Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.
La modernidad se caracteriza por
los principios de la Ilustración y, la importancia de la ciencia y la técnica
en las sociedades diversificadas. Las guerras hibridas han existido siempre, en
la actualidad las tecnologías, la revolución en los medios de comunicación de
masas, la cultura de masas y la sociedad de masas, revelan su nuevo rostro. Se caracterizan
por ser conflictos de baja intensidad que no son pacíficos, pero tampoco son violentos.
Porque el umbral en el que se ubican sus actores se sitúan entre la paz y la
guerra. En el siglo XXI adquieren relevancia por razones geopolíticas, geoestratégicas
y tecnológicas. Migraciones orquestadas por Estados para desestabilizar a otros
y crear zonas de tensión en las fronteras, como lo que hizo el Gobierno
bielorruso en la polaca o, el Gobierno venezolano en la colombiana de Norte de Santander
o la Guajira.
Estos Gobiernos utilizan una
pluralidad de variables, la manipulación de la información, la ciberexpiación
o, la ciberagresion, como armas de recursos estratégicos que afectan la
infraestructura o la administración pública del Estado agredido, entre otros.
Por eso, el campo de batalla son las sociedades diversificadas o, las mentes de
los ciudadanos, como sucedió en la campaña presidencial entre Donald Trump y
Hillary Clinton, por parte de Rusia.
Observamos en el mundo actual
cambios generados por las nuevas tecnologías, que inciden en la seguridad de
los Estados de diversas maneras. Convertir uno de los pilares fundamentales de
las democracias modernas como la libertad de expresión, en una debilidad. También
las guerras directas tal la de Rusia y Ucrania, que alteran el contexto geopolítico
y estratégico que desestabilizan una región. Particularmente el ataque directo
o indirecto a los Estados y las democracias occidentales.
Así que, los lenguajes y las
armas digitales sirven a China y a Rusia, para cuestionar el liderazgo de
Estados Unidos, de Inglaterra y la Unión Europea, con tácticas asimétricas obviando
las frontales. Esto provoca en las zonas <<calientes>> una intensa actividad de las variables
correspondientes. Ahora bien, ¿qué buscan China y Rusia en Occidente?
Fortalecer sus intereses nacionales debilitando al adversario. De ahí que
utilicen tácticas y estrategias diversas: a través de partidos
nacional-populistas o, ataques directos para crear desconfianza en las
instituciones democráticas occidentales, debilitar el Sistema o, la Estructura
en su conjunto, romper la unidad de los Estados aliados, penetrar en las
mentalidades para crear zozobra y angustia en la sociedad, promover líderes de
derecha o de extrema derecha, nacionalistas o populistas, que generen daño a
las instituciones democráticas, como hizo Carles Puigdemont en Cataluña al
Estado Español.
La migración es una variable de las guerras hibridas, el uso de
inmigrantes para crear problemas al adversario. Como hizo Bielorrusia en la
frontera polaca o Marruecos jalonando la llegada a Ceuta de miles de
inmigrantes, para fomentar la polarización de valores e intereses, de los
estados de la Unión. Que dan espacios de maniobras a partidos que
desestabilizan el orden institucional nacional y de la Unión Europea. En el
fondo, buscan agrietar las bases del Estado
democrático Social de Derecho. Bielorrusia y Rusia fracasaron en sus
objetivos; porque lo que buscaban era debilitar la Unión Europea y la unidad
dentro de la OTAN.
Ahora bien, con el primado de la técnica
en las sociedades diversificadas y de los medios de información, incentivan la
propaganda, la mentira, la desinformación, la agitación de la opinión pública,
la difusión de bulos, en un entorno donde se ponen en práctica tácticas y
medios diferentes a los del pasado. La interconexión en el mundo global permite
infinitas posibilidades en las esferas de la información, donde confundir y
crear un tipo de receptor, anula suministrar elementos para la conducción de la
vida o la orientación en el mundo. Como la capacidad de asombro, de análisis,
de crítica o de juicio, sobre los hechos históricos, los fenómenos naturales o
las acciones de los seres humanos y de los que ejercen el Gran Poder. De ahí que el desarrollo técnico y la inteligencia
artificial, amplifican la polarización que tiene efectos negativos y
destructivos sobre la seguridad nacional.
En la actualidad el mundo del ciber y de la información rápida y simultánea, rompen
con los paradigmas del pasado. Estas variables han penetrado hasta los átomos
del cerebro y el tejido del espíritu, que alteran la concepción del mundo y del
ser. Así que, el ciber es espacio y herramienta de violencia o de guerra. Existen
tres umbrales del ciber: la del espionaje, la del sabotaje y el chantaje. Que van
desde el control de las mentalidades de una sociedad hasta actos criminales. La
dificultad es la identificación y la atribución de las autorías, que dejan
afluir márgenes de dudas y ambigüedades. Son ataques a ministerios, empresas,
industrias, y bloquear las conexiones de telefonía móvil o ataques a
infraestructuras civiles, en Estados Unidos y la Unión Europea o, Australia. O,
en otras palabras, a sistemas de infraestructuras críticas del Estado y la
sociedad.
Desde otro umbral emergen los recursos estratégicos, como el petróleo o
el gas que se convierten en elementos de presión o chantaje por parte de Rusia;
las tecnologías punta por parte de Estados Unidos frente a China, impidiendo el
acceso a sus empresas. También el uso del dólar como divisa de referencia en
reservas y sistemas de pago, por parte del Gobierno de Washington como
herramienta de presión. Estados Unidos ha recurrido a ella como instrumento de
presión ante países como Corea del Norte o Irán. Pero no ha sido utilizada a
gran escala frente a Grandes economías.
Los expertos definen estas
variables como <<armas de perturbación
masiva>>, que rompen con las dicotomías del pensamiento occidental:
lo público y lo privado, lo legal y lo ilegal, la guerra y la paz, lo militar y
lo civil. El reto de las democracias occidentales consiste en crear y
desarrollar mecanismos de defensa que impidan agrietar sus valores
fundamentales. Desde Bruselas se están ideando dispositivos para dotar a los
ciudadanos de las claves para afrontar la guerra de la desinformación, la
mentira y la manipulación. Como sucede en países como Letonia, Estonia o Polonia.
Sabemos que la tarea no es fácil para controlar o desarticular las <<armas de perturbación masiva>>.
Preguntamos, ¿dónde se librarán
las guerras del presente y del futuro? En la Red. Y sus protagonistas son Internet,
las Plataformas Digitales, TikTok, Twitter, YouTube o Instagram. Pero la guerra
del futuro no la definirá la Inteligencia
Artificial que monitorea un dron o un tanque que masacra a pueblos y
ciudades, a personas inocentes (ancianos, adultos y niños), sino la capacidad
del Dictador, del Autoritario, del Jefe de Estado o, del Sátrapa, de manipular
lo que pensamos y lo que somos. No culpemos de todo al algoritmo, los aparatos son
y no dejan de ser, decorados de teatro colocados por la imaginación inferior.
El ser humano es quien ha fabricado tales decorados y él es quien puede
desmontarlos o bien darles un sentido nuevo. Es posible hacer saltar las
cadenas de la técnica y quien puede hacerlo es la persona individual. (Ernst
Jünger).
La Red es el nuevo frente de
batalla y lo vemos en la guerra de Ucrania, donde los lenguajes digitales
trastocan la información del presente y del futuro, en el campo de batalla. Eso
no evita que cientos de ancianos, hombres y mujeres, buenos y valientes vuelen
por los aires como una costra seca. Vemos que Anonymous como si fuera una brigada internacional ha salido en
defensa de Ucrania frente al CiberSátrapa. En esta guerra atroz como en todo
tipo de violencia, los hackers se convierten en agentes fundamentales para
salvar la democracia y la libertad. Como dice el analista de datos del diario El País de Madrid-España, Kiko Llaneras:
Ha cambiado la inteligencia
bélica y mucha información relevante ya no la aportan espías ni satélites
militares. Son recursos al alcance de cualquiera, como los mapas de tráfico de Google.
De ahí que se multipliquen los expertos en inteligencia de fuentes abiertas
(OSINT). Que se dedican a recolectar, analizar y tomar decisiones con estos
datos.
Muchos
analistas creen que Vladímir Putin cometió errores de cálculo al planear la
invasión. Uno de los errores fue subestimar las consecuencias de un ataque que
iba a ser emitido en directo, por gente corriente y celebridades. Gracias a la
ubicuidad de las cámaras, la capacidad de las redes para amplificar y al
escrutinio colectivo, para Putin ha sido imposible ocultar la realidad del
campo de batalla.
Preguntamos, si el Presidente de Ucrania no hubiese inundado las redes con mensajes de resistencias, ¿hubiera eso cambiado la guerra? ¿habrían sido tan rápidas y decisivas las sanciones de Occidente sobre Rusia? ¿los bombardeos rusos serían peores, si Putin no supiera que, una hora después del ataque las imágenes de la barbarie recorrerán el mundo? Como escribió John Thornhill en Financial Times: Ucrania ha movilizado la sociedad civil y hay una colaboración entre su Estado y la gente. En cambio, el Estado ruso domina casi toda su comunicación. Es una competición entre una red horizontal y una estructura vertical, entre un coro y un megáfono.
Como dijo Bertol Bretch en un poema:
General, el hombre es muy útil.
Puede volar y puede matar.
Pero tiene un
defecto:
puede pensar.
A los nuevos Sátrapas, como a los
viejos, deben derribarlos sus pueblos.
Madrid-España a 18/03/2022