jueves, 31 de diciembre de 2020

LA IMPORTANCIA DE LA LIBERTAD Y LA CONSCIENCIA: GEORG W. HEGEL


 

      <<Sólo el hombre libre deja su impronta en la historia y el destino>>.

                                                        Antonio Mercado Flórez

<<La historia mundial es el proceso por el cual el espíritu llega a una  consciencia de sí mismo como libertad. Así pues, la historia mundial es el progreso de la consciencia de la libertad>>.

                                                          G. F. Hegel

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

 G. F. Hegel es considerado uno de los filósofos más importantes de la cultura occidental en la Época Moderna. En su obra Fenomenología del Espíritu lleva a cabo una reflexión sobre la consciencia, la Ciencia o, el Saber absoluto. Sigue el camino de unificar la naturaleza con el espíritu, sin que dejen de ser lo que son. Se propuso convertir el filosofar en algo “científico”, es decir, el pensar está orientado hacia a la consecución de un fin para el caso de la Ciencia o, el Saber absoluto. Así, lo absoluto garantiza que la Ciencia es el todo, y no el saber parcial de las ciencias particulares desde los siglos XVIII y XIX.

El filósofo ha devenir Sabio, es decir, el hombre satisfecho por lo que es y por lo que Sabe. El Sabio debe aspirar a la Sabiduría hasta identificarse con ella y, describiendo el Ser por medio del Discurso. El lenguaje para Hegel posibilita la marcha de la consciencia a la Ciencia, o al Saber absoluto. Así que, el lenguaje se convierte para el filósofo en algo importante como es el aire para el ser humano. Algo esencial para la vida, la conciencia, el saber y la ciencia. Cada una de ellas son <formas> del lenguaje y el pensamiento.

Lo más radical de Hegel consiste en lo absoluto que “unifica” naturaleza y espíritu, sujeto y objeto, acto de conocimiento y cosa conocida, que las filosofías anteriores habían separado. Desde un punto metafísico, lo que ve Hegel en el horizonte de la Creación es la unidad de Dios y las cosas. Ese horizonte es lo formalmente absoluto. Pero siendo principio y fin, es el Todo, es decir, la razón debe aprehender ese todo en su verdad. El problema fundamental es la aprehensión del todo en su verdad racional.

Ahora, en la Fenomenología del Espíritu desarrolla las etapas del sujeto para ser consciente de sí mismo. Construye tres esferas que conducen a la libertad del ser humano desde el umbral de la consciencia: el temor a la muerte, la vida del ser humano al servicio del amo y del trabajo. En Hegel lo importante consiste en que piensa la libertad en relación con la vida. La libertad no es algo abstracto, ni independiente del que la piensa. Creemos que somos libres porque realizamos tareas cotidianas que tienen que ver con la supervivencia o, por la necesidad de pertenecer a una comunidad. Por eso, es un reducido número de personas las que se preguntan por la importancia de la libertad en la existencia de sí mismas.

Preguntamos ¿somos libres en un mundo lleno de prejuicios, dogmas, tradiciones, usos, que sirven como umbrales para percibir la realidad? O, ¿son ideas, conceptos, principios, valores, imágenes, que ayudan a coartar la libertad? Si estamos determinados por la economía, la técnica, el poder, y los múltiples distractores sociales, ¿qué posibilidad tiene la libertad de consciencia? Por tanto, el mundo objetivo -el Estado, las instituciones políticas y administrativas, las corporaciones, la iglesia, los grupos de presión, los gremios económicos, las redes sociales, etc. -, ¿por qué tratan de imponerse al mundo subjetivo en beneficio del Gran Poder y la “selecta minoría” que gobierna? Pocos seres humanos se preguntan por la libertad y qué importancia tiene para su existencia. Porque no es común y corriente que se reflexione en relación a nuestra existencia. Por ejemplo, ¿qué implicaciones tienen las tomas de decisiones en la vida privada y pública de las personas?

En Hegel la relación entre el amo y el esclavo, es una relación desigual y además ve el mundo de una forma exterior a él; depende del cristal de las ideas, los prejuicios, las normas, las reglas y las diferentes formas como percibe el amo al mundo. Una relación fundamental en las formas y sentidos de la esencia de lo humano; como también de la consciencia, de las relaciones intersubjetivas y la manera como están estructuradas y funcionan en nuestra realidad social. Esta relación entre amo y esclavo ha tomado diversas configuraciones a través de la historia: esclavo-Amo, siervo y Señor, trabajador y Jefe, Estado e instituciones y cuerpo social. Aquí hay que tener presente que, estas relaciones reproducen prácticas sociales que establecen relaciones de saber, de coacción, de dominio y de poder. Y quien lo ejerce se vale del miedo, el sufrimiento, la falta de libertad y la muerte, para imponerse sobre el otro o, los otros.

Así que, la idea de Hegel sobre la libertad descansa sobre los pilares de la relación entre la consciencia de sí y el reconocimiento del otro. Que las relaciones humanas tienen su origen en el reconocimiento de sí y del otro, en la consciencia. Esto es, ser consciente de sí y, a la vez, que el otro me reconozca igual y semejante a él. O, en otros términos, la subjetividad y la corporeidad de mi ser, esté en todos y cada uno de nosotros. Este es el principio que define el humanismo: la semejanza entre los hombres. Pero también en las sociedades modernas los derechos y deberes del hombre. Así que, mi libertad termina donde empieza la del otro. Arendt lo confirma en las democracias modernas: la pluralidad, la equidad, la justicia, la estabilidad, la libertad; como también el derecho a pensar, escribir y criticar el mundo en el que vivo. Estas “figuras” configuran el Estado democrático de Derecho –entre otras-.

Hegel creía que el reconocimiento por parte del otro, no es inmediato y fácil; sino una lucha ardua y permanente del sujeto para ser reconocido por el otro o, los otros. Tiene que arriesgar su vida para ser reconocido como ser consciente y libre. Es el camino del ser humano que conduce a la ascensión de la consciencia y de la libertad. Sólo los seres conscientes pueden ser libres. La consciencia posibilita la libertad del ser humano.

Para Hegel existen tres etapas para alcanzar la consciencia de sí mismo: la primera, enfrentarse al miedo a la muerte; la supervivencia biológica es un impulso animal, que en el hombre puede impedir el desarrollo de la consciencia. El temor al hambre, a la soledad y a la desprotección; el miedo a hacer algo prohibido o indebido, configura en el fondo el temor a morir. Conservar la vida aun en estado vegetativo, que arriesgar la vida por la consciencia y la libertad. Por eso, sólo el hombre libre da forma y sentido al destino.

La “dialéctica del amo y el esclavo” nos enseña que, el hombre prefiere la esclavitud cuando está en riesgo la supervivencia y la reproducción. Por eso, la mayoría de los seres humanos delegan el manejo de la libertad y la autonomía de la voluntad. Ya que el manejo responsable de la libertad conduce a asumir riesgos que la mayoría no lo lleva a cabo. Y esto lo impulsa a conservar no sólo la vida, sino también la familia, el entorno social y natural, las cosas materiales que posee. De ahí que el ascenso a la consciencia y la libertad, induzca a la búsqueda de nuevos horizontes y al riesgo de la aventura.

Desde hace treinta mil años aproximadamente, se viene dando la lucha a muerte con el otro. Un enfrentamiento que lo lleva a poner en riesgo su propia existencia y, aquí hay un punto de inflexión de arriesgar la vida a cambio del reconocimiento de la consciencia y de ser amo y, a la vez, ejercer el poder. Piensa Hegel, para el esclavo el temor a la muerte le trae sus beneficios: aprende a desplazar el deseo propio en beneficio del otro. Porque se convierte más tarde en fundamento de la convivencia comunitaria. Por tanto, cuando el ser humano renuncia a sus deseos individuales beneficia al otro; ahora cuando piensa en el bien común, aparece la posibilidad de la cooperación, la solidaridad y la fraternidad. Por así decir, aparecen los principios morales, éticos y espirituales, de las grandes religiones monoteístas. Pero también de la moral y la ética racional filosófica.

Así, la segunda etapa, consiste en distanciarnos del mundo instintivo y controlar los impulsos, distingue la consciencia del ser humano de las esferas instintivas del animal. Dice Hegel que en el ámbito donde el animal es esclavo de sus necesidades instintivas, el ser humano puede controlarlas, postergarlas o sublimarlas. La muerte y la sublimación de los instintos, posibilitan las fabulas, la narración, el arte, la religión, la música y la cultura en general. Como expresa Hegel: sólo se aprende cuando se está bajo la tutela del amo.

La tercera esfera la sitúa Hegel en el trabajo y la importancia para el ser humano. Ahora bien, desde una perspectiva intelectual comprende el entorno donde vive y lo transforma en su beneficio. A través del trabajo el ser humano pone a su disposición la naturaleza y la sociedad en la que vive. El trabajo posibilita transformar la realidad y transformarse así mismo. El ser humano transforma el mundo de acuerdo a las ideas que tiene en su consciencia. Así, el trabajo refleja objetivamente la vida del espíritu y el desarrollo de la consciencia, un lugar en que trabajo y consciencia coinciden necesariamente. El ser humano necesita que su creación encuentre expresión y un espacio en el mundo, que tome forma y pueda ser reconocida por otros.

Ahora bien, el miedo a la muerte; la consciencia de distinguir y diferir un deseo; la importancia del trabajo para la vida del ser humano. Son temporalidades y formas que posibilitan la adquisición de la libertad para la consciencia. Que, en última instancia, por decir, se convierte en algo fundamental para la libertad general. El pensar filosófico de Hegel, no solo abarca la libertad objetiva del ser humano, sino ante todo la libertad sustancial. Que posibilita que la vida transforme continuamente la realidad de la que hace parte. Que el hombre rompa las cadenas de las costumbres, los usos, las tradiciones, las ideas heredadas como verdad; con el manejo responsable de la libertad. Que ésta posibilite <<valores nuevos y más altos>>; o, en otros términos, el poder, la vida y el amor del hombre hacia su existencia terrena.

lunes, 14 de diciembre de 2020

PINCELADAS SOBRE EL CUADRO DE LA EDUCACIÓN Y LA CULTURA EN LA ACTUALIDAD

 

     

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

Jorge Luis Borges dijo que, la mente que una vez lo soñó volverá a soñarlo; mientras la mente siga soñando, nada se habrá perdido. Schopenhauer pensó en la posibilidad de la mente humana como una y única, donde la forma permanece, sólo cambia la máscara de esa forma en el devenir histórico. Que no es otra cosa que la Historia misma. Así, el pasado es indestructible; porque siempre vuelve en las formas del mito, la historia, el saber y la cultura. Aun en medio de la felicidad que viva el ser humano está condenado a soportar sobre sus hombros el peso de la historia y la tragedia de su vida. Así, la visión del espíritu y del alma es inconmensurable, abarca más allá del horizonte donde se ancla la visión sensible; y explora con las herramientas que ofrece el arte, la música, la filosofía; la condición humana y la cultura.

La cultura no goza de libertad, sí se identifica con el Estado y sus instituciones, el <valor>, que la convierte en mercancía en el mercado de la circulación y la demanda. Así que, la cultura no es el Estado, ni el ejercicio del poder, ni el dinero bancario, tiene que ver con el espíritu, la sensibilidad, la imaginación, y <<la facultad peculiar de todos los objetos culturales: la facultad de captar nuestra atención y conmovernos>>. (Arendt). Por tanto, el Estado y la cultura no son lo mismo, porque al ponerse al servicio de éste degrada sus cualidades fundamentales y se convierte en mendiga de las dadivas del ejercicio del poder. En otros términos, de los intereses de los gobernantes y del Gran Poder.

La hybris del progreso exalta la avidez, la economía, el despilfarro material y vital. Dice Rafael Argullol: <<Aprender sería aprender a desarticular la civilización de la hybris. Educar al hombre en un nuevo contrato existencial, con sus derechos y sus deberes, en que la vida, lejos de ser un objeto de saqueo, fuese un objeto de armonía. Claro que eso implicaría hacer una verdadera revolución espiritual, algo más delicado que cualquier revolución de otro tipo>>. Se trataría de una transformación pedagógica que forma o distorsiona la individualidad para siempre. <<Un nuevo concepto de educación desbordaría, con mucho, el marco de las escuelas y universidades para afectar la mente del hombre>>. Se trata de despertar la inquietud, la imaginación, la sensibilidad, y elevar el espíritu del educando a las esferas del arte, el conocimiento, la sabiduría y la cultura. En un ámbito como este hay que tener en cuenta que al hombre hay que dejarlo que crezca primero dentro de sí. (Jünger). 

En la sociedad de masas y la cultura de masas, los iconos de la sociedad de consumo, son el equivalente proletario de la riqueza burguesa, y la ostentación vulgar del bienestar de los trabajadores proporcionado por el Estado social de Derecho […] La privacidad de los pobres se esfuerza en disimular esa penuria espiritual en una aparente opulencia que se acredita mediante su exhibición constante. (Argullol).

Somos parte de una época que ha convertido en irrisorio todo lo que tiene valor y, en particular, los valores éticos y morales que dignifican la vida humana. En el mundo actual los valores ligados al individuo: la libertad, la justicia, la igualdad, el derecho, la razón, etc., pierden su contenido teórico para entrar en ligazón con la soberana violencia, el autoritarismo, la guerra o, la dictadura de la fe. En los últimos tiempos los conceptos de los que dominan no han sido siempre los espejos en los cuales ha nacido la imagen de un <orden>. Que posibilite al hombre confrontar la vida objetiva (las injusticias, el dolor, el hambre, la dignidad, el sufrimiento, la libertad, etc.), con los saberes inútiles: como el arte, la música, la literatura, la filosofía o, la cultura. En la actualidad hay que tener presente que, en todo movimiento vital, las fuerzas demoniacas se ocultan detrás de las cualidades ordenadoras. (Jünger).

La pérdida de confianza en sí mismo del hombre moderno, lo obliga a recurrir a un violento sentimiento subjetivo, que lo induce dice Nuccio Ordine: a apropiarse la utilidad de los saberes inútiles. Saberes que se contraponen a la utilidad dominante del interés económico que mata de forma progresiva la memoria del pasado, las disciplinas humanísticas, las lenguas clásicas, la enseñanza, la libre investigación, la fantasía, el arte, el pensamiento crítico; aquí el horizonte civil debería inspirar toda actividad humana.

En las esferas del utilitarismo, a saber, una maquina vale más que un poema, un coche más que una novela, una vaca más que una sinfonía: porque es fácil hacerse cargo de la eficacia y la eficiencia, mientras que resulta cada vez más difícil entender para qué sirve el arte, la música, la literatura, o, la filosofía. Nadamos en un mar de mendicidad espiritual y mental, donde en las olas de la vida del ser humano prevalece lo abstracto y cuantitativo, las máquinas y la velocidad, que desembocan en la cultura del artificio. Donde predomina lo fugaz, el consumo, y las cosas vacías del mercado de la circulación y la demanda. En momentos de crisis de la condición humana como la actual, ciertas personas deberían abstenerse de hablar de libertad, de justicia, de razón, de humanidad; deberían abstenerse de ello por escrúpulo espiritual. (Arendt).

De lo que se trata en la actualidad es, mostrar y trasmitir que la educación, la sabiduría y la cultura, pueden desafiar una vez más las leyes del mercado, el poder y el progreso. Yo puedo poner en común mis conocimientos sin empobrecerme. Puedo ensañar a un alumno la teoría de la relatividad o leer junto a él una página de Montaigne dando vida a un proceso virtuoso en el que se enriquece, al mismo tiempo, quien da y quien recibe. (Ordine). Por eso, la educación y la cultura son algo mágico, ya que forman o, transforman la cualidad del ser. Eso que posibilita a los hombres alcanzar la categoría de persona.

En este orden, sí lo sublime y eterno se envilecen, desaparece el sentimiento del humanismo: la semejanza entre los hombres. Y, así, <<precipitándose en la parte baja de la rueda de la Fortuna, toca fondo. El hombre se empobrece cada vez más mientras cree enriquecerse:

Como dice Cicerón en las paradojas de los estoicos: Si diariamente defraudamos, engañamos, buscas y hacer componendas, robas y arrebatas con violencia, si despojas a tus socios, si saqueas el erario entonces, dime: ¿significa esto que te encuentras en mayor abundancia de bienes o que careces de ellos?

Así también lo percibe el Pseudo Longino (vivió entre el Siglo I y el III d. C.), en Sobre lo sublime: <<Ese afán insaciable de lucro que a todos nos infecta […] es lo que nos esclaviza […] La avaricia es, ciertamente un mal que envilece>>. Siguiendo estos falsos ídolos, el hombre egoísta no dirige <<ya su mirada hacia lo alto>> y <<la grandeza espiritual>> acaba marchitándose. En esta degradación moral <<se cumple la paulatina corrupción de la existencia, no queda espacio para ningún sitio de sublimidad. Lo sublime dice el Pseudo Longino, para existir requiere también libertad: <<La libertad es capaz por sí sola de alimentar los sentimientos de las almas nobles, de dar alas a la esperanza>>. (Ordine).

En un mundo limitado por las necesidades biológicas, la técnica y el Gran Poder; la libertad, la educación y la cultura se domestican y se diluyen en el huero concepto de sí mismas. El ser humano tiende a edificar la existencia sobre los aparatos, la economía y el poder; por eso ha de saber cuáles son aquellos sitios donde no es licito traficar con su decisión soberana. Y, frente a esto la única esperanza que queda es no entregarse indefenso de la mente y el espíritu, a la crueldad, la violencia, el odio, la discriminación, el racismo, la pobreza, la xenofobia y la muerte, por unas pocas monedas de lo actual. O, desde otra perspectiva, por así decir, el predominio en el espacio público y privado, de la civilización del artificio.

 

                                                               Madrid, España 12/12/2020

 

 

domingo, 1 de noviembre de 2020

DE LA LENGUA NATURAL A LOS LENGUAJES ARTIFICIALES

 

                    

 

 Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

En un pueblo del Caribe al umbral de la tarde cuando la noche entrega a los dioses el velo nocturno y el cielo se preña de estrellas. Mi abuela me contaba historias interminables en el patio debajo de un abeto. Las ramas del árbol eran como los cabellos de una mujer que nos protegían de los avatares del tiempo cósmico. Con esta lengua ignota, fantástica y misteriosa, el tiempo se detenía en un marasmo existencial. Como si una tristeza o melancolía dieran cuanta de la vida pueblerina. Las historias narraban aventuras fantásticas y terroríficas, que por la noche se convertían en sueños aterradores. Así, la lengua de estos cuentos despertó la sensibilidad, la imaginación y la agudeza del espíritu, en mí. Entonces descubrí que la lengua viva eran corrientes de contenidos espirituales que provenían del Árbol de la Vida. Desde la niñez mamé la lengua de mis mayores y como un presente divino, el nombre, el espíritu lingüístico, y el significado de las cosas y la vida. En ella aprendí el contenido de las palabras como cielo, estrellas, pájaro, pescado, amor, fraternidad, libertad, tolerancia, juego, convivencia, macaneo, aguacate o takaloa.

Sabemos que el mundo de los mayores permanece en la memoria y la rememoración. Así, la capacidad del ser humano de recordar posibilita desandar lo andado y proyectarlo al futuro. En este orden, ¿cómo los judíos experimentaban el tiempo pasado? Conmemorándolo. A ellos les estaba prohibido escrutar el futuro. En cambio, la Torá y la plegaria les instruyen en la conmemoración. Esto desencantaba el futuro, al cual sucumben los que buscan información en los adivinos”. En los últimos tiempos la Gran ciudad, la ciencia, la masificación, la técnica, Internet, los algoritmos, el desarrollo social y el progreso, han dejado a la vera del camino las cosas del pasado como escombros tirados a la intemperie. Estas esferas de la existencia diluyeron en la actualidad, los cimientos del Antiguo legado grecolatino y judeo-cristiano, que da vida a la lengua natural, la memoria y la conmemoración. Y donde tuvo mayor incidencia fue en el espíritu lingüístico del hombre. En el siglo XX los contenidos espirituales de la lengua natural, se balcanizaron.

Quizás, en tiempos no muy lejanos, la concepción de la existencia y del mundo, tal como la organizó la experiencia y el logos clásico, no den cuenta de los requerimientos humanos. En la historia y el presente-ahora que nos concierne buscamos los últimos vestigios del ser, la identidad y la razón de la existencia. Porque en pocos espacios de tiempo quizás no estén para responder a los humanos. Quizás la existencia se convierta en número o en objetos, en una serie algorítmica manejados a gran distancia y la vida solo un espejismo de la realidad. Su contrapartida será un proceso continuo de linealidad lógica, en los asuntos que le conciernen al fundamento de la existencia.

En la actualidad somos parte de la cultura del espectáculo; el kitsch promulgado por los mass-medias, las redes sociales e Internet, están sustituyendo la estructura profunda de la cultura de Occidente.  Quizás los valores morales, éticos, religiosos, los conceptos y los lenguajes estéticos, que instauró la Ilustración europea a fines del siglo XVIII y principios del XIX, no tengan razón de ser. Eso que el filósofo Michel Foucault denominó: El Orden Burgués.

Tal vez, la mundialización de la existencia en las comunicaciones, esté trastocando las leguas naturales. Estas que se estructuraron alrededor del logos clásico empiezan su retirada. Así, el desarrollo científico-técnico, el progreso, las relaciones inconexas de los seres humanos, están diluyendo los contenidos espirituales de las lenguas naturales. Existe una especie de desorden semántico y, tal vez de la relación realidad-verdad que da sentido a la existencia. Existe la posibilidad en tiempos no lejanos la lengua natural no dé cuenta de los requerimientos de la condición humana.

Tal vez la historia se convierta en un espejismo de la razón instrumental y las tecnologías. Y, los recursos de la imaginación, la sensibilidad, los contenidos de la experiencia, en un montón de escombros y no estén a la altura para responder a los requerimientos morales, materiales y espirituales del ser humano. Esta trastocación traería un caos en los recursos verbales de la cultura de Occidente. Es decir, los sentimientos, la imaginación, la sensibilidad, la experiencia, las ideas y las tragedias humanas que heredamos de fragmentos de autores griegos, de la Biblia, la Torá, Shakespeare, Milton, Cervantes, García Márquez; ya no tengan razón de ser.

George Steiner observa el proceso de degradación de los recursos verbales y los valores de la cultura occidental, como un rasgo de inhumanidad política del siglo XX. Donde las palabras han entrado en un proceso de entumecimiento y oscuridad. Que afectó profundamente la estructura lingüística de los hombres. Por tanto, la incompatibilidad entre la vivencia de la naturaleza inhumana de la realidad política y los requerimientos del ser y el existir. Están dando cuenta del lenguaje. Por la revolución en las comunicaciones, las redes sociales y el Ágora en que se ha convertido el mundo, vivimos el tránsito del lenguaje natural al artificial.

Esta trastocación en el ámbito lingüístico posibilita observar en el individuo y la sociedad, la sustitución de la lengua natural (inmediata, infinita, contradictoria y polisémica), por la charla maligna. Un espacio donde la lengua elocuente y los contenidos espirituales de la lengua natural, no responden a los requerimientos humanos. Atravesamos un período de cambios profundos, dice Steiner: “Pienso que ese estado transitorio e inestable del tiempo e identidad personal, del yo y de la muerte física, influirán en la condición y las posibilidades del lenguaje”. Sí la estructura sintáctica cambia, si los códigos y los elementos del lenguaje cambian, si las estructuras de la percepción y la imaginación cambian, se modificarán también las formas de la comunicación.

Estamos asistiendo en la historia de la humanidad, a cambios jamás imaginados por el ser humano. ¿qué sería del hombre sino se interroga sobre el entorno que lo rodea, el enigma de la existencia y el destino que le espera? Platón en la aurora del tiempo dice que una vida sin examen no merece la pena vivirse. Así, para comprender y conocer el mundo y la naturaleza humana, es fundamental la filosofía, las literaturas, las artes, la música, la poesía, el teatro, la ciencia, entre otros. Ese legado que heredamos de la Antigua filosofía griega, de Descartes, de Kant, de Spinoza, de Leibniz, Nietzsche, Schopenhauer, Heidegger, Kierkegaard, Hegel, Althusser, Husserl, Foucault, etc. Ya que la filosofía posibilita que la consciencia en marcha se descubra a sí misma y desgarre el forro de los fenómenos. La filosofía se plantea cuestiones y hay que resolverlas. Es necesaria para tener una visión global de la historia y de la cultura, del hombre como humanidad. Porque permite a los hombres organizar su cultura, introducir un orden, reencontrarse consigo mismo, obtener seguridad intelectual y darle peso a la existencia.

Ahora, inquirir los supuestos del humanismo burgués desde la teoría de la cultura como hace Steiner. Es posibilitar un campo de investigación que nos aporte un cristal para el análisis de la cultura, el racionalismo clásico y el humanismo cristiano. Un aporte para comprender las fisuras del espacio voluminoso de la civilización moderna. Porque el siglo XX fue un siglo controvertido, pero a la vez uno de los siglos más prósperos en bienestar social y desarrollo en las esferas del saber-conocimiento. Así, la experiencia del totalitarismo como un hecho en Europa trastocó la vida y el orden de las cosas de las naciones europeas, como expresó Hannah Arendt: “La dominación totalitaria como un hecho establecido, que en su carácter sin precedente no se puede aprehender mediante las categorías habituales del pensamiento político y cuyos crímenes no se pueden juzgar según las normas de la moral tradicional ni castigar mediante la estructura legal de nuestra civilización, rompió la continuidad de la historia de Occidente”.

Además, el aporte de Steiner como el de Benjamín y Arendt, muestran las fisuras del siglo que nos deparó dos Guerras Mundiales, la Soha contra los judíos y las diversas etnias minoritarias de Europa. Y, las diversas guerras periféricas que aún subsisten y desestabilizan el Orden Mundial. Este análisis permite visualizar que los cimientos espirituales, morales y materiales de Occidente se están resquebrajando. Por eso, la crítica política, económica y social, hay que percibirla en su cultura. Porque el horror, el secuestro, el atentado, el hambre, las masacres, el terrorismo, el narcotráfico; se expresan en las formas y sentidos de los lenguajes de la civilización moderna.

Asistimos sorprendidos, anonadados y desorientados a un acontecer humano: el barbarismo del lenguaje. Donde lo más preciado y mágico de la condición humana, el lenguaje, vive un proceso de degradación. Así, el infinito mar de contradicciones espirituales que constituyen la lengua humana. Se ve bombardeado continuamente por las imágenes pictóricas en movimiento, el determinismo del lenguaje económico y político, que la esfera de la estadística, la opinión y los acontecimientos históricos. Más no en el ámbito de la lengua entendida –dice Ernesto Sábato-, como un intrincado, sutil y absurdo resultado de emociones, sentimientos, fantasías, delirios, sueños, ilusiones y mitos. Situándonos en el umbral de las ideas de Vico, de Herder, de Vossler, de Humboldt, la lengua es una corriente de energía viva en perpetuo cambio. Entonces, ¿qué comunica la lengua? Comunica contenidos espirituales. Nos recuerda que la naturaleza humana es esencialmente lingüística. Que el hombre se expresa con palabras, las palabras son actos y, por tanto, el examen de las palabras. Es el examen del pensamiento y de todas las perspectivas; de todas las formas de vida.

                                                                        Madrid-España 1/11/2020

lunes, 19 de octubre de 2020

LA POBREZA INTELECTUAL EN EL PRESENTE

 

                        

 

 

                           << Con amor a mi esposa Aida Montero Silva:

                                          Que ha hecho esto posible>>.

 

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

Estamos seguros que, en la época moderna, el pensar científico-técnico es incapaz de mitigar la pobreza de la condición humana. Su disolución se deshace como hongos podridos en la boca, y trae la soledad, el dolor, el sufrimiento, el odio y la muerte. No sólo hemos perdido la fe en Dios, sino en el hombre mismo y, en particular, en aquellos que más cerca están de nosotros. Hemos perdido la confianza en los dirigentes, en las instituciones, la política y la economía. Por eso, en un mundo donde prevalece el pensamiento científico-técnico y el volcamiento del hombre particular a las masas, nos sentimos solos y desprotegidos. Como dijo Stevenson: no es que el hombre no crea en nada, sino que cree en todo.

Ahora existe una desilusión sobre la época y el hombre pone sus ojos en la Providencia divina, en el Hacedor de palabras o, en el que bebe de los posos de los pensadores; por eso, los acompaña un halo de redención y eternidad. Quizá rediman al hombre contemporáneo del montón de escombros humanos y materiales, que el progreso ha dejado tras de sí. Como dijo Benjamín: Hemos podido ver el progreso de las ciencias naturales, biológicas y químicas, pero no, el retroceso de la sociedad. En un mundo donde la materia, el dinero y la política, predominan; es comprensible que los hombres sean pobres de espíritu. Que no se hallen a la altura del Tiempo y sus juicios y, del poder que fluye a ellos.

Por eso, es necesario reflexionar sobre los peligros venideros que, con la máscara de la técnica y la ciencia, se presentan como verdaderos. En medio de la oscuridad y la desesperanza en que estamos, hay que creer en la libertad, el respeto y la dignidad de la persona humana. En aquellos valores que exaltan lo numinoso y mágico del mundo y la vida. Por tanto, creer en el hombre y la verdad significa que existe algo en el ser humano que no lo puede determinar la lógica científico-técnica, ni explicarlo en los laboratorios, porque se relaciona con lo eterno y trascendente que mora en todos y cada uno de nosotros. Como dijo Jünger: La historia no tiene meta; existe. El camino es más importante que la meta por cuanto puede convertirse en meta cada momento, ante todo en el de la muerte. Y tener presente la observación de Humberto Eco: Toda tentativa de averiguar el sentido último conduce al absurdo y le arrebata su misterio al mundo.

De ahí que el pesimismo en el mundo moderno esconda tras de sí una pasión por la redención del hombre. Como el poetizar y el pensar buscan las verdades eternas y la esencia del ser-en-el-mundo. Por eso, se valen de las palabras y el pensar, para alcanzar la trascendencia -en el mundo de los aparentes entes-, del ser humano. Se trata desde la naturaleza del ser-hombre, resolver los enigmas del tiempo y la muerte, como dar respuestas al sufrimiento, el dolor y las injusticias, que un ser humano inflige a otros. Ahí se encuentra la riqueza del poetizar y el pensar, que permanezcamos en la memoria por nuestros actos y hacer humano.

Que lo que hagamos en este mundo de alto desarrollo técnico y de masas, posibilite en la oscuridad del borde del abismo, un mundo más justo y más libre. Donde la redención del amor y la belleza prevalezcan sobre la crueldad y la injusticia. Así, cuando la noche más larga de la iluminación tecno-científica nos dejen en la oscuridad más absoluta; ahí estarán el poeta y el pensador para salvarnos. De este modo, el poema establece marcas que no son alcanzadas en la vida; dijo Jünger. A este respecto se pronuncia Baudelaire:

              ¡Porque en verdad, Señor, el mejor testimonio

               Que podemos mostrar de nuestra dignidad

               Es este ardiente grito rodando en las edades

               ¡Que va a morir al borde de vuestra eternidad!

                                                       (Las flores del mal).

 

En el mundo moderno de la técnica y la ciencia, las preguntas sobre lo fundamental de la existencia humana y lo eterno, se esconden detrás de las noticias del periódico de la mañana, de Internet o las redes sociales. Nuestro lugar en el mundo y el saber estar en él, se remplazaron por la estridencia y repugnante comportamiento humano. Existen pueblos que pueden enseñar a pensar, a educar a los niños, a encontrar la felicidad donde otros sólo ven pobreza, miseria y humillación. Que hay relaciones intrínsecas entre el idioma que se habla y la conducta de quienes lo habitan.

Cuando Heidegger nos habla del habitar en el claro, lo que quiere trasmitir es que, allí se devela la verdad del ser y la esencia del hombre. Que existen palabras como amor, piedad, bondad, paz, o, en su defecto, como paciencia o aprecio por la libertad y la individualidad humana, que hinchan al idioma de verdad y eternidad. Este acto divino y humano que posibilita la lengua, permite que el ser y Dios, moren en el lenguaje. Por eso, según Heidegger, la serenidad y la apertura al ser y la verdad, se develan en el lenguaje. Así que, cada día que vive en lo profundo de la selva negra, desandar los tenues trazos que los campesinos dejan en los caminos, escuchar el canto del pájaro, y ver el tejido armonioso de los astros en el firmamento, le produce en lo más profundo de su ser una gratitud amorosa al ser y a Dios.

En Heidegger, adentrarse en el lenguaje posibilita establecer nuestra morada en él, y en el Hablar nos confía su esencia. La esencia de la lengua comunica contenidos espirituales, que alumbran los caminos del mundo y de la vida. Cuando la lengua se corrompe o, sólo sirve como medio de comunicación, se da una fractura fundamental en la esencia del hombre. Entonces, no responde a los más altos requerimientos del humanismo: la solidaridad, el respeto y la afirmación del otro, el libre albedrío, el amor o la fraternidad. Así que, en las palabras “destino”, “tierra natal”, “pueblo”, “espíritu”, Heidegger habla con las cosas pasajeras y lo eterno, que mora en todos y cada uno de nosotros. En el decir, el habla teje la cuadratura del mundo: Tierra y Cielo, Hombre y Dios. Es el oído interno en que capta esta gran sinfonía; que llega de otro mundo.

La serenidad, por su parte, posibilita que las cosas acontezcan, sin el determinismo de los instrumentos técnicos. La serenidad es la distancia y la aceptación activa ante los instrumentos técnicos y el aparecer del ente ahí delante. Heidegger, en su referencia a la técnica, que determina el estado del mundo, la serenidad remite directamente a la experiencia contemporánea, marcada por el desarraigo, la minusvaloración de lo propio, las imposiciones de la disponibilidad; se encuentran extendidas hasta el extremo en el despliegue universal del pensar unilateral. 

Así pues, la experiencia del hombre contemporáneo, se percibe como desgarramiento de la tradición de la iglesia y la familia, del espíritu de lo natal y pueblerino, para dar paso a la enajenación en la Gran ciudad, del mundo y del hombre. La técnica aleja al hombre de lo cercano y el hábitat, y borra las huellas que ha dejado tras de sí. La técnica no deja huellas en el espíritu ni en el cuerpo, donde podamos leer e interpretar el significado de la existencia individual. Ya en la vida cotidiana resultan notables esas transiciones. La persona que lee traduce a lenguaje el texto leído y lo recita en espíritu. (Jünger).

Por eso, en el decir y la lectura, se devela la esencia del ser y del hombre. El hecho de que el durmiente empiece a hablar es un anuncio del despertar (Jünger). Benjamín pensaba que las imágenes dialécticas son auténticas imágenes (esto es, no arcaicas), y el lugar donde se las encuentra es el lenguaje. En el recuerdo, la infancia y en los sueños, se devela el despertar. (Benjamín). Y es que, la vigilia del sueño despierta la imaginación y la creatividad.

En el mundo moderno el predominio la pregunta por la técnica significa la superación de la metafísica occidental –que se expresa en el cálculo y la estadística, o, en la disponibilidad de las cosas como existencia-, la superación de un modo de pensar que conduce a la pérdida del arraigo, lo natural y divino del hombre. También la tendencia a la uniformidad, la estadística y la objetivación del hombre. Somos parte de un mundo carente de pensamiento, de amor, de solidaridad, de fraternidad y creer en lo fundamental de la vida. Esta actitud ante la vida posibilita una existencia sumamente desgraciada.

 Ahora, ¿Cómo se opone el ser humano al despliegue y la amenaza del mundo técnico? Activando la apertura, la serenidad y la imaginación, en los lugares donde la técnica no pueda dominar y coaccionar al hombre. Son lugares primitivos que dan la razón de ser a la esencia del hombre y, toma <<figura>> en el lenguaje. Esto posibilitará que el misterio y lo numinoso del mundo y la vida del hombre sobre la tierra, se eleven a las alturas donde moran los dioses y las musas. El misterio del ser deviene al hombre en el lenguaje; y se convierte en su morada. El misterio en la apertura del mundo se refiere al develamiento de la esencia de la técnica. El pensar futuro y meditativo, se opone a la caída de la ausencia de pensar, que predomina en la época de la técnica.

Entonces, ¿Cuál es la característica del pensar meditativo en la época actual? Indagar, por supuesto, el sentido de todo lo que existe. Además, se opone a todo lo que oscurece al ser y domina la vida del ser humano. El pensar meditativo se correlaciona con la verdad como aleteia, y es la balanza que equilibra en la actualidad, las manifestaciones del cálculo, la estadística y la objetivación del ser humano. De ahí en la actualidad se convierte en un pensar liberador del positivismo científico-técnico, y las tecnocracias al servicio del Gran Poder. Así pues, lo importante de este de pensar consiste en que, protege al hombre de la iluminación técnica y de la soberbia del poder. Por tanto, la ausencia de pensar atenta contra la dignidad humana y, a la vez posibilita que el hombre indague caminos alternos al encuentro de la libertad.

El pensar futuro y la reflexión filosófica en particular, han de tener un compromiso con el presente, para desenmascarar las mentiras del Gran Poder, y el compromiso con el hombre actual. Serenidad y apertura del mundo, serian para Heidegger, no conceptos vacíos, sino una manera nueva de advenir al ser y habitar la Tierra. Se puede decir que Heidegger se opone al mundo técnico, en la medida que convierte los entes en reserva. Un lugar en el que todo se consume y se remplaza, en el engranaje del Sistema. Por eso, el pensamiento en el presente debe ser abierto y opuesto a todo fundamentalismo religioso y totalitarismo político. Pero, a la vez, ser crítico con la univocidad de la técnica y la ciencia; también con el pensar que establece explicaciones universales y definitivas. Preguntamos, ¿Qué nos espera en un mundo dominado por la esencia de la técnica, el dinero bancario y las corporaciones? ¿Cuál será el destino del ser humano en el Estado tecnológico y las tomas de decisiones de una <selecta minoría> en el tejido del Gran Poder?

sábado, 26 de septiembre de 2020

DEL TOTALITARISMO AL NACIONAL-POPULISMO ACTUAL

 

          

          

              

 Los hombres normales no saben que todo es posible

                                                                      David Rousset

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista

 

Que irónica que es la historia, en la actualidad se repite con algunas de sus variantes. El siglo XX europeo fue sangriento, donde las condiciones materiales, espirituales, ideológicas, posibilitaron regímenes que negaron la libertad, la igualdad, la fraternidad y la convivencia entre los seres humanos. Regímenes como el estalinismo y el nazismo, ponen en marcha la maquinaria de la tortura, del dolor, del sufrimiento y la muerte. Implementaron el Holocausto, las deportaciones a campos de trabajo e internamiento, el genocidio de los armenios, las masacres en Polonia, Yugoslavia, los campos de concentración, que dan cuenta de la realidad que se vivió.

Siempre en la historia de la humanidad hay personas, clases sociales o económicas, que han apoyado el desastre de los pueblos. Eso sucedió en la Unión Soviética estalinista, la Alemania nazi, la Italia de Mussolini o, la España de Franco. Detrás de las circunstancias que posibilitan el desastre existe una selecta minoría que toma las decisiones.  Así que, el siglo XX, se caracteriza por la <<brutalidad>> de la política y de todas las relaciones humanas. En momentos de catástrofes espirituales y materiales, lo importante no es el <<qué>>, sino el <<cómo>>, del odio, del racismo, de la xenofobia, la matanza, de seres humanos y pueblos indefensos.

En la actualidad con el ascenso en Europa, EE UU y Latinoamérica, de gobiernos autoritarios, nacional-populista, el surgimiento de grupos de extrema derecha, racistas, xenófobos; la ideología que implementó los campos de concentración, las matanzas, el paramilitarismo, resurge de sus cenizas como la Lechuza de Minerva. O, en otros términos, siempre ha estado ahí, sólo bastó palpar las partes blandas de las profundidades del sistema y la sociedad, para que aparecieran nuevamente. Sabemos que las democracias parlamentarias no se reducen al modelo económico y político neoliberal, sino que su fundamento está en la libertad. Por eso, hay que cuidarlas ya que son frágiles como un niño recién nacido, y estar vigilantes para que sus enemigos no la destruyan.

En tiempos turbulentos como el nuestro vuelven a la mente el fantasma de la Shoah o, el Gulag y, es necesario que la filosofía política reflexione sobre lo que sucede en la actualidad. Así, tener presente que el mundo espiritual, así como el físico, no es una estructura lineal. Sino que obedece a un devenir discontinuo, contradictorio y multifocal. Hay que subrayar que los argumentos que puedan aducirse para analizar lo que sucede en la actualidad, es un objeto propio de la filosofía. Preguntamos, ¿Por qué es un objeto de análisis filosófico? Porque trata de problemas de principios, que preocupan profundamente a los hombres. Por los que se han desatado la violencia, la guerra, las masacres, las desapariciones forzadas, la discriminación y el racismo.

Aunque existan personas que piensen que los filósofos se preocupan por palabras y abstracciones; y que nada tiene que ver con la vida real, con la vida diaria y preocuparse por eso, y que pensarla hace del hombre un ser sumamente infeliz. Pero existen personas que desean saber por qué viven, cómo están viviendo y por qué deben hacerlo así y no de otra manera. Es un deseo que sienten seres humanos imaginativos, sensibles, inteligentes y pensantes. Como expresó Isaiah Berlin: <<En efecto es argumentar acerca de palabras; pero, claro está, las palabras no son sólo palabras; meras fichas en un juego filológico. Las palabras expresan ideas. El lenguaje se refiere a la experiencia; la expresa y la transforma>>.

Así, la violencia, la guerra, las matanzas, el paramilitarismo, el racismo o, la xenofobia, se convierten para algunas personas en problemas morales; porque caben en el ámbito de la ética. El manejo responsable de la libertad es, el fundamento de la ética; y de esta manera, la estética es la madre de la ética. Antes de la abstracción y del juicio sobre un comportamiento humano; el hombre siente sí es bello o feo, agradable o repugnante. Así, quienes conceden un valor supremo al deber militar, o patriótico, dan importancia a la bandera, la religión, las costumbres, la estructura y el funcionamiento económico y político de la sociedad; sobre los derechos de las personas y la libertad. Pero existen otros seres humanos que creen en los mandamientos absolutos de sus creencias; la voz de la consciencia, las relaciones entre los seres humanos y la libertad de hablar, de pensar o escribir. Un héroe de Dostoievski dijo que, si estaba dispuesto a comprar la felicidad de millones de gentes al precio de la tortura de un niño inocente, diría que no. Este es el objeto de la filosofía plantear problemas políticos y morales al ser humano; y, que el manejo de la libertad posibilite interesarse por lo uno o por lo otro.

Hannah Arendt pensó sobre el totalitarismo y las máscaras que porta en sí. Que entre el totalitarismo de izquierda y de derecha, sólo existen matices que lo diferencian. Arendt reflexionó sobre la restauración de la dignidad de la política como herramienta de resistencia contra la tiranía y la opresión. Pensó que la libertad es un bien humano y que su manejo produce angustia, riesgo y errores. Que el mundo que vivimos se vuelve peligroso e incierto, pero también digno y humano, cuando se maneja responsablemente la libertad.

Viene aquí a propósito una pregunta en el mundo que vivimos, ¿Hasta qué punto es deseable la libertad? ¿Hasta dónde tiene sentido la libertad dentro de la situación histórica y la singularidad que configura? Ahora bien, quién pretende encontrarle unos rasgos llenos de sentido a unos acontecimientos que van asociados con tantos sufrimientos se convierte en piedra de escándalo. (Ernst Jünger). Así que, la libertad viene dada a la vez que lo necesario, y la nueva estructura del mundo no hará acto de presencia hasta que no entre en relación con lo necesario. Lo necesario podrá acercarse a nosotros en la modalidad de la coacción, de la enfermedad, del caos e incluso en la modalidad de la muerte –pero en todo caso desea que lo concibamos como un quehacer. No obstante, sólo los hombres libres pueden hacer autentica historia. La historia es la impronta que el hombre libre da al destino. (Ernst Jünger).

En La condición humana, Arendt divide el quehacer del hombre en tres esferas: la labor, el trabajo y la acción. Que la acción es el único proceso que no se ejerce contra la materia. Porque es el espacio del discurso, ya que su fin no es sólo la comunicación, sino la creación del ámbito político. Así que, la acción es lo verdaderamente humano; porque ahí aflora lo irrepetible de cada individuo. <<Todos somos lo mismo, es decir, humanos, y nadie es igual a cualquier otro que haya vivido, viva o vivirá>>. Considera que cada nacimiento garantiza la diversidad, la pluralidad y la aventura del ser humano. Por eso, el totalitarismo detesta la diversidad, ya que atenta contra la homogenización y la uniformidad del ser humano.

En la época actual el populismo-nacionalista no es un constructo de la moral, que despiertan en la propaganda o las ideas el sentimiento de un pueblo. Para ellos la propaganda se torna efectiva si se plantea en términos políticos, raciales, lingüísticos, económicos o sociales. Trata de despertar los sentimientos oscuros de pertenencia y discriminación del otro; y así de esa manera poder gobernar. Y crean con el engaño y la falsedad, el odio y la discriminación hacía el extranjero; posiciones intolerantes y xenófobas.

El problema del populismo-nacionalista norteamericano o mundial, se está convirtiendo en <<una horrenda realidad, y ello debido a que dicha realidad se presenta bajo la antigua forma de la propaganda nacional>>. (Arendt) La cháchara del populismo o del nacionalismo, sólo sirve para cubrir con un velo oscuro, lo natural de las cosas -al decir de Baudelaire. El odio hacía los extranjeros o a las minorías nacionales empobrecidas, se convierte en sofisma para encubrir las necesidades materiales, psicológicas, sociales y económicas y culturales de sus pueblos.

<<La propaganda ha perdido gran parte de su poder sugestivo, ha adquirido una nueva función. Se ha convertido en una forma de guerra política, que se usa con el objetivo de preparar a la opinión pública para ciertos pasos políticos>>. (Jünger). Difundir la propaganda, las ideas, la ideología, como muletillas para la discriminación, el odio, la mentira, <<tiene el efecto de enmascarar las cuestiones políticas actuales>>: el hambre, el desempleo, la precariedad laboral, la privatización de la saludad y la educación, la concentración de la riqueza, la desigualdad, los desahucios, la falta de oportunidades; y así posibilitar una sociedad embrutecida y manipulada por los medios de comunicación de masas, Internet y las redes sociales.

Estamos asistiendo a una balcanización de los contenidos de las experiencias, de la lengua y del espíritu, de los pueblos. Porque la mentira según Kafka: <<Se convierte en principio universal>>. Por eso, es necesario desvelar las mentiras del poder y las instituciones, que opacan la realidad de los pueblos del mundo. Al identificar al extranjero con los males nacionales, se engaña a la gente y se le hace creer que simboliza la pobreza, el desempleo, la inseguridad, la falta de oportunidades, y esto es una flagrante mentira. De este modo, se hace posible cerrar los ojos ante la crisis europea, que en modo alguno se ha superado con las políticas neoliberales y de recortes, de austeridad, que se imponen desde Bruselas. ¿Saben por qué? Porque la crisis europea es estructural. Sí por el populismo y el nacionalismo fuera, practicaran el juego de la política basada en la fuerza, el miedo, el dolor y la muerte.

El surgimiento en Europa de movimientos políticos de extrema derecha, populistas y nacionalistas, posibilitan dibujar <<ciertas tendencias que apuntan hacia el fascismo, y ciertas clases sociales que son más fácilmente seducidas y engañadas por él –pero todas estas tendencias y clases tienen que sufrir un cambio en sus funciones sociales básicas antes que los grupos de extrema derecha puedan hacer uso efectivo de ellas>>. (Arendt). Sólo la incomprensión de las realidades políticas y sociales posibilita que estas personas populistas y de extrema derecha, asuman responsabilidades históricas nacionales o paneuropeas. En el fondo buscan minar la democracia y sus instituciones, negar la libertad y la pluralidad de razas, religión, lenguas, de opiniones o de ideas de los ciudadanos. De ahí que el nacionalismo sea la antesala de la ruptura de toda tradición cultural, espiritual y el basamento político e ideológico, del neofascismo europeo y mundial.

 

 

 

 

 

lunes, 21 de septiembre de 2020

EL MISTERIO DEL SER EN EL MUNDO ACTUAL

                               

 

             <<Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive>>

                                                                       Gabriel Marcel

 

                                                                Con respeto a mi amigo:

                                                                 Edgar Bonett Villareal.

                                                         

Antonio Mercado Flórez -Filósofo y Ensayista-.

 

Es una verdad que nuestro mundo se organiza contra la experiencia y la reflexión, se le opone en la medida que lo técnico y los técnicos, se presentan como autónomos y se apartan de los fines del pensar. El mundo eso que llamamos mundo, pareciera que el espíritu que late dentro de él ha dejado de alumbrar a la naturaleza, al pensar y el lenguaje. Pero, ante todo, a la visión estética de la realidad. Pareciera que el mundo de los hombres viviera en oscuridad y que las cosas que lo componen, aparentemente, nada cambia. Esto muestra que la unidad del mundo una vez accesible a todos los hombres, se desintegra para dar paso a lo efímero de la existencia. Quizás la visión que tenemos de las cosas o, de la vida, esté gestando otra más alta y profunda, que se llame consciencia planetaria.

Vivimos en un mundo en guerra consigo mismo, y ese estado de guerra ha ido tan lejos que amenaza terminar en algo que es imposible no considerar como un verdadero suicidio, que hasta ahora se presentaba solamente como una posibilidad individual –que parecía inseparable de la condición individual-, aparece hoy ligado a la condición del mundo humano en su totalidad. Por cierto, que algunos se inclinarán a considerar que esta nueva posibilidad es el precio de un sorprendente progreso. (Marcel).

Tenemos el derecho de pensar que la unidad estructural y espiritual que hace posible la destrucción de nuestro mundo, no puede menos que ser mala, y no es difícil en descubrir en que consiste su maldad. Está ligada a la existencia de una voluntad de poder que se presenta bajo aspectos inconciliables que afectan caracteres ideológicos opuestos. (Marcel). Sabemos que el ser se oculta detrás de la voluntad de poder, del saber y del amor. Metafóricamente hablando el querer insaciable de la voluntad de poder, es como el de la loba que está a las puertas del Infierno de La divina comedia de Dante.

Preguntamos, ¿Es la voluntad de poder que amenaza la destrucción del mundo, algo contingente o intrínseco a la naturaleza de vivir? A fin de cuentas, la voluntad de poder triunfa siempre y concluye en la guerra. Una voluntad de querer más de lo que contiene, y esta se expresa en la historia como voluntad de guerra. Existe otra posibilidad que no debe pasar en silencio y es la de un mundo mecanizado, en que la técnica como instrumento de poder somete y determina la vida del hombre. Este ámbito es un mundo desapasionado, en que el esclavo dejará de sentirse esclavo –y quizá de sentirse cualquier cosa-, donde los amos lleguen a ser perfectamente insensibles, y no sintieran ni siquiera la codicia o la ambición, resortes actuales de toda conquista. (Marcel).

Hay que señalar que, con el primado de la técnica sobre la naturaleza y el mundo humano, el automatismo prevalece sobre la vida interior del ser humano. En el mundo actual hay sectores en que el automatismo se aplica no solamente a ciertas técnicas determinadas, sino también a lo que antes se llamaba vida interior, y que ahora viene a convertirse en la vida más exteriorizada posible. (Marcel). Esta transformación en la contemporaneidad conduce a la crisis de la condición humana: el amor, la solidaridad, la fraternidad, el respeto hacia el otro, la vida activa y contemplativa del ser humano, etc.

En un mundo destrozado como el actual, el espíritu difícilmente puede sustraerse al vértigo de un dinamismo absoluto, en el sentido de que no tiende hacia nada que lo domine, sino más bien esencialmente un escape puro e inasible. (Marcel). En un mundo destruido por el progreso que deja tras de sí ruinas sobre ruinas, el espíritu entra en una especie de vértigo; en el sentido que no tiende a nada que lo domine. La alternativa es el escape de la experiencia y de los movimientos del pensar. Al caer el espíritu en el vértigo el mundo parece que no cambia, pero se ha roto el hilo de la tradición de la cultura que da sentido a la realidad y a la existencia. Como el Ángel de la historia de Walter Benjamín, que al mirar hacia atrás ve sólo un montón ruinas que el progreso deja tras de sí.

En la época que vivimos cada vez más colectivizado y abstracto, toda comunidad real parece inconcebible. Los procesos de atomización y de colectivización, lejos de excluirse, como podría pensar una lógica superficial, marchan paralelamente y no son más que dos aspectos inseparables de una misma desvitalización. (Marcel). En el mundo que vivimos –según Heidegger-, la técnica moderna no es una “herramienta” no tiene que ver con las herramientas. Hasta ahora no hemos encontrado una manera de responder a la esencia de la técnica. En el mundo técnico “todo está funcionando” y el “funcionamiento impulsa a un funcionamiento mayor”. En su defecto, la técnica desaloja cada vez más al hombre y lo desarraiga de la tierra.

El hombre de la civilización técnica, el hombre del movimiento y de los fenómenos históricos ha entregado la naturaleza que lo constituye, a las abstracciones, a las funciones y divisiones del trabajo. Desarraigado de la tierra y del mundo ha de tomar sus criterios de su esencia inmóvil y sobre temporal, la cual se pone de manifiesto y se modifica en la historia. (Jünger). De lo contrario, caerá en el hoyo profundo y oscuro de la esencia de la técnica que lo trasciende y no domina por su propio poder. Por eso, lo importante es reflexionar sobre el ser, como crítica de la cultura contemporánea dominada por él como técnica.

La misma idea podía expresarse diciendo que la intimidad es cada vez más irrealizable que, por otra parte, está desacreditada. (Marcel). La vida privada en este mundo de masas y de alto desarrollo técnico, está subordinada a la esfera pública. La socialización de la vida humana arremete contra la vida privada o intima de las personas. Ya que está condicionada por la esfera social, política o cultural, que determina la sociedad. El individuo hace parte de un dinamismo que determina cierta totalidad, lejana y omnipresente, que condiciona la vida individual.

Además, los poderes actuales desnudan la vida del ser humano y puede ser vigilada, disciplinada y controlada, a gran distancia. El Estado, el Sistema, la estructura social, la selecta minoría, que en algunos casos se convierte en tiranía se comparte en comunidad. El “entre” del que nos habla Arendt, se diluye en las instituciones y las relaciones de poder.

Cierta alianza entre las técnicas científicas y el Estado total determinan la vida de los seres humanos. Pero podemos observar que existe algo en el hombre que se revela contra estas técnicas de dominio y control. No podemos olvidar que, existe en el hombre un grado psíquico, espiritual y sensible, que el ejercicio del poder es incapaz de disolver. Esto da autoridad moral y espiritual para pensar que el mundo que vivimos, es un mundo destrozado. Los portillos que la historia deja tras de sí están manchados de sangre, de odio, de mentira, de dolor o sufrimiento. Ahora les toca a los pensadores arreglar los portillos de la historia, para que la vida del ser humano adquiera el valor debido a su nombre.

El lenguaje se ha vaciado de los contenidos espirituales y del sentido de las palabras. Palabras como <libertad>, <democracia>, <igualdad>, <persona>, <derechos>, <dignidad>, se toman como slogan y muletillas para justificar las desigualdades, las injusticias y el autoritarismo. Las palabras se han vaciado de sus contenidos para que respondan al Gran Poder y los fines que se proponga. Por eso, entre palabra y realidad se ha dado una separación que no responde a las apetencias humanas. Así, que, las palabras y las imágenes trasmiten desconfianza y miedo, en el mundo que vivimos. Los movimientos del pensar, la poesía o el arte, se hacen más indispensables para que desvelen la oscuridad de las cosas, lo político o, lo social.

El mundo trata de rechazar la relación que existe entre la imaginación, el lenguaje y la reflexión, ya que desconoce la íntima relación existente entre ellos. La filosofía en nuestro caso, debe preocuparse por los acontecimientos porque su papel es, desentrañar los enigmas o las preguntas sobre la vida y el mundo. Dar testimonio desde el pensar de lo que ocurre en la actualidad y dotar al ser humano de un conjunto elásticos de sistemas de pensamientos que le confiere la intuición, la experiencia, la vivencia y el pensar, del mundo del cual es expresión. El hecho de no querer reflexionar en la actualidad, obedece no sólo a la falta de educación, de cultura, sino ante todo de imaginación y sensibilidad que posibiliten la <pregunta>. O, en otros términos, la pregunta sobre lo fundamental de la existencia.

El temor, el deseo y la vanidad, son tres esferas de la vida humana que no posibilitan el pensar. Paralizan los movimientos del espíritu y la imaginación, que permiten romper las murallas del presente. En la actualidad es indispensable pensar el ser, la esencia del hombre desde el umbral del lenguaje. Porque el ser se esconde detrás de la voluntad de poder y ésta no es otra que, la voluntad de dominio y control del ser humano. Por eso, el pensar no debe perderse en la idea de la naturaleza y de la vida, considerada como puro dinamismo. Sino cortar las amarras de las abstracciones y las relaciones artificiales, para que el pensar futuro dignifique y libere la existencia del hombre sobre la tierra.


miércoles, 22 de julio de 2020


         

                     Pinceladas sobre el pensar en Martín Heidegger


Antonio Mercado Flórez


El elemento primario del hombre en cuanto existente es pensar la verdad del ser. (Heidegger). Es pensarla en el claro que adviene para que el hombre se aproxime a ella. Si el hombre no piensa la verdad del ser, se falsifica el lenguaje. Éste no comunica los contenidos espirituales que le corresponden y se convierte en <<medio>>, algo exterior a su esencia.

Porque la tarea del lenguaje es comunicarse a sí mismo y en la medida que lo hace comunica la verdad del ser. En la actualidad el lenguaje como <<signo>>, como <<medio>>, sólo se sostiene por el sistema general de la información. Porque el ámbito donde transcurren las noticias es el que verdaderamente importa.

Asimismo, en la política lo fundamental no son los <<hechos>>, sino la <<opinión>>. En la información lo que interesa no es la <<palabra>>, sino la <<imagen>>. Sabemos que esa constancia que se halla entre noticia y noticia está llena de distractores (películas, propagandas, imágenes, que justifican el sistema general de la información, etc.). Que se convierte en lo único estable; lo demás es efímero como la propia existencia humana.

Walter Benjamín opone a la velocidad de las imágenes y de la información, la narración. Se trata que en la narración se desande lo andado. Que toda narración llegue hasta el punto del origen.  Volver al origen y volver a empezar. Como hacen los niños en los juegos, la repetición posibilita la alteridad y la diferencia con el anterior. En la repetición se esconde la magia y la riqueza de la imaginación. Por eso, el ser humano es mimético y simbólico por naturaleza. Porque detrás del sentido mímico del hombre, se oculta la capacidad creativa de éste.

Por eso, en Benjamín la narración asume el valor de eternidad. Porque el narrador y el tiempo en que se narra, la palabra y sus elementos, siempre son diferentes. Aquí descansa la riqueza del pensar y del lenguaje, la imaginación y la experiencia. Mientras exista alguien que narre es un volver a empezar. Es la figura del eterno retorno de lo mismo, de Nietzsche. El tiempo cronológico se fragmenta y el presente hay que pensarlo desde el origen.

El pensar que pregunta por la verdad del ser y al hacerlo determina la estancia esencial del hombre a partir del ser y con la mira en el ser no es ni ética ni ontología. (Heidegger). La estancia del hombre en el mundo a partir del ser, determina su esencia, esto es, su humanidad. El pensar consiste en rememorar al ser y nada más. El pensar ha sido arrojado por el ser a la guarda de su verdad y reclamado por ella. (Heidegger)

Entonces. ¿Cuál es el objeto del pensar? Guardar la verdad del ser y relacionar la esencia del hombre y el ser. Además, el pensar trabaja en la construcción de la casa del ser […], a la que se une destinalmente la esencia del hombre en su morar en la verdad del ser. (Heidegger). Así que, la morada donde habita el ser (el lenguaje), no sólo es el hábitat de la esencia del hombre, sino también la de todo ente en cuanto ente.

Por eso, cuando el pensar representa a lo ente (lo existente), a lo que se refiere es al ser. Pero lo que piensa de verdad y en todo momento es lo ente como tal y jamás el ser como tal. Entonces, la pregunta por el ser sigue siendo la pregunta por lo ente. (Heidegger).

En el momento actual al asunto del pensar le corresponde la pregunta por la técnica. Como fenómeno originario de todo ente en el mundo de los entes. La pregunta por la técnica entonces posibilita la pregunta por las figuras de lo ente. Partiendo de la esencia del ser y pensada de modo adecuado y conforme a su asunto, un día podremos pensar qué sea <<casa>> y qué <<morar>>. (Heidegger).  Ahora bien, ¿Qué aclara la pregunta por la técnica?

Define al pensar como constructor y conductor hacia la casa del ser, más no como creador de ésta. El pensar conduce a la existencia histórica, es decir, a la humanitas del homo humanus, al lugar donde brota lo salvo. (Heidegger). El creador –en las ciencias o en las artes-, desciende hasta las raíces del Árbol de la Creación, en cambio, el constructor comunica las figuras de la esencia de la verdad del ser y del hombre. El constructor se ubica en el ámbito técnico, más no en la esfera de la sentimentalidad o del espíritu. Somos parte de una época donde prevalece el dique seco del pensar. Preguntamos, ¿Cuál es la labor del pensador?

Se dedica a conducir a la existencia histórica donde brota lo salvo y ¿Cuál es el lugar donde brota? La esencia del ser; y el hombre histórico sólo lo percibe en la proximidad del ser. El pensar no crea al ser, ni al lenguaje, por eso, es un trabajador del ser. Heidegger dice: Con lo salvo aparece el mal en el claro del ser.

La verdad del ser es el origen de la maldad y lo salvo de la humanidad del hombre histórico. Preguntamos, ¿De qué tiene que ser salvada la humanidad? No de la <<caída>> en la mancha de la luz de la verdad del ser, del <<pecado>> y la <<muerte>>. Sino del pensar conceptual que desemboca en la ciencia, la técnica o del subjetivismo. Sólo el ser le concede a lo salvo alcanzar la gracia y a la ferocidad el impulso hacia el mal. (Heidegger).

La ferocidad hay que entenderla como un tipo de maldad no humana, más <<pura>>. Que se emparenta en la verdad del ser a la maldad instintiva y demoníaca. La de las raíces de Árbol de Bien y del Mal, según el mito judeocristiano. En el claro del ser como destino del claro, se posibilita lo salvo y la ferocidad del mal. Del mal se origina lo salvo y viceversa; y visto dialécticamente se contienen en la esencia del ser. Por eso, el hombre ha de develar la ferocidad como maldad mítica, para que el ser humano alcance lo salvo.

La salvación del hombre histórico no la percibe Heidegger en el umbral teológico-metafísico, sino en la libertad del pensar y actuar. Del manejo responsable de la libertad depende no caer en el subjetivismo o, en el objetivismo. Sino que la humanidad del ser humano, se exprese en la verdad del claro del ser. El ser concede al hombre escoger la gracia o la ferocidad de lo instintivo. Así pues, la gracia y lo sagrado, los percibe Heidegger a través de los ojos de Hölderlin.

Porque el espíritu está amenazado en zonas diversas del ser humano. Pudiera ser que incluso al espíritu le concedieran los dioses unos días de gracia –así lo vio Hölderlin:
                         
                         [Pero ¡amigo! llegamos demasiado tarde. Cierto
                                                                                que viven los dioses,
                          Pero   allá,    sobre    nuestras   cabezas,  en   otro
                                                                                                          mundo.
                          Allá actúan sin fin y parecen cuidarse poco
                          De si vivimos; tanto nos dejan en paz los celestes.
                          Pues   no   siempre  pudo  contenerlos  una   débil
                                                                                                              vasija;
                          Sólo a veces soporta el  hombre la  plenitud   divina.
                          Sueño   de   ello   es   después   la   vida.     Pero       el
                                                                                                             desvarío
                         Ayuda, como el sopor, y la necesidad y la noche fortalecen.]