Antonio
Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.
Walter Benjamín (1892-1940) escribió
sobre una pluralidad de temas -que abarcan desde el drama trágico alemán, el
Romanticismo, la fotografía, el cine, la historia, el lenguaje, París,
Baudelaire, Proust, el marxismo, el surrealismo, la narración de historias, la
traducción hasta la violencia. Así que, esto posibilitó que Benjamín se situara
en el umbral de una nueva era intelectual. Fue sobre todo un pensador
heterodoxo, por la amplitud y el carácter inclasificable de sus preocupaciones
intelectuales.
Pero ante todo fue un crítico
de la cultura judío-alemana, que se interesó en un principio por investigar la literatura
de su país (que expresó en El concepto de
crítica en el arte del romanticismo alemán, Las afinidades electivas y El
origen del Trauerspiel alemán). En la década de 1920 se interesa por el
marxismo y desarrolla un punto de vista que podemos denominar herético, porque
relaciona el materialismo dialectico con el misticismo judío, la metafísica romántica
y las expresiones artísticas de vanguardia.
Pero las ideas sobre el
progreso, la ciencia, la política, la economía y la técnica; sirven como
fundamento para reflexionar sobre el problema de la técnica en la Edad Moderna.
También sobre el problema de la cultura en la actualidad. Así lo intuyó frente
a la experiencia del siglo XX: la cosa está clara: la cotización de la
experiencia ha bajado y precisamente en una generación que de 1914 a 1918 ha
tenido una de las experiencias más atroces de la historia universal. Lo cual no
es quizás tan raro como parece. Entonces se pudo constar que las gentes volvían
mudas del campo de batalla. No enriquecidas, sino más pobres en cuanto a
experiencia comunicable, la experiencia que mana de boca a oído. Una generación
que había ido a la escuela en tranvía tirado por caballos, se encontró
indefensa en un paisaje en que todo menos las nubes habían cambiado, y en cuyo
centro, en un campo de fuerzas y corrientes destructoras, estaba el mínimo,
quebradizo cuerpo humano. (Benjamín).
Percibe la pobreza del hombre
desde la perspectiva del vaciamiento de los contenidos lingüísticos y, a la
vez, del desarrollo de la técnica. Ésta no sólo destruye la vida humana o
natural, sino que sustituye la lengua que comunica contenidos espirituales por
la lengua situada en su parte material (por las imágenes, el alfabeto
electrónico de la comunicación global inmediata y simultánea; las plataformas
digitales), reemplazan la lengua que posibilita la interpretación de la
historia y de las esferas del saber, la que describe los momentos oportunos y
el discontinuo devenir de la historia.
Trata de captar la totalidad en
los fragmentos y lo teórico en lo práctico, de ahí que la crítica de la cultura
se relaciona con las visiones artísticas de vanguardia, el ojo de los cineastas,
el oficio de trapero y la capacidad mimética de los niños, quienes usan de
forma diferente los fragmentos, las ruinas y desechos que la modernidad deja
tras de sí. Por eso, expresa en el Libro
de los Pasajes. Teoría del conocimiento, teoría del progreso: Método de
trabajo: montaje literario. No hurtaré nada valioso, ni me apropiaré de ninguna
formulación profunda. Pero los harapos, los desechos, esos no los quiero
inventariar, sino dejarles alcanzar su derecho de la única manera posible, empleándolos.
Su mirada cristaliza las cosas
para conseguir una especie de interioridad oculta. Así como un ritmo que se
convierta en el corazón de la historia. Lo importante es percibir el devenir de
la historia no como monumento, ni desde los grandes hombres, sino desde los
fragmentos, los escombros materiales que la historia deja al borde de los caminos.
Develar, por así decir, la magia y la iluminación que aporta al mito en la
actualidad.
Benjamín es un escritor de los
márgenes, de la vida y la literatura. Así que, privado de patria se sitúa como
los de su generación al margen de lo establecido como verdad y, su vida y su
obra están entrelazadas de fragmentos disperso de caminos, de recuerdos, de visiones,
de olores, de colores o, susurros, que hacen parte de las calles, las ciudades,
los pueblos, las lecturas, las vivencias de felicidad, de dolores y de sufrimientos.
Que configuran su vida biológica, intelectual, espiritual y lingüística. Unas
visiones que vienen de lejos, pero en él representan el material de trabajo que
revitalizan y dan forma a su obra.
Su aventura da paso a la
experiencia interior de la humanidad y del mundo, hacer trasparente el mundo y
la realidad y, que la vida recobre el aura
de eternidad en la historia. Esto significa que los fragmentos de felicidad den
motivos de esperanza y la acción dignifique al mundo. Además, ni el
deslumbramiento del mundo acompaña la experiencia de la razón humana, como
tampoco la promesa de felicidad deja de ser ese ámbito en el que renace el
mito. La experiencia y el mito constituyen la piedra angular de la perspectiva
del pensamiento crítico que da vida al proyecto de Benjamín.
Cree que es necesario
reflexionar el mito del tiempo-ahora,
del presente-actual, para así describir sus estrategias narrativas, sus formas de representación y,
así transformarlas en objetos de su crítica. Pensar, por ejemplo, como la
técnica remplaza al mito en la modernidad. Piensa en contra del positivismo de
los lenguajes artísticos, y cómo las formas del arte, de la música y de la
cultura en general, aparecen en su radical tensión, inscritas en la experiencia
que otorga la iluminación y las anima como experiencia del límite, desde el
mito.
Así que, el análisis de las
formas de la cultura en la actualidad, hay que percibirlas en concatenación con
la historia natural del hombre, que se solidifica en la alegoría o, en la magia
del interior burgués. Benjamín cree que lo importante no es reconstruir una
historiografía de un hecho o, hacer historicismo, sino mostrar las estrategias
y procedimientos donde se expresa la experiencia moderna. En otras palabras, la
historia en su acontecimiento propio, cercano a la pobreza de nuestra
existencia contemporánea.
Sus lecturas, sus experiencias,
sus representaciones, sus recuerdos, sus ensayos o textos, revelan los
cimientos simbólicos de nuestra época, pero lo hacen en un ámbito transversal,
que está preñado de anécdotas, curiosidades, preferencias personales o
compartidas. Utiliza, de la misma manera, los fragmentos, las ruinas, los harapos,
para enfrentarse a los poderes establecidos en las esferas del pensar, de la
verdad, lo constituido por el poder y el saber. Por eso, su pensamiento no es una
reflexión erudita, sino el tejido de una fuente esencial de utilidades
conceptuales.
Madrid-España a 18/05/2021
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