
La Edad Moderna la muestra no como un retroceso paulatino
de la naturaleza, sino como un desmesurado avance de la misma y, por ello, como
una progresiva pérdida de mundo común. (Birulés y Fuster). Piensa que la
modernidad prioriza la vida biológica sobre la del espíritu, el pensamiento,
las artes y el mundo común. El mundo que compartimos por la palabra y la
acción.
Cree que en la modernidad prevalece la vida
biológica del ser humano (la subsistencia, la reproducción, el consumo, el ocio
vacío que envilece la personalidad y obstruye al espíritu a elevarse en el
tiempo y el espacio, etc.), sobre los más altos valores subjetivos y mentales
del ser humano. Ahora, sí la vida biológica gana terreno sobre la subjetividad
y prevalece el mundo de la técnica, las relaciones
artificiales priman sobre las relaciones
de sentido. En otros términos, prevalece la “civilización del artificio”.
Este devenir histórico trae consigo la crisis de
la esencia humana: el amor, la felicidad, la fraternidad, la libertad, el
sentido de la vida y de la muerte, etc. Asimismo, degrada los elementos que
componen la condición humana: la vida, la natalidad, la mortalidad, la mundanidad,
la pluralidad y la Tierra –al decir de Arendt.
Por tanto, la Época Moderna está estructurada,
organizada y funciona, de acuerdo a las satisfacciones biológicas del ser
humano. Así que, el sistema del capitalismo global o el sistema del capitalismo
tecnológico, lo expresa en el mercado de “valores” y bienes de consumo. En el
mundo objetivo hecho por las manos del hombre y, a la vez mundo artificial, el
hombre no sólo produce mercancías para ser consumidas. Sino también una trama
de relaciones que se manifiestan en la esfera política, social, religiosa, el
Estado y las instituciones, el arte y la cultura.
Para ella el mundo común, por decir, que
posibilita la convivencia entre iguales y la pluralidad, se deteriora en nombre
de la seguridad biológica del ser humano. Pienso que lo importante es el
dialogo y la pluralidad de umbrales para poder captar y comprender el mundo y
la vida humana.
En Diario
filosófico, La condición humana y
Entre el pasado y el futuro, expone su teoría del arte. Y refiriéndose a la
estética de Kant escribe: “en lo bello, sin embargo, aparece el mundo, no la
humanidad sino el mundo habitado por el hombre”. Así que, la esfera del mundo
le posibilita definir la relación del arte y la reflexión política; y
concatenarlo con lo bello y la convivencia social. De ahí que el arte no es
ajeno al devenir histórico y social de los pueblos y las personas.
Madrid-España a 04/04/2023