Las Atrocidades de Donald
Trump, Vladimir Putin y Benjamín Netanyahu
“A
todos los que han dedicado su vida para alcanzar la libertad y la dignidad del
ser humano”.
Madrid – España a 21/03/2025
Antonio
Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.
El
Mundo Moderno ha generado cambios tan sutiles e imperceptibles, que han tomado
rostro de nuevo en la actualidad. Preguntamos, ¿qué nos sorprende de nuestra
época? Que el espíritu pierda el equilibrio; y como un borracho de tumbos de un
lado para otro y, no encuentre asidero. Un día toma la máscara del político;
otro, la del militar; otro, la del tecnócrata; otro, la del banquero; otro, la
del asesino; otro, la del demagogo; otro, la del autócrata. Dijo Ludwig
Wittgenstein: “El espíritu de hoy no
tiene ningún resorte bajo los pies”. Es incapaz de elevarse
sobre las miserias y las limitaciones humanas. Además, la visión que tiene de
las cosas es lisa y llana, y carece de la fuerza necesaria para disipar la
bruma que lo rodea.
En
la época actual por el predominio de las máquinas y los lenguajes analógicos,
la voluntad de poder y las armas, el Zeitgeist,
el Espíritu del Tiempo, desdeña mirar lo que está escrito en las estrellas y
descifrar el interior del hombre. Walter Benjamín afirmó que el elemento que
mejor representaba nuestra época, era el vidrio. Porque es frío, transparente,
liso, indiferente, distante y en cierto sentido desnudo. Esta es la tendencia
de las sociedades contemporáneas. En nuestra época la mirada no está dirigida a
lo fundamental, sino a la Cultura del espectáculo. El espectáculo
del Gran Poder Tecnológico y de los Presidentes y los Jefes de Estado del Poder
Mundial, que crean un desierto y lo llaman paz.
En
la historia actual las “figuras” del
nuevo imperialismo norteamericano y ruso, es común y corriente. La declaración
de guerra al vecino para anexar territorios, adueñarse de los recursos
naturales y someter a las poblaciones inermes a la fuerza del poder de las
armas, la violencia y la muerte. Se sustituyen las lenguas y, en algunos casos,
se destruyen por las del invasor. A la vez, se imponen a la fuerza costumbres,
usos, tradiciones, mitos, ritos, etc., que nada tienen que ver con los nativos.
Se ha demostrado que la policía lingüística no puede impedir a un pueblo o, a
una nación, que sus pobladores no puedan expresar sus momentos de sufrimiento y
de dolor, de angustia y de esperanza, de felicidad y de tragedias, de vida y de
muerte, en sus lenguas.
Aunque
Donald Trump haya declarado el inglés como lengua oficial de Estados Unidos y
cambie el nombre del golfo de México, por el de América. Los migrantes de
Centro y Latinoamérica llevan en su sangre, genes, espíritus, las lenguas
vivas, las lenguas “vulgares” de sus comunidades, pueblos y naciones. Ellos
seguirán informándose, comunicándose, cantando y recordando sus mitos y
tragedias, sus triunfos y las derrotas, sus esperanzas y los desaciertos, sus
amores y las desdichas, en las lenguas que mamaron desde la niñez. Sátrapas,
dictadores y asesinos, Trump y Putin, desconocen que la vida casi en su
totalidad es lenguaje, salvo un saltito muy pequeño reservado a la razón, la
lógica y las matemáticas.
Trump
ignora lo que Ernesto Sábato expresó “Entre
la letra y la sangre”:
“Las lenguas, cada lengua, es
un proceso, no un estado; es algo en perpetua transformación, por motivos
psicológicos, históricos, geográficos, sociológicos. Las únicas lenguas
estables son las muertas, ya que, los cadáveres no se mueven. Todas las demás
son dinámicas, se llenan constantemente de “impurezas”, sufren el embate de las
culturas más prestigiosas, aman y viven en otras condiciones que las
originarias […] los idiomas no se corrompen, sino que se transforman”.
George
Steiner en “La barbarie de la ignorancia.
En dialogo con Antoine Spire”. Le preguntan, ¿por qué la cultura no impidió
lo que luego acaeció en la Segunda Guerra Mundial? Y responde Steiner: ¿y por qué
a veces llegó a alentarlo? Dice que “Arthur Koestler (el gran escritor que
conoció), estaba convencido de que el cerebro consta de dos mitades: una
pequeña parte ética y racional (todavía muy pequeña) y una enorme trastienda
cerebral, bestial, animal, territorial, cargada de miedos, de irracionalidades,
de instintos asesinos, y que harían falta millones de años –¡valla promesa! –
para que la evolución moral alcance nuestra condición, nuestras técnicas de
destrucción y de agresión”. Trump, Putin y Netanyahu son como los vándalos y
asesinos, tienen las mismas cualidades de agresión, de brutalidad y de
inventiva estratégica. Para implementar las técnicas de destrucción, de
violencia, de agresión y muerte. Es posible que estos personajes no encuentren
“salida a su enorme energía animal que, en la rutina de la monotonía, de la
mediocridad sexual en la mayor parte de sus vidas, buscan afirmarse”.
Somos
parte de la Cultura de lo efímero y
la Civilización del espectáculo, en
la que la cobertura, la lectura e interpretación superficial, que implementan
los medios de comunicación y las redes sociales, no están a la altura para
englobar toda actividad humana tanto teórica o práctica. Y, en particular, los
que ejercen el Gran Poder Tecnológico,
Militar y Económico, han de ser encarados por un <<tipo>> Cultura y de Civilización, “lo bastante profunda como para resistir las
fantasías de destrucción, de aniquilación, de regresión y de barbarie”. Dice
Steiner que, “Freud creyó que el estrato era muy delgado. Como la costra de un
volcán. Que jamás la cultura, la civilización podrían resistir a las pulsiones
profundas de destrucción y sadismo”.
Este
<<tipo>> de Cultura y de Civilización trivializa la magia y el
misterio de la vida y la muerte. Se encargan crímenes y se mata en masas,
crímenes de lesa humanidad como los cometidos por Putin en Ucrania o, de
Netanyahu en Palestina. Quien podría imaginar que después de la guerra en
Afganistán, en Irak, los Balcanes, vivamos un tribalismo, un odio al vecino y,
digamos: “¡Porque es diferente hay que
matarlo, hay que echarlo!”. Por eso un escritor, un pensador, un artista,
tienen el deber moral y ético de ocuparse de determinados hechos, ideas,
imágenes, experiencias o pensamientos y, “ocupar un lugar decisivo en la
sociedad, de denunciar y protestar cuando se cometen atrocidades contra la
libertad y la dignidad del hombre”. Su tarea sería vislumbrar los valores
eternos y atemporales, que están implicados en el drama social y político de su
época y su lugar. Son testigos y críticos del mundo en que viven; por eso han
de sacudir, despertar, a todo el que se acerque a sus obras.
Somos
parte de un mundo de una confusión extrema, caótico, coercitivo y violento, en
el que la Cultura ha sido incapaz de
contener la barbarie. Es una especie de trasgresión del principio de la vida
pasando por la muerte; un mundo en el que ciertos hombres se creen tan fuerte
como para reemplazar a Dios. Ese fue el primer problema con el que luchó George
Steiner en todos sus libros y en toda su enseñanza: “¿por qué las humanidades,
en el sentido más amplio de la palabra, por qué la razón de las ciencias no nos
ha dado protección alguna contra lo inhumano? Ni la gran lectura, ni la música,
ni el arte han podido impedir la barbarie total”.
Así que,
la Cultura algunas veces se pone el vestido del horror y se convierte en el
espacio del dolor, el sufrimiento y la muerte.
En
la actualidad se quebrantó el principio que heredamos de Platón a Hegel, que la
“esperanza se basaba en el humanismo de la cultura y la manera como la cultura
podía –de uno u otro modo- desarrollar el humanismo, desarrollar la relación
con el hombre”. Pregunto, ¿cómo es posible que en esta época después de vivir
tantas atrocidades, violencia y muerte, existan gobiernos como el de Estados
Unidos, Rusia o Israel, que hayan dado a la luz lo peor de la condición humana?
¿que en sus gobernantes prevalezca el deseo de muerte, de violencia, de odio,
de discriminación y xenofobia? Es humano que la gran mayoría de los hombres y
mujeres tengan miedo, o traten de mirar a otro lado cuando cerca se violan los
Derechos Humanos, se tortura, se secuestra o, se está produciendo un hecho
terrible y abominable, a la dignidad de las personas. Esto pasó en el siglo XX,
en Alemania, en Italia, España y, Latinoamérica y, ahora sucede en Estados
Unidos, Rusia e Israel.
Como dijo el filósofo Ludwig Wittgenstein: “Autoconocimiento y humildad es lo mismo”. Sí los que gobiernan el mundo no se conocen a sí mismos y tampoco el tiempo histórico del que hacen parte, prima en ellos la soberbia, la mentira, el odio, el chantaje, la irracionalidad, la violencia o, la guerra. Esto se constituye en problema para el Orden Mundial. Porque “la potencia creciente tanto de los medios de transporte como de los medios de aniquilación llegaría a ser catastrófica sino hubiera una fuerza central que mandase en ella –al decir de Ernst Jünger. Si el Poder Mundial ruptura lo establecido en el Orden Internacional después de la Segunda Guerra Mundial: La ONU, OIT, OMS, OMC, TIH, el respeto a la integridad territorial de un país, etc., el Orden Internacional estará determinado por el caos, la violencia y la intimidación del más fuerte.
Recordemos
expresa Jünger, que “no es, empero, la revolución mundial la que trae las
mareas vivas; las trae la revolución telúrica, que está detrás de aquella. La
revolución telúrica es la que modifica las amenazas –la que cambia, por
ejemplo, la amenaza económica en amenaza ecológica, o la amenaza de la guerra
en amenaza de exterminio sin más. Ya no puede decirse que exista la guerra en
sentido clásico”. La destrucción que se avecina ha de ser telúrica, porque
destruirá la naturaleza y toda vida sobre la Tierra.
“Cuando
el mundo fue sacado de sus goznes y encajado en la ciencia”, la voluntad de
poder y la economía en el siglo XIX. Con este tipo de pensamiento el mundo
moderno lleva a cabo un punto de inflexión en la historia de la cultura y la
civilización de Occidente. Y, como consecuencia de este despliegue se entreteje
una nueva relación: la del desarrollo científico-técnico y la nueva
configuración del ejercicio del poder. Esta relación incide en la naturaleza
espiritual de la lengua. Pero también abre paso a una “nueva estructura”, con
códigos, vocabularios, símbolos, signos, que responden a un Atlas lingüístico y
a una realidad basada en las matemáticas y el pensamiento abstracto. Eso que
los poderes tecnológicos de los lenguajes digitales llaman Grandes Modelos de
Lenguajes Artificiales: los LLM.
En
el sentido profundo y alto de la política, el intelectual y el escritor están
en la obligación moral y ética de criticar y denunciar, los delitos graves que
se cometan contra los ciudadanos de un país. Protestar cuando se cometen
atrocidades contra la libertad, la dignidad del hombre y la vida. Dice
Francesco De Nigris, “hay épocas que el individuo tiene la posibilidad de vivir
más feliz e ilusionado que en otras épocas. Se trata de épocas que hay
confianza en el hombre, que es, el estado de las épocas humanistas. En
realidad, cada época tiene su grado de humanismo en la medida que consigue
creer en el hombre, y cada una tiene sus razones antropológicas para serlo”.
Ahora bien, si el hombre se aleja del humanismo, es porque no tiene confianza
en sí mismo; una visión de la existencia que impide vivir auténticamente la
propia vida. Porque el “núcleo” de la existencia no descansa sobre sí mismo,
sino en algo exterior a ella: la técnica, el dinero, el poder, las armas o, la
fugacidad de los hechos cotidianos. Y, esto hace de la vida humana sumamente
desgraciada, atormentada y no logre estar a la altura de su temple vital.
Decía
recientemente el escritor Javier Cerca en El
País de Madrid-España que: “Los europeos vivimos atrapados entre Vladimir
Putin y Donald Trump, entre un autócrata y un aspirante a autócrata, dos
matones o dos gásteres que solo entienden el lenguaje de la extorsión y solo
acatan la ley del más fuerte. Que de ninguna manera quieren una Europa unida,
porque no les gusta la democracia y, saben que Europa es el gran bastión de la
democracia en el mundo. Porque intuyen que, si Europa se uniera de verdad,
sería un competidor imbatible para ellos: de ahí que hagan todo lo posible para
desarticularla”. Recordemos a Lord Acton: “si
el poder corrompe, el poder absoluto corrompe absolutamente”. Sólo se puede
establecer una auténtica democracia sí se cumple el principio que un Sistema
democrático exige: el castigo de los que
han cometido delitos de lesa humanidad.
Creo
en la gris y mediocre democracia la única que permite vivir y pensar en
libertad; por eso “una democracia se caracteriza por permitir la publicación de
sus defectos”. En una democracia hay una ley aceptada por la sociedad y una
justicia que se aplica –independiente de los que detentan el poder político y
económico- es lo único que asegura una existencia digna. Establece el “bien
común” por encima del egoísmo individual y del “bien del Estado” que los
autócratas y totalitarios, colocan por encima de las personas. La democracia
trata de establecer el bien común de seres libres y solidarios. De ahí que no
se pueda hablar de educación en abstracto; ya que la educación se propone un
<<tipo>> de hombre y de convivencia. Una educación en un Estado
totalitario o autoritario, es diferente a una educación en un Estado de Derecho
y un Sistema democrático. Que implementa en todo el mundo el dialogo, la
tolerancia y la convivencia pacífica.
Trump,
Putin y Netanyahu se mueven impulsados por instintos y deseos egoístas, tienden
a su Yo que es egoísta y excluyente. Que consideran a la sociedad como un
conjunto de individuos en guerra, tienen una mentalidad que justifica el
dictamen de Thomas Hobbes: el hombre,
lobo del hombre. Ellos son
individuos, más no personas. Porque se llega a “ser persona luchando contra las
potencias malignas que alientan en nuestra inconsciencia. Lucha que no es
irreal ni utópica, porque a menudo el hombre ha alcanzado las cimas del
altruismo y ha sacrificado sus instintos egoístas en beneficio de la
comunidad”. El individuo se rige por una “tabla de valores” vertical y
excluyente, en cambio la persona se rige por una “tabla de valores” horizontal
e incluyente. La persona tiene presente al “Tu”, al “Otro”, que es un
“Nosotros”; y es, por lo tanto, altruista, solidario y comunitario. Como dijo
Sábato:
“Así como el individuo puede superar sus
apetitos individuales hasta alcanzar la categoría de persona, los países pueden
alcanzar la categoría de nación, respetando la categoría de humanidad”.
Trump,
Putin y Netanyahu, no están preparados para intuir y percibir los valores
eternos que hacen parte de la esencia del hombre y de la humanidad. Que el
hombre no debe buscar el sentido de la vida en la historia, el poder, la
riqueza, el lujo, lo bello de las cosas materiales, sino en el interior de sí
mismo. Ernst Jünger dice: “Ante todo es preciso tener en cuenta que al hombre
hay que dejarlo que nazca primero dentro
de sí”. Porque en el mundo gobernado por estos sádicos, energúmenos y
gánsteres, “hoy el mero hecho de sobrevivir representa ya un mérito”. Aunque
barrunten el Estado y sus instituciones con leyes y normas, que inciten a los
ciudadanos y sus comunidades a la violencia, el odio, la guerra y la muerte,
existe un resto en la esencia del ser humano que el poder no puede disolver: el
sentido de la vida y de la muerte, el misterio del mundo y la realidad, el amor
y la esperanza del ser humano. Y también olvidan que:
“Tiene tanta fuerza el poder de la libertad que nos es suficiente soñar
con ella”.
Lo
admirable de la vida es, que el hombre siga luchando en medio del horror, la
desesperanza, el dolor, el sufrimiento y la muerte. Que siga arando la tierra,
levantándose cada madrugada para trabajar y, así llevar comida a su casa,
construyendo carreteras y puentes, estudiando y creando obras de arte, que el
mundo y la vida tienen un misterioso sentido para alcanzar la grandeza y la
eternidad. A pesar de las atrocidades de Trump, Putin y Netanyahu, existan
personas como el pedagogo estadounidense ABRAHAM FLEXNER (1866 – 1959), que en
una conferencia de 1939 dijo:
“¿No
es curioso que en un mundo saturado de odios irracionales que amenazan a la
civilización misma algunos hombres y mujeres –viejos y jóvenes- se alejen por
completo o parcialmente de la tormentosa corriente de la vida cotidiana para
entregarse al cultivo de la belleza, a la extensión del conocimiento, a la cura
de las enfermedades, al alivio de los que sufren, como si los fanáticos no se
dedicarán al mismo tiempo a difundir dolor, fealdad y sufrimiento? El mundo ha sido
siempre un lugar confuso; sin embargo, poetas, artistas y científicos han
ignorado los factores que habrían supuesto su parálisis de haberlos tenido en
cuenta. Desde un punto de vista práctico, la vida intelectual y espiritual es,
en la superficie, una forma inútil de actividad que los hombres se permiten
porque con ella obtienen mayor satisfacción de la que pueden conseguir de otro
modo”.
Dice
Dostoievski por boca de Kiriloff:
“Creo en la vida eterna en
este mundo. Hay momentos en que el tiempo se detiene de repente para dar lugar
a la eternidad”.
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