<<Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como
vive>>
Gabriel
Marcel
Con
respeto a mi amigo:
Edgar Bonett Villareal.
Antonio
Mercado Flórez -Filósofo y Ensayista-.
Es una verdad que nuestro mundo se organiza contra
la experiencia y la reflexión, se le opone en la medida que lo técnico y los
técnicos, se presentan como autónomos y se apartan de los fines del pensar. El
mundo eso que llamamos mundo, pareciera que el espíritu que late dentro de él
ha dejado de alumbrar a la naturaleza, al pensar y el lenguaje. Pero, ante
todo, a la visión estética de la realidad. Pareciera que el mundo de los
hombres viviera en oscuridad y que las cosas que lo componen, aparentemente,
nada cambia. Esto muestra que la unidad del mundo una vez accesible a todos los
hombres, se desintegra para dar paso a lo efímero de la existencia. Quizás la
visión que tenemos de las cosas o, de la vida, esté gestando otra más alta y
profunda, que se llame consciencia planetaria.
Vivimos en un mundo en guerra consigo mismo, y ese
estado de guerra ha ido tan lejos que amenaza terminar en algo que es imposible
no considerar como un verdadero suicidio, que hasta ahora se presentaba
solamente como una posibilidad individual –que parecía inseparable de la
condición individual-, aparece hoy ligado a la condición del mundo humano en su
totalidad. Por cierto, que algunos se inclinarán a considerar que esta nueva
posibilidad es el precio de un sorprendente progreso. (Marcel).
Tenemos el derecho de pensar que la unidad
estructural y espiritual que hace posible la destrucción de nuestro mundo, no
puede menos que ser mala, y no es difícil en descubrir en que consiste su
maldad. Está ligada a la existencia de una voluntad de poder que se presenta
bajo aspectos inconciliables que afectan caracteres ideológicos opuestos.
(Marcel). Sabemos que el ser se
oculta detrás de la voluntad de poder, del saber y del amor. Metafóricamente
hablando el querer insaciable de la voluntad de poder, es como el de la loba
que está a las puertas del Infierno
de La divina comedia de Dante.
Preguntamos, ¿Es la voluntad de poder que amenaza
la destrucción del mundo, algo contingente o intrínseco a la naturaleza de
vivir? A fin de cuentas, la voluntad de poder triunfa siempre y concluye en la
guerra. Una voluntad de querer más de lo que contiene, y esta se expresa en la
historia como voluntad de guerra. Existe otra posibilidad que no debe pasar en
silencio y es la de un mundo mecanizado, en que la técnica como instrumento de
poder somete y determina la vida del hombre. Este ámbito es un mundo
desapasionado, en que el esclavo dejará de sentirse esclavo –y quizá de
sentirse cualquier cosa-, donde los amos lleguen a ser perfectamente
insensibles, y no sintieran ni siquiera la codicia o la ambición, resortes
actuales de toda conquista. (Marcel).
Hay que señalar que, con el primado de la técnica
sobre la naturaleza y el mundo humano, el automatismo prevalece sobre la vida
interior del ser humano. En el mundo actual hay sectores en que el automatismo
se aplica no solamente a ciertas técnicas determinadas, sino también a lo que
antes se llamaba vida interior, y que ahora viene a convertirse en la vida más
exteriorizada posible. (Marcel). Esta
transformación en la contemporaneidad conduce a la crisis de la condición
humana: el amor, la solidaridad, la fraternidad, el respeto hacia el otro, la
vida activa y contemplativa del ser humano, etc.
En un mundo destrozado como el actual, el espíritu
difícilmente puede sustraerse al vértigo de un dinamismo absoluto, en el
sentido de que no tiende hacia nada que lo domine, sino más bien esencialmente
un escape puro e inasible. (Marcel). En un mundo destruido por el progreso que deja
tras de sí ruinas sobre ruinas, el espíritu entra en una especie de vértigo; en
el sentido que no tiende a nada que lo domine. La alternativa es el escape de
la experiencia y de los movimientos del pensar. Al caer el espíritu en el
vértigo el mundo parece que no cambia, pero se ha roto el hilo de la tradición
de la cultura que da sentido a la realidad y a la existencia. Como el Ángel de
la historia de Walter Benjamín, que al mirar hacia atrás ve sólo un montón
ruinas que el progreso deja tras de sí.
En la época que vivimos cada vez más colectivizado
y abstracto, toda comunidad real parece inconcebible. Los procesos de
atomización y de colectivización, lejos de excluirse, como podría pensar una
lógica superficial, marchan paralelamente y no son más que dos aspectos
inseparables de una misma desvitalización. (Marcel). En el mundo que vivimos
–según Heidegger-, la técnica moderna no es una “herramienta” no tiene que ver
con las herramientas. Hasta ahora no hemos encontrado una manera de responder a
la esencia de la técnica. En el mundo técnico “todo está funcionando” y el
“funcionamiento impulsa a un funcionamiento mayor”. En su defecto, la técnica
desaloja cada vez más al hombre y lo desarraiga de la tierra.
El hombre de la civilización técnica, el hombre
del movimiento y de los fenómenos históricos ha entregado la naturaleza que lo
constituye, a las abstracciones, a las funciones y divisiones del trabajo.
Desarraigado de la tierra y del mundo ha de tomar sus criterios de su esencia
inmóvil y sobre temporal, la cual se pone de manifiesto y se modifica en la
historia. (Jünger). De lo contrario, caerá en el hoyo profundo y oscuro de la
esencia de la técnica que lo trasciende y no domina por su propio poder. Por
eso, lo importante es reflexionar sobre el ser, como crítica de la cultura
contemporánea dominada por él como técnica.
La misma idea podía expresarse diciendo que la
intimidad es cada vez más irrealizable que, por otra parte, está desacreditada.
(Marcel). La vida privada en este
mundo de masas y de alto desarrollo técnico, está subordinada a la esfera
pública. La socialización de la vida humana arremete contra la vida privada o
intima de las personas. Ya que está condicionada por la esfera social, política
o cultural, que determina la sociedad. El individuo hace parte de un dinamismo
que determina cierta totalidad, lejana y omnipresente, que condiciona la vida
individual.
Además, los poderes actuales desnudan la vida del
ser humano y puede ser vigilada, disciplinada y controlada, a gran distancia.
El Estado, el Sistema, la estructura social, la selecta minoría, que en algunos
casos se convierte en tiranía se comparte en comunidad. El “entre” del que nos
habla Arendt, se diluye en las instituciones y las relaciones de poder.
Cierta alianza entre las técnicas científicas y el
Estado total determinan la vida de los seres humanos. Pero podemos observar que
existe algo en el hombre que se revela contra estas técnicas de dominio y
control. No podemos olvidar que, existe en el hombre un grado psíquico,
espiritual y sensible, que el ejercicio del poder es incapaz de disolver. Esto
da autoridad moral y espiritual para pensar que el mundo que vivimos, es un
mundo destrozado. Los portillos que la historia deja tras de sí están manchados
de sangre, de odio, de mentira, de dolor o sufrimiento. Ahora les toca a los
pensadores arreglar los portillos de la historia, para que la vida del ser
humano adquiera el valor debido a su nombre.
El lenguaje se ha vaciado de los contenidos
espirituales y del sentido de las palabras. Palabras como <libertad>,
<democracia>, <igualdad>, <persona>, <derechos>,
<dignidad>, se toman como slogan
y muletillas para justificar las desigualdades, las injusticias y el autoritarismo.
Las palabras se han vaciado de sus contenidos para que respondan al Gran Poder y los fines que se proponga.
Por eso, entre palabra y realidad se ha dado una separación que no responde a
las apetencias humanas. Así, que, las palabras y las imágenes trasmiten
desconfianza y miedo, en el mundo que vivimos. Los movimientos del pensar, la
poesía o el arte, se hacen más indispensables para que desvelen la oscuridad de
las cosas, lo político o, lo social.
El mundo trata de rechazar la relación que existe
entre la imaginación, el lenguaje y la reflexión, ya que desconoce la íntima
relación existente entre ellos. La filosofía en nuestro caso, debe preocuparse
por los acontecimientos porque su papel es, desentrañar los enigmas o las
preguntas sobre la vida y el mundo. Dar testimonio desde el pensar de lo que
ocurre en la actualidad y dotar al ser humano de un conjunto elásticos de
sistemas de pensamientos que le confiere la intuición, la experiencia, la
vivencia y el pensar, del mundo del cual es expresión. El hecho de no querer
reflexionar en la actualidad, obedece no sólo a la falta de educación, de
cultura, sino ante todo de imaginación y sensibilidad que posibiliten la
<pregunta>. O, en otros términos, la pregunta sobre lo fundamental de la
existencia.
El temor, el deseo y la vanidad, son tres esferas
de la vida humana que no posibilitan el pensar. Paralizan los movimientos del
espíritu y la imaginación, que permiten romper las murallas del presente. En la
actualidad es indispensable pensar el ser, la esencia del hombre desde el
umbral del lenguaje. Porque el ser se esconde detrás de la voluntad de poder y
ésta no es otra que, la voluntad de dominio y control del ser humano. Por eso,
el pensar no debe perderse en la idea de la naturaleza y de la vida, considerada
como puro dinamismo. Sino cortar las amarras de las abstracciones y las
relaciones artificiales, para que el pensar futuro dignifique y libere la
existencia del hombre sobre la tierra.
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