Wolfgang Streeck
<<EL RETORNO
DE LO REPRIMIDO>>.
A mi amigo:
Edgar Bonett Villareal.
Con quien he
compartido estas ideas.
II
Antonio
Mercado Flórez.
Es una verdad que las cuestiones cardinales,
como el desempleo, el hambre, la inmigración, la xenofobia, la educación, la
ciencia, la técnica, la desigualdad social o económica, el deterioro del medio
ambiente, el cambio climático, la manipulación de la información, la libertad o
las consecuencias nefastas de las políticas neoliberales. Pasan a segundo plano
y los que ejercen el poder priorizan lo pasajero e intrascendente, para ejercer
un poder que niega las esperanzas morales, espirituales y materiales de las
personas.
De ahí que no nos detenemos a pensar en lo realmente importante que
son para la sociedad. En aquello que está cambiando nuestras vidas y el futuro
que nos espera. En lo que se esconde detrás de la cultura del espectáculo y lo efímero
que presentan los medios de comunicación de masas. Como puntos de referencias
de valores y comportamientos del ser humano.
Así que, el neoliberalismo político y
económico, necesita una población pasiva, apática, a los problemas
fundamentales de la sociedad; y que ésta se vuelque al ocio vacío y el
consumismo y, la estridencia de los partidos tradicionales. Entonces los
poderosos pueden ejercer el poder sin límites y nadie que los controle. De ahí
que nos encontremos en una época de crisis permanente, durante las cuales el Zeitgeist, el Espíritu del Tiempo, se vuelve hacía lo pasajero y fugaz. Uno de
los indicios de las crisis actuales es que, el neoliberalismo no está a la
altura de los tiempos presentes para responder a los requerimientos humanos.
Tiene razón Streeck al decir que la distancia
entre los <<populistas>> y los partidos tradicionales, se evidencia
en las sociedades golpeadas por la crisis del capitalismo financiero. Así pues,
los partidos tradicionales defienden los intereses económicos, sociales,
burocráticos, políticos, de las élites y, los otros, critican sus políticas
para ganar adeptos entre los votantes. Ora, la cuestión no es otra que la
relación existente entre el capitalismo global y el sistema estatal. Por eso,
nada polariza más a las sociedades actuales que el debate sobre las
identidades, la nación, la lengua, la cultura, ante las políticas globales, es
decir, la necesidad y legitimidad de la política nacional.
La
religión quieren convertirla en guerra y arma política, en campaña de
aniquilación moral, discriminación, xenofobia, exclusión o muerte, que inciden
en los estratos más profundos y sensibles de la identidad social e individual.
Asimismo, los espacios donde se toman decisiones morales, políticas o
económicas, sobre el respeto y el desprecio, la inclusión o exclusión, de las
minorías nacionales; han de estar de acuerdo con la normativa del Estado democrático
Social de Derecha; para así poder responder a la extrema derecha y los partidos
nacional-populistas de centro derecha. Ya que no están a la altura de los
requerimientos políticos ni culturales de la sociedad. Porque no tienen Programas que respondan a las exigencias
de la época actual. Sino con políticas de exclusión y demagogia sobre la
sociedad y los sectores más vulnerables.
De este modo, el surgimiento de los nuevos
partidos se puede explicar como una Gran
Regresión de la gente humilde, los excluidos, los pobres, que se percibe
como falta de educación y respeto a los más formados. Y también una ruptura del estatu quo y lo establecido como
políticamente correcto. Y como consecuencia puede estar acompañado con
políticas contra la integración, los derechos políticos, sociales, económicos,
de las minorías y la inmigración. Es un peligro para la convivencia que las
decisiones importantes sobre el destino estos colectivos se deriven a la
burocracia, a expertos y autoridades no políticas.
Por la crisis generada por el neoliberalismo
global, somos parte de un período de incertidumbres, inestabilidades,
desconciertos, en todos los ámbitos de la sociedad. Dijo el pensador italiano
Antonio Gramsci: un periodo de duración incierta en el que el viejo orden
agoniza, pero uno nuevo no puede nacer todavía. Por eso el ancien régimen presenta fenómenos patológicos de la más diversa
índole.
Ernst Jünger dice al respecto: <Las
grandes inflexiones de la historia van precedidas de tiempos de transición; las
dinastías, de interregnos. Los nuevos valores no están aún vigentes, los viejos
ya no lo están>. Vivimos tiempos donde las cadenas causales se rompen, y en
cualquier momento, en su defecto, pueden ocurrir acontecimientos inesperados y
grotescamente anormales.
Así pues, los Modelos de Desarrollos estables se tambalean y discurren paralelos
otros, acompañados de acontecimientos
sorprendentes que suplantan a las estructuras predecibles. Y a los hechos
históricos se agrega que, somos parte de un tiempo de hechos significativos y actores
insignificantes. Esto es válido para la política, la economía o la cultura.
Es algo que se pone de manifiesto sobre todo en los Grandes hombres que aparecen en su escenario y no están a la altura
de los tiempos que vivimos.
Streeck expresa que las clases políticas
neoliberales se ven obligadas a escuchar con mayor atención a sus poblaciones
nacionales. Después de decenios de desprecio de las democracias nacionales en
provecho de las Instituciones
Internacionales, se ven en la necesidad de canalizar el descontento para no
perder sus privilegios. Ahora, los partidos que han confiado en la
responsabilidad tendrán que reaprender lo que significa la <capacidad de
respuesta>, o bien tendrán que ceder su lugar a otros partidos. Se trata que
el Retorno de lo Reprimido tenga el
lugar que le corresponde en las sociedades nacionales. O, en otros términos,
que el Estado cumpla la función social que le corresponde.
De ahí que Theresa May en su discurso del 11
de julio de 2016 donde anuncia su candidatura, pidió cambios en la política socio-económica
inglesa: guerra contra la desigualdad, imposición más justa a las rentas más
elevadas, así como mejor sistema educativo, incorporación de los trabajadores a
la administración de las empresas, protección de los empleos británicos contra
la deslocalización, y, con límites impuestos a la inmigración. Después del
Brexit explicó el resultado del referéndum en estos términos: <<El deseo
de un país más fuerte y más justo>>. Que lo haya cumplido o no es otro
cantar. Lo importante es que los partidos tradicionales europeos se han dado
cuenta que no se pueden quedar apeados del tren de los nuevos tiempos y
cambios.
Asimismo, la crisis del capitalismo financiero,
en su defecto, no es más gobernable nacionalmente desde abajo que
internacionalmente desde arriba. Por eso Streeck cree que las reformas
estructurales neoliberales consideradas por los <<expertos>> como
complemento indispensable se han visto frustradas, en los países donde
realmente podrían ser de alguna utilidad, por la resistencia popular a la
<<globalización>> en su modo de vida.
Al mismo tiempo, la desigualdad económica va
en aumento, en parte porque los sindicatos y los Estados han perdido su poder o
lo han cedido a los mercados mundiales. En consecuencia, la destrucción de las
instituciones nacionales capaces de apostar por la redistribución económica y
la consiguiente dependencia de la política monetaria y de los bancos centrales
como política económica de último recurso han hecho ingobernable el
capitalismo, ya sea por métodos <<populistas>> o tecnocráticos.
Ahora, ¿Qué se espera de la crisis del
neoliberalismo económico? ¿Qué propuestas tiene Trump, May y otros gobernantes
para salir de ella? Por el momento ninguna, sino desviar la atención a los
grupos más vulnerables de la población, y lanzar campañas de desprestigio
contra las minorías étnicas y de otro tipo. Por eso, los Derechos Humanos, el Derecho
Internacional, la Cooperación
Internacional, el respeto a las libertades individuales, seden su lugar a
la fuerza, la exclusión y el sometimiento. En la época actual la mentira nunca
ha estado a la orden del día como ahora y la inteligencia y cierta valentía
moral, es lo que falta para cambiar la vida y las sociedades actuales.
Por eso Jünger dice: <<Lo que hay son
centros de gravedad y hombres poderoso en los que se concentra y gasta la
energía. La primacía la tiene un elevado nivel de conocimiento, anónimo y
desconsiderado, que vencerá las resistencias políticas y sociales allí donde
tropiece con ellas>>.
Asimismo expresa: <<Llega el momento en
que los problemas como tales proporcionan únicamente molestias. Por ahora, más
bien que ser planteados, son liquidados con rapidez, en estado embrionario, por
así decirlo: es una consecuencia de la aceleración. Están multiplicándose los
sectores en que los problemas son resueltos por las maquinas>>.
Por tanto, los nacionalistas, los populistas,
los nuevos proteccionistas no pondrán fin a la crisis del capitalismo global;
pero volverán a poner en juego la praxis política y recordarán a los estratos
medios y bajos de la población que son los perdedores de la globalización. La
izquierda o lo que queda de ella no tiene idea cómo podría realizarse la
transición desde el capitalismo ingobernable del presente-actual neoliberal, a
un futuro mejor, ordenado y con menos riesgo y menos peligro. Por eso, deben
tener en cuenta de no repetir los fracasos del neoliberalismo y de la política
identitaria y sustitutiva. Para crear unas sociedades más libres y más
igualitarias para todos y para todas.
Ahora bien, ¿Qué enseñanzas se pueden sacar
de lo que ha pasado en las últimas décadas a nivel mundial, en términos
económicos, sociales, morales o culturales? Que los pobres y marginados de la sociedad del conocimiento no pueden ser
abandonados y desprotegidos a un destino incierto por razones morales,
espirituales y estéticas. Que los Estados-nación deben forjar políticas a favor de sus ciudadanos y no contra ellos; y alcanzar sociedades más justas, más libres y oportunidades para los más necesitados.
Sociedades que aludan
a una esperanza que atañe a todos los seres humanos y que esa esperanza pueda
cumplirse en un destino común. Como dice Jünger: “Desde los tiempos más
remotos viene repitiéndose una y otra vez el mismo espectáculo: el hombre se
quita la máscara y a ese acto sigue la jovialidad, la cual es el reflejo
luminoso de la libertad”.
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