jueves, 17 de abril de 2025

 

                          El Gran Poder Tecnológico de la Civilización Algorítmica

                                                                     Madrid-España a 05/04/2025

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

 

Se piensa en la actualidad que la tecnología es un instrumento que sólo se utiliza para el confort, el bienestar social, el desarrollo, el progreso, la industria militar, farmacéutica, automovilista; también para el dolor, el sufrimiento y la muerte (guerras nacionales, guerras entre naciones, terrorismo, intimidación, coerción de gobiernos autocráticos, populistas y nacionalistas, etc.). Pero se olvida lo que Martín Heidegger pensó, que el develamiento de la esencia de la técnica escondía tras de sus pliegues, la libertad. Es decir, la técnica coarta, domina, somete, manipula y, también brinda las herramientas para la libertad. El poder de la técnica no sólo hay que observarlo en su esfera negativa (causa dolor, sufrimiento, muerte), también posee una esfera positiva, posibilita que el hombre tome consciencia de sí y alcance la libertad debida a su nombre.

De ahí que la técnica se convirtió en la condición fundamental de la actualidad. El vestido del hombre actual es la técnica. Sucede que el brillo que irradia enceguece o entorpece al ser humano. De ahí que el hombre contemporáneo entrega su esencia y la libertad, a cambio de las facilidades técnicas. En las esferas del mundo técnico la verdad no tiene solidez, porque detrás de ella se esconde la Cultura del artificio: las máquinas, la velocidad, lo pasajero, la transcurrencia del tiempo, la simulación y lo que se denomina Civilización del algoritmo.

La técnica modula la percepción, la intuición, la atención, la experiencia, las ideas y posibilita la parálisis del pensamiento y del lenguaje. La técnica expresa un <tipo> de poder que determina las dinámicas sociales, políticas, económicas y culturales de la época. También como obedece al ejercicio del poder expresado en el Estado técnico y la autocracia tecnológica. Que amplifican un <tipo> de ejercicio del poder que ejerce su dominio, su coerción y su manipulación, allende de las políticas implementadas en la corporeidad del ser humano.

Así que, el poder ubicado detrás de la esencia de la técnica no le interesa el cuerpo como campo de batalla, la tortura, la flagelación, la muerte; sino la mente, las representaciones, las imágenes, las ideas, que el hombre tiene de la realidad y del mundo, de sí mismo y del otro. De ahí en esta época de alto desarrollo técnico-científico, de sociedades de masas y de cultura de masas, se interesa por la esfera interior del hombre: la estructura y funcionamiento de la mente, el espíritu, la conducta y las apetencias de la sociedad, las reflexiones del pensamiento, los valores éticos y morales del ser humano.

Los que ejercen el Gran Poder Tecnológico tratan que los puntos de referencia no sean los valores eternos, la religión, el arte, la música, las literaturas, la poesía, la novela, la ética o la moral; sino la publicidad, el márquetin, el consumo, el lujo, las bellas materias, etc., que determinan la Civilización del espectáculo: Un mundo en que la tabla de valores lo ocupa el entretenimiento, donde divertirse, escapar de las responsabilidades, del aburrimiento, se establece como Phatos universal. Así, detrás de la Civilización del espectáculo se esconden relaciones de poder: donde unas vidas encuadradas en la rutina de la vida cotidiana, deprimentes y embrutecidas, buscan la banalización de la cultura, la frivolidad y las redes sociales, el futbol, la proliferación del periodismo irresponsable, el que se nutre del chisme y el escándalo. Para sentirse bien y estar de acuerdo con los valores vigente de la sociedad.

Por tanto, las resonancias de la técnica, no sólo implican al tejido social, sino que su proceso de expresión posibilita umbrales para percibir, analizar, criticar y pensar, el mundo y la realidad. La técnica no es un instrumento pasivo sino activo, que teje y desteje un campo de fuerzas en un sistema de relaciones sociales, políticas, económicas, militares y culturales, en constante configuración. Que obedecen al ejercicio del poder de las Plataformas Digitales, la Praxis Política y las Esferas de la Economía.  La técnica no establece un espacio de verdades absolutas, posibilita campos fluidos en devenir, que estructuran y ponen en funcionamiento, relaciones de fuerza y de poder.

Somos parte de una época en la que el ejercicio del poder no necesita de la fuerza física, la carne flagelada, la persuasión lógico-racional, la tortura; le basta con concatenar la conducta y los estados de consciencia colectivos. La curiosidad se estructura en flujos de imágenes o de palabras bacías de sentido, que manipulan la consciencia y la realidad. Así es como la realidad se diluye en la información y “no está dirigida a proporcionar elementos de orientación en el mundo como puede hacerlo el consejo, que apela a la libertad del otro, tanto en cuanto a la disposición a recibirlo como al uso que de él pueda hacer en orden a la situación que le concierne” –al decir de Pablo Oyarzun.

Se trata que el Gran Poder Tecnológico manipule la atención de la información y la comunicación, para que estén dirigidas a “in-formar a los sujetos receptores, determinando su interés, que a suministrar elementos para la conducción de la vida y la orientación en el mundo”. Así pues, el ejercicio del poder no sólo induce, sino que manipula, la psiquis y la conducta de los seres humanos. Las narrativas centrales o multifocales que daban sentido al mundo y la realidad, ya no existen. Sólo existen flujos informáticos, imágenes en movimiento, que estructuran y ponen en funcionamiento, una realidad fluida y veloz, que se regenera cada instante. Y, “se sostienen sobre el sistema general de la información y la comunicación, lo único que es propia mente constante”.

Somos parte de un tiempo fragmentado donde unas pluralidades de narrativas compiten en el ámbito de la Cultura de lo efímero, por una representación de una verdad que no poseen. En este ámbito no existe la conversación entre las narrativas, sino enfrentamiento constante para establecer un tipo de verdad fugaz y veloz, como el relampaguear. Aquí la verdad y el simulacro se refractan para ejercer un <tipo> de poder: el Poder de las Plataformas Digitales, las redes sociales y la IA.

En este mundo de Cultura de lo efímero no se trata de persuadir sino de encantar. Los algoritmos son dispositivos narrativos que narran historias fantásticas como verdaderas, ahí la ficción y la mentira superan la verdad. Son estratos de un profundo sueño que aletarga e hipnotiza al que los ve o los escucha, porque provienen de lo más profundo de la mente humana. Aquí entra en juego un <tipo> de poder que se vale de los instrumentos técnicos, las imágenes en movimiento y sus narrativas, para dominar, vigilar o coartar al ser humano.

El sistema algorítmico trata que uno de ellos domine y someta las esferas y narraciones que se manifiestan en el espacio humano. Así, la filosofía, la metafísica y la ontología, son derivaciones de ficciones deliberadas, que buscan el dominio del hombre, de la realidad y del mundo. Los algoritmos no se preocupan por establecer verdades, sino encantar. El encantamiento es una de las ramas de la literatura fantástica o del amor o de la amistad, no de la verdad. Porque ésta última pertenece al ámbito de las ciencias sociales, experimentales o positivas.

Así que, el sistema algorítmico atrae el flujo de agentes y narraciones, que ofrece la sociedad y el poder, a uno de ellos. En este universo de variables no se trata de convencer, sino de dominar e inducir las pulsiones anímicas del individuo y la sociedad. Pero, no podemos olvidar que detrás de los fríos pliegues del vestido de los algoritmos, se esconden relaciones de fuerza o de poder, de dominio y manipulación. Somos seres manipulados por las imágenes y las narrativas, que las antenas de los dispositivos técnicos hacen circular por encima de la atmósfera de la Gran ciudad, los pueblos y veredas del mundo.

En el universo de los algoritmos se trata de apropiarse de sus engranajes, su estructura profunda de funcionamiento y lógicas internas, para posibilitar desde adentro formaciones discursivas y reflexiones críticas sobre el poder y el saber, que establecen como verdad. El develamiento del ejercicio del poder es, uno de los principios del pensar futuro. No se trata de oposición frontal a las narrativas y las imágenes de los dispositivos técnicos, de los algoritmos, sino que de sus tripas salga una reflexión crítica sobre el Gran Poder Tecnológico, que se oculta detrás de los algoritmos.

Se trata que la intuición, la percepción sensible, las reflexiones del pensar, posibiliten navegar con enjambres de imágenes y de palabras, entre una pluralidad de realidades que generen una reflexión sobre el mundo y el tejido vivo de la existencia. Que las alucinaciones que crean los relatos y las imágenes en movimiento, no paralicen la capacidad de asombro, de análisis y de crítica de la vida y de la sociedad. Se trata de crear espacios de pensamiento donde las narrativas contemporáneas, puedan emerger desde las profundidades de la naturaleza humana y, crear conductos que posibiliten entender el mundo y la realidad que vivimos en la actualidad. No se trata de la construcción de narrativas que se establecen como última verdad, sino que se entretejan y posibiliten entender, comprender, analizar y criticar, el tiempo que vivimos.

Lo importante del pensar futuro y la reflexión crítica consiste en que, no es indiferente a la verdad, porque en la época actual el Gran Poder Tecnológico, Político y Económico, construye, sanciona y valida un <tipo> de verdad, en los ecosistemas sociales, culturales o militares. No se trata de ocultar los mecanismos de poder o de saber, de manipulación, vigilancia o coerción del ser humano y las sociedades. Sino de develar procesos sociales, políticos o culturales, que de otro modo no se develarían. Así que, en los procesos de saber-conocimiento, formación de relatos y experiencias compartidas, no se trata de ocultar desde los dispositivos técnicos o algoritmos, sino de develar la esencia que seduce y adormece a las colectividades. ¡Despertar! ¡Despertar! De su sueño invernal y posibilite la vigilia entre la aurora y el atardecer, para que las imágenes y las narraciones develen su verdadero rostro.

Su fuerza consiste en iluminar los mecanismos de poder actuales, que adormecen la consciencia y la capacidad reflexiva sobre la realidad y el mundo que vivimos; además, de ofrecer una caja de herramientas nocionales, conceptuales y de experiencias compartidas, que posibiliten la reflexión crítica sombre el tejido vivo de la existencia individual y colectiva. Así que, la tarea del pensar futuro sobre los dispositivos técnicos y los algoritmos, consiste en ir quitando las capas que el Gran Poder ha establecido durante mucho tiempo.

Así que, IA generativa y los sistemas socio-técnicos complejos están articulando sociedades que responden a la velocidad, la simulación y al artificio de las comunicaciones, para refractar un <tipo> determinado de poder. La simulación, la velocidad y la percepción fragmentada de la realidad y de la vida, son la condición fundamental de nuestra época. Sí las imágenes son más fuertes que las palabras, no necesitan ser traducidas, su relampaguear en la consciencia vasta.

Así como las ideologías nublan la imaginación, la capacidad de asombro, de análisis y de crítica, porque no distinguen la verdad de la manipulación y la simulación. Dijo Jean Baudrillard: “La simulación no es una copia de lo real, sino lo que la remplaza”. En la Cultura de lo efímero y la Civilización del algoritmo, la simulación y la manipulación que ejerce el Gran Poder Tecnológico, se entrelazan con la sugestión y el control de la consciencia colectiva y, se apropian de la atención y la reflexión crítica de la sociedad. Convirtiendo a la colectividad en receptores y consumidores, de los medios de información, las redes sociales y los algoritmos de IA.

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