Antonio
Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.
Teniendo presente los avatares del mundo y de la existencia, preguntamos, ¿es el umbral de la verdad del ser un espacio sin salida? ¿es el elemento donde la libertad conserva su esencia? ¿de qué modo podemos volver a dar sentido al humanismo? ¿ha perdido el humanismo la cualidad que proviene de los griegos y romanos, judíos y cristianos? Heidegger dice que se trata de ver el humanismo desde el umbral histórico más antiguo, que hasta el momento no ha proporcionado la historiografía, y tampoco el historicismo. La palabra “humanun” remite a humanitas, es decir, a la esencia del hombre. (Heidegger).
Su
cualidad consiste en ser humano, no anti-humano; devolverle un sentido al humanismo,
que sólo puede redefinir el sentido de la palabra. Heidegger cree que esto
exige, por una parte, experimentar de modo más inicial la esencia del hombre, y
mostrar en qué medida esa esencia se torna destino a su modo. En él la esencia se revela en el
camino del ser. Éste posibilita el acontecer en cuanto existente en su verdad.
Además, el hombre es guardián del ser. La palabra humanismo significa la
esencia del hombre es esencial para la verdad del ser. (Heidegger).
Sin la esencia del hombre se oculta el ser; entonces, el lenguaje sería
incapaz de dar sentido al mundo, a la historia y a la realidad.
Heidegger
pregunta, ¿se puede seguir llamando “humanismo” a este “humanismo” que se
declara en contra de todos los humanismos existentes hasta la fecha, que al
tiempo no se alza como portavoz de lo inhumano? ¿seguimos nadando en compañía
de las corrientes reinantes, que se encuentran ahogadas por el subjetivismo
metafísico y sumidas en el olvido del ser? A la vista de esa humanitas más
esencial del homo humanus se abre la
posibilidad de devolverle a la palabra humanismo un sentido histórico más
antiguo que el sentido que historiográficamente se considera más antiguo. (Heidegger).
Si la historia no está apremiada en esa dirección, se podría despertar
una reflexión que no sólo piense el hombre, sino también la “naturaleza” del
hombre, y no sólo la naturaleza, sino de modo más inicial todavía, la dimensión
esencial del hombre, determinada desde el ser mismo. (Heidegger).
Recordemos
que está hablando después de la Segunda Guerra Mundial, donde la humanidad del
hombre se degradó y se desgarró por completo. Y en su lugar invita a
reflexionar la naturaleza del hombre, de modo más inicial, esto es, el hombre
determinado por el ser. Es decir, que en la historia universal encuentre su
lugar. Sabemos que la experiencia del siglo XX rompió el humanismo que
heredamos del hilo de la historia de Occidente, el de la razón clásica, el
humanismo cristiano y renacentista. Humanismos que no estuvieron a la altura
para contener la barbarie.
Heidegger
olvida que son las condiciones morales, espirituales, subjetivas e históricas,
las que dan sentido al humanismo. Y, no ubicarlo como hace en la verdad del
ser, la esencia del hombre y el lenguaje. Lo que propone es darle prioridad al
ser en sí, a la esencia del pensar y del lenguaje, sobre el hombre de carne y
hueso con sus generaciones. Estos tres presupuestos de Heidegger, prevalecen
sobre el ser humano que tiene esperanza, sufre, ama, odia y va al encuentro de
sí y del Otro, para reconocerse a sí mismo como hombre. Sabemos que la negación
del “sujeto” atenta contra el sentimiento, el espíritu y el alma. Niega los
presupuestos del humanismo, o, estar
en el mundo y exaltar el en sí del
ser humano.
Las monstruosidades en la
historia de la cultura occidental moderna, no en modo fecundas son para el
Humanismo. Así, un mundo lleno de atrocidades, dolor, odios, sufrimientos,
violencia y guerras, infunde temor en las almas de los hombres, para alcanzar
el sentido de lo humano.
Thomas
Mann nos recuerda que, la piedad, el respeto, el decoro espiritual, la
religiosidad, sólo son posibles en el hombre y por el hombre dentro del marco
terrenal y humano. Su fruto debiera ser, puede ser y será un humanismo con
ribetes religiosos, inspirado por el sentimiento del secreto trascendente del
hombre, por la orgullosa consciencia que el hombre tiene de ser algo más que un
fenómeno biológico, de estar ligado por una parte esencial de su ser a un mundo
espiritual, de que la noción de lo absoluto le ha sido dada con las ideas de
Verdad, de Libertad, de Justicia, de que le ha sido impuesto el deber de ir en
busca de la perfección. En ese patetismo, en esa obligación, en esa veneración
del hombre por sí mismo descubre a Dios. Pero soy incapaz de encontrarle en
cien millones de vías lácteas. (Thomas Mann).
Es,
además, preocupante y abominable cómo el humanismo en el mundo actual, se
reemplaza por la técnica, la ciencia, la Inteligencia Artificial, el dinero o,
el poder. Por la técnica que no responde a las necesidades materiales y
espirituales del hombre. De ahí que la ciencia no sea enemiga del humanismo,
sino que ésta debe responder a los requerimientos humanos. Es imposible
calificar de diabólicos los temas y objetos de la ciencia sin que la acusación
alcance a la ciencia misma. (Mann). Que la técnica sustituya el
antropocentrismo en esta época de masas y de cultura de masas, no es una mera
evidencia, sino que ataca al humanismo.
Lo
que preocupa es que, la ciencia, la técnica, la estadística, sustituyan la
Libertad, la Verdad o la Justicia en los asuntos humanos. Lo que llama la
atención en las utopías de nuestro siglo es que se presentan con el estilo de
la ciencia y son pesimistas. No hay en ellas magia; con la técnica basta. En
Huxley y Orwell, el avance del cálculo y de su aplicación práctica hace
imparable la transformación de la sociedad en puras cifras o números. (Jünger).
Así que, el avance de la ciencia y la técnica sustituyen todo rasgo de
Humanismo, de Justicia y Trascendencia. De ahí que se instrumentalizan en
nombre del Gran Poder y de las selectas minorías. Y, en
consecuencia, “el planeta adquirió un aura
nueva, una epidermis más sensible”.
El
famoso elogio de la ciencia contenido en el “Ensayo sobre Bacon” de Macaulay, escrito en 1837, reza así:
“[La
ciencia] prolongó la vida; mitigó el dolor; extinguió enfermedades; aumentó la
fertilidad de los suelos; dio nuevas seguridades al marino; suministró nuevas
armas al guerrero; unió grandes ríos y estuarios con puentes de formas desconocida
para nuestros padres; guio el rayo desde los cielos a la tierra haciéndolo
inocuo; iluminó la noche con el esplendor del día; extendió el alcance de la
visión humana; multiplicó la fuerza de los músculos humanos; aceleró el
movimiento; anuló las distancias; facilitó el intercambio y la correspondencia
de acciones amistosas, el despacho de todos los negocios; permitió al hombre
descender a las profundidades del mar; remontarse en el aire; penetrar con
seguridad con los mefíticos recovecos de la tierra; recorrer países en
vehículos que se mueven en caballos; cruzar el océano en barco que avanzan a
diez nudos por hora contra el viento. Estos son sólo una parte de sus frutos, y
se trata de sus primeros frutos, pues la ciencia es una filosofía que nunca
reposa, que nunca llega a su fin, que nunca es perfecta. Su ley es el
progreso”. (Steiner).
La
exaltación que hace el positivismo científico de Auguste Comte, el
cientificismo filosófico de Claude Bernard, la evolución de las especies de
Charles Darwin, Charles Sanders Pierce, el historicismo de Hegel con la
autorrealización del espíritu, el materialismo científico de Karl Marx,
expresan confianza en el despliegue de los hechos y la historia. Ahora miramos
con desconcertada ironía todas estas cosas. (Steiner).
El
avance de la ciencia, la técnica y el cálculo en la vida humana, tiene que ver
con profundas necesidades psicológicas, espirituales, morales, éticas, históricas
y materiales. Pero en esta alta civilización técnica y de masas, la idea de
Progreso está seriamente cuestionada porque en los siglos XIX y XX, vimos el
desarrollo de las ciencias positivas, pero no el deterioro de las sociedades y
la naturaleza. En la actualidad observamos la polución en las grandes ciudades,
la arquitectura sin alma en la Gran
ciudad, la contaminación de los mares y los ríos o, el cambio climático
como consecuencia del progreso y la técnica en los asuntos humanos.
Desde
otro umbral, el reconocimiento de la ciencia, del arte y del humanismo, también
viene de Abraham Flexner, pedagogo estadounidense. Que en una conferencia que
tituló La Utilidad de los Conocimientos
Inútiles de octubre de 1939, dijo: ¿No es curioso que en un mundo saturado
de odios irracionales que amenazan a la civilización misma algunos hombres y
mujeres –viejos y jóvenes- se alejen por completo o parcialmente de la
tormentosa vida cotidiana para entregarse al cultivo de la belleza, a la
extensión del conocimiento, a la cura de las enfermedades, al alivio de los que
sufren, como si los fanáticos no se dedicaran al mismo tiempo a difundir dolor,
fealdad y sufrimiento? El mundo ha sido siempre un lugar triste y confuso; sin
embargo, poetas, artistas y científicos han ignorado los factores que habrían
supuesto su parálisis de haberlos tenido en cuenta.
Desde
un punto de vista práctico, la vida intelectual y espiritual es, en la
superficie, una forma inútil de actividad que los hombres se permiten porque
con ella obtienen mayor satisfacción de la que pueden conseguir de otro modo.
Mi pretensión es ocuparme hasta qué punto la búsqueda de estas satisfacciones
inútiles se revela inesperadamente como la fuente de la que deriva una utilidad
insospechada.
Un
gran número de jóvenes se dedica a los estudios seguidos por sus padres y los
dirige al estudio, igualmente importante y no menos urgente, de los problemas
sociales, económicos y gubernamentales. No me quejo de esta tendencia. El mundo
en el que vivimos es el único que nuestros sentidos pueden atestiguar. A menos
que se construya un mundo mejor, un mundo más justo, millones de personas
continuaran yendo a la tumba silenciosas, afligidas, llenas de amargura.
Nuestras escuelas deberían prestar mayor atención al mundo en el que sus
alumnos y estudiantes están destinados a vivir.
Podemos
considerar esta cuestión desde dos puntos de vista: el científico, el
humanístico o, espiritual. De una cosa podían estar seguros, teniendo presente
los trabajos de Heinrich Hertz y Clerk Maxwell, de que habían realizado su
trabajo sin pensar en la utilidad y de que a lo largo de la historia de la ciencia
la mayoría de descubrimientos realmente importantes que al final se han probado
beneficiosos para la humanidad se debían a hombres y mujeres que no se guiaron
por el afán de ser útiles sino meramente por el deseo de satisfacer su
curiosidad.
La
curiosidad que puede conducir o no a algo útil es probablemente la
característica más destacada del pensamiento moderno. No se trata de algo nuevo
se remonta a Galileo, Bacon y sir Isaac Newton, y hay que darle total libertad.
Las instituciones científicas deberían entregarse al cultivo de la curiosidad.
Cuanto menos se desvíen por consideraciones de utilidad inmediata, tanto más
probable será que contribuyan al bienestar humano y a otra cosa asimismo
importante: a la satisfacción del interés intelectual, que se ha convertido en
la pasión hegemónica de la vida intelectual de los tiempos modernos. (Flexner).
El
interés del hombre por la curiosidad intelectual, no sólo llevó a Heidegger a
pensar la historia del hombre y del mundo, sino también la esencia del tejido de
la condición humana. Pensar cómo el lenguaje como casa del ser posibilita dar
cuenta del hombre y del mundo. Desde la historia del hombre o, desde la
biología, la cultura, la interpretación que se hacen de él todas son válidas.
La que lleva a cabo Yunval Harari, por ejemplo, tiene como objeto la naturaleza
del homo sapiens y los elementos
históricos, materiales y culturales que lo determinan. Su evolución histórica
desde los primeros tiempos (20.000 a.C.) hasta la actualidad.
En
este orden, no significa que su visión no sea importante en la historia, sino
que es un punto de vista con un “valor” interesante para comprender al ser
humano. Heidegger, en cambio, centra su reflexión en la esencia del hombre, que
se fundamenta en la verdad del ser. El ser del hombre consiste
“ser-en-el-mundo”, que el hombre ha sido rebajado a un ser que sólo está acá,
de este lado, con lo que la filosofía se hunde en el positivismo. (Heidegger).
Esta visión de Heidegger, lo conduce a situarse aquende del tiempo, es decir,
en el mundo de los fenómenos del Daseyn
(el ser-ahí-del-hombre). Esa que afirma a éste en el saber y el mundo y no se
preocupa por lo allende, no le interesa la trascendencia. O, mejor en la
creencia en Dios. En Dios trascendente y revelado, tal como lo perciben los
judíos y cristianos.
Atreverse
a pensar significa traer a la luz lo oscuro de la verdad del ser. De todo lo
que existe en la realidad efectiva de la historia y el presente. El pensar
futuro se vale de la imaginación, la memoria y la rememoración para que, desde
el pasado del presente comprendamos la actualidad y el futuro. Observa
Benjamín: “leer en la vida y las formas perdidas y aparentemente secundaria de
aquella época, la vida y las formas de hoy”. En la historia del hombre han
cambiado las formas de leer e interpretar la naturaleza y la existencia humana,
no su sentido. El ser humano ha dicho las mismas cosas a través de la historia
universal con palabras diferentes. Por eso el ser humano desde hace 20 o 30.000
años ha cambiado poco, con respecto al hombre actual. Estudiar al homo sapiens (desde la cognición, la
experiencia y el lenguaje), posibilita comprender al hombre. Develar sus
miedos, sus angustias, sus esperanzas, sus sufrimientos, las razones y sin
razones de la existencia.
Por
tanto, lo importante en la actualidad es repensar lo pensado y de esa manera,
el pensar futuro posibilite un mundo más humano y vivible. Que el pensar se
levante del polvo y se eleve a las esferas donde moran las Musas y los Dioses y,
descienda cargado de sentido para la vida, el mundo y su realidad. Así que, el
pensar futuro ha de pensar el logos y
la esencia de la razón que funda. El pensar futuro debe mostrar que lo lógico y
lo verdadero establecido por el Gran
Poder, no es tan lógico ni verdadero, si reflexionamos sobre las razones en
que se basan.
De
ahí que lo irracional del Estado, de la religión, de la política, de la
ciencia, de las financias internacionales, de la educación y de la cultura,
develen la sin-razón de la que se originan. Porque el pensar crítico debe
desnudar las cloacas del poder y del saber. Así se convierte en un pensar
liberador de lo siempre-actual, de la homogenización, que trasfiere al hombre
el miedo, la mentira, la desesperanza, el odio y el desamor. Heidegger
comprendió que pensar consiste en pensar el ser y nada más. Significa pensar
sin condiciones ni determinismos, para que la escritura se vuelva fecunda y se
abra paso por sí sola.
Así
pues, somos contemporáneos sin saber por qué lo somos. Incapaz de desandar lo
andado y rememorar la historia, caímos en el hoyo profundo y oscuro de la
desesperanza, el dolor y el sufrimiento. Vivimos una especie de desierto
espiritual, mental y sentimental; ya que el hombre de la civilización, el
hombre del movimiento y de los fenómenos históricos, dejó de tomar sus criterios
de su esencia inmóvil y sobre temporal, la cual se pone de manifiesto y se
modifica en la historia. (Jünger).
Somos parte de una época de actores insignificantes y de hechos significativos, hay que abrirles
paso a los espíritus fuertes. Porque son capaces de percibir en el borde del
abismo, lo que oculta la oscuridad. En ese proceso lo heredado medita sobre
aquello que está en el fondo de todas las herencias. (Jünger). Esto
se constituye en una confrontación solitaria y en eso reside su encanto, porque
el ser humano se enfrenta a sí mismo. Y ese desafío no necesita de juez, de
sacerdote, de burócrata, de banquero, de político. En esa soledad el hombre es
soberano a condición que tenga conocimiento de su rango. Así, el ser humano es:
el Hijo de Dios y Redentor de los hombres.
En
Heidegger,
pensar la verdad del ser es
pensar la humanitas del homo humanus. Porque el pensar correlaciona la verdad
del ser y la esencia del hombre. Y, se expresa ante todo en el lenguaje. De ahí
que el lenguaje es la casa del ser; y el hombre su guardián.
Madrid-España a 24/05/2024
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