miércoles, 3 de enero de 2024

EL NACIONAL POPULISMO: LAS GRANDES CONVULSIONES EN EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

 

              

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

 

Sabemos que la deriva que la globalización generó fue una reacción violenta en todo el mundo.  Porque los beneficios que generaba eran acumulados por selectas minorías económicas, políticas y culturales. Esto, por supuesto, perjudicó a la clase trabajadora y media blanca de Europa Occidental y norteamericana. Y benefició a algunos países asiáticos y, en particular, a la clase trabajadora de China o Corea del Sur. De ahí que la libre circulación de personas posibilitó una inmigración desbocada. Así, aunque el conservadurismo liberal gane elecciones en la actualidad, sus principios ideológicos, su ideario político, social y económico, se lo está expropiando la extrema derecha, populista y nacionalista. Pero existe una contradicción interna en la derecha populista que consiste en destruir las instituciones democráticas y las libertades fundamentales y, la otra, que no tienen programas para solucionar los problemas sociales, políticos, económicos o culturales de las sociedades actuales.

Por eso vemos que desde el año 2016 la extrema derecha populista gana adeptos y la derecha moderada es paquidérmica, vive un proceso de involución y parálisis para dar respuestas a los requerimientos y esperanzas materiales, técnicos, políticos, morales, sociales o culturales. Son agentes reactivos y no activos ante los acontecimientos históricos del momento. De ahí que Europa Occidental, Norteamérica y Latinoamérica, estén viviendo una época de involución y de reacción violenta ante los principios de la democracia liberal, los derechos políticos y sociales, la libertad de pensar y de Ser, la igualdad de género y el derecho a la opción sexual.         

Ahora, el auge del populismo y la extrema derecha que afecta a los europeos, y con las elecciones a Eurocamara en junio, donde la extrema derecha-populista puede acceder a la Comisión bajo el lema de la crisis migratoria. Pone en jaque al liberalismo y a la socialdemocracia, que componen el ejecutivo europeo, porque pueden dar paso en las próximas elecciones a los euroescépticos y xenófobos. De esta manera el Partido Popular Europeo tiene una responsabilidad histórica con Europa, ya que de él dependerá si los acoge en su seno para formar mayoría parlamentaria, de entrar en la Comisión y condicionar las decisiones parlamentarias. Esto representaría un freno a la Unión Europea respecto a la integración y las políticas sociales o de inmigración. Si esto llega a suceder crearía un clima mal sano en la convivencia de los veintisiete países que la componen. Como está haciendo Viktor Orbán en la actualidad.

Desde otra perspectiva, la izquierda tiene alternativas fuera de los presupuestos de la derecha liberal, como en reformas sociales, laborales, económicas, fiscales, que benefician a los electorales. La izquierda tiene programas e idearios que trascienden a la derecha moderada, a la extrema derecha y al populismo nacionalista. De ahí que sobreviva en pocos países como España con Pedro Sánchez: Presidente del Gobierno.

España es una democracia madura donde se respetan los derechos políticos y sociales de los ciudadanos. También se respeta y funciona la división de poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Donde la Monarquía cumple una función importante dentro del Estado Español y en lo que respecta a las relaciones internacionales con otros Gobiernos y Estados del mundo. Por eso, resulta insólito que, la vida social, la convivencia pacífica y democrática de los españoles, esté siendo alterada por el partido de extrema derecha liderado por José Abascal: VOX.

De ahí que resulta preocupante la concatenación de acontecimientos agresivos y destructivos de la extrema derecha abalados en silencio por el Partido Popular, puedan atentar contra la convivencia pacífica de todos los españoles. Hay que ser contundente en los discursos o relatos contra cualquier acto de violencia que atente contra la paz social y el bienestar de los ciudadanos.

Así que, el simbolismo de la violencia y la crispación que difunde la extrema derecha, ha de ser rechazado no sólo por el PSOE, el PP, sino también por todo el cuerpo social de los españoles. La prudencia verbal ha sido siempre desde que se estableció la democracia en España, un punto de referencia a nivel internacional y nacional. No se puede incitar y jalear a las masas a la violencia y las descalificaciones, porque es peligrosos en un Sistema donde se respeta el Estado de Derecho y las Instituciones Públicas y Privadas. En su conducto, son los líderes políticos los que tienen que estar a la altura de las circunstancias histórico-políticas y la responsabilidad de poner fin a la incitación a la violencia y las descalificaciones del contrincante político.

La derecha moderada representada por el PP, no puede apoyar esta deriva de descalificaciones y violencia callejera, porque es un partido que se ofrece como alternativa de gobierno. De ahí que el dialogo y el entendimiento es una característica de la sociedad y la práctica política española. Y, esto debe parar de inmediato para beneficio de la vida política, social y de convivencia pacífica de todos los españoles. Sabemos que la confrontación, la exclusión y la violencia beneficia a la extrema derecha.

Tengamos presente estas palabras del Editorial del periódico El País del 03/01/2024 que dice:

“Las manifestaciones ante las sedes del PSOE, las injurias a instituciones del Estado, como la Corona, las quemas de banderas o los agresivos gestos entre políticos puede que aún no haya contagiada a la calle, pero son un pésimo síntoma que hay que revertir. Las democracias corren peligro cuando la clase política no solo no aísla a los extremistas, sino que en ocasiones casi los azuza. Las democracias funcionan mejor cuando las Constituciones se apuntalan con normas no escritas: la tolerancia mutua y la contención son guardarraíles imprescindibles. Los discursos del odio tienen consecuencias. Lo hemos visto ya en el Capitolio, en Brasil, en muchos países”.

Por eso, en la actualidad hay que concatenar una pluralidad de elementos para dar respuestas objetivas y coherentes, ante la incertidumbre de las sociedades ante el auge de la extrema derecha en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.  Esta idea es viable para la derecha moderada y la izquierda sino quieren ser absorbidos por la extrema derecha o el nacional populismo. Ahora bien, ¿por qué débenos concatenar diversas variables? Porque el nacionalismo a seca de los trabajadores empobrecidos por el capitalismo global, no es suficiente para ganar las elecciones de un país, tanto regionales o generales. Tampoco el libre mercado y el libre comercio, sino hablar con claridad sobre los problemas fiscales, el bajo crecimiento, la inflación, el desempleo y cómo abordar la deuda externa, entre otros.

Y, de otra parte, ser sinceros con las sociedades y decirles las consecuencias que tendrá en la actualidad y las generaciones siguientes. También hablar que están en contra de las fronteras abiertas, del relativismo cultural y, conjugar los principios económicos del liberalismo clásico con políticas sociales y de inmigración controlada. Así se desmonta el ideario político y económico de la extrema derecha y el nacional-populismo. De lo contrario no se está a la altura de las circunstancias históricas y de las esperanzas de las sociedades actuales.

Ahora, el año 2024 se enfrenta a elecciones en la India, Taiwán, Estados Unidos y México, que repercutirán en el Orden Internacional, y las democracias se pondrán a prueba para enfrentar los conflictos armados regionales y buscar soluciones viables para Palestina e Israel, Ucrania y Rusia. Pero lo más preocupante es que Donald Trump gane las elecciones en Estados Unidos, porque será un peligro para la alianza transatlántica, la estabilidad mundial y las políticas migratorias entre México y Estados Unidos.

Preguntamos, ¿será que se está configurando en el Orden Mundial una nueva guerra fría entre Estados Unidos y China? Sí esto llega a suceder, la Unión Europea ha de plantearse su papel geoestratégico en el Nuevo Orden Internacional. De lo contrario Europa queda desprotegida ante Estados Unidos y China como potencias militares, tecnológicas, económicas y geopolíticas.

No hay que negar que Europa depende de Estados Unidos para su seguridad, el manejo de los lenguajes digitales, la Inteligencia Artificial o los computadores cuánticos, son monopolio de estas dos superpotencias, no de Europa. Sí Donald Trump gana las elecciones y se retira de la OTAN, Europa tiene que replantearse en invertir mucho dinero para convertirse en autónoma estratégicamente y eso requiere tiempo. Ahora, si Rusia gana la guerra ante Ucrania, Europa tendrá un enemigo en sus fronteras y quedará expuesta ante China y Rusia.

En América Latina, de otra parte, el populismo se convirtió en una herramienta política que basa su discurso en la polarización y la exclusión, donde las elites políticas, económicas, sociales o culturales, se perciben como corruptas y delincuenciales. Que tienen como objetivo defender sus intereses en todas las esferas de la sociedad. Así, el discurso populista enarbolado por el Líder, se convierte en algo importante en la discusión o la reflexión política.  

Sí el discurso populista de Latinoamérica tiene éxito es porque los líderes políticos no han estado a la altura para responder a las esperanzas y necesidades de sus pueblos. Ahora, sí no se respeta el Estado de Derecho, sí existe una clase política corrupta, y no se garantiza la igualdad ante la ley, la diversidad ideológica y de partidos, la libertad de pensar o escribir, y las instituciones públicas y privadas no velan por el bienestar de la sociedad; entonces no es raro que prospere el discurso populista entre los excluidos del cuerpo social y del ejercicio del poder.

Sabemos que el populismo no tiene programas que respondan a las verdaderas necesidades de los pueblos Latinoamericanos, sino discursos simplistas que llegan a las emociones y las pasiones profundas de la gente. Preguntamos, ¿a quién responde el discurso político populista? No a las necesidades materiales y espirituales de la mayoría del cuerpo social, sino a la confrontación con las elites posesionadas en el Estado y sus instituciones, el poder económico y financiero, que controlan y dominan desde los medios de comunicación, las redes sociales, la educación y la cultura.

Sabemos que no todo populismo termina en autoritarismo, pero sí existen gobiernos populistas que en el transcurso del tiempo se convierten en autoritarios. En Latinoamérica el ascenso del populismo está ligado al rechazo de la clase política y las elites gobernantes. Los pueblos están frustrados y se sienten traicionados y terminan votando por candidatos que algunas veces no representan sus ideales y esperanzas frustradas. El triunfo de Gustavo Petro en Colombia es clarísimo y evidente, gana las elecciones no por su Programa de Gobierno sino porque la gente quería un cambio y sacar a las elites políticas del ejercicio del poder. A donde derive su Gobierno ya el tiempo lo dirá.

En este orden de ideas, algunos líderes populistas se valen de una pluralidad de circunstancias y elementos, la inseguridad y la violencia, por ejemplo, para implementar políticas autoritarias y excluyentes. La solución que pone en práctica Bukele en el Salvador está ligada a desmantelar el Estado de Derecho, las libertades individuales y cualquier persona que cuestione su discurso y el ejercicio del poder, se convierte en enemigo de todos los salvadoreños.

El populismo nos presenta una sociedad de dos umbrales a escoger: entre el blanco y el negro. O, lo que es lo mismo, entre buenos y malos. Una decisión del libre arbitrio del Líder Carismático que llega a las pasiones más profundas de las personas; pero no es un discurso racional y libre donde enseñe a los ciudadanos “a aceptar su responsabilidad personal y hacer lo que considere correcto; su elección será racional si advierte conforme a que principios elige, y será libre si pudo haber elegido de otra manera”. (Isaiah Berlin).

De ahí que encarnen la bondad y la pureza en el discurso que tratan de vender al pueblo, pero es un relato excluyente y agresivo, en relación con las elites o actores políticos opuesto a ellos. Por eso, el discurso que emplean estigmatiza, excluye y lleva incluso a incitar a la violencia contra el Otro. El populista ejerciendo el poder concibe al opositor como disruptor o perturbador de lo establecido como verdad por el Sistema. La crítica al Gobierno, por ejemplo, se concibe como un peligro para la estabilidad del Sistema y del ejercicio del poder.

Esto es muy peligroso para las sociedades libres y democráticas, porque los discursos políticos se entrelazan y se termina utilizando las mismas herramientas discursivas del populista. Así que, la violencia del discurso populista es inherente a su pensamiento, a sus ideales y comportamiento político. En otras palabras, la violencia es consustancial al populismo y representa un peligro para la paz, la concordia y la unidad de la nación.

No olvidemos, que el ser humano es ambiguo, contradictorio, infinito e insondable, estas esferas configuran nuestra manera de percibir, entender y sentir el mundo y la realidad. Por tanto, desde la condición humana y la política, podemos pensar y comprender el populismo en la actualidad.  

                                                         Madrid a 02/01/2024

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