jueves, 11 de julio de 2019

La cultura occidental frente a la revolución digital







                                                                           II




Antonio Mercado Flórez.



Ernst Jünger en el texto El Trabajador dice que el siglo XXI, es, el siglo de las luchas titánicas: enfrentamiento entre dioses. Se está formando la <<Figura>> de un nuevo tipo de hombre. Visto bajo el principio de las ideas y las formas platónicas, se percibe una visión de la substancia titánica. Una lucha infinita e intemporal. En estos momentos el tiempo está en floración. El enfrentamiento entre tiempos e intemporalidades crea un nuevo tipo de hombre. Un cambio en la substancia espiritual y material del hombre. Será un hombre más especializado en algunas funciones de la vida, pero más espiritual. Porque el contacto con lo intemporal posibilita que la espiritualidad esté contenida en la luz.

El enfrentamiento titánico entre dioses y hombres, se reflejará en el Universo. Las huestes celestiales y las titánicas lucharán por el dominio de la Tierra. En este espacio la substancia de la historia no tiene razón de ser; y si el hombre permanece sobre la tierra se interesará por la técnica, la ciencia, la filosofía, las artes, la música, por Dios o el Demonio, y en ese momento, la lucha ocupa un sentido trascendental, metafísico, porque afecta la naturaleza del ser y de la existencia. La lucha política, religiosa, económica o militar, entre los hombres será un débil reflejo de la cósmica. Ya que lo fundamental permanece y el hombre de la civilización, el hombre del movimiento y de los fenómenos históricos ha de tomar sus criterios de su esencia inmóvil y sobre temporal, la cual se pone de manifiesto y se modifica en la historia. Aquí en estos lugares de fontanal se alimentan los espíritus fuertes. En el siglo XXI se augura, y no sólo por parte de los astrólogos, que habrá en él una espiritualización formidable.

Como no podía ser menos en el comienzo de un milenio, la atmósfera que reina en el mundo es contradictoria e inextricable – en unos sitios es prometeica, con grandes fuegos y manos tendidas hacia las estrellas, en otro es apocalíptica, con sentimientos de culpa que remuerden la consciencia. El planeta está adquiriendo un aura nueva, una epidermis más sensible. Los titanes actúan y padecen en el tiempo y con el tiempo. Asimismo, lo acortan y lo alargan. El movimiento se hace cada vez más preciso y a la vez gira sin fin; los ruidos se convierten en una tortura y a la vez en una amenaza. Las noches están pidiendo un Bosco. Quien entra en esta posada queda afectado por todo lo que en ella ocurre. A eso corresponde la esperanza de que alguna vez quedemos liberados de la posada de este mundo, de que estemos en ella sólo en calidad de huéspedes –dijo Jünger. Por tanto, la voluntad de poder del Ciberleviatán tiene sed de dominio y de sangre. Ha traído una dimensión nueva a nuestra vida. La conversión del hombre en número o en objeto, la velocidad, el automatismo y los espejismos de la ciencia y la técnica.

Cuando los algoritmos biométricos y el machine learning, sean capaces de interpretar las emociones, los sentimientos, traerán como correlato la sustitución de la libertad, de la autonomía de la voluntad. Seremos parte de un determinismo cognitivo donde el pensamiento obedecerá a los algoritmos matemáticos. En el orden del mundo vemos como los algoritmos son el instrumento a través del cual, las corporaciones y la tecnocracia manejan los bienes transables en el mercado de valores - (energéticos, metales, alimentos e insumos), -con datos. En este orden, la numerifición del mundo está permitiendo una nueva naturaleza del capitalismo global; está generando una riqueza sin propiedad; ya que los datos no poseen propiedad. Por tanto, es necesario en esta esfera de la vida saber dónde reside lo mío y lo tuyo y, delimitar el espacio público de los datos. Ahora bien, quien controla la información o los datos, hace parte del ejercicio del poder. Así, las empresas tecnológicas se desarrollan exponencialmente.

Además, lo que unas décadas era una fantasía, ahora se ha convertido en la realidad del presente. Donde los riesgos distopicos están ahí y convivimos con ellos diariamente. O, en otros términos, las utopías de la revolución tecnológica se están concretando en el mundo de la digitalización. Así que, la tecnocracia que domina el mundo tiene una idea nietzscheana del hombre que se expresa en el transhumanismo o el poshumanismo. Una idea global y tecnológica que diluye los límites, los contornos que diferencian al uno del otro, a una cultura de otra y, esto es sumamente grave, porque hace volar por los aires como una costra seca, la coherencia de nuestra cultura y civilización. Aquello que da razón de ser a la esencia de lo humano en una cultura determinada.

Lasalle plantea que el modelo del capitalismo global -basado en las tecnologías de la información, la digitalización, el algoritmo-, posibilita un capitalismo cognitivo que despoja al poder político de las tomas de decisiones y neutraliza la democracia liberal parlamentaria. Así pues, posibilita la concentración de la riqueza mundial. En consecuencia, el capitalismo global donde prevalece la cognición y la digitalización, fomenta la concentración del poder y la riqueza en una selecta minoría.

Las cuestiones que la humanidad expone a la naturaleza o, a la vida, están condicionadas por el estadio de su producción. Es el ámbito en el que fracasa el conocimiento científico y la <<cultura del artificio y digital>>. En el desarrollo de la técnica hemos percibido los progresos de las ciencias naturales, biológicas o digitales, pero no los retrocesos de la sociedad. Dice Walter Benjamín al respecto: las energías que la técnica desarrolla más allá de ese umbral son destructoras. En primera línea favorecen la técnica de la guerra y de su preparación publicitaria. En consecuencia, en el proceso de desarrollo científico, el ser humano no es consciente de las energías destructoras de la técnica.
Además, lo que configura la época actual es, un tipo de determinismo tecnológico que se presenta a los seres humanos como autónomo y libre. Así, el desarrollo del capitalismo técnoglobal avanza sin control de las apetencias humanas. Los que ejercen el Gran Poder olvidan que existe un resto alquímico en el hombre, que el desarrollo es incapaz de disolver. En los Estados Unidos y en China se está dando un proceso de control social a través de las tecnologías y la Inteligencia Artificial, una forma disciplinización y reglamentación de las sociedades.

Además, el desarrollo tecnológico tiende inexorablemente a un punto disruptivo con lo que <<somos>> o <<hemos sido>>. La experiencia y la memoria histórica son vaciadas de sus contenidos y sólo perdura en el mundo digital, la <<cultura del artificio>>. Y, esto es sumamente grave para la coherencia del Yo concreto, la subjetividad y la condición humana. Porque lo que prevalece en la civilización del artificio es, el dinero, el poder, la esfera de lo útil –lo que se produce o consume-, pero no la utilidad de lo inútil: la literatura, la poesía, la filosofía, las artes, la música, las disciplinas que posibilitan alcanzar la categoría de persona. Y, precisar el interior de todos y cada uno de nosotros.

Ahora, el mundo digitalizado entronca la revolución ontológica y epistemológica con el desarrollo de la técnica. La naturaleza del ser-en-la tierra y su forma-de-ser, se trastoca y afecta la esencia del ser-de-lo humano; esto es, el tejido del Yo concreto y la subjetividad. Por tanto, la percepción de la realidad, de la historia, la experiencia, la ética, la moral y la cultura, se sustituye por la base de datos y los algoritmos. La esfera política disuelve en las redes globales, la identidad, la pluralidad de la ciudadanía, el discurso –tal como lo percibe Hannah Arendt: Dónde quiera que esté en peligro el discurso, la cuestión se politiza, ya que es precisamente el discurso lo que hace al hombre un ser único.

Si ajustamos el discurso a las necesidades del pensamiento científico, el discurso dejaría de tener significado, ya que las ciencias de hoy utilizan un lenguaje de símbolos matemáticos que, si bien, al principio eran expresiones abreviadas del discurso hablado, ahora contiene otras expresiones imposibles de traducir a discurso. Así pues, los científicos se mueven en un mundo donde el discurso a perdido su poder […] Tal vez haya verdades más allá del discurso, y sean de gran importancia para el hombre en singular, es decir, para el hombre en cuanto no sea un ser político, pero los hombres en plural, o sea, los que viven, se mueven y actúan en este mundo, sólo experimentan el significado debido a que se hablan, y se sienten unos a otros a sí mismos.

Vivimos en el mundo de la automatización, que libera al hombre del trabajo y la servidumbre de la necesidad; el progreso científico y el desarrollo técnico sólo han sacado partido de la liberación del trabajo, que otras épocas ya han experimentado. El deseo de liberación de la “fatiga y molestias”, no es moderna sino tan antigua como la historia registrada. La realización del deseo puede ser contraproducente; se trata de una sociedad de trabajadores que está a punto de ser liberada de las trabas del trabajo, y dicha sociedad desconoce esas otras actividades más elevadas y significativas por cuyas causas merecería ganarse la libertad. Esas causas en la actualidad son: el maquinismo, la robótica, la Inteligencia Artificial, los lenguajes digitales, los algoritmos, etc. Nos enfrentamos a una sociedad de trabajadores sin trabajo, es decir, sin la única actividad que les queda.

La cultura del artificio, la digitalización algorítmica, están configurando unas categorías políticas, morales, éticas, sociales, económicas, que responden a los intereses de las corporaciones, el capital financiero internacional, el Gran Poder y no a las necesidades más apremiantes del ser humano. Además, al perder el hombre el contacto con el otro, la sentimentalidad y el espíritu, se reemplaza por el mundo de la instrumentalización y las funciones. Y los sentimientos como el dolor, la crueldad, el sufrimiento o la muerte, se materializan. En un mundo como éste las maquinas se constituyen en los instrumentos adecuados para solucionar los problemas sociales. Cada vez más, las matemáticas y la estadística sustituyen al hombre de carne y hueso en la libre voluntad, la elección y las tomas de decisiones. En la esfera política observamos como la aclamación reemplaza a la libre elección. Por eso, se observa en la práctica política una crisis de la democracia parlamentaria liberal.

La Salle cree que la esclavitud de la antigüedad se está sustituyendo por la esclavitud de las máquinas y los robots. Así que, los esclavos del siglo XXI serán los robots. Se trata, de otra parte, de darle un sentido humanístico a las máquinas; sino los trabajos manuales se sustituirán por robots. Los trabajos técnicos remplazarán a las disciplinas liberales y esto creará una crisis humanitaria que va desde la supervivencia a la disolución de las clases sociales y la personalidad. Somos parte de una época de desconcierto y zozobra por lo desconocido, y, a la vez, de esperanza en lo venidero. En cada época, el pasado es la tendencia que el cadáver deja tras de sí. Cada época sueña con la que viene y soñando se acerca a un nuevo despertar.