Wolfgang
Streeck
<<EL
RETORNO DE LO REPRIMIDO>>
A mi amigo: Edgar Bonett Villareal.
Con quién he
compartido esta reflexión.
I
Antonio
Mercado Flórez.
Como lo había dicho en un Ensayo anterior
sobre Wolfgang Streeck, en la revista New
Left Review 104, Streeck es un sociólogo alemán y Presidente Honorario del Instituto
Max Planck, escribe un Ensayo que titula: <<El retorno de lo reprimido>>. Donde hace un análisis sobre el neoliberalismo y su llegada
con la globalización. Y dice así comenzó la Gran
Recesión. En la década de 1970 el capital empieza a salir del ámbito
nacional y había llegado el momento de despedirse de los mercados laborales
ajustados. De otra forma, del estancamiento de la productividad, la caída de
los beneficios y las exigencias ambiciosas de los sindicatos bajo un
capitalismo maduro administrado por el Estado.
Empero, el camino hacia el futuro, hacia una
nueva expansión como anhela el capital, conducía hacia el exterior, al mundo
desregulado de una economía global sin fronteras en la que los mercados ya no
estarían encerrados en los Estados-nación. Este punto de inflexión de la
economía global tiene sus agentes más representativos en Margaret Thatcher,
Tony Blair y Ángela Merkel. Se trataba, en primera instancia, eliminar los
obstáculos a la circulación libre de capitales. Las prácticas paganas como el
control de los movimientos del capital, las ayudas estatales y las políticas
sociales debían ser localizadas y erradicadas. Nadie podía escapar de la
<<competencia global>>.
Los acuerdos de libre comercio deberían abrir
mercados y protegerlos de la injerencia estatal, la gobernanza mundial debía
reemplazar a los gobiernos nacionales, la protección contra la mercantilización
debía ser sustituida por la mercantilización facilitadora, y en los países de
Estado de Bienestar debía dar paso al Estado de competencia de una nueva era de
racionalización capitalista. Asimismo, todo lo que tuviera que ver con la
función social del Estado-(en educación, salud, obras de infraestructuras,
asistencia social)- debía ser desmantelado para darle prioridad al libre
mercado. A finales de 1980, el neoliberalismo se había convertido en la iglesia
del pensamiento único tanto del
centro-izquierda o del centro-derecha.
Entonces, ¿qué primaba en las políticas
económicas de los Estados? La <<reformas>> necesarias que
facilitaran la competitividad nacional: mercados laborales más flexibles,
<<incentivos>>-(positivos para los ricos y negativos para los
pobres), privatización y mercantilización como armas en la competencia. También
una búsqueda de soluciones tecnocrática para resolver los problemas
socio-políticos y económicos de la sociedad. Y como consecuencia, una enorme
desmovilización de los mecanismos de redistribución y de participación democrática.
Como proceso de regresión institucional y
política, y también inaugura una época donde la globalización neoliberal está
lejos de proporcionar la prosperidad a todos y a todas. En efecto, en lugar de goteo hacia abajo, se produjo el tipo
más vulgar de sucesión hacia arriba;
la creciente desigualdad de ingresos entre los individuos, las familias, las
regiones y, en la Eurozona, las naciones. Como la prometida economía de
servicios y la sociedad del conocimiento resultaron ser menores que la sociedad
industrial que estaba desapareciendo rápidamente. De ahí que una expansión
constante del número de personas que ya no eran necesarias para las políticas neoliberales.
Ellos se convertían en los excluidos y los pobres del Sistema, porque no eran
seres productivos.
El capitalismo global era incapaz de
comprender la transformación del Estado fiscal en un Estado endeudado y en un
Estado consolidador, así como las crisis financieras y subsecuentes programas
de rescate como resultado de los cuales se encontraban cada vez peor. Así pues,
la <<gobernanza global>> no ayudó, ni tampoco el Estado
democrático-nacional que se había desacoplado de la economía capitalista en
aras de la globalización. Para asegurarse que esto no se convirtiera en una amenaza
para el nuevo mundo del capitalismo neoliberal, se requería métodos
sofisticados que aseguraran el consentimiento popular y desorganizaran a los
potenciales resistentes. Se trataba en términos políticos de neutralizar, también
de destruir toda organización social con reivindicaciones populares. Debería primar
la despolitización de los conflictos sociales y darles prioridad a la
burocracia y la estadística. Aquí el ser humano se convertía en número u
objeto, y sus necesidades morales, espirituales o materiales, pasan a segundo
plano.
Según Streeck en política siempre han
existido las mentiras y, con la revolución neoliberal y la transición a la
<<posdemocracia>> asociada con ella, nació una nueva clase de
engaño político, la mentira experta.
Los expertos financieros coincidían en que bastaban las precauciones tomadas
por los inversionistas racionales en su propio interés y por su propia cuenta
para estabilizar unos mercados financieros cada vez más <<libres>>
y cada vez más globales. Y, las agencias gubernamentales no tenían necesidad de
tomar medidas para prevenir el crecimiento de las burbujas, en parte porque
ahora habían aprendido a eliminar sin dolor las consecuencias si estas
estallaban.
Desde la perspectiva neoliberal, la era
posfáctica no comenzó hasta el 2016, el año del referéndum Brexit y el derribo
del clintonismo por Donald Trump. Sólo con el colapso de la posdemocracia y el
fin de la paciencia de las masas frente a las <<narrativas>> de una
globalización que en Estados Unidos sólo había beneficiado en los últimos años
al 1 por 100 más rico de la población, los custodios del
<<discurso>> dominante pidieron una verificación obligatoria de los
hechos. Sólo entonces reconocen los déficits experimentados por los atrapados
en la pinza de la economía de atención global, por un lado, y la reducción de
costes en el sector de la educación y la formación, por otro.
Una característica del espíritu de los
tiempos contemporáneos, es la brecha cultural: en educación, técnicas,
ciencias, valores y programas que respondieran a los requerimientos sociales,
políticos, económicos y culturales: la
investigación-conocimiento-desarrollo-innovación. Una brecha que se abrió en
los países con democracia capitalista sin previo aviso. Como consecuencia de la
globalización económica y cultural y el aumento de los <<perdedores con
las mismas>>.
Así, teniendo presente la Pirámide Social la base se ha
engrandecido subsumiendo a la clase media y la baja en una deriva de
pauperización y pobreza absoluta; y por otro, la <<selecta
minoría>> económica global ve incrementado sus ingresos a cifras
exorbitantes. O, en otros términos, los ricos son cada vez más ricos y los
pobres son cada vez más pobres. Así pues, el proceso alcanzó un punto
culminante en los años posteriores a la crisis financiera de 2008, cuando la
cantidad de los descontentos se transformó en la cantidad de la protesta
abierta.
Streeck piensa que la fase culminante de la
globalización promovió el establecimiento de una industria de la conciencia
cosmopolita, que veía oportunidades de crecimiento si se alimentaba
expansionista los mercados capitalistas con los valores libertarios de la
revolución de 1960 y 1970 y su utópica promesa de emancipación humana. En aquel
proceso, la pensé unique tecnocrático
del ideario neoliberal se fundía con una moral de una comunidad discursiva
internacionalista.
Desde un punto de vista moral, la lucha
cultural de un capitalismo en expansión global va de la mano con la degradación
moral, ética, material y espiritual, de quienes sienten sus intereses
perjudicados. En el caso que nos ocupa, las políticas neoliberales no
respondieron a las apetencias espirituales, morales o materiales, de la gran
mayoría de la población mundial. Sino a los intereses de una <<selecta
minoría>> económica, política e intelectual-(del saber-conocimiento).
Ahora, desde un punto de vista político, la
participación de los votantes en las democracias liberales occidentales, ha
comenzado a recuperarse, especialmente en las clases bajas. Sin embargo, el
redescubrimiento de la democracia como un correctivo político beneficia
exclusivamente a los nuevos partidos y movimientos, cuya aparición desconcierta
a los sistemas políticos nacionales. Son movimientos políticos nacionalistas,
de extrema derecha (xenófobos, racistas, supremacistas), de izquierda o
centro-derecha y centro-izquierda, que son el reflejo del descontento social
con las políticas neoliberales globales.
Como también una protesta a los partidos
tradicionales afincados en la Estructura del Sistema, asociados entre sí y con
la maquinaria estatal, y la inercia de la burocracia en las decisiones
políticas, que consideran a estos nuevos partidos una amenaza letal para la
<<democracia>> y los combaten-(por ejemplo, Podemos en España). Ahora, los movimientos políticos que cuestionan
el Sistema son considerados populistas, ya que engloban tendencias de izquierda
o de derecha, y porque rechazan las políticas de globalización neoliberal. El
<<populismo>> entonces se constituye en una fuerza política para
combatir a una minoría elitista que pasa por encima de la <<gente
corriente>>. O, mejor dicho, sin importarles el destino que les espera ni
como personas, ni colectivos.
Así que, también son previsibles conflictos
internos en lo que se refiere a los símbolos culturales. Preguntamos, ¿La
apreciación <<populista>> de los nacionalistas requiere una
devaluación de los inmigrantes en el sentido más amplio? ¿Y puede la izquierda
tener éxito en el pago de un tributo cultural creíble a los que acaban de
despertar de su apatía? Sabemos sectores cada vez más grandes de la población
son capaces de percibir las pérdidas: la simplificación de la existencia, la
numerifición, la objetización, la pobreza, la aniquilación del valor del ser
humano y la simplificación del mundo. Y, en efecto, comprender el desarrollo de
los acontecimientos, no es tan simple como lo presentan los medios de
comunicación de masas.