Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.
Hannah Arendt en el texto La condición humana, piensa que los
primeros efectos de los triunfos singulares de la ciencia se han dejado sentir
en una crisis dentro de las propias ciencias naturales. La dificultad reside en
el hecho que las <<verdades>> del moderno mundo científico, si bien
pueden demostrarse en las fórmulas matemáticas y comprobarse tecnológicamente,
ya no se presentan a la normal expresión del discurso y del pensamiento. En la investigación de las ciencias
naturales y de las matemáticas, el discurso y el pensamiento no están a la
altura de un lenguaje cada vez más abstracto.
El desarrollo científico-técnico
trajo una crisis en la naturaleza lingüística del hombre, el pensamiento y las
esferas de la cultura. Parece que fuéramos incapaces de entender, esto es, de
pensar y hablar las cosas que, no obstante, hace la ciencia y la técnica. En
este caso, sería como si nuestro cerebro, que constituye la condición física,
material, de nuestros pensamientos, no pudiera seguir lo que realizamos, y en
adelante necesitáramos máquinas artificiales para elaborar nuestro pensamiento
y habla. (Arendt). Así, el sentido trágico de la vida del hombre se expresaría
en que, se convirtiera en esclavo de las máquinas y del conocimiento. El
problema surge porque las ciencias han adquirido un gran significado político.
Donde quiera que esté en peligro
lo propio del discurso, la cuestión se politiza, ya que es precisamente el discurso
lo que hace del hombre un ser único. Si siguiéramos el consejo, con el que nos
apremian tan a menudo, de ajustar nuestras actitudes culturales al presente
estado del desarrollo científico, adoptaríamos con toda seriedad una forma de
vida en la que el discurso dejaría de tener significado, ya que las ciencias de
hoy día han obligado a adoptar un <<lenguaje>> de símbolos
matemáticos que, si bien en un principio eran sólo abreviaturas de las
expresiones habladas, ahora contienen otras expresiones que resulta imposible
traducir a discurso. (Arendt).
Si llegáramos a ajustar nuestras
actitudes culturales al estado del desarrollo científico, de ipso facto, el
discurso no respondería a las apetencias humanas. A los requerimientos más
profundos de la naturaleza y la condición humana. La razón por la que puede ser
prudente desconfiar del juicio político de los científicos, consiste, en que se
mueven en un mundo donde el discurso ha perdido su poder. Puede que haya
verdades más allá del discurso, y tal vez sean de gran importancia para el
hombre en singular, es decir, para el hombre en cuanto no sea un ser político,
pero los hombres en plural, o sea, los que viven, se mueven y actúan en este
mundo, sólo experimentan el significado debido a que se hablan y se sienten
unos a otros a sí mismos. (Arendt).
Uno de los aspectos del
desarrollo científico es que ha aparcado la zona de la sentimentalidad y el
discurso natural. El logos natural multifocal,
ambiguo, contradictorio, infinito e insondable, se está reemplazando por las matemáticas,
la estadística, los lenguajes digitales y las imágenes. Con la técnica y la
ciencia basta dicen los científicos, porque han llegado hasta las células del
cerebro humano. Esto trajo que los elementos de la condición humana entraran en
crisis: la propia vida, la natalidad, la mortalidad, la mundanidad, la
pluralidad y la Tierra.
Pero lo más significante en la
actualidad se presenta a los hombres, con la revolución en los medios de
comunicación. La lengua natural se ha
ubicado en su parte material y los hombres hablan un lenguaje completamente
diferente. El lenguaje de las imágenes, de los medios de comunicación de masas,
de las Plataformas Digitales, de Twitter, de Facebook, etc. Que están
desgarrando naturaleza lingüística del hombre y los contenidos espirituales del
lenguaje. Porque ya no comunican la naturaleza que les corresponde.
Walter Benjamín a principios del
siglo XX, en Experiencia y Pobreza
expresó que, una pobreza del todo nueva ha caído sobre el hombre al tiempo que
ese enorme desarrollo de la técnica. Pero desde luego está clarísimo: la pobreza
de nuestra experiencia no es sino una parte de la gran pobreza que ha cobrado
rostro de nuevo –y tan exacto y perfilado como el de los mendigos en la Edad
Media. Y se pregunta, ¿para qué valen los bienes de la educación sin no nos une
a ellos la experiencia?
Con el primado de la técnica Benjamín
percibe, entre otros, la crisis de la
experiencia que mana de boca a oído. Una nueva cultura que no sólo da
cuenta del hombre de carne y hueso, sino también del lenguaje. La pobreza de la
experiencia: no hay que entenderla como si los hombres añorasen una experiencia
nueva. No; añoran liberarse de las experiencias, añoran un mundo en torno en el
que puedan hacer que su pobreza, la externa y por ultimo también la interna,
cobre vigencia tan clara, tan limpiamente que salga de ella algo decoroso. No
siempre son ignorantes o inexpertos. Con frecuencia es posible decir todo lo
contrario: lo han <<devorado>> todo, <<la cultura>> y
<<el hombre>>, y están sobresaturados y cansados. (Benjamín). Por
eso, en el mundo de la ciencia y de la técnica, la pobreza de la experiencia se
hermana con la más elevada y la más pura actividad de la que es capaz el
hombre, la de pensar y con la del lenguaje en general.
Así que, más próximo y quizás
igualmente decisivo es otro hecho no menos amenazador: el advenimiento de la
automatización y del maquinismo. Que probablemente en pocas décadas vaciará las
fábricas y liberará a la humanidad de su antigua y natural carga, la del
trabajo y la servidumbre de la necesidad. En este caso, parece como si el
progreso científico y el desarrollo técnico sólo hubieran sacado partido para
lograr algo que fue un sueño en otros tiempos, incapaces de hacerlo realidad.
(Arendt). Esto sólo fue un sofisma de distracción de los que ejercen el poder y
del beneficio de la ciencia y de la técnica a la humanidad.
Según Heidegger, entender su procedimiento es
comprender el significado de la esencia de la técnica. En este caso, trasciende
el movimiento de las manipulaciones técnicas como actividad. Uno de los
problemas que plantean los procesos técnicos consiste en las manipulaciones que
están llegado hasta los átomos del cerebro, los sentimientos, el espíritu, el
alma y la conducta. En consecuencia, los instrumentos se utilizan en la
vigilancia masiva, y para explorar un planeta como marte.
El control y el dominio
por parte de los Gobiernos, es, tan audaz y sutil, que utilizan una
multiplicidad de distractores, la publicidad, el consumo masivo, la cultura de
masas, las estadísticas, el miedo y los sentimientos, para ejercer el poder.
Así que, se consume un producto de la canasta familiar como se compran y se consumen
datos, que manejan las Plataformas de la
Información (Internet, WhatsApp,
Twitter, Redes Sociales, etc.).
Además, estamos vigilados,
atravesados y trascendidos por las imágenes, los lenguajes digitales y las
redes globales. Esto es completamente diferente a entender la esencia de la
técnica desde el umbral cognitivo; que no es otra cosa, que comprender en que
se basa toda fabricación y toda producción. O, en otras palabras, entender o
comprender el procedimiento de lo que se hace: un coche, una silla, una mesa,
etc.
La humanidad ahora camina
por un desfiladero estrecho y funesto, que la conduce a precipitarse al
“brillo” de los instrumentos técnicos. En la esfera de la biología y la
reproducción técnica de la vida, por ejemplo, la de que el hombre se produzca a sí mismo técnicamente. Si sucede
a gran escala el hombre saltaría por los aires cual costra seca; en la medida
que desaparece su esencia como
subjetividad. (Heidegger).
Esto supone que el hombre
espiritual y la zona de la subjetividad, el que se interroga y se inculpa a sí
mismo, es un hombre situado a nuestras espaldas y los valores de ese hombre,
han quedado rebatidos por la técnica. No faltan esfuerzos tendentes a ganar un
mundo en que tengan vigencia valoraciones nuevas y más poderosas. (Jünger). Lo asombroso consistiría en que el hombre llegue a convertirse en mendigo de la
técnica. En este orden, el ser humano no tiene criterios para interrogar y
enjuiciar los instrumentos técnicos.
Ahora bien, si el hombre
se produce a sí mismo técnicamente, el dolor, el sufrimiento y la crueldad, le
ganarían la partida a la vida. A la zona de la sentimentalidad y, a los valores
que hemos heredados en la historia de la cultura occidental –la libertad, el
amor, la solidaridad, la fraternidad, la dignidad humana. Valores que contienen
la esencia del ser humano. De este modo, la crueldad de la razón y la
animalidad política del siglo XX, demostraron que los valores de la cultura
occidental se degradaron. Y, se convirtió en una tragedia fundamental. Europa
quedó seriamente dañada en sus centros vitales –al decir de Steiner.
Así pues, lo importante en
la actualidad es repensar lo pensado y de esa manera, el pensar futuro
posibilite un mundo más humano y vivible. Que el pensar se levante del polvo y
se eleve a las esferas donde moran las Musas
y los Dioses y, descienda cargado de sentido para la vida humana y el mundo.
Esto posibilitará que el humanismo se esparza como el viento en campos en flor.
El pensar futuro ha de
pensar el logos y la esencia de la
razón que funda. Y mostrar que lo lógico y lo verdadero, lo establecido por el Gran Poder, no es tan lógico ni
verdadero, si reflexionamos sobre las razones en que se basan. De ahí que lo
irracional y bárbaro del Estado, la religión, la política, la economía, la
educación y la cultura, develen la sin-razón de la que se originan. Porque el
pensar crítico del futuro debe desnudar las cloacas del poder y del saber.
En el mundo actual
<<sólo un dios puede salvarnos>>,
al decir de Heidegger.
Madrid-España a 10/04/2022
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