Con amor:
A mi tía Lucila
Flórez de Figueroa
Antonio Mercado Flórez. Filósofo
y Pensador.
En este ensayo trato de ubicarme
en el pálpito de la cultura y la civilización occidental reciente. Para que
ayude a desvelar las contradicciones y los aciertos del Espíritu de la Época. Pero ante todo y, sobre todo, llevar a cabo
una reflexión crítica sobre la vida y sus afluentes; la situación actual del
hombre de carne y hueso. Entonces, ¿qué trato de captar en una reflexión como
ésta? “Captar la realidad y que las cosas afluyan a nosotros con una superficie
sin desbaratar y en fragmentos, y a menudo son como lava que arrastra tierra y
piedra”. Así que, al reflexionar el espíritu intenta captar la totalidad que
está encerrada en las partes, la figura llena de sentido, el Poder Estático. ¿Cuándo se alcanza este
tipo de pensamiento? Al retirar el polvo del cristal desde donde vemos las
cosas.
De ahí que las corrientes del
espíritu de la lengua se conviertan en grito desgarrador. Ya que desde el
espíritu lingüístico se realiza la crítica de lo actual. De los despojos de la
cultura occidental reciente, para develar lo que ocultan sus harapos. ¿Cómo la
técnica y la ciencia en la vida y la cultura occidental, determinan el “orden”
de la existencia? Y ¿cómo se está dando el paso del logos clásico al logos del
artificio? Esto se convierte en uno de los factores que inciden
fundamentalmente en: la Gramática de la
vida. Es decir, lo que toca a las
materialidades o al espíritu del hombre: la
Condición Humana. Tal como la
mira Hannah Arendt.
Ahora, ¿cuál será la respuesta
del ser humanos a la contra ofensiva que está tomando la “¿Figura”, el nuevo tipo, en el ámbito de la Historia? Sí lo único
que se ofrece para resolver los problemas de la humanidad, es el ámbito
político o militar, de una parte; o, el económico, el técnico o el científico,
de otra. En momentos de transito como éste hay que hacer un pare en el camino,
una inflexión en el Tiempo. Que nos ayude a desvelar no sólo las
contradicciones y los aciertos de la cultura occidental, sino también los
elementos que componen la civilización actual.
Pienso que hay que tomar otras
rutas, caminos diferentes, visionar el teatro del mundo y la realidad de otra
forma. Y de esa manera el sentido de la existencia pueda restaurar el vigor que
le es propio. En otras palabras, restituir la visión desde el umbral del Espíritu y lo Elemental. O, lo que es lo mismo, desde la naturaleza y el interior
del ser humano.
Pienso que el vacío espiritual de
la época debe llenarse con lo permanente, aquello que se ofrece como sustancia
del “orden”, siempre en devenir de las potencias del caos. Es pertinente
desandar lo andado, que volvamos a las fuentes de la cultura occidental, a los
Antiguos escritores griegos y romanos (a las corrientes de agua viva de la
cultura Greco-Latina y Judea-cristiana), y a escritores como Shakespeare,
Milton, Cervantes, Novalis, Goethe, Heder, Vico, Benjamín, Jünger, Mann, etc.,
o, a los modernos y contemporáneos. De esa manera podemos restaurar algo de la
perdida de la coherencia interior del “Yo” y del sentido de humanidad. Que
tanta falta hace en estos tiempos de ayuno espiritual.
Ahora, ¿qué nos espera realmente
en este mundo que se desase como hongos podridos en la boca? ¿qué nos depara el
Destino en un tiempo de valores en entredicho? La historia de la cultura
occidental está ahí: sus mitos, sus ritos, sus costumbres, sus usos, sus
técnicas, su arte, su música, sus conocimientos, sus saberes, sus experiencias,
y su civilización; son un Libro Abierto.
No se trata de trasladar el mundo
greco-romano, Judea-cristiano de manera mecánica y automática, al
presente-ahora; ni trasladar los filtros
que se han construido en la Época Moderna. Y de manera mecánica instalarlos en
la época contemporánea. Se trata de asimilar sus enseñanzas y experiencias para
salir del oscuro laberinto en que nos encontramos de la mejor manera posible.
Sabemos que la historia se repite
en variantes; y hay que desojar el Árbol
de vida y el Árbol del conocimiento, o las experiencias enriquecedoras de
sentido, para no repetir los defectos de las hechuras humanas. Así, la vida y
el mundo están ahí para preguntar. La historia mítica, primitiva o, de nuestros
antepasados más inmediatos; ha de permitirnos apropiarnos las cosas posibles
que están siempre ahí –sólo basta soñarlas o imaginarlas para poseerlas en
realidad. Entonces el crisol de las cosas posibles permite contemplar el
presente y el futuro con otra visión, más libre y más humana.
El drama de la vida cotidiana
siempre trasciende las necesidades y esperanzas humanas. De ahí la necesidad de
la teología, el arte o la filosofía. El presente se manifiesta lleno de zozobra
e incertidumbre; el futuro, un oscuro camino que hay que transitar; y valernos
de un rayo de luz que brille sobre la oscuridad y se convierta en “antorcha”
para las hechuras humanas y encontrar el camino de salida; aquel que conduce
allende del tiempo donde moran los Dioses o el Ser.
Así pues, una luz que se refracte
en el espejo del pasado podrá iluminar el presente y lo porvenir. Como expresó
Walter Benjamín: “Leer en la vida y las formas perdidas y aparentemente
secundarias de aquella época, la vida y las formas de hoy”.
Sabemos que en esta época de
transito existen personas que están leyendo las señales del Espíritu del Tiempo, o el Alfabeto de los Cielos Estrellados.
Estas personas se presentan como misioneros de la palabra divina, visionarios
del arte o la filosofía. Pero son considerados apostrofas de los valores
vigentes y gusanos del “statu quo”.
Son hombres sensibles, intuitivos, conscientes, que encarnan el Espíritu de la Historia o del Mundo, son el sueño del futuro. He
ahí su enigma, pero también su valía.
Creo que las respuestas que
necesita el mundo moderno, no pueden darse sólo en el ámbito económico,
político, bélico, científico o técnico. Porque la tragedia del hombre contemporáneo
toca a la naturaleza del Ser y del existir. Entonces, la existencia hay que
ubicarla en red multirreferencial, siempre en devenir. Por eso, este objeto de
análisis se convierte en problema ontológico y epistemológico. Ya que penetra
los filamentos más finos de la naturaleza del Ser. Así que, deber es,
reflexionar sobre el dolor, el miedo, la angustia, la libertad, la conversión
del hombre en objeto y las relaciones de fuerza o de dominio que nos
determina.
También sobre la importancia de
los instrumentos técnicos en la vida de las personas y su concatenación con la
voluntad de poder. De ahí, por ejemplo, que la transformación en los medios y
los modos de comunicación, no son sólo un fenómeno de opinión, sino también una
mutación en la naturaleza lingüística del ser humano: la percepción que se
tiene del “Yo” concreto; el transcurso del tiempo; el “decir” y el “hacer”, con
que el hombre entró en la Historia; o la concepción de la vida y de la muerte.
Estas esferas del tejido vivo de la existencia se están transformando y
posibilitando una mutación del Ser y del existir, en la historia contemporánea.
Pienso que nuestra época está
cansada y abrumada, porque la idea de
Progreso y la técnica, no han
estado a la altura para responder a las esperanzas y necesidades humanas.
Porque se creyó que la ciencia y la técnica resolverían todos los problemas
humanos. Y estaban sumamente equivocados. Sabemos que la esperanza en el
transcurso del siglo XX, se convirtió en sofisma deliberado. Ya que la ciencia
y la técnica, la política y la economía, no estuvieron a la altura de la
histórica y los requerimientos morales. Por eso, terminan poniéndose al
servicio de los poderosos y de una gran
corriente de energía bélica.
Se demostró que, en la Segunda
Guerra Mundial, o, en las múltiples guerras periféricas, desembocasen en
derramamiento de sangre, al servicio de las potencias de la muerte. Y su
tragedia más profunda se manifiesto, cuando la Cultura centro europea
se pone a las órdenes de unos hombres que se han aliado criminalmente con la
técnica. Esos que exterminaron a seis millones de judíos y cientos de minorías
étnicas y lingüísticas en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. La
conciencia occidental lo interiorizó como tragedia fundamental.
Porque incidió en los
requerimientos morales y psicológicos del ser humano. Además, el
quebrantamiento del “Ser” y del “tejido del existir”, dañó “los centros vitales de la cultura occidental”. Eso que George Steiner
llamó: la Shoah, “el viento oscuro de
la muerte”: El eclipse de lo mesiánico.
Sabemos que el paso del “logos” natural -ambiguo, contradictorio,
multívoco e infinito-, al “logos” del
artificio – univoco y binario-, está trastocando la naturaleza lingüística del
hombre. Porque incide directamente en los pliegues de la naturaleza humana.
Desde hace pocos espacios de tiempo, la matemática, la lógica, los signos, las
imágenes gráficas en movimiento, o los diferentes lenguajes digitales, están
reemplazando al “logos” natural. Y
esta trastocación en el “orden” de la existencia se convirtió en ontológica y
epistémica.
De ahí las transformaciones
lingüísticas hay que percibirlas como alteraciones históricas, antropológicas,
políticas, sociales, económicas, técnicas y del saber en general. También que
las mutaciones lingüísticas, no hay que verlas sólo desde el prisma de los
medios de comunicación, las redes sociales, Internet, la Inteligencia
Artificial; porque más que un fenómeno de opinión, son transformaciones en los
medios y los modos de “decir”. Y esto repercute en la coherencia del “Yo”
concreto, el transcurso del tiempo, la conducta del ser humano, o en los
elementos léxico-gramaticales.
Esta mutación de la existencia
posibilita pensar que no sólo se están generando cambios en la superficie del
lenguaje, sino también en la cripta,
las profundidades, desde donde emanan las fuentes del espíritu de la lengua y
la existencia en general. Por eso, no se pueden reducir a la economía, la
política, la técnica, o a la ciencia; ya que tocan las fibras de los átomos del
Ser.
De ahí que sus causas hay que
buscarlas por debajo, incluso, de la política, la economía, las materialidades,
las formas de civilización y la cultura; mirarlas como fenómenos telúricos o
cósmicos. O, mejor, como fenómeno cultual.
Es una visión que percibe los
cambios que se están generando en la cultura y la civilización occidental
reciente, desde la teología, la teoría de la cultura, el arte, la poesía, la
literatura, la filosofía, etc. Por así decir, captar la crisis de la actualidad
en las lenguas y situar su centro de gravedad en la naturaleza espiritual del
hombre. En este orden, el objeto del lenguaje tiene funciones económicas o
políticas: favorecen el comercio y el ejercicio del poder. La visión del mundo
y de la existencia que propongo posibilita otros caminos, métodos diferentes,
para aprender, experimentar o saber, sobre el mundo y la realidad de la que
somos parte.
Pertenecemos al Espíritu del Tiempo y al mundo técnico y al colectivo de ese mundo,
que la ciencia, el poder y las riquezas, o los mass-media e Internet, presentan
como el mejor de los mundos posibles. Pero olvidamos que detrás de los
espejismos técnicos, del desarrollo de los procesos y la economía, o de las
prácticas políticas, se generan formas de dominio, coacción y control. En otras
palabras, detrás de los espejismos se tejen y destejen redes entre el confort
técnico y la nueva voluntad de poder, que se concatenan a “cuadros de mando”, distribuidos en la madeja del mundo actual.
Pienso que las personas que se
preocupan por el lenguaje, son conscientes que controlar el lenguaje, significa
el control del pensamiento, de las referencias imaginativas y las acciones
humanas. Que los que ejercen el poder saben, que el control del lenguaje no
significa sólo el de los medios técnicos de comunicación de masas, la
parafernalia de la publicidad, el consumo de mercancías, los lenguajes
digitales. Significa, el control del cuerpo, del espíritu, del lenguaje, la
mente o, del pensamiento.
La práctica política, entonces,
se interesa por el dominio de un tipo de conocimiento, de experiencia, de
imaginación, de sensibilidad, que no entorpezca su libre devenir. Si el
lenguaje es la fuente del “pensar” y el “hacer”, el ejercicio del poder se
interesa por el poeta, el escritor, el filósofo, el artista, el dramaturgo,
etc.
No por sofismas abstractos y
deliberados. Sino que en un tipo de sociedad como la nuestra, se tiraniza y se
vacían las palabras deliberadamente de sus significados. Se cambia el “orden”
de la existencia individual: la libertad en esclavitud, la vida en muerte, la
esperanza en desesperanza, la tolerancia en intolerancia, la confianza en
desconfianza, la paz en guerra.
Se trata, en última instancia,
que el ejercicio del poder no reemplace la Gramática
de la Vida por la Gramática Autoritaria. Como dijo George Steiner: “Que el pasado
verbal, la historia y la memoria, no se cambien por un presente impersonal y un
futuro utópico. Porque al ser una mentira constantemente renovada y modificada,
el pasado se vuelve presente”.
En este orden de ideas nos
sugiere, que la crítica del lenguaje se enfrenta hoy día a otros actores. El
imperio de la corrupción, el descrédito de las instituciones, el nepotismo
político, la inmoralidad en el manejo de la administración pública, el capital
financiero bancario, que se han transformado en quiebra de los valores públicos
y privados. Que, en esta época de alto desarrollo tecnológico, científico y
abstracto, el lenguaje político –el significado de los relatos y la naturaleza
de la palabra -, se han vaciado de sus contenidos. Porque obedecen sólo a las
estrategias del marketing, a la Cultura
del espectáculo. Por eso, la crítica del lenguaje se convierte en crítica
de la vida, del mundo y la realidad.
Pienso que, en el Espíritu del Tiempo y sus juicios, prima
la Cultura de lo efímero. El paso del “logos” clásico –ambiguo, infinito,
multívoco, contradictorio-, al “logos”
del artificio –unívoco y numérico-. Donde prevalece lo pasajero y siempre
igual, la futilidad y el ocio vació que degrada la condición humana.
En el transcurso de la primera
mitad del siglo XX, por el vaciamiento de la palabra y los despropósitos
humanos, Europa se convirtió en ámbito donde la tortura, el fusilamiento, el
secuestro, la desaparición forzada, los desplazamientos, las matanzas, la mentira,
la demagogia, los campos de concentración, la violación de los Derechos
Humanos, el racismo, la xenofobia, etc.; derrumbaron los cimientos de la verdad
y del humanismo. Las diferentes formas de totalitarismo tanto de izquierda como
de derecha, lo justifican. Ahí están los vestigios dejados tras de sí, por el
nazismo, el estalinismo, el fascismo o el falangismo.
En los tiempos actuales los “Centros Vitales de Cultura y la Civilización
Occidental”, están nuevamente cuestionados por las ideologías de derecha y
extrema derecha, los nacional-populismos de derecha y de izquierda, los
autoritarismos, están dando paso a políticas xenófobas, racistas, excluyentes,
intolerantes que ponen en entre dicho el Estado
de Derecho y el Sistema democrático.
El problema consiste que desde dentro de las instituciones y del ejercicio del
poder, destruyen a martillazos los cimientos de la libertad, la tolerancia, la
fraternidad, la igualdad, la cooperación, el respeto a la dignidad humana,
etc.; que son banderas de las sociedades democráticas occidentales.
Creo que por el alto grado de
objetivación que alcanzó el ser humano en el transcurso del siglo XX, la
prevalencia de la Gramática de la
violencia, la guerra o las potencias de la muerte, dañaron los Centros Vitales de la Gramática de la Vida.
Pero, en los países desarrollados se quiso subsanar esta fractura fundamental, con el desarrollo de la técnica, la ciencia,
y con un leve bienestar social, económico y político.
Pero olvidaron que la naturaleza
humana es un intricado entrelazamiento de sueños, instintos, mitos, ritos,
lenguas, pensamientos, símbolos, que estaban sumamente degradados, lo que
supone para el hombre de hoy, una disminución de la Gramática de la Vida.
Creo
que la esperanza del hombre hay que buscarla en el Espíritu, el Pensamiento, la
Experiencia, el Lenguaje o, en Dios. Porque allende del tiempo moran las Musas
y los Dioses.