lunes, 19 de mayo de 2025

 

                                                         El hecho estético

                                                                    Madrid-España a 19/05/2025

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

 

En una sociedad en la que predominan los instrumentos técnicos, la velocidad, la simulación, las imágenes sobre las palabras, las redes sociales, el hecho estético facilita un encuentro nuevo con el mundo, la realidad y la Vida. Asume el hecho de facilitar un encuentro nuevo con la curiosidad, la imaginación y los movimientos del pensamiento. Que posibilite un descubrimiento constante de sí mismo, del otro y el entorno que lo rodea. Cuando el hecho estético ocurre el mundo, la vida y la realidad, se llenan de imágenes de colores, de música, de palabras, que posibilitan al lector o, al observador, trascender lo establecido como verdad por los poderes actuales.

Jorge Luis Borges dijo refiriéndose al libro: “Cuando lo abrimos, cuando el libro da con el lector, ocurre el hecho estético”. Son entes mágicos esperando al lector para empezar a vivir. “En ese gabinete están encantados los mejores espíritus de la humanidad, pero esperan nuestra palabra para salir de su mudez. Tenemos que abrir el libro, entonces ellos despiertan”, al decir de Borges. Que ese nuevo despertar posibilite un conocimiento, una experiencia y un lenguaje diferente al establecido como verdadero. En este nuevo despertar están los fragmentos de felicidad, que genera la lectura y la experiencia del mundo, de la realidad y de la vida.

El hecho estético y nosotros mismos somos el cambiante rio de Heráclito. Quizás no nos ayude a cambiar un Sistema político, unas estructuras económicas o sociales, tampoco a transformar la utilidad de los instrumentos técnicos, pero sí a encontrarnos más consigo mismo, el otro, con los que están cerca y aún con los que están lejos. Nos despierta la curiosidad de conocer, que el hombre es un solo hombre y todos los hombres. Tomar consciencia que “todo lo exquisito es una dadiva del azar y, lo mejor de la vida es siempre gratuito”, al decir de Ernst Jünger. De ahí que “la palabra es, a la vez, como una reina y una bruja. Que constituyen un reino mucho más hermoso que todos los imperios conquistados a punta de espada” –dijo Jünger en la novela “Sobre los acantilados de mármol”.

Los Grandes Poderes Actuales (el Estado técnico, el Gran Poder Tecnológico, Científico, Político, Económico, Militar o Cultural, etc.), están eliminando la zona de la sentimentalidad, los contenidos espirituales de las lenguas naturales y las reflexiones del pensar. Porque posibilitan ver la realidad desde nuevos umbrales y, que el mundo está ahí para sentirlo y preguntar. Aquí el hecho estético encuentra su razón de ser para la vida y el mundo que habitamos. Sí tenemos sensibilidad lo sentimos en los pliegues de la condición humana: el nacimiento, la vida, la mundanidad, la realidad, el amor, los fragmentos de felicidad, de esperanza o desesperanza, el odio, la violencia o la muerte, etc.

Se trata de concebir la lectura, el poema, la novela o la música, como una experiencia estética que posibilita las herramientas nocionales o imaginarias, que hagan frente a los poderes actuales. Pero también ver el mundo, la realidad y la vida, desde una multiplicidad de sentidos. Así que, la actualidad ha de proporcionar lo “negativo” y lo “positivo” de la época que vivimos, para que toda negación en el fondo perfile lo vivo y positivo de la época que se investiga. Apartar la visión de los espejismos de la época actual, para que salga de sus escombros algo positivo y distinto a lo señalado. Y, una de las herramientas fundamentales es el hecho estético, que nos libera de la praxis de la vida cotidiana y nos ofrenda lo imaginario, para romper las cadenas de lo siempre igual.

Quien ha de romper las cadenas de los instrumentos técnicos es el hombre de carne y hueso, “Tu” o “Yo”, para que la liberación por medio de la experiencia estética, le devuelva al hombre el lugar que le pertenece y la dignidad debida a su nombre. Que es dentro de sí donde hay que sembrar el fruto para la conformación de un nuevo “tipo” de hombre y, creará un mundo y una realidad, a la altura de las apetencias materiales, espirituales y morales, de éste. Aprovechar la oportunidad de percibir lo que vivimos de otras maneras; y, la experiencia y el conocimiento individual, “se habrán como plantas que despertarán de un sueño invernal, para que nos acerque más a sí mismos”.

El hecho estético nos sirve para tomar consciencia que “el orden y la ley incluso están presentes en lo que nosotros llamamos desorden y azar”. Estamos circundados por anillos eléctricos de los cuales es preciso liberarnos, liberarnos con la palabra o, con el amor o, con la amistad o, con el hecho estético. Con esa alegría viva que acompaña a quienes no permanecen anclados en el lugar del tópico y del lugar común. Así, los más hermosos regalos de los Dioses y las Musas son siempre gratuitos.

De ahí que el goce de la experiencia estética, es decir, de lo bello, que ofrece la obra de arte, la poesía o, el hecho estético, pueda abrir puertas y ventanas para percibir el mundo, la realidad y la vida, desde una pluralidad de perspectivas. Pero también hacerle frente al Gran Poder, al Estado técnico y los lenguajes digitales, con las herramientas de la sensibilidad, la imaginación y la creación. Aunque en las sociedades de masas y cultura de masas, la experiencia estética no se le reconozca el valor que porta en sí, es fundamental para ahondar la subjetividad, interrogar el mundo y crear lazos intersubjetivos.

En este mundo de espejismos técnicos, el hecho estético posibilita ir más allá del confort, la velocidad y la distancia que instauran los instrumentos técnicos. Porque se instala en el espacio de la libertad, de la imaginación, de la trasgresión, la interrogación y la creación. De ahí que la función estética de la literatura, de la obra de arte, de la música, profundicen en el conocimiento crítico del mundo y su realidad, de sí mismo y de los otros. Para formar hombres conscientes y libres, para que hagan frente a los espejismos de los instrumentos técnicos y, posibiliten un mundo más humano, más justo y más libre.