sábado, 5 de diciembre de 2015

MECANISMOS DE PODER SOBRE EL CUERPO.

                                               

                                                          Con cariño a mis hijos: Ernesto y Adía.
                                                                       
                                                                Universidad de Texas - Austin.



Antonio Rafael Mercado Flórez.



En la historia de la humanidad, el cuerpo, por los mecanismos de poder ha sido supliciado, vejado, torturado, castigado, desgarrado, disciplinado y en el arte de la distribución, alcanzar cuerpos dóciles. Por eso todos los mecanismos de placer, de deseo, de represión, de vigilancia, de control, <<hay que comprenderlos –dice Michel Foucault--, a partir de la instauración un poder que se ejerce sobre el cuerpo mismo>>.1 Para Foucault se trata de <<desplazar los acentos y hacer aparecer mecanismos positivos allí donde, generalmente, se privilegian los mecanismos negativos>>.2 Desplazar el cuerpo como objeto de represión, intimidación, miedo, angustia, a mecanismos de rebote que desvelan su otra cara. Como <<una economía positiva del cuerpo y del placer>>. El análisis foucaultiano nos sitúa en el umbral de buscar otros objetos de indagación. <<Intentar mostrar cómo  las relaciones de poder>> que son relaciones de fuerza, <<penetran materialmente en el espesor mismo de los cuerpos sin tener incluso que ser sustituidos por la representación misma de los sujetos>>.3 El poder que se ejerce sobre el cuerpo no necesita representación. Porque es un poder complejo y multiforme. Que va del proceso económico y las relaciones de producción, al campo político y sexual.

La <<economía del cuerpo>> o las <<políticas sobre el cuerpo>>, no hay que verlas solamente desde el Estado y las instituciones. Del Estado como fuente de todos los dispositivos de poder, porque es una fuente históricamente agotada. Sino desde las tácticas y estrategias que se construyen y funcionan <<a partir de poderes, de multitud de cuestiones y efectos de poder>>.4 Así, el Estado como fuente jurídico-filosófico de represión y control, no puede negar que <<entre cada punto del cuerpo social>> […] <<pasan relaciones de poder>> […] <<que son el suelo movedizo y concreto sobre el que ese poder se incardina>> y donde se ponen en práctica las <<condiciones de su funcionamiento>>.5 El saber filosófico-jurídico del Estado, su voluntad de poder, no puede negar que <<el poder se constituye y funciona a partir de poderes, de multitud de cuestiones y de efectos de poder […] Esto no quiere decir que el poder es independiente, y que se podía descifrar sin tener en cuenta el proceso económico y las relaciones de producción>>.6 Así que, toda táctica y estrategia de poder responde a unas condiciones materiales y subjetivas concretas. Esto quiere decir, algo así como que, <<todos los dispositivos de poder>> no tienen como fuente al Estado y sus instituciones jurídico-políticas.

Para que el Estado funcione –nos recuerda Foucault--, es necesario que se establezcan relaciones concretas y determinadas entre los seres humanos, <<relaciones de dominación bien específicas>> que no necesariamente tengan como fuente al Estado. Sino que tienen <<su configuración propia y su relativa autonomía>>.7 Es necesario desconfiar de las categorías jurídico-políticas de la representación, ya que obstaculizan el <<análisis sobre el poder>>. Desconfiar de la representación de las <<voluntades individuales>> en la <<voluntad general>>. Porque en nombre de la voluntad general en el siglo XX, se instauraron regímenes totalitarios que implementaron el horror, el miedo, el sufrimiento, el dolor, la tortura, la barbarie y la muerte.

Se trata de analizar la concepción político-jurídica del Estado, para que no agote la multiplicidad de mecanismos y dispositivos que sirven de apoyo, complemento y bloque a las <<políticas sobre el cuerpo>>. Se trata de encontrar en la raíz de la <<economía del cuerpo>>, no sólo la represión y la objetizacion de éste. Sino también una <<economía positiva>> que situé el cuerpo sobre coordenadas y estrategias diferentes a las del Estado. Elaborar una nueva concepción del poder, que responda a estrategias y tácticas diferentes sobre las <<políticas sobre el cuerpo>>. Tener presente que el cuerpo es el espacio donde el hombre participa del dolor, el sufrimiento, el placer y el deseo. Que el cuerpo se encuentra inmerso en un tejido de relaciones de fuerza, que reenvían a un campo de posibilidades, que son inmanentes a una realidad política e histórica. Y que en esta urdimbre no sea ajeno a la moda, al sexo, al deseo, a la moral y a la ética de una época.

Para la concepción psicológica e histórica de Eduard Fuchs, la moda hay que situarla sobre un tridente: el histórico, el social y el erótico. <<La moda, dice en La historia de las costumbres, indica <<cómo se piensa llevar adelante el negocio de la moralidad pública>>.8 <<Su papel como instrumento de dominio –dice Benjamín--  no se le escapa. De igual modo que expresa las diferencias más sutiles entre los estamentos, vigila sobre todo las toscas que hay entre las clases>>.9 En el tercer volumen de su historia de las costumbres particularmente –dice Benjamín- cuya argumentación está resumida en el volumen complementario que dispone de elementos decisivos. El primero está constituido por los <<interese de la división de clases>>; el segundo representa <<el modo de producción capitalista-privado>> que procura aumentar sus posibilidades de venta cambiando mucho la moda; y no olvidemos en tercer lugar <<las finalidades eróticamente estimulantes>> de ésta>>.10

Por tanto, el cuerpo ocupa un campo que lo objetiza, donde el lenguaje del poder lo nombra, lo toca, lo designa y lo juzga, en la medida que ejerce el poder. Por eso la moda, el sufrimiento, el dolor, el amor, el sexo, hacen parte de ese juego de fuerzas que luchan entre sí buscando la saciabilidad de su deseo. El cuerpo, la vida toda, tiene su lado oscuro, pero también sus auroras otoñales. Ante el dolor y el sufrimiento, el ser humano a de <<oponer con entusiasmo la doctrina del origen erótico de los impulsos creadores>> y exaltar el <<culto creativo>>, a todo lo que afirme el espíritu y la vida. Como dice Benjamín de Fuchs, que <<su impulso creador se acerca más a la intensión sensual consciente que al inconsciente generador de imágenes>>. Porque opera en el individuo consciente de sí mismo y no en el interés de clase, como inconsciente colectivo. Se trata de mostrar que <<el mundo erótico de imágenes en cuanto mundo simbólico>>, es la raíz del arte, la literatura, la música y de un modo de vida. <<Para Fuchs el arte es sensualidad inmediata, así como la ideología es un producto inmediato de los intereses. <<La esencia del arte es: la sensualidad. Arte es sensualidad. Y además, sensualidad en la forma más potenciada. Arte es una sensualidad hecha forma, sensualidad que se hace visible, y a la vez es la forma suprema y más noble de sensualidad>>.11

<<Lo que el arte tiene son horizontes, no un horizonte. En eso se asemeja al Universo, es universal […] La persona singular podrá olvidarse de que alguna vez le produjo entusiasmo un gran poema, o la Mona Lisa. Pero esas cosas provocaron un cambio en ella, aún cuando las fuerzas del espíritu decaigan o aunque fuese la madre quien, con la corriente de la sangre, trasmitiese aquello al no nacido>>.12 Por eso hay que contraponer el arte a la fuerza y al poder. Porque a las potencias del mal se las puede vencer y destruir, pero no se las puede convertir. Eso mismo sucede con los grandes dogmas, allí donde hubo un desolladero o un lugar de tormento, miedo y dolor, permanece una atmósfera de desasosiego y maldad. Somos prisioneros de males y angustias ancestrales, que como fetiches atormentan nuestra forma de vivir.  Con el triunfo de la crueldad y de la sinrazón en el siglo XX, se pudo constatar que <<el único reinado sin fisuras es el de la maldad>>. En un mundo como éste donde está prohibido soñar y tener esperanza, como dijo Albert Camus, nos engañaron, la verdad es cuadrada, pesada, densa, no soporta los matices, el bien es una ensoñación, un proyecto aplazado y perseguido sin cesar con un esfuerzo extenuante, un límite nunca alcanzado, su reino es imposible. Sólo el mal puede alcanzar sus confines y reinar con poder absoluto, a él hay que servir para instaurar su invisible reino, después ya veremos, qué significa después, sólo el mal está presente, abajo Europa, la razón, el honor y la cruz>>.13

El dogma ancestral y los poderes actuales, nos cortan la lengua, nos sacan las tripas, nos pegan un tiro, nos bombardean y nos gasean, para que el vaciamiento de las palabras y de las imágenes, sigan engañando el mundo. Estos hombres y mujeres del odio, del dolor, del sufrimiento y la muerte, no tienen  reparos con nadie como el azar y el destino. Además, el destino es pesado y lo tenemos que soportar como una cruz. Porque <<en la carrera que todos los días nos precipita un poco más hacia la muerte, el cuerpo conserva una delantera irreparable>>.14 Quizás la esperanza tampoco esté al alcance del hombre, de la redención <<de otra vida que es preciso <<merecer>> o, trampa para quienes no viven para la vida en sí, sino para alguna gran idea que la supera, la sublima, le da un sentido y la traiciona>>.15

Así pues, en nuestro mundo actual lo absurdo se ha situado en el palpito de la existencia, y arrastra a los hombres y mujeres <<a esos lugares desiertos y sin agua donde el pensamiento>> es incapaz de redimir la existencia. <<Lo absurdo impone la muerte ­–dice Camus--, es preciso dar a ese problema prioridad sobre los otros, al margen de todos los métodos de pensamiento y de los juegos del espíritu desinteresado>>.16 Así podemos soñar cada cierto tiempo que lo justo y la bondad se ponen del lado del hombre. Pero en lo hondo de nuestros corazones algo nos dice que, <<no hay justos sino hombres malvados que hacen reinar la implacable verdad>>. Que el mundo y la vida es un camino de espinas que todos debemos transitar, apurar hasta el final. Quizás no nos quede otra opción que contemplar el desierto del espíritu y la mente cubriendo todo nuestro ser del negro absoluto. Pero tampoco podemos olvidar que existen personas que son capaces de ver las perdidas, y aún más, de ver en medio de la desesperanza y el dolor. Quizás hemos llegado a un punto en que no tenemos tiempo para mirar hacia las alturas e invocar a los dioses y a las musas. Como dijo Hölderlin:<< ¿Para qué poetas en tiempos de indigencia?>>.

En la <economía temporal del cuerpo>> y del <<cuerpo de la vida>>, el lenguaje inscribe con hierro candente en el corazón de los hombres en fuga, la injuria, el reino del odio y del dolor. Porque no hay perdón sobre el mundo de los condenados, los juzgados por el impío y el atavismo ancestral. El que se levanta de sus Antiguos sarcófagos, de hipogeos que siempre han estado ahí. Esos dioses paganos siempre cobran el ritual debido a su nombre. Porque en este mundo malvado gobierna para siempre, el que prende <<fuego sobre la impotencia y la caridad>>, un fuego que como un cinturón eléctrico rodea los contornos del mundo. Y allende del horizonte y del <<Muro del tiempo>>, titilan las estrellas y los astros donde se esconden los dioses. Ya es tiempo que salgan de sus escondites y hagan frente a los Titanes y al mundo del titanismo. <<San Pablo y, ya antes de él Platón, en la parábola de la caverna, se limitan a la visión. Encerrado en su cuerpo como una caverna, el ser humano percibe únicamente la sombra de lo perfecto, que caen desde fuera como a través de una reja>>.17 Se augura para el siglo XXI, <<que habrá en él una espiritualización formidable>>. Ahora vemos que el sentir humano se acerca cada vez más a la trascendencia. Como dijo Jünger:<<Como no podía ser menos […] la atmósfera que reina en el mundo es contradictoria e inextricable – en unos sitios es prometeica, con grandes fuegos y manos tendidas hacia las estrellas, en otros es apocalíptica, con sentimientos de culpa que remuerden la consciencia>>.18

El cuerpo y la figura que se eleva sobre él, están siendo atacados, atravesados y trascendidos por poderes fríos e inhumanos, poderes demoníacos que se han aliado criminalmente con la técnica y las armas. Poderes que traspasan el cuerpo con <<ondas que llegan hasta los átomos, incluidos los del cerebro>>.19 Esto confirma la sentencia de Jünger: <<Desde los inicios se tuvo conocimiento de que no podemos saber ni de dónde venimos y a donde vamos y se sospechó que nuestro estar aquí en la Tierra, nuestra presencia en ella, es tan sólo una breve interrupción del camino>>.20 Quizás el odio y la muerte levanten <<el vuelo en el cielo inalterable>> y venzan con sus garras y afilados dientes, al verbo y al amor. Entonces esos poderes demoníacos subirán los desiertos, las montañas y los ríos, golpeando en el vientre de la Tierra y danzando sus bailes macabros y contorneándose sobre el estiércol del mundo, siembran la Tierra de las potencias de la sangre, del dolor y la muerte. Y, cual Cóndor de pico de estrella y alas de fuego, se pavonean en los remolinos de fuego, los cuerpos calcinados y henchidos por el Infierno abrazador. Y aunque nadie hable, nadie, y el cielo no se abra, ni escuchemos la voz de Dios, siempre hay alguien que luchará contra la lengua que dice:<<Si tú consientes en morir por el poder y el odio, ¿quién nos perdonará?>>.21


Nota: Este es el capitulo 12 del texto <<Sobre el dolor, el miedo y el sufrimiento en el mundo actual>>, que se publicará el año próximo



                                                                         Bibliografía



1. Foucault, Michel. Microfísica del Poder. Las Ediciones de La Piqueta, Madrid 1979. pág. 156.
2. Ib. pág. 155.
3. Ib. pág. 156.
4. Ib. pág. 158.
5. Ib. pág. 157.
6. Ib. pág. 157..
7. Ib. pág. 157.
8. Benjamín, Walter. Imaginación y sociedad. Iluminaciones 1. Discursos Interrumpidos I. Historia y Coleccionismo: Eduard Fuchs. Taurus Ediciones, S. A. Madrid 1982. pág. 126.
9. Ib. pág. 126.
10. Ib. pág. 126.
11. Ib. pág. 127.
12. Jünger, Ernst. La Tijera. Tusquets Editores, S.A. Barcelona 1997. pág. 18.
13. Camus, Albert. El exilio y el reino. Alianza Editores, Madrid 2001. pág. 46.
14. Camus, Albert. El mito de Sísifo. Alianza Editorial, Madrid 2001. pág. 18.
15. Ib. pág. 19.
16. Ib. pág. 19.
17. Jünger, Ernst. Ib. pág. 145.
18. Ib. pág. 75.
19. Ib. pág. 164.
20. Ib. pág. 165.
21. Camus, Albert. El exilio y el reino. pág. 51.