<<La
vida, Mónica, es más compleja que todas las definiciones posibles; toda imagen simplificada corre el riesgo de ser
grosera>>.
Marguerite Yourcenar
<<Alexis>>.
Antonio Mercado
Flórez.
En Diario de la galera,
Imre Kertész expresa, <<vida:
tiempo que pasamos dedicados a cosas en gran parte superfluas. La
característica principal del <<santo>> no es quizá la obsesión, la
monotonía, sino el terror a perder el tiempo. El tiempo lleva el sello de lo
insustancial, hasta que se cumple su terrible mandato, la senectud y la muerte.
En Europa todo se resuelve con el trabajo o, mejor dicho, con el servicio
laboral. Pasar por el paso subterráneo y darse de bruces con el trajín. ¿Adónde
van tan de prisa? No es una pregunta barata referida a la muerte; se trata de
que lo insustancial les resulta tan importante. Levantarse por la mañana, la
higiene, la familia, los medios de transporte, ocho horas de trabajo -en su mayoría actividades insustanciales que
no forman parte de la existencia-, luego la compra, más medios de transporte,
un poco de diversión –que no afecte la existencia, de ser posible--, en el
mejor de los caso un acto sexual y, por último, el sueño o el insomnio>>.
Vivimos nuestra vida sin participar de ella e imperan los
destinos impersonales que nos imponen. Destinos objetivos que nos atraviesan,
nos circunda como un cinturón eléctrico y, por último, nos trascienden. Nos
está prohibido la aventura, lo imaginario, la experiencia, porque en nuestra
vida prima la organización, la estructura, el sistema y, el tiempo abstracto,
medido, que obedece a las reglas de juego que imponen los que se ubican en el
<<cuadro de mando>>. En nuestro tiempo <<lo que hay son
hombres poderosos en los que se concentra y gasta la energía. La primacía la
tiene un elevado nivel de conocimiento, anónimo y desconsiderado, que vencerá
las resistencias políticas allí donde tropiece con ellas>>. ¿Qué desea el
ser humano? Desea liberarse. A propósito de las maquinas, las organizaciones,
las estructuras, los sistemas y, además, porque el logos se ha situado en su parte material. La individualidad se
diluye en la insustancialidad objetiva del tiempo, del tiempo ubicado en la
superficie. Cuando miramos por detrás del forro de los fenómenos nos damos
cuenta que el ser humano, Tú y Yo, hemos entrado en otras coordenadas de la
existencia. <<Cuando la hoja se vuelve hacía <<el otro lado>>
(Kubin) el refugio desaparece crece la soledad. Los cambios sociales no mejoran
la posición del ser humano, la gravan incluso. La sociedad deja al ser humano
en la estacada>>. Podemos darnos cuenta que el trabajo, el actual estadio
de producción global, el tiempo, los modelos de desarrollo, los poderes
actuales, no responden a las verdaderas necesidades humanas. Así pues,
<<en el desarrollo de la técnica>> se han podido percibir
<<los progresos de las ciencias naturales, pero no los retrocesos de la
sociedad>>.
Los problemas que acarrean el actual estadio de la
producción, la técnica y el trabajo y el capital, proporcionan únicamente
molestias. <<Por ahora, más bien que ser planteados, son liquidados con
rapidez, liquidados en estado embrionario, por así decirlo, es una consecuencia
de la aceleración. Están multiplicándose los sectores en que los problemas son
resueltos por las maquinas>>. En la actualidad <<la situación
política o social dominante urge idealizarse a sí misma para justificar
moralmente su existencia […] La cosificación no sólo hace opaca las relaciones
entre los hombres; sino que además envuelve en niebla a los sujetos reales de
dichas relaciones>>. En una atmósfera como esta, la vida tiende a
volatizarse, objetizarse o numerificarse. La individualidad se pierde en la
masa, la organización y la estructura. Se trata de tomar consciencia que los
<<aparatos y los sistemas>>, las organizaciones, <<no pueden
sustituir la presencia del ser humano>>. Además, <<en los errores
esa presencia se acerca más a lo perfecto que todas las exactitudes. La
realidad causa un efecto más fuerte al ser mostrada que al ser dicha. Se la
enseña. Mayor efecto aún causa algo cuando acontece, y ello tanto en el actuar
como en el no actuar, es decir, tanto en los actores como en los espectadores
al mismo tiempo. Para ello es necesario que salga a escena el señor de la fiesta>>.
Por una parte el arte, llamo arte la materia y la escritura,
la música y el color, que la fealdad del mundo actual no desea que precise la
fuente de nuestro destino. Se trata de colmar de fuerzas artísticas la vida de
los hombres, tal como hacía Quirón con la de los héroes. Porque sin
<<ellas continuaría siendo por necesidad una vida zafia y mísera>>.
Su saber era <<originario; aún no se había ramificado para formar la
ciencia. Quirón estaba muy cerca del muro del tiempo>>. Era un tiempo que
bebía de las fuentes de los dioses, por eso alimentaba el <<Árbol de la
vida>>. Como dice Umberto Eco: <<Toda tentativa de averiguar el
sentido último conduce al absurdo y le arrebata su misterio al mundo>>.
Se trata de reencantarlo y componer los portillos de la historia. <<La
sombra causa efectos fisionómicos; tiene sus buenas razones el hecho de que hoy
casi nunca se consiga hacer un buen retrato. La jovialidad está desapareciendo;
hay países donde raras veces se ríe y otros donde tal cosa ya no ocurre>>.
Pero existen otros donde la vida no cuenta, porque se disponen o encargan
crímenes, se asesina a cambio de dinero, la ideología o, del dogma. El
auténtico factor moral de nuestro tiempo se expresa también en esos espíritus
diabólicos. <<No está comenzando un tiempo nuevo, lo que está comenzando
es otro tiempo, un tiempo diferente>>.
<<El Señor ha vallado mi camino con obras>> (Jeremías).
Thomas Mann nos enseña que debemos pensar en el ser humano,
que es él el único objeto verdadero del pensamiento. Ahora en este tiempo no se
darán revoluciones sociales, sino que primarán grandes rebeldes
individualistas. Ello se observa en el orden del pensamiento, la ciencia, la
técnica y la estética. Muchas personas creen que lo realmente conmovedor es que
<<el mundo se pueda reducir y convertir en algo formulable>>. En el
ámbito de la estética <<significa precisamente lo contrario>>. En
la existencia individual prima el <<Árbol de la vida>> que se ubica
en el borde del muro del tiempo, sobre el <<Árbol del
conocimiento>>, que sólo refleja su parte exterior. Quizá dé cuenta con
la razón y la lógica de los fenómenos naturales, pero no de la condición
humana. Es ahí donde hay que captar en el pequeño momento singular, el
acontecimiento total. Como creen los cabalistas, el <<Mundo de la
Materia>> es un reflejo tenue y pasajero, del <<Mundo del
Espíritu>>. Quien logra captarlo puede darle un giro a los síntomas de
descomposición en que se encuentra la realidad actual. Esto está reservado
desde la antigüedad a los vate, los sacerdotes, a aquellos que trafican con lo
numinoso, y en la modernidad a los poetas, los artista, los escritores, los
músicos; porque su <<oficio es uno de los más excelsos de este mundo. A
su alrededor se encuentran los espíritus cuando ellos transubstancian la
Palabra; huelen que allí está haciéndose una ofrenda de sangre. No sólo son
vistas allí cosas futuras; también son conjuradas o proscritas>>.
En la historia actual, en cambio, <<el mecanismo de la
existencia sugiere que la vida y su actividad se basen en la necesidad; jamás
se les pasó por la cabeza la verdad de que el ser humano sólo es res de matanza
en el matadero de la historia>>. Además, los valores del individuo y la
persona humana, están desapareciendo. Ahora priman las masas, los consumidores,
las clases sociales, las cosas vacías y el montón de basura que dejan al borden
del camino. Y, esto se corresponde con las organizaciones, los organismos, las
estructuras y los sistemas, que se valen del trabajador <<preciso>>
para darle movimiento a la ruedecita. Así, funcionaron las totalidades y el
totalitarismo ideológico en el siglo XX, ahora, priman en el sectarismo
dogmático y los nacionalismos. <<El ser humano se ha reducido en manos
del Estado, su vida se ha convertido en vergüenza continua, su impotencia está
sellada y ya no tiene que elegir, puesto que es mucho más despreciado y de
ningún modo le dan la oportunidad. ¿Qué es la vida? De Hecho la recibimos en
préstamo para usarla brevemente; y nunca de manera químicamente pura. Nos afanamos
en el hormiguero humano, nuestra vida es consumir y ser consumido>>. ¡Qué
extraño es el destino! Nos está prohibido mirar en las honduras, situarnos en
el borde del abismo, y mirar a las alturas donde moran los astros, las
estrellas y los dioses. De esa forma, se degrada la personalidad, la voluntad,
el pensar, el sentir, porque prima la decadencia y el nihilismo. Así pues,
<<sólo podemos ser listos dentro de las fronteras de nuestra
limitación>>.
Como dijo Ernst Jünger: <<Uno de los méritos de Spengler,
y eso hay que alabárselo, estuvo en pasar de la concepción lineal de la
historia, que acababa en el puro progreso, a la concepción cíclica […] La
historia no tiene meta; existe. El camino es más importante que la meta por
cuanto pude convertirse en meta a cada momento, ante todo en el de la
muerte>>.