sábado, 30 de octubre de 2021

EL HUMANISMO EN EL ESPACIO DE LA CIENCIA Y LA TÉCNICA

 

         

 Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista               

 

En el Doktor Faustus, Thomas Mann expresó que las monstruosidades en la historia de la cultura occidental, no son fecundas para el Humanismo. Un mundo lleno de atrocidades, de odios, sufrimientos y guerras, infunde temor en las almas de los hombres, para que pueda alcanzar el sentido de lo humano. Así, la piedad, el respeto, el decoro espiritual, la religiosidad, sólo son posibles en el hombre dentro del marco terrenal y humano. Su fruto debiera ser, puede ser y será un humanismo con ribetes religiosos, inspirado por el sentimiento del secreto trascendente del hombre, por la orgullosa consciencia que el hombre tiene de ser algo más que un fenómeno biológico, de estar ligado por una parte esencial de su ser a un mundo espiritual, de que la noción de lo absoluto le ha sido dada con las ideas de Verdad, de Libertad, de Justicia, y el deber de ir en busca de la perfección.

Es, preocupante y abominable ver cómo el humanismo se reemplaza por la técnica, la ciencia, el dinero y el poder. Por la técnica que no responde a las verdaderas necesidades materiales y espirituales del hombre. Pero, no olvidemos que la ciencia no es enemiga del humanismo, sino que ésta ha de responder a los requerimientos humanos. Por eso, <<imposible calificar de diabólicos los temas y objetos de la ciencia sin que la acusación alcance a la ciencia misma>>. (Mann)

Sabemos que la técnica sustituye el antropocentrismo en esta época de sociedades masas y de cultura de masas, no es una mera evidencia, sino que ataca al humanismo. Bueno, lo que preocupa es que, la ciencia, la técnica, la estadística, sustituyan la libertad, la voluntad o la justicia en los asuntos humanos. Lo que llama la atención en las utopías de nuestro siglo es que se presentan con el estilo de la ciencia y que son pesimistas. No hay en ellas magia; con la técnica basta. En Huxley y Orwell, el avance del cálculo y de su aplicación práctica hace imparable la transformación de la sociedad en puras cifras o números. Así, el avance de la ciencia y la técnica sustituyen todo rasgo de humanismo, de justicia y de trascendencia. El planeta ha adquirido un aura nueva, una epidermis más sensible. (Jünger).

Veamos el famoso elogio del nuevo horizonte de la ciencia contenido en el “Ensayo sobre Bacon” de Macaulay, escrito en 1837, que reza así:

“[La ciencia] prolongó la vida; mitigó el dolor; extinguió enfermedades; aumentó la fertilidad de los suelos; dio nuevas seguridades al marino; suministró nuevas armas al guerrero; unió grandes ríos y estuarios con puentes de formas desconocida para nuestros padres; guio el rayo desde los cielos a la tierra haciéndolo inocuo; iluminó la noche con el esplendor del día; extendió el alcance de la visión humana; multiplicó la fuerza de los músculos humanos; aceleró el movimiento; anuló las distancias; facilitó el intercambio y la correspondencia de acciones amistosas, el despacho de todos los negocios; permitió al hombre descender a las profundidades del mar; remontarse en el aire; penetrar con seguridad con los mefíticos recovecos de la tierra; recorrer países en vehículos que se mueven en caballos; cruzar el océano en barco que avanzan a diez nudos por hora contra el viento. Estos son sólo una parte de sus frutos, y se trata de sus primeros frutos, pues la ciencia es una filosofía que nunca reposa, que nunca llega a su fin, que nunca es perfecta. Su ley es el progreso”.

Además, la exaltación que hace el positivismo científico de Auguste Comte, el cientificismo filosófico de Claude Bernard, la evolución de las especies de Charles Darwin, Charles Sanders Pierce, el historicismo de Hegel con la autorrealización del espíritu, el materialismo científico de Karl Marx, expresan confianza en el despliegue de los hechos y la historia. Ahora miramos con desconcertada ironía todas estas cosas. (Steiner).

 El avance de la ciencia, la técnica y el cálculo en la vida del hombre, tiene que ver con profundas necesidades psicológicas, espirituales, morales, históricas y materiales. Pero en esta alta civilización técnica y de masas, la idea de Progreso está seriamente cuestionada, porque en el siglo XIX y XX, vimos el desarrollo de las ciencias positivas, pero no el deterioro de la sociedad y la naturaleza.

El reconocimiento meritorio de la ciencia y del arte también viene de Abraham Flexner, un pedagogo estadounidense. Que en una conferencia que tituló La Utilidad de los Conocimientos Inútiles de octubre de 1939, dijo: ¿no es curioso que en un mundo saturado de odios irracionales que amenazan a la civilización misma algunos hombre y mujeres –viejos y jóvenes- se alejen por completo o parcialmente de la tormentosa vida cotidiana para entregarse al cultivo de la belleza, a la extensión del conocimiento, a la cura de las enfermedades, al alivio de los que sufren, como si los fanáticos no se dedicaran al mismo tiempo a difundir dolor, fealdad y sufrimiento? El mundo ha sido siempre un lugar triste y confuso; sin embargo, poetas, artistas y científicos han ignorado los factores que habrían supuesto su parálisis de haberlos tenido en cuenta. Desde un punto de vista práctico, la vida intelectual y espiritual es, en la superficie, una forma inútil de actividad que los hombres se permiten porque con ella obtienen mayor satisfacción de la que pueden conseguir de otro modo. Mi pretensión es ocuparme hasta qué punto la búsqueda de estas satisfacciones inútiles se revela inesperadamente como la fuente de la que deriva una utilidad insospechada.

El mundo en el que vivimos es el único que nuestros sentidos pueden atestiguar. A menos que se construya un mundo mejor, un mundo más justo, millones de personas continuaran yendo a la tumba silenciosas, afligidas, llenas de amargura. Nuestras escuelas deberían prestar mayor atención al mundo en el que sus alumnos y estudiantes están destinados a vivir.

Consideremos esta cuestión desde dos puntos de vista: el científico, el humanístico o, espiritual. De una cosa podían estar seguros, teniendo presente los trabajos de Heinrich Hertz y Clerk Maxwell, de que habían realizado su trabajo sin pensar en la utilidad y que a lo largo de la historia de la ciencia los descubrimientos realmente importantes que se han probado beneficiosos para la humanidad se debían a hombres y mujeres que no se guiaron por el afán de ser útiles sino meramente por el deseo de satisfacer su curiosidad.

La curiosidad que puede conducir o no a algo útil es probablemente la característica más destacada del pensamiento moderno. No se trata de algo nuevo se remonta a Galileo, Bacon y sir Isaac Newton, y hay que darle total libertad. Las instituciones científicas deberían entregarse al cultivo de la curiosidad. Cuanto menos se desvíen por consideraciones de utilidad inmediata, tanto más probable será que contribuyan al bienestar humano y a otra cosa asimismo importante: a la satisfacción del interés intelectual, que se ha convertido en la pasión hegemónica de la vida intelectual de los tiempos modernos.

En este orden de ideas, Hannah Arendt en el texto En el presente. Ensayos políticos. Europa y América (1954). Visualizó la catástrofe del dominio de la técnica. En la Europa de hoy en día -dice-, el desarrollo, la posesión y la amenaza del uso de armas atómicas por parte de los Estados Unidos es un hecho fundamental de la vida política. Los europeos, por supuesto, han participado durante años en los debates ahora cotidianos sobre el carácter desalmado de un país dominado por la tecnología moderna, sobre la monotonía de la máquina, la uniformidad de una sociedad basada en la producción en masa y asuntos similares. Pero hoy la cuestión va mucho más lejos: la conexión íntima entre la guerra contemporánea y la sociedad tecnificada se ha hecho obvia para todos, con el resultado de que amplios sectores de la población –no sólo intelectuales- temen y se oponen apasionadamente al progreso tecnológico y a la creciente tecnificación de nuestro mundo.

La tecnología y su transformación del mundo son parte esencial de la historia europea desde el comienzo de la Edad Moderna, por lo que, evidentemente, es absurdo culpar de sus consecuencias a América. Los europeos solían ver el progreso técnico de América del mismo modo que Tocqueville vio el progreso de la democracia americana, esto es, como algo que concernía de manera fundamental a la civilización occidental en su conjunto, aunque por ciertas razones especificas dicho progreso técnico hubiese encontrado su primera y más clara expresión en los Estados Unidos. Esta actitud cambió desde el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima; desde entonces, ha habido una tendencia creciente a considerar que todo logro técnico es intrínsecamente perverso y destructivo, y a ver en América, principalmente, y a veces en Rusia el epítome de una tecnificación destructiva que es hostil y ajena a Europa. (Arendt).

En el presente actual son importantes los ideales de la Ilustración que establecen la razón como instrumento del pensar con lógica y racionalidad; no basándose en dogmas religiosos o ideológicos -la autoridad, las costumbres, el carisma o las verdades subjetivas-; instauran también la ciencia y la aplicación de la razón en el mundo natural y humano; y, a la vez, el Humanismo, el componente moral o ético del ser humano, que posibilita la prosperidad de los seres conscientes, las personas, en la búsqueda de la salud, la felicidad, la convivencia pacífica, el respeto a la otredad, la seguridad, la libertad y los placeres que ofrece la vida. El humanismo se opone a que la cultura se convierta en <<valor>>, es decir, un bien social que puede ponerse en circulación y convertirla en dinero a cambio de todo tipo de valores, sociales e individuales. (Arendt).

 Así que, el humanismo que nos legó Cicerón es el resultado de la cultura animi, una actitud que sabe cómo cuidar, conservar y admirar las cosas del mundo. Además, el humanista asume la tarea de arbitrar y mediar entre actividades puramente políticas y las de pura elaboración, opuestos en varios aspectos. Como humanistas, podemos elevarnos por encima de esos conflictos entre el hombre de Estado y el artista, como podemos elevarnos en libertad por encima de las especialidades que todos debemos conocer y buscar. (Arendt)

                                                      Madrid-España a 30/10/2021

miércoles, 13 de octubre de 2021

LA CULTURA DEL ARTIFICIO EN LAS REDES SOCIALES

 

 Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

La cultura occidental llegó a su máxima expresión con el poder de la técnica. Por tanto, lo que caracteriza indudablemente a los actores es la nivelación de los viejos cultos, la esterilidad de las culturas, la mezquina mediocridad. Existe una correspondencia entre el vaciamiento de los valores de la cultura y la mediocridad. En esta alta civilización técnica y de masas, unos órdenes nuevos han ocupado ya unas posiciones muy avanzadas, pero los valores correspondientes a esos órdenes aún no se han hecho visibles. (J.M. Esquirol).

Estamos viviendo una situación ambigua de que el orden nuevo no ha llegado del todo y el viejo no se ha ido. Lo nuevo se viste con la ropa de lo viejo y esto trae una confusión en aquellos que no comprenden el paso de una época a otra. En correspondencia con lo expuesto, el ser humano se ha colocado fuera de los valores de la cultura de la Ilustración, del ser y el pensar, se ha salido de ellos; y el orden nuevo determinado por la técnica se ha vuelto autónomo, y ahora los valores culturales devienen cada vez más sustituibles y prescindibles. Y, esto genera en los centros vitales de la cultura occidental, una fractura fundamental.

Ahora pues, si observamos el mundo que ha surgido de la catástrofe de la Primera y Segunda Guerra Mundial, nos damos cuenta que aumenta sin cesar la índole abstracta y, por tanto, también cruel de todas las relaciones humanas. (Ernst Jünger). La abstracción aleja al hombre del otro y, de las necesidades morales, materiales y espirituales, que genera. Así que, la información es la que nos posibilita la vivencia presencial a través de las imágenes en movimiento. Esto posibilita que perdamos el sentido de realidad de la historia, del mundo y su fundamento.

Porque la cultura del artificio permite que predominen las relaciones artificiales sobre las relaciones de sentido. De ahí que el mundo no se puede reducir a la pura información, porque perdemos el sentido de realidad. Somos parte de una época de tránsito del mundo de las cosas tangibles o visuales, de experiencias compartidas y de ideales comunes, a otro de no-cosas, completamente artificial. Estamos pasando del lazo afectivo con las personas o las cosas que nos rodean, a un mundo sin vinculo ninguno, sin lazos espirituales, morales, éticos o sociales; por otro donde predomina la hiperinformación. 

Este tránsito confirma como la información crea relaciones artificiales que contribuyen para que el hombre se precipite al abismo de la soledad y la incomunicación. Una época donde prevalece la saturación de información; pero también la indigencia del pensar, del lenguaje y las experiencias compartidas. Un mundo donde no predomina la memoria, el recuerdo o el momento oportuno, sino el presente-actual, fugaz y pasajero. En esta esfera la solidaridad, la fraternidad, el dialogo o, el amor, se diluyen en nombre de las imágenes en movimiento, los big data, la estadística y la objetivación de las valoraciones técnicas. Y, esto posibilita que el ser humano se sienta sumamente solo y desgraciado.

Son muchos los sitios donde ya casi se ha desprendido la máscara humanitaria; en su lugar aparece un fetichismo medio grotesco medio bárbaro de la máquina, un ingenuo culto a la técnica. (Jünger). Es un espectáculo grandioso y terrible ver los movimientos de las masas – unas masas de conformación cada vez más uniformes, que obedecen a las relaciones de poder del capitalismo global. Porque el capitalismo global no oprime la libertad o el libre albedrío, sino que los explota. No es represor, sino seductor. Así, la dominación y la coacción las presenta como libertad.

Así, las cosas informatizadas, o sea, los infómatas, se revelan como informadores eficientes que nos controlan y dirigen constantemente. Por eso, el teléfono móvil (el Smartphone) es el artículo de culto de la dominación digital. (Byung-Chul Han). Somos parte de una época en que los símbolos, los rituales de la información han desplazado a los religiosos o ideológicos. De ahí que el capitalismo global, la sociedad de masas y la cultura de masas, diluyen las diferencias en el consumo y la conversión de los bienes en valor.

 La sociedad y la cultura de masas no sólo tienden a la estandarización, sino también a establecer relaciones abstractas e inconexas entre los individuos. En su seno predomina la técnica, el dinero, el poder y el maquinismo. En Un mundo feliz de Aldous Huxley, las personas son controladas a gran distancia, sin hacerles daño. El Estado tecnológico distribuye la seducción y el placer para que todo el mundo se sienta feliz. Una felicidad engañosa porque las carencias morales, espirituales, económicas, educativas, sexuales y culturales, son parte de la estructura del Estado tecnológico y del capitalismo global. O, en otras palabras, son instrumentos de dominio y de poder.

La Inteligencia Artificial no piensa, sino que responde a algoritmos que nada tienen que ver con las reflexiones del pensamiento, la imaginación creadora y la capacidad de asombro. Sólo maneja big data: los datos que se recolectan y el cálculo de posibilidades de la acción o pensar humano. La vida individual y social del ser humano está determinada cada vez más por la estadística y la objetivación. Así, en el capitalismo global se observa la disfuncionalidad entre la realidad y el espacio de confort digital. No responde a las apetencias morales, materiales y subjetivas, del hombre.

Hannah Arendt dijo que, la sociedad moderna estaba organizada para responder a las necesidades biológicas del hombre (como el trabajo, la supervivencia y la reproducción), más no a las necesidades espirituales, educativas o culturales. Esto en el capitalismo global tecnológico impele a los seres humanos a las satisfacciones instintivas, de consumo y del ocio vacío. Que responden a relaciones de poder y de dominio. Pienso que el capitalismo global es antihumano y anti-humanista, porque no responde a la esencia del hombre y del ser en el mundo.

Por eso, el capitalismo global hay que humanizarlo- donde prevalezca la civilidad, la fraternidad, la convivencia común, el sentido común, la justicia, la distribución social de los bienes de consumo-, sobre la trastienda bestial, instintiva, agresiva, que expresa el capitalismo clásico o, el neoliberalismo económico. Se trata de superar la noción de Hobbes: el hombre lobo para el hombre. Aplicada a la esfera de la economía, de la raza, la religión y las ideologías. Por eso tenemos como instrumentos el Estado de Bienestar y la economía social de mercado amparados en el Estado democrático Social de Derecho. Ora, hay que interpretar la Época Contemporánea no a partir de la acumulación de bienes, de valor, de poder, sino de pensamientos. Porque el pensar nos hace libres.

La digitalización del capitalismo global significa en la vida del hombre, la primacía del juego, lo lúdico, sobre el trabajo y el pensamiento. Lo lúdico como instrumento de control, coacción y de dominio. Ahora, la seducción del juego y del ocio vacío como herramientas de poder y de control, del capitalismo global y del Estado tecnológico absoluto. En este orden, el logos clásico abandona la casa del ser, y se ubica en su habitad material, -los medios de comunicación, las imágenes en movimiento, las redes sociales, Internet, WhatsApp, Twitter, etc. Si se mediatiza el lenguaje como medio de comunicación, se falsifica su cualidad y el ser humano lo convierte en instrumento de poder y de dominio. O, en otros términos, las imágenes prevalecen sobre la palabra y el pensamiento. Estamos asistiendo a marcha forzada al deterioro de la cualidad del ser y del existir y se convierte en una fractura fundamental de la existencia.

Estamos viendo que las plataformas digitales como Facebook, Amazon, Google, buscan beneficios por encima de la seguridad de los usuarios. En consecuencia, acumulan experiencias humanas que transforman en datos que predicen comportamientos. Además, configuran el nuevo capitalismo global y el Estado tecnológico absoluto, que son antitéticos con el Sistema democrático.  Utilizan las vidas humanas como recursos para la extracción de datos y su manipulación y, así alcanzar beneficios económicos, políticos, sociales y culturales.

La garganta profunda de Facebook Frances Haugen decía recientemente en el Senado de EE. UU: Que trabajan con algoritmos que alientan la desigualdad, la discriminación y la discordia que a veces cuestan vidas humanas. Sus herramientas están diseñadas para crear dependencia y estimular el consumo. Además, que hacen poco para controlar el crimen organizado y mienten cuando dicen que tratan a todos los usuarios por igual. Ya que estimulan la vida de los hombres de grandes fortunas, de deportistas, estrellas del cine o de políticos relevantes. Entre los adolescentes estimulan el vértigo del comportamiento y pensamientos suicidas. También incuban la anorexia en el tejido social y psicológico de las personas. Y, esto es sumamente grave en un Estado de Derecho y un Sistema democrático. Que Facebook, Amazon y Google, carezcan de ética porque todo lo que hacen lo llevan a cabo por dinero; más allá de los sentimientos, el espíritu, la moral, de los seres humanos.

Pienso que las Redes Sociales y las Plataformas Digitales deben estar reguladas y vigiladas por los gobiernos, para convertirlas en lugares sanos y limpios para la comunicación política. Sin falsedades, con integridad cívica y salud democrática. De esa forma se restaurará el tejido del ser y del estar del hombre en la historia y en el mundo. Deben ser divulgadores sociales del lenguaje democrático y del Estado de Derecho y, a la vez, críticos del autoritarismo, del populismo, del nacionalismo y del totalitarismo. Que niegan la convivencia pacífica, la tolerancia, la pluralidad y la libertad.

                                     Madrid-España a 13/10/2021

sábado, 9 de octubre de 2021

 

                       REFLEXIÓN SOBRE EL PENSAR, EL LENGUAJE

                                    EL POETIZAR Y LA LIBERTAD

 

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista

 

Sabemos que la palabra es el ámbito donde el hombre histórico y sus generaciones confirman su existencia. Es la llama de la vela que alumbra los caminos del mundo. La palabra se iguala al pensar, la igualación no significa reducción del uno al otro. Ambos conservan en sí mismos su esencia como tal. El pensador dice el ser. El poeta nombra lo sagrado. En esta civilización técnica resulta indispensable la labor de los poetas, y su imaginación que otorga su fuerza básica al hacer y el decir; así pues, el mundo de la técnica y del artificio podrán revitalizarse, si acceden al reino de las Musas. La superioridad del reino del arte y de lo sagrado proporciona al mundo de la técnica el milagro del ser y el decir. Entonces ¿qué sorpresas nos están deparadas allende del muro del tiempo?

 Aquí el pensar y el poetizar son reflexionados a partir de la esencia del ser, en el agradecer se remiten unos a otros y, al mismo tiempo se hallan separados. Tal vez sepamos algo acerca de la relación filosofía y poesía. <<Pero no sabemos nada del dialogo entre el poeta y el pensador, que habitan cerca sobre las más distantes montañas>>- expresó Heidegger. El poetizar la existencia sobre la tierra, agradece; el pensar que piensa el mundo y la existencia, pregunta. Lo que lleva a cabo el pensar en los movimientos del pensamiento es, conducir el lenguaje al advenimiento del ser; y, por ende, esperar al hombre. De él depende la iluminación del ser en el lenguaje y, relaciona la verdad del ser y la esencia del hombre.

Desde la antigüedad las ciencias ocupan el lugar del rigor del pensar, que no consiste sólo en la exactitud artificial –es decir, teórico-técnica- de los conceptos. Sino que la palabra permanezca pura en la verdad del ser y se manifieste lo simple en sus múltiples dimensiones. Entonces, el problema surge cuando el pensar originario se sustituye por la lógica, la ética, la física, y darse cuenta que el griego antiguo no necesitó de estas acepciones; el pensar pensaba desde su elemento, es decir, <<aquello desde donde el pensar es capaz de ser un pensar>>. Preguntamos, ¿qué es el elemento? El ser que posibilita la capacidad que hace suyo el pensar y lo lleva a su esencia. Ahora bien, el pensar significa que el ser se ha adueñado destinalmente de su esencia. De ahí que el pensar es el pensar del ser. El acontecimiento propio del ser, pertenece al ser.

En este orden, el acontecer se refiere al ser y, en su conducto, al hombre histórico. El ser se adueña del destino del pensar. Así, lo destinado, tratase de lo ente, el mundo o el hombre, se configura en el ser. El pensar los piensa como ofrendas para el ser. Son regalos de los dioses o, que, el ser se hace así mismo. En este acto divino, pero humano, se adueña del destino de su esencia. Y se manifiesta en su morada: el lenguaje.

Si el ser se aleja del elemento (el ámbito, el lugar), reemplaza su ausencia por la techne (las técnicas, las teorías), y se convierte en instrumento de formación, empresa cultural. En la cultura en la actualidad, por ejemplo, no importa la elevación del espíritu en la obra; sino la cultura como objeto de entretenimiento en el mercado de la circulación y la demanda. Ahora los medios de comunicación –Internet, WhatsApp, Twitter, T.V. -, presentan un objeto cultura al consumo, como se hace con un artículo de primera necesidad. En la sociedad de masas y la cultura de masas, el fin de los objetos manufacturados o no, es el consumo.

En este orden, alejarse de su elemento significa distanciar el ser de las fuentes del pensar originario, de lo que lo hace posible. En este ámbito la cultura se instrumentaliza y la educación falsea el pensar y el hacer del hombre. Así, la educación se convierte en instrumento de control y dominio. Porque la empresa cultural antepone el dinero y la ganancia, a las fuentes del pensar originario que posibilita el elemento donde se revela el ser. El ser se oculta tras el querer de la voluntad de poder y del dinero. Por eso, el pensar y el lenguaje han de posibilitar la revelación del ser. También, el lenguaje como morada del hombre en la historia. El advenimiento del ser en el lenguaje sólo se da en el claro del ser; como casa y medio de revelación del ser; pero también en lugar de la verdad.

De esta forma, el lenguaje se convierte en el elemento que posibilita la verdad del ser y la esencia del hombre. Solo el hombre es, no porque sea un animal biológico o un ser racional, sino porque <<habla>> y, tiene la facultad de comunicar las acciones y el pensar, en forma de lenguaje. De ahí que la realidad y el mundo sean símbolos que el hombre comunica, ya que es por naturaleza un animal simbólico. El símbolo reemplaza a la realidad y al mundo, cuando el hombre se comunica con el otro. El ser lingüístico del hombre lo ubica cerca del ser, aunque se refiera al ente. El hombre es hombre porque todo lo que hace y piensa es parte del ser. Por lo tanto, el ser perfila al hombre en el mundo, como su relación con la naturaleza y los otros hombres.

Cuando el hombre instrumentaliza la técnica al servicio del Gran Poder, niega su esencia. Ser parte y relacionarse con el ser para llegar a ser. En este orden, la voluntad de poder sólo es una manifestación del querer del hombre para dominar a la naturaleza o, al otro hombre. Por eso, la insaciabilidad del querer se alimenta del dominio o la extinción del otro. Una de las tareas del pensar es, como resarce la esencia del hombre y la verdad del ser, en un mundo dominado por las imágenes artificiales, lo pasajero y fugaz de la existencia humana. Aquí es donde tiene relevancia el pensar y el lenguaje, como modos de revelación de la verdad del ser. Ora, en última instancia, se trata del ser y sus múltiples manifestaciones en la vida humana.

 Así, la Edad Moderna se basan en la peculiar dictadura de la opinión pública. Lo que se suele llamar <<existencia privada>> no es en absoluto el ser-hombre-esencial, o, el hombre libre. Asimismo, el único hacer de la existencia privada, es, negar la esfera de lo público. Ya que lo público oculta lo privado de la existencia en las esferas que despliega:  la política, la economía, la educación, lo jurídico, lo técnico, lo científico y lo cultural.

La existencia-del-hombre-esencial, es, la del hombre libre. En la Edad Moderna lo que está en juego es la libertad. Parece que estuviéramos inmerso en un dinamismo que induce inexorablemente a la extinción de ésta. Es comprensible la situación en la que se encuentra el hombre hoy, entrega la libertad por la seguridad. Sentirse seguro de la crueldad que se convierte en parte fundamental de las instituciones.

Seguro de los que rompen el pacto social, del radicalismo religioso, del extremismo ideológico; y de los avatares de la existencia y entonces, la libertad se deposita al Estado y sus instituciones: políticas, económicas, religiosas, policivas, militares, de seguridad y culturales. Y en su devenir diversas formas de dominio y coacción, se configuran. Este mundo ha cambiado y sigue haciéndolo, y lo hace por necesidad; más con ello ha cambiado también la libertad; no ha cambiado en su esencia, desde luego, pero sí en su forma. 

Parece que ganara terreno cada día la extinción de la libre voluntad o el libre albedrio. Así, se impone el querer de la voluntad que se quiere así misma, como voluntad de poder y de saber. En la voluntad se esconde también el ser como voluntad de poder. En este orden, el automatismo parece quebrantar con gran facilidad, como si lo hiciera jugando, lo que queda de la voluntad libre. Se ha llegado a una concepción nueva del poder, se ha llegado a unas concentraciones de poder inmediatas, vigorosas. Para poder plantarles cara se necesita una concepción nueva de la libertad, una concepción que no pueda tener nada que ver con los desvaídos conceptos que hoy van asociados a esa palabra –al decir de Ernst Jünger.

Así que, por la técnica en la Edad Moderna vivimos una época en que la libertad se ha domesticado y diluido no sólo en el huero concepto de sí misma, sino en las relaciones de fuerza o los big data, las imágenes o los números. Cada vez gana terreno en la sociedad, la uniformidad y la estadística. En su defecto, asistimos a una época de vigilancia constante del Estado técnico absoluto. La libertad dejó de ser en el ámbito público, una <<Figura> del ser y del hombre. Aquí deja de pertenecer a la esencia del hombre libre e independiente, <autor> de su propia vida. El ser humano ha de saber cuáles son aquellos puntos donde no le es licito traficar con su decisión soberana.

 Estamos asistiendo por la primacía del Estado técnico, el recorte de la libertad y el autoritarismo de algunos países, a que haya un punto de inflexión en la vida privada y la vida pública. Porque el populismo, el nacionalismo, el racismo, se correlacionan con la desaparición del <<sujeto>>, del <<Yo>>, como protagonista de la historia actual. En países como Estados Unidos, Brasil, Hungría, Polonia, quieren destruir el humanismo europeo y, en particular, la modernidad ilustrada, que toman como principio fundamental al hombre de carne y hueso: como individuo de acción y de reflexión crítica; con capacidad de análisis y teorización del mundo; y su poder para transformarlo.

Observamos en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica, la deriva de partidos autoritarios, de extrema derecha, que apoyan la xenofobia y el rechazo a la diferencia y la inmigración; requiere un Estado democrático Social de Derecho, que defienda la libertad de prensa y de expresión, la independencia y la crítica de los medios de información, la lucha contra la corrupción y un sistema judicial imparcial. De esa forma se lucha por conservar los principios fundamentales de la modernidad ilustrada y la democracia.

Estamos entregando poco a poco la libertad a los instrumentos técnicos y desnudos nos precipitamos a los brazos del Gran Poder. Así que, el gran peligro está en que el hombre confíe demasiado en las ayudas de otros y, cuando faltan aquellas, quede desvalido. Todas las comodidades hay que pagarlas. El hombre ha de ser consciente que no ha de perder la esperanza que mora él y la fuerza intima que destruye las barreras del tiempo. Porque ella impulsa allende de las murallas del tiempo, para asistir al ser o, a los dioses. En esta civilización técnica las seguridades y el miedo funcionan cual muros de contención, así los hombres se conforman con lo establecido. Para que el hombre salga adelante necesita ser libre, ya que es indigente del pensamiento y las formas estéticas. También de una cultura política que le posibilite analizar, criticar y juzgar, el ejercicio del poder.  

 Así puede trascender y criticar el ser que se oculta detrás de la voluntad de poder y, al mismo tiempo, posibilitar caminos y umbrales que permitan ver y entender, la vida y el mundo al que pertenece. Romper las murallas del tiempo-ahora para poder enfrentar el enigma de la existencia. Esas herramientas las posibilita la literatura, el arte, la música, la religión, y el encuentro con Dios. En su defecto, se revelará el ser de la vida, la naturaleza y lo divino, que mora en todos y cada uno de nosotros. Sólo basta que el ser humano se detenga a la orilla del camino de lo fugaz y automático, para que observe y escuche la armonía entre Hombre y Mundo, Hombre y Dios. Porque los signos de lo divino, lo bello y eterno, moran en el interior del hombre. Aquí el mundo y la vida se revelarían con un rostro estético y sagrado, que va al encuentro de la libertad.

                                                      Madrid-España a 09/10/2021

miércoles, 6 de octubre de 2021

 

      LO SALVO, LA TÉCNICA, EL LENGUAJE, LA HISTORIA

                              EN LAS ESFERAS DEL SER.

 

<<La ciencia experimental; las matemáticas; tienen como fuente la libertad espiritual e intelectual del ser humano. Pero también es cierto con respecto a la música, el arte y cualquier otra expresión del ilimitado espíritu humano>>.

                                                 Abraham Flexner

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

Martín Heidegger en Carta sobre el <<Humanismo>>, define al pensar como constructor y conductor hacia la casa del ser, no como creador de ésta. El pensar conduce a la existencia histórica, es decir, a la humanitas del homo humanus, al ámbito donde brota lo salvo. Según las grandes religiones monoteístas, en el lugar de lo ordinario y común brota lo salvo. Así, los dioses están en las cosas cotidianas del hombre histórico; basta que la visión penetre lo aparente de las cosas.

En este orden, el creador desciende a las raíces del Árbol de la Creación, en cambio, el constructor comunica las figuras que toma la verdad del ser y la esencia del hombre. Se dedica a conducir la existencia histórica al lugar donde brota lo salvo y ¿cuál es el lugar donde brota lo salvo en el pensamiento de Heidegger? En la proximidad del ser y también en lo cotidiano donde habita el hombre histórico. Así, el pensar no crea al ser ni al lenguaje, por eso, es un trabajador del ser. Con lo salvo aparece el mal en el claro del ser. Su esencia no consiste en lo malvado de los actos humanos, sino en la pura maldad de la ferocidad.

Ahora, ¿de qué tiene que ser salvada la humanidad? No de la <Caída> en la oscuridad de la verdad del ser, esto es, del <pecado> o la <muerte>. Sino del pensar conceptual que desemboca en la ciencia, la técnica o el subjetivismo. De ahí que sepamos que la técnica aboca al hombre a su autodestrucción. Entonces, sólo el ser le concede a lo salvo alcanzar la gracia y a la ferocidad el impulso hacia el mal. La ferocidad hay que entenderla como un tipo de maldad no humana, más <pura>. Que se emparenta en el ser a la maldad instintiva y demoniaca del hombre. A la trastienda oscura y bestial que mora en todos y cada uno de nosotros.

Esa que describe las raíces de Árbol del Bien y del Mal, según el mito judeocristiano. En el claro del ser como destino del claro, se posibilita lo salvo y la ferocidad del mal. Del mal se origina lo salvo y viceversa; y dialécticamente se contienen en la esencia del ser. Así que, el hombre debe develar la ferocidad como maldad mítica, para que el ser humano alcance lo salvo en la modernidad. En otras palabras, desde lo primitivo del mundo de la técnica moderna captar el mundo simbólico de la mitología, y comprender el presente y proyectarnos en el futuro.

Tratar según el pensamiento mesiánico de componer los portillos de la historia, también las cosas fragmentadas, dispersas e incluso muertas puedan ser descifradas, es algo que hace que aparezcan como una <<alegoría de la resurrección>>, en virtud de la cual la contemplación, a su vez, puede efectuar su salvación en un inmenso salto atrás>>. Así que, la alegoría hace posible la trasmisión de conocimientos a través de razonamientos por analogías.

La salvación del hombre histórico no la percibe Heidegger en el umbral teológico-metafísico, sino en la libertad de pensar y actuar. Del manejo responsable de la libertad depende no caer en el <subjetivismo> o, en el <objetivismo>. Sino que la humanidad del ser humano, se exprese en la verdad del claro del ser. El ser concede al hombre escoger la gracia o la ferocidad de lo instintivo. El poeta Friedrich Hölderlin dijo: <<donde hay peligro crece también la salvación>>.

Así, lo salvo no tiene que ver con la teología o, la religión judeo-cristiana sino con el saber; con el transitar los caminos del saber y del pensar. De ahí la pregunta por la técnica supone un pensar, un modo de sabiduría o, una episteme que devela la esencia o la verdad de la técnica. Piensa que, si vemos la técnica desde esta perspectiva, obtenemos un carácter liberador. Liberarnos de la técnica como instrumento que domina y coacciona al ser humano; liberarnos de la técnica como instrumento bélico y como medio de dominación de la mente, el lenguaje y el espíritu humano.

Heidegger reflexionó sobre la técnica desde una pluralidad de puntos de vista y llegó a pensar que la exactitud de la técnica fundamentada en la ciencia (el saber teórico y especulativo) no expresaba lo verdadero. Que la verdad de la técnica no se encontraba en el instrumento, sino que estaba oculta en la pregunta por la esencia de la técnica. Y sólo se puede desvelar andando lo andado del término técnica y, ese camino conduce al mundo del griego antiguo que aparece en el concepto de techné. Aquí lo importante de esta reflexión es que hace un punto de inflexión y expresa que es necesario referirse a él para comprender la esencia o la verdad de la técnica. Así pues, la técnica como instrumento no contiene ni agota la esencia de ésta, porque lo trasciende.

Hay que tener presente en la actualidad, que el espíritu está amenazado aún en zonas distintas en que lo estuvo el Apóstol Pablo: es hora que los dioses den licencia al espíritu para manifestar su gracia. Entonces se revelará <<la perdurable crónica de la humanidad>>, como lo expresó en una ocasión Faulkner. Y Hölderlin lo intuye en la palabra poética:

                            [Sólo a veces soporta el hombre la plenitud divina.

                            Sueño de ello es después la vida. Pero el

                                                                                          desvarío

                            Ayuda, como el sopor, y la necesidad y la noche

                                                                                           fortalecen.]

 

Teniendo presente a Hegel y Schilling, el ser está pensado en el sentido de la realidad absoluta; y comprendido como voluntad incondicionada que se quiere a sí misma en calidad de voluntad de saber y de amor. En la voluntad se esconde también el ser como voluntad de poder. La voluntad de poder nunca se sacia. Es insaciable como la loba que está a la entrada de la <<Divina Comedia>> de Dante.

De ahí que lo <salvo> es luz para el hombre y la mentira oscuridad. El querer de la voluntad contiene en sí misma tres esferas, la del saber, el amor y el poder. Por eso nunca se sacia y en particular, la voluntad de poder. Schopenhauer dice que la voluntad de poder es ciega. No tiene contemplación con nadie y con nada. Sólo desea saciar su querer sobre todas las cosas que existen sobre la tierra. Es como el germen patógeno que ataca a pobres y ricos, blancos o negros, niños y ancianos, y mata a los cerebros más eminentes de la humanidad.

En cuanto la existencia del hombre pertenece a la verdad del ser, puede llegar del ser mismo la prescripción de esas normas que tienen que convertirse en ley y reglas para el hombre. Así, la ley no es sólo ley, es también la distribución escondida en el destino del ser. Por tanto, sólo la ley consigue destinar y conjugar al hombre en el ser. Sólo semejante conjunción es capaz de sustentar y vincular. De otro modo ninguna ley pasa de ser un mero constructo de la razón humana. Más importante que el establecimiento de reglas es que el hombre encuentre su estancia en la verdad del ser. Esa estancia es la única que procura la experiencia de lo estable. Y el apoyo para toda conducta lo regla la verdad del ser. En nuestro idioma <<apoyo>> significa protección. El ser es la protección que resguarda de tal manera a los hombres en su estancia existente en lo relativo a la verdad que la existencia los alberga y les da casa en el lenguaje.

El lenguaje es a un tiempo la casa del ser y la morada de la esencia del hombre. Sólo porque el lenguaje es la morada de la esencia del hombre pueden los hombres y cualquier humanidad histórica no estar en casa en su lenguaje, de tal modo que el lenguaje se convierta en la recamara de sus manipulaciones. Sabemos que el lenguaje contiene y expresa en contenidos espirituales, la esencia del ser humano. Posibilita entre otros la comunicación con el Yo interior, las <<formas>> del arte, la cultura, la religión o la filosofía. Pero también posibilita la comunicación libre, solidaria y fraterna en una sociedad democrática; a la vez el buen entendimiento entre los miembros de una comunidad o la comunicación entre enemigos.  

El pensar es una forma del lenguaje y no una mera evidencia; una parte de la esencia del lenguaje que es su expresión y con la que forma un todo. Así que, el lenguaje también puede convertirse en instrumento de las manipulaciones, las mentiras y el odio del ser humano. En consecuencia, cuando los hombres no habitan su morada, se convierte en instrumento de su voluntad; en voluntad de poder, coacción y dominio. Llagado a este punto, oscurece la esencia del ser y del hombre; incapaz es, de expresar el ente en cuanto ser del ente, la naturaleza, el mundo y el fundamento del mundo.

El lenguaje es azas misterioso, contradictorio, insondable, los hombres saben desde tiempos remotos que edifica y destruye al ser humano. Quien ejerce el poder instituye un tipo de lenguaje y éste legitima el poder. Como dijo Michel Foucault: el poder crea saber y el saber crea poder. No hay que olvidar que, el lenguaje posibilita alcanzar lo sagrado y puro que mora en los cielos estrellados, también bajar a las cloacas del mundo y de la existencia. Cuando el lenguaje se manipula en función del dogma religioso o secular, se falsea. La mentira reemplaza la verdad y pasa a la recamara del lenguaje.

 Al perder la mediatez con las cosas se velan los contenidos espirituales que comunica. Pierde su sentido evocador, mágico y trascendente. Al hacerlo obedece a la razón o a los instintos; pero no a la esencia del hombre, lo que constituye la humanidad del ser humano. Cuando sucede el espíritu de la lengua se mancha, se oscurece o, se envenena.

La espiritualidad implica a la libertad e infiere a la vez, las preguntas fundamentales del ser, la existencia y el mundo, ¿quién soy? ¿cuál es el sentido de la vida? ¿por qué vivo así y no de otra manera? ¿cuál es el lugar que ocupo en la sociedad y por qué? Preguntar por lo fundamental de la existencia humana – la libertad, la fraternidad, el amor, la dignidad, etc. -, buscamos respuestas a la <interrogación>>. Estas preguntas se oponen al dogmatismo religioso; que ofrece respuestas sencillas y pide creer en ellas.

Además, la falsedad del lenguaje en el mundo moderno, toma “forma” y “contenido”, en el Estado, la política, la economía o los instrumentos técnicos. El técnico, el político, el banquero, no están a la altura para que el espíritu fluya a ellos. Porque este <<tipo>> de individuo es amante de los gustos gruesos o del exceso. Casi siempre olvidamos que estamos asentados en humores. Que el sudor y las lágrimas significan que la vida está activa en regiones hondas de la salud.

 En esta alta civilización técnica y de masas, se olvida que la vida no la abarca toda los instrumentos técnicos o la ciencia, la economía de un Estado o las finanzas internacionales, sino que hay que mirar con otros cristales. Mirar con los ojos de la sensibilidad, del alma y del espíritu. Para, así de esa manera, poner la técnica al servicio de las necesidades humanas; y encontrar sentido a la existencia del hombre. En el mundo moderno el hombre deviene en un proceso de simplificación de la existencia y quien está al borde del abismo sabe que, no faltan esfuerzos tendentes a ganar un mundo en que tengan vigencia valoraciones nuevas y más poderosas -, expresó en su día Ernst Jünger. 

                                                        Madrid-España a 06/10/2021