martes, 26 de marzo de 2019

El retorno de lo reprimido


                                                    


                                                                   Wolfgang Streeck
                                                <<EL RETORNO DE LO REPRIMIDO>>

                                  

                                                 A mi amigo: Edgar Bonett Villareal.
                                          Con quién he compartido esta reflexión.            

                                                                    
                                                                            I


Antonio Mercado Flórez.


Como lo había dicho en un Ensayo anterior sobre Wolfgang Streeck, en la revista New Left Review 104, Streeck es un sociólogo alemán y Presidente Honorario del Instituto Max Planck, escribe un Ensayo que titula: <<El retorno de lo reprimido>>. Donde hace  un análisis sobre el neoliberalismo y su llegada con la globalización. Y dice así comenzó la Gran Recesión. En la década de 1970 el capital empieza a salir del ámbito nacional y había llegado el momento de despedirse de los mercados laborales ajustados. De otra forma, del estancamiento de la productividad, la caída de los beneficios y las exigencias ambiciosas de los sindicatos bajo un capitalismo maduro administrado por el Estado.

Empero, el camino hacia el futuro, hacia una nueva expansión como anhela el capital, conducía hacia el exterior, al mundo desregulado de una economía global sin fronteras en la que los mercados ya no estarían encerrados en los Estados-nación. Este punto de inflexión de la economía global tiene sus agentes más representativos en Margaret Thatcher, Tony Blair y Ángela Merkel. Se trataba, en primera instancia, eliminar los obstáculos a la circulación libre de capitales. Las prácticas paganas como el control de los movimientos del capital, las ayudas estatales y las políticas sociales debían ser localizadas y erradicadas. Nadie podía escapar de la <<competencia global>>.

Los acuerdos de libre comercio deberían abrir mercados y protegerlos de la injerencia estatal, la gobernanza mundial debía reemplazar a los gobiernos nacionales, la protección contra la mercantilización debía ser sustituida por la mercantilización facilitadora, y en los países de Estado de Bienestar debía dar paso al Estado de competencia de una nueva era de racionalización capitalista. Asimismo, todo lo que tuviera que ver con la función social del Estado-(en educación, salud, obras de infraestructuras, asistencia social)- debía ser desmantelado para darle prioridad al libre mercado. A finales de 1980, el neoliberalismo se había convertido en la iglesia del pensamiento único tanto del centro-izquierda o del centro-derecha.

Entonces, ¿qué primaba en las políticas económicas de los Estados? La <<reformas>> necesarias que facilitaran la competitividad nacional: mercados laborales más flexibles, <<incentivos>>-(positivos para los ricos y negativos para los pobres), privatización y mercantilización como armas en la competencia. También una búsqueda de soluciones tecnocrática para resolver los problemas socio-políticos y económicos de la sociedad. Y como consecuencia, una enorme desmovilización de los mecanismos de redistribución y de participación democrática.
Como proceso de regresión institucional y política, y también inaugura una época donde la globalización neoliberal está lejos de proporcionar la prosperidad a todos y a todas. En efecto, en lugar de goteo hacia abajo, se produjo el tipo más vulgar de sucesión hacia arriba; la creciente desigualdad de ingresos entre los individuos, las familias, las regiones y, en la Eurozona, las naciones. Como la prometida economía de servicios y la sociedad del conocimiento resultaron ser menores que la sociedad industrial que estaba desapareciendo rápidamente. De ahí que una expansión constante del número de personas que ya no eran necesarias para las políticas neoliberales. Ellos se convertían en los excluidos y los pobres del Sistema, porque no eran seres productivos.

El capitalismo global era incapaz de comprender la transformación del Estado fiscal en un Estado endeudado y en un Estado consolidador, así como las crisis financieras y subsecuentes programas de rescate como resultado de los cuales se encontraban cada vez peor. Así pues, la <<gobernanza global>> no ayudó, ni tampoco el Estado democrático-nacional que se había desacoplado de la economía capitalista en aras de la globalización. Para asegurarse que esto no se convirtiera en una amenaza para el nuevo mundo del capitalismo neoliberal, se requería métodos sofisticados que aseguraran el consentimiento popular y desorganizaran a los potenciales resistentes. Se trataba en términos políticos de neutralizar, también de destruir toda organización social con reivindicaciones populares. Debería primar la despolitización de los conflictos sociales y darles prioridad a la burocracia y la estadística. Aquí el ser humano se convertía en número u objeto, y sus necesidades morales, espirituales o materiales, pasan a segundo plano.

Según Streeck en política siempre han existido las mentiras y, con la revolución neoliberal y la transición a la <<posdemocracia>> asociada con ella, nació una nueva clase de engaño político, la mentira experta. Los expertos financieros coincidían en que bastaban las precauciones tomadas por los inversionistas racionales en su propio interés y por su propia cuenta para estabilizar unos mercados financieros cada vez más <<libres>> y cada vez más globales. Y, las agencias gubernamentales no tenían necesidad de tomar medidas para prevenir el crecimiento de las burbujas, en parte porque ahora habían aprendido a eliminar sin dolor las consecuencias si estas estallaban.

Desde la perspectiva neoliberal, la era posfáctica no comenzó hasta el 2016, el año del referéndum Brexit y el derribo del clintonismo por Donald Trump. Sólo con el colapso de la posdemocracia y el fin de la paciencia de las masas frente a las <<narrativas>> de una globalización que en Estados Unidos sólo había beneficiado en los últimos años al 1 por 100 más rico de la población, los custodios del <<discurso>> dominante pidieron una verificación obligatoria de los hechos. Sólo entonces reconocen los déficits experimentados por los atrapados en la pinza de la economía de atención global, por un lado, y la reducción de costes en el sector de la educación y la formación, por otro.

Una característica del espíritu de los tiempos contemporáneos, es la brecha cultural: en educación, técnicas, ciencias, valores y programas que respondieran a los requerimientos sociales, políticos, económicos y culturales: la investigación-conocimiento-desarrollo-innovación. Una brecha que se abrió en los países con democracia capitalista sin previo aviso. Como consecuencia de la globalización económica y cultural y el aumento de los <<perdedores con las mismas>>.

Así, teniendo presente la Pirámide Social la base se ha engrandecido subsumiendo a la clase media y la baja en una deriva de pauperización y pobreza absoluta; y por otro, la <<selecta minoría>> económica global ve incrementado sus ingresos a cifras exorbitantes. O, en otros términos, los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres. Así pues, el proceso alcanzó un punto culminante en los años posteriores a la crisis financiera de 2008, cuando la cantidad de los descontentos se transformó en la cantidad de la protesta abierta.

Streeck piensa que la fase culminante de la globalización promovió el establecimiento de una industria de la conciencia cosmopolita, que veía oportunidades de crecimiento si se alimentaba expansionista los mercados capitalistas con los valores libertarios de la revolución de 1960 y 1970 y su utópica promesa de emancipación humana. En aquel proceso, la pensé unique tecnocrático del ideario neoliberal se fundía con una moral de una comunidad discursiva internacionalista.

Desde un punto de vista moral, la lucha cultural de un capitalismo en expansión global va de la mano con la degradación moral, ética, material y espiritual, de quienes sienten sus intereses perjudicados. En el caso que nos ocupa, las políticas neoliberales no respondieron a las apetencias espirituales, morales o materiales, de la gran mayoría de la población mundial. Sino a los intereses de una <<selecta minoría>> económica, política e intelectual-(del saber-conocimiento).

Ahora, desde un punto de vista político, la participación de los votantes en las democracias liberales occidentales, ha comenzado a recuperarse, especialmente en las clases bajas. Sin embargo, el redescubrimiento de la democracia como un correctivo político beneficia exclusivamente a los nuevos partidos y movimientos, cuya aparición desconcierta a los sistemas políticos nacionales. Son movimientos políticos nacionalistas, de extrema derecha (xenófobos, racistas, supremacistas), de izquierda o centro-derecha y centro-izquierda, que son el reflejo del descontento social con las políticas neoliberales globales.

Como también una protesta a los partidos tradicionales afincados en la Estructura del Sistema, asociados entre sí y con la maquinaria estatal, y la inercia de la burocracia en las decisiones políticas, que consideran a estos nuevos partidos una amenaza letal para la <<democracia>> y los combaten-(por ejemplo, Podemos en España). Ahora, los movimientos políticos que cuestionan el Sistema son considerados populistas, ya que engloban tendencias de izquierda o de derecha, y porque rechazan las políticas de globalización neoliberal. El <<populismo>> entonces se constituye en una fuerza política para combatir a una minoría elitista que pasa por encima de la <<gente corriente>>. O, mejor dicho, sin importarles el destino que les espera ni como personas, ni colectivos.  

Así que, también son previsibles conflictos internos en lo que se refiere a los símbolos culturales. Preguntamos, ¿La apreciación <<populista>> de los nacionalistas requiere una devaluación de los inmigrantes en el sentido más amplio? ¿Y puede la izquierda tener éxito en el pago de un tributo cultural creíble a los que acaban de despertar de su apatía? Sabemos sectores cada vez más grandes de la población son capaces de percibir las pérdidas: la simplificación de la existencia, la numerifición, la objetización, la pobreza, la aniquilación del valor del ser humano y la simplificación del mundo. Y, en efecto, comprender el desarrollo de los acontecimientos, no es tan simple como lo presentan los medios de comunicación de masas.