lunes, 14 de agosto de 2023

APUNTES SOBRE LA ILUSTRACION Y EL PROGRESO EN LA MODERNIDAD

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

 

Hoy la hostilidad hacia el conocimiento y lo académico parece estar en auge. Existe una revuelta mundial hacia la reflexión, el conocimiento y los saberes; y da paso al miedo, la mediocridad, la inseguridad, la ignorancia, la dejadez de los asuntos privados o públicos. Hemos olvidado que las instituciones universitarias, de investigación científica, técnicas, filosóficas, sociológicas, periodísticas; son indispensables para distinguir entre la mentira y la verdad, la opinión y la realidad, el engaño y la lealtad, los rumores y la objetividad.

Somos parte de inflexiones históricas, sociales y culturales, donde las tecnologías de la información, la Inteligencia Artificial, las redes sociales, las imágenes y el lenguaje digital, están transformando la naturaleza humana. Vivimos mutaciones imperceptibles en el lenguaje natural, la imaginación, la percepción de la realidad, la relación del hombre con el entorno y el pensamiento.

Y esto en vez de fortalecer la democracia, las instituciones políticas o sociales, las debilita y crea en las sociedades sensaciones de incertidumbre, ignorancia, zozobra, que se revela contra lo político, lo académico, lo intelectual y el conocimiento. Entonces los lazos sociales, políticos, culturales, se diluyen y dan paso a otras formas de convivencia, que degradan el tejido vivo de la existencia. Porque prevalecen las relaciones artificiales sobre las relaciones de sentido.

Por tanto, se convierte en mandato en un mundo gobernado por la falacia, la paranoia, el odio, el miedo, el engaño y la mentira, que el conocimiento y la verdad recuperen su status. Porque esto es importante para la democracia, la libertad, los Derechos Humanos, económicos y políticos. Y también en la búsqueda de la igualdad y la justicia social. Sí estos principios no se fortalecen se da paso a fracturas sociales, al rencor, y en la esfera política a los movimientos nacionalistas, xenófobos, racistas y antisemitas. Que son sumamente peligrosos para la estabilidad y el desarrollo de la civilización occidental y la cultura de la convivencia, la tolerancia y la paz.

El auge de la extrema derecha en Europa y EE. UU., y las sociedades occidentales en general, lo confirman. Los líderes de la extrema derecha utilizan epítetos e imágenes que tienen que ver con el nacionalismo, la cultura, el trabajo, la lengua, los sentimientos míticos, primitivos o religiosos. Para así de esa manera, crear una ola de rechazo y persecución a lo diferente, al negro, al blanco empobrecido, a árabes, a musulmanes, etc. Esto es: a los excluidos del Sistema, los gitanos, los judíos, tal como hizo Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Y, esto es sumamente grave para la convivencia social, la paz, el respeto a los Derechos Humanos, las libertades fundamentales de las personas y el Estado democrático Social de Derecho.

Thomas Mann en: “El Doctor Faustus”. Describe la pérdida de autoridad de la cultura, del conocimiento, la educación, la libertad; ante el auge del resentimiento, lo primitivo, los extremos, el esteticismo por lo fácil y vacío de sentido, la estética de lo fuerte, lo firme y bárbaro, la radicalización de las opiniones de la derecha y de la izquierda. Es la descripción del horror de 1920 a 1930 que se expresa en el nazismo, el fascismo y en el Estado con partido único. Es necesario crear un orden moral que integre a la sociedad y a cada individuo en relación a sus valores, que posibilite un mundo más vivible, más libre más democrático y más humano

De ahí que la defensa de la libertad, de una democracia sólida se basa fundamentalmente en la creación de una opinión pública plural e independiente, capaz de contradecir y controlar el poder público y privado. Sí la libre información es un bien público que hay que proteger de la tiranía, la mentira, la demagogia y el autoritarismo. La libertad de pensar, de escribir, de informar, de opinar, se convierten en pilares importantes para el Estado de Derecho y el Sistema democrático.

Bueno bien, aunque la sociedad digital representa un cambio revolucionario de mayor envergadura que la invención de la imprenta, que afecta la democracia representativa, el comportamiento de la economía internacional, la pervivencia del Estado-nación, los medios de comunicación y la prensa; y en particular, formen una Estructura, los valores de la Ilustración, la persona con sus derechos y deberes, la esencia que constituye el Ser, el lenguaje y el pensamiento, encierran un misterio que la técnica es incapaz de develar.

Los defensores de la Ilustración, -Immanuel Kant, los Enciclopedistas, los Ilustrados, los Humanistas, los artistas -, son los que ajustan cuentas con los enemigos del progreso, la involución, el tribalismo, lo mítico en la sociedad y lo político. El problema consiste en que unas masas sin cultura política, incapaz de pensar y juzgar, crean que Trump, el Brexit, el populismo, los nacionalismos tribales, los autoritarismos de izquierda o, de derecha; son la salvación de las crisis -económicas, políticas, sociales, culturales en la actualidad. Pero desconocen que ellos se erigen adversarios de los valores democráticos, de la convivencia pacífica, la tolerancia, la libertad de pensar, de ser y de los diversos valores estéticos de la sociedad.

Sabemos que el nacionalismo corre siempre el riesgo de hacerse maligno, excluyente, xenófobo y elitista, pero puede ser benévolo, si funciona como un contrato social y se base en la residencia, la pluralidad, la convivencia, la cooperación, la tolerancia, y no en las creencias religiosas, atávicas, míticas o tribales. Así que, “nuestro sentido de nación es benigno cuando se concatena al sentido universalista del ser humano; de lo contrario, es maligno”.

Como expresó Steven Pinker, el defensor de las bases genéticas de la conducta:

Los populistas se sienten inquietos frente a esa corriente gradual e inexorable que lleva al cosmopolitismo y a la liberación de costumbres”. Los ideales de razón, de ciencia y humanismo necesitan ser defendidos, porque sus logros pueden venirse abajo. El progreso no es una cuestión subjetiva. Y esto es sencillo de entender. La mayoría de la gente prefiere vivir a morir. La abundancia a la pobreza. La salud a la enfermedad. La seguridad al peligro. El conocimiento a la ignorancia. La libertad a la tiranía. Todo ello se puede medir y su incremento a lo largo del tiempo, es lo que llamamos progreso. Eso es lo que hay que defender.

Por tanto, defender el progreso significa la defensa de los presupuestos de la cultura y la civilización occidental. Sin progreso no existiría bienestar social, económico, político y cultural de las sociedades occidentales. El desarrollo de la ciencia y las tecnologías se deben a las diferentes figuras que ha tomado el progreso en la historia de la humanidad.

George Steiner expresó en el texto: “El castillo de Barba Azul. Aproximación a un nuevo concepto cultura”: “Nuestra experiencia del presente, los juicios tan frecuentemente negativos que hacemos sobre nuestro lugar en la historia contrastan con el fondo de lo que deseo llamar el “el mito del siglo XIX” o el “imaginado jardín de la cultura liberal”. Que se dio en “la Europa Occidental entre alrededor de la década de 1820 y el año de 1915”. Existía “un alto grado de creciente alfabetización; el imperio de la ley, la difusión indudablemente imperfecta pero activamente desarrollada de formas representativas de gobierno; resguardo de la vida privada en el hogar y una seguridad cada vez mayor en las calles, el reconocimiento espontaneo del singular papel económico y civilizador que tienen las artes, la ciencia y la técnica”.

Pero si desgarramos el forro de los fenómenos “nos enteramos que el “imaginado jardín” es en aspectos fundamentales una mera ficción. Se nos da a entender que el revestimiento de elevada civilización encubría profundas fisuras de explotación social, que los criterios de la alfabetización se aplicaban sólo a unos pocos, que el odio entre generaciones y clases era muy profundo, que a menudo es silencioso”.

Además, “es inevitable reconocer que la riqueza intelectual y la estabilidad de la clase media y la clase alta dependía directamente del dominio económico y, en última instancia, militar de vastas porciones de lo que ahora se conoce como el mundo subdesarrollado o tercer mundo”. Es evidente por los numerosos estudios sobre el progreso, el desarrollo científico-técnico, social, político y cultural, que esconden tras de sí un montón de ruinas materiales y humanas.

Ahí están las obras de Carl Marx, Adam Smith, Friedrich Engels, Lenin y Max Weber, que lo testifica.

Y, ya empiezan a verse las grietas del progreso, porque en el desarrollo de la técnica y de la ciencia y de la economía, no hemos podido ver que detrás se esconde el retroceso de las sociedades. De ahí el desarrollo está decisivamente condicionado por el capitalismo y el Gran Poder. Su papel como instrumentos de dominio no se les escapa.

Así que, el progreso va concatenado a la democracia, la libertad, los Derechos Humanos, económicos, políticos o sociales, de los hombres y mujeres. También, al desarrollo de la ciencia, la técnica, la economía y la cultura. Por eso, el progreso no es algo subjetivo, sino que se expresa en objetivación de la vida misma del ser humano. El progreso no es algo enteramente científico-tecnológico, sino también histórico-social.

Sabemos que el progreso no es continuo e inacabable, infinito; sino discontinuo, ya que en él intervienen múltiples factores históricos, políticos, económicos, sociales, técnicos, científicos, etc. En este orden, no es sólo un fenómeno científico-técnico, sino también histórico-cultural. La esperanza razonable del progreso obedece a la concatenación entre el poder, las instituciones, la economía y la sociedad. Existe progreso si al ser humano o a las instituciones o universidades se les permite adquirir nuevos conocimientos y nuevas técnicas, para resolver los problemas que aquejan a la sociedad.

Por eso, al progreso, al desarrollo técnico-científico, económico, político y estético; hay que verlos en su cultura.

El capitalismo y la Ilustración van de la mano, que muchos intelectuales, investigadores sociales, identifican con el libre mercado, o, el liberalismo extremo (Neoliberalismo). Jun Fukuyama, por ejemplo.

Spinker piensa que la libertad económica debe estar acompañada de otras formas de libertad (política, social, científica, técnica y cultural). Los mercados no sólo mejoran el bienestar social, sino que posibilitan que el pensamiento y el espíritu se desarrollen más allá de los límites del Estado, las instituciones y la sociedad. Por eso, una sociedad de mercados constrictos se convierte en una sociedad empobrecida y, además paraliza el desarrollo integral de las sociedades, el espíritu, el pensamiento y la cultura.

 En la actualidad se necesita disipar las tinieblas de la ignorancia, de la mentira y del odio,            mediante las luces del conocimiento y la razón. Para que nos ayuden a salir del lado oscuro y violento de la historia y la vida. De esa forma podemos alcanzar un mundo más humano y más justo y más libre.

                                                       Madrid-España a 19/08/2023