Si el poder en la sociedad y de las tecnologías, circundan, atraviesan, vigilan, desgarran, interrogan, al cuerpo y el alma de las personas. La cultura del artificio y las tecnologías de la información, responden a relaciones de fuerza y de dominio. Demuestran que el decurso técnico que en igual medida se manifiesta amoral e indiferente, reemplazó el mito en la actualidad. Por eso la tecnología deviene en la estela del destino, los titanes y el mundo del titanismo (del técnico y el colectivo técnico); porque son indiferentes a las necesidades materiales, morales y espirituales del ser humano.
Asimismo, la técnica se manifiesta como el mito de la actualidad, del <<presente-ahora>>. Es un ámbito que entrelaza los intereses económicos y comerciales, con la seguridad y los intereses geoestratégicos de los Estados. En otros términos, las Grandes Empresas de Internet [Google, Microsoft, Apple, Yahoo, Facebook, Twitter, AOL, LinkedIn], y gobiernos colaboran, unos por el negocio que los datos representan, y otros por la seguridad e intereses geoestratégicos. En consecuencia, la voluntad de poder se pone la máscara del empresario o del Estado, es indistinto, no tiene pulcritud espiritual.
Sabemos que lo fundamental consiste en esconder formas especiales de disciplina y normalización. Es más, ¿a qué responden los grandes tecnológicos? Que los datos que utilizan los Estados y los partidos políticos, controlen el libre albedrío, la privacidad, el pensamiento, las inclinaciones políticas, las acciones del hombre. Así podemos darnos cuente que, atentan contra los pilares fundamentales de la democracia, la libertad y la integridad de los ciudadanos. Si la vigilancia de los ciudadanos se concatena a la social, el sentido de la democracia participativa y crítica, se degrada. Porque cuando se vigila la esfera privada de la persona humana, se pone en peligro la libertad de pensar, actuar y opinar.
Esto responde a un concepto histórico de la civilización de las redes globales: la lengua de la digitalización. Byung-Chul Han dice que, “la digitalización elimina la sustancialidad del mundo, transformándolo en un lugar sin resplandor”. O, en otras palabras, la digitalización está generando un nuevo “tipo” de ser y, en su defecto, un nuevo tiempo que impele a reajustar el Sistema o la Estructura. Por tanto, ni el concepto de progreso ni de historia, se atiene a la realidad, sino a presunciones dogmáticas que entrelazan el poder, el dinero y la técnica.
Como expresó Walter Benjamín: “la crítica a la representación de la historia en un tiempo homogéneo y vacío”, se corresponde a la crítica de “un concepto de progreso que tiene pretensiones dogmáticas”. En un ámbito teórico como este, la realidad se sustituye por el artificio de los lenguajes digitales. Entonces los intereses políticos de los neo-conservadores post-modernos se concatenan con el capitalismo global. En otros términos, el progreso y la técnica responden a estrategias de poder, intereses técnicos, económicos y políticos.
Ahora bien, el ejercicio del poder no está circunscrito a dos bloques, como se inscribió en el cuerpo de los Estados-Nación de la segunda mitad del siglo XX. Sino que la materialidad del poder hay que percibirla en los nudos y las cuerdas que interactúan en las redes de los Estados globales. Hay que percibirlos en el ámbito de la cultura: bloques políticos, financieros, tecnológicos, científicos, militares, etc. Donde participan nuevos Estados en las tomas de decisiones. Así, las redes globales están tejiendo un nuevo tipo de sociedad que se concatena a intereses determinados.
En este orden, el tiempo de los instantes únicos, la cultura de la experiencia del momento oportuno, los relatos que guardan la memoria de epifanía de un pueblo, esos instantes que dignifican al ser humano se encuentran en entre dicho. Hoy en día, el ethos del proceso perfila su logos, una concepción de la vida y del mundo que determina a las sociedades. De igual modo, el ethos de la actualidad se concatena a los procesos técnicos y científicos; también al capitalismo global que se hace con cada aspecto de la existencia. Entre la técnica y el ethos existen vasos comunicantes, significa alejarse de los principios y valores de la condición humana.
Esta transtocación se convierte en algo preocupante para el hombre actual, porque el vacío espiritual lo ocupa ahora, lo fugaz y artificial. Estamos asistiendo al paso de las relaciones de sentido a las relaciones artificiales. Se trata de re-encantar el instinto de conservación vital, y también el misterio de conservación ideal, que posibilitan al hombre como frontera del mundo ir al encuentro de lo allende del muro del tiempo. Como dice Ernst Jünger: <<Semejantes a la capa de ozono, los misterios otorgan a la vida protección contra un ardor demasiado vivo. La visión directa de la belleza despojaría de lenguaje al espíritu, amenazaría con la muerte al cuerpo>>.
En este mundo de ilusión acústica y visual, donde la técnica ocupa el lugar de lo mágico. Se constituye como la expresión de la magia en la actualidad. La concepción histórica y estética de Jünger resulta fructífera para comprender el tiempo actual. Mucho más frecuente que la espiritualización –dice-, que libera del miedo, es el aumento de la sensibilidad, que lo hace crecer […] Ya sería hora, en todo caso, de que los dioses volvieran a salir alguna vez de su reserva. Hay expectativas de eso, y no sólo entre los afiliados a las sectas.
En la actualidad se observan millones de seres humanos con los brazos extendidos hacia los cielos estrellados implorando el advenimiento de los dioses, también se anuncia el enfrentamiento entre los titanes y las fuerzas del espíritu. En este <<orden>>, ninguna novedad deja de ser una nueva ordenación.
Estas transformaciones históricas configuran la época actual. Que ponen en acción comportamientos que se relacionan con los instrumentos técnicos, las finanzas internacionales (los mercados de valores, el dinero bancario y un sistema financiero fuera de control); en consecuencia, la cultura expresa las tecnologías del poder. Son configuraciones históricas que contienen expresiones socio-políticas: los centros de poder y el grupo de personas donde se concentra y se gasta la energía: el “Grupo de Davos”, por ejemplo. Así no logramos entender el mundo de la política, porque no es en el ámbito político donde se toman las decisiones. Son poderes sutiles, imperceptibles, materiales y persistentes, los que ejercen el poder. Ellos poseen su lógica interna que responde a intereses que van de lo económico a lo cultural.
Si el comportamiento, la representación que posee la sociedad de sí y del mundo, está determinada por esas condiciones económicas, técnicas y de poder. En nombre de la eficacia y la eficiencia se niegan las satisfacciones espirituales y materiales, también las fuentes del misterio de la vida y de la muerte. Eso que en la superficie de la temporalidad y de la historia se llama, principios de la democracia moderna y proyectos sociales de búsqueda de la igualdad, la justicia y la solidaridad. Enfrentar la cuestión social de la igualdad, por medio del Derecho Constitucional, se ajusta a los objetivos históricos de las revoluciones modernas. Esto es: propender por la felicidad y la libertad; pero también por la conexión entre justicia y ley. Esta visión de un filón de la historia, aleja los negros nubarrones del ejercicio del poder que terminan inexorablemente, en la barbarie y el horror.
A su vez, estar en la tierra significa habitar, relacionarse con el cielo, la comunidad y lo divino. Esto significa buscar una vida digna, a la altura de las necesidades espirituales y materiales del hombre. Heidegger la denomina custodia de la cuaternidad. Es decir, lo que se toma en custodia tiene que ser albergado. La vida y la comunidad donde habitamos deben albergar al ser humano y posibilitar una existencia justa, libre y digna. Esta labor es de una prestación elevada, hay que buscarla incluso por debajo de las crisis financieras y los valores actuales.
En el umbral económico, no obstante, existen relaciones entre las nuevas modalidades técnicas y los medios de comunicación de masas e Internet. Se consume de acuerdo a los valores del mercado y en consonancia a las necesidades del artificio, que crea la publicidad y el marketing. En las sociedades de masas y cultura de masas, es la capacidad de compra y de consumo lo que da status, más no la experiencia, la educación, la cultura o la sabiduría.
Por tanto, la cualidad del Ser se subordina al tener. Entre más ignorante es la persona más predispuesta estará a ser manipulada por la publicidad, los mercados financieros, los políticos y las redes sociales. Además, el desarrollo en las comunicaciones rápidas y simultaneas, está posibilitando un funcionamiento social que genera transformaciones culturales y un nuevo tipo de vida. Esta inflexión socio-histórica responde a los intereses del Sistema Capitalista Global; más no a las necesidades psicológicas, espirituales y materiales del hombre.
Asimismo, somos parte de una sociedad donde los valores y las formas de existir, son consustanciales al nuevo capitalismo global. Un ámbito que posee sistemas de ajuste que hacen posible que las personas se adapten a vivir en un estado de crisis permanente. Así, el sistema global maneja los desajustes estructurales como individuales. Los conflictos que podrían cuestionar a los partidos, las instituciones y sus representantes o, las modalidades de poder, se transfieren a relaciones interpersonales. Se constituye un ámbito donde los problemas se perciben únicamente como molestias. Antes de ser planteados, son liquidados con rapidez, liquidados en estado embrionario, como consecuencia de la aceleración. Están multiplicándose los sectores en que los problemas son resueltos por las máquinas. (Jünger).
En esta época de alto desarrollo técnico, de sociedad de masas y cultura de masas, sentimos la aniquilación del valor y de la ética, en nombre de la superficialización y la simplificación del mundo. Y, esto trae consecuencias impredecibles en los elementos de la condición humana, como Hannah Arendt la percibe: la vida, la natalidad, la mortalidad, la mundanidad, la pluralidad y la Tierra. En otros términos, en la sentimentalidad, los valores, el lenguaje, el pensamiento, el ethos, la moral y el espíritu.
En este orden de ideas, Walter Benjamín se vale de las investigaciones de Eduard Fuchs para introducir en sus indagaciones los atisbos de cosas despreciadas, apócrifas; los ripios, los escombros o materiales, los desechos de la vida urbana, para reconstruir los portillos de la historia y la cultura. Para Benjamín son las imágenes lingüísticas las que posibilitan una visión de la historia y la realidad, de la técnica y los lenguajes digitales, en el umbral de la constelación del despertar. ¡Despertar! Un nuevo conocimiento desde el pálpito de lo acaecido. ¡Despierto cuando conozco!
Madrid-España a 23/12/2022