Los hombres normales no
saben que todo es posible
David
Rousset
Antonio
Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista
Que irónica que es la historia,
en la actualidad se repite con algunas de sus variantes. El siglo XX europeo fue
sangriento, donde las condiciones materiales, espirituales, ideológicas,
posibilitaron regímenes que negaron la libertad, la igualdad, la fraternidad y
la convivencia entre los seres humanos. Regímenes como el estalinismo y el
nazismo, ponen en marcha la maquinaria de la tortura, del dolor, del
sufrimiento y la muerte. Implementaron el Holocausto,
las deportaciones a campos de trabajo e internamiento, el genocidio de los
armenios, las masacres en Polonia, Yugoslavia, los campos de concentración, que
dan cuenta de la realidad que se vivió.
Siempre en la historia de la
humanidad hay personas, clases sociales o económicas, que han apoyado el
desastre de los pueblos. Eso sucedió en la Unión Soviética estalinista, la Alemania
nazi, la Italia de Mussolini o, la España de Franco. Detrás de las circunstancias
que posibilitan el desastre existe una selecta
minoría que toma las decisiones. Así
que, el siglo XX, se caracteriza por la <<brutalidad>> de la política
y de todas las relaciones humanas. En momentos de catástrofes espirituales y
materiales, lo importante no es el <<qué>>, sino el
<<cómo>>, del odio, del racismo, de la xenofobia, la matanza, de seres
humanos y pueblos indefensos.
En la actualidad con el ascenso
en Europa, EE UU y Latinoamérica, de gobiernos autoritarios, nacional-populista,
el surgimiento de grupos de extrema derecha, racistas, xenófobos; la ideología
que implementó los campos de concentración, las matanzas, el paramilitarismo,
resurge de sus cenizas como la Lechuza
de Minerva. O, en otros términos,
siempre ha estado ahí, sólo bastó palpar las partes blandas de las
profundidades del sistema y la sociedad, para que aparecieran nuevamente.
Sabemos que las democracias parlamentarias no se reducen al modelo económico y político
neoliberal, sino que su fundamento está en la libertad. Por eso, hay que
cuidarlas ya que son frágiles como un niño recién nacido, y estar vigilantes
para que sus enemigos no la destruyan.
En tiempos turbulentos como el
nuestro vuelven a la mente el fantasma de la Shoah o, el Gulag y, es
necesario que la filosofía política reflexione sobre lo que sucede en la actualidad.
Así, tener presente que el mundo espiritual, así como el físico, no es una
estructura lineal. Sino que obedece a un devenir discontinuo, contradictorio y
multifocal. Hay que subrayar que los argumentos que puedan aducirse para analizar
lo que sucede en la actualidad, es un objeto propio de la filosofía. Preguntamos,
¿Por qué es un objeto de análisis filosófico? Porque trata de problemas de
principios, que preocupan profundamente a los hombres. Por los que se han desatado
la violencia, la guerra, las masacres, las desapariciones forzadas, la
discriminación y el racismo.
Aunque existan personas que
piensen que los filósofos se preocupan por palabras y abstracciones; y que nada
tiene que ver con la vida real, con la vida diaria y preocuparse por eso, y que
pensarla hace del hombre un ser sumamente infeliz. Pero existen personas que
desean saber por qué viven, cómo están viviendo y por qué deben hacerlo así y
no de otra manera. Es un deseo que sienten seres humanos imaginativos,
sensibles, inteligentes y pensantes. Como expresó Isaiah Berlin: <<En
efecto es argumentar acerca de palabras; pero, claro está, las palabras no son
sólo palabras; meras fichas en un juego filológico. Las palabras expresan ideas.
El lenguaje se refiere a la experiencia; la expresa y la transforma>>.
Así, la violencia, la guerra, las
matanzas, el paramilitarismo, el racismo o, la xenofobia, se convierten para algunas
personas en problemas morales; porque caben en el ámbito de la ética. El manejo
responsable de la libertad es, el fundamento de la ética; y de esta manera, la
estética es la madre de la ética. Antes de la abstracción y del juicio sobre un
comportamiento humano; el hombre siente sí es bello o feo, agradable o
repugnante. Así, quienes conceden un valor supremo al deber militar, o patriótico,
dan importancia a la bandera, la religión, las costumbres, la estructura y el
funcionamiento económico y político de la sociedad; sobre los derechos de las
personas y la libertad. Pero existen otros seres humanos que creen en los
mandamientos absolutos de sus creencias; la voz de la consciencia, las
relaciones entre los seres humanos y la libertad de hablar, de pensar o
escribir. Un héroe de Dostoievski dijo que, si estaba dispuesto a comprar la
felicidad de millones de gentes al precio de la tortura de un niño inocente,
diría que no. Este es el objeto de la filosofía plantear problemas políticos y
morales al ser humano; y, que el manejo de la libertad posibilite interesarse
por lo uno o por lo otro.
Hannah Arendt pensó sobre el
totalitarismo y las máscaras que porta en sí. Que entre el totalitarismo de
izquierda y de derecha, sólo existen matices que lo diferencian. Arendt
reflexionó sobre la restauración de la dignidad de la política como herramienta
de resistencia contra la tiranía y la opresión. Pensó que la libertad es un
bien humano y que su manejo produce angustia, riesgo y errores. Que el mundo
que vivimos se vuelve peligroso e incierto, pero también digno y humano, cuando
se maneja responsablemente la libertad.
Viene aquí a propósito una pregunta
en el mundo que vivimos, ¿Hasta qué punto es deseable la libertad? ¿Hasta dónde
tiene sentido la libertad dentro de la situación histórica y la singularidad
que configura? Ahora bien, quién pretende encontrarle unos rasgos llenos de
sentido a unos acontecimientos que van asociados con tantos sufrimientos se
convierte en piedra de escándalo. (Ernst Jünger). Así que, la libertad viene
dada a la vez que lo necesario, y la nueva estructura del mundo no hará acto de
presencia hasta que no entre en relación con lo necesario. Lo necesario podrá
acercarse a nosotros en la modalidad de la coacción, de la enfermedad, del caos
e incluso en la modalidad de la muerte –pero en todo caso desea que lo
concibamos como un quehacer. No obstante, sólo los hombres libres pueden hacer
autentica historia. La historia es la impronta que el hombre libre da al
destino. (Ernst Jünger).
En La condición humana, Arendt divide el quehacer del hombre en tres
esferas: la labor, el trabajo y la acción.
Que la acción es el único proceso que no se ejerce contra la materia. Porque es
el espacio del discurso, ya que su fin no es sólo la comunicación, sino la
creación del ámbito político. Así que, la acción es lo verdaderamente humano;
porque ahí aflora lo irrepetible de cada individuo. <<Todos somos lo
mismo, es decir, humanos, y nadie es igual a cualquier otro que haya vivido,
viva o vivirá>>. Considera que cada nacimiento garantiza la diversidad,
la pluralidad y la aventura del ser humano. Por eso, el totalitarismo detesta
la diversidad, ya que atenta contra la homogenización y la uniformidad del ser
humano.
En la época actual el populismo-nacionalista
no es un constructo de la moral, que despiertan en la propaganda o las ideas el
sentimiento de un pueblo. Para ellos la propaganda se torna efectiva si se
plantea en términos políticos, raciales, lingüísticos, económicos o sociales. Trata
de despertar los sentimientos oscuros de pertenencia y discriminación del otro;
y así de esa manera poder gobernar. Y crean con el engaño y la falsedad, el
odio y la discriminación hacía el extranjero; posiciones intolerantes y xenófobas.
El problema del
populismo-nacionalista norteamericano o mundial, se está convirtiendo en
<<una horrenda realidad, y ello debido a que dicha realidad se presenta
bajo la antigua forma de la propaganda nacional>>. (Arendt) La cháchara
del populismo o del nacionalismo, sólo sirve para cubrir con un velo oscuro, lo
natural de las cosas -al decir de Baudelaire. El odio hacía los extranjeros o a
las minorías nacionales empobrecidas, se convierte en sofisma para encubrir las
necesidades materiales, psicológicas, sociales y económicas y culturales de sus
pueblos.
<<La propaganda ha perdido
gran parte de su poder sugestivo, ha adquirido una nueva función. Se ha
convertido en una forma de guerra política, que se usa con el objetivo de
preparar a la opinión pública para ciertos pasos políticos>>. (Jünger).
Difundir la propaganda, las ideas, la ideología, como muletillas para la discriminación, el odio, la mentira,
<<tiene el efecto de enmascarar las cuestiones políticas
actuales>>: el hambre, el desempleo, la precariedad laboral, la
privatización de la saludad y la educación, la concentración de la riqueza, la
desigualdad, los desahucios, la falta de oportunidades; y así posibilitar una
sociedad embrutecida y manipulada por los medios de comunicación de masas,
Internet y las redes sociales.
Estamos asistiendo a una balcanización
de los contenidos de las experiencias, de la lengua y del espíritu, de los
pueblos. Porque la mentira según Kafka: <<Se convierte en principio
universal>>. Por eso, es necesario desvelar las mentiras del poder y las
instituciones, que opacan la realidad de los pueblos del mundo. Al identificar
al extranjero con los males nacionales, se engaña a la gente y se le hace creer
que simboliza la pobreza, el desempleo, la inseguridad, la falta de
oportunidades, y esto es una flagrante mentira. De este modo, se hace posible
cerrar los ojos ante la crisis europea, que en modo alguno se ha superado con
las políticas neoliberales y de recortes, de austeridad, que se imponen desde
Bruselas. ¿Saben por qué? Porque la crisis europea es estructural. Sí por el
populismo y el nacionalismo fuera, practicaran el juego de la política basada
en la fuerza, el miedo, el dolor y la muerte.
El surgimiento en Europa de
movimientos políticos de extrema derecha, populistas y nacionalistas, posibilitan
dibujar <<ciertas tendencias que apuntan hacia el fascismo, y ciertas
clases sociales que son más fácilmente seducidas y engañadas por él –pero todas
estas tendencias y clases tienen que sufrir un cambio en sus funciones sociales
básicas antes que los grupos de extrema derecha puedan hacer uso efectivo de
ellas>>. (Arendt). Sólo la incomprensión de las realidades políticas y
sociales posibilita que estas personas populistas y de extrema derecha, asuman
responsabilidades históricas nacionales o paneuropeas. En el fondo buscan minar
la democracia y sus instituciones, negar la libertad y la pluralidad de razas,
religión, lenguas, de opiniones o de ideas de los ciudadanos. De ahí que el
nacionalismo sea la antesala de la ruptura de toda tradición cultural, espiritual
y el basamento político e ideológico, del neofascismo europeo y mundial.