<<Dos
hombres, dos arbustos de rosas silvestres jamás podrán ser idénticos. Lo que
busca el poder a través de la violencia, es terminar con la singularidad y la
pluralidad de la condición humana; aquello que posibilita la existencia del
hombre en la Tierra>>.
Antonio Mercado Flórez. Filósofo
y Ensayista.
Hannah
Arendt en el texto la Condición humana
habla sobre tres categorías fundamentales en la vida del hombre. Dice que la vita activa se expresa a través de tres
esferas: la labor, el trabajo y la acción. Condiciones sobre las que se ha dado al hombre la vida en
la Tierra. La labor es la actividad
correspondiente al proceso biológico del cuerpo humano, y a las necesidades
producidas y satisfechas en el proceso de la vida. La condición humana de la
labor es la propia vida; conservarla y reproducirla.
El
trabajo corresponde a lo no natural
de la exigencia del hombre, no está inmerso en el correspondiente siclo vital
de la especie, y la mortalidad queda compensada por dicho siclo. El trabajo
proporciona un <artificial> mundo de cosas o de objetos, claramente
distintas de todas las circunstancias naturales. Así que, la condición humana
del trabajo es la mundanidad.
La
acción, la actividad que se da entre
los hombres sin la mediación de cosas o materias, corresponde a la condición
humana de la pluralidad, al hecho de que los hombres, no el Hombre, vivan en la
Tierra y habiten en el mundo. Así que, todos los aspectos de la condición
humana están relacionados con la política. La pluralidad humana es la condición
de toda política. La acción no es la repetición de un modelo, adquiere sentido
porque se da en el mundo plural de los hombres, esto es, la sociedad. Por
tanto, los hombres no son interminables repeticiones reproducibles del mismo modelo.
Cada hombre es único e irrepetible en la pluralidad humana de la política.
De
ahí que su esencia no es predecible del mismo modelo, como naturaleza o
esencia. La pluralidad es la condición de la acción humana debido a que todos
somos lo mismo, es decir, humanos. Así que, en el ámbito de la acción los seres
humanos desarrollan y ponen en práctica la libertad. Estas tres categorías (labor,
trabajo y acción), se relacionan con la condición más general de la existencia:
nacimiento y muerte, natalidad y mortalidad.
Asimismo,
el trabajo y su producto artificial hecho por el hombre, concede durabilidad a lo
pasajero de la vida mortal y al carácter efímero del tiempo humano. La acción
se compromete a establecer y conservar los cuerpos políticos para la memoria,
esto es, para la historia. La labor y la acción, tienen relación con la condición
humana de la natalidad. El nuevo comienzo inherente al nacimiento se deja
sentir en el mundo sólo porque el recién nacido posee la capacidad de empezar
algo nuevo, es decir, de actuar. En este sentido de iniciativa, un elemento de acción,
y, por lo tanto, de natalidad, y no la mortalidad, puede ser la categoría
central del pensamiento político, diferenciado del metafísico.
Así
que, el totalitarismo odia todo nacimiento, porque lleva implícito no sólo la
acción, sino la alteridad y la aventura. Un elemento de acción y de natalidad
que es inherente a todas las actividades humanas. Asimismo, el totalitarismo
sitúa en el centro de la política, lo siempre igual, el servilismo, lo gregario
y la muerte. Los totalitarios odian la natalidad y la acción de la individualidad,
en la pluralidad de la política. La política no es para ellos, la acción plural
de la condición humana, sino el dominio y la homogenización de la sociedad. Como
lo expresa Arendt, se convierte en la categoría central del pensamiento
político.
La
cosa está clara: el hombre es un ser condicionado; todas las cosas con las que entra
en relación lo condicionan. Así, la condición humana trasciende y abarca toda
actividad del hombre, todas las cosas naturales y reificadas, hechas por el hombre, condicionan la vida de los
hombres. Arendt ubica en la misma balanza con las mismas pesas, los
condicionantes naturales y artificiales del hombre. Cualquier cosa que entra en
contacto o se relaciona con la vida del ser humano, se define como condicionante
de la existencia del hombre.
La
objetividad del mundo –su carácter de objeto o cosa- y la condición humana se
complementan mutuamente; debido a que la existencia humana es pura existencia
condicionada, sería imposible sin cosas, y estas formarían un montón de
artículos no relacionados, un no-mundo, si no fueran las condiciones de la
existencia humana. Sólo el mundo adquiere valor –las cosas o los objetos-,
cuando se relacionan con la existencia humana. De su condicionalidad depende su
existencia como cosas u objetos; ya que son objetos y cosas para el hombre. Si
no fueran para el hombre, se constituirían en un montón de cosas inertes y sin
importancia dentro del mundo natural de las cosas. Quien les da existencia
verdadera y eficaz, es el hombre; la relación o condición que establecen con
los hombres. Cuando se relacionan con la existencia humana, las cosas adquieren
<<Figura>>, esto es,
existencia para el otro, el hombre.
La
naturaleza humana no es lo mismo que la condición humana, y la suma total de
capacidades y actividades que corresponden a la condición humana no constituyen
nada semejante a la naturaleza humana. Ni la razón, ni el pensamiento
constituyen las características esenciales de la existencia, en el sentido de
que sin ellas dejaría de ser nuestra existencia. Labor, trabajo, acción y
pensamiento, son categorías que condicionan la condición humana; pero no la
existencia del hombre sobre la Tierra.
Así pues, en la esfera de la vita activa, diferencia la labor del trabajo. El producto del laborante es inmediatamente consumido; los
productos del trabajo –sean objetos de uso, objetos de goce como las obras de
arte- una vez terminados, persisten. Así que, la estabilidad, la durabilidad de
los objetos del trabajo, son los que posibilitan la objetividad. Para el mundo,
lo esencial es la estabilidad, la durabilidad, la artificiosidad e
intersubjetividad. De otra parte,
aunque sea un mundo artificial es, un mundo que perdura después de la muerte de
quienes lo construyen. Este espacio público no está constituido tan solo por
los productos del trabajo, sino también por la cultura y las instituciones.
Por eso, el caos o la crisis
política o social, se expresan en el arte; o, en otros términos, en las <formas>
estéticas. El arte no es un mero adorno. Como expresó Vico, es una voz que
habla, un esfuerzo para plasmar una visión en una forma material concreta. En
cambio, Arendt considera que el mundo es habitable, porque posibilita
trascender la vida en su sentido no biológico, gracias a la acción y la palabra. Si se corrompe la acción y la palabra (la poesía, la
novela, la música, el discurso político, la comunicación entre los hombres,
etc.); expresan su crisis en la cultura.
En toda comunidad que construye
un mundo vivible, la crisis de la vida pública se comunica en su cultura. Por
eso, sólo percibimos los efectos de la acción en la intangible trama de relaciones humanas. O, en la estabilidad de
las relaciones intersubjetivas. De ahí que sea necesario mirar detrás del forro
de los fenómenos y develar el verdadero sentido del mundo y de la vida.
Cuando Arendt analiza la sociedad
moderna, su crítica no se reduce a un simple lamento acerca de cómo los
modernos conceden tanto valor a la técnica, sino que su preocupación básica
gira en torno a las consecuencias que detecta en el hecho de que la sociedad
moderna esté organizada según la labor. El Mundo Moderna lo muestra no como un
retroceso paulatino de la naturaleza, sino como un desmesurado avance de la
misma y, por ello, como una progresiva pérdida de mundo común.
El Mundo Moderno está
estructurado, organizado y funciona, de acuerdo a las satisfacciones biológicas
del ser humano. Así, el sistema del capitalismo global lo expresa en el mercado
de <<valores>> y bienes de consumo. En el mundo objetivo hecho por
las manos del hombre y, a la vez mundo artificial, el hombre no sólo produce
mercancías para ser consumidas. Sino también una trama de relaciones que se
manifiestan en la esfera política, social, religiosa, el Estado y las
instituciones, las obras de arte y la cultura.
El mundo adquiere durabilidad,
estabilidad, permanencia, en la civilización
del artificio y las relaciones intersubjetivas. Un tejido que en el espacio
público expresa el mundo común, el que se comparte <entre> todos los seres humanos. Así que, el Mundo Moderno
prioriza el mundo objetivo sobre el subjetivo; el consumo de mercancías
desechables (neveras, televisores, colchones, casas, carros, máquinas, móviles,
ordenadores, etc.), sobre el mundo del espíritu, de la esfera de la
sentimentalidad, el ámbito del pensamiento, los valores de la moral y de la
ética, y el sentido estético del mundo y de la vida. Es aquí en estas esferas donde
entra en juego la crisis de la condición humana y la cultura.
En La condición humana, en el capítulo La permanencia del mundo y la obra de arte, considera la temática
del arte y, cómo éste consigue salvar de la ruina del tiempo algunos gestos
humanos efímeros. La obra de arte se distingue de todo el resto de objetos que
el hombre produce mediante el trabajo, por su capacidad como por su modalidad
de como permanece en el mundo como monumento y testimonio de la cultura, que
posibilita trascender la utilidad y la función que cosifica al ser humano
consciente y libre como si fuera un objeto no consciente ni libre.
El poeta J. M. Rilke dijo: <<el
arte redime lo que toca de la destrucción con que la naturaleza empuja a sus
productos hacia el final de su tiempo>>. En otros términos, el arte
redime de la destrucción de la naturaleza y la muerte como monumento y
testimonio de la cultura en la historia, la memoria y el recuerdo. Las obras de
arte, en general, desde las artes plásticas hasta la literatura, la poesía y la
música, son consideradas por ella, las más mundanas entre las obras manufacturadas.
Porque son capaz de expresar la civilización y la cultura, sobre todo en cuanto
a su capacidad de hacer experimentar el mundo como morada perdurable. De ahí que
su durabilidad no se debe a su materialidad, que es importante, sino, ante
todo, a permanecer en el tiempo debido a la memoria, el recuerdo y la
relevancia de la belleza entre los hombres. La belleza de las obras de arte
trasciende toda necesidad y las hace perdurar a través de los siglos; pero
nunca van más allá del mundo.
De la misma manera, la belleza
transforma los intereses, los contenidos religiosos y no mundanos en realidades
mundanas tangibles; en este sentido, todo arte es secular, y la diferencia con
el arte religioso está en su capacidad de <secularizar> -reificar y transformar en una presencia mundana <objetiva>, tangible- lo
que antes había existido fuera del mundo. De ahí que una obra de arte bien
lograda –la Gioconda, de Leonardo da Vinci; el Guernica de Picasso-, expresan un modo
estético y especial, en que los hombres se relacionan con el mundo y los demás
hombres. La obra de arte irradia belleza, armonía y expone una particularidad
única e irrepetible.
Por decir así, la vita activa: la labor, el trabajo y la acción, configuran el Mundo Moderno y al
hombre moderno. Que la política es la acción plural de la condición humana y,
no el dominio y la homogenización de la sociedad. Así que, la acción plural de
la condición humana, se convierte en la categoría central del pensamiento
político. Que todo nuevo nacimiento lleva implícito la acción, como alteridad y
aventura. Por eso, los gobiernos totalitarios y autoritarios, detestan la
natalidad y la acción de la individualidad, en la pluralidad de la política.
Porque rompe lo establecido por el ejercicio del poder como <verdadero> e
incuestionable. De ahí que el nuevo nacimiento se hermane con la libertad.
En el Mundo Moderno el conflicto
entre individuo y sociedad, se repite una y otra vez, tanto en la realidad como
en la ficción. Así, el individuo moderno hace parte de la sociedad ante la que
trata de autoafirmarse y que siempre obtiene de él lo mejor. Lo importante del
papel de éste en la esfera social, consiste en que, se convierte en consciencia
crítica de la misma y, además le da unos rasgos humanitarios, al quererla
transformar por otro <tipo> de sociedad.
El contenido intelectual y
ficcioso del conflicto toma así mismo, un tinte político. Los explotados, los
marginados, los lumpen, los desclasados, los obreros, los campesinos, y ciertas
clases sociales de la Gran ciudad, se
convierten en punta de lanza para luchar y cambiar la sociedad y el ejercicio
del poder. Aquí la realidad copia a la ficción. Aparecen grupos sociales o
minorías que la sociedad había excluido en las tomas de decisiones, que
empiezan a ser actores políticos, sociales o culturales, en la sociedad de
masas y la cultura de masas. Que dinamizan las relaciones intersubjetivas de la
sociedad y la pluralidad de acción política, en búsqueda de un mundo más
vivible, más humano y más libre.
Madrid-España 15/07/2022