REFLEXIÓN SOBRE EL PENSAR,
EL LENGUAJE
EL POETIZAR Y LA LIBERTAD
Antonio
Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista
Sabemos que la palabra es el
ámbito donde el hombre histórico y sus generaciones confirman su existencia. Es
la llama de la vela que alumbra los caminos del mundo. La palabra se iguala al
pensar, la igualación no significa reducción del uno al otro. Ambos conservan
en sí mismos su esencia como tal. El pensador dice el ser. El poeta nombra lo
sagrado. En esta civilización técnica resulta indispensable la labor de los
poetas, y su imaginación que otorga su fuerza básica al hacer y el decir; así
pues, el mundo de la técnica y del artificio podrán revitalizarse, si acceden
al reino de las Musas. La
superioridad del reino del arte y de lo sagrado proporciona al mundo de la
técnica el milagro del ser y el decir. Entonces ¿qué sorpresas nos están
deparadas allende del muro del tiempo?
Aquí el pensar y el poetizar son reflexionados
a partir de la esencia del ser, en el agradecer se remiten unos a otros y, al
mismo tiempo se hallan separados. Tal vez sepamos algo acerca de la relación
filosofía y poesía. <<Pero no sabemos nada del dialogo entre el poeta y
el pensador, que habitan cerca sobre las más distantes montañas>>- expresó
Heidegger. El poetizar la existencia sobre la tierra, agradece; el pensar que
piensa el mundo y la existencia, pregunta. Lo que lleva a cabo el pensar en los
movimientos del pensamiento es, conducir el lenguaje al advenimiento del ser;
y, por ende, esperar al hombre. De él depende la iluminación del ser en el
lenguaje y, relaciona la verdad del ser y la esencia del hombre.
Desde la antigüedad las
ciencias ocupan el lugar del rigor del pensar, que no consiste sólo en la
exactitud artificial –es decir, teórico-técnica- de los conceptos. Sino
que la palabra permanezca pura en la verdad del ser y se manifieste lo simple
en sus múltiples dimensiones. Entonces, el problema surge cuando el pensar
originario se sustituye por la lógica, la ética, la física, y darse cuenta que
el griego antiguo no necesitó de estas acepciones; el pensar pensaba desde su
elemento, es decir, <<aquello desde donde el pensar es capaz de ser un
pensar>>. Preguntamos, ¿qué es el elemento? El ser que posibilita la
capacidad que hace suyo el pensar y lo lleva a su esencia. Ahora bien, el
pensar significa que el ser se ha adueñado destinalmente de su esencia. De ahí
que el pensar es el pensar del ser. El acontecimiento propio del ser, pertenece
al ser.
En este orden, el acontecer se
refiere al ser y, en su conducto, al hombre histórico. El ser se adueña del
destino del pensar. Así, lo destinado, tratase de lo ente, el
mundo o el hombre, se configura en el ser. El pensar los piensa como ofrendas
para el ser. Son regalos de los dioses o, que, el ser se hace así mismo. En
este acto divino, pero humano, se adueña del destino de su esencia. Y se
manifiesta en su morada: el lenguaje.
Si el ser se aleja del elemento
(el ámbito, el lugar), reemplaza su ausencia por la techne (las técnicas, las teorías), y se convierte en instrumento
de formación, empresa cultural. En la cultura en la actualidad, por ejemplo, no
importa la elevación del espíritu en la obra; sino la cultura como objeto de
entretenimiento en el mercado de la circulación y la demanda. Ahora los medios de
comunicación –Internet, WhatsApp, Twitter, T.V. -, presentan un objeto cultura
al consumo, como se hace con un artículo de primera necesidad. En la sociedad
de masas y la cultura de masas, el fin de los objetos manufacturados o no, es
el consumo.
En este orden, alejarse de su
elemento significa distanciar el ser de las fuentes del pensar originario, de
lo que lo hace posible. En este ámbito la cultura se instrumentaliza y la
educación falsea el pensar y el hacer del hombre. Así, la educación se
convierte en instrumento de control y dominio. Porque la empresa cultural
antepone el dinero y la ganancia, a las fuentes del pensar originario que
posibilita el elemento donde se revela el ser. El ser se oculta tras el querer
de la voluntad de poder y del dinero. Por eso, el pensar y el lenguaje han de
posibilitar la revelación del ser. También, el lenguaje como morada del hombre
en la historia. El advenimiento del ser en el lenguaje sólo se da en el claro
del ser; como casa y medio de revelación del ser; pero también en lugar de la
verdad.
De esta forma, el lenguaje se
convierte en el elemento que posibilita la verdad del ser y la esencia del
hombre. Solo el hombre es, no porque
sea un animal biológico o un ser racional, sino porque <<habla>> y,
tiene la facultad de comunicar las acciones y el pensar, en forma de lenguaje.
De ahí que la realidad y el mundo sean símbolos que el hombre comunica, ya que
es por naturaleza un animal simbólico. El símbolo reemplaza a la realidad y al
mundo, cuando el hombre se comunica con el otro. El ser lingüístico del hombre
lo ubica cerca del ser, aunque se refiera al ente. El hombre es hombre porque
todo lo que hace y piensa es parte del ser. Por lo tanto, el ser perfila al
hombre en el mundo, como su relación con la naturaleza y los otros hombres.
Cuando el hombre
instrumentaliza la técnica al servicio del Gran
Poder, niega su esencia. Ser parte y relacionarse con el ser para llegar a
ser. En este orden, la voluntad de poder sólo es una manifestación del querer
del hombre para dominar a la naturaleza o, al otro hombre. Por eso, la
insaciabilidad del querer se alimenta del dominio o la extinción del otro. Una
de las tareas del pensar es, como resarce la esencia del hombre y la verdad del
ser, en un mundo dominado por las imágenes artificiales, lo pasajero y fugaz de
la existencia humana. Aquí es donde tiene relevancia el pensar y el lenguaje,
como modos de revelación de la verdad del ser. Ora, en última instancia, se
trata del ser y sus múltiples manifestaciones en la vida humana.
Así, la Edad Moderna se basan en la
peculiar dictadura de la opinión pública. Lo que se suele llamar
<<existencia privada>> no es en absoluto el ser-hombre-esencial, o,
el hombre libre. Asimismo, el único hacer de la existencia privada,
es, negar la esfera de lo público. Ya que lo público oculta lo privado de la
existencia en las esferas que despliega:
la política, la economía, la educación, lo jurídico, lo técnico, lo
científico y lo cultural.
La
existencia-del-hombre-esencial, es, la del hombre libre. En la Edad
Moderna lo que está en juego es la libertad. Parece que estuviéramos inmerso en
un dinamismo que induce inexorablemente a la extinción de ésta. Es comprensible
la situación en la que se encuentra el hombre hoy, entrega la libertad por la
seguridad. Sentirse seguro de la crueldad que se convierte en parte fundamental
de las instituciones.
Seguro de los que rompen el
pacto social, del radicalismo religioso, del extremismo ideológico; y de los
avatares de la existencia y entonces, la libertad se deposita al Estado y sus
instituciones: políticas, económicas, religiosas, policivas, militares, de
seguridad y culturales. Y en su devenir diversas formas de dominio y coacción,
se configuran. Este mundo ha cambiado y sigue haciéndolo, y lo hace por
necesidad; más con ello ha cambiado también la libertad; no ha cambiado en su
esencia, desde luego, pero sí en su forma.
Parece que ganara terreno cada
día la extinción de la libre voluntad o el libre albedrio. Así, se impone el querer
de la voluntad que se quiere así misma, como voluntad de poder y de saber. En
la voluntad se esconde también el ser como voluntad de poder. En este orden, el
automatismo parece quebrantar con gran facilidad, como si lo hiciera jugando,
lo que queda de la voluntad libre. Se ha llegado a una concepción nueva del
poder, se ha llegado a unas concentraciones de poder inmediatas, vigorosas.
Para poder plantarles cara se necesita una concepción nueva de la libertad, una
concepción que no pueda tener nada que ver con los desvaídos conceptos que hoy
van asociados a esa palabra –al decir de Ernst Jünger.
Así que, por la técnica en la
Edad Moderna vivimos una época en que la libertad se ha domesticado y diluido
no sólo en el huero concepto de sí misma, sino en las relaciones de fuerza o
los big data, las imágenes o los números. Cada vez gana terreno en la sociedad,
la uniformidad y la estadística. En su defecto, asistimos a una época de
vigilancia constante del Estado técnico absoluto. La libertad dejó de ser en el
ámbito público, una <<Figura>
del ser y del hombre. Aquí deja de pertenecer a la esencia del hombre libre e
independiente, <autor> de su propia vida. El ser humano ha de saber
cuáles son aquellos puntos donde no le es licito traficar con su decisión
soberana.
Estamos asistiendo por la primacía del Estado
técnico, el recorte de la libertad y el autoritarismo de algunos países, a que
haya un punto de inflexión en la vida privada y la vida pública. Porque el
populismo, el nacionalismo, el racismo, se correlacionan con la desaparición
del <<sujeto>>, del <<Yo>>, como protagonista de la
historia actual. En países como Estados Unidos, Brasil, Hungría, Polonia,
quieren destruir el humanismo europeo y, en particular, la modernidad
ilustrada, que toman como principio fundamental al hombre de carne y hueso:
como individuo de acción y de reflexión crítica; con capacidad de análisis y
teorización del mundo; y su poder para transformarlo.
Observamos en Europa, Estados
Unidos y Latinoamérica, la deriva de partidos autoritarios, de extrema derecha,
que apoyan la xenofobia y el rechazo a la diferencia y la inmigración; requiere
un Estado democrático Social de Derecho, que defienda la
libertad de prensa y de expresión, la independencia y la crítica de los medios
de información, la lucha contra la corrupción y un sistema judicial imparcial.
De esa forma se lucha por conservar los principios fundamentales de la
modernidad ilustrada y la democracia.
Estamos entregando poco a poco la
libertad a los instrumentos técnicos y desnudos nos precipitamos a los brazos
del Gran Poder. Así que, el gran
peligro está en que el hombre confíe demasiado en las ayudas de otros y, cuando
faltan aquellas, quede desvalido. Todas las comodidades hay que pagarlas. El
hombre ha de ser consciente que no ha de perder la esperanza que mora él y la
fuerza intima que destruye las barreras del tiempo. Porque ella impulsa allende
de las murallas del tiempo, para asistir al ser o, a los dioses. En esta
civilización técnica las seguridades y el miedo funcionan cual muros de
contención, así los hombres se conforman con lo establecido. Para que el hombre
salga adelante necesita ser libre, ya que es indigente del pensamiento y las
formas estéticas. También de una cultura política que le posibilite analizar,
criticar y juzgar, el ejercicio del poder.
Madrid-España a 09/10/2021
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