viernes, 25 de diciembre de 2015

LILITH LA PRIMERA MUJER DE ADÁN.






Antonio Rafael Mercado Flórez.


En la historia de las religiones y los mitos existe una recurrencia a pensar o imaginar, que hubo en los tiempos inmemoriales rebeldías de algunos dioses a la estructura y el funcionamiento de la jerarquía divina. Eso se ha trasmitido en la tradición y los usos de los pueblos.  De ahí que, lo mundano sea un trasunto de lo divino. En la cultura Judaica algunas interpretaciones rabínicas aseguran que durante la Creación aparece insinuada una tercera presencia humana. Esa presencia en el Génesis se denomina Lilith, un nombre que hunde sus raíces en la tradición mesopotámica. El Judaísmo no la ha deificado, pero simboliza el concepto del Mal ligado al erotismo femenino.

Como expresa el Génesis: «Y de la costilla que Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces a Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada». Así pues, no en vano, una extendida interpretación rabínica considera que la referencia, en un versículo anterior, a que «Dios creó varón y hembra los creó», significa que hubo otra mujer antes de Eva.  Esa mujer abandona el Paraíso. Ahora bien, según la tradición judía, Lilith se convierte en la mujer que precede a Eva. Entonces según el mito Judaico  una vez lejos de Adán, se convirtió en un Demonio que rapta a los niños de sus cunas por la noche y, simboliza la encarnación de la belleza maligna y la madre del adulterio. Por tanto, aquí podemos darnos cuenta el Mundo Inferior es un trasunto del Mundo Superior.

Más allá de la tradición hebrea, el origen del mito de Lilith parece contar con raíces sumerias y acadias. Había en Mesopotamia según el arqueólogo británico Reginald Campbell Thompsonun grupo de demonios femeninos derivado de la criatura Lilitú (Lilu, Lilitú y Ardat Lili), con unas características que responden a la figura mitológica del relato del Génesis. Que era mitad humanas y mitad divinas, y usaban la seducción  y el erotismo como armas. De esa forma, la noche era su hábitat natural. Todos estos súcubos, en cualquier caso, tenían las cualidades de lo que luego se ha representado como los vampiros, aunque cubiertos de pelo. Que en el origen de las palabras  significa «viento» o «espíritu». Esta tradición mesopotámica pasa más tarde a la judaica a través de los semíticos residentes en Babilonia. Los judíos adaptaron así al hebreo el nombre de esta criatura maligna hasta vinculo a la palabra «laila» (que se traduce como noche).

Así pues, según la tradición oral Judaica, Lilitú perdió varias cualidades en su versión hebrea.  Como su carácter divino, pero adquirió una personalidad más compleja. Su presencia es frecuente en el folclore y los textos del Judaísmo, entre ellos el Génesis. Así, frente a las dudas que ha generado el fragmento del Génesis que dice: «y creó Dios al hombre (Adán) a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó». Así, han surgido interpretaciones de diferentes rabinos a lo largo de la historia que plantean que bien,  Adán fue creado inicialmente como un Andrógino –que poseía un cuerpo femenino y uno masculino unidos por la espalda–. Como diceen su obra el mitólogo inglés Robert Graves: hubo otra mujer antes que Eva, la rebelde y lujuriosa Lilith, que finalmente abandonó el Paraíso. Y ella dice: “Yo también fui hecha con polvo».

Así pues, el Yalqut Reubeni –una colección del siglo XVII de midrashim (interpretaciones de textos antiguos) por el rabino Rubén Hoschke Kohen–, «Dios formó a Lilith del mismo modo que había formado a Adán. Aunque utilizó inmundicia y sedimento en lugar de polvo puro». La inmundicia habría convertido a esta criatura en un demonio del que, a su vez, nacieron otras criaturas malignas que «todavía atormentan a la humanidad». Estos demonios hembras se dedicaban a atacar a las madres durante los partos con el fin de robar al recién nacido para luego matarlo, como retrata un sello cilíndrico expuesto en el Museo de Oxford.

En este sentido, existe otra interpretación que presenta a Lilith como una criatura igual a Adán, hecha de polvo puro, que se rebela contra los designios divinos y muestra un marcado carácter. En el Alfabeto de Ben Sira (escrito entre el siglo VIII y el XI), se narra cómo Lilith se resistió a yacer por debajo de Adán: «¿Por qué he de yacer debajo de ti? Yo también fui hecha con polvo y por tanto, soy tu igual», afirmó Lilith. Por eso, al ser forzada por Adán a obedecerle, pronunció el nombre de Dios en vano y decidió abandonar el Edén con dirección al Mar Rojo.

Esta versión de Lilith se ha emplazado como una representación de las mujeres cananeas y su visión de las relaciones sexuales en un periodo, hacia el 586 a.C, en el que se fusionaron parcialmente los panteones de los canaanitas con los hebreos. De esta manera, la demonización de Lilith es una crítica a las prácticas de las mujeres cananeas dadas a mantener relaciones sexuales pre-matrimoniales  y una sexualidad más abierta que la mostrada por las hebreas. Lilith es el demonio rebelde, el mal ejemplo que precedió a Eva, más obediente a lo que Adán esperaba de su mujer. No en vano, algunas de las cualidades de esta versión de Lilith parecen haberse inspirado en el principal culto femenino de los canaanitas –el pueblo que según el Antiguo Testamento conquistaron los judíos tras el éxodo por el desierto–, Asheráh, diosa de los partos y la fertilidad.

Tras abandonar el Paraíso, Lilith se asentó en la costa del Mar Rojo. Esta región se caracterizaba según esta tradición mitológica, por la presencia de innumerables demonios, con los cuales engendró nuevas criaturas, «a razón de más de cien por día». Ante este hecho, Dios envió a un grupo de ángeles para exigirla que volviera con Adán: «Regresa con Adán de inmediato o te ahogaremos». Ella respondió que ya no podía regresar porque «Dios me ha ordenado que me haga cargo de todos los recién nacidos, de los niños hasta el octavo día de vida (el de la circuncisión) y de las niñas hasta el vigésimo día». Finalmente, Dios permitió vivir a Lilith, pero la castigó haciendo que cientos de sus hijos demoniacos perecieran cada día. Desde entonces, la hermosa criatura se propuso matar a todos los hijos de Adán y a todas las madres durante el nacimiento y los días siguientes al parto.

La leyenda Lilith es posiblemente el origen del popular mito griego de la reina Lamia, que, tras matar a sus propios hijos por culpa de un engaño de Hera, sintió envidia de las otras madres y se dedicó a devorar a sus hijos. Transformada en una bestia, tenía el cuerpo de una serpiente y los pechos y la cabeza de una mujer. Este relato dio lugar a que, en la Antigüedad, las madres griegas y romanas acostumbraran a amenazar a sus hijos traviesos con este personaje. La creencia grecorromana a su vez se transmitió a leyendas medievales, repartidas por toda la geografía europea, donde estos seres son representados con rostro de mujer y el cuerpo de dragón. También se alimentaban de niños.


Así entonces la presencia del nombre de Lilith en la Biblia se limita a una única mención. Aparece en Isaías 34:14: «Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí reposará Lilith y en él encontrará descanso», lo cual fue traducido en la Vulgata como Lamiasu versión medieval. No obstante, resulta imposible saber con certeza si para el autor del texto era un nombre propio –la célebre criatura del folklore judío– o simplemente se trata de una bestia salvaje o de una rapaz nocturna.

lunes, 7 de diciembre de 2015

EL HOMBRE SABIO.

                                             


                                                           

Antonio Rafael Mercado Flórez.



Somos parte de una época donde la información utilitaria está reemplazando a los procesos mentales que desembocan en el pensamiento y la Sabiduría. Las <<relaciones artificiales>> se sitúan en el palpito de la cultura actual. La lengua y el pensamiento se deterioran para darle paso a la brutalidad y a la mecanización de la existencia. Así, podemos darnos cuenta que existe un deterioro intelectivo de la humanidad, que se relaciona con la degradación de la intelectualidad. Como dice Javier Marías: <<La gente tiende a ser más simple, más torpe, ya que existe una complacencia en la ignorancia>>. Esto se concatena con el auge del <<fanatismo, de la superstición, de la eliminación de los matices y sobre todo de la complejidad>>. Por eso en todos los ámbitos de la existencia está creciendo <<la vehemencia, la intolerancia, la irracionalidad más extrema>>. Nos despojamos de las herramientas intelectivas e intelectuales, para darle prioridad a la información, a la imagen <<pictórica>> en movimiento, a la técnica y a la velocidad. Somos pobres en experiencias comunicables, en los contenidos espirituales del lenguaje, en los movimientos del pensamiento y la apreciación estética de la realidad. Entonces los fundamentos de la existencia se deterioran en nombre del dinero, del consumo, del confort, de la banalidad, la trivialidad, el poder, la técnica y los lenguajes digitales.

En el mundo actual ninguna sociedad quiere que seas Sabio. Porque la Sabiduría va en contra de los fundamentos y los intereses del poder. Si una persona es Sabia no puede ser manipulada, explotada, forzada a vivir mecánicamente, como robot. El ser humano que porta en sí la cualidad de la Sabiduría, busca su individualidad. Se hace preguntas sobre el mundo que lo rodea, la sociedad de la que hace parte y el lugar que ocupa en ella. El Sabio se da cuenta que la objetizacion y la numerificación del ser humano responde a las tácticas y estrategias de los que ejercen el poder. Pero también cómo la Sabiduría se concatena a la libertad; a la búsqueda incansable de la libertad. Y quién es libre llevará consigo la fragancia de la rebeldía y la desobediencia, a toda forma de fascismo, de autoritarismo, de dogmatismo, de xenofobia, y creará un armazón filosófico e histórico, para confrontar a aquellos que niegan la vida y el derecho a pensar.

Los hombres libres saben que han de romper con lo funcional, con el Sistema, con el proceso económico y las relaciones de producción, que niegan el derecho a vivir y a ser persona. Ellos saben que lo rompen con su bondad, o con su amor, o con su libertad, o con su fraternidad, o con su coraje para asumir una responsabilidad por encima de las funciones y la objetización. Porque lo que desean los poderes actuales es adormecer la capacidad de asombro, la imaginación y la sensibilidad del ser humano. Vivimos gracias a ese elevarnos por encima de nuestras miserias, nuestras limitaciones, nuestras desgracias, nuestras virtudes. La libertad es el tema de la historia en cuanto tal, como dijo Ernst Jünger: <<La libertad es la impronta que el hombre libre da al destino>>. La libertad es lo que deslinda al ser humano frente a los reinos de los demonios y de la oscuridad de la sinrazón. <<Por supuesto, la libertad viene dada a la vez que lo necesario, y la nueva estructura del mundo no hará acto de presencia hasta que la libertad no entre en relación con lo necesario. Vistas las cosas así históricamente, todo cambio acaecido en lo necesario comporta también una modificación de la libertad>>.

En la actualidad resulta sumamente difícil sostener la libertad. <<La oposición exige grandes sacrificios; eso explica el ingente número de seres humanos que prefieren la coacción>>. Porque es más fácil para los hombres y mujeres, delegar el manejo de la libertad, a la Iglesia, al Partido Político, al Sindicato, la Religión, la Ideología, el Estado, las Instituciones Sociales, que asumir responsablemente el manejo de ésta. Así que, los hombres Sabios amarán la libertad aun  arriesgando su propia vida. La libertad viene con Sabiduría; ninguna sociedad quiere que seas libre. Porque desde el instante que empiezas a utilizar tú inteligencia y tú libertad, te vuelves peligroso para el Sistema y la sociedad. Sí utilizas responsablemente tú libertad, eres peligroso para los eruditos, los tecnócratas, los políticos, los burócratas, los banqueros, las multinacionales y las finanzas internacionales. Así, los que ejercen el poder dicen que eres un loco, un desadaptado social, un demagogo, un inútil, una escoria, y en su nombre te dilapidan.

De hecho un hombre Sabio es un poeta, un soñador, un filósofo, un teólogo, preñado de sensatez un fuego viviente en el corazón frío de las sociedades. Es la llama de la vela que permite que veamos en medio de la oscuridad del día. Él no puede vender su vida al mejor postor, como lo hacen los ejércitos de delincuentes y asesinos. Él no puede ser un sirviente de los poderes actuales, porque atenta contra los valores éticos que lo constituyen. Él prefiere morir antes de convertirse en esclavo. Él sabe dónde encontrar los veneros espirituales que dan vida, vida en abundancia. Él es consciente de las épocas de tránsito, y ante todo, de tránsito a la conciencia y a la luz del Espíritu. Él porta en sí la belleza y el amor, como dijo Simone Weil: <<Porque en un ser humano es equivalente al orden del mundo>>.

El Sabio sabe mirar detrás del forro de los fenómenos, mirar cara a cara el horror y la barbarie del mundo actual. Él toma sus criterios no de lo pasajero del tiempo, de las máscaras con que cubren las cosas y las acciones humanas. Sino de su <<esencia inmóvil y sobre temporal>>, del <<Mundo Superior>>, el cual se pone de manifiesto y se modifica en la historia. El Sabio sabe cómo hacer frente al automatismo, a la velocidad del que maneja el tiempo y la vida de los hombres. Sabe cómo hacer frente a la violencia y a las desgracias humanas. Porque ellas casi siempre responden a la crueldad de los poderosos. El Sabio porta en sí <<la antigua libertad vestida con el traje propio de la época: es la liberad sustancial, la libertad elemental, la que se despierta en los pueblos cuando el país es oprimido por la tiranía de los partidos>>, de los banqueros y las multinacionales. <<No es una libertad que se limita simplemente a protestar o a emigrar; es una libertad que está dispuesta a luchar>>.

Sabemos que en esta alta civilización técnica y de masas, la vida espiritual cobra mayor fuerza. Si la miramos con el vestido técnico, del movimiento y las transformaciones históricas, <<dispone de formas que son más eficaces que la propia disciplina militar, más eficaces que el entrenamiento en los deportes o que el ritmo del mundo del trabajo>>. El Sabio sabe que ese <<grupo de hombres donde se concentra y se gasta la energía>>, su propósito es poner trabas al flujo metafísico, trascendente y espiritual del ser humano. Ese <<grupo de hombres>> tratarán de convencer a la sociedad que está ante un peligro inminente y por tanto son necesarios los ejércitos, la policía y los grupos de seguridad del Estado. De convencer al hombre común y corriente, Tú y Yo, que necesitamos ser vigilados y disciplinados. Y, en cuanto esto acontezca, los hombres y mujeres son empujados a su oscura soledad. Por eso tratan de romper todo lazo de amistad, de fraternidad, de solidaridad, que despierte en los seres humanos el sentido de Humanidad.


Ser Sabio es darse cuenta que la soledad es <<uno de los signos de nuestro tiempo>>. Por eso nos cercan, nos circundan con la urdimbre de los lenguajes digitales y las imágenes en movimiento, que reflejan un mundo atroz donde no merece la pena vivir. Estamos cercados por el miedo, el dolor y el sufrimiento, que desgarran nuestras entrañas como hace el águila con Prometeo, por haberle regalado a los hombres el misterio del fuego, del conocimiento y del saber. Como dice Ernst Jünger: <<El miedo toma formas reales – en las cárceles, en la esclavitud, en la batalla de cerco>>, Y ahora, en las calles de las grandes ciudades, los barrios periféricos, las religiones radicales, los ejércitos y la policía. 

En un mundo como el nuestro lleno de maldad, de demonismo y de sinrazón, es necesario que el hombre Sabio, el que contiene tesoros que los poderes actuales han sido incapaces de agotar. Su tarea es como la del Teólogo, hacer vislumbrar al hombre, <<cuáles son las cosas de que está despojado, aun en la mejor de sus situaciones, y cuáles son las fuerzas poderosas que en él se hallan latentes>>. Cuan necesarios son los Sabios y los teólogos en la actualidad. Porque nos quieren despojar de la capacidad de soñar, de imaginar y allende del Tiempo, donde se esconde <<la ciencia de la abundancia, el enigma de las fuentes eternas, las cuales son inagotables y están siempre cerca>>. 

sábado, 5 de diciembre de 2015

MECANISMOS DE PODER SOBRE EL CUERPO.

                                               

                                                          Con cariño a mis hijos: Ernesto y Adía.
                                                                       
                                                                Universidad de Texas - Austin.



Antonio Rafael Mercado Flórez.



En la historia de la humanidad, el cuerpo, por los mecanismos de poder ha sido supliciado, vejado, torturado, castigado, desgarrado, disciplinado y en el arte de la distribución, alcanzar cuerpos dóciles. Por eso todos los mecanismos de placer, de deseo, de represión, de vigilancia, de control, <<hay que comprenderlos –dice Michel Foucault--, a partir de la instauración un poder que se ejerce sobre el cuerpo mismo>>.1 Para Foucault se trata de <<desplazar los acentos y hacer aparecer mecanismos positivos allí donde, generalmente, se privilegian los mecanismos negativos>>.2 Desplazar el cuerpo como objeto de represión, intimidación, miedo, angustia, a mecanismos de rebote que desvelan su otra cara. Como <<una economía positiva del cuerpo y del placer>>. El análisis foucaultiano nos sitúa en el umbral de buscar otros objetos de indagación. <<Intentar mostrar cómo  las relaciones de poder>> que son relaciones de fuerza, <<penetran materialmente en el espesor mismo de los cuerpos sin tener incluso que ser sustituidos por la representación misma de los sujetos>>.3 El poder que se ejerce sobre el cuerpo no necesita representación. Porque es un poder complejo y multiforme. Que va del proceso económico y las relaciones de producción, al campo político y sexual.

La <<economía del cuerpo>> o las <<políticas sobre el cuerpo>>, no hay que verlas solamente desde el Estado y las instituciones. Del Estado como fuente de todos los dispositivos de poder, porque es una fuente históricamente agotada. Sino desde las tácticas y estrategias que se construyen y funcionan <<a partir de poderes, de multitud de cuestiones y efectos de poder>>.4 Así, el Estado como fuente jurídico-filosófico de represión y control, no puede negar que <<entre cada punto del cuerpo social>> […] <<pasan relaciones de poder>> […] <<que son el suelo movedizo y concreto sobre el que ese poder se incardina>> y donde se ponen en práctica las <<condiciones de su funcionamiento>>.5 El saber filosófico-jurídico del Estado, su voluntad de poder, no puede negar que <<el poder se constituye y funciona a partir de poderes, de multitud de cuestiones y de efectos de poder […] Esto no quiere decir que el poder es independiente, y que se podía descifrar sin tener en cuenta el proceso económico y las relaciones de producción>>.6 Así que, toda táctica y estrategia de poder responde a unas condiciones materiales y subjetivas concretas. Esto quiere decir, algo así como que, <<todos los dispositivos de poder>> no tienen como fuente al Estado y sus instituciones jurídico-políticas.

Para que el Estado funcione –nos recuerda Foucault--, es necesario que se establezcan relaciones concretas y determinadas entre los seres humanos, <<relaciones de dominación bien específicas>> que no necesariamente tengan como fuente al Estado. Sino que tienen <<su configuración propia y su relativa autonomía>>.7 Es necesario desconfiar de las categorías jurídico-políticas de la representación, ya que obstaculizan el <<análisis sobre el poder>>. Desconfiar de la representación de las <<voluntades individuales>> en la <<voluntad general>>. Porque en nombre de la voluntad general en el siglo XX, se instauraron regímenes totalitarios que implementaron el horror, el miedo, el sufrimiento, el dolor, la tortura, la barbarie y la muerte.

Se trata de analizar la concepción político-jurídica del Estado, para que no agote la multiplicidad de mecanismos y dispositivos que sirven de apoyo, complemento y bloque a las <<políticas sobre el cuerpo>>. Se trata de encontrar en la raíz de la <<economía del cuerpo>>, no sólo la represión y la objetizacion de éste. Sino también una <<economía positiva>> que situé el cuerpo sobre coordenadas y estrategias diferentes a las del Estado. Elaborar una nueva concepción del poder, que responda a estrategias y tácticas diferentes sobre las <<políticas sobre el cuerpo>>. Tener presente que el cuerpo es el espacio donde el hombre participa del dolor, el sufrimiento, el placer y el deseo. Que el cuerpo se encuentra inmerso en un tejido de relaciones de fuerza, que reenvían a un campo de posibilidades, que son inmanentes a una realidad política e histórica. Y que en esta urdimbre no sea ajeno a la moda, al sexo, al deseo, a la moral y a la ética de una época.

Para la concepción psicológica e histórica de Eduard Fuchs, la moda hay que situarla sobre un tridente: el histórico, el social y el erótico. <<La moda, dice en La historia de las costumbres, indica <<cómo se piensa llevar adelante el negocio de la moralidad pública>>.8 <<Su papel como instrumento de dominio –dice Benjamín--  no se le escapa. De igual modo que expresa las diferencias más sutiles entre los estamentos, vigila sobre todo las toscas que hay entre las clases>>.9 En el tercer volumen de su historia de las costumbres particularmente –dice Benjamín- cuya argumentación está resumida en el volumen complementario que dispone de elementos decisivos. El primero está constituido por los <<interese de la división de clases>>; el segundo representa <<el modo de producción capitalista-privado>> que procura aumentar sus posibilidades de venta cambiando mucho la moda; y no olvidemos en tercer lugar <<las finalidades eróticamente estimulantes>> de ésta>>.10

Por tanto, el cuerpo ocupa un campo que lo objetiza, donde el lenguaje del poder lo nombra, lo toca, lo designa y lo juzga, en la medida que ejerce el poder. Por eso la moda, el sufrimiento, el dolor, el amor, el sexo, hacen parte de ese juego de fuerzas que luchan entre sí buscando la saciabilidad de su deseo. El cuerpo, la vida toda, tiene su lado oscuro, pero también sus auroras otoñales. Ante el dolor y el sufrimiento, el ser humano a de <<oponer con entusiasmo la doctrina del origen erótico de los impulsos creadores>> y exaltar el <<culto creativo>>, a todo lo que afirme el espíritu y la vida. Como dice Benjamín de Fuchs, que <<su impulso creador se acerca más a la intensión sensual consciente que al inconsciente generador de imágenes>>. Porque opera en el individuo consciente de sí mismo y no en el interés de clase, como inconsciente colectivo. Se trata de mostrar que <<el mundo erótico de imágenes en cuanto mundo simbólico>>, es la raíz del arte, la literatura, la música y de un modo de vida. <<Para Fuchs el arte es sensualidad inmediata, así como la ideología es un producto inmediato de los intereses. <<La esencia del arte es: la sensualidad. Arte es sensualidad. Y además, sensualidad en la forma más potenciada. Arte es una sensualidad hecha forma, sensualidad que se hace visible, y a la vez es la forma suprema y más noble de sensualidad>>.11

<<Lo que el arte tiene son horizontes, no un horizonte. En eso se asemeja al Universo, es universal […] La persona singular podrá olvidarse de que alguna vez le produjo entusiasmo un gran poema, o la Mona Lisa. Pero esas cosas provocaron un cambio en ella, aún cuando las fuerzas del espíritu decaigan o aunque fuese la madre quien, con la corriente de la sangre, trasmitiese aquello al no nacido>>.12 Por eso hay que contraponer el arte a la fuerza y al poder. Porque a las potencias del mal se las puede vencer y destruir, pero no se las puede convertir. Eso mismo sucede con los grandes dogmas, allí donde hubo un desolladero o un lugar de tormento, miedo y dolor, permanece una atmósfera de desasosiego y maldad. Somos prisioneros de males y angustias ancestrales, que como fetiches atormentan nuestra forma de vivir.  Con el triunfo de la crueldad y de la sinrazón en el siglo XX, se pudo constatar que <<el único reinado sin fisuras es el de la maldad>>. En un mundo como éste donde está prohibido soñar y tener esperanza, como dijo Albert Camus, nos engañaron, la verdad es cuadrada, pesada, densa, no soporta los matices, el bien es una ensoñación, un proyecto aplazado y perseguido sin cesar con un esfuerzo extenuante, un límite nunca alcanzado, su reino es imposible. Sólo el mal puede alcanzar sus confines y reinar con poder absoluto, a él hay que servir para instaurar su invisible reino, después ya veremos, qué significa después, sólo el mal está presente, abajo Europa, la razón, el honor y la cruz>>.13

El dogma ancestral y los poderes actuales, nos cortan la lengua, nos sacan las tripas, nos pegan un tiro, nos bombardean y nos gasean, para que el vaciamiento de las palabras y de las imágenes, sigan engañando el mundo. Estos hombres y mujeres del odio, del dolor, del sufrimiento y la muerte, no tienen  reparos con nadie como el azar y el destino. Además, el destino es pesado y lo tenemos que soportar como una cruz. Porque <<en la carrera que todos los días nos precipita un poco más hacia la muerte, el cuerpo conserva una delantera irreparable>>.14 Quizás la esperanza tampoco esté al alcance del hombre, de la redención <<de otra vida que es preciso <<merecer>> o, trampa para quienes no viven para la vida en sí, sino para alguna gran idea que la supera, la sublima, le da un sentido y la traiciona>>.15

Así pues, en nuestro mundo actual lo absurdo se ha situado en el palpito de la existencia, y arrastra a los hombres y mujeres <<a esos lugares desiertos y sin agua donde el pensamiento>> es incapaz de redimir la existencia. <<Lo absurdo impone la muerte ­–dice Camus--, es preciso dar a ese problema prioridad sobre los otros, al margen de todos los métodos de pensamiento y de los juegos del espíritu desinteresado>>.16 Así podemos soñar cada cierto tiempo que lo justo y la bondad se ponen del lado del hombre. Pero en lo hondo de nuestros corazones algo nos dice que, <<no hay justos sino hombres malvados que hacen reinar la implacable verdad>>. Que el mundo y la vida es un camino de espinas que todos debemos transitar, apurar hasta el final. Quizás no nos quede otra opción que contemplar el desierto del espíritu y la mente cubriendo todo nuestro ser del negro absoluto. Pero tampoco podemos olvidar que existen personas que son capaces de ver las perdidas, y aún más, de ver en medio de la desesperanza y el dolor. Quizás hemos llegado a un punto en que no tenemos tiempo para mirar hacia las alturas e invocar a los dioses y a las musas. Como dijo Hölderlin:<< ¿Para qué poetas en tiempos de indigencia?>>.

En la <economía temporal del cuerpo>> y del <<cuerpo de la vida>>, el lenguaje inscribe con hierro candente en el corazón de los hombres en fuga, la injuria, el reino del odio y del dolor. Porque no hay perdón sobre el mundo de los condenados, los juzgados por el impío y el atavismo ancestral. El que se levanta de sus Antiguos sarcófagos, de hipogeos que siempre han estado ahí. Esos dioses paganos siempre cobran el ritual debido a su nombre. Porque en este mundo malvado gobierna para siempre, el que prende <<fuego sobre la impotencia y la caridad>>, un fuego que como un cinturón eléctrico rodea los contornos del mundo. Y allende del horizonte y del <<Muro del tiempo>>, titilan las estrellas y los astros donde se esconden los dioses. Ya es tiempo que salgan de sus escondites y hagan frente a los Titanes y al mundo del titanismo. <<San Pablo y, ya antes de él Platón, en la parábola de la caverna, se limitan a la visión. Encerrado en su cuerpo como una caverna, el ser humano percibe únicamente la sombra de lo perfecto, que caen desde fuera como a través de una reja>>.17 Se augura para el siglo XXI, <<que habrá en él una espiritualización formidable>>. Ahora vemos que el sentir humano se acerca cada vez más a la trascendencia. Como dijo Jünger:<<Como no podía ser menos […] la atmósfera que reina en el mundo es contradictoria e inextricable – en unos sitios es prometeica, con grandes fuegos y manos tendidas hacia las estrellas, en otros es apocalíptica, con sentimientos de culpa que remuerden la consciencia>>.18

El cuerpo y la figura que se eleva sobre él, están siendo atacados, atravesados y trascendidos por poderes fríos e inhumanos, poderes demoníacos que se han aliado criminalmente con la técnica y las armas. Poderes que traspasan el cuerpo con <<ondas que llegan hasta los átomos, incluidos los del cerebro>>.19 Esto confirma la sentencia de Jünger: <<Desde los inicios se tuvo conocimiento de que no podemos saber ni de dónde venimos y a donde vamos y se sospechó que nuestro estar aquí en la Tierra, nuestra presencia en ella, es tan sólo una breve interrupción del camino>>.20 Quizás el odio y la muerte levanten <<el vuelo en el cielo inalterable>> y venzan con sus garras y afilados dientes, al verbo y al amor. Entonces esos poderes demoníacos subirán los desiertos, las montañas y los ríos, golpeando en el vientre de la Tierra y danzando sus bailes macabros y contorneándose sobre el estiércol del mundo, siembran la Tierra de las potencias de la sangre, del dolor y la muerte. Y, cual Cóndor de pico de estrella y alas de fuego, se pavonean en los remolinos de fuego, los cuerpos calcinados y henchidos por el Infierno abrazador. Y aunque nadie hable, nadie, y el cielo no se abra, ni escuchemos la voz de Dios, siempre hay alguien que luchará contra la lengua que dice:<<Si tú consientes en morir por el poder y el odio, ¿quién nos perdonará?>>.21


Nota: Este es el capitulo 12 del texto <<Sobre el dolor, el miedo y el sufrimiento en el mundo actual>>, que se publicará el año próximo



                                                                         Bibliografía



1. Foucault, Michel. Microfísica del Poder. Las Ediciones de La Piqueta, Madrid 1979. pág. 156.
2. Ib. pág. 155.
3. Ib. pág. 156.
4. Ib. pág. 158.
5. Ib. pág. 157.
6. Ib. pág. 157..
7. Ib. pág. 157.
8. Benjamín, Walter. Imaginación y sociedad. Iluminaciones 1. Discursos Interrumpidos I. Historia y Coleccionismo: Eduard Fuchs. Taurus Ediciones, S. A. Madrid 1982. pág. 126.
9. Ib. pág. 126.
10. Ib. pág. 126.
11. Ib. pág. 127.
12. Jünger, Ernst. La Tijera. Tusquets Editores, S.A. Barcelona 1997. pág. 18.
13. Camus, Albert. El exilio y el reino. Alianza Editores, Madrid 2001. pág. 46.
14. Camus, Albert. El mito de Sísifo. Alianza Editorial, Madrid 2001. pág. 18.
15. Ib. pág. 19.
16. Ib. pág. 19.
17. Jünger, Ernst. Ib. pág. 145.
18. Ib. pág. 75.
19. Ib. pág. 164.
20. Ib. pág. 165.
21. Camus, Albert. El exilio y el reino. pág. 51.



                                                                                                        




        








                                                                                    
                                                                                                                                                                                                                                                                                                    












                                                      


                                                        


                                                       



martes, 6 de octubre de 2015

EL CONCEPTO DE HISTORIA EN WALTER BENJAMÍN: EL ÁNGEL DE LA HISTORIA.


                                 
                                                                   I




Antonio Mercado Flórez



Walter Benjamín en Tesis de filosofía de la historia se refiere a un cuadro de Paul Klee que se llama Ángelus Novus, y dice: “En él se representa a un ángel que parece como si estuviese a punto de alejarse de algo que le tiene horrorizado. Sus ojos están desorbitados, desmesuradamente abiertos, la boca abierta y extendidas las alas. Este deberá ser el aspecto del ángel de la historia. Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena de datos, él ve una catástrofe que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arrojándolas a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo desplazado y destruido. Pero desde el paraíso sopla un huracán que se ha enredado en sus alas y es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irremediablemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras los montones de ruinas crecen ante él hasta el cielo. Ese huracán simboliza lo que nosotros llamamos progreso. Aquellos que ven una cadena de datos y grandes personajes, hablan de progreso. El huracán enredado en las alas es lo que llaman progreso”.1 Este se levanta sobre las ruinas del pasado y el continuo de la historia. Entonces, ¿Qué deja el progreso y la visión de las filosofías racionalistas de la historia detrás de sí? Ilusiones ópticas y auditivas del pasado y el porvenir; y también, exiliados, desplazados, vencidos y muertos. Es decir, un montón de ruinas materiales y humanas.

Benjamín propone hacer un giro en la visión racionalista de la historia para posibilitar otros umbrales de indagación. Así de esa manera, percibir el devenir de diferentes formas. Que la escritura de la historia no esté determinada por la <<visión y el botín de los vencedores>>. Sino que estará dirigida a los que deja a la orilla del camino, exiliados, refugiados, inmigrantes, desplazados, sufrientes y vencidos. Propone que es necesario trascender la visión de las <<filosofías racionalistas de la historia>>, también la <<historiografía de los fenómenos>>. Y, entonces se podrá superar la dicotomía histórico-cultural, que presenta de un lado, la parte <<positiva>>, <<viva>>, <<preñada de futuro>>; y, de otra, la <<negativa>>, <<atrasada>>, <<inútil>>, <<excluida>>, <<desplazada>> y <<muerta>>.2 Porque siempre en la historia de la humanidad los escribas del poder y el saber han narrado la historia de los vencedores. Ahora se trata de darle vuelta al forro de los fenómenos, para que tengan vigencia los escombros de la historia. Pues bien, ¿De qué  peligro son salvados los fenómenos? No sólo del descrédito y el desprecio en el que han caído, sino también de la <<catástrofe>> que representa una manera de trasmitirlos <<celebrándolos>> como “patrimonio”. Son salvados cuando se evidencia en ellos la fisura. Así pues, hay una tradición que es <<catástrofe>>. Por eso es necesario reencantar el mundo de nuestros mayores, y hacerle frente a la <<actualidad que nos repugna, y detener su avance catastrófico>>: frente al dominio universal de la decadencia y el nihilismo. De ésta tarea es necesario restaurar los portillos de la historia desde las condiciones de la experiencia contemporánea.

 Desde el umbral político o, de las relaciones de fuerza en una sociedad en conflicto. Para alcanzar la paz se debe ubicar el <<dialogo>> y la <<verdad>> en la morada del lenguaje. Así podrán superar las <<falsas salvaciones>> que provienen del <<status quo>>, <<la cultura de los valores del mercado>>, los <<nacionalismos culturales o religiosos>> o del <<marxismo trasnochado>>. Entonces podemos escuchar la invitación que proviene de una <<escucha de la tradición que no esté a remolque del pasado, sino que medite el presente>>. De modo que podamos leer e interpretar los fenómenos de la actualidad, en las <<figuras>> del pasado. Dice Benjamín: <<Leer en la vida y las formas perdidas y aparentemente secundarias de aquella época, la vida y las formas de hoy>>.3 Así pues, prescindiendo de cierta visión de la historia y la realidad desvelar desde la actualidad que <<los artificiosos cortinajes del pasado siglo se han vuelto rancios>>. Estos escombros que la historia deja tras de sí, son <<materiales de vital importancia política>>. Porque pueden iluminar la situación de la clase dirigente, <<en el instante que empieza a mostrar los primeros signos de decadencia>>. Pero también la barbarie de las personas que se han aliado criminalmente con la técnica y el poder. Como expresa Imre Kertész, en Diario de la galera: <<Donde se ha asesinado por el poder, el poder conserva las angustias de los asesinos; quien asesina por el poder nunca lo suelta, y así hasta el infinito>>.

 <<Así también el historiador únicamente ha de levantar hoy un armazón, estrecho pero resistente –filosófico-, para llevar a su red los aspectos más actuales del pasado>>.4 Un armazón donde no hay vencedores ni vencidos, pero tampoco fenómenos que se celebran como patrimonio. Existe entonces una indagación que intenta poner a salvo los fenómenos, con el riesgo que sólo lo consiga mediante fragmentos o ruinas. El historiador ha de considerar estos materiales como <<un trabajador autónomo, sin vértigo y, de ser preciso solitario>>.

Es en el borde del abismo donde se intensifica la sensibilidad hacía el dolor, el miedo, el sufrimiento, el derramamiento de sangre y las potencias de la muerte. Por tanto, es tarea del pensador, del filósofo, del historiador y del sociólogo, reflexionar sobre su incidencia en la sociedad. Porque el ser humano es habitante de la frontera donde se entrelaza el hombre con el abismo de la oscuridad, el hombre con lo sublime. De modo análogo, es necesario, iluminar el siglo XXI mediante el presente, y desvelar desde el <<tiempo-ahora>> lo que oculta el <<continuum de la historia>>. Así que, <<es un salto de tigre al pasado. Sólo que tiene lugar en una arena en la que manda la clase dirigente. El mismo salto bajo el cielo despejado de la historia es el salto dialéctico>>: fragmentado y discontinuo. Asimismo, podemos percibir que los fenómenos, sus harapos, los escombros y desechos, no es necesario inventariarlos, <<sino dejarles alcanzar su derecho de la única manera posible: empleándolos>>.5

Esta es una reflexión que invita a escuchar los susurros de la tradición, la memoria y el recuerdo, el silencio que espera el momento oportuno para expresarse. No para quedarse anclado en el pasado, sino para que los escombros que el devenir deja tras de sí posibiliten comprender el presente. Y, revelen un haz fosforescente a la conciencia y la sensibilidad del ser humano: el sentido nuevo que se ofrece, inagotable, a nuevas búsquedas. Se trata de restaurar los escombros y hacer consciente una experiencia de la historia, que permita confrontar los dolores y los sufrimientos, que se han infligido a la sociedad. Confrontar el peso, el dolor y la angustia que acarrea la experiencia de la violencia. Captarlos en una <<dialéctica de imágenes lingüísticas>> y, no en la <<progresión y la continuidad>>.

A la luz de la lámpara de Walter Benjamín, en El libro de los pasajes, en el apartado de la Teoría del conocimiento, teoría del progreso alumbra que <<la barbarie se oculta en el propio concepto de cultura>>; a la vez en Tesis de filosofía de la historia afirma que <<no hay ningún documento de cultura que no sea también documento de barbarie>>. La apoteosis de la cultura como <<tesoros de valores>>, como <<patrimonio>>, confirma la <<tradición que es catástrofe>>. Se trata de mirar los fenómenos históricos desde el umbral de su fisura y desvelar lo bárbaro que esconden tras de sí. Desde el presente no olvidar los rudimentarios comienzos, para que desvelen el rostro de quienes los utilizan en el <<presente-ahora>>.

Como pensó André Bretón en Posición política del surrealismo, (parís, 1935) que: El determinismo económico no es el “útil absolutamente perfecto” porque “puede convertirse en la clave de todos los problemas de la historia”. Porque pertenece a la superficie del tiempo, y no determina la estructura fundamental de la existencia. Dice Benjamín <<que para un fragmento del pasado sea alcanzado por la actualidad, no puede haber ninguna continuidad entre ellos”.6 En este sentido, “toda circunstancia histórica que se expone dialécticamente, se polariza convirtiéndose en un campo de fuerzas en el que tiene lugar el conflicto entre su historia previa y su historia posterior. Se convierte en ese campo de fuerza en la medida en que la actualidad actúa en ella.  Y así es como el hecho histórico se polariza, siempre de nuevo y nunca de la misma manera, en historia previa e historia posterior”.7 El campo de acción es “la actualidad misma”. Por eso el determinismo histórico, económico o científico, no pueden convertirse en el fundamento de la existencia. Porque la vida y la realidad no se reducen a meras cifras u objetos. Ya que la vida y los fenómenos tienen unas raíces enigmáticas, misteriosas entrelazadas que el hombre es incapaz de percibir; porque éste en la cotidianidad sólo se atiene a los espejismos que se  irradian desde la superficie.

Para la reflexión Benjaminiana <<el materialismo histórico no persigue una exposición homogénea o continua de la historia>>. Sino romper con la exposición homogénea y continua de ésta. Ese campo de fuerza donde se polariza la <<historia previa y la historia posterior>>, debe tener lugar en la actualidad. Es la actualidad la que posibilita que el hecho histórico sea siempre nuevo. <<Choque frontal contra el pasado mediante el presente>>. Se trata de tomar consciencia que una historia homogénea de la literatura, la economía, la política, el derecho, la cultura, o las relaciones internacionales, no existe. <<En la medida en que las diversas épocas del pasado quedan afectadas por un grado completamente distinto por el presente del historiador, es irrealizable una exposición continua de la historia>>.8 Esta reflexión posibilita que un hecho histórico pueda mirarse como algo discontinuo en los cristales de la actualidad. Así, se ofrece siempre de nuevo al historiador, inagotable, en el <<presente-ahora>>.

 A saber, la exposición discontinua de la historia <<lleva al pasado a colocar al presente en una situación crítica>>.9 Porque <<es el presente el que polariza el acontecer en historia previa y posterior>>. Además, ¿Qué acontecerá en la arena de la historia después de lo acaecido en el siglo XX? ¿Qué sucederá después del quebrantamiento de la palabra y la vida en los campos de Internamiento? ¿Qué sucederá en el siglo XXI sí el hombre se convierte en objeto o en número? ¿Nos resignaremos a que ya nada nuevo acontecerá en la historia? Si el siglo XX fue el de la derrota del hombre y el triunfo de la razón, el de la barbarie sobre la civilización. Quizá nos permita soñar una vez más <<la noción de un presente que volvería a representar eternamente la misma <<intriga del ser>> de la que habla Emmanuel Lévinas, instando al pensador a hacerse cargo sin descanso de las esperanzas y las penas, del pasado y el porvenir>>.10  

Como expresa elocuente Benjamín: <<El concepto auténtico de la historia universal es un concepto mesiánico>>. De justicia, convivencia y paz, entre las naciones del mundo. Porque en un mundo desgarrado por la sinrazón y la animalidad política, recae sobre el pensador, el poeta, el escritor, el artista, una responsabilidad ética. Como expresó Joseph Brodsky: <<La filosofía del poder, su ética –y no digamos su estética-, es siempre <<ayer>>. La lengua y la literatura son siempre <<hoy>>, y a menudo –sobre todo allí donde haya un sistema político digno- pueden llegar a construir <<mañana>>. Uno de los méritos de la literatura (o de cualquier arte) reside precisamente en que ayuda a las personas a individualizar más su vida, a distinguirse de la multitud de sus predecesores y sus coetáneos, y evitar así la redundancia, es decir, ese destino de ser, como se dice eufemísticamente, una víctima de la historia>>.11 Ya que de las ruinas del pasado y los portillos de la historia, los sufrimientos y los dolores, debe brotar el fruto de la vida y la esperanza. Debemos ser capaz <<mediante un gesto, darle la vuelta hacia fuera al forro del tiempo>>. Para donar a los hombres como un presente divino, el abismo de la trascendencia. Así podrá el historiador remontar el devenir de la historia, para ofrecernos la Redención. Y, poder componer los portillos de la historia y de la vida, desde el horizonte mesiánico: en justicia, verdad, paz y libertad.

 Si <<la multiplicidad de las historias es comparable a la multiplicidad de las lenguas>>, la tarea del pensador es ayudar a la reparación del mundo. Captar los fenómenos en el horizonte de una <<dialéctica de imágenes>> y, no en una <<dialéctica de la progresión y la continuidad>>. Porque la historia no sólo es una ciencia, sino también una forma de rememoración. <<Lo que la ciencia ha <<establecido>>, puede modificarlo la rememoración>>. De ahí que es <<el recuerdo y memoria, los que permiten que rompamos con la actualidad que nos repugna, y detener su avance catastrófico>>. La rememoración nos pone en el camino de la <<convicción de que toda verdad tiene su morada o palacio ancestral en la lengua, que ese palacio está hecho de los más antiguos logoi y que, frente a una verdad así fundada, las aspiraciones de las ciencias particulares siguen siendo algo subalterno>>.12

En esta tesitura <se comprende el zócalo proustiano de las categorías del último pensamiento de la historia: el despertar, la rememoración, el tiempo del ahora>>.13 Ya que se orienta contra la historiografía erudita, contra el historicismo positivista que toma los hechos históricos tal como acontecieron, <<cómo las cosas sucedieron realmente>>. Esto se convirtió para Benjamín en <<el más poderoso narcótico del siglo>>. En fin, se trata de <<liberar las inmensas fuerzas de la historia que permanecen encadenadas en el <<erase una vez>> de la historiografía clásica>>.14 En el apartado del Libro de los Pasajes, Teoría del conocimiento, teoría del progreso, Benjamín identifica el <<momento del despertar>> con el <<ahora de la cognoscibilidad>>: Y, dice elocuente: <<Del mismo modo que Proust empieza la historia de su vida con el despertar, así también toda exposición de la historia tiene que comenzar con el despertar, más aun, ella no puede tratar propiamente de ninguna otra cosa>>.15 Por eso, el objeto de ésta investigación es despertar del siglo XX.

En ese sentido, se abre la posibilidad que el <<ahora de la cognoscibilidad en que las cosas adquieren su verdadero rostro>>, posibilite <<reunir en la angostura de un instante el pasado de los sueños y el futuro de la espera>>.16 Desvelar en un torbellino de luces y colores lo que <<el mundo sueña desde hace mucho con algo de lo que sólo tiene que cobrar consciencia para poseerlo en realidad>>.17 En este orden, el presente es el tiempo del testimonio que acoge un <<saber-aún-no-consciente del Antaño>>, capaz de refractar la promesa de un porvenir. Y, así trascender <<las filosofías racionalistas de la historia>>, su <<exposición homogénea o continua>>, como también las nociones de <<progreso y decadencia>>. Y, así de esa manera, <<descubrir en el análisis del pequeño momento singular el cristal del acontecimiento total>>.

Walter Benjamín nos invita a conocer el presente como un <<mundo de vigilia con el que se relaciona en realidad ese sueño al que llamamos pasado>>: donde sólo se puede acceder a la actualidad si recurrimos a la rememoración (Eingedenken). La imagen que tiene de su frágil existencia histórica, lo lleva a recurrir a la tradición y la memoria del judaísmo. En este sentido, la noción judía de recuerdo (Zekher), le sirve como punta de lanza para precisar que <<no designa la conservación en la memoria de los acontecimientos del pasado, sino su reactualización en la experiencia del presente>>.18 Es en la memoria y el recuerdo, la tradición y la lengua, donde se <<funda la cadena de la trasmisión, que trasmite de generación en generación los acontecimientos pasados>>. Entonces, ¿Cuál es el fin de la filosofía? Que <<sólo puede aspirar al discurso de la Revelación mediante el regreso de la memoria a la percepción original>>. ¿Cuál es la tarea del filósofo? Desvincular desde la reflexión la noción del tiempo histórico y del progreso, para fundar <<un concepto del presente como “ahora”, en el que han penetrado los destellos del tiempo mesiánico>>.

Destellos que vinculados a la perspectiva de una reparación del mundo y a una independencia frente a la marcha de las cosas. O, en otros términos, sobre el horizonte mesiánico de la paz, la justicia y la verdad. Por tanto, la auténtica existencia histórica se expresa en el horizonte mesiánico de la Tradición, la Revelación y la Redención. Este se desdobla en dos perspectivas: el histórico y el litúrgico. Así que, la liturgia declina en alabanza la bendición del Nombre sobre el horizonte mesiánico para <<que su reino venga a reinar en nuestra vida y en nuestros días, y en la vida de todo Israel>>. Benjamín privilegia la noción de Redención, como discontinuidad del tiempo histórico, no como “hilo rojo de una necesidad de las cosas”. No olvidemos que el pensamiento de Benjamín se estructura sobre tres pilares: <<De las concepciones místicas de la reparación del mundo mediante el regreso al origen; la recolección de los elementos dispersos mediante la Creación o la irrupción intempestiva del Mesías, más que la de un advenimiento de la era mesiánica como realización del tiempo histórico, tal como había sido elaborada, sobre todo, por la filosofía medieval>>.19 

Gershom Scholem en la correspondencia que establece con Benjamín dice que, las nociones de Revelación (con las referencias a la Torah, la enseñanza y los textos sagrados), de mesianismo y Redención, ejercen en el movimiento de sus pensamientos <<una función reguladora>>. Por eso, la dialéctica marxista se enmarca dentro de la idea de progreso, en cambio, la de las imágenes de Benjamín, lo hace dentro de la Tradición y el <<regreso de la memoria a la percepción original>>. Así pues, la mística es una <<caja de herramientas>>, que le ayuda a confrontar los dolores de la experiencia del exilio y el quebrantamiento de la existencia individual.

 Desde la perspectiva del sentido histórico, Benjamín observa que: <<Nada de lo que alguna vez tuvo lugar está perdido en la historia. Sin duda, sólo a la humanidad redimida le corresponde plenamente su pasado>>. Habría que restablecer las perspectivas en las que el mundo del torturado, del desplazado, del sufriente, del internado, los vencidos o los muertos, posibilite que su pasado sea <<citable en su integridad>>. Ya que <<cada uno de los instantes que han vivido se convierte, en “una cita al orden del día”, y ese día es precisamente>>, el de la Redención.20

Se trata, en su defecto, de despertar los fenómenos del sueño invernal en que han caído, porque así lo ha querido la clase dirigente y darles el <<status>> que es debido. ¿De qué se trata realmente en el mundo de los fenómenos? <<No sólo del desprecio y del descrédito en que han caído>>, sino de la <<catástrofe a que los aboca muy frecuentemente la exposición que hace de ellos un determinado tipo de tradición, <<honrándolos como herencia>>. Quedan salvados mostrando en ellos la discontinuidad. Hay una tradición que es catástrofe>>.21 Desde los escombros de la historia y las imágenes místicas de la Tradición y la Cábala, Benjamín evoca la reparación del mundo que representa, en su forma autentica, <<la tarea del Mesías, más no la del ángel de la historia>>. Porque éste es incapaz de dar el <<salto>> para redimir del horror y la barbarie, al ser humano. Desde esta perspectiva histórica sólo allende del tiempo se configura la auténtica existencia del hombre: el lugar donde mora la Revelación y la Redención.

A partir de lo que aconteció en el siglo XX, el <<salto en el horror y la barbarie>>, su devenir tras de sí arrastra un motón de ruinas materiales y humanas. Así que, reconstruir normalmente las nociones de mundo e historia, de hombre y saber, después de lo acontecido, es algo traumático, psicológica y moralmente, para los filósofos mesiánicos. En Minima Moralia, Adorno reflexiona sobre el <<salto en la barbarie>> donde expresa que la lógica de la historia es tan destructiva como los hombres que procrea.22 Es necesario entonces escribir la historia desde un punto de vista de los vencidos, para que la escritura y la existencia actual, se hagan cargo <<de lo que se ha quedado en el borde del camino>>, o tal vez de <<los desechos y los rincones sombríos que habían escapado>> al pensamiento. Hacerse cargo, en efecto, de lo que no encaja en la historia oficial, las leyes del movimiento, los fenómenos históricos, porque trascienden las determinaciones de la sociedad. Eso que el tópico y el lugar común oculta, son los materiales del historiador. Para poder construir, hay que derribar los escombros de la historia que obstaculizan la experiencia y el saber.

En esta alta civilización técnica y de despropósitos humanos <<el movimiento se hace cada vez más preciso y a la vez gira sin fin>>. Y, nos damos cuenta que el Ángel de Historia es incapaz de redimirnos del sufrimiento y el dolor, que nos infligen los poderes actuales. Entonces, por así decir, es necesario hacer un llamado a la filosofía, al arte, la poesía, la literatura, la teología, para que asuman <<la responsabilidad frente a la desesperanza>>. Porque sería algo así como, <<un intento de considerar todas las cosas tal como se presentarían desde el punto de vista de la Redención>>. Y, para que acontezca <<habría que establecer perspectivas en las que el mundo se vea desplazado, extranjero, y revelando sus fisuras y grietas, tal como, indigente y deformado, aparecerá un día a la luz mesiánica>>.24 Aparecerá un día la justicia universal como expresión ética e histórica del mundo global.

Es en el horizonte mesiánico como promesa de un porvenir, donde Benjamín trata de superar las nociones de progreso y decadencia. Y, poder <<descubrir en el análisis del pequeño momento singular el cristal del acontecimiento total>>. Entonces al mirar detrás del forro de los fenómenos, darnos cuenta de <<la indestructibilidad de la vida suprema en todas las cosas>>.25 En las Tesis de filosofía de la historia, Benjamín reflexiona sobre el despliegue del pasado en la historia. Cree que <<el pasado está marcado con un índice secreto, que lo remite a la Redención (…) Siendo así, entonces existe una cita tácita entre las generaciones pasadas y la nuestra. Hemos sido esperados sobre la tierra. A nosotros como a cada generación precedente, se nos ha concedido una débil fuerza mesiánica sobre la cual el pasado puede hacer valer una pretensión>>.

Se trata desde el umbral de la historia, el pensar y la estética, descubrir a ojos vista que en la actualidad la barbarie (económica, política, social, cultural y la violencia actual), se pone la máscara del Estado y sus instituciones, del saber, del poder, la ciencia y la técnica. Por eso, <<se esconde detrás del concepto de cultura>>. <<El orden mundial –dice Imre Kertész-, es el encanto cotidiano del mal. Algún error terrible, alguna ironía diabólica actúa en el orden mundial, que, sin embargo, se vive como una vida normal, y ese error terrorífico es la cultura, el sistema de ideas, el lenguaje y los conceptos, los cuales ocultan ante ti el hecho de que llevas tiempo siendo una pieza bien engrasada de la maquinaria creada para tu exterminio>>. Entonces podemos darnos cuenta que, el encantamiento del mal, es un débil reflejo del mal como entidad en sí, ya no necesariamente relacionado con el hombre y sus actos de barbarie; sino con su incidencia en la naturaleza, inmanente al mecanismo natural de las cosas, el Tiempo, que en su progresión despersonaliza y deshumaniza al ser humano.

Ahora bien, ¿Qué nos reserva el pasado de los fenómenos históricos en la actualidad? No sólo la ruptura con lo divino, lo natural, las cosas rítmicas o cadentes, también nos depara un montón de ruinas, cosas vacías que miramos con horror. Quizás depare lo que sugiere Pierre Bouretz, “liberar la esperanza humana a partir de los órdenes de la religión o bajo el impacto de una sensación de que la Tradición habría agotado su sentido”. Además, pensar la historia en relación con la actualidad, posibilite que surjan las imágenes que revolotean en nuestro inconsciente, de querer justificar la muerte en sí y para sí, <<de justificar un sentido a lo que no tiene sentido>>. Resulta quizá difícil conformarse y simpatizar con la existencia que se adapta a lo establecido, a la masa y uniforme, que ofrecen los sistemas como antídoto para adormecer el pensamiento crítico en la actualidad. Adaptarse a lo absurdo de la historia y sus configuraciones en el tiempo, significa entonces anular la individualidad. Ahora, ¿Por qué es importante el pensamiento histórico en la actualidad? Porque problematiza lo actual, el presente-ahora, y <<esta realidad sólo se vuelva problemática cuando la interpretas, esto es, cuando intentas sacarla de la oscuridad: en ese momento calas su absurdo>>. Por eso dice Imre Kertész: <<Tenemos el derecho o, es más, la obligación de pensar con osadía>>.

 Se trata que la interpretación de la historia no nos conduzca a emitir juicios morales y exaltar el botín de los vencedores, sino tomar consciencia que <<la verdad ya no es universal>>. Se trata en un mundo caótico, mecanizado, fugaz y violento, de <<responder de nosotros mismos: es lo más difícil y siempre lo ha sido>>. ¿Saben por qué? Porque <<nuestra época no es propicia para la conservación del individuo: nos resulta más fácil entregarnos a teorías sobre la salvación del mundo que aferrarnos a nuestra existencia propia, singular e irrepetible. Elegir nuestra propia verdad que en vez de la verdad>>. Se trata de tener consciencia que el mundo cambia y que nosotros cambiamos dentro de él, y la historia se ofrece cual <<caja de herramientas>> para transformarlo. Que la vida es una elección estética que los poderes actuales tratan de afearla, despojándola de la carga maravillosa que significa ser responsable de sí mismo. Se trata que desde la historia, la estética y la filosofía, ser consciente que en <<en la vida de un ser humano se produce un instante en que de pronto toma consciencia de sí mismo, y sus energías se liberan; a partir de ese momento podemos contar nuestro tiempo, en ese momento nacemos>>, escribe Kertész en Diario de la galera.

                                                                 

                                                                      Bibliografía


1. Benjamín, Walter. Tesis de filosofía de la historia. Editorial Taurus, Madrid 1982. pág. 183.
2. Benjamín. Libro de los Pasajes. Ediciones Akal, S. A., Madrid 2005. pág. 461.
3. Ib. pág. 461.
4. Ib. pág. 461.
5. Ib. pág. 462.
6. Ib. N 7, 7.
7. Ib. N7a, 1.
8. Ib. N7a, 2.
9. Ib. N7a, 4.
10. Bouretz, Pierre. Testigos del futuro. Filosofía y mesianismo. Editorial Trotta., Madrid 2012. pág. 292.
11. Brodsky, Joseph. Del dolor y la razón. Ediciones Destino., Barcelona 2000. pág. 57.
12. Bouretz. Ib. pág. 266.
13. Ib. pág. 293.
14. Benjamín. Ib. N3, 4.
15. Ib. N4, 3.
16. Bouretz. Ib. pág. 293.
17. Benjamín. N5a, 1.
18. Bouretz. Ib. pág. 293.
19. Ib. pág. 295.
20. Ib. pág. 295.
21. Benjamin. N9, 2.
22. Bouretz. Ib. 329.
23. Ib. pág. 297.
24. Ib. pág. 297.
25. Ib. pág. 327.