miércoles, 9 de agosto de 2023

LA GRAMATICA DE LA VIDA EN LA ACTUALIDAD

 

                     

 

                               Con amor:

                               A mi tía Lucila Flórez de Figueroa

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

 

En este ensayo trato de ubicarme en el pálpito de la cultura y la civilización occidental reciente. Para que ayude a desvelar las contradicciones y los aciertos del Espíritu de la Época. Pero ante todo y, sobre todo, llevar a cabo una reflexión crítica sobre la vida y sus afluentes; la situación actual del hombre de carne y hueso. Entonces, ¿qué trato de captar en una reflexión como ésta? “Captar la realidad y que las cosas afluyan a nosotros con una superficie sin desbaratar y en fragmentos, y a menudo son como lava que arrastra tierra y piedra”. Así que, al reflexionar el espíritu intenta captar la totalidad que está encerrada en las partes, la figura llena de sentido, el Poder Estático. ¿Cuándo se alcanza este tipo de pensamiento? Al retirar el polvo del cristal desde donde vemos las cosas.  

De ahí que las corrientes del espíritu de la lengua se conviertan en grito desgarrador. Ya que desde el espíritu lingüístico se realiza la crítica de lo actual. De los despojos de la cultura occidental reciente, para develar lo que ocultan sus harapos. ¿Cómo la técnica y la ciencia en la vida y la cultura occidental, determinan el “orden” de la existencia? Y ¿cómo se está dando el paso del logos clásico al logos del artificio? Esto se convierte en uno de los factores que inciden fundamentalmente en: la Gramática de la vida. Es decir, lo que toca a las materialidades o al espíritu del hombre: la Condición Humana. Tal como la mira Hannah Arendt.

Ahora, ¿cuál será la respuesta del ser humanos a la contra ofensiva que está tomando la “¿Figura”, el nuevo tipo, en el ámbito de la Historia? Sí lo único que se ofrece para resolver los problemas de la humanidad, es el ámbito político o militar, de una parte; o, el económico, el técnico o el científico, de otra. En momentos de transito como éste hay que hacer un pare en el camino, una inflexión en el Tiempo. Que nos ayude a desvelar no sólo las contradicciones y los aciertos de la cultura occidental, sino también los elementos que componen la civilización actual.

Pienso que hay que tomar otras rutas, caminos diferentes, visionar el teatro del mundo y la realidad de otra forma. Y de esa manera el sentido de la existencia pueda restaurar el vigor que le es propio. En otras palabras, restituir la visión desde el umbral del Espíritu y lo Elemental. O, lo que es lo mismo, desde la naturaleza y el interior del ser humano.

Pienso que el vacío espiritual de la época debe llenarse con lo permanente, aquello que se ofrece como sustancia del “orden”, siempre en devenir de las potencias del caos. Es pertinente desandar lo andado, que volvamos a las fuentes de la cultura occidental, a los Antiguos escritores griegos y romanos (a las corrientes de agua viva de la cultura Greco-Latina y Judea-cristiana), y a escritores como Shakespeare, Milton, Cervantes, Novalis, Goethe, Heder, Vico, Benjamín, Jünger, Mann, etc., o, a los modernos y contemporáneos. De esa manera podemos restaurar algo de la perdida de la coherencia interior del “Yo” y del sentido de humanidad. Que tanta falta hace en estos tiempos de ayuno espiritual.

Ahora, ¿qué nos espera realmente en este mundo que se desase como hongos podridos en la boca? ¿qué nos depara el Destino en un tiempo de valores en entredicho? La historia de la cultura occidental está ahí: sus mitos, sus ritos, sus costumbres, sus usos, sus técnicas, su arte, su música, sus conocimientos, sus saberes, sus experiencias, y su civilización; son un Libro Abierto.

No se trata de trasladar el mundo greco-romano, Judea-cristiano de manera mecánica y automática, al presente-ahora; ni trasladar los filtros que se han construido en la Época Moderna. Y de manera mecánica instalarlos en la época contemporánea. Se trata de asimilar sus enseñanzas y experiencias para salir del oscuro laberinto en que nos encontramos de la mejor manera posible.

Sabemos que la historia se repite en variantes; y hay que desojar el Árbol de vida y el Árbol del conocimiento, o las experiencias enriquecedoras de sentido, para no repetir los defectos de las hechuras humanas. Así, la vida y el mundo están ahí para preguntar. La historia mítica, primitiva o, de nuestros antepasados más inmediatos; ha de permitirnos apropiarnos las cosas posibles que están siempre ahí –sólo basta soñarlas o imaginarlas para poseerlas en realidad. Entonces el crisol de las cosas posibles permite contemplar el presente y el futuro con otra visión, más libre y más humana.

El drama de la vida cotidiana siempre trasciende las necesidades y esperanzas humanas. De ahí la necesidad de la teología, el arte o la filosofía. El presente se manifiesta lleno de zozobra e incertidumbre; el futuro, un oscuro camino que hay que transitar; y valernos de un rayo de luz que brille sobre la oscuridad y se convierta en “antorcha” para las hechuras humanas y encontrar el camino de salida; aquel que conduce allende del tiempo donde moran los Dioses o el Ser.

Así pues, una luz que se refracte en el espejo del pasado podrá iluminar el presente y lo porvenir. Como expresó Walter Benjamín: “Leer en la vida y las formas perdidas y aparentemente secundarias de aquella época, la vida y las formas de hoy”.

Sabemos que en esta época de transito existen personas que están leyendo las señales del Espíritu del Tiempo, o el Alfabeto de los Cielos Estrellados. Estas personas se presentan como misioneros de la palabra divina, visionarios del arte o la filosofía. Pero son considerados apostrofas de los valores vigentes y gusanos del “statu quo”. Son hombres sensibles, intuitivos, conscientes, que encarnan el Espíritu de la Historia o del Mundo, son el sueño del futuro. He ahí su enigma, pero también su valía.

Creo que las respuestas que necesita el mundo moderno, no pueden darse sólo en el ámbito económico, político, bélico, científico o técnico. Porque la tragedia del hombre contemporáneo toca a la naturaleza del Ser y del existir. Entonces, la existencia hay que ubicarla en red multirreferencial, siempre en devenir. Por eso, este objeto de análisis se convierte en problema ontológico y epistemológico. Ya que penetra los filamentos más finos de la naturaleza del Ser. Así que, deber es, reflexionar sobre el dolor, el miedo, la angustia, la libertad, la conversión del hombre en objeto y las relaciones de fuerza o de dominio que nos determina. 

También sobre la importancia de los instrumentos técnicos en la vida de las personas y su concatenación con la voluntad de poder. De ahí, por ejemplo, que la transformación en los medios y los modos de comunicación, no son sólo un fenómeno de opinión, sino también una mutación en la naturaleza lingüística del ser humano: la percepción que se tiene del “Yo” concreto; el transcurso del tiempo; el “decir” y el “hacer”, con que el hombre entró en la Historia; o la concepción de la vida y de la muerte. Estas esferas del tejido vivo de la existencia se están transformando y posibilitando una mutación del Ser y del existir, en la historia contemporánea.

Pienso que nuestra época está cansada y abrumada, porque la idea de Progreso y la técnica, no han estado a la altura para responder a las esperanzas y necesidades humanas. Porque se creyó que la ciencia y la técnica resolverían todos los problemas humanos. Y estaban sumamente equivocados. Sabemos que la esperanza en el transcurso del siglo XX, se convirtió en sofisma deliberado. Ya que la ciencia y la técnica, la política y la economía, no estuvieron a la altura de la histórica y los requerimientos morales. Por eso, terminan poniéndose al servicio de los poderosos y de una gran corriente de energía bélica.

Se demostró que, en la Segunda Guerra Mundial, o, en las múltiples guerras periféricas, desembocasen en derramamiento de sangre, al servicio de las potencias de la muerte. Y su tragedia más profunda se manifiesto, cuando la Cultura centro europea se pone a las órdenes de unos hombres que se han aliado criminalmente con la técnica. Esos que exterminaron a seis millones de judíos y cientos de minorías étnicas y lingüísticas en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. La conciencia occidental lo interiorizó como tragedia fundamental.

Porque incidió en los requerimientos morales y psicológicos del ser humano. Además, el quebrantamiento del “Ser” y del “tejido del existir”, dañó “los centros vitales de la cultura occidental”. Eso que George Steiner llamó: la Shoah, “el viento oscuro de la muerte”: El eclipse de lo mesiánico.  

Sabemos que el paso del “logos” natural -ambiguo, contradictorio, multívoco e infinito-, al “logos” del artificio – univoco y binario-, está trastocando la naturaleza lingüística del hombre. Porque incide directamente en los pliegues de la naturaleza humana. Desde hace pocos espacios de tiempo, la matemática, la lógica, los signos, las imágenes gráficas en movimiento, o los diferentes lenguajes digitales, están reemplazando al “logos” natural. Y esta trastocación en el “orden” de la existencia se convirtió en ontológica y epistémica.

De ahí las transformaciones lingüísticas hay que percibirlas como alteraciones históricas, antropológicas, políticas, sociales, económicas, técnicas y del saber en general. También que las mutaciones lingüísticas, no hay que verlas sólo desde el prisma de los medios de comunicación, las redes sociales, Internet, la Inteligencia Artificial; porque más que un fenómeno de opinión, son transformaciones en los medios y los modos de “decir”. Y esto repercute en la coherencia del “Yo” concreto, el transcurso del tiempo, la conducta del ser humano, o en los elementos léxico-gramaticales.

Esta mutación de la existencia posibilita pensar que no sólo se están generando cambios en la superficie del lenguaje, sino también en la cripta, las profundidades, desde donde emanan las fuentes del espíritu de la lengua y la existencia en general. Por eso, no se pueden reducir a la economía, la política, la técnica, o a la ciencia; ya que tocan las fibras de los átomos del Ser.

De ahí que sus causas hay que buscarlas por debajo, incluso, de la política, la economía, las materialidades, las formas de civilización y la cultura; mirarlas como fenómenos telúricos o cósmicos. O, mejor, como fenómeno cultual.

Es una visión que percibe los cambios que se están generando en la cultura y la civilización occidental reciente, desde la teología, la teoría de la cultura, el arte, la poesía, la literatura, la filosofía, etc. Por así decir, captar la crisis de la actualidad en las lenguas y situar su centro de gravedad en la naturaleza espiritual del hombre. En este orden, el objeto del lenguaje tiene funciones económicas o políticas: favorecen el comercio y el ejercicio del poder. La visión del mundo y de la existencia que propongo posibilita otros caminos, métodos diferentes, para aprender, experimentar o saber, sobre el mundo y la realidad de la que somos parte.

Pertenecemos al Espíritu del Tiempo y al mundo técnico y al colectivo de ese mundo, que la ciencia, el poder y las riquezas, o los mass-media e Internet, presentan como el mejor de los mundos posibles. Pero olvidamos que detrás de los espejismos técnicos, del desarrollo de los procesos y la economía, o de las prácticas políticas, se generan formas de dominio, coacción y control. En otras palabras, detrás de los espejismos se tejen y destejen redes entre el confort técnico y la nueva voluntad de poder, que se concatenan a “cuadros de mando”, distribuidos en la madeja del mundo actual.

Pienso que las personas que se preocupan por el lenguaje, son conscientes que controlar el lenguaje, significa el control del pensamiento, de las referencias imaginativas y las acciones humanas. Que los que ejercen el poder saben, que el control del lenguaje no significa sólo el de los medios técnicos de comunicación de masas, la parafernalia de la publicidad, el consumo de mercancías, los lenguajes digitales. Significa, el control del cuerpo, del espíritu, del lenguaje, la mente o, del pensamiento.

La práctica política, entonces, se interesa por el dominio de un tipo de conocimiento, de experiencia, de imaginación, de sensibilidad, que no entorpezca su libre devenir. Si el lenguaje es la fuente del “pensar” y el “hacer”, el ejercicio del poder se interesa por el poeta, el escritor, el filósofo, el artista, el dramaturgo, etc.

No por sofismas abstractos y deliberados. Sino que en un tipo de sociedad como la nuestra, se tiraniza y se vacían las palabras deliberadamente de sus significados. Se cambia el “orden” de la existencia individual: la libertad en esclavitud, la vida en muerte, la esperanza en desesperanza, la tolerancia en intolerancia, la confianza en desconfianza, la paz en guerra.

Se trata, en última instancia, que el ejercicio del poder no reemplace la Gramática de la Vida por la Gramática Autoritaria.  Como dijo George Steiner: “Que el pasado verbal, la historia y la memoria, no se cambien por un presente impersonal y un futuro utópico. Porque al ser una mentira constantemente renovada y modificada, el pasado se vuelve presente”.

En este orden de ideas nos sugiere, que la crítica del lenguaje se enfrenta hoy día a otros actores. El imperio de la corrupción, el descrédito de las instituciones, el nepotismo político, la inmoralidad en el manejo de la administración pública, el capital financiero bancario, que se han transformado en quiebra de los valores públicos y privados. Que, en esta época de alto desarrollo tecnológico, científico y abstracto, el lenguaje político –el significado de los relatos y la naturaleza de la palabra -, se han vaciado de sus contenidos. Porque obedecen sólo a las estrategias del marketing, a la Cultura del espectáculo. Por eso, la crítica del lenguaje se convierte en crítica de la vida, del mundo y la realidad.

Pienso que, en el Espíritu del Tiempo y sus juicios, prima la Cultura de lo efímero. El paso del “logos” clásico –ambiguo, infinito, multívoco, contradictorio-, al “logos” del artificio –unívoco y numérico-. Donde prevalece lo pasajero y siempre igual, la futilidad y el ocio vació que degrada la condición humana.

En el transcurso de la primera mitad del siglo XX, por el vaciamiento de la palabra y los despropósitos humanos, Europa se convirtió en ámbito donde la tortura, el fusilamiento, el secuestro, la desaparición forzada, los desplazamientos, las matanzas, la mentira, la demagogia, los campos de concentración, la violación de los Derechos Humanos, el racismo, la xenofobia, etc.; derrumbaron los cimientos de la verdad y del humanismo. Las diferentes formas de totalitarismo tanto de izquierda como de derecha, lo justifican. Ahí están los vestigios dejados tras de sí, por el nazismo, el estalinismo, el fascismo o el falangismo.

En los tiempos actuales los “Centros Vitales de Cultura y la Civilización Occidental”, están nuevamente cuestionados por las ideologías de derecha y extrema derecha, los nacional-populismos de derecha y de izquierda, los autoritarismos, están dando paso a políticas xenófobas, racistas, excluyentes, intolerantes que ponen en entre dicho el Estado de Derecho y el Sistema democrático. El problema consiste que desde dentro de las instituciones y del ejercicio del poder, destruyen a martillazos los cimientos de la libertad, la tolerancia, la fraternidad, la igualdad, la cooperación, el respeto a la dignidad humana, etc.; que son banderas de las sociedades democráticas occidentales.

Creo que por el alto grado de objetivación que alcanzó el ser humano en el transcurso del siglo XX, la prevalencia de la Gramática de la violencia, la guerra o las potencias de la muerte, dañaron los Centros Vitales de la Gramática de la Vida. Pero, en los países desarrollados se quiso subsanar esta fractura fundamental, con el desarrollo de la técnica, la ciencia, y con un leve bienestar social, económico y político.

Pero olvidaron que la naturaleza humana es un intricado entrelazamiento de sueños, instintos, mitos, ritos, lenguas, pensamientos, símbolos, que estaban sumamente degradados, lo que supone para el hombre de hoy, una disminución de la Gramática de la Vida.

Creo que la esperanza del hombre hay que buscarla en el Espíritu, el Pensamiento, la Experiencia, el Lenguaje o, en Dios. Porque allende del tiempo moran las Musas y los Dioses.

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