El Autoritarismo Digital
Madrid-España a 20/09/2025
<<No
está comenzando un tiempo nuevo, lo que está comenzando es otro tiempo, un
tiempo diferente>>.
Ernst Jünger
Antonio
Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.
Somos
parte de una época en la que los Poderes
Tecnológicos se manifiestan contrarios al Estado de Derechos y al Sistema
democrático (los derechos civiles, la tolerancia, las diferencias políticas, la
dignidad e integridad de la persona humana, la aceptación de la diversidad y el
compromiso, etc.). En este orden de ideas, la vanguardia tecnológica niega la
libertad, el respeto a los Derechos Humanos, al Derecho Internacional
Humanitario. También niegan la igualdad social, la soberanía popular y la
consciencia crítica del individuo y la sociedad. Así que, el espíritu que se
configura en la actualidad es un espíritu cruel, porque el autoritarismo
digital desconoce la condición humana: la mundanidad, la pluralidad, la
solidaridad, la fraternidad, la libertad, los valores éticos y morales, que dan
vida, vida en abundancia.
Hemos
llegado a un momento de la historia y del pensar, “en que los problemas como
tales proporcionan únicamente molestias”. Los tecnócratas y los técnicos
consideran “que más bien que ser planteados, son liquidados con rapidez,
liquidados en estado embrionario, por así decirlo: es una consecuencia de la
aceleración”. (Ernst Jünger). Están multiplicándose los sectores –en lo
político, lo económico, lo social, lo cultural, etc., en que los problemas son
resueltos con las máquinas que otorgan el técnico y el colectivo técnico. O, en
otras palabras, por los técnicos o los tecnócratas.
Como
lo expresa Imre Kertész en Diario de la
galera: “Desde que Dios abandonó el mundo, no existe la objetividad. ¿La
mirada de quién ha de ser la objetiva? ¿La del tecnócrata? Le falta
interioridad, convierte al ser humano en pieza de recambio que ya nada tiene
que ver con su propia vida y entra en la estadística, en el cementerio de los
datos – lo contrario de la cultura imperante, esto es, de la ideología- se
separa cada vez más de la vida. Ya es la secta de unos pocos, de guías de
ciegos”.
Este
tipo de personas cree que los problemas políticos sólo tienen solución técnica,
y que no es necesario otros métodos, otras visiones o proposiciones para
resolverlos. Piensan que con la visión técnica o tecnocrática basta. Desconocen
que los aparatos o la estadística no pueden sustituir la libertad del ser
humano. “Incluso en los errores esa presencia se acerca más a lo perfecto que
todas las exactitudes. La realidad causa un efecto más fuerte al ser mostrada
que al ser dicha. Se la enseña”. (Jünger).
La
técnica se presenta en la actualidad como un sustituto de la política.
Así
que, las democracias parlamentarias liberales serian un estorbo, sus
procedimientos de deliberación, de consensos y decisiones, son un obstáculo
cuando se dispone de instrumentos técnicos, del cálculo, la velocidad que
proporciona la técnica. El debate político lo consideran los tecnócratas como
una pérdida de tiempo, el acuerdo político o social, un freno a las tecnologías
y la soberanía popular representada en los parlamentos, un homenaje a la
mediocridad y la incompetencia.
El mundo digital en que nos
movemos dominado por tecnócratas, por técnicos y el colectivo técnico, pretenden que los
instrumentos técnicos decidan por nosotros, y, a la vez, sin considerar otras
visiones de los problemas de la sociedad. Descartan el análisis y el racionamiento como instrumentos para
resolver los problemas sociales, económicos, políticos y culturales del cuerpo
social. Es decir, el manejo responsable de la autonomía de la voluntad y de la
libertad, se delega a los instrumentos técnicos y la estadística.
Dijo
Daniel Innerarity en El País de
Madrid-España del17 SEPT 2025: La promesa de los tecnólogos “tiene como
objetivo terminar con la condición humana que consideran deplorable y su
cortejo de incertidumbre, complejidad y necesidad de decidir. Se trataría de
escapar de la indeterminación, complejidad y necesidad de decidir. Se trata de
escapar de la incertidumbre que nos caracteriza: la del porvenir. Gracias al
desarrollo de la técnica la humanidad llegaría a un estadio fijo y determinado,
sin incertidumbre ni controversias, protegidas por los riesgos de decisión, es
decir, sin humanidad”.
En
el mismo orden de ideas, “Ray Kurzweil lleva años augurando el adelanto de la
inteligencia artificial a la humana y, entre otras cosas, la solución al
envejecimiento. Sam Altman, el fundador de OpenAI, anuncia otros triunfos como
la reparación del clima, el establecimiento de una colonia en el espacio y el
descubrimiento de la totalidad del mundo físico. Estos y otros anuncios
similares se apoyan en la convicción de que nuestro futuro se decidirá en la
técnica”.
Creen
que la técnica resolverá todos los problemas de la humanidad, lo cual es
mentira. Quieren disolver la naturaleza humana ambigua, contradictoria,
multifocal e insondable, en la técnica y la estadística. Que la reflexión sobre
la moral, la ética, la libertad y la autenticidad del ser humano, se delegue a
la técnica. Que el análisis, la crítica y el raciocinio dejen de ser
instrumentos para resolver los problemas del hombre, del mundo y su realidad.
Pasan por alto que una red de información no representa a la realidad, sino que
crea realidades paralelas.
Aunque
la IA pueda tomar decisiones y crear nuevas ideas por sí misma, “jamás
conseguiría arrebatarnos el verdadero fondo a que nosotros nos aferramos, más
aún, no podría hacernos dudar ni por un instante de la confianza que hemos
cobrado en ello”. (Jünger). De ahí que, toda tentativa de la IA de averiguar el
sentido último de la vida y del mundo conduce al absurdo y le arrebata su
misterio a la realidad y al mundo.
El
técnico y el mundo del colectivo técnico creen en la inmortalidad digital, que
implica una mutación existencial de la naturaleza humana, del concepto de
tiempo, de la indeterminación del futuro y de la libertad. Por eso liberarse
del porvenir significa liberarse de decidir por sí mismo y delegarlo a los
instrumentos técnicos o a la estadística.
Como
expresa Innerarity: “Si nuestra vida fuera prolongada ilimitadamente por la
técnica, no tendríamos que tomar ninguna decisión relevante, ni nos
encontraríamos frente a opciones en las que se jugara nuestra supervivencia o
la de nuestras instituciones. Estaríamos en un presente continuo en el que solo
nos correspondería la tarea de optimizarlo, sin cuestionamientos radicales”.
La
técnica concebida de esa manera nos protege de posibles males futuros, nos
libra de las tomas de decisiones y del manejo de la libertad, y nos convierte
en seres que no puede pasarles nada. Se trata que desaparezca de la vida del
ser humano la incertidumbre del futuro y del presente, como todo acaecer
imprevisible. Viviríamos un presente-actual
continuo sin preguntas y
cuestionamientos del tejido vivo de la existencia individual y social.
Según
el mito de Prometeo, “el malestar de
no ser como los animales lo calmamos con un robo que hacemos a los dioses: el
del fuego que posibilita la técnica de forjar, que es un poder divino de crear
y moldear las propias facultades, convertir nuestra originaria inutilidad en
versatilidad. El robo prometeico compensa nuestra falta de animalidad
predeterminada con el poder de hacer casi cualquier cosa gracias a la técnica.
Hemos robado el poder de hacer, pero no hemos dejado de ser animales, es decir,
seres vivos cuya vida depende de lo que hagamos, una supervivencia que no está
garantizada por naturaleza, sino que se asegura artificialmente”.
No
podemos olvidar que “el futuro depende de nosotros, no está prefijado. Los
humanos no podemos asegurar el porvenir ni con la fijación natural de los
animales en un mundo determinado ni por asimilación a los dioses; nuestra
viabilidad futura debe ser continuamente creada, protegida, decidida, y mediante
una técnica que no está inscrita en nuestra naturaleza, sino que será siempre
el resultado de un robo, que es una metáfora para designar nuestra
artificialidad”. (Innerarity).
Preguntamos,
¿qué pretenden los autoritarios digitales como Putin, Trump o Xi? Que en la
técnica todo esté decidido y predeterminado, que abandonemos la autonomía de la
voluntad y la libertad, que nos obligan a reflexionar, debatir, llegar a
consensos y decidir, que se ubican en el corazón de la democracia. En una
sociedad democrática el futuro del individuo o de la sociedad, depende de
nosotros mismos, no de los instrumentos técnicos o la estadística.
Así que, el futuro del ser
humano debe ser constantemente creado, protegido, de los autoritarios, los
demagogos y farsantes de la historia y de la verdad. Porque en nombre de estos
principios se han cometido las atrocidades más espantosas de la humanidad.
Como expresó Jianwei Xun en “Hipnocracia”: “Los algoritmos no son
solo herramientas de cálculo y predicción: son tecnologías hipnóticas de masas.
Y la economía de la atención no es solo un modelo de negocio: es un sistema de
inducción colectiva al trance […] El enredo es totalizador y opera en múltiples
niveles. Las plataformas sociales no venden publicidad; venden estados alterados
de conciencia. Su producto no son datos; es una sugestión profunda […] Los
algoritmos de recomendación son auténticas técnicas hipnóticas automatizadas
[…] La personalización algorítmica no sirve para mostrar lo que nos interesa,
sirve para mantenernos en un estado de trance óptimo para el consumo y el
control”.
Recordemos
lo que Jünger dice en La Tijera: “Lo
que hay son centros de gravedad y hombres poderosos en los que se concentra y
gasta la energía. La primacía la tiene un elevado nivel de conocimiento,
anónimo y desconsiderado, que vencerá las resistencias políticas o sociales
allí donde tropiece con ella”.
De
ahí que la técnica se convirtió en la condición fundamental de la actualidad.
El vestido del hombre actual es la técnica. Sucede que el brillo que irradia
enceguece o entorpece al ser humano. De ahí que el hombre contemporáneo entrega
su esencia y la libertad, a cambio de las facilidades técnicas. En las esferas
del mundo técnico la verdad no tiene solidez, porque detrás de ella se esconde
la Cultura del artificio: las
máquinas, la velocidad, lo pasajero, los estados de consciencia manipulados,
los espejismos del mundo y la realidad, la transcurrencia del tiempo, la
simulación y lo que se denomina Civilización
del algoritmo.
La
técnica no es un instrumento pasivo sino activo, que teje y desteje un campo de
fuerzas en un sistema de relaciones sociales, políticas, económicas, militares
y culturales, en constante configuración. Que obedece al ejercicio del poder de
las Plataformas Digitales, la Praxis Política y las Esferas de la Economía. La técnica no
establece un espacio de verdades absolutas, posibilita campos fluidos en
devenir, que estructuran y ponen en funcionamiento, relaciones de fuerza y de
poder, cada instante, cada minuto, cada hora o, cada día.
Somos
parte de un tiempo fragmentado donde unas pluralidades de narrativas compiten
en el ámbito de la Cultura de lo efímero,
por una representación de una verdad que no poseen. En este ámbito no existe la
conversación entre las narrativas, sino enfrentamiento constante para
establecer un tipo de verdad fugaz y veloz, como el relampaguear. Aquí la
verdad y el simulacro se refractan para ejercer un “tipo” de poder: el Poder de las Plataformas Digitales, las redes sociales y la IA.
En
el mundo de los algoritmos se trata de apropiarse de sus engranajes, su
estructura profunda de funcionamiento y lógicas internas, para posibilitar
desde adentro formaciones discursivas y reflexiones críticas sobre el poder y
el saber, que establecen como verdad. El desvelamiento del ejercicio del poder
es, uno de los principios del pensar futuro. No se trata de oposición frontal a
las narrativas y las imágenes de los dispositivos técnicos, de los algoritmos,
sino que de sus tripas salga una reflexión crítica sobre el Gran Poder Tecnológico, que se oculta
detrás de los algoritmos.
Lo
importante del pensar futuro y la reflexión crítica consiste en que, no es
indiferente a la verdad, porque en la época actual el Gran Poder Tecnológico, Político y Económico, construye, sanciona y
valida un “tipo” de verdad, en los ecosistemas sociales, culturales o
militares. No se trata de ocultar los mecanismos de poder o de saber, de
manipulación, vigilancia o coerción del ser humano y las sociedades. Sino de
develar procesos sociales, políticos o culturales, que de otro modo no se
develarían.
Así
que, en los procesos de saber-conocimiento, formación de relatos y experiencias
compartidas, no se trata de ocultar desde los dispositivos técnicos o
algoritmos, sino de develar la esencia que seduce y adormece a las
colectividades. ¡Despertar! ¡Despertar! De su sueño invernal y posibilite la
vigilia entre la aurora y el atardecer, para que las imágenes y las narraciones
develen su verdadero rostro.
<<En una civilización como ésta los únicos
lamentos que se escuchan no son los de los afligidos y menesterosos, sino los
de los poderosos>>.
No hay comentarios:
Publicar un comentario