El
mundo del artificio en la civilización contemporánea:
de la tradición a la
abstracción.
Antonio Mercado Flórez
Los críticos del lenguaje son
conscientes que la práctica política en sí,
trata de controlar el lenguaje y el pensamiento. Piensan que controlar el
lenguaje significa no sólo el dominio de los medios técnicos de comunicación de
masas, la parafernalia de la publicidad, el consumo de mercancías, los lenguajes
digitales; significa , entre otros, el control del cuerpo, del espíritu y el
pensamiento. Esa es una labor que se viene realizando desde los albores de la
humanidad. Primero fue el dominio de los elementos, luego la simbología del <<pre-mundo>>
se apropia del alma de lo viviente, más tarde del cuerpo, y ahora la tecnología
del poder no sólo domina el cuerpo y el espíritu del ser humano, sino también
el cerebro y el pensamiento. Pero esta parafernalia del ejercicio del poder
posee sus ritos y mitos propios. Se trata de desvelar que la técnica en sus
orígenes, en su infancia, estaba al servicio del hombre; y ahora, no sólo el hombre se ha desligado de la obra,
sino que el entrelazamiento entre técnica y poder tratan de objetizarlo. Somos
parte de una época que <<se dispone a suprimir de forma masiva a los
habitantes de este planeta>> y que el universo de su experiencia, se
convierte en despojo de unos cuantos poderosos. Sólo le podemos otorgar a nuestras experiencias
de miedo y dolor del mundo actual, un <<margen soberbio inaccesible a la
catástrofe>>, si recurrimos a la Tradición, el recuerdo y la memoria.
Así pues, en la época contemporánea la política
se interesa por el dominio de un tipo de conocimiento, de experiencia, de
sensibilidad e imaginación, que no entorpezca el discurrir de su devenir. Por eso, el ejercicio del poder se preocupa por el
pensador, el poeta, el narrador de historias, el escritor, el científico, el filósofo,
el artista, el dramaturgo, el canta autor; como la policía hace con el hombre de carne y hueso, mas no
por sofismas de distracción. Y, han de hacerlo porque un modelo autoritario y
uniforme de sociedad, aspira a dominar el cuerpo y el alma de las personas. En
un tipo de sociedad como ésta se tiranizan y se vacían las palabras
deliberadamente de sus significados. Se cambia el orden de la existencia
individual: la libertad en esclavitud, la vida en muerte, la esperanza en
desesperanza, la tolerancia en intolerancia, la confianza en desconfianza, la
paz en guerra. Pero alcanzado los límites de la comprensión tal como los expone
el Gran Inquisidor en Dostoievski: <<el hombre está en presencia de un
misterio insondable que le prohíbe predicar la libertad o el amor,
imponiéndole, por el contrario, someterse a un secreto o enigma que no puede
comprender>>.
Además, los gobiernos autoritarios y
las democracias populistas quieren extirpar el pasado de la memoria verbal de
las personas. El pasado se reinventa para justificar el presente. Los hechos,
las experiencias compartidas, los mitos, las costumbres, los nombres y la
existencia misma, son borradas por decretos. En un tipo de sociedad como ésta,
la memoria del artificio, las ficciones y mentiras deliberadas, reemplazan la
diversidad de la memoria individual. Por tanto, cuando la gramática autoritaria
reemplaza a la Gramática de la vida, las conjunciones verbales se trivializan.
El <<presente impersonal y un futuro utópico>>, sustituyen el
pasado verbal, la historia y la memoria. Porque <<al ser una mentira
constantemente renovada y modificada, el pasado se vuelve presente>>.
Como en los relatos de las figuras de la obra de Kafka, que se reclaman
participes de las potencias de un <<mundo primitivo>>, que también
es el mundo actual.
En éste orden de ideas, la crítica del
lenguaje se enfrenta hoy en día con otros actores. El imperio de la corrupción,
el descrédito de las instituciones, el nepotismo político, la inmoralidad en el
manejo de los asuntos públicos, que se han transformado en quiebra de los
valores públicos y privados. Por tanto, a la disolución de las referencias
colectivas le corresponde un mudo abstracto y sin fronteras delimitadas. En un
ámbito como éste el lenguaje político, por ejemplo, se ha vaciado de sus
contenidos y obedece más al marketing y a la cultura del espectáculo, que a presupuestos ideológicos e ideales éticos. De ahí que la
crítica del lenguaje se enfrenta a los medios técnicos de comunicación de
masas, a la publicidad, a las masas de consumidores y a la uniformidad de los
lenguajes digitales. Por ello se convierte en crítica de la vida y de la
realidad. Pregunto, ¿somos acaso participes de las pequeñas criaturas de un universo, que estructura un mundo de lo
alto que se ha vuelto ininteligible o absurdo? ¿estamos atrapados con las manos
vacías en las redes de un poder privado de sentido que trasciende todo vínculo
colectivo?
Todo esto prefigura la imagen de un
tiempo, donde prima la cultura de lo efímero. Un mundo global interconectado,
con alta tecnología en las telecomunicaciones, la telemática y la informática. Un
ámbito donde se vive navegando cada día con millones de palabras absolutamente
vacías de significados. Y, en un espacio como éste las personas no se han
sentido tan solas y aisladas como ahora. Esto trae como consecuencia que la
gran mayoría de los seres humanos conectados en Red viven rodeados de la
mendicidad del significado y la vacuidad de la palabra. Un mundo en el que la
algarabía y el desperdicio de la energía vital, se concatena con la degradación
de la condición humana. Pero también podemos observar que el silencio y la
soledad creativa, se convierten en privilegio de unos pocos <<iluminados>>.
De ahí que se pueda deducir, que el resultado de la revolución tecnológica en
las comunicaciones y la informática arrastre tras de sí, un montón de
escombros, la pobreza del vocabulario y la sintaxis, las jergas y los clichés.
Es probable –dice George Steiner-, que en la civilización de la radio, la
televisión y el cine oigamos más y escuchemos menos.
Este acontecer no es algo nuevo para el
hombre contemporáneo. Porque existen secciones cada vez mayores de los hechos y
de las sensibilidades, especialmente en las matemáticas, las ciencias exactas y
las artes no representativas, que trascienden la expresión verbal y la
paráfrasis. En consecuencia, el <<logos>>
clásico da paso a un <<logos>>
nuevo, que depende de la matemática, la informática, la telemática y la imagen gráfica
en movimiento. Existe, entonces, una correlación entre la imagen gráfica en
movimiento y los nuevos lenguajes digitales. Así pues, la praxis política
actual, por ejemplo, es más una cuestión de publicidad, de marketing o de
estadística, que de principios y formulaciones programáticas. O, en otros
términos, que obedezca a las verdaderas necesidades materiales, psicológicas o
morales de la sociedad.
Esto ha generado en el electorado de la
política de masas, una especie de cansancio e indiferencia de la retórica
política. Es inevitable que los ciudadanos que no militan en los partidos y
movimientos políticos, la inmensa mayoría, se desentienda de sus pugnas y
rechacen sus modos y ejercicios. En otras palabras, la libertad, la igualdad,
los derechos fundamentales de las personas -el respeto a la diferencia, al
color de piel, a la religión, a lengua,
a la dignidad del ser humano, a suplir sus necesidades cotidianas y a la vida-;
no pueden ser evaluados en términos cuantitativos, de eficiencia y de eficacia.
Sino en términos cualitativos, de ser y existir dignamente como ser humano sobre
la faz de la tierra. Porque en los últimos espacios de tiempo, los tecnócratas
y las políticas neoliberales, no sólo están dando cuenta de la vida de las
personas y los pueblos. Sino que desean convertir a los seres humanos en cifras
y el telos siniestro que persiguen,
no es otro que, la objetivación del ser humano. Esta mutación en el orden de la
existencia, resulta preocupante para la democracia representativa y el Estado
de Derecho.
Por
tanto, en los últimos espacios de tiempo, las tecnologías de la información y
la imagen pictórica en movimiento, la publicidad y el consumo de masas, han
acelerado el proceso de degradación de los recursos verbales de la política de
masas. Porque la prevalencia de los medios técnicos de la información y
comunicación en las sociedades actuales, vaciaron los contenidos espirituales
de las palabras y las imágenes. Esta transformación de la práctica política
permite que los dirigentes mundiales sean más insensibles e indiferentes a los
problemas de los ciudadanos.
Sabemos, en efecto, que la cultura y la
civilización de Occidente, es fundamentalmente lingüística. Ahora bien, si se
degradan los contenidos espirituales del
vocabulario y los recursos verbales de la comunicación, inexorablemente se
altera la naturaleza y el fin de la política. Por eso y sólo por eso, no es
indiferente a un mundo enloquecido por la imagen y la palabrería hueca. Pero
virulentamente contagiosa. Ya que en las democracias esta idea se concatena, con
la vacía verborrea de los debates parlamentarios.
De ahí que George Steiner diga que, a
esta devaluación de la palabra política, le agreguemos la monstruosa inflación
y malversación de la dicción que han privado de voz a la verdad. Porque al
vaciar su contenido mágico, misterioso o laico, que acompañaba al lenguaje
religioso, la sabiduría y la experiencia en las decisiones que afectaban a los
pueblos. Se pudo constatar en el transcurso del Siglo XX, su configuración
malévola y diabólica en las diferentes formas de autoritarismo y totalitarismo
de las sociedades occidentales. Por tanto, centro Europa y Occidente en
general, fueron ámbitos donde la tortura, el fusilamiento, el secuestro
político, la desaparición forzada, los desplazamientos, las matanzas, los
campos de concentración, la violación de los derechos humanos, derrumbaron los
cimientos de la verdad y del humanismo político.
Este mapa de la condición humana y de
la praxis política, prefigura en los umbrales del Siglo XXI, la prevalencia de
la gramática del miedo, el dolor y la muerte, sobre la Gramática de la vida. Me atrevo a pensar que existe una relación
intrínseca entre el predominio de la comunicación e información electrónica y
simultánea, y una balcanización de las culturas y las civilizaciones actuales.
De ahí que Steiner tenga razón cuando dice que, esta atmósfera propaga hondas
de choques tan constantes, tan puerilmente seductoras que saturan la
conciencia, logran la <<antimateria>> de la palabra respecto a
aquello que concierne a su responsabilidad y al deseo de verdad.
Así pues, desconcertados y anonadados
asistimos a una época de tránsito y, por ende, llena de zozobra y angustia por
lo porvenir. Un ámbito donde el mundo dineral, las relaciones de fuerza, la
política de masas, los medios técnicos, determinan la economía de la existencia.
Somos parte, entonces, de un tiempo en el que los valores supremos se están
sustituyendo por valores efímeros. Esos que heredamos de nuestros mayores y
permanecen en el recuerdo y la memoria. Son los que afectan a la condición
humana y definen la naturaleza del hombre -la solidaridad, el amor, la amistad,
el respeto a la otredad, la libertad, la verdad, el bien, lo justo, lo bello,
etc.-. En esta alta civilización abstracta, o de <<cultura de lo efímero>>, los contenidos del espíritu, la
intuición, la sensibilidad, la analogía universal, la imaginación creadora de
<<formas>>, o las reflexiones del pensamiento, salen mal parados. Porque el predominio del
cálculo, la cifra y la razón instrumental
de acuerdo a fines, devienen en individuo diluido en las redes de la
globalización.
Esta mutación en los últimos espacios
de tiempo, transformó el orden de la existencia en general. Porque facilitó,
entre otros, la dispersión de la coherencia interior del individuo, la
desestructuración del sujeto, la dispersión psicológica de la persona
individual, la distancia psicosomática de la gran ciudad, el auge de las
megalópolis con sus flujos sociales, económicos, culturales, lingüísticos o
raciales, etc. Y se convirtieron en punta de lanza de una civilización con patrones
comunes compartidos en todo el mundo. Esta no es otra, que la <<civilización del espectáculo>>. De
modo que la persona singular deviene en ser despersonalizado en las redes del
cálculo económico, la planificación racional de la política y del Estado. Nos preguntamos,
¿qué teje y desteje el mundo dineral, la política y la técnica, en las redes de
las lenguas globales? La concatenación entre la nueva voluntad de poder y el
confort técnico. Pero donde más se observa este tejido, es en las sociedades
con un alto desarrollo científico y tecnológico.
En los frontispicios del siglo XXI,
estamos asistiendo a cambios tan sutiles e imponderables, que trascienden los
contornos de la existencia individual. Son mutaciones en el orden del ser y el
existir, que afectan la naturaleza de la existencia individual. El cuerpo, por
ejemplo, no sólo está abandonando el
lugar del sentimiento, la magia de la materia animada, sino que se está
convirtiendo en un ámbito de emplazamiento, de lucha, de fuerza y dominio del
ser humano. Por tanto, en la medida que se objetiza y se convierte en campo de
batalla y de deseo, responde a <<centros
de mando>> que lo dominan a gran distancia. La voluntad de poder y la
técnica, atraviesan, circundan y trascienden, el cuerpo humano. Este entonces
se transforma en objeto que responde a los espejismos del poder, a la técnica y
a las finanzas internacionales. En este orden, la moda, el deporte, el sexo, la
droga, el alcohol, la religión, etc., lo confirma. De ahí que el terrorismo
internacional lo convierte en puesto de avanzada. Donde el hombre es capaz de
entregar su vida en sacrificio.
El desarrollo de los procesos científicos
y la técnica, no sólo convierten al cuerpo en objeto, sino que la técnica se transforma
en prolongación de los sentidos. Los marcapasos, el chip subcutáneo que se
utiliza para controlar ordenadores con el pensamiento, etc., son ejemplos de
ello. El ser humano entrega cada vez más, una porción de su libertad, en nombre
de la necesidad. Entonces, ¿que persigue el entramado de la técnica y el
ejercicio del poder? Controlar, por supuesto, el cerebro humano; controlar no
sólo su estructura, sino también su función. Porque sí se controla el cerebro
humano, se detenta el poder.
Ernst Jünger nos recuerda en el texto
<<La Tijera>> que: <<El movimiento no es tanto de avance
cuanto de rotación; de ahí que hasta ahora ese movimiento ni haya formulado
unas metas precisas ni haya producido tampoco un mando supremo concreto. Lo que
hay son centros de gravedad y hombres poderosos en los que se concentra y gasta
la energía. La primacía la tiene un elevado nivel de conocimiento, anónimo y
desconsiderado, que vencerá las resistencias políticas o sociales allí donde
tropiece con ellas>>. Por eso, las personas formadas para pensar han de estar
alertas, para que los <<centros de mando>>, no diluyan en sus redes
la existencia individual. Y, conviertan la vida en un baile entre rosales.
Ahora bien, somos parte de la era de la
movilidad, la técnica y el automatismo. Entonces, ¿para qué poetas en tiempos
de ayuno espiritual? Eso llenaría de consternación a Hörderlin. Pero en una
época abstracta y de relaciones artificiales, <<quien continua siendo
indispensable es el filósofo; a él le toca afianzar a la persona singular en su
rango propio, en ese rango que no podrá arrebatarle ningún siglo>>,
tampoco el siglo XXI, con sus amenazas. <<Cada uno de los siglos tiene su
forma propia de ataque – el XVIII, la subordinación, el XIX, la
proletarización, el XX, la numerificación>>. Pero en el siglo XXI, la
persona individual ha de saber si se entrega o no al reinado de los titanes
-del técnico o del colectivo técnico-, porque participar de él entraña
peligros, pero también produce satisfacción. Tal como están las cosas, el siglo
XX volvió absurda la teodicea y la teología. Porque durante su transcurso no
hicieron parte de los ritos de los Parlamentos ni de los Estados, y el derecho
y la moral, se subordina muchas veces a la fuerza del poder. <<También en
esto hay que hacer una salvedad –dice Ernst Jünger-: la técnica, en especial la
técnica de la física y la biología, ha alcanzado un nivel que la acerca a la
trascendencia>>.
En los frontispicios del siglo XXI,
estamos observando un avivamiento espiritual de tal magnitud, que sus
contenidos espirituales están rodeando nuevamente como un cinturón eléctrico,
al globo terráqueo. Porque lo que se necesita son buenos maestros sobre las
cuestiones fundamentales de la vida. Ya que de las universidades sólo se pueden
sacar títulos de <<know how técnico>>: personas con pericia o
experiencia en conocimientos técnicos, pero ignorantes en lo que significa, qué
es el bien y el mal, lo bello y lo feo, lo justo y lo injusto. Esa dimensión
humana que posibilita que la estética sea la madre de la ética.
Se trata que los pensadores no sean
aficionados a la política ni a la economía, o que los historiadores no sean
sólo peones del periodismo. Sino la conciencia crítica del mundo y la realidad
en la que viven. Porque los <<centros de mando>> distribuidos en
las redes globales y un número determinado de personas, presentan los problemas
que nos afectan –la producción, distribución y consumo de droga, el
alcoholismo, la superpoblación, con los fenómenos marginales que acompañan, el
desempleo, la criminalidad, el terrorismo, el hambre, las enfermedades, la
violencia, la guerra, etc., como insolubles. <<Es manifiesto que hemos
exagerado –dice Jünger-, y ello también éticamente, el valor del progreso. De
ahí, asimismo, esa vuelta a los sistemas lineales a los cíclicos; lo que a
estos últimos les corresponde en el mito es el titanismo con su eterno
retorno>>.
Bueno bien, la atmósfera que respiramos
se asocia a la angustia mundial de que los problemas son insolubles. Pero no
podemos olvidar, que el <<Estado mundial está coordinado con dimensiones
cósmicas>>. Así pues, habrá solución <<cuando encajen bien los
hechos que están en su base y surja así una estructura nueva, un sistema
nuevo>>. Esto cobra validez tanto en el orden del capital bancario y
financiero internacional, como en un nuevo orden entre los Sujetos
Internacionales, bajo la luz del Derecho Internacional y el buen hacer de la
Organización de las Naciones Unidas. <<Pero es algo que hay que observar
–dice Jünger-, por doquier en la Naturaleza y también en la sociedad. Grandes
fuerzas como la gravedad y el magnetismo, pero también pólemos y eros, la lucha
y el amor, se cuidan de ello. No hay luz sin sombra; toda marea alta va seguida
de una marea baja>>.
Una idea que va asociada a esta alta
civilización técnica y de masas, es la de que somos parte de la era de la
movilidad, la tecnología y el automatismo. Porque inciden en la política, la
economía, el Estado, la cultura, y todas las formas de vida. Sí en la gran ciudad se habla el lenguaje de la
civilización actual, la cultura que prima es la del artificio. Por eso, teje y
desteje cada instante, cada hora, cada día, relaciones de movimiento. Un ámbito
donde los individuos se convierten en átomos de las redes sociales. Un mundo
donde se habla una lengua enteramente diferente, porque el <<logos>> está situado en su parte
material. Y, la traza que deja tras de sí es enteramente constructiva, porque
sustituye a los contenidos espirituales de la lengua natural. Por eso, los
modos y los medios por los que se expresa, son los mass-media, Internet y la
imagen gráfica en movimiento.
Para no ser arrastrado por la corriente
del tópico y el lugar común, y poder recabar para sí las fuerzas propias del
hombre, es necesario salirse de las abstracciones, de las funciones, de las
divisiones del trabajo, la especialidad, el consumo masivo. De esa manera no
sólo rompemos con el mundo del artificio, sino que nos ponemos en relación con
la totalidad, con lo absoluto y las fuentes del espíritu, que emanan de nuestro
interior. <<Y en todo ello hay un sentimiento de dicha>>. Porque
cuando se <<realza la dignidad de lo bello -dice el escritor Rafael
Argullol-, se desnuda la abyección de lo mezquino y lo corrupto>>.
Se trata de romper el tópico y el lugar
común, para escuchar la invitación de Walter Benjamín: <<a una escucha
poética del mundo alternativa a la metafísica>>, a la tecnología y la
política. De oponerse al agotamiento de la Tradición, la memoria y el recuerdo,
porque <<sólo la facultad de las cosas de ser citadas podrá sobrevivir a
la crisis de la transmisión>>. Porque <<escribir la historia
significa –dice Benjamín-, por tanto, citar
la historia>>. Se trata de sondear en la profundidad del mundo y la
realidad, <<un modo de beber en la esencia de las cosas intentando <<nombrarlas>>
más que hablar de ellas>>. Y que existe, en efecto, un sendero que nos
ayuda a romper el círculo vicioso del que somos parte: <<y ese sendero no
es otro que la obra bien hecha>>.
Quizá estemos en los umbrales de un
tiempo sin memoria, sin recuerdos, sin reflexiones del pensamiento, de duración
indefinida. En un tiempo de <<escenas
significantes>> y de <<actores insignificantes>>. Esto
desvela el elemento fundamental del malestar general. Pero en el siglo que
acaba de empezar le toca al hombre de carne y hueso advertir si se entrega
completamente al poder del titanismo o desgarra el velo del decorado de teatro
para conjurar los peligros que entrañan sus espejismos. Por eso se hace
necesario trabajar en el interior del hombre, recurrir el advenimiento de los Dioses y las Musas, para darle un giro al reloj del tiempo. Y empezar a beber de
las fuentes del espíritu que tanta falta hace en estos tiempos de ayuno
espiritual.
Pero, ¿qué importa realmente en el Zeitgeist, el Espíritu del Tiempo y sus
juicios? Las preocupaciones teológicas y que la Religión -la Redención y la Revelación-, sigue siendo a pesar de todo el <<orden
supremo>>. Ahora bien, ¿Cuál es la tarea del teólogo en esta alta
civilización tecnológica y abstracta? Hacer vislumbrar al ser humano –dice
Ernst Jünger- cuáles son las cosas de que está despojado, aun en la mejor de
sus situaciones, y cuáles son las cosas poderosas que en él se hallan latentes.
Entonces, ¿quién es el teólogo en un mundo de espejismos artificiales como el
nuestro? El que conoce allende de la economía inferior la ciencia de la
abundancia, el enigma de las fuentes eternas, las cuales son inagotables y
están siempre cerca. Es el sapiente, el que porta en sí, la sabiduría del
mundo, pero también lo oculto allende del tiempo y los cielos estrellados. Es
el que desentierra los tesoros ocultos y los entrega a los hombres como un
presente divino.
Por tanto, en las inflexiones de los
tiempos presente, donde el colectivo técnico y el mundo de ese colectivo, la
economía dineraria y el ejercicio del poder, determinan el orden de la
existencia. Se hace necesario sacar al mundo de sus goznes y hacer un giro
copernicano, para que el sentido de realidad, el mundo y la vida, se ubiquen en
el interior del hombre. Para que el Dios uno, y el canto de las Musas, posibiliten
al hombre con la antorcha de la palabra en la mano, conquistar los reinos que
ahora gobiernan los titanes y el mundo del titanismo. Para realizar esta
tarea hacen falta hombres fuertes en el espíritu.
Bibliografía
Ernst Jünger. La Tijera. Tusquets
Editores, S.A. Barcelona 1997.
Ib. Radiaciones I. Diarios de la
segunda guerra mundial (1939-1943). Tusquets Editores, S.A. Barcelona 2005.
Ib. Ib. La emboscadura. Tusquets Editores,
S.a. Barcelona 2002.
George Steiner. Extraterritorial.
Ediciones Siruela, S.A. Madrid 2002.
Pierre Bouretz. Testigos del futuro.
Filosofía y mesianismo. Editorial Trotta, S.A. Madrid 2012.