Antonio
Mercado Flórez.
Estamos asistiendo jalonados por
la ciencia y la técnica a transformaciones materiales, mentales, espirituales y
morales, que confirman que el mundo de nuestros mayores ha quedado atrás. Así
que, <el artificio humano del mundo separa la existencia humana de toda
circunstancia meramente animal, pero la propia vida queda al margen de este
mundo artificial y, a través de ella, el hombre se emparenta con los restantes
organismos vivos>; expresó Hannah Arendt en el texto La condición humana.
El mundo del artificio no sólo
separa al hombre de toda circunstancia de vida animal, sino que la vida
biológica del hombre está siendo sustituida por la vida abstracta, determinada
por la ciencia y la técnica. En el mundo del artificio podemos ver con claridad,
como las relaciones artificiales
predominan sobre las relaciones de
sentido. El último resquicio del hombre, la vida biológica, psicológica y
espiritual, se sustituye por lo abstracto donde prima el artificio de los artificios.
Somos parte de un tiempo donde
prevalece la velocidad, el maquinismo, la robótica, el dinero bancario, la política,
y la Inteligencia Artificial que limitan la libertad, expía y colecciona datos,
para el control y el dominio del ser humano. El tiempo anímico, psicológico,
pierde terreno ante el abstracto y cuantitativo. Ora, en la actualidad las
cosas rítmicas, la memoria y la imaginación, que luchan contra el tiempo
abstracto, están destruyendo el tejido vivo del Ser. El acto de Ser y de existir,
está cada vez más determinado por las relaciones artificiales. De igual modo, la
existencia humana está rompiendo a marcha forzada, los lazos naturales de la
Vida. El mundo de nuestros mayores ha quedado atrás.
De ahí que el pensamiento
científico y la técnica, sean indiferentes a la felicidad, el amor, la bondad,
la solidaridad; no nos dicen como ser felices, ni bondadosos, ni amorosos, ni
siquiera si hay que cultivar la ciencia y la técnica. No por ello son menos
verdaderas. En cambio, la filosofía, el arte, la poesía, la música, no sólo nos
son más indispensables, sino que se refieren a la naturaleza humana. Ellas
hacen parte de la esfera ética, moral y estética del hombre. Por tanto, no es a
través de la ciencia, la economía o la técnica, como el hombre se emparenta con
los demás seres vivientes; es por medio de la propia Vida. La construcción lógica,
las matemáticas o la física, no se acercan a la vida, a aquello que realmente
experimentamos.
La vida artificial corta los
lazos del hombre con la naturaleza. El artificio
del artificio prevalece sobre la vida biológica y natural del hombre. Y
esto se expresa en la actualidad, como una figura de la crisis de nuestro
tiempo. Por tanto, la vida artificial producto de la ciencia y la técnica,
están alterando la vida biológica, natural del ser humano. Ernst Jünger dijo:
los hombres productos del desamor y del afecto, fríos y distantes, serían los verdugos
del mañana. Arendt pensó que la creación de estos hombres del artificio no debe
dejarse en manos de científicos y técnicos, ni de políticos profesionales, sino
de personas que prioricen la condición humana y la naturaleza del hombre, sobre
lo económico, el poder y el conocimiento. Porque es un problema político y
moral de alta envergadura para el destino del Hombre. (Esto lo escribió Hannah
Arendt, en 1953 y ya su visión es una realidad hace muchos años).
En este orden, los conocimientos
– pensamientos se ponen a merced de las máquinas; el ser humano pierde la
capacidad de asombro, pierde la facultad de preguntar, y se convierte en objeto
o número. Es una manifestación de la crisis de la naturaleza del hombre. Dice Arendt:
<Irreflexivas criaturas a merced de cualquier artefacto técnicamente
posible, por muy mortífero que fuera […] La situación creada por las ciencias
es de gran significado político>>. Ahora, ¿qué se encuentra en juego con
el predominio de las ciencias en la vida del hombre? El discurso, y si está en
peligro el lenguaje la cuestión se politiza, ya que es precisamente el discurso
lo que hace del hombre un ser único.
Si ajustamos la actitud cultural
al desarrollo de las ciencias y la técnica, el discurso o el lenguaje dejarían
de tener significado. Porque el lenguaje de la ciencia es el número o, los
símbolos, <que en sus comienzos sólo eran abreviaturas de las expresiones
habladas>, y en la actualidad <contiene otras expresiones que resulta
imposible traducir al discurso>. Dice Arendt que la razón por lo que hay que
ser prudentes del discurso político de los científicos, consiste, en que, el
desarrollo científico-técnico de armas de destrucción masiva-armas atómicas,
serían los últimos en ser consultados y que se <mueven en un mundo donde el
discurso ha perdido su poder>. El desarrollo científico-técnico no sólo se
mueve en un mundo abstracto, sino que el lenguaje científico es cada vez más
abstracto.
La automatización, un fenómeno
que vaciará las fábricas y las empresas, y las maquinas ocuparan los puestos de
trabajo de los hombres, y liberará a los hombres de la indigencia (necesidad) y
del peso del trabajo. Lo último visto desde una perspectiva positiva. Porque ya
se vive en la actualidad. La automatización y el maquinismo crearán ejércitos de
desempleados en el mundo, arrastrarán masas de hambrientos, de enfermos, que
cuestionarán los Poderes Mundiales. Y
la única forma de parar a esos desgraciados y excluidos de una vida digna, cree
el Gran Poder es, utilizando las
máquinas para su exterminio. Jünger piensa que: la primacía la tiene un elevado
nivel de conocimiento, anónimo y desconsiderado, que vencerá las resistencias
políticas y sociales allí donde tropiece con ellas.
Los lenguajes digitales y las
maquinas coartan las relaciones naturales entre los hombres, la libertad de
movimiento y de acción, y nos olvidamos que el hombre como ser político,
plural, necesita de la presencia y la coexistencia de los demás hombres. <Sólo
experimentan el significado debido porque se hablan y se sienten unos a otros a
sí mismos>. Y, además en el centro de la pluralidad, de la diversidad, de la
coexistencia y el consenso, se establece el lenguaje. Porque el discurso es el
único que posibilita la conversación, el entendimiento y la convivencia entre
los hombres en comunidad.
Arendt dijo: las maquinas
liberaran al hombre del trabajo y la servidumbre de la necesidad. El deseo de
liberar de la necesidad, la “fatiga y molestia” no es moderna sino antigua como
la historia registrada. En el mismo orden Marx expresó: el trajo libera a los dueños
de los medios de producción y del dinero, del valor. El obrero o el hombre
común, sólo ofrece como valor su fuerza de trabajo. El valor del trabajador se
mide por la fuerza de trabajo; no por la cualidad de su persona. Así, el
trabajo que exime de su esfuerzo agotador a una selecta minoría, aliena, en cambio, a la gran mayoría y la
desnaturaliza, la expulsa de su condición natural de ser hombre.
De una parte, el desarrollo
científico saca al hombre de la indigencia y del trabajo, un sueño que se teje
desde el tiempo de los tiempos, y, de otra parte, lo expulsa de su condición
natural cuan indigente a las calles y los parques de los parados. Así, la
automatización y las maquinas posibilitan que el hombre pierda la naturaleza
que lo constituye, ya que lo convierte en número o en objeto.
La Edad Moderna trajo la
glorificación teórica del trabajo y su consecuencia ha sido la transformación
de toda la sociedad en una sociedad de trabajo. El deseo resulta ser contra
producente a la realidad, se trata de liberar a la sociedad de trabajadores del
trabajo. Pero ésta no es consciente de las actividades elevadas y
significativas que la conduzcan a ganarse esa libertad. No existen en la
actualidad hombres que posibiliten la restauración de las otras capacidades de
los hombres; de otra, los presidentes, los ministros, consideran sus cargos
como tarea necesaria para la vida en sociedad; y otrora, los intelectuales
mantienen que su actividad es trabajo y no un medio de ganarse la vida. El
capitalismo global convierte a la técnica y el trabajo, en la Gran iglesia de nuestra época.
Dice Arendt al respecto: Nos enfrentamos con
la perspectiva de una sociedad de trabajadores sin trabajo, es decir, sin la
única actividad que les queda. Está claro que nada podría ser peor. En la actualidad crece el ingente número de desempleados y las energías que la técnica y el conocimiento
desarrollan más allá de sí misma, inexorables se utilizan para la preparación publicitaria
de la guerra.
El capitalismo concatena
automatismo, maquinismo, velocidad, con la destrucción de la vida y la
naturaleza. Desde una perspectiva económica, la globalización exalta la
ortodoxia neoliberal: la desocialización, las rebajas fiscales, las
privatizaciones masivas de servicios públicos básicos. Esto trae como
consecuencia que se está dando el paso de la condición de ciudadanos a simples
individuos. En consecuencia, la política se siente impotente ante los poderes
globales. Entonces la fractura económica y social cae sobre los más necesitados
y los beneficios a una selecta minoría. Somos parte de sociedades cada vez más
polarizadas donde el 30 por ciento de la sociedad mundial posee el 80 por
ciento del PIB mundial. Los pobres son cada vez más pobres y los ricos más
ricos. Ahí tenemos las protestas de Ecuador y Chile en Latinoamérica.
De ahí que los poderosos desean destruir
la naturaleza y toda conexión del hombre con la naturaleza. Son expresiones de
la objetivación del mundo actual que se contraponen a la subjetividad, la moral
y la estética. Por eso la destrucción del interior del hombre se observa como
catástrofe. No podemos olvidar que, la Edad Moderna se edificó sobre los
cimientos de la destrucción y la catástrofe; y lo que deja tras de sí es un
montón de ruinas materiales y humanas. Así que, claro está que somos hijos de
una época que naturalizó lo más antinatural del mundo, la reificación del mundo
y la catástrofe.
Los problemas de la sociedad son
objeto de la política práctica, del acuerdo, del consenso entre muchos; nunca
consiste en consideraciones teóricas o en la opinión de una persona. De ahí Arendt
propone la reconsideración de la condición humana desde la perspectiva de <nuestros
más recientes temores y experiencias>. Y es que, <la falta de meditación
es una de las sobresalientes características de nuestro tiempo>. De este
modo, el pozo de los pensadores se está secando y los contenidos espirituales
no comunican la lengua y la experiencia de los hombres. Así, a las élites
gobernantes se les une un grupo de expertos, del que se puede abstener el
ciudadano.
Y, desconocen que en el mundo
todavía existen personas que son capaces de ver las pérdidas: la simplificación
de la existencia, del mundo y de los valores. Como la coerción de la libertad, de
la capacidad de soñar y de compartir la vida vivida. Estas hermosas palabras de
George Simmel sobre la libertad, de que la libertad sólo surge en relación con
algo, siempre en contra de algo. Y estas otras de Imre Kertész: Yo también alcancé
la libertad contra algo; mi libertad se convirtió en arte: mi arte va dirigido
contra algo.
Nietzsche tiene razón cuando dijo:
<La política ha de ordenarse de manera que inteligencias mediocres sean
suficientes para ella, y no tenga que saber todo el mundo de este tema>. Y
afirma Arendt: <Hacia ahí camina toda la tradición del pensamiento de
Occidente, incluido Marx>. Arendt propone pensar lo que hacemos, las más
elementales articulaciones de la condición humana, esas actividades que se
encuentran a la mano del hombre común y corriente. Piensa que no hay nada más
sencillo <que pensar en lo que hacemos>.
En una época donde prevalece la
banalidad y lo efímero sobre el sentido de realidad y de la vida, el pensamiento
deja de ser el lamento de los hombres: <Porque pensar sobre la vida –escribió
Kertész- equivale a cuestionarla; ahora bien, sólo cuestiona su propio elemento
vital aquel que se ahoga o se mueve en su interior de manera contraria a la
naturaleza>>. Quien no se cuestiona la realidad que vive pertenece a la
servidumbre del consenso y a las reglas de juego que establece el Gran Poder: el Estado, el Sistema, las
instituciones, las corporaciones internacionales, el poder financiero, los
partidos tradicionales y la <selecta
minoría> que encarna el poder político, económico y cultural. Ora, es
necesario pensar el mundo donde vivimos, compartimos, soñamos y amamos. Porque
así alcanzamos la categoría de personas.
Imre Kertész en Diario de la galera: <<Existe un
modo de pensamiento serio y otro poco serio. El serio está representado por los
intereses, los poderes del Estado, los negocios, la policía secreta y el
principio de poder que rige en un mundo dado. El poco serio, por los artistas,
los filósofos, los poetas, los santos: los que no cuentan>>. Eso que
Nuncio Ordine llama: la utilidad de lo
inútil.
En ciertas grandes áreas del
mundo se está ahora mismo efectuando un esfuerzo para restringir la libertad
del espíritu humano, de pensar y juzgar. El enemigo del ser humano no es el
pensador irresponsable, tenga razón o no. El enemigo real es quien trata de
moldear la mente y el espíritu del ser humano, con políticas que incrementan la
discriminación, la xenofobia, el racismo, el odio, la polarización de la
sociedad y las injusticias sociales.
Abraham Flexner (1886-1959) fue
un famoso pedagogo estadounidense y en una conferencia que tituló <La utilidad de los conocimientos inútiles>,
expresó: <El mundo ha sido siempre un lugar triste y confuso; sin embargo,
poetas, artistas y científicos han ignorado los factores que habrían supuesto
su parálisis de haberlos tenido en cuenta. Desde este punto de vista práctico, la
vida intelectual y espiritual es, en la superficie, una forma inútil de
actividad que los hombres se permiten porque con ella obtienen mayor satisfacción
de la que pueden conseguir de otro modo. El problema consiste hasta qué punto
la búsqueda de estas satisfacciones inútiles se revela inesperadamente como la
fuente de la que deriva una utilidad insospechada>.
Así, Flexner no ve contradicción
entre el saber científico y humanístico. Al contrario, se complementan
mutuamente. Que la ciencia tiene mucho que enseñarnos de la utilidad de lo inútil.
Y, junto a los humanistas (poetas, filósofos, escritores, ensayistas, pintores,
músicos), también los científicos han desempeñado y desempeñan una función importantísima
en la batalla contra la dictadura del beneficio, en defensa de la libertad y la
gratitud del conocimiento y la investigación. Por eso, el saber constituye por
sí mismo un obstáculo contra el delirio de omnipotencia del dinero, el
utilitarismo y el poder.
El Gran Poder reitere que la época actual es, una época materialista
que debería tener como principal cometido la acumulación de riquezas, de
bienes, de oportunidades materiales y la satisfacción hedonista de la vida. No
es curioso que un mundo saturado de odios irracionales que amenazan a la
civilización misma algunos hombre y mujeres, se entregan al cultivo de la
belleza, la extensión del conocimiento, la cura de enfermedades, salvar
vidas en el mediterráneo, al alivio de los que sufren.
Una actitud que se
contrapone a los furibundos fanáticos que se dedican a difundir el dolor, el
sufrimiento, la fealdad, la tristeza y la muerte. Mientras los que creen en el desarrollo y la elevación del espíritu del ser humano, son personas que se dedican
cada día de su existencia sobre la Tierra, a aportan su granito de arena para
que el mundo que vivimos sea más humano y más justo. Por eso, no hay que perder
la capacidad de asombro y la curiosidad, el ámbito del saber y de la
convivencia se alimentan de sus fuentes para crear un mundo más humano y más libre.
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