miércoles, 26 de noviembre de 2025

 

 

 

                                                            Walter Benjamín

                             La idea de experiencia, del progreso y de la memoria

                                                                     Madrid-España a 26/11/2025

A todos los excluidos y olvidados que el Sistema ha dejado a la vera del camino”.

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

Walter Benjamín (1892-1940), filósofo alemán de origen judío, escribió sobre una pluralidad de temas -que abarcan desde el drama trágico alemán, el Romanticismo, la fotografía, el cine, la historia, el lenguaje, París, Baudelaire, Proust, el marxismo, la narración de historias, la traducción hasta la violencia. Así que, esto posibilitó que se situara en el umbral de una nueva era intelectual. Pero las ideas sobre el progreso, la ciencia, la política, la economía y la técnica; sirven como fundamento para reflexionar sobre el problema de la técnica y la cultura en la Edad Moderna.

Como lo intuyó frente a la experiencia del siglo XX: “La cosa está clara: la cotización de la experiencia ha bajado y precisamente en una generación que de 1914 a 1918 ha tenido una de las experiencias más atroces de la historia universal. Lo cual no es quizás tan raro como parece. Entonces se pudo constar que las gentes volvían mudas del campo de batalla. No enriquecidas, sino más pobres en cuanto a experiencia comunicable […], la experiencia que mana de boca a oído.

Una generación que había ido a la escuela en tranvía tirado por caballos, se encontró indefensa en un paisaje en que todo menos las nubes habían cambiado, y en cuyo centro, en un campo de fuerzas y corrientes destructoras, estaba el mínimo, quebradizo cuerpo humano”.

Percibe la pobreza del hombre desde la perspectiva del vaciamiento de los contenidos lingüísticos y, a la vez, desde el desarrollo de la técnica. Ésta no sólo destruye la vida humana o natural, sino que sustituye la lengua que comunica contenidos espirituales por la que está situada en su parte material: las imágenes, el alfabeto electrónico de la comunicación global inmediata y simultánea, las redes sociales, Facebook, Instagram, X, la Inteligencia Artificial generativa, etc.

Reemplaza la lengua que describe los momentos oportunos y el transcurso discontinuo del hombre en la historia, por la lengua de la Cultura del artificio.

Benjamín observa sorprendido y anonadado como “una pobreza del todo nueva ha caído sobre el hombre al tiempo que ese enorme desarrollo de la técnica […] Pero desde luego está clarísimo: la pobreza de nuestra experiencia no es sino una parte de la gran pobreza que ha cobrado rostro de nuevo […] ¿Para qué valen los bienes de la educación si no nos une a ellos la experiencia?”

Ese enorme desarrollo de la técnica que ha caído sobre el hombre, es una nueva especie de barbarie.

Así que, la crisis de nuestra época se expresa de diferentes formas: en el arte, la literatura, la poesía, la arquitectura, la filosofía, la música, etc., que dan cuenta de ello y rechazan la imagen tradicional, solemne, noble del hombre, imagen adornada con las ofrendas del pasado. Para volverse hacia el contemporáneo desnudo que grita como un recién nacido en los pañales sucios de esta época.  

Piensa que nadie le ha saludado más risueña, más alegremente que Paul Scheerbart. Por “cómo nuestros telescopios, nuestros aviones y cohetes convierten al hombre de antaño en una criatura nueva digna de atención y respeto. Por cierto, que esas criaturas hablan ya en una lengua enteramente distinta”. Hablan la lengua de las imágenes, del computador y de las secuencias algorítmicas. Que no es otra que, la lengua de la técnica, las ciencias, las máquinas y el progreso. En cualquier caso –dice Benjamín-, están al servicio de la modificación de la realidad y no de su descripción.

Para comprender lo que pasa en la actualidad, hay que hacer una especie de literatura comparada entre el arte y las matemáticas, las literaturas y las ciencias, el mito y la religión, el poder y la técnica. Entonces de esa forma la realidad, el mundo y la vida, se abren en perspectivas como prados en flor. De esa manera, podemos apreciar la esencia de lo bello y lo grotesco, la oscuridad y la luz que entrañan a las cosas, la añoranza de lo viejo en el vestido de la época actual.

Además, el ser humano está disuelto en el sistema de computación e informática que determinan las redes globales. Es, por consiguiente, una existencia que está dispuesta a ser sustituida o anulada. Benjamín enfatiza que “nos hemos hecho pobres. Hemos ido entregando una porción tras otra de la herencia de la humanidad, con frecuencia teniendo que dejarla en la casa de empeño por cien veces menos de su valor para que nos adelanten la pequeña moneda de lo “actual”.

Para él son materiales de vital importancia política; porque quiere leer en la vida y en las formas perdidas y aparentemente secundarias de aquella época, la vida y las formas de hoy. Trata de leer e interpretar la actualidad desde lo que ha sido, lo ocurrido en el pasado. Así también el historiador únicamente ha de levantar hoy un armazón, estrecho pero resistente –filosófico-, para llevar a su red los aspectos más actuales del pasado. Desea realizar una apocatástasis de la historia, esto es, que todo el pasado haya sido llevado al presente.

No se trata del entramado causal de la técnica, el progreso y la cultura. Se trata del entramado expresivo. No se trata de exponer la génesis técnica de la cultura, sino la expresión de la técnica en su cultura. Se trata, en otras palabras, de intentar captar un proceso técnico como visible fenómeno originario de donde proceden todas las manifestaciones de la vida del siglo XX.

Esto tiene que ver con el carácter expresivo de los primeros productos industriales, los primeros edificios industriales, las primeras máquinas, pero también los primeros grandes almacenes. Anuncios publicitarios, etc. A la vez con los primeros instrumentos técnicos, que, en su carácter se expresan en su cultura. En Benjamín, su concepto principal no es el progreso, sino la actualización.

El pensar de Benjamín muestra que, la filosofía se nutre del registro simbólico, que interroga cosas tan poco imaginarias como la justicia, el bien o la belleza. De ahí que se vale del “aura” para describir la forma en que un objeto reverbera una significación polisémica. Así reflexiona sobre la reivindicación de la memoria de los vencidos como un principio de esperanza. Que la memoria no es añoranza del pasado, ni es asunto privado; sino que proporciona conocimientos y hace visible lo invisible.

Porque la Historia, la razón y la moral, no han dado importancia a las víctimas.

  Los que ejercen el poder no quieren ni desean que el pasado tenga significado.

Sobre la idea de Progreso lleva a cabo una crítica radical. Porque critica los efectos colaterales del progreso. Es un pensador del futuro que ataca a fondo el progreso. Es un dialéctico de la Ilustración, es decir, un pensador ilustrado pero consciente de las insuficiencias de la Ilustración. También reflexiona sobre la relación entre razón y religión. Asume la crítica ilustrada de la religión desde la autonomía de la razón. Reflexiona también sobre la autonomía de la política y de la moral. Pero no se desentiende del mesianismo como la busque de la justicia universal del excluido, del pobre y desamparado, por los que ejercen el poder.

Benjamín hace una reflexión crítica a las teorías “progresistas” de izquierda, entregadas al conformismo político, económico y cultural. Que han traicionado a los oprimidos y excluidos del Sistema. Por eso para oprimidos, los excluidos y desamparados, el estado de excepción es la norma. Piensa nada ha favorecido tanto al fascismo como considerarle lo opuesto al progreso. De ahí que diga: “No hay documento de cultura que no sea también de la barbarie”.

De ahí que exalte la reivindicación de la memoria de los vencidos y excluidos como principio de esperanza –idea que toma de Ernst Bloch. Me pregunto, ¿es posible que la memoria sea algo más que emotividad, sentimentalismo y subjetivismo?