domingo, 28 de enero de 2024

LA TÉCNICA: EL PREDOMINIO DE LA CULTURA DIGITAL


 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

 

En la actualidad con el predominio de los lenguajes digitales (Facebook, X, Google, WhatsApp, Instagram, etc.), y la Inteligencia Artificial Generativa, el ser humano no es consciente de las repercusiones psicológicas, espirituales, materiales, éticas, morales e intelectivas, que acarrea. Las capacidades cognitivas, de asombro, de creación, la libertad, se deterioran para dar paso a la Cultura del artificio. Así que, la memoria y el rememorar, la curiosidad y el momento oportuno, los reemplazará Google, y el mundo de las cosas y la realidad, dará paso a la base de datos y a los lenguajes digitales. De ahí que el lenguaje de las máquinas y las imágenes sean más fuertes que las palabras. Porque lo que se esconde detrás de la esencia de la técnica es la libertad: de pensar, de imaginar, de asombro, de juzgar o de Ser.

Así que, el ser humano delegará a la técnica y a las máquinas, el manejo responsable de la libertad y de Ser. La pereza mental y de actuar será la característica de las masas del Siglo XXI. Sólo una “selecta minoría” tendrá la capacidad, la voluntad y el arrojo, para analizar, cuestionar y criticar, lo establecido como verdad por el Estado Técnico y el Gran Poder.

Sabemos que la educación forma o deforma la individualidad para siempre. Sí en la educación de la niñez prevalece la Cultura del artificio y los lenguajes digitales, esto es, los grandes modelos lingüísticos de las máquinas, la pereza mental prevalecerá sobre la curiosidad y la capacidad de asombro. Si la educación se centra y privilegia GPT4 o 5 y las maquinas piensen y tomen las decisiones por los niños, repercutirá en el pensar y la Condición Humana: el nacimiento, la vida, la muerte, la mundanidad, la pluralidad, la libertad, etc., como la concibe Hannah Arendt.

Esto será más importante que los Gobierno y los Estados, la economía, las instituciones públicas o privadas, el desempleo o las financias internacionales. Entonces, si el ser humano delega la capacidad de pensar, de juzgar y de Ser, a una máquina, no tendremos futuro como especie. Desde una perspectiva lingüística el pensamiento dejaría de ser una forma del lenguaje y se convertirá en una de la máquina. La pregunta, fundamento de la filosofía y del pensar, da paso a la respuesta lógica, matemática o, a la estadística; y esto, se convierte en una tragedia fundamental. Así que, los modelos lingüísticos de las máquinas incentivan la pereza mental y de actuar.

En las sociedades que se están configurando, el desarrollo de las humanidades será fundamental, porque dotará a los seres humanos de una “Caja de herramientas” conceptuales, la intuición, la curiosidad, el asombro, y la experiencia, como herramientas para desarrollar el pensamiento crítico. La filosofía, la historia, la literatura, la música, el arte, entre otros, posibilitarán que los individuos y las sociedades florezcan, que seamos más sensibles, imaginativos y creativos, con nosotros mismos y el mundo y la realidad del que somos parte.

Desde el umbral de la filosofía, Heidegger cree que, la técnica moderna no es una “herramienta” y no tiene que ver con ella. Dice que hasta ahora no hemos encontrado una manera de responder a la esencia de la técnica. Que en el mundo de la técnica moderna “todo está funcionando”, el “funcionamiento impulsa a uno mayor”. En Heidegger, esto quiere decir que, “la técnica desaloja cada vez más al hombre y lo desarraiga de la tierra”. El hombre está alienado de la tierra, del mundo y su realidad. En su esencia es algo que el hombre no domina por su propio poder. Piensa que la técnica es un “imperar”, cuyo poder escapa al control del hombre. Por eso define la esencia de la técnica como “estructura de emplazamiento”, idea que toma de Ernst Jünger.

Así que, la composición tecnológica del mundo, la define como un modo de existencia humana que determina el obrar y el pensar del hombre. Éste no puede escapar del control que ejerce la técnica sobre él. La técnica se convirtió en el vestido del hombre moderno. Ha penetrado tanto en la naturaleza humana, que ya toca las partes blandas del ser y del existir. Aquí se trata de indicar la necesidad de preparar una relación libre respecto a la esencia de la técnica, es decir, despertar el Ahí-ser a lo que ahí está-siendo. Pensar la técnica parece ser la suprema manifestación de un obrar, un quehacer que supera toda praxis, aunque consista en un decir, en traer a la palabra que desvela, revelando el velo del ocaso del ser en su última morada.

Para Heidegger, La pregunta por la técnica, es algo esencial en su reflexión epistemológica y ontológica sobre el ser y la verdad. Porque así le posibilita comprender el fenómeno planetario de la técnica y cómo configura el rostro de nuestra época. Por eso se aleja de la definición de la tradición metafísica occidental, tanto griega o latina. Ubica la Ge-stell, en otro umbral para hacer La pregunta por la técnica. Ese algo que impera sobre la libertad del hombre, que lo trasciende y lo domina. De ahí que el hombre es incapaz de abarcar la técnica, al Estado técnico en su totalidad; sólo destellos que su tendencia deja tras de sí.

La técnica es aquello que revela y oculta, el ser. Y define la Ge-stell como la forma colectiva en la que los seres tienen experiencia.

José M. Esquirol dice que con la esencia de la técnica moderna nos encontramos en un camino, en una forma de revelación, y es en ese sentido como cabe hablar de destino (Geschick). No hay coerción dice Heidegger. “Pues el hombre deviene precisamente libre por vez primera en tanto pertenece al ámbito del (Geschick) y así se vuelve un oyente (Hörender) pero no un esclavo (Hóringer)”.

Heidegger entendía que escuchar libera. Fijémonos en esta articulación: pasamos del lenguaje del desvelamiento y de lo que aparece, a la escucha; y la libertad se refiere a esta capacidad de escucha. A través de la escucha, la libertad sigue estando relacionada, como siempre, con la verdad en cuanto desvelamiento. Libre lo es quien, advirtiendo reflexivamente el camino en el que se halla emplazado, sabe corresponder de manera adecuada. 

Ernst Jünger expresó en el año de 1979 en el texto: “Radiaciones I. Diarios de la segunda guerra mundial (1939 – 1945): “El mundo a cuyo nacimiento estamos asistiendo no será el calco y motivos y principios plasmados de una manera unitaria –surgirá del conflicto, como toda creación. Y una de las grandes delimitaciones es ante todo la que se traza entre el libre albedrío y la determinación. En nuestra cabeza, en nuestro pecho es donde están los circos en que, vestidos con los disfraces del tiempo, se enfrentan la Libertad y el Destino.

En otro apartado del texto dice: “tiene tanta fuerza el poder de la libertad que nos es suficiente soñar con ella”. De ahí que Heidegger diga en La pregunta por la técnica, que lo que se esconde detrás de la esencia de la técnica es la libertad. Y Jünger lo expresó claramente: “Sólo el hombre libre deja su impronta en el destino”.

En este mundo de alto desarrollo técnico detenernos junto a lo próximo es sumamente difícil; porque el hombre vive desarraigado, extrañado de sí mismo, por la velocidad y los instrumentos técnicos. Así que la técnica aleja al hombre de lo familiar, lo habitual y lo sitúa en los márgenes de su propia esencia. Aquel que posibilita que el ser advenga y manifieste su verdad, y como ser lingüístico su lengua es, la “casa del ser”. Heidegger es consciente de las consecuencias de la técnica moderna en la vida del ser humano como del desarraigo que trae consigo la civilización actual y “frente a ello expresa nostalgia de la tradicional existencia campesina”.

La técnica arranca al hombre de la tierra y lo desarraiga. Todo lo esencial y grande sólo ha podido surgir cuando el hombre tenía una patria y estaba arraigado a una tradición”.

Esquirol corrobora a Heidegger: “Ya no es posible volver a ser leñadores, ni agricultores, como antes. Pero el pensar y el poetizar pueden llevar a cabo una especie de nuevo enraizamiento. Falta de tierra natal” que ayude al encuentro consigo mismo y lo más cercano. Si en la civilización actual el arraigo en el suelo natal ya no es posible, ¿qué ocupa su lugar? “El arte, el habitar cabe las cosas, la cosa, el pensar y, siempre, la cercanía. Ese pensar que se expresa en la cercanía y que tiene su lugar en el mundo de la técnica se bautiza también con otra palabra: serenidad. Estamos rodeados de objetos técnicos”. Por eso, es indispensable la labor del poeta y del pensador; porque nos ayudan a trascender las barreras del determinismo, de la política y de la cultura. Pero, ante todo, apropiarnos de la libertad para cortar las amarras de lo establecido como verdad y exaltar la sensibilidad y la libertad de pensar, ante las fuerzas atávicas y la irracionalidad política

Según Heidegger, la amenaza no le viene al hombre principalmente de las máquinas y aparatos técnicos, que puedan actuar de modo mortífero. Sino que ésta se ha introducido ya en la esencia del hombre. Donde domina lo dis-puesto (el destino del des ocultamiento), hay, en el sentido más elevado, peligro.

Como testifica el poeta Hölderlin:

 

                                          Pero, donde hay peligro

                                           Crece también lo salvador”.

 

En un mundo humanamente en peligro, ¿quién nos puede salvar? ¿el pensar, el arte o Dios? Sólo sabemos que son caminos que se ofrecen al hombre para encontrar la iluminación o, la verdad, y como antorchas iluminen los senderos en la oscuridad para ir al encuentro de la trascendencia. Que al arte le esté confiada esta tarea –dice Heidegger-, no lo sabemos. Pero si posibilita dice el poeta Hölderlin: “... poéticamente habita el hombre sobre la Tierra”. Vivir la vida poéticamente, significa, elevarse a la altura del desvelar.

                           En este umbral la estética se convierte en madre de la ética.

Si un día vivimos en el frenesí de la técnica, la esencia de la técnica posibilitará el advenimiento de la verdad. Porque la esencia de la técnica no es nada técnico, y al reflexionar sobre ella, de un lado nos revela su relación con ella y, de otro, existe algo completamente distinto. Ese otro es, el arte. Que posibilita la constelación de la verdad, tras la cual vamos [fragen: preguntamos]. Es evidente, que el arte, la música, la filosofía, nos ayudan a encontrar la serenidad. “Se trata, en fin, de no cederlo todo a la diafanidad del mundo técnico y su disponibilidad”. Porque el ser humano perdería la esencia que lo determina: los sentidos, el pensamiento y el lenguaje, entre otros.

Vistas las cosas así, desde el peligro de la técnica moderna, podemos ver lo que salva. Así, el arte posibilita que nos veamos como lugar de la verdad. Además, caminar por esta senda nos posibilita también descubrir nuestra propia esencia. Podemos decir, por una parte, la esencia de la técnica oscurece su propio develar, y, por otra, en ella el hombre puede reconocer la relación de la técnica con la verdad. En cuanto a la salvación Heidegger hace referencia a la serenidad, el enraizamiento en el lugar, el pensar y el preguntar. Porque el pensar conduce por la senda que va más allá del tópico y lugar común, de la homogeneidad, la disciplina, el dogma y la Totalidad.

Existe en Heidegger una relación entre la serenidad, la paciencia, la espera, la escucha y la vida campesina. “Permite, la serenidad, ese escuchar de nuevo la voz de las palabras más originarias. En la serenidad decimos lo que hemos escuchado. Nuestro decir es un volver a decir la respuesta escuchada”. Así que, la palabra más profunda procede de la escucha en silencio y la serenidad. Este escuchar nos salva de la algarabía de los lenguajes digitales, de la homogenización y de la uniformidad. Y, exalta la diversidad, la alteridad y la multiplicidad, en el ámbito de las lenguas, de las culturas, de los movimientos del pensamiento, del ser y el estar, en el mundo.

Con ello, “el hombre se refiere al ser en un juego de relaciones que lo vinculan a la tierra nutricia, con la claridad celeste y con el registro de lo divino” –al decir José M. Esquirol. 

                                    Madrid-España a 26/01/2022