lunes, 21 de septiembre de 2020

EL MISTERIO DEL SER EN EL MUNDO ACTUAL

                               

 

             <<Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive>>

                                                                       Gabriel Marcel

 

                                                                Con respeto a mi amigo:

                                                                 Edgar Bonett Villareal.

                                                         

Antonio Mercado Flórez -Filósofo y Ensayista-.

 

Es una verdad que nuestro mundo se organiza contra la experiencia y la reflexión, se le opone en la medida que lo técnico y los técnicos, se presentan como autónomos y se apartan de los fines del pensar. El mundo eso que llamamos mundo, pareciera que el espíritu que late dentro de él ha dejado de alumbrar a la naturaleza, al pensar y el lenguaje. Pero, ante todo, a la visión estética de la realidad. Pareciera que el mundo de los hombres viviera en oscuridad y que las cosas que lo componen, aparentemente, nada cambia. Esto muestra que la unidad del mundo una vez accesible a todos los hombres, se desintegra para dar paso a lo efímero de la existencia. Quizás la visión que tenemos de las cosas o, de la vida, esté gestando otra más alta y profunda, que se llame consciencia planetaria.

Vivimos en un mundo en guerra consigo mismo, y ese estado de guerra ha ido tan lejos que amenaza terminar en algo que es imposible no considerar como un verdadero suicidio, que hasta ahora se presentaba solamente como una posibilidad individual –que parecía inseparable de la condición individual-, aparece hoy ligado a la condición del mundo humano en su totalidad. Por cierto, que algunos se inclinarán a considerar que esta nueva posibilidad es el precio de un sorprendente progreso. (Marcel).

Tenemos el derecho de pensar que la unidad estructural y espiritual que hace posible la destrucción de nuestro mundo, no puede menos que ser mala, y no es difícil en descubrir en que consiste su maldad. Está ligada a la existencia de una voluntad de poder que se presenta bajo aspectos inconciliables que afectan caracteres ideológicos opuestos. (Marcel). Sabemos que el ser se oculta detrás de la voluntad de poder, del saber y del amor. Metafóricamente hablando el querer insaciable de la voluntad de poder, es como el de la loba que está a las puertas del Infierno de La divina comedia de Dante.

Preguntamos, ¿Es la voluntad de poder que amenaza la destrucción del mundo, algo contingente o intrínseco a la naturaleza de vivir? A fin de cuentas, la voluntad de poder triunfa siempre y concluye en la guerra. Una voluntad de querer más de lo que contiene, y esta se expresa en la historia como voluntad de guerra. Existe otra posibilidad que no debe pasar en silencio y es la de un mundo mecanizado, en que la técnica como instrumento de poder somete y determina la vida del hombre. Este ámbito es un mundo desapasionado, en que el esclavo dejará de sentirse esclavo –y quizá de sentirse cualquier cosa-, donde los amos lleguen a ser perfectamente insensibles, y no sintieran ni siquiera la codicia o la ambición, resortes actuales de toda conquista. (Marcel).

Hay que señalar que, con el primado de la técnica sobre la naturaleza y el mundo humano, el automatismo prevalece sobre la vida interior del ser humano. En el mundo actual hay sectores en que el automatismo se aplica no solamente a ciertas técnicas determinadas, sino también a lo que antes se llamaba vida interior, y que ahora viene a convertirse en la vida más exteriorizada posible. (Marcel). Esta transformación en la contemporaneidad conduce a la crisis de la condición humana: el amor, la solidaridad, la fraternidad, el respeto hacia el otro, la vida activa y contemplativa del ser humano, etc.

En un mundo destrozado como el actual, el espíritu difícilmente puede sustraerse al vértigo de un dinamismo absoluto, en el sentido de que no tiende hacia nada que lo domine, sino más bien esencialmente un escape puro e inasible. (Marcel). En un mundo destruido por el progreso que deja tras de sí ruinas sobre ruinas, el espíritu entra en una especie de vértigo; en el sentido que no tiende a nada que lo domine. La alternativa es el escape de la experiencia y de los movimientos del pensar. Al caer el espíritu en el vértigo el mundo parece que no cambia, pero se ha roto el hilo de la tradición de la cultura que da sentido a la realidad y a la existencia. Como el Ángel de la historia de Walter Benjamín, que al mirar hacia atrás ve sólo un montón ruinas que el progreso deja tras de sí.

En la época que vivimos cada vez más colectivizado y abstracto, toda comunidad real parece inconcebible. Los procesos de atomización y de colectivización, lejos de excluirse, como podría pensar una lógica superficial, marchan paralelamente y no son más que dos aspectos inseparables de una misma desvitalización. (Marcel). En el mundo que vivimos –según Heidegger-, la técnica moderna no es una “herramienta” no tiene que ver con las herramientas. Hasta ahora no hemos encontrado una manera de responder a la esencia de la técnica. En el mundo técnico “todo está funcionando” y el “funcionamiento impulsa a un funcionamiento mayor”. En su defecto, la técnica desaloja cada vez más al hombre y lo desarraiga de la tierra.

El hombre de la civilización técnica, el hombre del movimiento y de los fenómenos históricos ha entregado la naturaleza que lo constituye, a las abstracciones, a las funciones y divisiones del trabajo. Desarraigado de la tierra y del mundo ha de tomar sus criterios de su esencia inmóvil y sobre temporal, la cual se pone de manifiesto y se modifica en la historia. (Jünger). De lo contrario, caerá en el hoyo profundo y oscuro de la esencia de la técnica que lo trasciende y no domina por su propio poder. Por eso, lo importante es reflexionar sobre el ser, como crítica de la cultura contemporánea dominada por él como técnica.

La misma idea podía expresarse diciendo que la intimidad es cada vez más irrealizable que, por otra parte, está desacreditada. (Marcel). La vida privada en este mundo de masas y de alto desarrollo técnico, está subordinada a la esfera pública. La socialización de la vida humana arremete contra la vida privada o intima de las personas. Ya que está condicionada por la esfera social, política o cultural, que determina la sociedad. El individuo hace parte de un dinamismo que determina cierta totalidad, lejana y omnipresente, que condiciona la vida individual.

Además, los poderes actuales desnudan la vida del ser humano y puede ser vigilada, disciplinada y controlada, a gran distancia. El Estado, el Sistema, la estructura social, la selecta minoría, que en algunos casos se convierte en tiranía se comparte en comunidad. El “entre” del que nos habla Arendt, se diluye en las instituciones y las relaciones de poder.

Cierta alianza entre las técnicas científicas y el Estado total determinan la vida de los seres humanos. Pero podemos observar que existe algo en el hombre que se revela contra estas técnicas de dominio y control. No podemos olvidar que, existe en el hombre un grado psíquico, espiritual y sensible, que el ejercicio del poder es incapaz de disolver. Esto da autoridad moral y espiritual para pensar que el mundo que vivimos, es un mundo destrozado. Los portillos que la historia deja tras de sí están manchados de sangre, de odio, de mentira, de dolor o sufrimiento. Ahora les toca a los pensadores arreglar los portillos de la historia, para que la vida del ser humano adquiera el valor debido a su nombre.

El lenguaje se ha vaciado de los contenidos espirituales y del sentido de las palabras. Palabras como <libertad>, <democracia>, <igualdad>, <persona>, <derechos>, <dignidad>, se toman como slogan y muletillas para justificar las desigualdades, las injusticias y el autoritarismo. Las palabras se han vaciado de sus contenidos para que respondan al Gran Poder y los fines que se proponga. Por eso, entre palabra y realidad se ha dado una separación que no responde a las apetencias humanas. Así, que, las palabras y las imágenes trasmiten desconfianza y miedo, en el mundo que vivimos. Los movimientos del pensar, la poesía o el arte, se hacen más indispensables para que desvelen la oscuridad de las cosas, lo político o, lo social.

El mundo trata de rechazar la relación que existe entre la imaginación, el lenguaje y la reflexión, ya que desconoce la íntima relación existente entre ellos. La filosofía en nuestro caso, debe preocuparse por los acontecimientos porque su papel es, desentrañar los enigmas o las preguntas sobre la vida y el mundo. Dar testimonio desde el pensar de lo que ocurre en la actualidad y dotar al ser humano de un conjunto elásticos de sistemas de pensamientos que le confiere la intuición, la experiencia, la vivencia y el pensar, del mundo del cual es expresión. El hecho de no querer reflexionar en la actualidad, obedece no sólo a la falta de educación, de cultura, sino ante todo de imaginación y sensibilidad que posibiliten la <pregunta>. O, en otros términos, la pregunta sobre lo fundamental de la existencia.

El temor, el deseo y la vanidad, son tres esferas de la vida humana que no posibilitan el pensar. Paralizan los movimientos del espíritu y la imaginación, que permiten romper las murallas del presente. En la actualidad es indispensable pensar el ser, la esencia del hombre desde el umbral del lenguaje. Porque el ser se esconde detrás de la voluntad de poder y ésta no es otra que, la voluntad de dominio y control del ser humano. Por eso, el pensar no debe perderse en la idea de la naturaleza y de la vida, considerada como puro dinamismo. Sino cortar las amarras de las abstracciones y las relaciones artificiales, para que el pensar futuro dignifique y libere la existencia del hombre sobre la tierra.


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