sábado, 18 de septiembre de 2021

 

                          EL ARTE Y SU REPRODUCTIBILIDAD TÉCNICA

                                                  WALTER BENJAMÍN

 

<<En su origen la facultad peculiar de todos los objetos culturales es: la facultad de captar nuestra atención y conmovernos>>.

                                                                      Hannah Arendt

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

Walter Benjamín escribió sobre una pluralidad de temas -que abarcan desde el drama trágico alemán, el Romanticismo, la fotografía, el cine, la historia, el lenguaje, París, Baudelaire, Proust, el marxismo, la narración de historias, la traducción hasta la violencia. Así que, esto posibilitó que Benjamín se situara en el umbral de una nueva era intelectual. Pero las ideas sobre el progreso, la ciencia, la política, la economía y la técnica; sirven como fundamento para reflexionar sobre el problema de la técnica en la Edad Moderna. También sobre el problema de la cultura en la actualidad.

Lleva a cabo uno de los estudios más importante sobre la incidencia de la técnica en la obra de arte en la Época Contemporánea. El aporte que hace a la cultura occidental es la reflexión sobre la obra de arte en la época del predominio de la técnica en los asuntos humanos. Cómo la contemplación del aura de la obra de arte procede en su origen ligado al culto, primero se contempla en la esfera de lo mágico y más tarde en el culto. Por tanto, el rito es la manifestación en el que la obra de arte tuvo su valor originario. Expresa Benjamín que el halo de lo ritual entra en crisis con la reproductibilidad técnica de la obra de arte y su no retorno con la aparición de la fotografía.  Que luego se profundiza en el cine, un medio que se vale de las imágenes o, basado en la fotografía.

Así que, la imagen del culto, pertenece a otra esfera ontológica, esto es, su acercamiento obedece a múltiples mediaciones y actos especiales. Que, por así decir, exaltan su carácter esotérico y lejano. De ahí que los procesos de secularización de las sociedades occidentales, hacen compleja la irrepetibilidad de las obras de arte, que se desplazan de lo esotérico al ámbito de lo exotérico. Ora, lo irrepetible del creador, lo natural del “genio” o, el culto profano a la belleza, toman el espacio del uso ritual.

En este orden, la reproducción de la obra de arte, rompe el proceso del culto o, del rito, y la autenticidad de ésta entra en crisis; porque el aquí y el ahora, que sustentan la autenticidad, pierde relevancia. Desde esta inflexión de la reproductibilidad de la obra de arte, se constata la forma de existencia de las nuevas artes, es decir, la fotografía y el cine. Aquí prevalece el umbral expositivo sobre el umbral del culto. Desde este momento las formas de apropiación que caracterizan a las artes de la reproductibilidad técnica, permiten una visión ampliada y generalizada, donde lo importante es mirar, ser visto y hacer ver. Y, este cambio de percepción y visión sólo es posible en la sociedad y la cultura de masas. No se trata de que unos objetos de arte tengan o no aura, sino que se dan otras condiciones sensibles de los seres humanos y poseen su propia historicidad.

Podemos decir que las obras de arte únicas e investidas de aura, por el paso de lo mágico o ritual a lo secular, de una parte; y a vivir un proceso de “desauratización” determinado por su reproducción técnica, implica que el valor y el sentido de las obras de arte, no es esencia inmutable, sino que está concatenada a su materialidad –que sufre deterioro y cambios en el transcurso del tiempo-, y a las relaciones de propiedad y a las reproducciones que se han hecho de ella. Que el valor de la obra no está inscrito en ella de una vez y para siempre, sino que el devenir del tiempo lo constata.

Benjamín piensa que, dentro de largos períodos históricos, junto con el modo de existencia de los colectivos humanos, se transforma también la manera de su percepción sensorial. Que la percepción sensorial no ha quedado incólume en el devenir del tiempo histórico, sino que responde a las necesidades materiales y espirituales de los colectivos humanos. Critica la idea de la esencia inmutable de la obra de arte, independiente de las condiciones históricas, sociales, económicas, técnicas y culturales, que influyen en la producción y la percepción de ésta.

De otra parte, reflexiona sobre la estética como filosofía del arte. En él lo importante es observar las transformaciones que atraviesa el arte en los diversos periodos históricos y, en el caso que le concierne, percibir el declive del aura en la época que están determinadas por la reproducción técnica. Se propone, en última instancia, un retorno a la estética como reflexión de la percepción sensorial y, a la vez, su relación con los fenómenos socio-políticos en la sociedad y la cultura de masas, que pone de relieve la pérdida de la autonomía del arte.

Pero a partir de la fotografía y el cine, observa la necesidad de una reformulación de la concepción tradicional del arte. Aunque la imitatus (la imitación) siempre ha sido parte de la obra de arte, la imitación del discípulo al maestro o, las técnicas como la imprenta y la litografía. Pero la fotografía y posteriormente el cine hacen un punto de inflexión en el proceso de reproducción técnica de la obra de arte. Así que, en el pasado el concepto de autenticidad se relaciona al significado estético de una obra de arte que se refiere al momento inicial de su creación. Así, este punto de vista posibilita distinguir el original de una obra de arte de una copia. Además, con la técnica mecanizada la distinción entre una película o, una fotografía original, pierde sentido. Porque la obra adquiere lo que llamamos ubicuidad que la arranca del espacio-tiempo de la tradición.

Ahora bien, según Benjamín, lo que se marchita en la época de la reproductibilidad técnica es su aura. Que define como la aparición única de una lejanía por cercana que pueda estar. ¿A qué se refiere Benjamín con el quiebro del aura en la reproductibilidad técnica de la obra de arte? Que la trama espacio-temporal en que la lejanía (lo esencial, lo primordial) se hace presente en un aquí-ahora, decae la cualidad mágica del arte de producir experiencias únicas e iluminativas.

De ahí que el carácter aurático de la obra de arte no ha sido el mismo en todas las épocas de la historia del arte occidental. La desaparición del valor de culto de una obra de arte da paso al valor exhibitivo. Posibilita que, a partir del Renacimiento, las formas estéticas profanas se ponen al servicio de la belleza; ahora, en el mismo orden, el rito se seculariza y predomina el valor exibitivo de la obra de arte.

En el sentido profundo de la palabra, este tipo de lenguaje técnico no deja huellas, al hombre le han borrado sus huellas sobre la tierra. Porque esta alta civilización técnica y de masas, lo convirtió en número o en objeto. De ahí que sea huérfano del mundo y de sí mismo; alienado de su existencia y de las cosas, del trabajo y la libertad. Benjamín piensa que, dentro de largos períodos históricos, junto con el modo de existencia de colectivos humanos, transforman la manera de su percepción sensorial.

 Critica la idea de la esencia inmutable de la obra de arte, independiente de las condiciones históricas, sociales, económicas, técnicas y culturales, que influyen en la producción y la percepción de ésta. De otra parte, reflexiona sobre la estética como filosofía del arte. En él lo importante es observar las transformaciones que atraviesa el arte en los diversos periodos históricos y, en el caso que le concierne, percibir el declive del aura en la época que están determinadas por la reproducción técnica. Se propone, en última instancia, un retorno a la estética como reflexión de la percepción sensorial y, a la vez, su relación con los fenómenos socio-políticos en la sociedad y la cultura de masas, que pone de relieve la pérdida de la autonomía del arte.

 Así que, las diversas formas estéticas del siglo XX revelan que la realidad propiamente dicha ha derivado a ser funcional. La cosificación de las relaciones humanas, por ejemplo, la fábrica, no revela ya las últimas entre ellas. Por tanto, es un hecho que hay que construir algo artificial, fabricado. (Benjamín). Por lo cual, Benjamín invita a leer e interpretar la realidad teniendo presente un ligero desplazamiento de acento.

La técnica ha evolucionado tanto, al igual que su reproducción, hasta el punto de convertirse en lenguaje mundial. De ahí que las imágenes no sean simples ilustraciones, sino lo principal. Los efectos que ellas causan son más fuertes que las palabras. Las ondas en sí carentes de lenguaje, están a disposición de cualesquiera texto o imágenes, que golpean con la virulencia de la ola al romper. (Ernst Jünger). Por eso, en el estilo de la reproducción técnica de la obra de arte y la fotografía, no hay en ellas magia, con la técnica basta. Ésta ha degradado el sentido auratico y mágico de las cosas y la vida.

En este orden, el aura sólo se puede captar a través de las imágenes, la alegoría, la melancolía y la memoria. Pero sólo se puede llevar a cabo a través de las imágenes lingüísticas y la relación entre los signos y la realidad, objetos de reflexión de la filosofía del lenguaje. Entonces, ¿cuál es la tendencia de las sociedades de masas? Que el desmoronamiento del aura nos ayude, a saber, acercar espacial y humanamente las cosas y a superar la singularidad de cada cosa en la reproducción.

Desde la reproducción se le puede quitar la envoltura a cada obra y, esto significa, triturar su aura. Así el color, la sombra, la forma, los trazos, la mancha se concatenan al auge de las colectividades y su reproducción masiva de mercancías. De otra parte, el ámbito plástico como el de la teoría desembocan en el aumento de la importancia de las matemáticas y la estadística. En la actualidad el desarrollo técnico y el auge de la sociedad de masas y de la cultura de masas, se relacionan con el tiempo abstracto; o, en otras palabras, con relaciones de fuerza, de dominio y de control.

En esta alta época de desarrollo técnico y de masas, el arte no es ajeno sólo a la reproducción técnica de las obras de arte, sino que también se convierte en un instrumento político donde se expresan relaciones de poder y de fuerza. El arte y la cultura como instrumentos de dominación en una época de sociedades de masas y de cultura de masas, que no están preparadas para la percepción, el análisis y el juicio estético de los fenómenos naturales, sociales o individuales. Se necesita entonces que la sensibilidad y el espíritu se eleven por encima de las necesidades biológicas de los seres humanos y desvelen mundos alternativos al que vivimos. Un mundo más bello, más justo, más libre y más humano; sólo así el ser humano ocupa el lugar que le corresponde debido a su nombre.

                                           Madrid-España a 18/09/2021