LA
LECTURA ES UNA LLAMA QUE ILUMINA
LA VIDA
A mi esposa:
Aida Montero Silva.
Antonio Mercado Flórez. Filósofo
y Ensayista.
El mundo está transformándose en
un ágora en el que, de un día para otro, los llamados “medios” anticipan la
opinión. Los oyentes se encuentran por millones, hablan muchos idiomas; de ahí
que las imágenes no sean ya simples ilustraciones, sino lo principal. Los
efectos que ellas causan son más fuertes que los causados por las palabras […]
El planeta ha adquirido un aura nueva, una epidermis más sensible.
Ernst Jünger
<<La Tijera>>.
Palabras de Adriano: “Si hubiese
sido sabio, hubiese sido feliz hasta mi muerte”. Pues la sabiduría es lo que
nos preserva del abuso de la fuerza.
Marguerite Yourcenar
<<Con los ojos abiertos>>
En el texto Cómo leer y por qué, dice Harold Bloom: “Leer bien es uno de los
mayores placeres que puede proporcionar la soledad, porque, al menos según mi
experiencia, es el más saludable desde un punto de vista espiritual. Hace que
uno se relacione con la alteridad, ya sea la propia, la de los amigos o la de
quienes pueden llegar a serlo. La invención literaria es alteridad, y por eso
alivia la soledad”. La lectura permite desgarrar la homogenización, la
disciplina, la voluntad de poder, la objetivación del ser humano y el “Aquí-Ahora” de la cotidianidad. También posibilita
vivir experiencias, conocimientos, narraciones y gestas que se depositan en la
memoria y el recuerdo.
En la antigua Grecia, “Mnemosine –recuerdo y memoria- es la
madre de las musas, lo cual quiere decir que reevaluamos la realidad a través del
pensamiento y el recuerdo. Esta reevaluación permite detener y objetivar lo
intangible, es decir, los acontecimientos y las gestas, las palabras y las
historias”. Así, el origen de la objetivación artística –de la obra de arte, la
música, la novela, la poesía, entre otros- está en el pensamiento. Ahora, ¿por
qué se lee? “Para que los individuos tengan la capacidad de juzgar y opinar por
sí mismos […] La lectura sirve para prepararnos para el cambio, y,
lamentablemente, el cambio definitivo es universal”.
La lectura ayuda a evaluar y
reevaluar indefinidamente la realidad, el mundo y la vida, y, en su defecto,
permite oír, hablar, pensar, como otros lo han hecho. Posibilita ponernos en el
lugar del otro, o de aquellos que queremos comprender. Tratar desde el pasado,
conocer y evaluar, el “Aquí-Ahora”,
el “Presente-Actual”, de la realidad
y la vida.
Esta figura en la historia de la
humanidad ha legitimado a las naciones, los Estados y los pueblos, para
implementar, organizar y ejecutar acciones de gobierno. La memoria histórica es
la fuente que genera los elementos, las acciones, las gestas, las narraciones,
que dan a los pueblos su identidad. Si no hay memoria histórica no se puede
acceder a la rememoración, que posibilita comprender el “Presente-Ahora” y el “Futuro”.
La lectura guarda una relación
con el pasado –los actos, los acontecimientos, las palabras, las historias- que
permiten que la vida de esos hombres ignotos, los personajes de las novelas,
estén en el interior de todos y cada uno de nosotros. Esta, al igual que todas
las actividades de la mente, pensaba Samuel Johnson, debía satisfacer la
preocupación por “aquello que sentimos próximo a nosotros, aquello que podemos
usar”. Sir Francis Bacon dijo: “No leas para contradecir o impugnar, ni para
creer o dar por sentado, ni para hallar tema de conversación o de disertación,
sino para sopesar y reflexionar”.
En este orden, reitera Bloom, de
la lectura: “Encontrar en aquello que sintamos próximo a nosotros, aquello que
podamos usar para sopesar y reflexionar, y que nos llene de la convicción de
compartir una naturaleza única, libre de la tiranía del tiempo”. Se trata de comprender
la palabra y la imaginación, como la luz que nos eleve al espíritu y alumbre la
profundidad de la naturaleza humana: significa que el hombre es todos los hombres
y, que por muy lejos que se encuentren en la historia están en interior de
todos y cada uno de nosotros.
La lectura nos prepara para
reflexionar y luchar contra el tiempo, es decir, contra la muerte. Quien lee desvela las cosas rítmicas que
están implícitas en la alteridad del mundo y la vida. Pero también fortalece
nuestra personalidad y ayuda averiguar cuáles son nuestros auténticos
intereses. “Los placeres de la lectura –piensa Bloom- son más egoísta que
sociales. Uno no puede mejorar de manera directa la vida de nadie leyendo mejor
o más profundamente”. Porque el placer de la lectura que ayuda al crecimiento
de la imaginación, del lenguaje y del pensamiento, no conllevan a la justicia
social, a la preocupación por los demás, ya que es una actividad que nos enfrenta
a sí mismo y al mundo que nos rodea.
La lectura despierta las diversas
esferas de la estética del placer, de la amistad y del amor. Es el puente que
comunica la cognición y la obra de arte. Allí radica –piensa Hannah Arendt- “la
grandeza del ser humano, que es entorno a lo que gira todo, consiste en la
capacidad de hacer cosas y de decir palabras que sean merecedoras de la
inmortalidad –esto es, el recuerdo eterno- pese a que los seres humanos sean
mortales”.
Así, “toda cultura es una especie
de fabricación del mundo, que en términos aristotélicos es ya una athanatidzein,
un hacer inmortal”. La obra de arte y la acción, colocan algo, “entre lo
perecedero del ser humano y lo imperecedero de la naturaleza, que les sirva a
los mortales como vara para medir su mortalidad”. Por tanto, “los artistas y
los poetas, objetivan el mundo real y los hechos reales, y los convierten en
cosas con el fin de asegurar la permanencia necesaria para alcanzar la fama
inmortal”.
Ahora, ¿por qué es importante
leer? Porque nos ayuda a comprender los placeres más hondos y amplios de la
existencia. Y que “es preciso no dilapidar de manera ignorante y lastimosa
nuestros placeres”. Nos recuerda que, “siempre hay en nosotros un demonio que
susurra “amo esto, odio aquello” y es imposible acallarlo”. La lectura nos enseña
que “debemos soportar tanto el haber nacido como el tenernos que morir; es
decir, de madurar”. O, en otras palabras, “resulta incapaz de fortalecer su
personalidad, que, por consiguiente, no madura”.
La lectura nos ayuda a percibir
el tránsito que vivimos en la época actual, el paso del logos natural a estar situado en su parte material (medios de
comunicación, redes sociales, Plataformas Digitales y la primacía de las imágenes
sobre las palabras, etc.), y como “junto al desierto visual está abriéndose paso
ahora un infierno acústico”. Este acontecer de las cosas y de la vida, está
alterando la naturaleza del Ser y del existir. Por eso, somos pobres de espíritu
y hemos dejado de beber en las fuentes de agua que brotan del “pozo de los
pensadores”.
Empero, la crítica literaria
tiene una función, dirigir al lector que lee por sí mismo, por la estética del
placer de la lectura y no por unos intereses que, trascienden la propia
personalidad. Expresa Bloom: “No es casual que los historicistas –críticos que
creen que todos estamos inexorablemente condicionados por la historia social-
consideren que los personajes literarios son meros signos en una página […] El
historicismo, tanto referido al pasado como al presente, es una especie de
idolatría, una devoción obsesiva a lo puramente temporal”.
Esto nos lleva a comprender que,
en la época actual, los tópicos o lugares comunes son formulas o clichés que
están reemplazando la palabra y el pensamiento. “Los poemas de nuestra
tradición cultural han sido reemplazados por la ropa interior que cubre el
cuerpo de nuestra cultura”. La vida de la mente y del espíritu será aniquilada
en pocos espacios de tiempo, si predomina el pseudointelectual que responde a
las necesidades del poder y del saber. La “rebaja de los valores” de cultura
expresan en la Edad Moderna la utilidad de apropiarse de ellos y convertirlos
en valores. Los objetos culturales –obras de arte, textos narrativos, poesía,
entre otros-, pierden la naturaleza que los constituye, el aura, y se convierten en objetos de consumo en el mercado de la
circulación y la demanda.
Así, “la socialización de la
cultura –su devaluación en forma de valores sociales- es un fenómeno moderno
mucho más general”. Un fenómeno que se da en Europa y Estados Unidos, con la
particularidad de que en este país la socialización de la cultura, es la expresión
de una reacción “del esnobismo cultural de los intelectuales activos es una
reacción a la sociedad de masas”. Este tipo de agentes identifican la
socialización de la cultura con la devaluación en forma de valores sociales.
Estos se deben según ellos a la emergencia de la sociedad de masas. Creen que
“<<las rebajas de los valores>> han sido, sobre todo, unas
<<rebajas>> de los valores educativos”. Para esta clase de elitismo
cultural, la universalización de la educación trae consigo un rebajamiento en
los valores de la cultura y la educación. Lo cual es sumamente falso en la
época que vivimos.
El fenómeno de la industria del
entretenimiento en la actualidad, está afectando a la palabra, la experiencia y
el pensamiento. Porque están contaminando los contenidos espirituales que
comunican. Su función es hacer pasar el tiempo, tal y como se suele decir, pero
significa que sirven al proceso vital de la sociedad, que los consume de la
misma manera que hace con otros objetos de consumo. “El tiempo vacío así consumido
es tiempo biológico, es decir, el tiempo resultante tras sumar la labor y el
sueño”. Ahora, entre más tiempo tiene el hombre en la sociedad de masas, entre
más tiempo tiene para el ocio, “le brinda la posibilidad de utilizarlo para el
placer, que es una parte esencial del proceso biológico de la vida, del mismo
modo que lo son la labor y el sueño”. Entonces, labor, placer y sueño, se
convierten en piedras de toque para el proceso vital en la sociedad del
entretenimiento o del espectáculo.
“Las cosas que ofrece la
industria del entretenimiento no son valores que puedan ser usados e
intercambiados, sino que son objetos de consumo tan aptos para ser agotados
como cualquier otro. Panem et circenses
(pan y circo), las dos cosas van juntas”. Son importantes en el proceso vital
del ser humano. Así, los objetos han de ser “producidos y realizados una y otra
vez”. “Todo funciona a la perfección siempre y cuando la industria del
entretenimiento produzca sus propios objetos de consumo […] No obstante, si la
industria del entretenimiento reivindica los productos culturales –que es justo
lo que sucede en el seno de la cultura de masas-, se corre el peligro inmenso
que el proceso vital de la sociedad -el
cual, como todos los procesos vitales, incorpore de manera insaciable al
sistema circulatorio biológico de su metabolismo todo lo que se le ofrece-
comienza a devorar, literalmente hablando, los productos culturales”. El
deterioro de la cultura obedece a unos agentes sociales que “organizan y
propagan la cultura por todo el planeta, y desean convertir esta cultura en
algo agradable a todos aquellos que no tienen ningún interés en tener contacto
con ella”. (Hannah Arendt).
La lectura es la llama de la vela
que ilumina en medio de la oscuridad del mundo actual. El buen lector ha de
convertirse en iluminación para los demás. Emerson dijo que la sociedad no
puede prescindir de las mujeres y los hombres cultivados, y, proféticamente
agregó: “El hogar del escritor no es la universidad sino el pueblo”. Esos
hombres y mujeres que sondean la naturaleza y la condición humana, es decir,
los que sirven de ejemplo y modelo a la sociedad. Así, el buen lector madura y
luego, se convierte, en buen escritor. Por eso vive, no obstante, un segundo
nacimiento de la mente y del espíritu. Pero esta cualidad, no es más que una
metáfora que encierra una tremenda capacidad de comprensión.
En consecuencia, la sociedad de
masas no puede exigir de nosotros la mediocridad. En este orden, dice Bloom:
“Leemos a Shakespeare, Dante, Chaucer, Cervantes, Dickens y demás escritores de
su categoría porque la vida que describen es de tamaño mayor que la natural. En
términos pragmáticos, se han convertido en la verdadera bendición, entendida en
el más puro sentido judío de “vida más plena en un tiempo sin límites”. La
lectura es la llama de la vela que ilumina al hombre y a la mujer, para
alcanzar lo sublime y sagrado que mora en el seno de todos y cada uno de
nosotros. Así, leemos para iluminarnos así mismo: “no es posible encender la
vela que ilumine a nadie más”.
Madrid-España
a 07/02/2023