Antonio
Mercado Flórez. Pensador y Ensayista.
Enrique
Bernárdez, en el texto ¿Qué son las
lenguas? Se pregunta sobre el origen del lenguaje, la relación que existe
entre lenguaje, cerebro, cognición y sociedad. Tiene como objeto de análisis el
lenguaje. “El lenguaje es algo que está en nuestras vidas desde el primer
instante hasta el último. Nada más nacer escuchamos palabras en alguna lengua,
incluso hasta el útero materno nos llegan ecos del lenguaje que no nos
abandonará jamás”. (Bernárdez)
El
lenguaje en el siglo XX, se convirtió en objeto de estudio de una pluralidad
disciplinas: la filosofía, la sociología, la historia, la arqueología, la
política, la psicología, la lingüística, que se plantean su origen hasta la
relación que tiene con la cognición, la experiencia, la representación del
mundo y su realidad, y la relación entre lenguaje y pensamiento. El lenguaje
entonces es la retícula donde emerge y descansa la vida individual y colectiva
del ser humano. El lenguaje dijo Martín Heidegger es, “la casa del ser” y sus guardianes el pensador y el poeta.
¿Qué
es el lenguaje? ¿De dónde procede?
Podemos
decir que el estudio de la evolución humana se relaciona con el cerebro y el
lenguaje; por eso existe una correlación entre la evolución del cerebro y la
conducta humana. La evolución del ser humano en su aspecto físico, biológico,
en su conducta o el pensamiento, etc., se relaciona con el lenguaje. Algunos
lingüistas, teóricos del lenguaje, piensan que éste se sitúa con el cerebro en
el “centro” de la existencia humana: material, espiritual, mental y la
experiencia que vive como tal.
Giambattista Vico (siglo XVII-XVIII) dijo que,
“rastreando la historia de las palabras podemos rastrear la actitud hacia las
cosas que expresan esas palabras, el papel que desempeñaron en las vidas que
queremos comprender. Ese es el motivo que la historia de los lenguajes tenga una
importancia crucial”. Así que, “la evolución de una lengua no es una mera
evidencia, sino parte de la esencia de la evolución de la consciencia de la que
la lengua es una expresión y con la que forma un todo”. (Isaiah Berlin).
De
la misma manera, otros piensan que “el pensamiento es una forma del lenguaje”. Y otros que el lenguaje tiene un origen
divino, tal como lo hacen los filósofos mesiánicos, Walter Benjamín, Franz
Rosenzweig o, Germán Cohen. De ahí que toda conducta, pensamiento, experiencia,
esté relacionado con él. Esto quiere decir que no existe una visión unitaria
del origen del lenguaje.
“La
lengua representa la idiosincrasia más profunda de un pueblo y una cultura y de
las personas que participan de ésta. Si se pierde la lengua desaparece la
cultura, y las personas quedan desarraigadas cultural, étnica y nacionalmente.
De manera que hay que procurar que no desaparezca ninguna más. La lengua es parte de la cultura, de
la identidad étnica e histórica”. (Bernárdez). Si prescindimos de ella y de la cultura, y dejamos morir los
usos, las costumbres, los ritos, las tradiciones, los símbolos, en nombre del
número o del objeto, de las imágenes en movimiento o, los lenguajes digitales
de la cultura de lo efímero. Desaparece la identidad cultural, étnica y
lingüística de un pueblo. O, dicho, en otros términos, desaparecen los pueblos
como tales.
No
se puede dejar la lengua al margen del resto de la cultura. Porque ésta es “un
elemento fundamental en la vida del ser humano. Esto es: somos humanos porque
tenemos lenguaje”. Somos seres del
lenguaje y quien define al hombre como hombre no es el cerebro, el cuerpo, el
espíritu o los sentidos, sino el lenguaje. Éste ayuda a desarrollar el proceso
cognitivo y de socialización. “Todas las lenguas que existen, han existido o
puedan existir tienen gramática. La gramática es un componente esencial del
lenguaje humano: no puede existir lengua (habla, dialecto, etc.) sin
gramática”. (Bernárdez).
Sabemos
que todos los pueblos poseen literatura, poesía, como todos tienen gramática,
símbolos, signos, para denotar lo que existe. Pero también para comunicarse
entre sí y con otros pueblos. Así que, la esencia del ser humano es enteramente
lingüística, y la lengua comunica contenidos espirituales que le corresponden.
Por eso, la labor del pensamiento es relacionar la esencia del Ser y del hombre
con el lenguaje–al decir de Heidegger.
George
Steiner dice que “la literatura es un lenguaje hasta cierto punto fuera del
tiempo cotidiano que, al decir de Ovidio, sobrevive al tiempo mejor que el
mármol o el bronce. Cuando la literatura es literatura, las opiniones o
informaciones no pueden ser abstraídas ni para fraseadas –o sólo
imperfectamente-. En el habla cotidiana, buena parte del material lingüístico
es contingente, superfluo o decididamente convencional; podemos reemplazarlo
con materiales análogos sin perder demasiado.
La
literatura es lenguaje, pero lenguaje en estado especial: un estado de total
significación, que es única en cada poema o fragmento de prosa. No es posible
sustituir ningún elemento semántico, por más pequeño que sea. Dado que la
literatura se deriva, en todo momento y por definición, de la historia y el uso
de una lengua determinada, nuestra compresión de ella es esencialmente
lingüística”.
Así
pues, el lenguaje, en su defecto, sirve para hacer cosas, comunicar cosas,
hacer literatura, poesía, y, por tanto, existe una función del lenguaje que suele llamarse estética. Ahora ¿qué es literatura? Ésta es un fenómeno social,
cultural, y la sociedad y la cultura se interrelacionan en la narración
literaria. De ahí que exista la función estética del lenguaje. Y, no podemos
olvidar que, la estética es la madre de
la ética. Porque el arte, la literatura, la música, la poesía, posibilitan
sondear e interrogar la condición humana y, además, precisarla.
Coleridge
dijo muy claro: “La lengua es la armadura de la mente humana y contiene al
mismo tiempo los trofeos de sus conquistas pasadas y las armas de sus
conquistas futuras”. El lenguaje es el halo luz que da forma, ubicación y
organización a la experiencia humana. “Hablamos del mundo” y el poeta lo hace
con excepcional riqueza y precisión. (Steiner). Wittgenstein afirmó que la
filosofía es esencialmente “una terapia del lenguaje” y su tarea natural y
esencial es clarificar el uso de la sintaxis y proponer un cambio radical de
actitud. (Steiner).
Hay
que tener presente que el estudio de la evolución humana está relacionado con
la lengua y la cognición del ser humano. Además, existe una correlación entre
la evolución del cerebro y la conducta humana. O, en otras palabras, entre la
evolución del ser humano en su aspecto físico, biológico, de conducta y el
lenguaje. Estas son esferas que están correlacionadas entre sí. “Y si
determinadas conductas y actividades humanas están relacionadas con el
lenguaje, entonces será posible ver paralelamente la evolución de todos estos
aspectos”.
Ahora,
la teoría del lenguaje nos posibilita una pluralidad de elementos para estudiar
el origen de éste o, el lenguaje propiamente dicho: “Su relación con el
cerebro, con las actividades no lingüísticas, con la conducta social, incluida
la cultura; categorización (conceptual) y su relación con el vocabulario,
relación del lenguaje oral con el gestual y con otras formas de expresión, con
la actividad simbólica; relación entre el posible origen del lenguaje y la
característica de las lenguas que conocemos; cambio lingüístico y contacto y
mezcla de lenguas”. (Bernárdez).
Así,
la conversación, la comunicación, la traducción, vivir en un entorno comunicativo
posibilita desarrollar las capacidades intelectivas, mentales, cognitivas del
ser humano; o, activar el mundo simbólico, metafórico o, la imaginación
creadora de “formas”. Cuando disminuye la conversación o la comunicación,
disminuye la capacidad de asombro, de imaginación, de pensar y la cualidad de
ser humano y no inhumano. Disminuye la capacidad de entendernos unos a otros en
las esferas de la conversación, del
arte, la música, la religión, el mito y la cultura en general; en este ámbito
no existe correspondencia entre el mundo
simbólico de la mitología y el mundo
simbólico de la técnica moderna.
De
ahí que Walter Benjamín diga en el ensayo Del
lenguaje en general a la lengua de los hombres en particular, que Dios no
puso en el centro del Edén el Árbol del
Bien y del Mal, sino el de la Interrogación.
Así que, al hablar el hombre se interroga a sí mismo, al otro y al entorno que
lo rodea. Es decir, que el hombre es un ser lingüístico que se comunica en su
lengua, connota e interroga, el mundo del que hace parte. Por eso, la
lingüística y la poética están estrechamente relacionados; porque el lenguaje,
el uso y la trasmisión del logos, son
los contenidos espirituales sobre los que trabajan.
En
este orden de ideas, el lenguaje posibilita pensar en imágenes, conceptos o de
tipo inspirado. Ahora bien, el lenguaje debe asociarse con la cultura para
desarrollar las potencialidades del ser humano. Porque es en la esfera de la
cultura, la sociedad, donde el pensamiento y el lenguaje expresan los contenidos
espirituales que le corresponden. “La utilización de un signo en ausencia total
del objeto de la realidad al que se refiere es fundamental para el lenguaje. En
lugar de establecer una referencia directa a la realidad se ha establecido una
referencia a la representación mental de la realidad”. (Bernárdez).
Hay
que tener en cuenta que, para entender el origen del lenguaje “las palabras
corresponden a “conceptos”, de modo que estos tienen que existir para poder ser
emparejados con sonidos. En segundo lugar, tiene que producirse el
emparejamiento mismo”. Ahora, por la primacía de los lenguajes digitales, las
imágenes en movimiento, las redes sociales, estamos en un proceso de reducción
de la gramática, el vocabulario y la sintaxis, y este proceso está repercutiendo
en el lenguaje y los movimientos del pensamiento. El lenguaje entonces no
responde a los procesos mentales, a la creación de pensamiento. Somos parte
entonces de una época en que la pobreza del pensar y del lenguaje, se relaciona
con el empobrecimiento de la condición humana: la vida, el nacimiento, la
muerte, la pluralidad y la mundanidad – al decir de Hannah Arendt.
Por la pobreza del lenguaje y
del pensamiento estamos viviendo una reducción de la capacidad expresiva y
comunicativa del ser humano. Así “podemos entender la sintaxis como resultado
de la automatización de procesos lingüísticos”.
Además,
por el desarrollo y la complejidad de las sociedades modernas, parte de la
comunicación se lleva a cabo sin la presencia de interlocutores: “es el caso de
la escritura, desde sus formas más primitivas. Muchísimo después han surgido
formas de comunicación oral sin contacto visual alguno (teléfono, radio), e
incluso sin contacto directo entre los interlocutores, como sucede en los chats
de Internet. Todo esto hizo necesario organizar de modo muncho más preciso el
lenguaje oral para poder tener éxito en la comunicación sin contar con el apoyo
de los gestos”. Los teóricos del lenguaje creen que es en buena medida un
instrumento de la vida social, que lo utilizamos para sustituir la realidad.
Así que, “la evolución de la sociedad y de la
cultura va pareja con la evolución de las necesidades lingüísticas: al hacerse
más compleja la sociedad, las necesidades informativas crecen y el lenguaje va
haciéndose cada vez más imprescindible, especialmente porque no puede esperarse
ya que todo el mundo sepa de todo. Igualmente, la complicación de los útiles,
las herramientas, las normas sociales y demás, obligan a trasmitir conocimiento
por medio del lenguaje. Y eso exige una herramienta lingüística cada vez más
flexible y, si queremos usar la palabra, más compleja”. (Bernárdez).
En
la medida que la esfera social es más abstracta las necesidades lingüísticas
son más complejas, “las lenguas cambian porque se usan y porque el uso pone
unas condiciones que necesariamente producen inestabilidad. Si pensamos que el
lenguaje es una cierta disposición mental y que su uso es secundario, el cambio
no puede producirse sino es por una nueva mutación genética. El lenguaje en su unidad
indisoluble con el uso, el cambio es consustancial a él, no un aspecto
marginal” (Bernárdez).
Ahora
bien, “las lenguas cambian porque entran en contacto unas con otras; cuanto más
intenso sea el contacto, más rápido y drástico será el cambio”. Ahora si las
lenguas cambian cuando se interrelacionan, de la misma forma cambian los
hablantes. Aunque el ser humano sea el mismo desde hace cientos de años, las
condiciones materiales, mentales, culturales y lingüísticas no permanecen
inmutables. “Hoy día se considera un tipo fundamental de cambio lingüístico, de
la gramaticalización, la transformación de una palabra en un elemento
gramatical”.
No
podemos olvidar que el lenguaje es a la vez un fenómeno socio-cultural e
individual-mental, que se transforma así mismo en la medida que cambia la
sociedad y esto repercute en la mente del individuo. Así, el pensamiento se
transforma y con él el lenguaje que comunica. Por tanto, no hay que tener en
cuenta sólo la estructura, sino también el uso del lenguaje y las condiciones
en que tiene lugar, para considerar el cambio lingüístico.
Preguntamos,
¿para qué sirve el lenguaje? “Todos los seres humanos tienen lenguaje. Pero
¿para qué sirve? Sirve para la comunicación”. Si el ser humano no tuviera
lenguaje no podría pensar; el pensamiento es una forma del lenguaje. ¿Qué comunica el lenguaje? Comunica contenidos
espirituales y la esencia que define al hombre es, el Ser y el lenguaje. Ahora,
desde un sentido social el lenguaje trasmite información y no debemos
entenderlo solo como aparece en los medios de comunicación de masas.
En
este orden, “el lenguaje sirve básicamente para establecer la cohesión social e
interpersonal”. Con él participamos y compartimos la esfera social, política,
económica, cultural, con los demás. De ahí el lenguaje “posee una plasticidad
que permite utilizarlo en las situaciones más variadas y los fines más
diversos. Es en consecuencia un medio ideal para la relación social, para la
comunicación entre individuos”.
“El lenguaje está para decir cosas y no
simplemente para charlar”.
Además,
el lenguaje sirve para la comunicación, pero ésta no se limita a la simple
transmisión de información. Ahora bien, según la teoría del lenguaje, éste
sirve para mantener las relaciones interpersonales, la identidad y la
coherencia del grupo; en este ámbito, cumple una función interpersonal. También sirve para comunicar a los otros seres
humanos información sobre la realidad, tanto mental, cultural y social; cumple
entonces una función comunicativa.
Así
mismo, sirve para representar la realidad, para organizar coherentemente lo que
percibimos, conceptualizamos e imaginamos; así cumple una función representativa. En esta alta
civilización técnica, de masas y cultura de masas, el lenguaje audiovisual,
auditivos no lingüísticos, Internet, redes sociales, imágenes en movimiento,
están minando las bases fundamentales del lenguaje natural. Se está dando el
paso del lenguaje natural al lenguaje artificial. Tengamos presente
que “las analogías entre las estructuras profundas de las lenguas son más
fuertes que sus diferencias de superficie. En este terreno la revolución
lingüística juega un papel crucial”.
En
relación a la competencia lingüística humana, lo que se “refiere a significados
precisos, así como a connotaciones y opiniones que requieren un contexto
especifico, las células y sinapsis del cerebro humano funcionan a una velocidad
y un nivel selectivo que esta fuera del alcance de cualquier computadora”. En
lo que se refiere a “la naturaleza y los límites del lenguaje, al genio
singular del lenguaje y del “animal lingüístico”, las computadoras y los
lenguajes digitales, están a gran distancia de la estructura profunda de las
lenguas humanas. Si los lenguajes
artificiales llegaran a sustituir las leguas
naturales, representaría para la cultura occidental una fractura
fundamental.
Si
olvidamos que el lenguaje es quién permite representarnos la realidad de forma
organizada, coherente, y esta representación posibilita comunicar la realidad,
tomar contacto unos a otros y todas aquellas cosas que sirven para las
funciones interpersonales y comunicativas. Olvidamos que “el lenguaje y el hombre están en correlación, que se implican y necesitan
mutuamente”. (Steiner).
“El
lenguaje, en consecuencia, nos permite organizar la experiencia de una forma en
que no puede hacerlo ningún sistema perceptivo”. También organiza las representaciones de la realidad, los
conceptos y la imaginación creadora de “formas”. Así que, el lenguaje
posibilita representarnos la realidad y manejarla de modo indirecto; posibilita
que se sustituya ésta por formas simbólicas. Entonces, el símbolo sustituye a
la realidad de las cosas físicas y se utiliza para representar, hablar,
comunicar, los contenidos espirituales de la realidad. Umberto Eco dijo: el hombre es un animal simbólico por
naturaleza.
En
este orden, consideramos que las
similitudes lingüísticas “se deben a la existencia de una idéntica base
cognitiva y la similitud esencial de la experiencia humana. Es decir, todos
nacemos con capacidades cognitivas semejantes, un cerebro que posee una única
arquitectura y funciona igual en todos los seres humanos”. Los seres humanos somos los
mismos y actuamos de manera semejante. El ser humano entonces está en el
interior de todos y cada uno de nosotros. Por tanto, “el lenguaje, con su genio
y sus limitaciones, es exclusivo del hombre”. (Steiner).
De
ahí el lenguaje es un medio que nos permite resolver ciertos problemas
planteados por la interacción social. Ora, el ser humano reproduce la realidad
que percibe, y también la trasmite a otros individuos. Pero también trasmite la
realidad mental y cultural en sí misma, que se llama función interpersonal del lenguaje. Así, la
lengua es trasmisible y además tiene cierta relación estable con la realidad;
con la realidad percibida, mental y cultural, no con la realidad física,
“exterior”, tal como la quiere conocer la ciencia. Por tanto, la realidad
mental, la relación “realidad-lenguaje” es más bien una relación
“mente-lenguaje”, de ahí que nuestro pensamiento tenga mucho que ver con la
lengua.
Así
que, una de las características del lenguaje es su función representativa, la
identidad entre pensamiento y lenguaje, “pensamos hablando, pensamos porque
hablamos”. Aquí se constata lo que Martín Heidegger expresa, que el pensar
relaciona el Ser con el lenguaje. El pensar es el pensar del Ser. Así que el
rigor del pensar (el pensar como pensar de la verdad del ser) no consiste sólo
en la exactitud artificial, es decir –teorico-tecnica- de los conceptos.
Consiste en que el decir permanece puro en el elemento de la verdad del ser y
deja que reine lo simple de sus múltiples dimensiones. (Heidegger).
Hay
que tener presente tan pronto como el “rigor del pensar” deja de permanecer
puro (en el elemento de la verdad del ser); aparecen nombres como “lógica”,
“ética”, “física” surgen por primera vez en escena tan pronto “el pensar
originario toca a su fin”. Aunque el rigor del pensar, el pensar originario,
toque a su fin, la identidad entre pensamiento y lenguaje, sigue siendo una
función importante en la vida humana. Porque al reflexionar entablamos un
diálogo consigo mismo; también existen otras formas de pensamiento como pensar
en imágenes libres. El Premio Nobel
de literatura húngaro Imre Kertész dijo:
“El pensamiento es el lamento
de los hombres: pensar sobre la vida equivale a cuestionarla; ahora bien, sólo
cuestiona su propio elemento vial aquel que se ahoga o se mueve en su interior
de manera contraria a la naturaleza”.
La
cultura entonces se relaciona con la Gramática
de la vida. Que Steiner entiende como “la articulación organizada de la
percepción, la reflexión y la experiencia; la estructura nerviosa de la
consciencia cuando se comunica consigo mismo y con otros”. Es el lenguaje el
que posibilita que las personas piensen y hablen mediante procedimientos
metafóricos, signos, alegorías, etc. O, entender cosas complejas en términos de
otras más simples. Por ejemplo, entender la sucesión números naturales en
relación a los puntos de un camino.
Steiner
nos recuerda que “Kant y Schelling, pensaban que el lenguaje es menos un espejo
que un rayo de luz lleno de energía, que da forma, ubicación y organización a
la experiencia humana. <<Hablamos el mundo>> y el poeta lo hace con
excepcional riqueza y precisión”. De ahí que el lenguaje “en su verdadero
sentido, en su realidad concreta, escapa al conocimiento de cualquier modelo de
ciencia lingüística” -dijo Frank Leavis. O también Walter Benjamín que le
confía, a Hugo von Hofmannsthal que había acogido con benevolencia el ensayo
sobre Las afinidades electivas, “la convicción que toda
verdad tiene su morada o palacio ancestral en la lengua, que ese palacio está
hecho de los más antiguos logoi y
que, frente a una verdad así fundada, las aspiraciones de las ciencias particulares
siguen siendo algo subalterno”.