domingo, 31 de marzo de 2019

EL RETORNO DE LO REPRIMIDO



                                                 

                                                              Wolfgang Streeck
                                            <<EL RETORNO DE LO REPRIMIDO>>.
                                               A mi amigo: Edgar Bonett Villareal.
                                             Con quien he compartido estas ideas.

                                                                                     II


Antonio Mercado Flórez.


Es una verdad que las cuestiones cardinales, como el desempleo, el hambre, la inmigración, la xenofobia, la educación, la ciencia, la técnica, la desigualdad social o económica, el deterioro del medio ambiente, el cambio climático, la manipulación de la información, la libertad o las consecuencias nefastas de las políticas neoliberales. Pasan a segundo plano y los que ejercen el poder priorizan lo pasajero e intrascendente, para ejercer un poder que niega las esperanzas morales, espirituales y materiales de las personas. 

De ahí que no nos detenemos a pensar en lo realmente importante que son para la sociedad. En aquello que está cambiando nuestras vidas y el futuro que nos espera. En lo que se esconde detrás de la cultura del espectáculo y lo efímero que presentan los medios de comunicación de masas. Como puntos de referencias de valores y comportamientos del ser humano.

Así que, el neoliberalismo político y económico, necesita una población pasiva, apática, a los problemas fundamentales de la sociedad; y que ésta se vuelque al ocio vacío y el consumismo y, la estridencia de los partidos tradicionales. Entonces los poderosos pueden ejercer el poder sin límites y nadie que los controle. De ahí que nos encontremos en una época de crisis permanente, durante las cuales el Zeitgeist, el Espíritu del Tiempo, se vuelve hacía lo pasajero y fugaz. Uno de los indicios de las crisis actuales es que, el neoliberalismo no está a la altura de los tiempos presentes para responder a los requerimientos humanos.

Tiene razón Streeck al decir que la distancia entre los <<populistas>> y los partidos tradicionales, se evidencia en las sociedades golpeadas por la crisis del capitalismo financiero. Así pues, los partidos tradicionales defienden los intereses económicos, sociales, burocráticos, políticos, de las élites y, los otros, critican sus políticas para ganar adeptos entre los votantes. Ora, la cuestión no es otra que la relación existente entre el capitalismo global y el sistema estatal. Por eso, nada polariza más a las sociedades actuales que el debate sobre las identidades, la nación, la lengua, la cultura, ante las políticas globales, es decir, la necesidad y legitimidad de la política nacional.

 La religión quieren convertirla en guerra y arma política, en campaña de aniquilación moral, discriminación, xenofobia, exclusión o muerte, que inciden en los estratos más profundos y sensibles de la identidad social e individual. Asimismo, los espacios donde se toman decisiones morales, políticas o económicas, sobre el respeto y el desprecio, la inclusión o exclusión, de las minorías nacionales; han de estar de acuerdo con la normativa del Estado democrático Social de Derecha; para así poder responder a la extrema derecha y los partidos nacional-populistas de centro derecha. Ya que no están a la altura de los requerimientos políticos ni culturales de la sociedad. Porque no tienen Programas que respondan a las exigencias de la época actual. Sino con políticas de exclusión y demagogia sobre la sociedad y los sectores más  vulnerables.

De este modo, el surgimiento de los nuevos partidos se puede explicar como una Gran Regresión de la gente humilde, los excluidos, los pobres, que se percibe como falta de educación y respeto a los más formados. Y también una ruptura del estatu quo y lo establecido como políticamente correcto. Y como consecuencia puede estar acompañado con políticas contra la integración, los derechos políticos, sociales, económicos, de las minorías y la inmigración. Es un peligro para la convivencia que las decisiones importantes sobre el destino estos colectivos se deriven a la burocracia, a expertos y autoridades no políticas.

Por la crisis generada por el neoliberalismo global, somos parte de un período de incertidumbres, inestabilidades, desconciertos, en todos los ámbitos de la sociedad. Dijo el pensador italiano Antonio Gramsci: un periodo de duración incierta en el que el viejo orden agoniza, pero uno nuevo no puede nacer todavía. Por eso el ancien régimen presenta fenómenos patológicos de la más diversa índole.

Ernst Jünger dice al respecto: <Las grandes inflexiones de la historia van precedidas de tiempos de transición; las dinastías, de interregnos. Los nuevos valores no están aún vigentes, los viejos ya no lo están>. Vivimos tiempos donde las cadenas causales se rompen, y en cualquier momento, en su defecto, pueden ocurrir acontecimientos inesperados y grotescamente anormales.

Así pues, los Modelos de Desarrollos estables se tambalean y discurren paralelos otros, acompañados de acontecimientos sorprendentes que suplantan a las estructuras predecibles. Y a los hechos históricos se agrega que, somos parte de un tiempo de hechos significativos y actores insignificantes. Esto es válido para la política, la economía o la cultura. Es algo que se pone de manifiesto sobre todo en los Grandes hombres que aparecen en su escenario y no están a la altura de los tiempos que vivimos.

Streeck expresa que las clases políticas neoliberales se ven obligadas a escuchar con mayor atención a sus poblaciones nacionales. Después de decenios de desprecio de las democracias nacionales en provecho de las Instituciones Internacionales, se ven en la necesidad de canalizar el descontento para no perder sus privilegios. Ahora, los partidos que han confiado en la responsabilidad tendrán que reaprender lo que significa la <capacidad de respuesta>, o bien tendrán que ceder su lugar a otros partidos. Se trata que el Retorno de lo Reprimido tenga el lugar que le corresponde en las sociedades nacionales. O, en otros términos, que el Estado cumpla la función social que le corresponde.

De ahí que Theresa May en su discurso del 11 de julio de 2016 donde anuncia su candidatura, pidió cambios en la política socio-económica inglesa: guerra contra la desigualdad, imposición más justa a las rentas más elevadas, así como mejor sistema educativo, incorporación de los trabajadores a la administración de las empresas, protección de los empleos británicos contra la deslocalización, y, con límites impuestos a la inmigración. Después del Brexit explicó el resultado del referéndum en estos términos: <<El deseo de un país más fuerte y más justo>>. Que lo haya cumplido o no es otro cantar. Lo importante es que los partidos tradicionales europeos se han dado cuenta que no se pueden quedar apeados del tren de los nuevos tiempos y cambios.

Asimismo, la crisis del capitalismo financiero, en su defecto, no es más gobernable nacionalmente desde abajo que internacionalmente desde arriba. Por eso Streeck cree que las reformas estructurales neoliberales consideradas por los <<expertos>> como complemento indispensable se han visto frustradas, en los países donde realmente podrían ser de alguna utilidad, por la resistencia popular a la <<globalización>> en su modo de vida.

Al mismo tiempo, la desigualdad económica va en aumento, en parte porque los sindicatos y los Estados han perdido su poder o lo han cedido a los mercados mundiales. En consecuencia, la destrucción de las instituciones nacionales capaces de apostar por la redistribución económica y la consiguiente dependencia de la política monetaria y de los bancos centrales como política económica de último recurso han hecho ingobernable el capitalismo, ya sea por métodos <<populistas>> o tecnocráticos.

Ahora, ¿Qué se espera de la crisis del neoliberalismo económico? ¿Qué propuestas tiene Trump, May y otros gobernantes para salir de ella? Por el momento ninguna, sino desviar la atención a los grupos más vulnerables de la población, y lanzar campañas de desprestigio contra las minorías étnicas y de otro tipo. Por eso, los Derechos Humanos, el Derecho Internacional, la Cooperación Internacional, el respeto a las libertades individuales, seden su lugar a la fuerza, la exclusión y el sometimiento. En la época actual la mentira nunca ha estado a la orden del día como ahora y la inteligencia y cierta valentía moral, es lo que falta para cambiar la vida y las sociedades actuales.

Por eso Jünger dice: <<Lo que hay son centros de gravedad y hombres poderoso en los que se concentra y gasta la energía. La primacía la tiene un elevado nivel de conocimiento, anónimo y desconsiderado, que vencerá las resistencias políticas y sociales allí donde tropiece con ellas>>.

Asimismo expresa: <<Llega el momento en que los problemas como tales proporcionan únicamente molestias. Por ahora, más bien que ser planteados, son liquidados con rapidez, en estado embrionario, por así decirlo: es una consecuencia de la aceleración. Están multiplicándose los sectores en que los problemas son resueltos por las maquinas>>.

Por tanto, los nacionalistas, los populistas, los nuevos proteccionistas no pondrán fin a la crisis del capitalismo global; pero volverán a poner en juego la praxis política y recordarán a los estratos medios y bajos de la población que son los perdedores de la globalización. La izquierda o lo que queda de ella no tiene idea cómo podría realizarse la transición desde el capitalismo ingobernable del presente-actual neoliberal, a un futuro mejor, ordenado y con menos riesgo y menos peligro. Por eso, deben tener en cuenta de no repetir los fracasos del neoliberalismo y de la política identitaria y sustitutiva. Para crear unas sociedades más libres y más igualitarias para todos y para todas.

Ahora bien, ¿Qué enseñanzas se pueden sacar de lo que ha pasado en las últimas décadas a nivel mundial, en términos económicos, sociales, morales o culturales? Que los pobres y marginados de la sociedad del conocimiento no pueden ser abandonados y desprotegidos a un destino incierto por razones morales, espirituales y estéticas. Que los Estados-nación deben forjar políticas a favor de sus ciudadanos y no contra ellos; y alcanzar sociedades más justas, más libres y oportunidades para los más necesitados. 

Sociedades que aludan a una esperanza que atañe a todos los seres humanos y que esa esperanza pueda cumplirse en un destino común. Como dice Jünger: “Desde los tiempos más remotos viene repitiéndose una y otra vez el mismo espectáculo: el hombre se quita la máscara y a ese acto sigue la jovialidad, la cual es el reflejo luminoso de la libertad”.