sábado, 17 de septiembre de 2022

 

Del liberalismo clásico a no demonizar al Estado Moderno

 

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

El texto <<El liberalismo y sus desencantados: Cómo defender y salvaguardar nuestras democracias liberales>>. (Deusto). Donde politólogo estadounidense Francis Fukuyama desarrolla las bases de las democracias modernas. Sostiene, entre otros, que los liberales clásicos tienen que superar la época neoliberal. Y expresa que el liberalismo es hoy más necesario que nunca, porque Estados Unidos es más diverso, como otras democracias liberales.

 

Entre los principios fundamentales que definen al liberalismo en la actualidad tenemos:

 

En primer lugar, los liberales clásicos tienen que admitir la necesidad de gobernar y superar la época neoliberal en la que el Estado era demonizado como un enemigo inevitable del crecimiento económico y la libertad individual. Por el contrario, para que una sociedad liberal moderna funcione adecuadamente, tiene que haber un alto nivel de confianza en el gobierno; no una confianza ciega, sino una confianza fruto del reconocimiento de que el gobierno trabaja en pos de objetivos públicos esenciales.

La cuestión urgente para los Estados liberales no tiene que ver con el tamaño, sino con políticas que respondan a las necesidades de las sociedades actuales. Dice Fukuyama: la cuestión es la calidad de dicho gobierno. No hay forma de eludir la necesidad de un Estado capaz, es decir, un gobierno que disponga de recursos humanos y materiales para prestar los servicios necesarios a su población.

Así que, un Estado moderno tiene que ser impersonal, lo que significa que trata de relacionarse con los ciudadanos de manera equitativa y uniforme, sin basarse en vínculos personales, políticos o familiares con los que ejercen el poder. El Estado moderno tiene que afrontar políticas complejas, como la macroeconómica y la sanitaria, la regulación del espectro electromagnético, la previsión del tiempo, la Inteligencia Artificial. Y necesitan profesionales, técnicos o tecnócratas formados con una gran vocación de servicio público si quieren desempeñar bien su cometido.

Los Estados liberales han tenido mucho éxito a la hora de generar crecimiento económico a largo plazo, pero el PIB no puede considerarse la única medida del éxito. La distribución del beneficio y el mantenimiento de los ingresos y de la igualdad de riqueza es importante por razones económicas como políticas. Ahora, si la desigualdad se vuelve extrema, la demanda agregada [cuyo resultado es igual al PIB] se estanca y aumenta el rechazo político al sistema.

Tengamos presente que la idea de redistribución de la riqueza o de los ingresos ha sido un sacrilegio para muchos liberales, ante todo para los ortodoxos que desconfían del tamaño y la función social del Estado. Por eso, los Estados modernos redistribuyen sus recursos en mayor o menor grado, para alcanzar sociedades menos desiguales, más justas y libertarias.

Dice que uno de los principios liberales fundamentales es la necesidad de proteger la libertad de expresión, determinando adecuadamente sus límites. En la actualidad la libertad de expresión se ve amenazada por los gobiernos. (Fukuyama). En nombre de la sanidad pública, del enemigo exterior o interior, se violan los derechos de los individuos y se busca la uniformidad, el incremento de la vigilancia masiva, la parálisis del pensamiento y la coacción del discurso. Fukuyama expresa que la libertad también puede verse amenazada por el poder particular, en la forma de compañías de comunicaciones y plataformas de internet que amplifican artificialmente unas voces por encima de otras. En otras palabras, la manipulación del discurso o, de la información, ocultan intereses económicos, políticos, sociales, culturales, que permiten el dominio y la coacción de las sociedades modernas.

Piensa que la respuesta por parte del Estado al monopolio de las empresas y compañías transnacionales de comunicación, Plataformas Digitales e Internet, debe ser regulada con la participación de la sociedad en las tomas de decisiones. De la misma forma, la necesidad de prevenir la acumulación del poder privado, mediante leyes antimonopolios y reguladoras de la competencia.

En este orden, las sociedades liberales tienen que respetar un ámbito de privacidad que rodea a todo individuo. La privacidad constituye una condición necesaria para el debate democrático. (Fukuyama). En la actualidad se está viendo que el ámbito de lo público está reemplazando al privado.  

La privacidad es una consecuencia del principio liberal de la tolerancia. De conformidad con la diversidad de una sociedad, los ciudadanos no están obligados a mantener un pensamiento uniforme. El Estado llega hasta el extremo <<de regular no sólo la conducta sexual de los jóvenes, sino incluso la propia concepción de la sexualidad.

Para Fukuyama otro principio liberal hace referencia a la constante primacía de los derechos individuales sobre los de los grupos culturales. Ahora bien, ¿hasta qué punto el individualismo es un fenómeno históricamente contingente y, a menudo, contrario a las inclinaciones y facultades humanas del comportamiento social?

Cree que existen diversas razones por las cuales nuestras instituciones tienen que centrarse en los derechos individuales en lugar de hacerlo en los de los grupos. Y expresa que las personas no están nunca plenamente definidas por la pertenencia a un grupo, y continúan ejerciendo su voluntad individual.

El individualismo no es una característica cultural fija de la cultura occidental, tal como alegan ciertas versiones de la teoría crítica. Es consecuencia de la modernización socioeconómica que tiene lugar de manera gradual en diferentes sociedades. Las personas nunca están plenamente definidas por la pertenencia a un grupo, ejercen su voluntad. (Fukuyama). O, en otros términos, a un colectivo, una lengua, un territorio, una etnia, una religión, que se utilizan en la actualidad como principios atávicos y políticos del populismo o el neonacionalismo, es decir, de la nueva derecha occidental.

Un último principio liberal tiene que ver con el reconocimiento de que la autonomía humana no es ilimitada. Las sociedades liberales asumen la igualdad de la dignidad humana, una dignidad enraizada en la capacidad del individuo para tomar decisiones. Por esa razón, se comprometen a proteger esa autonomía como un derecho fundamental. Sin embargo, el respeto por la autonomía pretendía gestionar y moderar la competencia de creencias profundamente arraigadas y no desplazar dichas creencias en su totalidad.

Así que, no todos los seres humanos creen que maximizando la autonomía personal es lo más importante de la vida, ni alterar la autoridad sea algo necesariamente bueno. En el campo del dogma religioso a muchas personas les parece bien limitar su libertad de elección al aceptar marcos religiosos y morales que las conectan con otras personas, o vivir según tradiciones culturales heredadas. Así que, en los Estados Unidos la primera enmienda tiene por objeto proteger el libre ejercicio de la religión y no proteger a los ciudadanos de la religión. Tener presente expresa Fukuyama que las sociedades liberales consolidadas tienen su propia cultura y concepción de la vida buena, aunque sean más reducidas que en sociedades unidas por la religión o lazos culturales atávicos.

Que en las sociedades diversificadas sus valores han de responder a las necesidades económicas, políticas, sociales y culturales de quienes hacen parte de ella. Por eso, las economías de mercado modernas dependen de la flexibilidad, de la movilidad laboral y de la innovación.

En este orden, las sociedades liberales tienen que dar prioridad a la solidaridad, la tolerancia, la amplitud de miras y la implicación activa en los asuntos públicos si quieren ser coherentes. Como también a la innovación, la iniciativa y la asunción de riesgos si quieren prosperar económicamente. Por tanto, una sociedad de individuos encerrados en sí mismos, interesados únicamente en maximizar su consumo personal no será una sociedad en absoluto. (Fukuyama).

He de anotar que en tiempos de transición en la que los valores viejos no se han ido del todo y los nuevos no se han asentado completamente y, el Estado de Derecho como las democracias modernas, se encuentran asediadas y cuestionadas por enemigos internos como el populismo, el autoritarismo y el neonacionalismo. El análisis de Fukuyama abre umbrales de esperanza para comprender, analizar y criticar, el debate democrático en la actualidad. 

De ahí que el Estado democrático Social de Derecho y los sistemas políticos liberales se encuentren hoy día amenazados en todo el mundo. Asistimos a un cuestionamiento de los principios fundamentales de la democracia liberal, donde los derechos y libertades se encuentran asediados por partidos populistas y neonacionalistas, basados en principios atávicos, comunitarios, lingüísticos, culturales, de identidades, que no responden a las necesidades del presente-actual.

Sino a intereses espurios y mezquinos en la Europa occidental, España incluida, también funciona cada vez mejor el recurso político de atribuir a las izquierdas, a las élites o a Bruselas la condición de “enemigas de la patria” y de “fragmentadoras de la unidad nacional”. La evolución de la democracia liberal hacia la autocracia es, por tanto, simple: se impone el control gubernamental sobre la justicia, se nacionalizan o se entregan los grandes medios de comunicación a una oligarquía fiel al presidente y se demoniza a las ideologías rivales como “enemigas del pueblo”. Es el modelo húngaro, y en menor medida el adoptado en Polonia y Eslovaquia. (Enric Gonzalez. El País de 11 Sep 2022).

Así, el ascenso al poder de líderes como Donald Trump, Jair Bolsonaro, Viktor Orbán o Jarosław Kaczyński exaltan la vulneración de poderes, la independencia judicial y el control de los medios de comunicación. Pregunto, ¿están las democracias liberales y el Estado de Derecho, acosados por el miedo? ¿Vivimos en una cultura del miedo? La nueva derecha de nacionalistas y populistas agitan banderas contra la inmigración, la defensa de las <<culturas nacionales>> o, la <<identidad nacional>>, contra la multicultaridad, a favor del antisemitismo, el racismo, la xenofobia. Y como consecuencia, las democracias liberales y el Estado de Derecho, seden espacios al autoritarismo en Europa y todas las sociedades occidentales. Como expresaron los historiadores Julián Casanova y José María Fradera: las autocracias avanzan y la derecha “ha vencido ya”.

 

                                                     Madrid-España a 17/09/2022