lunes, 16 de octubre de 2023

 

EL UMBRAL DE LAS IDEAS

Dedicado a la reflexión desde todas las perspectivas: la filosofía y la ética; la antropología y la sociología; el arte y la literatura; la física y la metafísica. Este espacio está creado para reflexionar y debatir.

viernes, 7 de agosto de 2015

EL JUDAÍSMO DE HERMANN COHEN: EL FORASTERO Y EL PRÓJIMO EN LA RELIGIÓN DE LA RAZÓN.

 

<<A todos los seres humanos que por el sólo hecho de ser diferentes, sufren persecución política, racial, moral, religiosa o cultural>>.

                                         

                                               

                                        A modo de prefacio

                                                       I

 

  

 

Antonio Rafael Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

 

Hermann Cohen pensador y filósofo alemán de origen judío. Fundador de la Escuela Neo-kantiana de Marburgo. Al lado de Heinrich Rickert y con frecuencia a través de Ernst Cassirer, encarnan el momento neo-kantiano de un procedimiento crítico extendido a los dominios del hombre y la sociedad. Así establecen la posibilidad de una re-apropiación del legado de Kant, a partir de la primera de las preguntas de su sistema: “¿qué puedo saber?”. Pero es en su obra, La religión de la razón desde las fuentes del judaísmo, donde establece la unidad de su sistema con el kantiano: “qué debo hacer” y “qué me está permitido esperar”.1 Lo que le interesa a Cohen, “es asegurar el paso del hombre universal abstracto a la persona reconocida a través de su sufrimiento, es decir, la religión completa a la ética”.2 

“Heredero de la ilustración judía inaugurada por Mendelsshon, Hermann Cohen les recordaba a los estudiantes que partían para combatir en el invierno de 1914 el ideal profético de una humanidad orientada a la paz eterna. Símbolo del judaísmo liberal, oponía a los ideales nacientes del sionismo la idea de Israel presente entre las naciones y que testimonia para ellas el porvenir mesiánico del hombre”.3 Este simbolismo fue criticado por Gershom Scholem, que considera su obra, una “metafísica de la asimilación”. El entrecruzamiento judeo-alemán configura para Scholem una “inquietante y trágica ilusión”. Confirma que el ideal de Cohen voló por los aires como una costra seca, cuando el nacionalsocialismo de Hitler instaura políticas de persecución, exterminio, barbarie y muerte, a todo lo que tenga rostro judío.

Además, ¿quién hubiera profetizado la catástrofe venidera, el destino que les estaba reservado a los judíos de Alemania y de otros lugares?4 Cohen creía que “el espíritu del judaísmo y las formas alemanas de la razón dan cumplimiento a la herencia de los griegos”. Para Cohen la pluralidad de correlaciones del hombre con sus semejantes, sirven como conductos para la correlación de Dios y el hombre. Sitúa el sufrimiento del hombre concreto de carne y hueso, en el centro de la reflexión ético-religiosa. Sí la ética formal kantiana no responde en su totalidad a las apetencias y requerimientos humanos, la religión sale al encuentro de la ética. “Desde un punto de vista de la filosofía de la historia, en la medida que tiene su base en la Ética, Dios es el redentor de la humanidad” - afirma Cohen.

Recordemos que la obra de Cohen contiene una idea fundamental: “la idea monoteísta del prójimo: con-sanguíneo, vecino, compatriota, pobre, huérfano, forastero, inmigrante, extranjero, enemigo, singularidad, pluralidad, universalidad, humanidad”.5 Esto encarna el ideal mesiánico de historia universal, porque contiene una dimensión lógica, ética, estética y religiosa. Como dice Andrés Azcona en el prólogo de El Prójimo: “idear es poner un fundamento, proponer una tarea, crear una forma, ejercer una función. La idea media conocimiento, tiene eficiencia, construye comunidad, constituye al ser humano en cuanto ser humano. El ser humano se constituye al generar ideas, al compartirlas, al realizarlas. Al producir cultura, al enriquecerla, al purificarla y heredarla”.6

Así que, por la educación, la globalización de las culturas y de las civilizaciones, los valores compartidos, la internacionalización de los conflictos humanos, los pueblos y naciones del mundo, han cobrado consciencia de sí mismos en cuanto a humanidad. En cuanto a los ojos del Dios Uno, el Señor, no existe racismo, xenofobia, discriminación, distinción y jerarquía, por la raza, la lengua, las técnicas, sino que el hombre es todos los hombres y, estos la humanidad misma. En este tiempo donde prevalece la hibrys del progreso, predominan sobre el espíritu y los valores humanos, el dinero y el materialismo. Además, nos duele en lo hondo de nuestro corazón que se persiga, se torture, se secuestre, a un ser humano. Que millones de seres humanos pasen hambre, y se inflija sobre ellos la trata de seres humanos, que un niño no tenga comida, salud, educación, y las familias no tengan donde vivir, y se violen los derechos y las libertades del ser humano. Somos parte de un proceso histórico-político, donde se está dañando no sólo la condición humana, sino también el espíritu del hombre. De ahí la crisis ética, estética y cultural del ser humano. Por eso al descubrir que el Otro, no es un no-Yo, sino el Yo, un hombre de carne y hueso, el ser humano se observa como en espejo, y así se revela nuestra identidad, nuestro Ser en sí y para sí, adquiriendo la jerarquía de persona. Así pues, Cohen en sintonía con Jesús de Nazaret, tal como está escrito en el Sermón de la Montaña, nos invita no sólo a amar al prójimo, sino también “amar a nuestros enemigos”.

 

 

                                                   II

 

 

 Es digno de creer que el Dios Uno, Creó al hombre y, de esta creación nació la humanidad misma. Así, Cohen quiere dejar claro que el amor al prójimo no es algo particular, nacional, de Israel. Sino que el amor al prójimo es un concepto universal valido para todos los hombres, los pueblos y naciones del mundo. En el Antiguo Testamento, Rea significa el otro, y ciertamente éste es a veces también el compatriota. Esto no podría ser de otra forma, ya que la Biblia no es sólo un libro religioso sino también una obra histórica nacional y, finalmente, también un libro de normas jurídicas y de doctrina del Estado.7 

De ahí que en su réplica al Prof. Rudolf Kittel, exegeta del Antiguo Testamento, en relación a sus opiniones sobre Judenfeindschaft oder Gotteslästerung, […], expresa que en la antigua Biblia está destinado al fracaso el análisis filológico, sino se pone en primera instancia el amor al hombre. Y expresa Cohen: “Sólo entonces se podrá comprender también lo que significa el forastero y el modo en que este concepto sirve de mediación para descubrir al ser humano como aquel al que se ha de amar. Y lo reafirma con el viejo Michaelis en su Derecho mosaico (1793): “Moisés manda, como puede hacerlo todo legislador, amar a los forasteros, y todos los subsume bajo el nombre del prójimo al que uno debe amar como a sí mismo”. En “subsumir” se puede barruntar la idea metódica según la cual la legislación jurídico-política relativa al forastero sirve de medio para descubrir el concepto ético por excelencia: el concepto de prójimo.8

De ahí que Cohen exprese, “todas las leyes de excepción que se pueden referir al extranjero sólo conciernen, en primer lugar, a la erradicación de la idolatría y, luego, a las relaciones jurídicas rituales, como cobrar y pagar intereses, exigir el pago de las deudas; una crítica objetiva no puede confundir todas estas leyes de excepción con el mandamiento fundamental del amor al ser humano. Este es el pensamiento fundamental del monoteísmo, tal cual llega a su perfección en el mesianismo de los profetas”. 9 (1Reyes 8, 41, Salmo 15). ¿Quién alcanzará la altura ética, el lugar donde mora Yahavé-Dios? “Quien no hace mal a su rea”. En su réplica a Kittel, permanece firme en la exhortación: “Descubrid y aprended, por fin, que es un deber amar al ser humano simple y llanamente. Porque donde se permiten grados, no se puede evitar que haya niveles y grados y relativismo y, finalmente, atenuantes y reducciones en el amor al ser humano”.10  

En el Targum de Jonatán ben uziel, rea, significa compañero, y añade: “No le hagas lo que te es odioso”. (Lv 19, 33). “En semejante inocencia original de sentimiento habla una inocente religión original”. Y concluye esta idea Cohen con la exaltación al amor al prójimo como fuente de amor a todos los seres humanos. “El forastero es la causa de que haya surgido el mandamiento del amor. El ser humano fue descubierto en el forastero. El motivo primordial del amor es el amor al forastero”.11 Dice algo verídico para los pueblos del mundo moderno, son las contradicciones, los antagonismos que se dan en la historia geopolítica universal: “¡Qué florecimiento y que legitimidad habría ganado la cultura política, la cultura histórica, si el conciso mandamiento de amar al forastero se hubiera constituido en la ley fundamental de la religión, en lugar de convertir el amor al prójimo en un eslogan superficial! Nuestra política actual no haría escarnio de la religión de una manera tan hipócrita, si en el lenguaje de una política decente fueran inconcebibles las expresiones “elementos extraños al pueblo” o, incluso, “cuerpos extraños”. Por consiguiente, la ley fundamental de la moralidad, y probablemente de la religión, es el amor a todo lo que tenga rostro humano”.12

Así, la problemática política se ha convertido en tribulación y, así lo esperamos confiadamente, también en la renovación de la historia universal. Pero el enemigo, incluso en la guerra, debe ser respetado como prójimo. Sobre esta figura jurídica descansa el derecho de gentes, que por cierto tampoco fue concebido sólo para los tiempos de guerra.13 “Pero, si la sensibilidad estética no es capaz de proteger suficientemente contra la inhumanidad, entonces debe hacerlo la religión: amarás a tu prójimo como a ti mismo”.14 Así pues, la sensibilidad estética y la religión sobre el fundamento ético, en que se basan, se convierten en crítica de la cultura política y la cultura histórica. Por eso, cuando una es incapaz de proteger al individuo de la inhumanidad de la barbarie y la muerte, recurre a la otra para denunciar la violación no sólo del derecho de gentes, en caso de guerra, sino también los derechos fundamentales del ser humano. Pero, ante todo, basándose en la dimensión moral del ser humano, denunciar la violación de la dignidad del hombre.

Además, en el Talmud se reglamenta la vida individual y comunitaria del extranjero, desde un ámbito jurídico, político y religioso en la vida social de la comunidad judía. Así lo concibe Cohen en El amor al prójimo en el Talmud (1888): “No se exige la fe en el Dios de los judíos. Ni siquiera está permitido imponerle esta fe a un esclavo. Quien tiene hijos cuando se convierte al judaísmo, no tiene derecho de convertir al judaísmo a sus hijos menores de edad: mientras no alcancen la mayoría de edad y puedan decidir por sí mismos, no dejan de ser noájidas (Tratado Ketubot 11ª.).

Aunque el extranjero (noájada), no sea un creyente, en Yahavé-Dios, se considera ciudadano. El extranjero es considerado un ser moral. Para él, la legislación descansa sobre los pilares de una “correlación teocrática fundamental, sobre la idea de separación entre el Estado y la fe”. “Tal es la razón por la que esta institución constituye a todas luces un factum singular en la historia de la política religiosa: la última razón que explica semejante hecho se encuentra en la fuerza de la idea fundamental del monoteísmo: “Moisés manda, en la medida en que un legislador puede hacerlo, amar a los forasteros, y a todos ellos los abarca explícitamente bajo el nombre de prójimo al que se ha de amar como a sí mismo”.15 

Este fenómeno no se da en la Antigua Grecia. Según Ezequiel 47, 21 – 23, los forasteros tienen derecho a gozar del reparto de la tierra de las nuevas fronteras. Tienen derecho a adquirir esclavos y esclavas. Tienen los mismos derechos que los nativos.16 El Dt 27, 19 dice: “Maldito quien fuerza el derecho del forastero, el huérfano y la viuda”. Son designados en el Talmud como “los justos de las naciones del mundo”, como “los piadosos de las naciones del mundo”. Por ser piadosos y justos, adquieren el derecho de la “vida eterna”.

Respondiendo la pregunta hecha por el Real Tribunal Regional (de Marburgo), Cohen establece que “La Ley de Moisés” es válida no “sólo para las relaciones de un judío a otro”, sino, con la misma exactitud y precisión, también para todas las relaciones morales y jurídicas del judío con el goy noájida.17

En cuanto al sectarismo religioso el Talmud es claro, enfático y preciso: “El Talmud rechaza a los sectarios con todo el fanatismo de que es capaz la fe positiva. Las presiones políticas del exterior y las persecuciones religiosas en el seno de su propio campo son suficiente explicación de esta reacción común a toda la humanidad: combatir todas las tendencias centrífugas”.18 Así, el Talmud no se terminó de escribir hasta el año 500, cuando el cristianismo ya se ha establecido como religión de Estado. El principio del Talmud: “El derecho del Estado es Derecho”, tiene fuerza de ley. Este principio es válido para los Estados persa y romano, que no reconocían “la creación del mundo ni la doctrina de Moisés”. Sino que eran Estados idolatras. Se trata de la defensa que hace Cohen ante el Real Tribunal Regional de Marburgo de los judíos. Se adelanta más de medio siglo a lo que luego acaeció: el Holocausto.

En consecuencia, el odio, la envidia, la calumnia, la persecución, no sólo vendrá del pueblo alemán llano, sino que es alentada por los espíritus lúcidos del momento. Filósofos, poetas, escritores, teólogos, científicos, músicos, ensayistas, periodistas, etc. Ya Cohen en 1888 dice enfáticamente: “Además de las declaraciones, envenenadas por el odio, que excluyen al idolatra del amor debido al ser humano, hay muchas otras sentencias que ponen al idolatra en el mismo nivel que el israelita cuando este no se puede valer más que de haber nacido judío”. Ya en esa época se aupaba contra los judíos, la razón de ser de su existencia, ser judío. “También ha de notarse que en los juicios más duros contra la idolatría se mencionan judíos, no precisamente infieles o sectarios, sino moralmente malos, como tahúres, usureros, cuatreros que mueven los mojones que marcan el lugar donde se puede llevar el ganado a pastar”.19

Por eso lanzar juicios morales contra un hombre o una mujer o una comunidad o una nación, por el simple hecho de ser diferente. Constituye una violación a la dignidad humana. Porque alienta las persecuciones políticas y religiosas dentro de una nación, lo cual constituye una violación de las libertades y los derechos de los ciudadanos. También un ataque frontal contra la consciencia religiosa y la vida de las personas. De ahí que el idolatra que excluye el Talmud, se refiere sólo al que comete asesinato, roba o práctica la sodomía. Estos principios que abarcan el orden jurídico-político y, moral del ser humano, ya están instituidos en el Antiguo Testamento, la Ley mosaica, el Decálogo, los usos y costumbres del pueblo judío.

Para los exegetas de la Palabra, sólo se comete idolatría cuando se niega al Dios Uno, al creador del cielo y de la tierra. El Talmud designa al idolatra como alguien que odia a Dios. Pero desde un punto de vista moral y jurídico, el castigo no se carga sobre los hombros de los hijos. Sólo dice el Antiguo Testamento: “si me odian”. Es un punto de inflexión donde se entrecruza el derecho, la moral y el credo de la iglesia. Además, prohíbe el Talmud, robarse las ideas del otro: “Está prohibido robarse las ideas de las criaturas, incluso las de un idolatra”. (Jullin, folio 94 a; Baba Metsia, folio 58 b), “plagio de ideas” o “engaño verbal” -dice Cohen- son expresiones agravantes por las cuales se prohíbe decir mentiras piadosas, ni siquiera al idolatra.

Visto el Talmud con los cristales de la modernidad, el engaño verbal, la demagogia política, el engaño a la buena fe del otro, son expresiones agravantes que tocan la ética y, la moralidad de los dirigentes políticos y empresariales. Por eso, el sentido de la historia universal mesiánica trata de redimir a la humanidad de los antagonismos y las contradicciones de la historia geopolítica universal. De esa forma, la filosofía de la historia descansa en los brazos de la ética y, ha de proporcionar el fundamento de que Dios es, el redentor de la humanidad. “El redentor de Israel ha llegado a ser el redentor de la humanidad gracias al ideal mesiánico”.

Hermann Cohen siguiendo las investigaciones de José Albo y éste de Jasdai(1412), equipara el amor y la unidad en su libro sobre los fundamentos de la fe (ikkarim) valiéndose de ese juego de azar que es el simbolismo de los números. Y Cohen dice que las dos palabras hebreas para decir amor y único (…) tienen el mismo valor numérico: 13. Y se pregunta, ¿responde este valor numérico a los trece atributos? ¿o se formaron de acuerdo a las trece reglas hermenéuticas de Rabí Ismael? Sea de ello lo que fuere, el amor es su quintaesencia, su unidad.20 Así pues, los trece atributos de Dios están contenidos en las segundas tablas de la Ley (Ex 34, 6-7) :“El Señor, el Señor, el Dios compasivo y clemente, misericordioso y fiel, que conserva la misericordia hasta la milésima generación, que perdona culpas, delitos y pecados, y no deja nada impune>>. Por tanto, lo importante es que los trece atributos han sido recopilados en el concepto de amor, uno sólo bajo trece nombres distintos. La sabiduría de Dios le ha cedido el puesto al amor.21

El amor de Dios se entrelaza a las palabras expresadas en el Talmud: <<El Señor pasó ante él proclamando (Ex 34, 6). Los atributos del Santo, Bendito sea tu Nombre –nos recuerda Rabí Yojana- se muestra bajo el velo de mensajero de la comunidad y se muestra a Moisés el orden de la oración”. Pero lo que quiere resaltar el Rabí Yojana es, el perdón y la misericordia del Señor, ante los israelitas. “Mientras Israel peque, los israelitas procederán ante mí siguiendo este orden, y yo los perdonaré. Yo soy el Eterno, yo soy el Eterno, aun antes de que el ser humano peque, y lo siga siendo, aun después de que el ser humano haya pecado y hecho penitencia”.22 El amor de Dios carga sobre sí el pecado, aun antes de que el hombre lo cometa, “el amor quiere ser corresponsable en el pecado”. El amor de Dios se practica con los buenos y los malos, ya está establecido en el Antiguo Testamento y el Talmud. Por eso el Talmud instituye esta revelación como atributos divinos, y, por consiguiente, revelación de la esencia de Dios. “De esa manera los trece atributos cómo la exegesis de los diez mandamientos. Y como los atributos determinan la esencia de Dios en la moralidad, así también la moralidad se convierte en la quinta esencia de los diez mandamientos”. En fin, lo que se quiere decir es, que los trece atributos “sólo significan amor, y amor puro”.23

Como expresa Cohen: “Todos ellos no son sino variaciones del único motivo que es el amor: el amor es también el apetito, el instinto natural, innato, propiamente humano. Conduce a los seres humanos a formar una familia. De la horda, el amor hace la gens y el pueblo. Arranca de raíz el aislamiento que impide la moralidad. Crea y nutre a la comunidad humana”.24 “Y no sólo es la condición natural de la familia y del Estado, sino también de esas comunidades relativas que se tejen en el seno de esas redes coherentes que son la familia y el pueblo. El amor busca y descubre al amigo y cultiva la amistad”.25 Así “el apetito amoroso se vuelve inmediatamente alma y espíritu. El placer sensual mismo se vuelve espiritual. El trato y la conversación se vuelven necesidad ideal”.26 En Cohen reconocer la energía del sentimiento, posibilita la igualdad de todos los seres humanos. Así pues, el amor en su dimensión moral, despierta el sentimiento hacia el otro, y la moralidad del sentimiento posibilita la igualdad de todos los seres humanos.

Si el amor es el hontanar de la familia, del pueblo y del Estado, posee también su dimensión estética en la amistad. “El proceso de espiritualización, sin embargo, progresa en y por ella”. Aquí toma altura y fundamento la correlación entre lo que expresa Cohen y Joseph Brodsky, en su obra Del dolor y la razón: “En general toda nueva realidad estética hace más definida la realidad ética del hombre. Pues la estética es la madre de la ética. Las categorías de “bueno” y de “malo” son, ante todo, categorías estéticas, previas, al menos etimológicamente, a las de “bien” y “mal”. El hecho de que en ética no “todo esté permitido” se debe precisamente que en estética no “todo está permitido”, pues su gama de colores es limitada”. Además, el arte enseña que la vida, más que una lección moral es, una elección estética.

“Así se puede comprender lo que de otra manera nos dejaría perplejos: que en el alba de nuestros documentos sagrados el amor llegó a ser el concepto fundamental de la religión y el omnicomprensivo atributo de Dios”.27 Lo sublime de estas palabras de Cohen, tienen como colofón que en el amor de Dios. El amor se vuelve amistad. O, en otras palabras, que el atributo de los atributos, “el amor, el amor puro”, es una actitud estética. Por eso, se instituye como fuente de la dimensión ética y moral del ser humano. “El amor es ante todo el amor materno; el derecho materno al amor. La protección de la que el hombre noble no deja de estar necesitado: el consuelo”: “Cómo a un niño a quien su madre consuela, así los consolaré yo”.28 (Is 66, 13).

Correlativamente del amor a la madre –dice Cohen- se transfiere el amor al padre. Y al cuidado y manutención se agrega la educación. “Cómo un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles”. (Sal 103, 13). En consecuencia, “al concebirse el concepto de Dios como padre, se funda también el concepto de hijo como a sí mismo el de familia. El padre es el padre de familia. Por consiguiente, los seres humanos no son sólo sus hijos, sino también hermanos entre sí. El amor de Dios como padre produce el concepto de igualdad de todos los seres humanos”.29 Ante el padre todos los hijos son iguales y, así todos los seres humanos son hermanos. Así el concepto de padre, lleva al concepto de comunidad e igualdad. La comunidad protege como el padre a sus hijos. Por eso, es un deber moral proteger a los que moran en ella.

De ahí que el amor de Dios al hombre aparece también en relación esponsal: “Te desposaré conmigo para siempre. Te desposaré conmigo en justicia y derecho, en amor y misericordia. Te desposaré conmigo en fidelidad”. (Os 2, 21 s). Y en Jr 2, 2, podemos leer: “Recuerdo tu amor de joven, tu amor de novia, cuando me seguías por el desierto, por tierra yerma”. Aquí se entrelaza el deseo, el anhelo tierno y ardiente entre Dios e Israel. “Dios siente gratitud por el regalo del amor. La imagen estética promueve la idea ética”. Dijo Thomas Mann, en La Montaña Mágica: “El hombre es divino en la medida que es sensible. Es la sensibilidad de Dios. Dios le ha creado para sentir a través de él. El hombre no es más que el órgano mediante el cual Dios realiza sus bodas con la vida despierta y embriagada. Si el hombre falta a la sensibilidad, falta a Dios, es la derrota de la fuerza viril de Dios, constituye una catástrofe cósmica, un terror inimaginable”. Estas imágenes estructuran y expresan la posibilidad de amar al prójimo. El hombre es la lengua de Dios, hecha carne en la tierra. Así pues, la fuente de posibilidad de la existencia y del amor al otro, está en Yahvé-Dios. Desde la filosofía mesiánica, el Dios Uno, es, la posibilidad de la posibilidad.

Sabemos tal como lo fundamenta el filósofo de Marburgo, que todos estos conceptos tienen su consistencia en el concepto de Dios, en el de monoteísmo. Dios es el Único Dios. Sin el Dios Único la religión no es más que mitología. La mitología es sólo religión natural. El monoteísmo sólo funda la religión histórica.30 Por eso la lucha contra Dios y la religión del Antiguo Testamento, no es sólo una lucha de la filosofía de la religión, la ciencia bíblica, la teología, y del fanatismo religioso. Sino que en ella están en juego los principios fundamentales de la filosofía de la historia, cuya condición de posibilidad es el Dios Único.31

De ahí que toda forma de fascismo antijudío, xenofobia y racismo, según el Antiguo Testamento, el Talmut y la Mishná, es un atentado contra la esencia del Dios Uno. Esto representa al Ángel de la historia, perseguido por la tormenta del progreso, el fascismo y la politización del arte. Somos parte de una cultura política y de una cultura histórica, que atenta contra la dignidad y el espíritu del hombre. Somos parte de un Sistema donde el amor, el respeto, la dignidad, la solidaridad, se sustituyen por el dolor, el odio, el miedo, el sufrimiento y la muerte. Cohen escribió El Prójimo, siguiendo los principios de la filosofía y la teología para expresar que la relación con Dios, pasa inexorablemente por la correlación entre el hombre y el hombre. Pero en el fondo de esas redes correlativas se sitúa cual hontanar la ética, en la medida que Dios es el redentor de la humanidad.

Piensa Cohen que desde la Antigüedad el conocedor de hombres estableció preceptos y principios, que reconocen y expresan que el prójimo se constituye como tal, cuando se reconocen y respetan los derechos y las libertades del noajidas, del extranjero. Además, que en el prójimo se configura el rostro del ser humano como hombre de carne y hueso. De ahí que el libro religioso, instituye norma jurídica y doctrina de Estado.

Quizá Cohen quiso responder en sus obras El Prójimo y La religión de la razón desde las fuentes del judaísmo, lo que se venía planteando desde mediados del siglo XIX en Alemania, el problema de la asimilación. El judío puede ser ciudadano, pero a expensas de abandonar sus raíces. Pero el mundo al que tienen que asimilarse el de la modernidad, es hostil a sus raíces, su memoria y al espíritu del judaísmo. Ese mundo se derrumba como un castillo de naipes. Como dice Reyes Mate: “Hegel, Nietzsche y posteriormente Heidegger, lo convierten en un solar. El judío con su experiencia de exilios y persecuciones, no puede instalarse en lo que hay, como pide Hegel; ni puede aceptar que el bien y el mal sea cosa de gustos, como predica Nietzsche; ni puede seguir a un Heidegger que desconoce el humanismo en nombre de oscuras llamadas del ser”.

Cohen creía en la asimilación sin abandonar las fuentes del judaísmo. Pensó su tiempo sobre dos pilares fundamentales, la ética Kantiana y las fuentes del espíritu judío. Pero no vislumbró la tragedia que se venía encima sobre todo lo que tuviera rostro judío: Auschwitz, Treblinka, etc. Era un filósofo de la razón y de razones, que utilizaba sus pensamientos y acciones, para defender el espíritu del judaísmo en Alemania. No podemos negar que La religión de la razón, quiere dar cuenta no sólo de la esfera ética y religiosa del ser humano. Sino que responde a las preguntas sobre la “santidad y las leyes de la hospitalidad”, contenidas en la Tradición, la Ley oral y la Ley escrita del pueblo hebreo, fuentes del derecho natural moderno. Cohen –dice Pierre Bouretz- sabe que “la filosofía moral y religiosa de Kant se cruza con una idea proveniente de la tradición judía”.32 Pero descubre más allá de la constitución del sujeto en referencia a la ley moral, su relación con el prójimo. Un ámbito donde la moralidad deja de verse como “autonomía abstracta para realizarse como relación intersubjetiva”. De esta depende no sólo el ámbito de la moralidad “sustantiva” de Cohen, sino también la relación con Dios.

Así, las esferas de la moralidad humana dejan de verse sólo como esqueleto abstracto para fundamentarse en la relación del hombre y el hombre. La moralidad se convierte para Cohen en la bisagra que une las dos alas de la puerta: la relación entre el hombre y el prójimo, y la relación del hombre con Dios. Por tanto, el punto de inflexión llevado a cabo por Cohen en el terreno de la filosofía, se fundamenta en las fuentes del judaísmo. No es la esfera de la autonomía abstracta la que determina la moralidad humana, sino la relación intersubjetiva. Cohen -dice Bouretz- la ve desplegarse en el interior de una responsabilidad hacia el prójimo que se confirma a través de dos conceptos expresados en el Deuteronomio: el pobre y el extranjero. Cohen entonces se propone – expresa Bouretz-: “la voluntad de liberar la Ley del paradigma de una heteronomía injuriosa; el anhelo de demostrar que la relación ética que une a uno mismo con el prójimo en el dominio de la intersubjetividad produce un vínculo entre el hombre y Dios susceptible de ser conocido en el orden religioso”.33

Así sus alumnos Gershom Scholem, Walter Benjamín y Franz Rosenzweig, concatenan sus reflexiones colocando el mesianismo en el centro de sus pensamientos. Pero su heterogeneidad no es causa para no “pensar su tiempo desde la tradición judía. Su tiempo, del que se ha apoderado el positivismo, es el de un desencanto sin esperanza”. Por eso, el poeta, el músico, el escultor, el filósofo, son especialistas en sentir, oír y conocer, el futuro. De esos escombros materiales y humanos que Cohen no vio y que han quedado a la vera del camino. Ellos no son visionarios, ni augures, sino “abogados de cusas perdidas, de sueños incumplidos o esperanzas insatisfechas”. Se trata de refundar la razón, la razón en la que creía Cohen, para que trascienda los límites donde se ha recluido. Saben que a la razón también pertenecen la memoria y el recuerdo, y tienen como obligación hacerse cargo de las preguntas de los vencidos. El pensador, el historiador o el filósofo, trascendiendo las particularidades y los nacionalismos trasnochados, quien quiera remover los escombros del pasado y remitirse al futuro, dice Reyes Mate, “ha de dar testimonio del pasado y escuchar algo que ocurría, aunque fuera impensable. No se trata sólo de enriquecer el alcance racional de la razón, como antes, sino de re-pensar todas las categorías de la razón a la luz de ese impensado que tuvo lugar”.

Asimismo, el amor al prójimo, los derechos del inmigrante, a las minorías étnicas, lingüísticas y culturales, son la piedra de toque para la defensa de los pobres, los desempleados, los perseguidos, los refugiados y excluidos del mundo, bajo la luz de las exigencias de justicia universal propias del mesianismo. Se trata de develar un tipo de pensamiento que ha sido ocultado por los Sistemas de pensar y la barbarie que vivió el hombre en el siglo XX. Porque tienen mucho que decir y que contar. Como dice Reyes Mate elocuentemente: “La diferencia está en que hay pensamientos que responden a preguntas verdaderas, y otros, que las ocultan”. Por eso en la actualidad de tiempos confusos, oscuros, es el lugar donde prima la mediocridad, lo fugaz y pasajero, la Cultura del artificio. El pensador ha de estar alerta, ojo visor, contra el fascismo antijudío, la xenofobia y el racismo, de cualquier ser humano. Porque el pensador se convierte en luz de la verdad, indiferente a la raza, la lengua, la religión, la cultura, de donde provenga. Ese es el testimonio que ha de dar todo aquel que tiene un compromiso ético, estético, moral, histórico, filosófico, con la realidad del momento actual.

 

                                                   

 

                                                                  Bibliografía

 

 

 

1. Bouretz, Pierre. Testigos del futuro. Filosofía y mesianismo. Editorial Trotta, S.A. Madrid. pág. 23.

2. Ib. pág. 23.

3. Ib. págs. 23-24.

4. Cohen, Hermann. El Prójimo. Anthropos Editorial, 2004. Barcelona. pág. 24.

5. Ib. pág. 10.

6. Ib. pág. 11.

7. Ib. pág. 20.

8. Ib. pág. 20.

9. Ib. pág. 21.

10. Ib. pág. 22.

11. Ib. pág. 23.

12. Ib. p. 24.

13. Ib. p. 24.

14. Ib. pág. 24.

15. Ib. pág. 46.

16. Ib. pág. 46.

17. Ib. pág. 48.

18. Ib. pág. 49.

19. Ib. pág. 51.

20. Ib. pág. 55.

21. Ib. pág. 55.

22. Ib. pág. 56.

23. Ib. pág. 57.

24. Ib. pág. 56.

25. Ib. pág. 56.

26. Ib. pág. 56.

27. Ib. pág. 58.

28. Ib. pág. 58.

29. Ib. pág. 58.

30. Ib. pág. 2.

31. Ib. pág. 2.

32. Ib. pág. 43.

33. Ib. pág. 44.

 

 

domingo, 8 de octubre de 2023

 

                                          Martin Heidegger

                          La esencia de la técnica moderna

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

 

Somos parte de un movimiento universal que corresponde relativamente al Estado tecnológico absoluto. El Estado tecnológico atañe poquísimo al mundo y a la sociedad, determinados por la esencia de la técnica. Frente al poder de la técnica el Estado técnico es su servidor. Heidegger dice que la esencia de la técnica la ve en lo que denomina –imposición-. También la percibe como Ge-stell: aquello que está por debajo o detrás de la técnica moderna. Así, pues, la “imposición” significa que el hombre está “colocado”, “requerido” y “provocado” por un poder que está por detrás de la esencia de la técnica. Para Heidegger, la técnica es la forma en que el ser se revela a través de los seres al hombre. El hombre no la controla, sino que responde adecuadamente a la esencia de la técnica.  

Por tanto, la imposición de la técnica somete, domina, a la naturaleza e instrumentaliza al mismo tiempo al hombre. La imposición oculta la aleteia –el desvelamiento del ser y del mundo en general. El hombre está situado en la esencia de la técnica. Así que, el hombre es requerido por la esencia de la técnica. El hombre no sólo se tecnifica, sino también la técnica lo instrumentaliza y lo domina. Por la técnica y en la técnica, el hombre se convierte en número, en objeto o cosa.

En este orden, en la época actual el hombre vive un proceso de deshumanización, de ruptura con lo sagrado e inefable, lo espiritual, los valores, las ideas y el pensamiento, y, además quiebra la coherencia del Yo concreto. Este proceso licua lo sólido que queda del hombre y lo entrega a los poderes de la tecnología. Ahora, quien predomina en la actualidad es el Estado tecnológico absoluto. Además, la técnica se convierte en un medio de ocultación del ser; también en conducto de des-ocultación de la verdad. Según Heidegger la técnica cumple una función contradictoria y ambigua, velar y desvelar el ser y el mundo. Aquí adquiere relevancia “la pregunta por la técnica”.

El movimiento mundial que corresponde a la historia universal hace lo mismo con el Estado tecnológico. De ahí, el Estado tecnológico no acude al llamado del mundo y de la sociedad, sino que responde a la estructura y las funciones del poder. O, en otros términos, al Gran Poder. Así, la esencia de la técnica, sus posibilidades, deja las necesidades morales, espirituales y materiales del hombre en la estacada. El Estado técnico se sitúa por encima de las necesidades del ser-hombre y del destino que teje sobre éstos.

En este espacio el hombre deja de ser el pastor del ser, el guardián y protector del ser. La esencia de la técnica, las posibilidades que contiene en sí, trascienden las necesidades y requerimientos humanos. Ahora, sí el hombre se sitúa a la luz del ser, es provocado o requerido, por un poder enorme que se manifiesta en la esencia de la técnica. En consecuencia, la imposición del Estado técnico oculta la esencia de la técnica, es decir, las posibilidades del ejercicio del poder y del saber.

En el Estado tecnológico “el hombre está necesitado por el ser”. Por lo que hace posible a todo lo que existe. Por eso, “el ser” necesita del hombre, el ser no es ser sin que el hombre le sea necesario para su manifestación, salvaguardia y configuración”. El pensar lleva a cabo la relación del ser con la esencia del hombre. No es el origen ni produce esta relación. El pensar se limita ofrecérsela al ser como aquello que a él mismo le ha sido dado por el ser. Esta ofrenda consiste en que en el pensar el ser llega al lenguaje. El lenguaje es la casa del ser. En su morada habita el hombre. Los pensadores y poetas son sus guardianes. Su guarda consiste en llevar a cabo la manifestación del ser, en la medida en que, mediante su decir, ellos la llevan al lenguaje y allí la custodian.

Por tanto, el pensar sólo actúa en la medida en que piensa. Este actuar es, seguramente, el más simple, pero también el más elevado, porque atañe a la relación del ser con el hombre. Por el contrario, el pensar se deja reclamar por el ser para decir la verdad del ser. El ser necesita del hombre, para ser en lo ente, en la naturaleza, la historia y el mundo en general.

Las posibilidades de la técnica requieren al hombre para que le sirva; y la esfera adecuada para el servicio es, el Estado tecnológico absoluto. Éste desarrolla a su máxima potencia la esencia de la técnica. El hombre se convierte en medio de realización de la esencia de la técnica. Sin el hombre la técnica no tendría valor. Así, el hombre está colocado por el poder que se manifiesta en la esencia de la técnica. Ahora, sí el hombre está colocado o requerido o provocado, por algo que, no es él mismo, en esa medida, se le muestra la posibilidad que es requerido o necesitado, por el ser. Por tanto, le es propio a la técnica que el hombre es necesitado por el ser. ¿Para qué? Para su salvaguardia y permanencia en el mundo.

Así, pues, la técnica le niega al hombre, por el ocultamiento o el velo, estar dispuesto a nuevas posibilidades. Que el hombre, por ejemplo, no se reduzca al poder de la técnica. Sabemos que éste porta en sí una pluralidad de posibilidades o atributos, que no se reducen a la función o la esencia de la técnica.

Entonces, ¿cuál es el fin del pensamiento o, de la filosófica? Ayudar al hombre a comprender esto. Darle las herramientas conceptuales o el legado de la experiencia, para que trascienda la instrumentalización y la esencia de la técnica. Porque la filosofía posibilita que la técnica salga de su ocultamiento al ser y lo que lo rodea, en particular, al hombre. Ahora, ¿cuál es el legado de la filosofía en el mundo moderno? Mejor, ¿cuál es el compromiso del hombre respecto a la esencia de la técnica? La filosofía, entre otros, posibilita la crítica del ser en el mundo, de la objetivación y la instrumentalización del hombre, por parte de la esencia de la técnica. También posibilita que surjan corrientes de pensamiento, de actuar, de experiencia y de comunicación entre los hombres. Que le ayuden a desvelar que oculta tras de sí la esencia de la técnica.

Heidegger cree que el pensamiento, indirectamente, puede ser la causa de un cambio en el estado de cosas del mundo. Él puede valerse de la economía, de la técnica, de la ciencia, de la política o de la cultura, para el cambio. Así que, la filosofía y el hombre no pueden hacer otra cosa que, allanar el camino para el advenimiento o ausencia de Dios o, del ser. Por tanto, la experiencia de esa ausencia no es algo negativo, sino una liberación para el hombre, que Heidegger llama la caída en el ente. Así, el pensamiento ha de preparar la disposición a la reflexión sobre lo que hoy hay. Estar dispuesto a la aletheia, -a quitar el velo, al des-ocultamiento de la verdad. En la aletheia la verdad se desvela y el fenómeno se muestra.

Por tanto, para cambiar lo existente el hombre necesita del impulso exterior (de Dios o de otra fuerza), porque el pensamiento en sí mismo no lo logra. Sólo lo puede hacer indirectamente. El papel que la filosofía ha tenido para cambiar el estado de las cosas del mundo moderno, lo asume hoy la ciencia. Desde entonces la “filosofía” se encuentra en la permanente necesidad de justificar su existencia frente a las “ciencias”. Y cree que la mejor manera de lograrlo es elevarla a sí mismo al rango de ciencia. Pero este esfuerzo equivale al abandono de la esencia del pensar. Así que, la filosofía se siente atenazada por el temor a perder su prestigio y valor sí no es una ciencia. En la interpretación técnica del pensar se abandona el ser como elemento del pensar. (Heidegger).

Desde una perspectiva simbólica, la ciencia es la punta de una lanza y la reflexión filosófica el mango que la sigue. Por tanto, en el “efecto” del pensamiento hay que dilucidar qué significan aquí efecto y acción de producir. Heidegger dice que, sería necesario distinguir cuidadosamente entre ocasión, impulso, fomento, ayuda, impedimento y cooperación. En la actualidad, la filosofía se disuelve en las ciencias particulares: como la psicología, la lógica, la física, las matemáticas, la politología, la economía, la biología, etc.

En la Época Moderno el puesto de la filosofía lo ocupa la cibernética. La cibernética es ese campo de estudio interdisciplinario de la estructura de los sistemas reguladores. La cibernética es la ciencia que estudia los flujos de energía estrechamente vinculados a la teoría de control y a la teoría de sistemas. Esta ciencia se encarga de estudiar los sistemas de comunicación entre los seres vivos, y se aplica a los sistemas electrónicos y mecánicos, de amplias similitudes con ellos. Se aplica en los campos de las prótesis o la robótica, también en el ámbito de las ciencias humanas con el fin de resolver los problemas de relaciones y mediaciones socio-técnicas entre seres humanos y los objetos de diferente naturaleza.

De otra parte, Walter Benjamín parece rechazar que la verdad pueda encontrar su determinación a través de la realidad empírica y su expresión en el lenguaje degradado del conocimiento: “La filosofía sólo puede aspirar al discurso de la Revelación mediante el regreso de la memoria a la percepción original” –afirma Benjamín. De ahí que le confió a Hugo Hofmannsthal que acogió con benevolencia su ensayo Las afinidades electivas, lo siguiente: “la convicción de que toda verdad tiene su morada o palacio ancestral en la lengua, que ese palacio está hecho de los más antiguos logoi y que, frente a una verdad así fundada, las aspiraciones de las ciencias particulares siguen siendo algo subalterno”. Hay que tener presente que Benjamín alude aquí a su ensayo Del lenguaje en general a la lengua de los hombres en particular (1916), a un estado paradisíaco del lenguaje que aún no estaba sumido en la función de la comunicación y que no había caído en la charla maligna, mediata entre los hombres.

La filosofía y el ser humano han de mantenerse abiertos para la llegada o ausencia de Dios o del ser. La caída del ser en el ente. Y preparar la disposición a la reflexión sobre lo que hoy existe. Por tanto, el pensamiento por sí mismo no puede producir efectos necesita de algo exterior. O, lo que es lo mismo, necesita de Dios, del arte o, de cualquier otra cosa. Para Heidegger se trata de interpretar la filosofía occidental. Del retorno a las bases históricas del pensamiento, de repesar las cuestiones no debatidas desde la filosofía griega, no es disolver la tradición. Pero afirma que el modo de pensar de la metafísica tradicional, que acabó con Nietzsche, no ofrece ya posibilidad alguna de experimentar con el pensamiento la era técnica que ahora comienza.

Preguntamos, ¿cómo se experimenta con el pensamiento la era técnica que vivimos? Se necesita pensar el desvelamiento del ser, la esencia de la técnica y su instrumentalización, no sólo para someter a la naturaleza, sino también como domina al hombre y a las sociedades actuales. Así que, lo que la filosofía no abarca les concierne a las ciencias positivas, las ciencias sociales y a las humanidades.

Entonces, ¿qué permanece impensado? Por supuesto, la esencia de la técnica. Esta es una de las labores del pensamiento actual. Pensar el poder de la esencia de la técnica posibilita comprender, entre otros, la instrumentalización de la técnica en las relaciones de fuerza y de poder. Heidegger expresa que hay que pensar el poder de la esencia de la técnica para la transformación inmediata del actual estado de cosas del mundo, en el supuesto que tal cosa sea humanamente posible. El pensamiento podría despertar la disposición, esclarecerla y fortalecerla. Se trata de pensar el futuro a partir de los rasgos decisivos de la época actual, apenas pensado.

Se trata de pensar los rasgos en el umbral de las ciencias positivas, la técnica, la Inteligencia Artificial, las redes sociales, las imágenes en movimiento, la robótica, los datos algorítmicos, la cibernética, etc. Describiendo qué se esconde detrás de esos rasgos. Heidegger cree que el pensar no es pasividad, sino la acción que está en dialogo con el destino del mundo.

El premio nobel de literatura húngaro (2002), Imre Kertész nos otorga una luz -para comprender en este mundo tan convulsionado y caótico, lleno de cambios repentinos y asombrosos, donde prevalece la banalidad, el lujo, el consumo, el dinero, el confort, la técnica, el progreso y el poder -la exigencia de felicidad y la creatividad, y su manifestación en la esfera de lo ético, del arte y el pensamiento-. Cuando en Diario de la galera dice: “Es posible que la exigencia de felicidad y la creatividad no sean compatibles, al menos en el plano en que la creatividad es manifestación de lo ético, es decir, en el plano de determinadas formas del arte y del pensamiento. La vida vivida felizmente es una vida sencilla: por consiguiente, muda. El ser humano –en contraposición a los pájaros cantores, por ejemplo- habla preferentemente sobre sus problemas. El pensamiento es el lamento de los hombres: pensar sobre la vida equivale a cuestionarla; ahora, sólo cuestiona su propio elemento vital aquel que se ahoga o se mueve en su interior de manera contraria a la naturaleza”.

Heidegger en Carta sobre el <<Humanismo>>, reflexiona la vida y la cuestiona desde diferentes umbrales y, en especial su relación con el humanismo y la técnica. Porque su pensamiento se mueve de manera contraria a lo establecido como verdad, en esta alta civilización del artificio y de masas. Nada a contracorriente a lo establecido por el Gran Poder y las selectas minorías que gobiernan el mundo. Por eso el lamento de sus pensamientos ahonda en la condición humana de todos y cada uno de nosotros.

De ahí que vea la situación del hombre en el mundo de la técnica planetaria no como un destino confuso e inevitable, sino que, precisamente, observa que la tarea del pensador está en cooperar, con sus límites, a que el hombre logre una relación satisfactoria con la esencia de la técnica. Piensa que el nacionalsocialismo iba sin duda en esa dirección; pero esa gente era demasiado inexperta en el pensamiento como para lograr una relación realmente explicita con lo que hoy acontece y está en marcha hace tres siglos. (Heidegger). Es decir, que el nacionalsocialismo no estaba a la altura espiritual, cultural, política, científica y técnica, para que lograra una relación satisfactoria con la esencia de la técnica.

El ser humano no es consciente que detrás de la esencia de la técnica se esconde el problema de la libertad. Los nacionalsocialistas eran de pensamientos torpes e inexpertos –dijo Heidegger. Así que, no comprendieron la técnica como esencia, sino como instrumento de poder, de dominio, de coacción, de destrucción y de barbarie. No quiere decir que el pensamiento de Heidegger, en lo profunda que lo define (como expresó en los Cuadernos Negros), no estuviera comprometido con el Fascismo alemán.

Así que, la técnica no se reduce sólo a la producción de mercancías, al confort, al lujo, sino que tiene una pluralidad de funciones. Y, en la actualidad la técnica para la guerra es, una de las fundamentales. Benjamín dijo: “en el desarrollo de la técnica se han podido percibir los progresos de las ciencias naturales, pero no los retrocesos de la sociedad”. Ahora se trata de resarcir el equilibrio entre la técnica, el progreso, el hombre, la naturaleza, el mundo y su realidad. Y, esto ha de hacerse desde los umbrales del ser y del pensar, la práctica política y los discursos dadores de “sentido”.

Reflexiona Heidegger que, los americanos no han encontrado el camino para una relación satisfactoria con la técnica moderna; tampoco han encontrado el camino explicito, como buenos pragmáticos, para ayudar sin duda al operar y manipular técnico. Que al mismo tiempo destruye el camino de una reflexión sobre lo peculiar de la técnica moderna. En los EE. UU. se suscitan aquí y allí intentos de liberarse del pensamiento pragmático-positivista. (Heidegger).  

Entonces, preguntamos ¿qué han encontrado los americanos en la técnica moderna? El camino de la instrumentalización de la esencia de la técnica; más no una relación satisfactoria entre el hombre y la técnica. O, en otras palabras, han encontrado el camino del operar y el uso de la instrumentalización de la técnica. Ya que la instrumentalización de ésta desemboca en relaciones de poder, de dominio y de fuerza. Vistas las cosas desde esta perspectiva, esta atmósfera rompe con la relación libre del hombre moderno con el mundo de la técnica. Ni en Rusia, ni en China –dice Heidegger- se ha alcanzado esa relación; tal vez se intente alcanzar desde distintas antiguas tradiciones del “pensamiento”.

En la entrevista con Der Spiegel (1966), plantea que la experiencia pensante abre la posibilidad al hombre moderno de establecer una relación libre con la esencia de la técnica moderna. Su investigación la relaciona con el poeta Hölderlin. Es el que propone desde la palabra poética una relación diferente con lo que se “espera”, lo “desconocido”, que espera a Dios o al Ser. Por tanto, esto no puede reducirse ser un simple objeto de investigación histórico-literario. De ahí que Jünger crea en la inmensa superioridad del mundo de las Musas sobre el mundo de la Técnica. El poeta ayuda al ser humano a encontrar el camino de vuelta a sí mismo: él es un emboscado. Que el Dasein (Ser-Ahí, o, el hombre-en-el-mundo), tenga proyecto de vida, responsabilidad moral, condición auténtica (libre de su existencia).

De ahí que sufra angustia ante la responsabilidad histórica, ética, política, social o cultural que vive, ya que su habla porta un mensaje y no es una simple opinión. Por que conduce a la existencia histórica, a la humanidad del hombre en el mundo. Así, el ser humano responsable, el Dasein adquiere la consciente de su muerte. Al contrario, Hannah Arendt crítica a Heidegger, y dice, “el Dasein le parece una versión sofisticada del subjetivismo romántico, un canto a la muerte que desemboca en la exaltación de lo colectivo e impersonal”. Y afirma que, “frente a la aniquilación de lo individual, yo reivindico la pluralidad que se renueva con cada nacimiento”.

En la entrevista que concede a Der Spiegel plantea que, sólo partiendo del mismo lugar del que ha partido la técnica moderna puede prepararse un cambio, que no puede producirse mediante la adopción del budismo zen o de cualquier otra experiencia oriental del momento. Para una transformación del pensamiento debemos apoyarnos en la tradición europea y reapropiárnosla. El pensamiento sólo se transforma por uno que tenga su mismo origen y determinación.

Así que, sólo se prepara el cambio del pensamiento respecto a la esencia de la técnica, sí logramos sumergirnos en las fuentes del pensar técnico europeo. Ver la técnica moderna desde el origen de la técnica greco-latina. Que haya entre ellas un juego de espejos o de ecos, que nos sumerjan en el lenguaje de la técnica moderna. Así se podrá interpretar y conocer las contradicciones que la técnica porta en sí. Ya que el lenguaje de la ciencia, es, no obstante, el lenguaje matemático, que es en sí universalista. Además, es traducible a todas las lenguas y, por ende, trasciende el provincialismo.

De ahí que, Der Spiegel le pregunte, ¿no debería el filósofo estar dispuesto a pensar cómo pueden los hombres arreglar su convivencia en este mundo, que ellos mismos han tecnificado y quizá le supere? Heidegger cree que, un individuo no está en condiciones de captar la totalidad del mundo con el pensamiento, para poder dar orientaciones prácticas. Y esto es así incluso en lo que se refiere a la tarea de encontrar una nueva base para el propio pensamiento. En la actualidad, se le exige demasiado al pensamiento si se aplica a dar orientaciones.

Se pregunta Heidegger, ¿con qué derecho podría hacerlo? Cree que en el ámbito del pensamiento no hay autoridad. La única medida del pensamiento proviene de la cosa misma que ha de pensar. Pero ésta es ante todo problemática. Para hacer comprensible esta situación sería necesario ante todo una dilucidación de las relaciones entre la filosofía y las ciencias, cuyo resultado técnico-práctico hacen que un pensamiento al estilo de la filosofía aparezca hoy cada vez más superfluo. El pensamiento no tiene que responder a las cuestiones prácticas e ideológicas, que la realidad exige. (Heidegger).

Debemos tener claro que, el pensamiento no es una muletilla de la ideología, del partido, del movimiento, la economía, las instituciones o del Estado, éste obtiene su altura en las cosas que piensa. De lo contrario, se falsea el objeto que se piensa sí responde a relaciones de poder o saber; se vio en el transcurso del siglo XX, con el Fascismo, el Comunismo o el Falangismo.

Sí en el ámbito del pensamiento no hay argumentos de autoridad; en el de la estética Heidegger no cree que el arte moderno pueda darnos una orientación. El artista o el poeta se encuentran en una situación semejante a la del pensador. Y, se expresa al respecto: “Si se toma como marco la coordinación de arte, la poesía y la filosofía la “actividad”, entonces se tiene que poner al mismo nivel. Pero si se vuelve problemática no sólo la actividad, sino lo que se denomina “cultura”; la reflexión sobre la problemática del pensamiento, cuya crítica situación apenas puede dejar de pensarse.Por lo tanto, “no existe un pensador lo suficientemente “grande” como para llevar el pensamiento, inmediatamente y de forma plástica, ante su tema y ponerlo así en su camino”. (Heidegger).

Es de resaltar que Heidegger es consciente del destino amenazador de la civilización técnica. La técnica como intervención en la dinámica del mundo para beneficio humano, ha penetrado en el hombre porque ésta se ha convertido en su segunda naturaleza. El hombre no puede imaginarse desprendido del pensamiento técnico-científico, porque sobre él se alza la civilización moderna. Así, pues, el problema surge cuando el hombre instrumentaliza la técnica de tal manera que, va más allá de los límites éticos que le son propios.

Así que, una técnica sin consciencia es la expresión de la mentalidad de la modernidad, que tiene su origen en los albores del siglo XVI. Si tenemos en cuenta que sus raíces se encuentran en la metafísica clásica; es una mentalidad que tiene como principio fundamental la explotación, el cálculo, la mecanización, la eficacia y la eficiencia de la técnica. Y, en particular, el dominio, la coacción y la explotación del hombre y la naturaleza. Por tanto, es una mentalidad de conquista, de odio, de destrucción y de barbarie. La esencia de la técnica se instrumentaliza en beneficio de selectas minorías. Pienso que se necesita restaurar el sentido de la esencia de la técnica y darle la orientación debida a su nombre. De lo contrario, caeremos en el hoyo profundo y oscuro de la desesperanza, el sufrimiento, el dolor y la muerte.

Jünger piensa que, en el supuesto de la peor de las catástrofes, siempre subsiste una diferencia, como aquella que se da entre la luz y las tinieblas. En el primer caso, el de la luz, el camino va ascendiendo hacia reinos que están en las alturas, hacia la muerte en sacrificio o hacia el destino de quien sucumbe con las armas en la mano; en el segundo caso, el de las tinieblas, el camino desciende hacia los hondones de los campos de esclavos y los mataderos, donde unos hombres primitivos se asocian criminalmente con la técnica. En este último caso no hay destino, lo único que hay son números. O bien poseer un destino propio o bien tener el valor de un número: esa es la disyuntiva que hoy nos viene impuesta a todos y a cada uno de nosotros, impuesta ciertamente a la fuerza; pero el decidirse por lo uno o por lo otro es algo que cada cual ha de hacer por sí solo. (Heidegger).

En el siglo XX pudimos ver el desarrollo de las ciencias naturales, biológicas y químicas; pero no el deterioro de las sociedades. Entonces el cambio climático es una de las manifestaciones más evidentes del mal uso de la técnica en relación a los recursos naturales y la consciencia que son finitos. El mal uso de la técnica y del poder político y económico conduce a la humanidad a un callejón sin salida. A la destrucción de los recursos naturales, de los elementos y la desaparición de la vida sobre la Tierra. Ahí tenemos las armas atómicas como la espada de Damocles en la nuca de la humanidad; sólo basta un error para que desaparezca del planeta tierra toda vida y la especie humana.

Pregunto ¿qué significa la esencia de la técnica? Las posibilidades que contiene en sí y, la más significativa es la libertad.

                                            Madrid-España a 08/10/2023

 

sábado, 7 de octubre de 2023

 

                                             Luigi Ferrajoli

                        Fragmentos de ideas e imágenes sobre la actualidad

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

 

Debemos tener presente que el Estado de derecho y el derecho en particular, se constituyen en un sistema vinculante con el ámbito político que define a la democracia. En este orden puede existir derecho sin democracia, pero no democracia sin derecho. Una democracia constitucional sin Constitución que ordene y regule el Orden Jurídico, no garantiza la protección de la vida y la libertad de los ciudadanos. Bebiendo de las fuentes de Montesquieu la separación de poderes es importante para el Orden Jurídico (el poder judicial) y el poder ejecutivo y el legislativo que deben aplicarse en la separación de los partidos políticos y las instituciones.

Con la democracia en entredicho (por el nacional-populismo y el autoritarismo político), el espíritu vivo de la política se ha reducido a espectáculo donde prevalece el presente-actual, lo fútil y pasajero de vida social. Un ámbito donde la representación de la representación degrada la política y lo común de los ciudadanos. Es decir, la pluralidad y la vida en común en el cuerpo social.

Qué alternativas hay a la real politik cuando solo le interesa la producción y el comercio de armas como implementar la guerra a escala planetaria. Vivimos en un combate permanente y aún los pacifistas y humanistas hacen parte de ella. Se trata de desplazar la visión que se tiene de la humanidad, de las personas, los bienes naturales de las naciones y los derechos fundamentales para ponerlos al servicio de la humanidad y no de su destrucción. Como dice el filósofo del derecho Luigi Ferrajoli: “Se trata de asumir la existencia real de una humanidad mestiza, en la que se asegure la salud y la subsistencia de las personas, que puedan desplazarse donde quieran. Hay un nexo claro entre la salud de las personas y la del planeta”.

Que en política internacional y nacional todo es un proceso. Y la estatura moral y política de una clase dirigente se mide no por incentivar la polarización, la exclusión, el enfrentamiento armado o, el que se da en los medios de información de masas y las redes sociales, sino en la búsqueda del dialogo y el consenso, en temas fundamentales para la nación. No es un proceso simple e inmediato, pero es imprescindible la consumación de la paz como un valor prioritario, para las naciones del mundo. Porque la guerra y la violencia en todas sus formas, es un crimen grave contra las poblaciones nacionales y la humanidad, ya que viola todos los derechos y las libertades, enfrentando hasta la muerte a los seres humanos entre sí. Quienes así piensan y actúan son los grandes estadistas y personas de los pueblos y las naciones de la humanidad.

En Colombia, por ejemplo, la clase dirigente llevó durante la segunda mitad del siglo XX, la “grave labor de deseducación masiva, civil, moral y política”, para enfrentarnos a un estado de guerra permanente sin consideración por la vida de la persona humana. Se trata en la actualidad que las ideas y las opiniones políticas se combatan con la razón, la dialéctica y, no con la violencia, la discriminación y la muerte. Esto es válido en el contexto nacional como en el internacional. Estas opiniones tienen importancia tanto en un ámbito de autoritarismo populista o nacionalista de izquierda o, de derecha.

Creo en la idea de Kant que el filósofo Luigi Ferrajoli hace suya:

           Sin la esperanza de tiempos mejores no habría espacio para la moral y para la política. La       política es la construcción del futuro, que se basa, en que es posible un mundo diferente”.

Todo acontecimiento de convivencia y de paz implica integración social y política, y también crecimiento de la democracia. Se trata de un despertar de la razón que nos eleve a las fuentes del espíritu y de la zona de la sentimentalidad: tener presente que “el sentimiento de cercanía, del valor no simbólico, fundado en sí mismo, se desvanece y a cambio el movimiento de las unidades vivientes es dirigido a gran distancia”, y la razón baje llena de sentido para la vida, el mundo y su realidad. Y así, superar lo que Martin Heidegger dijo en “Carta sobre el <<Humanismo>>, refiriéndose a los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y el proceso destructivo en marcha que fueron las matanzas en masa, los fusilamientos y el Holocausto:

La razón se mal interpretó como racional. Y lo irracional en tanto engendro de lo racional impensado, prestó curiosos servicios”.

Esto demostró que la razón es cruel y ahora se expresa la crueldad en los instrumentos técnicos: los medios de comunicación social, las redes sociales, Internet y las imágenes en movimiento. Observamos que el proceso destructivo de la razón que empieza en la Primera Guerra Mundial y llega a su máxima expresión durante la Segunda Guerra Mundial hasta hoy, todavía está en marcha. Esto demuestra que el hombre en esta alta civilización tecnológica, de masas y de cultura de masas, se convirtió en número o en objeto.

                            En este orden dijo Ernst Jünger:

                                          “el hombre vive un proceso de aceración”.

Y, en el texto “Radiaciones I. Diarios de la segunda guerra mundial (1939 – 1943)”, expresó: “El ser humano se ha colocado fuera de la obra, se ha salido de ella; ésta se ha vuelto autónoma, y ahora aquel deviene cada vez más sustituible y prescindible. Se lo puede cambiar como se cambia una parte de una máquina, y también los resultados a que el hombre llega y aun sus conocimientos han nacido fuera de él; más que intervenir en los acontecimientos, lo que esos resultados y conocimientos hacen es orquestarlos. A medida que va desapareciendo la originalidad del ser humano desaparece también su imprescindibilidad; con ello desaparece asimismo el respeto a él”.

La visión de la izquierda en la actualidad debe ser convincente y sus propuestas en caminadas a la búsqueda de la justicia, las reformas sociales que posibiliten un mundo mejor, más igualitario y justo. Posibilitar un lenguaje basado en la libertad, la ecología, la sostenibilidad y la inclusión de las minorías étnicas y el respeto a las decisiones sexuales. Tener consciencia que la democracia no se reduce al insulto, la agresividad, la violencia, sino en alcanzar la convivencia, la tolerancia y el respeto a la dignidad de la persona humana. Una de las manifestaciones de la degradación de la democracia es, que se está reduciendo a la aclamación y los insultos de los miembros del partido en los parlamentos y las propuestas programáticas se sustituyen por la Cultura del espectáculo de los medios de información y las redes sociales.

La democracia se fortalece cuando sus representantes respetan las instituciones, la división de los poderes públicos. No cuando las necesidades materiales, morales, educativas, culturales y económicas, se reducen a los intereses del partido. Por eso los partidos no deben impedir la acción de la sociedad civil, sino incrementarla. Porque de esa manera se incrementa la libertad y la participación ciudadana en los asuntos públicos. La democracia se fortalece cuando los partidos y el poder ejecutivo, respetan la división de poderes públicos y la libertad de expresarse en todas sus acepciones.

“Hoy prevalece el escepticismo, la desconfianza en las instituciones, la idea de que cada quien debe velar de manera exclusiva por sus propios intereses, aunque sea a costa de los intereses de los demás” –al decir de Luigi Ferrajoli.

Podemos decir que, en las últimas tres décadas el neoliberalismo económico y político, entiende la libertad en el ámbito de la defensa del Gran Capital y de la propiedad, todo lo reducen a “un valor”, “es decir, un bien social que puede ponerse en circulación y convertirse en dinero a cambio de todo tipo de valores, sociales o individuales”. Y la libertad sustancial se reduce a las creencias religiosas fundamentalistas, que usan como muro de contención para rechazar los derechos de las mujeres, de las minorías étnicas, el antirracismo y la xenofobia. También abogan por la uniformización y la homogenización de la sociedad y de la persona individual. Es grave en un sistema democrático porque estamos a un paso del nacional-populismo autoritario y del fascismo.

En la tercera década del siglo XX, Jünger y Heidegger creen que los principios de la revolución alemana, unifican lo mítico, lo histórico y lo político como bandera nacional antijudía y anti-burguesa. En la actualidad el autoritarismo agresivo nacional-populista arremete contra el migrante, el negro, el blanco empobrecido, el extranjero, el mestizo, el indio, porque rompe la homogenización y ruptura la economía, la estructura y la función del trabajo de los nacionales.

Somos parte de la Sociedad del espectáculo y de la Cultura de lo efímero que están incrementando la desvalorización de los valores, y se presentan en el ámbito público o en la esfera política como un síntoma de la condición nihilista en que vivimos. El nihilismo no solo niega los valores, sino que los trivializa en la práctica política y la vida en común. Así que, la trivialización de la política se concatena con la trivialización de los valores sociales que dan coherencia y fundamento al mundo y la realidad que vivimos. Si las imágenes son más importantes y fuertes que las palabras, que la educación y el conocimiento; entonces la práctica política se trivializa y el tejido del cuerpo social, responde a los requerimientos de la Cultura de lo efímero y a la condición nihilista que vivimos en la actualidad.

Sabemos que el fascismo todo lo politiza y niega a la persona individual y la libertad, en el Estado fascista, las instituciones, el partido y la ideología. El populismo agresivo y excluyente en la actualidad, no sólo aboga por la condición nihilista, sino que incrementa la polarización porque los hechos y los valores se vacían de sus contenidos, en beneficio de una selecta minoría. Si los valores se debilitan y no hay referentes colectivos para el cuerpo social, la verdad y la realidad se remplazan por la demagogia, la mentira, el odio y la exclusión. En un mundo como éste da igual todo y no es que la gente no crea en nada, sino que cree en todo – al decir de Stevenson.

En la Cultura de lo efímero, la vida, la mortalidad, la mundanidad, el lenguaje y el pensar, pierden peso, el sentido que les corresponde. El hombre se aferra al fanatismo religioso o, a la estridencia ideológica o, a la economía o, a los nacionalismos-populistas autoritarios mítico-rituales, porque no tiene respuesta a los interrogantes esenciales de la existencia. El hombre en la actualidad abandonó el sentido de realidad en el juego de relaciones de poder en la que se encuentra. Porque el ser humano se atiene en primer lugar y solamente a lo que dicen y muestran las imágenes de los medios de información de masas y las redes sociales.

De ahí que una de las tareas del pensar futuro es rescatar al hombre concreto de carne y hueso del ostracismo y el desterramiento al que lo ha inducido la política, la economía y la estadística. Es un compromiso político, ético, moral y de cultura política de los dirigentes, de la sociedad y de los intelectuales que trafican con las ideas, la reflexión y la imaginación creadora de “forma”.

Preguntamos, ¿están en crisis los valores vigentes y el sentido de convivencia ciudadana? ¿existe una relación entre la trivialización de los valores y el poder personal? En el mundo actual la falta de ilustración, de educación y de conocimientos, son las bases fundamentales de los populistas y autoritarios, porque a la sociedad de masas y la cultura de masas les falta capacidad de discernir, de reflexionar, para distinguir la verdad de la mentira, la demagogia de la realidad.

 De ahí que crean en teorías conspirativas provenientes del exterior, porque no ven lo que acontece a su alrededor y creen solo a los medios masivos de información y a las redes sociales, ante lo que viven sus vidas reales y cotidianas. Por eso las redes sociales y los medios son crueles, demasiado crueles con los pobres y excluidos de la sociedad. Es decir, detrás de los instrumentos técnicos se esconden relaciones de poder, de fuerza, de coacción, de dominio y exclusión.

Se trata de dar una “nueva” lectura e interpretación de la historia de la cultura y la civilización occidental, encontrar nuevas alternativas a lo tradicional, lo cercano, mostrando su desarrollo desde y en el lenguaje y el pensamiento; también desde nuevos umbrales de la práctica política. Tener presente en esta Sociedad del espectáculo de rescatar el lenguaje y el pensamiento como medios que cumplen una función al servicio del poder político, económico o cultural de una minoría. Así que, el propósito es resarcirlos de su función política y económica en favor del capital financiero internacional, del dinero bancario, de la iglesia, de la esfera militar, del Estado y sus instituciones, etc. Que la educación y el conocimiento, estén al servicio del ser humano y de sus necesidades materiales, morales y culturales.

Tener presente que en el lenguaje se van haciendo las cosas; y su uso tergiversado lo reduce a huecas palabras y meras habladurías, que hace que pierda su verdadera relación con el mundo y el sentido de la existencia.

En última instancia, la izquierda no puede ser indiferente al problema de la contaminación ambiental, la tala de bosques tropicales, la contaminación de los ríos y la mar, la Antártida y el Ártico, es decir, de lo que depende nuestra vida en Tierra. Estos bienes internacionales no se pueden limitar a simples promesas de los poderes mundiales, sino ponerles límites y garantizar los bienes fundamentales de la humanidad y los bienes vitales de la naturaleza. Que el Derecho Internacional y nacional regulen estos bienes planetarios, con el fin de que estén más allá del comercio y el ejercicio del poder mundial, y de unos pocos países desarrollados. Que no se puedan privatizar y estar a favor de los poderes económicos y políticos mundiales. Que prevalezca desde el derecho el sentido de humanidad y su permanencia vital sobre la tierra, sobre los intereses económicos de las empresas transnacionales y los estados desarrollados.

Se trata en la actualidad que,

el hombre tiene como tarea hacer salir lo oculto de las cloacas del poder; y, en la medida del hacer, revelar la verdad de lo que oculta el ejercicio del poder.

                                                      Madrid-España a 5/10/2023