“Sólo en el silencio de nuestros pensamientos tenemos el control de lo que decimo y el poder de ser libres”.
Julio Betin López
Antonio Mercado Flórez. Filósofo
y Ensayista.
Los lenguajes artificiales son el
espacio privilegiado para hacer del hombre algo fútil destinado al olvido. En
estos códigos verbales que están situados en la materialidad de la cultura
(medios de comunicación, redes sociales, imágenes en movimiento, etc.), la vida
adquiere un cansancio en el devenir de lo siempre igual. En la actualidad
vivimos en las sociedades de masas y de cultura de masas, la contradicción
entre el discurso de las redes sociales y el mundo y su realidad. En este
ámbito, se contraponen la homogenización (del pensar, de hablar, de actuar, de
imaginar y de la experiencia cotidiana), a la heterogeneidad de la vida individual
y social del ser humano.
Se trata que la diversidad se
ubique y actué, en los cinturones de la sociedad y de la Gran ciudad. Porque lo
que prevalece para el Sistema o la Estructura, es lo siempre igual. Y, en
profundidad se busca “romper el cerco” que teje y desteje, el Gran Poder y develar las relaciones de
poder y los discurso que los legitima y legaliza. Para así llegar a la
diversidad discursiva o de acción de los lenguajes naturales, la estética, la
imaginación y los movimientos del pensamiento.
Ser conscientes que en la
actualidad existe una pluralidad de lenguajes que van del hablado-escrito hasta
las imágenes y el pictórico. Porque el lenguaje es el que da “forma” y
“sentido” a la cultura. Por eso la cultura es una forma del lenguaje. En el mundo
actual hay que ampliar las manifestaciones artísticas, filosóficas, humanistas
y el dinamismo de la cultura. Porque en esta sociedad de masas y de cultura de
masas, somos pobres en las formas estéticas y las creaciones culturales. Porque
prevalece la mate matización del mundo y su realidad, la estadística y la
política, la técnica y la ciencia, sobre el sentido humanístico de la
existencia. La política no está a la altura para cuidar las obras de arte, que
son un bien público. (Hannah Arendt).
En este orden la cultura del artificio –un mundo donde la
tabla de valores vigente exalta el entretenimiento, la publicidad, el ocio
vacío, el consumo de masas y una literatura leve, ligera, fácil de leer, etc.-,
se opone a la cultura del libro y de la lectura. Que abre el imaginario
individual y una concepción del tiempo discontinuo, que Oswaldo Spengler llamó
la necesidad orgánica del sino – lógica
del tiempo-:
Es un hecho de profunda certidumbre interior, un
hecho que llena el pensamiento mitológico, religioso y artístico, un hecho que
constituye el ser y núcleo de toda historia, en oposición a la naturaleza pero
que es accesible a las formas del conocimiento analizadas en la Crítica de la razón pura. Por tanto, la
historia universal es nuestra imagen
del mundo, no la imagen de la “humanidad”. (Spengler). Por eso, en la
civilización de Occidente, la historia universal se convierte en la forma
enérgica de la consciencia vigilante.
De ahí que las diversas prácticas culturales posibiliten el
enriquecimiento de la cultura, la escritura, la música, el arte, la poesía,
etc., enriquecimiento del universo cultural actual y universal. Así que, la cultura del artificio se concatena con
el desarrollo técnico, y se expresa en los sistemas en Red, la conectividad,
que los lenguajes artificiales han transformado en Internet. La técnica es
transgresora y está posibilitando una nueva cultura. Por eso hay que percibir
la técnica en su cultura. Somos parte de la cultura de lo efímero que responde
a las apetencias de la técnica, del capitalismo global y del Gran Poder.
Somos parte dijo Mario Vargas Llosa, en el ensayo “La civilización del espectáculo”, en “Letras Libres”: Del momento en que la obra artística y literaria
pasó a ser considerada un producto comercial que jugaba su supervivencia o su
extinción nada menos y nada más que en los vaivenes del mercado. Cuando una
cultura ha relegado al desván de las cosas pasadas de moda el ejercicio de
pensar y sustituido las ideas por las imágenes, los productos literarios y
artísticos pasan a ser promovidos, y aceptados y rechazados, por las técnicas
publicitarias y los reflejos condicionados en un público que carece de defensas
intelectuales y sensibles para detectar los contrabandos y las extorciones de
que es víctima. (Vargas Llosa).
La técnica y, en particular, Internet, están cambiando la estructura
piramidal del habla, de la escritura y del pensar humano. Por otro horizontal,
que sitúa el “ágora” del mundo en los lenguajes digitales. Se está pasando del logos natural al logos artificial, donde prevalecen las imágenes sobre las palabras,
la escritura y los movimientos del pensamiento. Estas transformaciones
culturales posibilitan nuevas formas del ejercicio del poder. Porque están
“erosionando” no sólo el antiguo pacto social, sino también el Estado y las
instituciones públicas y privadas. Y la técnica de la información, la
vigilancia masiva, las redes sociales, entre otros, están posibilitando el paso
del Estado democrático de Derecho a un Estado Punitivo.
Por eso, el ejercicio del poder o, del orden del discurso, se han diluido
en la Red o Internet. Erosionan los puntos de referencia o de orientación,
sociales o individuales: líderes políticos, líderes sociales, intelectuales
etc. Y en este orden, la concepción y la experiencia de la vivienda, del
trabajo, la familia, la comunidad, la amistad, etc. Así que, lo público no sólo
prevalece sobre lo privado, sino que se diluyen en la Red. En el teletrabajo,
por ejemplo, confluyen producción, recepción y circulación. Se trata de tener presente
que, la técnica violó o transgredió la intimidad. Así, el dispositivo técnico
prevalece sobre el recogimiento, los sentimientos, la contemplación y la
sociedad que da prioridad al maquinismo y la velocidad.
De ahí que en la cultura del
artificio existe una crisis de la capacidad de asombro, de la imaginación,
de análisis, de crítica y de juicio. Estamos en tiempos de tránsito y, por
supuesto, observamos como los valores viejos, tradicionales, que daban sentido
a la vida, al mundo y su realidad, se están retirando y los nuevos no se han
instalado del todo. Sabemos que los tiempos de crisis arrastran tras de sí,
dolor, sufrimiento, y escombros humanos y materiales tirados a la vera del
camino. Pero también abre las puertas a grandísimas oportunidades.
En la época actual la crítica al
capitalismo global es una crítica a un territorio en el que predomina la
locura. Un territorio natural, del sueño y del mito, que expresa e interpreta
la locura del tiempo actual. Una locura que se manifiesta desde diferentes
umbrales: la violencia físico-psicológica, el desempleo, la guerra, el hambre,
la drogadicción, la falta de vivienda, la inmigración, el racismo, los medios
de comunicación, los lenguajes digitales o las imágenes en movimiento. Eso que
se denomina cultura de lo efímero o cultura del espectáculo.
Walter Benjamín piensa que el
suelo del mito tuvo una vez que quedar entreverado con la razón, y que, por
tanto, debe ser limpiado de la locura y del mito. Es lo que debe hacerse con el
territorio del siglo XIX. Pienso que también ha de hacerse con el territorio
del siglo XX. Lo importante del pensamiento de Benjamín sobre el incipiente
capitalismo del siglo XIX, no sólo es la limpieza del mito; sino tener presente
que la “sensación de lo más novedoso, de lo más moderno”, y la imagen de un
“eterno retorno de lo mismo”, son formas oníricas soñadas por una sociedad que
“no conoce historia alguna”. Por eso, la define como época del infierno. Se
trata de liberar del mito y la locura con el hacha de la razón significa liberarla
de las potencias del miedo, la violencia y la sinrazón. Se trata
ahora de des-potenciar el mito, despertar de él. ¡Despierto cuando conozco!
Lo
importante del pensamiento de Benjamín expresado en el Libro de los Pasajes, consiste en la conjunción de las fuentes
metafísicas, histórico-filosóficas y teológicas, que había esbozado en “Origen del drama barroco alemán”.
También se encarga de la cultura en la época del alto capitalismo industrial y
traduce el hecho económico del fetichismo de la mercancía a nivel filosófico. A
la vez, emplea la categoría de reificación para resaltar las antinomias
del pensamiento burgués. Considera la reificación del ser humano consciente y
libre como si fuera un objeto o cosa no consciente ni libre; también se refiere
a la reificación o cosificación de las relaciones humanas y sociales que se
transforman al referirse en meras relaciones de consumo de una persona a otra.
Así que,
el carácter social del trabajo según Marx, como carácter cósico de los
productos del trabajo. Benjamín la traduce como “concepción reificada de la
cultura”. Como la cultura en el alto desarrollo industrial y tecnológico, la
sociedad de masas y la cultura de masas, se cosifica. El deterioro de la
cultura que se genera a fines del siglo XIX, “se alimentó del kitsch, cuya falta del sentido de la
forma y del estilo –tan interesante desde un punto de vista histórico- tiene
una conexión directa con el divorcio de las artes y la realidad.
Aún
después del nacimiento del arte moderno, lo que ocurrió fue una desintegración
de la cultura. En esta desintegración, la cultura, aún más que otras
realidades, se había convertido en lo que sólo entonces la gente empezó a
llamar un “valor”, es decir, un bien social que podía ponerse en circulación y
convertirse en dinero a cambio de todo tipo de valores, sociales o
individuales”. (Hannah Arendt).
Que “las
creaciones del espíritu humano no deben sólo su nacimiento, sino también su
trasmisión, a un trabajo social continuado”. Así que, el destino de la cultura
en el siglo XIX y XX, no fue otro que precisamente su carácter mercantil, que
según Benjamín se representaba como fantasmagoría en los “bienes
culturales”. En la sociedad de masas y la cultura de masas en el siglo XX, la
cultura se transforma en entretenimiento de masas, que se alimenta de los
objetos culturales del mundo. (Arendt).
La
cultura en la civilización de lo efímero
pierde el aura que la caracterizaba y
deviene cosificada en objetos de “valor”. La mercantilización y la
fantasmagoría de los “bienes culturales”, representan para Benjamín la
banalización de las obras culturales: una obra de arte, una partitura musical,
una composición poético-musical de la cultura popular, y en consecuencia la
cosificación de las creaciones del espíritu humano.
Esto
representa la degradación del espíritu de la cultura occidental; y, con la
primacía de la técnica en la actualidad, hay que ver las obras culturales y la
técnica, en su cultura. Y la cultura que prevalece en la actualidad es, la de
la digitalización, las redes sociales, la imagen “pictórica” en movimiento, de
la estadística y la banalización de la política, sobre el mundo y su realidad.
Para la cultura de lo efímero y la banalización del lenguaje existe algo
fascinante en que nuestras vidas sean insignificantes y estén destinadas al
olvido. Que el presente sólo se proyecte a través de la Red, las imágenes en
movimiento, la mentira, el odio, la violencia, la guerra, y el hombre “una
existencia en reserva” como una mercancía en el mercado de la circulación y la
demanda.
George
Steiner dijo en el texto “Extraterritorial”:
“Lo mejor del hombre se relaciona con el milagro del lenguaje; y hasta ahora la
humanidad y ese milagro han sido indivisibles. Si el lenguaje perdiera una
parte de su energía, el hombre se volvería menos humano. La historia reciente y
la ruptura de comunicación entre enemigos y generaciones muestran de manera
inquietante lo que significa esa disminución de humanidad”. En la cultura de lo
efímero “es cada vez más difícil “ser uno mismo”, encontrar un espacio
diferenciado para el idioma, el estilo y la sensibilidad. Bajo la presión del
émbolo de los medios de comunicación y la publicidad, hasta nuestros sueños se
han uniformados”.
Por la
primacía de la cultura de lo efímero,
las redes sociales y la conectividad, en la vida de las personas, “la
distinción entre yo y tú por la que el animal hablante entro en la historia ya
no resulta tan evidente. Atravesamos un período de cambios profundos. Pienso
que ese estado transitorio e inestable del tiempo y la identidad personal, del
yo y la muerte física, influirán en la condición y las posibilidades del
lenguaje. Si los “universales históricos”
cambian, si las estructuras sintácticas de la percepción se modifican, se
modificarán también las formas de comunicación”. (Steiner).
La importancia y el discutido papel de la Red,
Internet, las imágenes en movimiento, ante “estos niveles de transformación,
serían sólo un fenómeno secundario”. Por eso, nuestro sentido de ubicación del
hombre en el mundo y su realidad, la forma en que se relaciona el pensamiento y
el entorno humano, lenguaje, experiencia y pensamiento, se modifican en la “nuevas utopías de lo inmediato”.
Estamos a
las puertas de un nuevo orden de cosas, de los “cánones de imaginación” y de los contenidos de la experiencia, que
no representan fielmente el mundo y su realidad. Porque entre los instrumentos
cognitivos y el cuerpo social, se interponen distractores, que alteran el
tejido de la sociedad y del Ser. De ahí que el lenguaje se constituye en el
lugar donde interpretamos y vivenciamos, la existencia individual y las
relaciones que tenemos con el entorno.
Como
expresó George Steiner: “La utilización
espontánea e innovadora del lenguaje define al hombre”.
Madrid-España a 04/03/2023