lunes, 2 de diciembre de 2019


                                       LA PREGUNTA POR LA TÉCNICA
                                                     MARTÍN HEIDEGGER



<<En esta alta civilización técnica y de masas, el mundo del espectáculo es lo verdaderamente opuesto al mundo de lo sagrado, de lo inefable, de lo espiritual, al mundo de las ideas y del pensar. También al mundo del arte y del inconsciente; ya que la técnica, la comercialización y el Yo concreto están inextricablemente unidos.>>
                                                     
                                                                         Antonio Mercado Flórez.


<<La técnica no es lo mismo que la esencia de la técnica […] De este modo, la esencia de la técnica tampoco es en manera alguna nada técnico>>.

                                                                           Martín Heidegger.



Antonio Mercado Flórez.



Heidegger en La Pregunta por la técnica, desde una perspectiva metafísica, piensa la relación de la técnica con el Ser y el ente y el hombre. Sigue un camino que lo lleva desde el Dasein, ser-en-el-mundo hasta el lenguaje y la poesía. Y, así de esa manera, poder llegar al concepto de técnica. ¿Cómo la técnica se relaciona con el ser humano y se inserta en la vida y el entorno de éste? La técnica es una actividad del ser humano, una herramienta que desde sus orígenes la emplea para satisfacer sus necesidades, su adaptación a la naturaleza y el entorno que lo rodea.

No se puede pensar al hombre sin técnica, el estilo de éste es su técnica y, como instrumento posibilita transformar la naturaleza; y, permite asimismo la supervivencia del hombre sobre la Tierra. La tecnología entendida como la unidad entre técnica y ciencia, es un constructo de la Época Moderna. Ésta facilita que el ser humano no sólo trasforme la naturaleza, sino que se apropie de sus recursos para dominarla y hacer lo mismo con los humanos. En la Época Moderna la tecnología no es indiferente a las apetencias humanas; tampoco es neutral. Porque responde a las apetencias e intereses del Gran Poder: las Corporaciones, los Estados, Sistemas, las instituciones sociales, los poderes económicos y financieros internacionales.

A Heidegger le interesa preguntar no por la técnica en sí, sino por la esencia de ésta. Que para él no es algo técnico, se encuentra más allá de la mera instrumentalización de la técnica. Ésta se convierte en un sendero más en la búsqueda del Ser; en posibilidad de desocultacion del Ser. La técnica brinda la posibilidad de ofrecer las huellas donde el hombre lee e interpreta la develación del Ser. Descubrir como la técnica se convierte en un modo de aletheia, de desvelamiento del Ser.

Heidegger lleva a cabo un análisis del concepto griego de techne, que ahonda la idea de creación y de causalidad. Asocia la técnica a cuatro causalidades: la causa material, la formal, la final y la eficiente. A partir de aquí empieza a desvelar para poder llegar a la esencia de la técnica artesanal y posteriormente la compara con la moderna. En primer lugar, la técnica se entrega a la naturaleza y, en segundo lugar, la naturaleza se subordina a la técnica. La técnica es un modo de salir de lo oculto. También un ámbito en el que actúan e interactúan una multiplicidad de fuerzas y de poder.

Teniendo presente las cuatro causas analizadas por Aristóteles, Heidegger introduce el concepto de responsabilidad y de manifestación, entendido como fenómeno, aquello que adviene a nuestra presencia. Esto posibilita aplicar el concepto de aletheia a la causalidad, ya que permite representar lo que todavía no está presente. Se vale de la idea de creación y producción (poiesis), para hablar desocultación del Ser. Porque el producir conduce de lo oculto a lo no oculto, lo trae a la presencia del ser humano. En este orden, Heidegger establece una relación entre aletheia técnica y la idea de techne, que es algo poético.

La techne en la filosofía griega está vinculada a la episteme, en este sentido, contribuye a la desocultacion. La técnica entonces despliega su esencia en el ámbito donde ocurre el desocultar. Para Heidegger la técnica moderna, aunque es un camino para la desocultación del Ser, se pregunta ¿cuál es la esencia de la técnica moderna para que ésta desemboque en el empleo de la ciencia exacta de la naturaleza? El desocultar de la técnica moderna no se despliega en el producir, en el sentido de la poiesis griega, sino en el <provocar>, la técnica moderna le exige a la naturaleza que suministre energías que puedan ser extraídas y almacenadas por el hombre. La técnica moderna por medio del <provocar> transforma y almacena energía. De este modo, la techne antigua se entrega a la naturaleza y la moderna la transforma y se apropia de ella. Entonces, la desocultacion de la técnica moderna pasa por el filtro de imponerse a la naturaleza.

Ahora, ¿cuál es el telos de la técnica moderna? Que el ser humano domine y someta a la naturaleza. Ideas que defendieron los pensadores del SXVI y el positivismo del siglo XIX. El Renacimiento posibilitó que el hombre se convirtiera en el centro del mundo, que se conozca a sí mismo, que explore su interioridad y las posibilidades de su intelecto. El antropocentrismo posibilita el dominio de la naturaleza y de su entorno, en aras del progreso, el bienestar y la libertad. Aquí el concepto de libertad se pone la máscara del conocimiento, de la economía y del bienestar social. Que oculta la esencia de la técnica moderna y de las relaciones de poder; en este ámbito no puede darse la aletheia, la desocultacion verdadera del Ser. Esto constituye un punto de inflexión para que se cristalice el concepto de deshumanización.   

Así pues, Heidegger analiza las consecuencias de la técnica moderna sobre el hombre, y cómo lo aleja de su esencia natural y lo sitúa en el constructo artificial que determina nuestro mundo y nuestro entorno. Como expresó Hannah Arendt en La condición humana: <<El artificio humano del mundo separa la existencia humana de toda circunstancia meramente animal, pero la propia vida queda al margen de este mundo artificial y, a través de ella, el hombre se emparenta con los restantes organismos vivos>>.

La prevalencia de la técnica sobre el hombre, posibilitó que la vida se sustituya en su devenir por la abstracta, determinada por la concatenación entre técnica y ciencia, o, en otras palabras, por la tecnología. En el mundo del artificio se puede percibir con claridad, como las relaciones artificiales predominan sobre las relaciones de sentido. Como el sentido de la vida, del mundo y las cosas, se ubican más allá de las apetencias humanas.

Responden, por así decir, a relaciones de poder y fuerza, que posibilitan la alienación y la desnaturalización del ser humano. El último resquicio del hombre, su vida biológica, espiritual y mental, se sustituyen poco a poco por lo abstracto donde prevalece el artificio del artificio. Y, esto constituye en la vida humana: una fractura fundamental.

Según Heidegger, a la naturaleza se la requiere que esté siempre disponible, que define como <fondo>, y su sentido de <fondo> ya no se encuentra frente al ser humano como un objeto. El modo de proceder de la técnica moderna, consiste en transformar los entes, las cosas en puro <fondo>, hace desaparecer el objeto del representar, es decir, el carácter de objeto pasa a un segundo plano. Entonces se convierte en una especie de utensilio, aunque imponiendo su ley a la naturaleza. 

Además, el modo de desocultar de la técnica consiste en la <imposición> a la realidad y esto es, precisamente, su esencia. Desocultar lo real como <fondo> supone una <imposición> a la naturaleza, y lo lleva a cabo a través de la física, que la convierte en un conjunto calculable de fuerzas. Entonces, posibilita la <imposición> a la naturaleza mediante la experimentación que lleva a cabo la ciencia.

El peligro consiste según Heidegger, en su carácter totalizador, pretender abarcar toda la realidad y que se erija como el fundamento en todas las áreas de la realidad humana. Y, convierta la <imposición> en el destino del hombre. El problema surge cuando éste vivencia su carácter totalizador como algo normal, creyéndose ser libre. El hombre en este ámbito coarta su libertad, en beneficio de la utilización de la técnica. Se convierte en un apéndice de la técnica, que llega hasta los átomos del cerebro.

Así, la técnica se convierte en una segunda naturaleza para el hombre. La dependencia del hombre de la técnica no sólo lo cosifica, sino que limita sus capacidades mentales, sensitivas o espirituales. En transcurso del siglo XX pocos comprendieron la cuestión sobre las relaciones internas entre las estructuras de lo inhumano y la matriz de una elevada civilización técnica. Una cultura que no estuvo a la altura de las exigencias morales, espirituales y materiales del hombre.

La barbarie que hemos experimentado refleja en numerosos y precisos puntos las relaciones internas entre la técnica y el Gran Poder. Así que, la cultura de Occidente contenía en su vientre el germen de la barbarie, del dolor y la muerte. Que se expresaron en la Gran Guerra de 1914-1918 y la Segunda Guerra Mundial de 1939-1945. De ahí que George Steiner haya expresado: <<En un sentido biológico lo que ahora estamos contemplando es una cultura disminuida o una “poscultura”>>.

En este orden, la esencia de la técnica es ambigua y tal ambigüedad apunta hacia la verdad e induce a percibir dos cosas: la <imposición> obstruye todo desocultamiento, de una parte, y de otra, la <imposición> acaece en aquello que deja que el hombre siga siendo quien es, en pro de la custodia de la esencia de la verdad. Y, es aquí donde aparece lo <<salvador>>. Heidegger se pregunta si existe una actividad en la que se dé el desocultar tal y donde el hombre represente el custodio de la verdad. 

En Heidegger esa actividad se lleva a cabo en el arte. Éste representa una forma de desocultacion más cercana a la aletheia originaria, a la verdad, pero debe alejarse de la técnica o, en otras palabras, no ha de tecnificarse. Lo que despliega su esencia en el ámbito del arte es el Ser; por eso, la verdad estética es la que estudia la manifestación del Ser en las obras de arte.

Heidegger dice:
                           

                      <<Cuanto más nos acercamos al peligro, con mayor claridad empezarán a lucir los caminos que llevan a lo que salva, más intenso será nuestro preguntar. Porque el preguntar es la piedad del pensar>>.


Heidegger reflexiona en La pregunta por la técnica, sobre ésta, su esencia y la relación con el arte; y cómo éste se convierte en camino para encontrar la desocultacion del Ser y, el peligro que impone la técnica sobre el ser humano y el mundo que lo rodea. El pensar para Heidegger posibilita la búsqueda de caminos para la desocultacion del Ser y la superación de la metafísica tradicional desde el griego Antiguo, que olvida al Ser. Porque la techne desde Platón aliena y desnaturaliza al ser humano.

El arte se constituye en modo de desocultacion, de aletheia.  Porque en la Antigüedad griega y judeocristiana, no se concebía desde un punto de vista estético, sino religioso. El arte era el modo de salir de lo oculto que trae-de y trae-ahí-delante; en él prevalece la Verdad. La esencia de lo poético o del arte, revela <<todo lo que esencia lo bello>>. De ahí que la técnica original es el arte. Porque devela lo velado de la esencia de la Verdad.

Ahora, ¿qué se emparenta con la esencia de la técnica? Según Heidegger, el arte. Porque el arte posibilita que se establezca contacto con el Árbol de la Vida. Que palpemos las partes blandas del Ser y nos sumerjamos en el tiempo originario, para que advenga un nuevo renacimiento del ser-ahí, del hombre en el mundo.

Que nos conduzca de la mano del poeta, del músico o del pintor, a las reservas del mundo y de la vida. Porque lo que hemos hecho hasta ahora, es, arañar por encima de su superficie. Entonces, si esto acontece se desvelaría una dimensión nueva de la técnica y del Ser en el mundo de los hombres. La técnica no se vería sólo como instrumento y lugar donde se ocultan o manifiestan relaciones de poder. Porque estaría al servicio del ser humano. Esto posibilitaría la primacía de la luz sobre la oscuridad, de la razón sobre la sinrazón, del amor sobre la barbarie, el dolor y la muerte.

domingo, 10 de noviembre de 2019

El MUNDO DEL ARTIFICIO HUMANO


                             




Antonio Mercado Flórez.


Estamos asistiendo jalonados por la ciencia y la técnica a transformaciones materiales, mentales, espirituales y morales, que confirman que el mundo de nuestros mayores ha quedado atrás. Así que, <el artificio humano del mundo separa la existencia humana de toda circunstancia meramente animal, pero la propia vida queda al margen de este mundo artificial y, a través de ella, el hombre se emparenta con los restantes organismos vivos>; expresó Hannah Arendt en el texto La condición humana.

El mundo del artificio no sólo separa al hombre de toda circunstancia de vida animal, sino que la vida biológica del hombre está siendo sustituida por la vida abstracta, determinada por la ciencia y la técnica. En el mundo del artificio podemos ver con claridad, como las relaciones artificiales predominan sobre las relaciones de sentido. El último resquicio del hombre, la vida biológica, psicológica y espiritual, se sustituye por lo abstracto donde prima el artificio de los artificios.

Somos parte de un tiempo donde prevalece la velocidad, el maquinismo, la robótica, el dinero bancario, la política, y la Inteligencia Artificial que limitan la libertad, expía y colecciona datos, para el control y el dominio del ser humano. El tiempo anímico, psicológico, pierde terreno ante el abstracto y cuantitativo. Ora, en la actualidad las cosas rítmicas, la memoria y la imaginación, que luchan contra el tiempo abstracto, están destruyendo el tejido vivo del Ser. El acto de Ser y de existir, está cada vez más determinado por las relaciones artificiales. De igual modo, la existencia humana está rompiendo a marcha forzada, los lazos naturales de la Vida. El mundo de nuestros mayores ha quedado atrás.

De ahí que el pensamiento científico y la técnica, sean indiferentes a la felicidad, el amor, la bondad, la solidaridad; no nos dicen como ser felices, ni bondadosos, ni amorosos, ni siquiera si hay que cultivar la ciencia y la técnica. No por ello son menos verdaderas. En cambio, la filosofía, el arte, la poesía, la música, no sólo nos son más indispensables, sino que se refieren a la naturaleza humana. Ellas hacen parte de la esfera ética, moral y estética del hombre. Por tanto, no es a través de la ciencia, la economía o la técnica, como el hombre se emparenta con los demás seres vivientes; es por medio de la propia Vida. La construcción lógica, las matemáticas o la física, no se acercan a la vida, a aquello que realmente experimentamos.

La vida artificial corta los lazos del hombre con la naturaleza. El artificio del artificio prevalece sobre la vida biológica y natural del hombre. Y esto se expresa en la actualidad, como una figura de la crisis de nuestro tiempo. Por tanto, la vida artificial producto de la ciencia y la técnica, están alterando la vida biológica, natural del ser humano. Ernst Jünger dijo: los hombres productos del desamor y del afecto, fríos y distantes, serían los verdugos del mañana. Arendt pensó que la creación de estos hombres del artificio no debe dejarse en manos de científicos y técnicos, ni de políticos profesionales, sino de personas que prioricen la condición humana y la naturaleza del hombre, sobre lo económico, el poder y el conocimiento. Porque es un problema político y moral de alta envergadura para el destino del Hombre. (Esto lo escribió Hannah Arendt, en 1953 y ya su visión es una realidad hace muchos años).

En este orden, los conocimientos – pensamientos se ponen a merced de las máquinas; el ser humano pierde la capacidad de asombro, pierde la facultad de preguntar, y se convierte en objeto o número. Es una manifestación de la crisis de la naturaleza del hombre. Dice Arendt: <Irreflexivas criaturas a merced de cualquier artefacto técnicamente posible, por muy mortífero que fuera […] La situación creada por las ciencias es de gran significado político>>. Ahora, ¿qué se encuentra en juego con el predominio de las ciencias en la vida del hombre? El discurso, y si está en peligro el lenguaje la cuestión se politiza, ya que es precisamente el discurso lo que hace del hombre un ser único.

Si ajustamos la actitud cultural al desarrollo de las ciencias y la técnica, el discurso o el lenguaje dejarían de tener significado. Porque el lenguaje de la ciencia es el número o, los símbolos, <que en sus comienzos sólo eran abreviaturas de las expresiones habladas>, y en la actualidad <contiene otras expresiones que resulta imposible traducir al discurso>. Dice Arendt que la razón por lo que hay que ser prudentes del discurso político de los científicos, consiste, en que, el desarrollo científico-técnico de armas de destrucción masiva-armas atómicas, serían los últimos en ser consultados y que se <mueven en un mundo donde el discurso ha perdido su poder>. El desarrollo científico-técnico no sólo se mueve en un mundo abstracto, sino que el lenguaje científico es cada vez más abstracto.

La automatización, un fenómeno que vaciará las fábricas y las empresas, y las maquinas ocuparan los puestos de trabajo de los hombres, y liberará a los hombres de la indigencia (necesidad) y del peso del trabajo. Lo último visto desde una perspectiva positiva. Porque ya se vive en la actualidad. La automatización y el maquinismo crearán ejércitos de desempleados en el mundo, arrastrarán masas de hambrientos, de enfermos, que cuestionarán los Poderes Mundiales. Y la única forma de parar a esos desgraciados y excluidos de una vida digna, cree el Gran Poder es, utilizando las máquinas para su exterminio. Jünger piensa que: la primacía la tiene un elevado nivel de conocimiento, anónimo y desconsiderado, que vencerá las resistencias políticas y sociales allí donde tropiece con ellas.

Los lenguajes digitales y las maquinas coartan las relaciones naturales entre los hombres, la libertad de movimiento y de acción, y nos olvidamos que el hombre como ser político, plural, necesita de la presencia y la coexistencia de los demás hombres. <Sólo experimentan el significado debido porque se hablan y se sienten unos a otros a sí mismos>. Y, además en el centro de la pluralidad, de la diversidad, de la coexistencia y el consenso, se establece el lenguaje. Porque el discurso es el único que posibilita la conversación, el entendimiento y la convivencia entre los hombres en comunidad.

Arendt dijo: las maquinas liberaran al hombre del trabajo y la servidumbre de la necesidad. El deseo de liberar de la necesidad, la “fatiga y molestia” no es moderna sino antigua como la historia registrada. En el mismo orden Marx expresó: el trajo libera a los dueños de los medios de producción y del dinero, del valor. El obrero o el hombre común, sólo ofrece como valor su fuerza de trabajo. El valor del trabajador se mide por la fuerza de trabajo; no por la cualidad de su persona. Así, el trabajo que exime de su esfuerzo agotador a una selecta minoría, aliena, en cambio, a la gran mayoría y la desnaturaliza, la expulsa de su condición natural de ser hombre.

De una parte, el desarrollo científico saca al hombre de la indigencia y del trabajo, un sueño que se teje desde el tiempo de los tiempos, y, de otra parte, lo expulsa de su condición natural cuan indigente a las calles y los parques de los parados. Así, la automatización y las maquinas posibilitan que el hombre pierda la naturaleza que lo constituye, ya que lo convierte en número o en objeto.

La Edad Moderna trajo la glorificación teórica del trabajo y su consecuencia ha sido la transformación de toda la sociedad en una sociedad de trabajo. El deseo resulta ser contra producente a la realidad, se trata de liberar a la sociedad de trabajadores del trabajo. Pero ésta no es consciente de las actividades elevadas y significativas que la conduzcan a ganarse esa libertad. No existen en la actualidad hombres que posibiliten la restauración de las otras capacidades de los hombres; de otra, los presidentes, los ministros, consideran sus cargos como tarea necesaria para la vida en sociedad; y otrora, los intelectuales mantienen que su actividad es trabajo y no un medio de ganarse la vida. El capitalismo global convierte a la técnica y el trabajo, en la Gran iglesia de nuestra época.

Dice Arendt al respecto: Nos enfrentamos con la perspectiva de una sociedad de trabajadores sin trabajo, es decir, sin la única actividad que les queda. Está claro que nada podría ser peor. En la actualidad crece el ingente número de desempleados y las energías que la técnica y el conocimiento desarrollan más allá de sí misma, inexorables se utilizan para la preparación publicitaria de la guerra.

El capitalismo concatena automatismo, maquinismo, velocidad, con la destrucción de la vida y la naturaleza. Desde una perspectiva económica, la globalización exalta la ortodoxia neoliberal: la desocialización, las rebajas fiscales, las privatizaciones masivas de servicios públicos básicos. Esto trae como consecuencia que se está dando el paso de la condición de ciudadanos a simples individuos. En consecuencia, la política se siente impotente ante los poderes globales. Entonces la fractura económica y social cae sobre los más necesitados y los beneficios a una selecta minoría. Somos parte de sociedades cada vez más polarizadas donde el 30 por ciento de la sociedad mundial posee el 80 por ciento del PIB mundial. Los pobres son cada vez más pobres y los ricos más ricos. Ahí tenemos las protestas de Ecuador y Chile en Latinoamérica.

De ahí que los poderosos desean destruir la naturaleza y toda conexión del hombre con la naturaleza. Son expresiones de la objetivación del mundo actual que se contraponen a la subjetividad, la moral y la estética. Por eso la destrucción del interior del hombre se observa como catástrofe. No podemos olvidar que, la Edad Moderna se edificó sobre los cimientos de la destrucción y la catástrofe; y lo que deja tras de sí es un montón de ruinas materiales y humanas. Así que, claro está que somos hijos de una época que naturalizó lo más antinatural del mundo, la reificación del mundo y la catástrofe.

Los problemas de la sociedad son objeto de la política práctica, del acuerdo, del consenso entre muchos; nunca consiste en consideraciones teóricas o en la opinión de una persona. De ahí Arendt propone la reconsideración de la condición humana desde la perspectiva de <nuestros más recientes temores y experiencias>. Y es que, <la falta de meditación es una de las sobresalientes características de nuestro tiempo>. De este modo, el pozo de los pensadores se está secando y los contenidos espirituales no comunican la lengua y la experiencia de los hombres. Así, a las élites gobernantes se les une un grupo de expertos, del que se puede abstener el ciudadano.

Y, desconocen que en el mundo todavía existen personas que son capaces de ver las pérdidas: la simplificación de la existencia, del mundo y de los valores. Como la coerción de la libertad, de la capacidad de soñar y de compartir la vida vivida. Estas hermosas palabras de George Simmel sobre la libertad, de que la libertad sólo surge en relación con algo, siempre en contra de algo. Y estas otras de Imre Kertész: Yo también alcancé la libertad contra algo; mi libertad se convirtió en arte: mi arte va dirigido contra algo.

Nietzsche tiene razón cuando dijo: <La política ha de ordenarse de manera que inteligencias mediocres sean suficientes para ella, y no tenga que saber todo el mundo de este tema>. Y afirma Arendt: <Hacia ahí camina toda la tradición del pensamiento de Occidente, incluido Marx>. Arendt propone pensar lo que hacemos, las más elementales articulaciones de la condición humana, esas actividades que se encuentran a la mano del hombre común y corriente. Piensa que no hay nada más sencillo <que pensar en lo que hacemos>.

En una época donde prevalece la banalidad y lo efímero sobre el sentido de realidad y de la vida, el pensamiento deja de ser el lamento de los hombres: <Porque pensar sobre la vida –escribió Kertész- equivale a cuestionarla; ahora bien, sólo cuestiona su propio elemento vital aquel que se ahoga o se mueve en su interior de manera contraria a la naturaleza>>. Quien no se cuestiona la realidad que vive pertenece a la servidumbre del consenso y a las reglas de juego que establece el Gran Poder: el Estado, el Sistema, las instituciones, las corporaciones internacionales, el poder financiero, los partidos tradicionales y la <selecta minoría> que encarna el poder político, económico y cultural. Ora, es necesario pensar el mundo donde vivimos, compartimos, soñamos y amamos. Porque así alcanzamos la categoría de personas.

Imre Kertész en Diario de la galera: <<Existe un modo de pensamiento serio y otro poco serio. El serio está representado por los intereses, los poderes del Estado, los negocios, la policía secreta y el principio de poder que rige en un mundo dado. El poco serio, por los artistas, los filósofos, los poetas, los santos: los que no cuentan>>. Eso que Nuncio Ordine llama: la utilidad de lo inútil.

En ciertas grandes áreas del mundo se está ahora mismo efectuando un esfuerzo para restringir la libertad del espíritu humano, de pensar y juzgar. El enemigo del ser humano no es el pensador irresponsable, tenga razón o no. El enemigo real es quien trata de moldear la mente y el espíritu del ser humano, con políticas que incrementan la discriminación, la xenofobia, el racismo, el odio, la polarización de la sociedad y las injusticias sociales.

Abraham Flexner (1886-1959) fue un famoso pedagogo estadounidense y en una conferencia que tituló <La utilidad de los conocimientos inútiles>, expresó: <El mundo ha sido siempre un lugar triste y confuso; sin embargo, poetas, artistas y científicos han ignorado los factores que habrían supuesto su parálisis de haberlos tenido en cuenta. Desde este punto de vista práctico, la vida intelectual y espiritual es, en la superficie, una forma inútil de actividad que los hombres se permiten porque con ella obtienen mayor satisfacción de la que pueden conseguir de otro modo. El problema consiste hasta qué punto la búsqueda de estas satisfacciones inútiles se revela inesperadamente como la fuente de la que deriva una utilidad insospechada>.

Así, Flexner no ve contradicción entre el saber científico y humanístico. Al contrario, se complementan mutuamente. Que la ciencia tiene mucho que enseñarnos de la utilidad de lo inútil. Y, junto a los humanistas (poetas, filósofos, escritores, ensayistas, pintores, músicos), también los científicos han desempeñado y desempeñan una función importantísima en la batalla contra la dictadura del beneficio, en defensa de la libertad y la gratitud del conocimiento y la investigación. Por eso, el saber constituye por sí mismo un obstáculo contra el delirio de omnipotencia del dinero, el utilitarismo y el poder.

El Gran Poder reitere que la época actual es, una época materialista que debería tener como principal cometido la acumulación de riquezas, de bienes, de oportunidades materiales y la satisfacción hedonista de la vida. No es curioso que un mundo saturado de odios irracionales que amenazan a la civilización misma algunos hombre y mujeres, se entregan al cultivo de la belleza, la extensión del conocimiento, la cura de enfermedades, salvar vidas en el mediterráneo, al alivio de los que sufren. 

Una actitud que se contrapone a los furibundos fanáticos que se dedican a difundir el dolor, el sufrimiento, la fealdad, la tristeza y la muerte. Mientras los que creen en el desarrollo y la elevación del espíritu del ser humano, son personas que se dedican cada día de su existencia sobre la Tierra, a aportan su granito de arena para que el mundo que vivimos sea más humano y más justo. Por eso, no hay que perder la capacidad de asombro y la curiosidad, el ámbito del saber y de la convivencia se alimentan de sus fuentes para crear un mundo más humano y más libre. 

jueves, 17 de octubre de 2019

EL SIMBOLISMO DE LA MUERTE


                                


 Antonio Mercado Flórez.


Humberto Eco en Apostillas al Nombre de la Rosa, expresó: <<El hombre por naturaleza es un animal simbólico>>. Las culturas viven mientras viven sus símbolos. Así pues, la función de los símbolos es defendernos del terror –dijo Oswaldo Spengler en Decadencia de Occidente. Ni el movimiento trágico ni el movimiento técnico –si es licito emplear estos términos para distinguir los fundamentos de lo que es vivido- agotan la realidad del ser viviente. El hombre tiene más cosas que ofrecer que, la técnica, la economía, la política y que el pensamiento científico.

Estas esferas hacen parte de las formas del conocimiento; de otra parte, existe la necesidad orgánica –el decurso biológico propio-, que es un hecho de profunda intuición interior, un hecho que llena el pensamiento mitológico, religioso, artístico, histórico, y, no está en contradicción con las formas del conocimiento. Sino que interiormente se complementan; esto es, que existen relaciones internas entre el arte, la matemática y el cosmos. O, entre la técnica, la política y la economía. Que es necesario desvelar para comprender la relación entre Hombre-Mundo, Hombre-Cosmos, Hombre-Dios.

Así que, somos seres en constante movimiento; aun cuando las cortinas de la noche cierren los ojos y el espíritu y los sentidos duerman. De ahí que, todo movimiento propio tiene expresión, todo movimiento ajeno produce impresión; de suerte que todo cuanto se da en nuestra consciencia, sea cual fuere su forma –alma y mundo, vida y realidad, historia y naturaleza, ley y sentimiento, sino, Dios, futuro y pasado-, todo, para nosotros, encierra otro sentido, que es el más profundo. Y el único medio supremo para hacer comprensible lo incomprensible, consiste en una especie de metafísica, para lo cual todo, sea lo que fuere, tiene la significación de un símbolo.

Los símbolos son signos sensibles, impresiones últimas, indivisibles y, sobre todo, involuntarias, que poseen una significación determinada. Un símbolo es un rasgo de la realidad que, para un hombre con sus sentidos alerta, designa inmediata y evidente algo que no puede comunicarse por medio del intelecto. De este modo, todo lo que existe en la naturaleza y el mundo hecho por el hombre, es símbolo. Todo es impresión simbólica que el universo produce cuando estamos despiertos. De ahí, percibimos ese lenguaje en las horas de recogimiento y soledad. Por otra parte, Expresa Spengler: el sentimiento de una comprensión homogénea es el que, sobre la humanidad universal, reúne y destaca ciertos grupos, familias, clases, tribus y, finalmente, todas las culturas.

Tal es la idea del macrocosmos, de la realidad como conjunto de todos los símbolos de un alma. Nada puede eximirse de esta propiedad de ser significativo. Todo lo que existe es símbolo. Desde la apariencia corporal: rostro, estatura, gesto, porte de los individuos, de las clases sociales, de los pueblos –en donde siempre se ha reconocido el simbolismo-, hasta las formas del conocimiento, la matemática y la física, que se suponen eternas y universales, todo es símbolo, todo manifiesta la esencia de un alma determinada, con exclusión de cualquier otra. 

En el momento que el hombre empieza a reflexionar sobre la muerte, y la incluye en su espíritu, sus sentimientos, sus obras, previsiones, cesó la inmediata e instintiva vida animal, y nace lo que Spengler llamó: la Cultura. Desde el momento de la existencia, cuando el hombre se hace hombre y conoce su inmensa soledad en el universo, es cuando despunta en su corazón el terror cósmico, bajo la forma puramente humana del terror a la muerte. Spengler piensa que, toda religión, toda filosofía, toda ciencia natural, tiene aquí su punto de partida.

La muerte entonces posibilita un <<punto de inflexión>> en relación a la vida inmediata, instintiva y, la aparición de la Cultura se convierte en una <<forma>> de la muerte. Cuando el hombre se enfrenta a su soledad experimenta el terror cósmico, bajo la forma puramente humana del terror a la Muerte. Toma conciencia de su fragilidad y su finitud, en el devenir del tiempo. Así que, toda filosofía, todo arte, todo mito, toda religión, toda ciencia y toda técnica; tiene en la muerte su punto de partida. Entonces, el lenguaje simbólico va unido a la Muerte: al culto de la Muerte. O, en otras palabras, a la forma del enterramiento, a la tumba y sus adornos, a los rituales o mitos mortuorios.

Además, el terror primigenio es el origen de todo sentimiento histórico. La solicitud vigilante por la vida, que aún no ha pasado, es la que inspira la solicitud por el pasado. Un animal tiene futuro solamente; el hombre conoce también el pasado. Toda nueva cultura despierta también con una nueva <<intuición del mundo>>; esto es, con una súbita visión de la muerte. No existe cultura que no tenga en su intuición interior una percepción de la muerte. La cultura representa una forma simbólica de relacionarnos con la muerte. La esencia de todo simbolismo autentico -inconsciente e íntimamente necesario— se origina en el conocimiento de la muerte, que nos descubre el misterio del espacio.

Así, tomamos consciencia que todo producto es transitorio. Dentro de pocos siglos no habrá cultura y civilización occidental; y, no porque la serie de generaciones humanas se hubiese acabado, sino porque no existe ya la forma interior de un pueblo, la que había reunido a un gran número de generaciones en un gesto común. Cuando se diluye en sus contradicciones o se degrada el hálito de vida de un pueblo, desaparece la esencia que le da <<forma>> y <<contenido>>. Esa intuición interior posibilita la expresión de un pueblo, en las formas del conocimiento o en sus sentimientos: en el arte, la música, la arquitectura, la poesía, la novela, la técnica, la ciencia y el pensamiento en general. Y, la muerte se convierte en el vehículo que eleva el espíritu a lo trascendente y divino. 

Walter Benjamín en el texto El Narrador afronta el problema de la muerte desde la narración. Asocia la narración al valor de eternidad y, la opone en la actualidad a las noticias, al sistema general de información, que es lo único propiamente constante. La in-formación tiene interés en desdibujar la textura de los contenidos espirituales de la experiencia como percepción y participación en lo diferente de los acontecimientos; es lo contrario, al valor de eternidad que Benjamín asocia a la narración. Así que, toda narración está rodeada de un halo de antigüedad, como sí se tratará de una historia que se ha venido contando desde siempre de generación en generación.

También acerca de eternidad habla en El Narrador, como un pensamiento que extrae su sentido del factum de la muerte; y, que progresivamente desaparece para la consciencia del Orden Burgués: del sujeto burgués. Que en la modernidad se relaciona con la pérdida de comunicabilidad de los contenidos de la experiencia y con el fin del arte de narrar. Esta evanescencia dice Benjamín sólo puede explicarse por el cambio <<en el rostro de la muerte>>. Cambio que consiste en la ocultación de ese rostro, su retiro de la mirada colectiva, y, de otra parte, en lo que se podría en llamar la privatización del morir. Además, esta privatización del <<rostro de la muerte>> es, para Benjamín la clave para valorar la narración.

<<La muerte es la sanción de todo lo que el narrador puede referir>>. Ahora, ¿Qué significa que la muerte sea tal sanción? Una sanción es la confirmación o aprobación de una ley, acto o costumbre. Ahora bien, Benjamín concibe a la muerte como fuente de autoridad de la narración y que la misma narración no agota. Así, la muerte es la paradoja de la narración; porque marca el límite absoluto del lenguaje y el silencio. Asimismo, teniendo presente la muerte como sanción, Benjamín dice que las historias del narrador <<nos remiten a la historia natural>>. Lo que hace el narrador es reinscribir la historia humana (historia universal), en la historia natural; siendo la muerte en punto de encuentro, la bisagra, el acontecimiento en que se cruzan la una y la otra.

En este orden, según Benjamín la muerte posibilita la narración, el valor de eternidad y la opone a la actualidad, al presente-ahora como noticia e información. Y que la muerte pasa de ser un acontecimiento colectivo a convertirse en la época moderna en algo enteramente privado. Así, pierde el aura de arcaísmo (la aparición irrepetible de una lejanía por muy cercana que esta pueda hallarse) para transformarse en mercancía.

La muerte entonces nos sustrae del lenguaje y nos precipita al silencio. En la actualidad estos procesos de simbolización de la muerte la ubican tanto en la dimensión puramente natural en su incidencia histórica y, de la Cultura y la alejan cada vez más de su dimensión sagrada y divina. En la actualidad se hace un corte, un punto de inflexión respecto a la muerte y el morir. No sabemos que es la muerte y pensar en ello nos ayuda a saber lo que ésta es, por lo cual se convierte en lo imposible. En la disolución del límite, en la caída en el vacío, donde todo lo posible, lo que es posible ingresa en el no-saber. 

A partir de que el hombre se hace consciente de la muerte, la continuidad de la existencia se rompe, se desgarra y, en consecuencia, tiene una experiencia final de desaparición, porque conoce el tiempo y, por ende, es consciente de su propia muerte, que hay una experiencia final de desaparición. Ernst Jünger pregunta, ¿Qué es lo que queda del hombre una vez que le ha llegado la hora de la muerte? ¿Desaparecemos realmente o sólo nos esfumamos nos desvanecemos? ¿A dónde conduce el viaje y con qué equipaje? ¿Nos está permitido llevarnos el cerebro o es preciso hacer entrega de él?

domingo, 13 de octubre de 2019

REFLEXIÓN SOBRE LA ACTUALIDAD


                                       




Antonio Mercado Flórez.



Teniendo presente los acontecimientos socio-históricos y culturales del mundo actual, preguntamos, ¿cómo se abre paso el ser humano en un mundo pusilánime, donde prevalece la mediocridad y el vacío del espíritu? Sabemos que ellos se convierten en las formas de la <<cultura del artificio>>. Somos parte entonces de una época donde los lazos de la codicia, la violencia, la guerra, la corrupción, la xenofobia y el racismo; atan al hombre a la banalidad del presente actual. Así pues, cuando la vida se entiende como objeto de codicia, de rapiña, de saqueó, cualquier otra consideración se antoja secundaria. Pero afortunadamente en la actualidad existen personas que son capaces de ver las perdidas: la degradación del espíritu, de la moral y las injusticias sociales.

Sabemos que la hybris del progreso exalta la avidez, el saqueo y el despilfarro material y de la energía vital del ser humano. Como dice Rafael Argullol: <<Aprender sería aprender a desarticular la civilización de la hybris. Educar al hombre en un nuevo contrato existencial, con sus derechos y sus deberes, lejos de ser un objeto de saqueo, fuese un objeto de armonía. Claro que eso implicaría hacer una verdadera revolución espiritual, algo más delicado que cualquier revolución de otro tipo>>. Ahora, ¿qué significa aprender? Eso entrañaría un nuevo concepto de educación ligado a la experiencia, que desborde con mucho, el marco de las escuelas y universidades para transformar, directamente, la mente del hombre.

Una revolución que implicaría la forma esencial de la vida en su devenir histórico y en las funciones que le corresponden. Ver lo que acontece no con los ojos del partido, de la técnica, del conocimiento, de la ideología, desde el punto de vista particular, sino desde la altura intemporal donde la mirada domina al mundo de las formas históricas repartido por miles de años –si se quiere comprender realmente la crisis de la época actual. Esa mirada provee al hombre de las herramientas materiales, mentales, y espirituales, que posibilitan desandar lo andado para entender desde la altura intemporal lo que acontece en la actualidad. Pero primero es necesario tener en cuenta que al hombre hay que dejarlo que nazca primero dentro de sí.

Así que, el Gran Poder está convirtiendo en irrisorio todo lo que tiene valor. En el ámbito de la <<Inteligencia Artificial>>, lo que existe es aquello que puede ser representado. Lo que significa que la <<cultura del artificio>>, la representación de la representación, sustituye a las cosas que tienen sentido. Ontológicamente hablando, la representación de la naturaleza y la organización de la realidad, se sitúan en el ámbito de las <<relaciones artificiales>>. La <<civilización del espectáculo>> se corresponde con la frivolidad, lo veleidoso e insustancial; consiste esta civilización en invertir los valores, en la que la forma importa más que el contenido, la apariencia más que la esencia y en la que las imágenes hacen las veces de sentimientos e ideas. Esa es una manera de entender el mundo y la vida, según la cual todo es aparente, momentáneo y fugaz. Y, ello representa la expresión de la crisis de la época actual.

Existen personas que son incompatibles con el carácter y las exigencias de nuestra evolución histórica. Porque no responden a las exigencias materiales, espirituales y técnicas, de los pueblos con sus generaciones. Por eso las exigencias espirituales o mentales trascienden los <<ordenes establecidos>>. Ora, en momentos de crisis espiritual y de vaciamiento de los contenidos espirituales de la experiencia, hay que recurrir a la sabiduría razonadora. Aquella que posibilita que el hombre adquiera la jerarquía de persona y vaya al encuentro de lo trascendente y divino, que mora allende de las estrellas y, en todos y cada uno de nosotros.

Entonces, ¿cuál es problema fundamental del hombre moderno? <<La pérdida de la confianza en sí mismo>>. Por eso delega la libertad a una espalda más ancha: la Iglesia, el Estado, el partido, la moral del hombre común ordinaria; porque la pérdida de confianza en sí mismo, es, una expresión de pérdida de la libertad. Ahora bien, el florecimiento del hombre moderno, nuestra relación con los otros hombres y las cosas, se ha vuelto compleja, nadamos en problemas e incertidumbres. Porque somos habitantes de un mundo donde los valores establecidos ya no están y los nuevos no han llegado del todo.

Un mundo donde el hombre de carne y hueso, se está convirtiendo en objetos y prevalece la númerificacion sobre los contenidos espirituales y el pensamiento. Y, además, el hombre se ha convertido en un hombre tecnificado, porque inesperadamente ha caído sobre él, el enorme peso de la técnica. A la vez, estamos en los frontispicios del paso de la lengua natural, a la lengua artificial, la que está situada en su parte material. Una lengua que no responde a los requerimientos más profundos del ser humano: el amor, la solidaridad, el respeto a la dignidad humana, la fraternidad, que posibilitan que el individuo adquiera la dignidad de persona. Y, que prevalezca una escala de valores horizontal incluyente y solidaria, sobre una vertical excluyente y agresiva.

Así pues, en el mundo moderno profano y profanador, hay que tener presente que, en todo movimiento vital, las fuerzas demoníacas se ocultan detrás de las cualidades ordenadoras. Y para poder desvelarlas se necesita un hombre fuerte en el espíritu. Tener presente que éste se relaciona con la subjetividad y la mente del hombre. Así, el hombre moderno vive en medio de un mar impetuoso, desacralizado y mundano. <<Que antaño resultaba de la circunstancia de hallarse dentro del marco de un orden establecido, quiero decir dentro de un orden sagrado, ritual, que ejercía una acción internacional, definida, según la verdad revelada>>. –dijo T. Mann. Entonces, ¿qué función ejercía la iglesia? –según Mann-: <<Una institución para el mantenimiento de la vida objetiva […] Sin ella, nos hundiríamos en el extravió más subjetivo, la vida objetiva se convertiría en un mundo siniestro, y fantástico, en un mar de demonismo>>.

Ahora, como dice Walter Benjamín en el <<Libro de los Pasajes>>: <<El momento prehistórico del pasado ya no queda encubierto por la tradición de la iglesia y la familia. Esto es a la vez consecuencia y condición de la técnica>>. Para el hombre moderno el mundo de los padres ha quedado atrás, ya no está unido a él por tradición, sino por lo presente-actual, la técnica y las relaciones artificiales. En consecuencia, <<los mundos perceptivos se descomponen velozmente, rápidamente se hace necesario erigir un mundo perceptivo por completo distinto y contrapuesto al anterior. Así es como se ve, bajo el punto de vista de la prehistoria actual, el ritmo acelerado de la técnica>>. De ahí que la técnica en la modernidad se haya convertido en el mito de la actualidad.

Además, la pérdida de confianza en sí mismo del hombre actual, lo obliga a recurrir a un violento sentimiento subjetivo, llevándolo a apropiarse expresa Nuccio Ordine, de <<la utilidad de los saberes inútiles>> que se contraponen radicalmente <<a la utilidad dominante que, en nombre de un exclusivo interés económico, mata de forma progresiva la memoria del pasado, las disciplinas humanísticas, las lenguas clásicas, la enseñanza, la libre investigación, la fantasía, el arte, el pensamiento crítico y el horizonte civil que debería inspirar toda actividad humana>>. De ahí que, en el universo del utilitarismo, en efecto, <<un martillo vale más que una sinfonía, un cuchillo más que una poesía, una llave inglesa más que un cuadro: porque es fácil hacerse cargo de la eficacia de un utensilio mientras que resulta cada vez más difícil entender por qué pueden servir la música, la literatura o el arte>>.  

Somos parte del tiempo abstracto, las máquinas y la velocidad, se tiende a desdeñar todo lo que no responde a la filosofía utilitaria. Se trata en la actualidad, de develar <<la carga ilusoria de la posesión y sus efectos devastadores sobre la dignitas hominis, el amor y la verdad>>. Por eso el hombre actual, se ve en la necesidad de recurrir al sentimiento subjetivo, el espíritu y el pensamiento o a la experiencia, para restaurar los portillos del Yo interior, de la historia y de la vida, que han quedado tirados a la vera del camino. <<Pero hay algo más –dice Ordine-, puede desafiar una vez más las leyes del mercado. Yo puedo poner en común mis conocimientos sin empobrecerme. Puedo enseñar a un alumno la teoría de la relatividad o leer junto a él una página de Montaigne dando vida a un proceso virtuoso en el que se enriquece, al mismo tiempo, quien da y quien recibe.

En este orden, sí lo sublime y eterno se envilece, desaparece el sentido del humanismo que, no es otro que, la semejanza entre los hombres. Y, <<precipitándose en la parte baja de la rueda de la Fortuna, toca fondo. El hombre se empobrece cada vez más mientras cree enriquecerse: <<Sí diariamente defraudas, engañas, buscas y haces componendas, robas, arrebatas con violencia –advierte Cicerón en las paradojas de los estoicos-; si despojas a tus socios, si saqueas el erario […] entonces, dime: ¿significa esto que te encuentras en la mayor abundancia de bienes o que careces de ellos? 

Prosigue Ordine y ahora se refiere a las páginas finales del tratado Sobre lo sublime, una de las obras antiguas más importantes de crítica literaria que han llegado hasta nosotros, el Pseudo Longino distingue con claridad las causas que produjeron el declive de la elocuencia y del saber en Roma, impidiendo que nacieran grandes escritores después del fin del régimen republicano: <<Ese afán insaciable de lucro que a todos nos infecta […] es lo que nos esclaviza […] la avaricia es, ciertamente un mal que envilece>> (XLIV, 6). Siguiendo estos falsos ídolos, el hombre egoísta no dirige <<ya su mirada hacía lo alto>> y <<la grandeza espiritual>> acaba marchitándose (XLIV, 8). En esta degradación moral, cuando <<se cumple la paulatina concepción de la existencia, no queda espacio para ningún tipo de sublimidad (XLIV, 8). Pero lo sublime, nos recuerda todavía el Pseudo Longino, para existir requiere también libertad: <<La libertad, se dice, es capaz por sí sola de alimentar los sentimientos de las almas nobles, de dar alas a la esperanza>>. (XLIV, 12).

La historia entonces es una concatenación de formas de sueños, y todos en un instante de la vida expresan la historia universal. En cualquier caso, lo que cada hombre en particular hace es, anudar el hilo de su historia y llenarlo de contenidos de tiempo y de experiencias. De <<la necesidad orgánica del sino - Dice Oswaldo Spengler- lógica del tiempo-, que es un hecho de profunda certidumbre interior, un hecho que llena el pensamiento lógico, mitológico y artístico, un hecho que constituye el ser y núcleo de toda historia>>. Por tanto, las historias son formas que se muestran a los hombres en forma de ripios, escombros, que el historiador o el pensador ha de reconstruir. Son escombros que hay que mirar <<desde la altura intemporal en donde la mirada domina el mundo de las formas históricas repartido por miles de años. Si se quiere comprender realmente la gran crisis de la época actual>>.

Son escombros materiales o espirituales que, emergen de la memoria para dar sentido al presente-actual, que se configura en el devenir del tiempo. Ora, cuando un pueblo no tiene historia carece de memoria, y desde luego, de lengua. Ésta es el instrumento de que se vale la memoria para rememorar y dar contenido a la historia. Por tanto, un pueblo sin lengua es un pueblo sin memoria; ya que la lengua de los hombres nace en el seno espiritual del hombre. Si carece de lengua, de experiencias y de memoria, es, un pueblo muerto.

En los momentos actuales, es imprescindible conservar la memoria, la lengua y la historia, para entender quiénes somos, para dónde vamos y de dónde venimos. Lo que busca el Gran Poder es, vaciar al hombre y sus pueblos, de los contenidos espirituales, mentales, de sus mitos, rituales, tradiciones, de las lenguas naturales y de la capacidad de asombro. Así, se convierten en objetos y números, manejables y dominables, por las fuerzas del Gran Poder: las grandes corporaciones, el capital financiero, la bolsa de valores, el poder empresarial, los grupos de presión, el poder político, etc.

Sobre el hombre y el sueño –dijo Borges-: <<La mente que una vez lo soñó volverá a soñarlos; mientras la mente siga soñando, nada se habrá perdido>>. Schopenhauer pensó en la posibilidad de la mente humana como una y única, así que, donde la forma permanece, sólo cambia la máscara del tiempo histórico. Entonces, el rostro permanece, inalterable, en la forma de la historia. Que no es otra cosa que, la historia misma. Así que, no podemos despojarnos del pasado y dejarlo tirado a la vera del camino, porque <<el pasado es indestructible –dijo Borges-, tarde o temprano vuelven todas las cosas, y una de las cosas que vuelven es el proyecto de abolir el pasado>>. Aún en medio de los instantes de felicidad y desdicha en que viva el hombre, está condenado a soportar sobre sus hombros, el peso de la historia.

Las nociones de cultura y barbarie representan un papel tan extraño en Shakespeare –dice Thomas Mann: <<La primera es un monaquismo espiritual, un refinamiento erudito, profundamente desdeñoso de la vida y de la naturaleza, y ve precisamente la barbarie en la vida y la naturaleza; en lo inmediato, lo humano, el sentimiento>>.  Así, que, el espíritu erudito, culto, mira la vida y la naturaleza con indiferencia, con desprecio; y observa precisamente en la vida y la naturaleza, la barbarie del ser humano. Una barbarie que responde a lo inmediato, la necesidad, el <orden>, el sentimiento y la razón. Porque en los actos humanos, muchas veces, se oculta detrás de la razón: el demonismo.

La lucha entre la cultura y la barbarie toma forma en la confrontación entre la castidad y la impureza; el refinamiento espiritual monacal, la sobriedad de la vida, el refinamiento del espíritu; que se contrapone al libre desenvolvimiento de la naturaleza y de la vida. De ahí que niegue lo verdaderamente humano: las pasiones más profundas, el mundo heroico, lo inmediato, lo ambiguo y contradictorio de la existencia. Por eso en el fango de la ética impura, de la sucia moral, del vicio, en las aguas mal olientes de las alcantarillas de la existencia, los hombres han acuñado el piso movedizo de la moralidad y de la razón. Así, los valores que ayudan a caminar sobre el mundo moral, descansan en la impureza de los actos de los hombres. Debemos tomar consciencia que el espíritu puro, se levanta sobre la fetidez de la existencia, y así, los espíritus refinados encuentran razón a la existencia.

Empero, preguntamos, ¿cuál es el problema fundamental del hombre en la actualidad? El de la libertad. Porque hemos llegado a una concepción nueva del poder, llegado a unas concentraciones de poder inmediatas, vigorosas. Así, para poder plantearles cara se necesita una concepción nueva de la libertad. Una concepción que nada tiene que ver con los desvaídos conceptos que hoy van asociados a esa palabra. Hay que tener claro que no han quedado extinguidos los movimientos (del espíritu, del pensamiento, de las experiencias, del lenguaje, de las ideologías o de las creencias, etc.), en los Estados que disponen de una gran masa de policías, ejércitos, grupos de seguridad y confidentes, que expresan al hombre de la calle Tú o Yo, una ingente concentración de poder. En Estados como esos me atrevo a pensar que, existen aquí personas que están iniciando la lucha en favor de una libertad nueva, una lucha que requiere grandes sacrificios. Por ejemplo, sacrificios de estudiantes, profesores, líderes campesinos, obreros, de indígenas, políticos, líderes sociales, que afianzan en la conciencia de las personas alcanzar esa concepción nueva de la libertad.

Por eso, hay que dirigir la mirada a lugares y tiempos esforzados, tal como los describe Gabriel García Márquez en <<Cien años de soledad>>. Literatura que alimenta la imaginación y estamos viendo que a las élites dirigentes no les importa el lado negativo del desarrollo –contaminación de los mares y los ríos, contaminación de la atmósfera de la gran ciudad, destrucción de las selvas tropicales-, porque son ajenos al destructivo de la técnica. De este modo, son conscientes del <<lado positivo>> del desarrollo, más no del <<lado destructivo>> de la sociedad. Se trata de hacer saltar las cadenas del poder y de la técnica; y quien puede hacerlo es el hombre en particular. Hoy resulta difícil sostener la libertad y la libre voluntad; la oposición exige grandes sacrificios. Esto explica por qué un gran número de seres humanos prefieren la coacción. Además, confirma que la historia es la impronta que el hombre libre da al destino.


miércoles, 21 de agosto de 2019

LAS SECUELAS DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA









Antonio Mercado Flórez


En 1950 Hannah Arendt reflexionó sobre las secuelas del régimen nazi en Alemania. Expresó que, en menos de seis años, Alemania arrasó con las estructuras morales de la sociedad occidental, cometiendo crímenes que nadie hubiese creído posible. Después de la guerra, a la tierra devastada y minada, exhausta y desmoralizada por las penurias de la guerra, afluyen millones de personas de las provincias del este, de los Balcanes y de Europa Oriental, añadiendo al cuadro general de la catástrofe el toque peculiarmente moderno de la expatriación, el desarraigo social y la carencia de derechos políticos.

El caso colombiano posee unas caracteristas similares con lo que narra Hannah Arendt en el texto El presente. Ensayos políticos. Las secuelas del régimen nazi: Un reportaje desde Alemania (1950). Donde expone las secuelas que dejó la guerra en el tejido de la nación. Aquí trato de hacer una especie de literatura comparada entre las secuelas que deja tras de sí la guerra en Alemania y las de la guerra en Colombia.

A la catástrofe se añade también la visión de las ciudades alemanas destruidas y la noticia de los campos de concentración y de exterminio que han extendido sobre Europa una atmósfera lúgubre. La guerra fue una pesadilla de horror y destrucción de personas, de infraestructuras productivas, de ciudades, pueblos y aldeas. Pero en Alemania cayó un manto de silencio sobre ello. La reacción ante las ruinas –materiales o humanas-, consistió en una evasiva a todo a lo que le concierne en cuanto alemanes.

En Colombia los hacedores de la guerra arrasan todo lo que encuentran a su paso, porque necesitan espacio para destruir. Destruyen pueblos y aldeas en nombre de la ideología y la justicia social, masacran a personas inocentes, torturan y desaparecen a los individuos, para justificar los principios que sirven como basamento del horror y la barbarie. El Estado y sus instituciones sociales y administrativas –Ejercito, policía, políticos, terratenientes, industriales, empresarios-, son tan culpables como la guerrilla por lo que aconteció.

Devastaron y minaron a miles de colombianos empujándolos a abandonar sus tierras, como también a desplazarse como parias en el interior de su propio país. A engrosar los cinturones de pobreza y miseria de las grandes ciudades de Colombia: Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena, y, empujados por el hambre, el dolor y el desarraigo, venden su cuerpo al mejor postor, se dedican a la drogadicción y el trapicheo, el raponismo y la delincuencia común. Y, a la vez, llegan a engrosar los cinturones de miseria, dolor y sufrimiento, de dichas ciudades. Todo ante la mirada indiferente de los poderosos y de las élites gobernantes.

El propósito era destruir la esperanza y la justicia social, de la mayoría de los colombianos. Primero fue la violencia entre el partido conservador y el liberal, después vino la guerra ideológica en nombre del comunismo o del socialismo, que arrastra tras de sí un montón de ruinas materiales y humanas, ríos y charcas de sangre, que atormentan el alma y el corazón de quienes la sufrieron.

Para quienes conocieron en profundidad la Europa de entreguerras ha debido de suponer una conmoción el ver con qué rapidez los mismos pueblos que hace solo unos años se desinteresaban por completo de las cuestiones de estructura política descubren ahora las condiciones básicas para la existencia futura del continente europeo. Bajo la opresión nazi no solo han reaprendido el significado de la libertad, sino que además han recuperado el respeto por sí mismos y el apetito por la responsabilidad.

Así pues, la huida de la realidad es también, por supuesto, una huida de la responsabilidad. En la historia reciente de Colombia, se tiene el hábito de culpar de sus desdichas a fuerzas que están fuera de su alcance; el problema económico internacional, a Venezuela; al castro-chavismo y una serie de eufemismo que la derecha se inventa para justificar la guerra y el ejercicio del poder.  Ante todo, para destruir los Acuerdos de Paz.

Pero en la actualidad lo que está en juego es de suma importancia, el repudio a la vieja casta política y al viejo centralismo gana terreno; la búsqueda de alguna nueva forma de gobernar, que en la vida pública de las personas otorgue al ciudadano mayores deberes, así como derechos y libertades, es característico de la mayoría de los colombianos.

Las élites gobernantes siempre han eludido la responsabilidad que les corresponde. Pero donde mejor se capta la falta de responsabilidad de lo sucedido en los últimos sesenta años, es, en los medios masivos de comunicación de masas. Que expresan deliberadamente las mentiras del poder, las convicciones de una <<selecta minoría>> cuidadosamente cultivada para justificar el sistema general de la información, lo único que es propiamente constante. Así pues, el tiempo de la información es el presente-actual, que se determina por el interés de los que ejercen el poder. Y, no para suministrar elementos para la conducción de la vida o la orientación en el mundo. Entonces la evasión de la realidad viene acompañada de la destrucción y la desidia ante los hechos.

Dice Arendt que las personas con un alto grado de conocimientos, los intelectuales comprometidos con el nazismo, se valieron de la violencia cultural que se ejerce con el conjunto de ideas, de preceptos, de valores, de principios, de imágenes, del lenguaje y la cultura, para justificar el régimen nazi. Son símbolos que legitiman la violencia, la crueldad, el horror, la exclusión o la muerte, en nombre del Estado, el Sistema o del Führer –líder- de Alemania. O, en otros términos, de los empresarios, los banqueros, los industriales y los intereses del partido que manejan la educación y la cultura.

El ejercicio del poder en Colombia elabora mitos legitimadores y justificaciones pseudorracionales. Han utilizado los valores, los principios o las ideas, para justificar las injusticias socioeconómicas, los desplazamientos, las masacres, la xenofobia, los exilios, el hambre, el desempleo, la pobreza o la muerte. Entonces quienes manejan estos valores se valen de las redes sociales para polarizar a la sociedad y el enfrentamiento entre los colombianos.

Encuentran ahora un placer positivo en las tensiones internas, que los evaden de los errores del ejercicio de gobernar. Además, la consciencia de la huida de la responsabilidad no cambiará el destino que el Gran Poder impuso a la sociedad. Porque es imposible trasladar este estado de animo a una política racional, justa y tolerante.

En cualquier caso, la realidad de los crimines nazis, de la guerra y la derrota, ya se asuma o se evada, aún domina todo el tejido de la vida alemana, y los alemanes han desarrollado distintos mecanismos para escapar a la conmoción de su impacto. Esos mecanismos en Colombia, tratan de evadir la responsabilidad de la Guerrilla y el Estado –Generales del ejército, oficiales, suboficiales, policías, paras, narcotraficantes-, que secuestraron, asesinaron, cometieron masacres y desapariciones.

En una atmósfera de violencia, de odio, de descalificaciones, de mentira, que niega la importancia de los hechos en general. Todos los hechos pueden ser cambiados y, todas las mentiras pueden ser convertidas en verdad. La realidad ha dejado de ser inexorablemente la suma de los crudos e indiscutibles hechos, y se ha convertido en un conglomerado de sucesos, chismes y anécdotas, siempre cambiantes en que la misma cosa puede ser hoy verdad y mañana falsa. La política se explica como una eficaz campaña de venganza, odio y descalificaciones, que son consecuencia de sesenta años de mentira, de falsedad, violencia y muerte.

En Alemania sucedió durante el nazismo, lo que ahora acontece en Colombia, que la transformación de los hechos en opiniones trastoca la realidad. Las opiniones se convierten en el manto que cubre la realidad. Lo que se escucha o trasmite en la superficie de la sociedad, no es ver dad, sino las opiniones que falsean la realidad.
Así, las opiniones se expresan como la columna vertebral de la nación; como lo que posibilita la coherencia del Estado, las instituciones, la moral y el espíritu de la sociedad. Desde un punto de vista temporal, es completamente falso, porque las redes sociales, la noticia o la opinión, son otra cosa, la reproducción artificial de la realidad: se sostienen por el sistema general de la información, lo único propiamente constante.

Esta constancia que allana las diferencias entre noticias u opiniones, que tejen el tejido de las redes sociales, las hacen conmensurables en función del interés que el sistema administra: de los gremios económicos, del capital financiero, partidos políticos, iglesia, colegios, universidades, terratenientes, empresarios o industriales. Que diluyen la textura de la experiencia, la percepción y la participación, en las tomas de decisiones. Porque lo que tenemos ante nuestros ojos es la incapacidad o la falta de voluntad de distinguir entre hechos y opiniones. 
                                                                                                                                                  
El fenómeno del poder y la democracia, no es la instrumentalización de la voluntad ajena para alcanzar los propios fines. Sino la formación de una voluntad común que busca una comunicación orientada al entendimiento. Así que, esta pone en el centro de las relaciones sociales al dialogo y el consenso. El poder se deriva de la capacidad de actuar en común. O, en otros términos, este surge allí donde las personas se juntan y actúan concertadamente.

El peligro para la vida democrática en Colombia consiste en que, los que defienden la libertad, la diversidad de ideologías, de creencias, de visión del mundo y de la realidad, se enfrentan a aquellos que poseen una sola e infundada opinión, que ha de adquirir el monopolio sobre las demás. Y, entonces ignoran los hechos y la realidad y tratan de establecer sus opiniones, como únicamente válidas. Parafraseando a Ernst Jünger en sus Diarios sobre la Segunda Guerra Mundial, <<Radiaciones>>, 1949: <<A menudo se tiene la impresión que las élites y los que ejercen el poder en Colombia, están poseídos por el Diablo>>.

La experiencia de sesenta años de violencia, exclusiones e injusticias sociales, ha privado a los colombianos de la capacidad espontanea de expresión y comprensión, de forma que ahora, nos hemos quedado sin palabras, sin la capacidad de articular pensamiento y realidad, voluntad y sentimiento, espíritu y lengua. El problema del lenguaje es traumático, porque ha de comprender y expresar lo que verdaderamente aconteció, y, de otra parte, comunicar los contenidos espirituales de la esperanza, los sueños y las utopías de los colombianos.

En una atmósfera de violencia, de guerra, el lenguaje entra en un estado de somnolencia y de atrofia, y, es incapaz de comunicar los contenidos espirituales que le corresponden. Porque la violencia daña la esfera de la imaginación, las raíces del lenguaje y del pensamiento, que son esferas donde adquiere el hombre la razón de ser. Una cosa está clara: en una atmósfera de violencia o de guerra, la lengua se enmudece o se atrofia, y es incapaz de comunicar los contenidos espirituales de la experiencia humana. La experiencia que mana de boca a oído. Como expresó Walter Benjamín: Se trata de una especie nueva de barbarie.

Dan ganas de gritar que lo que vivimos no es real, que las ruinas no son reales, que el horror no es real, que los desaparecidos no es real y que la muerte no es real, pero desafortunadamente los hechos y el sentido de realidad, lo confirma. Ellos se han convertido en fantasmas vivientes que afectan las palabras, los argumentos, los sentimientos, la mirada de los humanos, el ardor del corazón y del alma. Aquello que compone la condición humana. Eso, que nos distingue de los animales, las plantas, los ríos, los mares, la tierra o las piedras. Porque somos seres racionales y reflexionamos, sentimos y amamos u odiamos, que imaginamos y no perdemos la capacidad de asombro; somos seres que no renunciamos a nuestros sueños, no perdemos la esperanza y asumimos con optimismo las utopías.

Y, el Gran Poder desea que nos olvidemos de lo que verdaderamente aconteció, y nos refugiemos en la fugacidad de la vida cotidiana, el consumo, el alcohol, la droga, el sexo, lo siempre igual, y así, que entreguemos el peso de la realidad, a una espalda más ancha: el Estado, las instituciones, la iglesia, los partidos políticos tradicionales, la moral común ordinaria; y, nos liberemos del tormento de la consciencia, las atrocidades, del dolor y del manejo irresponsable de la libertad. Ya que existen pueblos, que, en medio de la más horrenda destrucción física y humana, conservan el sentido del honor, de la estética y de la integridad moral. Colombia es uno de ellos.

No sé a qué se debe, pero las costumbres, los más pequeños detalles, las tradiciones, las formas de hablar y de sentir y de trato, son tan diferentes de todo lo que se ve y se tiene que soportar. Cuando un pueblo conserva esos valores, el espíritu que lo anima, la lengua y la imaginación, expresa en sus gestos, en las palabras y pensamientos. Que aún en medio de la barbarie y el horror, de la muerte y la desesperanza, es capaz de volar alto como el Cóndor de pico de estrellas y alas de fuego.

Porque la experiencia les ha regalado como un Don Divino, la alegría, el sentido del humor, la solidaridad y la cordialidad. En estados como esos expresa Jünger: el hombre es soberano a condición de que tenga conocimiento de su rango. El ser humano es en este sentido el Hijo del Padre, es el Señor de la Tierra, es la Criatura creada por un milagro. Kant dijo: Lo más sagrado que Dios tiene en la tierra es el derecho de los hombres […] La mentira (“procedente del padre de las mentiras, por el que han llegado al mundo todos los males”) es la auténtica mancha podrida en la naturaleza humana.

Después de seis décadas de guerra y violencia que causaron más de doscientos cincuenta mil muertos y miles de desplazados, así como atrocidades, horrores y barbaries cometidas por los principales actores del conflicto: Fuerzas Militares, guerrilleros, paramilitares; el gobierno del Expresidente Juan Manuel Santos llega a un acuerdo con las FARC: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

Un acuerdo cuyo texto describe la hoja de ruta: introducir las demandas de la oposición, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) -un tribunal encargado de regular desde el Orden Jurídico, lo establecido en el acuerdo: se encarga de juzgar con reglas claras y especiales, a todos los protagonistas del conflicto: guerrilleros, militares y otros participes. Entonces el Centro Democrático, el partido del Expresidente Álvaro Uribe se abstiene.

Sin embargo, tres años después, la derecha con el Centro Democrático a la cabeza, arremete contra la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), las Altas Cortes: Corte Suprema, Corte Constitucional, Consejo de Estado. Y, esto ha provocado una crisis de consecuencias incalculables. Una crisis institucional, política y social, de la que muchos colombianos no son conscientes. Esta deriva ha desencadenado un enfrentamiento entre las fuerzas políticas, sociales, culturales, educativas y económicas del establecimiento y la oposición. Han creado un escenario desde las redes sociales, los medios de información, espacios privados o la plaza pública, donde todo vale: insultos, descalificaciones, mentiras, que expresan a ojos vista, la incapacidad de los dirigentes para buscar las soluciones adecuadas para el bien de los colombianos. En síntesis, el poder de la derecha y la filigrana que utiliza tiene un objetivo: destruir las Altas Cortes.

El Centro Democrático con Uribe a la cabeza lo que desea es, forzar una Asamblea Constituyente que tenga como meta, remodelar las Altas Cortes, reducir su número o crear una sola, y ponerla al servicio del poder político, económico y cultural de una <<selecta minoría>>. O, en otras palabras, de los poderes facticos del país. La estrategia de la extrema derecha y la punta de lanza del Centro Democrático, busca romper el orden institucional y constitucional, para cambiar las esferas de la sociedad. Imponer sus propuestas, aun valiéndose de la mentira, la calumnia, el odio, la falsedad y, si es el caso, de la fuerza.

Para el centro derecha, la extrema derecha y el ejército, Alemania no fue derrotada en el campo de batalla. Sino traicionada por los judíos y los socialistas alemanes. Se vivieron motines y episodios de violencia que terminan con el asesinato de dirigentes carismáticos como Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo. Son años en que la derecha y la extrema derecha fomentan la cultura de la violencia y agitan el antisemitismo. La izquierda simboliza la revolución bolchevique y el ejército apoya a los paramilitares, que se enfrentan a las fuerzas progresistas.

En 1919 se proclama la Constitución de Weimar y los graves problemas a los que tiene que enfrentarse la República, posibilitan que superen la capacidad de los dirigentes demócratas y socialistas, para forjar un consenso y alcanzar la mayoría. Así, el paro, la hiperinflación, el desorden social y el caos institucional, allanan el terreno para que una fuerza política marginal, el nacionalsocialismo y la dictadura presidencial de Paul von Hindenburg, vacíen de contenido la República de Weimar.

Entonces los nazis aprovechan las libertades políticas, el Estado de Derecho, el orden jurídico y la práctica política o el sistema electoral republicano, para hacerse con el poder. Un partido político que se apoya en el ejército y la policía, y una organización de militantes fanáticos que ejercen la violencia contra los demócratas, los comunistas, los socialistas, los judíos y los socialdemócratas.

En 1932 después de las segundas elecciones del año, Hitler y las fuerzas de la extrema derecha se unen en una cruzada anti-Weimar. Aquí se inicia una contra revolución que acaba con las conquistas conseguidas desde 1918 y crea un nuevo Estado basado en la pureza de la sangre, el ario, prototipo del hombre alemán y se basa en valores reaccionarios. La República de Weimar había llegado a su fin y empieza la época del racismo, la xenofobia, el exilio, el dolor, el miedo, y los campos de concentración, la muerte y la Segunda Guerra Mundial.

A veces los hechos y la historia son irónicos, contradictorios y aplican el principio del eterno retorno. El centro derecha, la extrema derecha y un sector del ejército y la policía, se unen en Colombia para no dar paso a las fuerzas progresistas. Piensan que Colombia fue traicionada por el Expresidente Juan Manuel Santos por llegar a un acuerdo de Paz con las FARC –Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-. En la historia reciente de Occidente la literatura comparada nos ayuda a comprender y a analizar lo que acontece en el presente-ahora. Como el caso alemán y colombiano que he tratado hilvanar.

En Colombia se están llevando a cabo en la actualidad, desapariciones, asesinatos de líderes sociales, de políticos, ajustes de cuentas. Donde la derecha y la extrema derecha fomentan la cultura de la violencia, el odio, la mentira y la falsedad, contra las fuerzas progresistas; tal como hicieron en Alemania después de la Primera Guerra Mundial. Desean cubrir con el manto oscuro de la indiferencia y la desidia, lo que verdaderamente sucede en Colombia. Pero, olvidan que todavía hay personas que en medio del caos o del horror, del miedo y la muerte, son capaces de ver las perdidas.

El hombre gasta cantidad de energías en tratar de romper la sofocante atmósfera que lo rodea, pero olvida las cosas fundamentales de la vida: el amor, la solidaridad, la amistad, la fraternidad, la paz, la familia, el fundamento de la existencia. Eso que Huxley llama: <<El conocimiento unitivo de la realidad espiritual>>. En todo tiempo y lugar, el Estado, las instituciones sociales, el poder, tratan de destruir el encanto de la vida y de la realidad. Tratan de convertir al ser humano, en número u objeto. Que se convierta en un hombre disciplinado, desdichado, amargado, solo y ensimismado, por el peso de la vida cotidiana.

No desean que el ser humano se refiera a ciertos presupuestos, en los que se fundamentan una gran cantidad de creencias generalizadas. Porque saben que cuando se examinan críticamente, resultan, mucho menos firmes de lo que son a primera vista. Ya que, al analizarlos y cuestionarlos, el ser humano amplia el autoconocimiento de sí mismo, del mundo y de la realidad. Por eso, no desean que los seres humanos recuerden lo que Platón hace decir a Sócrates: <<Que una vida sin examen no merece la pena vivirse>>.

El tránsito desde la entrega de armas por parte de las FARC hasta ahora, se está convirtiendo en un viacrucis para muchos colombianos. Unos son asesinados o desaparecidos, sumidos muchos en la incertidumbre del miedo y la desesperanza; otros, en tiempos de posguerra viven una experiencia descorazonadora respecto a la seguridad, la supervivencia, la pedagogía política, la tolerancia hacia el otro recién insertado a la vida civil; y prevalece una atmósfera de incomprensión hacía aquellos que bajaron del monte, de desconfianza mutua entre autoridades civiles y militares o sociedad civil y exguerrilleros, que ponen en peligro los Acuerdos de Paz.  Porque fuerzas oscuras en el ámbito militar, político o económico, desean desgarrar el tejido vivo de los Acuerdos. Para ellos es más rentable la violencia o la guerra, que la Paz.

Así que, la derecha, la extrema derecha y el Centro Democrático con Álvaro Uribe Vélez a la cabeza, son reacios a que se sepa la Verdad. Evitar a toda costa que la verdad salga a la luz. Porque los testimonios de los Generales, oficiales o suboficiales, ante la JEP, pone en peligro el poder, el honor y el estatus de las Fuerzas Militares, políticos, industriales, empresarios o terratenientes. Porque este testimonio, es, sumamente grave, para el establecimiento y los que ejercen el poder. La verdad sobre los guerrilleros, en cambio, todos los colombianos la conocen, como la lista de atrocidades y horrores de la que son culpables.

La otra esfera que tiene que ver con la verdad, se centra en la Tierra. En Colombia el setenta por ciento de las tierras cultivables están en manos de terratenientes. Los terratenientes que muchos están en el Congreso de la Nación, son gobernadores o alcaldes de Colombia, se oponen a una reforma de la tenencia de la tierra. Este es el caballo de Troya de la práctica política. Porque entre los grandes terratenientes de Colombia, está Álvaro Uribe.

El problema consiste en que mucho de los títulos de propiedad de las tierras no está legalizado y, por tanto, arrastran la estela de la duda y la oscuridad. Porque están ligados al dolor, el sufrimiento, la muerte y los desplazamientos. Por eso, se oponen a revisar los títulos de propiedad y regular el catastro implica cuestionar dichos títulos. Ahora, si esto llega a suceder la reacción de los terratenientes suele ser violenta. No queda títere con cabeza. Porque ellos utilizan la amenaza, la violencia y la muerte, para defender lo que presumiblemente es suyo. El problema surge del propio Acuerdo de Paz: ya que su aplicación exige una reforma agraria en profundidad. Los terratenientes, con Álvaro Uribe a la cabeza no lo van a tolerar.

El sector más radical del Centro Democrático se opone a reconocer los derechos políticos y sociales y deberes individuales de determinados sectores –Indígenas, comunidad afrocolombiana, colectivo LGTB, etc.- El Presidente Iván Duque se convierte en un rehén del Centro Democrático y, en particular de su mentor, Álvaro Uribe Vélez. Porque sus propuestas de centro y de unidad nacional, están siendo boicoteadas por su propio partido. Colombia necesita soluciones de Estado, pero la intransigencia de la extrema derecha y el uribismo, le impiden al Presidente sacar a delante proyectos y leyes, que así lo requiere. Hay que reconocer que, al Presidente Iván Duque, los de su propio partido lo están abandonando y lo están dejando solo ante la oposición y la sociedad colombiana.

Preguntamos, ¿Qué alternativas le quedan al Presidente Iván Duque para salvar su gestión de gobierno? Tener el carácter de poner a Uribe en su sitio y al sector radical del Centro Democrático y, además abrirse a las fuerzas democráticas y a la oposición, para llegar a consensos y cumplir con lo que propuso en su Programa de Gobierno. Esta apertura pondrá furibundos a la extrema derecha, los radicales de su partido y al propio Uribe; y tendrá un coste político que estas personas no lo van a tolerar. Entonces el Presidente se encuentra entre la espada y la pared, entre la involución o acometer las reformas que el país necesita. De ello depende su credibilidad y la gestión de su Gobierno.

El tercer umbral de la verdad consiste en que, la extra derecha, el Centro Democrático con Álvaro Uribe a la cabeza, tratan de concentrar todas las miradas en la JEP –Justicia Especial para la Paz-, y así conseguir que los otros puntos del Acuerdo pasen a segundo plano: sustitución voluntaria de cultivos ilícitos, la reforma agraria integral, etc. Entonces, ¿Cuál es el objetivo central de la extrema derecha colombiana? Posibilitar que los Acuerdos vuelen por los aires como una costra seca. Así de esa manera, utilizar las redes sociales, los medios de comunicación, la esfera pública y el Parlamento, para decir que el Acuerdo con las FARC fue un fracaso. Y, así pregonar que el Expresidente Juan Manuel Santos engañó a todos los colombianos con dicho Acuerdo. Lo cual es completamente falso, porque la realidad dice todo lo contrario tanto a nivel nacional como internacional.

Si el Acuerdo de Paz no funciona las consecuencias son impredecibles. Se reactivará el monstruo de la guerra y haremos parte del espectáculo del derramamiento de sangre y de muertes. Es crear en la mente de los colombianos, el artificio de la imagen de la necesidad del Caudillo, que nos rescatará y nos protegerá de los males del presente y del futuro. Tal como hizo Alemania en la década del treinta con Hitler y la cura será peor que la enfermedad. Y, Álvaro Uribe será no sólo el Caudillo, sino el Mesías que nos salvará de los males del presente y del porvenir. Y, por supuesto, se silenciará la Verdad.

Un país que lleva seis décadas matándose los unos y los otros, la Paz con las FARC es una bendición de Dios para toda la nación. El desarme de los espíritus y la no-violencia deben ir acompañados por la tolerancia, la convivencia y el respeto a la Vida. Esta es una oportunidad para que podamos vivir como personas civilizadas y estar a la altura del Mundo Moderno.

Decía el Expresidente Juan Manuel Santos en El País, en un artículo que titula Dejar la paz en paz (Madrid 11 de agosto de 2019), que la Paz se va a enfrentar con muchos problemas y contradicciones. Y, se pregunta, ¿Problemas? Por supuesto, y muchos. Nadie dijo que sería fácil ni que Colombia sería un paraíso al día siguiente de firmar la paz. Todo lo contrario. Se advirtió que el camino sería largo y culebrero, y que requeriría el concurso de todos. No es la paz de Santos como dicen algunos, es la paz de todos.

Una guerra –prosigue Santos- de más de cincuenta años, atravesada por la flecha venenosa del narcotráfico, genera todo tipo de intereses macabros que se benefician con la violencia y el desorden. Y, por supuesto, a los intereses políticos que se nutren del miedo y de la guerra tampoco les interesa la normalidad. Necesitan enemigos. Por eso hicieron todo lo posible para que fracasara la paz y muchos siguen tratando de sabotearla. Por fortuna no han podido ni podrán.

Expresa Santos en el mismo Artículo de Opinión: El tren de la paz no se detiene: ya pasó el punto de no retorno y los intentos de descarrilarlo seguirán fracasando. La esperanza de los pueblos acaba derrotando el miedo. La reconciliación, por más difícil que sea, se acaba imponiendo sobre el odio.

Ahora, sin el apoyo de los militares, los empresarios, los industriales, los banqueros, los funcionarios y nobles, Hitler jamás habría alcanzado el poder. Solo hubiera sido un extravagante en medio de una época convulsa y caótica. Así, el partido nacionalsocialista hubiera seguido siendo un partido marginal, en el espectro político alemán. De ahí que, una de las lecciones de Weimar es alertar sobre los peligros que acechan a las democracias occidentales, cuando los partidos y los grupos de presión que las defienden, no alcanzan los consensos en las cuestiones fundamentales.

La lección de Weimar consiste en que las amenazas contra la democracia y la libertad, no sólo provienen de los enemigos externos. Sino ante todo de aquellos que desde adentro, utilizan las libertades democráticas y sus ventajas constitucionales para destruir su estructura y funcionamiento. Colombia se encuentra en la misma deriva que la alemana de los años treinta, por eso, más allá de los intereses de los partidos y del poder económico, lo fundamental consiste en la defensa de los Acuerdos de Paz, el Estado de Derecho, las Altas Cortes, las libertades y la democracia.