viernes, 31 de octubre de 2025

 

                                                       Byung-Chul Han

Fragmentos sobre el discurso del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025

                                                                        Madrid-España a 30/10/2025

 Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

Byun-Chul Han es un filósofo alemán de origen surcoreano. Profesor de la Universidad de las Artes de Berlin. Nació en Seul, Corea del Sur en 1959. Sus libros, “La sociedad del cansancio, La expulsión de lo distinto, El aroma del tiempo, La sociedad de la transparencia”, etc., publicados en España por Editoriales como Herder y Taurus. Es un pensador que ha reflexionado sobre la sociedad contemporánea desde diversos puntos de vista: El neoliberalismo, el Sistema del Capitalismo Global, el tiempo, la transparencia, etc. Y, su repercusión en el comportamiento, la mente, el lenguaje y el pensamiento.

Han reflexiona sobre la «transparencia» como norma cultural creada por el mercado neoliberal, que él entiende como el insaciable impulso hacia la divulgación voluntaria de todo tipo de información que raya en lo pornográfico. Según Han, los dictados de la transparencia imponen un sistema totalitario de apertura a expensas de otros valores sociales como la vergüenza, el secreto y la confidencialidad. Se rebela contra el capitalismo digital y lo desarrolla en sus textos como resistencia política.

Para Han los tiempos del otro o, de los otros, han pasado. El otro como amigo, como hermano, como comunidad, como misterio, etc., están dando paso a lo igual. Lo igual en todos los ámbitos de la sociedad, que pasan como crecimiento, esconden tras de sí las enfermedades patologías del cuerpo social. En la actualidad lo que enferma a la sociedad, no es el extrañamiento, la alienación, la prohibición y la represión, sino el exceso de información, la sobreproducción y el consumo excesivo. Por eso la expulsión de lo diferente y de lo otro del cuerpo social, repercute en las enfermedades mentales, la depresión y la autodestrucción.

“La psicopolítica es el sistema de dominación que, en lugar de emplear el poder opresor, que reprime y expulsa, utiliza un poder seductor, inteligente, que busca que los hombres se sometan por sí mismos al entramado de dominación”.

                                                                 Byung-Chul Han

Han es consciente que somos habitantes de un mundo, donde estamos interconectado las veinte y cuatro horas del día y, vivimos una existencia vacía de contenidos espirituales, de experiencias. Los movimientos del pensar no expresan ni comunican, la esencia del ser, del hombre y del lenguaje. Esta deriva del mundo contemporáneo, analizada y criticada por pensadores como Michel Foucault, Zigmunt Bauman o Guy Debord, muestran en la Cultura de lo efímero o, la Civilización del espectáculo. Un malestar contemporáneo que la filosofía toma como objeto de crítica y de análisis.

Nos estamos convirtiendo en una prolongación de los instrumentos técnicos, de los teléfonos móviles, de los ordenadores y de las imágenes <pictóricas> en movimiento y de los lenguajes digitales. Y esto repercute en las capacidades mentales (la concentración, la lectura de textos complejos, la capacidad de asombro, la curiosidad, etc.). Que repercute en la esencia del ser humano, el lenguaje y el pensamiento. Porque “la utilización espontanea del lenguaje define al hombre”.

También porque el pensamiento es una forma del lenguaje. Como expresó George Steiner: “Lo mejor del hombre se relaciona con el milagro del lenguaje; hasta ahora la humanidad y ese milagro han sido indivisibles”.

Los filósofos en la historia de la cultura occidental han relacionado la capacidad de volar, la música y el amor. “Heidegger dice que el pensamiento lo eleva el ala de Eros y esa ala permite llegar a un lugar que todavía no ha pisado nadie, a un espacio que nadie ha experimentado” –nos recordaba Byun-Chul Han, en la entrevista que concedió al periódico el País por la concesión al premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025.  Para Platón –dijo- Eros nos acerca a la idea de lo Bueno y lo Bello. Que significa despegar y volar hacia el cielo de las ideas.

Somos parte de la sociedad “del trabajo, del rendimiento, de la comunicación, del electorado, del consumo”. No somos capaces de ver, analizar, criticar o, pensar el mundo y la realidad. No estamos educados para ello y, más que todo, no tenemos cultura, cultura general. El alimento del espíritu y del pensamiento, es escaso, lo posee una “selecta minoría”.

Los medios de comunicación de masas, las plataformas digitales y las redes sociales, exaltan lo banal, lo fútil y vació de contenidos espirituales, en detrimento de lo que tiene sentido y posibilita la capacidad de interrogación, de crítica, de análisis, al tejido vivo de la existencia, del mundo y la realidad.

Ahora por la algarabía de los lenguajes digitales y las imágenes en movimiento, se deteriora la sintaxis, la gramática, “el estado transitorio e inestable del tiempo y la identidad personal, del yo y la muerte física, influyen en la condición y las posibilidades del lenguaje. Si los <<universales históricos>> cambian, si las estructuras sintácticas se modifican, se modifican también las formas de comunicación” –indicó George Steiner en Extraterritorial. Por eso “considerando estos niveles de transformación, el discutido papel de los medios electrónicos”, de los lenguajes digitales y las imágenes en movimiento, son apenas un síntoma secundario.

Estamos en una dinámica en la vida cotidiana, donde los instrumentos técnicos y el capitalismo global, determinan el devenir de las sociedades y de la Humanidad. Donde la aceleración, “la cultura del rendimiento”, la artificialidad y la tecnificación de las relaciones personales y sociales; también la existencia, el hiperconsumo, la mercantilización del sistema del capitalismo global, están alterando la naturaleza esencial del ser humano. Que traen consigo disfuncionalidades físicas y psicológicas. Como la ansiedad, la depresión, la soledad, el trastorno bipolar, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y la esquizofrenia. A la vez, las enfermedades cardiovasculares, respiratorias crónicas, la diabetes y el cáncer.

Así, los lenguajes digitales, las imágenes en movimiento y el teléfono móvil, nos convierten en agentes depresivos. Somos una extensión de los instrumentos técnicos y del teléfono móvil. Esta transformación de la naturaleza humana, nos induce a perder el sentido de realidad, la relación con el otro y con el mundo en general. ¿Qué suministran las plataformas digitales a sus usuarios? Información. Lo que suministra y recibe el ser humano, es información. Por tanto, “el poder, la riqueza y el significado de la riqueza pasan de tener mucho dinero a tener muchos petabytes de información”. –dijo Yuval Harari en <<Nexus>>.

En la actualidad las grandes empresas y el poder que representan en las sociedades y las naciones, están determinados por la cantidad de información acumulada. Ellas obtienen lo que desean a cambio de información. O, en otros términos, la información nos sirve para comprar bienes y servicios. Así mismo, manipulan, coartan, vigilan o, alteran los estados de consciencia del ser humano. Que responden al ejercicio del poder de las plataformas digitales y los Estados técnicos.

Dice Han: “Necesitamos que se calle la información. Sino acaba explotándonos en el cerebro. Hoy percibimos el mundo a través de las informaciones”. Porque de lo contrario, “se pierde la vivencia presencial”. Nos estamos “desconectando del mundo de forma creciente. Vamos perdiendo el mundo”. Como dijo Walter Benjamín: “De qué nos sirve la experiencia, sino va unida a ella la educación”.

Ahora bien, ¿cuál es el papel del filósofo en el mundo que vivimos? Dice Han: “El papel del filósofo, según Platón, consiste en despertar, criticar, incomodar y exhortar a los atenienses”. Esa misión socrática de la filosofía, la han interiorizado los filósofos en el devenir de la cultura occidental. Se trata de ¡Despertar! a los demás seres humanos, para que perciban el gesto estético, la experiencia y el pensar, del mundo que vivimos.

Han cree que el sistema económico neoliberal nos posibilita vivir una libertad ficticia: “Hoy pensamos –dice- que somos más libres que nunca. En realidad, vivimos en un régimen neoliberal despótico que explota precisamente la libertad. Ya no vivimos en una sociedad disciplinaria gobernada por la prohibición y la orden (tal como lo percibe Michel Foucault y Guilles Deleuze), sino en una sociedad del rendimiento que se cree libre y está regida por el poder “hacer”. Pero ese poder sin límites sólo al principio produce una sensación de libertad; pronto genera más coacción que los antiguos “debes”.

Han no está en contra del teléfono móvil ni de la digitalización, que pueden ser herramientas muy útiles. Pero piensa “que somos nosotros seres humanos, quienes nos hemos convertido en su herramienta. El Smartphone nos usa a nosotros y no al revés. No es que el Smartphone sea nuestro producto, sino que nosotros somos su producto”. Pienso que la tecnología contiene en sí misma, en la esencia que la determina, relaciones de poder y de saber, que responden a las minorías que gobiernan el mundo. Por ejemplo, a Silicón Valley y a los Estados técnicos como Estados Unidos, Rusia o China.

El problema consiste en que la tecnología sirve al Gran poder económico y político, para difundir el odio, el racismo, la xenofobia, las fake news, y termina creando en las sociedades polarización, discriminación, al extranjero, al inmigrante, al negro y al blanco empobrecido. Han critica el determinismo tecnológico y piensa, que son los poderes públicos, quienes deben limitar a las tecnologías. “La tecnología sin control político, sin ética, puede adquirir una forma monstruosa y volver a esclavizar al ser humano”. De ahí la crítica a la IA generativa, que como agente pueda sustituir algún día al ser humano, en las tomas de decisiones y de pensar por sí misma.

Para implementar y conservar la democracia, recuerda a Alexis de Tocqueville, donde se necesitan virtudes y valores universalistas como “el sentido común, la responsabilidad, la confianza, la amistad y el respeto”. Sin esas virtudes la democracia se convierte en algo vacío y sin sentido. Es decir, se convierte en un aparato que legitima y legaliza un determinado poder, y no se gobierna desde sus instituciones para alcanzar la justicia social, la legalidad, los derechos fundamentales del hombre, el respeto al otro, a la diversidad y al pensamiento.

La democracia debe garantizar la libertada en todas sus acepciones: libertad de escribir, de pensar, de criticar, religiosa, económica y política.

Por eso la política no ha de reducirse a luchar sólo por la consecución del poder, a la aclamación en los parlamentos, al electoralismo, sino responder a las verdaderas necesidades materiales, espirituales, éticas y culturales de las sociedades. Porque la creciente desigualdad económica y social, educativa y cultural, conduce a la sociedad a la seducción del autócrata, del populista y del demagogo. Que genera violencia, odio, mentira y opresión.

El compromiso de la democracia y los demócratas es, luchar contra las injusticias sociales e individuales, el sufrimiento, el dolor, y ponerla al servicio de la libertad y de la verdad.

En las sociedades contemporáneas la vida toda, está determinada por la velocidad, el dinero, el poder, el lujo, las bellas materias, el consumo y los espejismos de los lenguajes digitales y las imágenes en movimiento. Existe una desestructuración del interior del sujeto, una devaluación de la zona de la sentimentalidad, de los valores éticos y morales, que dan sentido a la personalidad. El hombre en la actualidad no ocupa el centro del mundo, sino que deviene “colocado fuera de la obra, se ha salido de ella. Esta se ha vuelto autónoma” y, el hombre es cada vez “más sustituible y prescindible”.

       Hemos olvidado las enseñanzas del mito y las Grandes religiones:

Que “en las cosas visibles están todas las indicaciones relativas al plan invisible” –dijo Ernst Jünger

En la sociedad contemporánea todo se convierte en “valor”, (la amistad, el amor, el sexo, el lujo, el consumo masivo, aún la educación y la “cultura en general”), es decir, en “un bien social que puede ponerse en circulación y convertirse en dinero a cambio de todo tipo de valores, sociales e individuales”. En otras palabras, todo se “convierte en valor de cambio, los valores culturales reciben el mismo trato que cualquier otro valor”; son “valores de cambio y al pasar de mano en mano se desgastan como monedas antiguas”. Como dice Hannah Arendt: “Así perdieron la que en su origen es la facultad peculiar de todos los objetos culturales: La facultad de captar nuestra atención y conmovernos”.

Somos parte de una época en que “el mundo se asemeja a un inmenso centro comercial donde todo se puede consumir. El scroll infinito promete información sin límites. Las redes sociales hacen posible una comunicación ilimitada” –dijo Han en su discurso por el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025. Por la vorágine de la conectividad digital y de imágenes en movimiento, las relaciones de sentido seden su espacio a las relaciones artificiales, que obedecen a la Cultura del artificio. En las esferas de la vida, los vínculos reales y sentimentales, son débiles, vacíos y parece que hemos perdido la empatía.

Somos consciente que el Sistema Capitalista Global y, en particular, el neoliberalismo, deja tras de sí un montón de escombros humanos y materiales, tirados a la vera del camino. Deja un vacío en el interior del ser humano, que no se puede llenar con ideales, ni valores éticos ni morales, tampoco con la educación y la cultura en general. El neoliberalismo deviene en destrucción de las vidas de los seres humanos, de la naturaleza, de los mares, de los ríos, de los polos, e induce a vivir en el mundo del fuego, que es el mundo de la técnica, del poder y del dinero.

                                                  De ahí que:

Nuestro tiempo guarda semejanza con un desfiladero estrecho y funesto por el que se compele a pasar a los seres humanos”.

                                                           Ernst Jünger.

El pensador, el artista, el músico, el poeta, el novelista, el ensayista, etc., causa irritación por lo que dice y piensa; más a los que ejercen el poder político, económico, social y cultural. Como expresó George Steiner: “Hoy es cada vez más difícil <<ser uno mismo>>, encontrar un espacio diferenciado para el idioma, el estilo y la sensibilidad. Bajo la presión del embolo de los medios de comunicación, (las redes sociales) y la publicidad, hasta nuestros sueños se han uniformado”. Así que, “sólo en secreto celebramos la insolente maravilla del yo; sólo en secreto aspiramos - ¡oh enigma de la sensualidad! - el olor de nuestra propia inmundicia”.

Es algo evidente en los tiempos actuales, que la Cultura de lo efímero y las Nuevas utopías de lo inmediato, “les resulte fascinante que nuestras vidas sean insignificantes y estén destinadas al olvido” y que el presente-actual sólo se proyecte en los instrumentos técnicos, los lenguajes digitales y las imágenes en movimiento.