viernes, 23 de diciembre de 2022

LA CULTURA DEL ARTIFICIO



 Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

Si el poder en la sociedad y de las tecnologías, circundan, atraviesan, vigilan, desgarran, interrogan, al cuerpo y el alma de las personas. La cultura del artificio y las tecnologías de la información, responden a relaciones de fuerza y de dominio. Demuestran que el decurso técnico que en igual medida se manifiesta amoral e indiferente, reemplazó el mito en la actualidad. Por eso la tecnología deviene en la estela del destino, los titanes y el mundo del titanismo (del técnico y el colectivo técnico); porque son indiferentes a las necesidades materiales, morales y espirituales del ser humano.

Asimismo, la técnica se manifiesta como el mito de la actualidad, del <<presente-ahora>>. Es un ámbito que entrelaza los intereses económicos y comerciales, con la seguridad y los intereses geoestratégicos de los Estados. En otros términos, las Grandes Empresas de Internet [Google, Microsoft, Apple, Yahoo, Facebook, Twitter, AOL, LinkedIn], y gobiernos colaboran, unos por el negocio que los datos representan, y otros por la seguridad e intereses geoestratégicos. En consecuencia, la voluntad de poder se pone la máscara del empresario o del Estado, es indistinto, no tiene pulcritud espiritual.

 Sabemos que lo fundamental consiste en esconder formas especiales de disciplina y normalización. Es más, ¿a qué responden los grandes tecnológicos? Que los datos que utilizan los Estados y los partidos políticos, controlen el libre albedrío, la privacidad, el pensamiento, las inclinaciones políticas, las acciones del hombre. Así podemos darnos cuente que, atentan contra los pilares fundamentales de la democracia, la libertad y la integridad de los ciudadanos. Si la vigilancia de los ciudadanos se concatena a la social, el sentido de la democracia participativa y crítica, se degrada. Porque cuando se vigila la esfera privada de la persona humana, se pone en peligro la libertad de pensar, actuar y opinar.

Esto responde a un concepto histórico de la civilización de las redes globales: la lengua de la digitalización. Byung-Chul Han dice que, “la digitalización elimina la sustancialidad del mundo, transformándolo en un lugar sin resplandor”. O, en otras palabras, la digitalización está generando un nuevo “tipo” de ser y, en su defecto, un nuevo tiempo que impele a reajustar el Sistema o la Estructura. Por tanto, ni el concepto de progreso ni de historia, se atiene a la realidad, sino a presunciones dogmáticas que entrelazan el poder, el dinero y la técnica.

Como expresó Walter Benjamín: “la crítica a la representación de la historia en un tiempo homogéneo y vacío”, se corresponde a la crítica de “un concepto de progreso que tiene pretensiones dogmáticas”. En un ámbito teórico como este, la realidad se sustituye por el artificio de los lenguajes digitales. Entonces los intereses políticos de los neo-conservadores post-modernos se concatenan con el capitalismo global. En otros términos, el progreso y la técnica responden a estrategias de poder, intereses técnicos, económicos y políticos.

 En la sociedad de la información, por la revolución de los lenguajes digitales, el Estado-Nación voló por los aires como una costra seca, y está dando paso a nuevas civilizaciones globales. Ahora bien, desde el Orden Jurídico, la técnica contribuye al paso del Estado de Derecho, al Estado Punitivo. Esto es, la técnica ayuda a implementar la vigilancia, la disciplina y el orden en la sociedad. Que responde a las relaciones de dominio y de poder de una <selecta minoría>. 

Ahora bien, el ejercicio del poder no está circunscrito a dos bloques, como se inscribió en el cuerpo de los Estados-Nación de la segunda mitad del siglo XX. Sino que la materialidad del poder hay que percibirla en los nudos y las cuerdas que interactúan en las redes de los Estados globales. Hay que percibirlos en el ámbito de la cultura: bloques políticos, financieros, tecnológicos, científicos, militares, etc. Donde participan nuevos Estados en las tomas de decisiones. Así, las redes globales están tejiendo un nuevo tipo de sociedad que se concatena a intereses determinados.

 Entonces para comprender la época de tránsito que vivimos, hay que percibirla en su cultura. Ésta no es otra que, la cultura del artificio y los lenguajes digitales. Si los bloques ideológicos y políticos del siglo XX no respondieron a las necesidades psicológicas, materiales y morales de los pueblos. Estamos a las puertas de una nueva estructura, una nueva ética y una nueva estética política. En el devenir se percibe que los viejos valores ya no están, y los nuevos no han llegado todavía del todo.

En este orden, el tiempo de los instantes únicos, la cultura de la experiencia del momento oportuno, los relatos que guardan la memoria de epifanía de un pueblo, esos instantes que dignifican al ser humano se encuentran en entre dicho. Hoy en día, el ethos del proceso perfila su logos, una concepción de la vida y del mundo que determina a las sociedades. De igual modo, el ethos de la actualidad se concatena a los procesos técnicos y científicos; también al capitalismo global que se hace con cada aspecto de la existencia. Entre la técnica y el ethos existen vasos comunicantes, significa alejarse de los principios y valores de la condición humana.

Esta transtocación se convierte en algo preocupante para el hombre actual, porque el vacío espiritual lo ocupa ahora, lo fugaz y artificial. Estamos asistiendo al paso de las relaciones de sentido a las relaciones artificiales. Se trata de re-encantar el instinto de conservación vital, y también el misterio de conservación ideal, que posibilitan al hombre como frontera del mundo ir al encuentro de lo allende del muro del tiempo. Como dice Ernst Jünger: <<Semejantes a la capa de ozono, los misterios otorgan a la vida protección contra un ardor demasiado vivo. La visión directa de la belleza despojaría de lenguaje al espíritu, amenazaría con la muerte al cuerpo>>.

En este mundo de ilusión acústica y visual, donde la técnica ocupa el lugar de lo mágico. Se constituye como la expresión de la magia en la actualidad. La concepción histórica y estética de Jünger resulta fructífera para comprender el tiempo actual. Mucho más frecuente que la espiritualización –dice-, que libera del miedo, es el aumento de la sensibilidad, que lo hace crecer […] Ya sería hora, en todo caso, de que los dioses volvieran a salir alguna vez de su reserva. Hay expectativas de eso, y no sólo entre los afiliados a las sectas.

En la actualidad se observan millones de seres humanos con los brazos extendidos hacia los cielos estrellados implorando el advenimiento de los dioses, también se anuncia el enfrentamiento entre los titanes y las fuerzas del espíritu. En este <<orden>>, ninguna novedad deja de ser una nueva ordenación. 

Estas transformaciones históricas configuran la época actual. Que ponen en acción comportamientos que se relacionan con los instrumentos técnicos, las finanzas internacionales (los mercados de valores, el dinero bancario y un sistema financiero fuera de control); en consecuencia, la cultura expresa las tecnologías del poder. Son configuraciones históricas que contienen expresiones socio-políticas: los centros de poder y el grupo de personas donde se concentra y se gasta la energía: el “Grupo de Davos”, por ejemplo. Así no logramos entender el mundo de la política, porque no es en el ámbito político donde se toman las decisiones. Son poderes sutiles, imperceptibles, materiales y persistentes, los que ejercen el poder. Ellos poseen su lógica interna que responde a intereses que van de lo económico a lo cultural.

Si el comportamiento, la representación que posee la sociedad de sí y del mundo, está determinada por esas condiciones económicas, técnicas y de poder. En nombre de la eficacia y la eficiencia se niegan las satisfacciones espirituales y materiales, también las fuentes del misterio de la vida y de la muerte. Eso que en la superficie de la temporalidad y de la historia se llama, principios de la democracia moderna y proyectos sociales de búsqueda de la igualdad, la justicia y la solidaridad. Enfrentar la cuestión social de la igualdad, por medio del Derecho Constitucional, se ajusta a los objetivos históricos de las revoluciones modernas. Esto es: propender por la felicidad y la libertad; pero también por la conexión entre justicia y ley. Esta visión de un filón de la historia, aleja los negros nubarrones del ejercicio del poder que terminan inexorablemente, en la barbarie y el horror.

A su vez, estar en la tierra significa habitar, relacionarse con el cielo, la comunidad y lo divino. Esto significa buscar una vida digna, a la altura de las necesidades espirituales y materiales del hombre. Heidegger la denomina custodia de la cuaternidad. Es decir, lo que se toma en custodia tiene que ser albergado. La vida y la comunidad donde habitamos deben albergar al ser humano y posibilitar una existencia justa, libre y digna. Esta labor es de una prestación elevada, hay que buscarla incluso por debajo de las crisis financieras y los valores actuales.

En el umbral económico, no obstante, existen relaciones entre las nuevas modalidades técnicas y los medios de comunicación de masas e Internet.  Se consume de acuerdo a los valores del mercado y en consonancia a las necesidades del artificio, que crea la publicidad y el marketing. En las sociedades de masas y cultura de masas, es la capacidad de compra y de consumo lo que da status, más no la experiencia, la educación, la cultura o la sabiduría.

Por tanto, la cualidad del Ser se subordina al tener. Entre más ignorante es la persona más predispuesta estará a ser manipulada por la publicidad, los mercados financieros, los políticos y las redes sociales. Además, el desarrollo en las comunicaciones rápidas y simultaneas, está posibilitando un funcionamiento social que genera transformaciones culturales y un nuevo tipo de vida. Esta inflexión socio-histórica responde a los intereses del Sistema Capitalista Global; más no a las necesidades psicológicas, espirituales y materiales del hombre.

Asimismo, somos parte de una sociedad donde los valores y las formas de existir, son consustanciales al nuevo capitalismo global. Un ámbito que posee sistemas de ajuste que hacen posible que las personas se adapten a vivir en un estado de crisis permanente. Así, el sistema global maneja los desajustes estructurales como individuales. Los conflictos que podrían cuestionar a los partidos, las instituciones y sus representantes o, las modalidades de poder, se transfieren a relaciones interpersonales. Se constituye un ámbito donde los problemas se perciben únicamente como molestias. Antes de ser planteados, son liquidados con rapidez, liquidados en estado embrionario, como consecuencia de la aceleración. Están multiplicándose los sectores en que los problemas son resueltos por las máquinas. (Jünger).

En esta época de alto desarrollo técnico, de sociedad de masas y cultura de masas, sentimos la aniquilación del valor y de la ética, en nombre de la superficialización y la simplificación del mundo. Y, esto trae consecuencias impredecibles en los elementos de la condición humana, como Hannah Arendt la percibe: la vida, la natalidad, la mortalidad, la mundanidad, la pluralidad y la Tierra. En otros términos, en la sentimentalidad, los valores, el lenguaje, el pensamiento, el ethos, la moral y el espíritu.

En este orden de ideas, Walter Benjamín se vale de las investigaciones de Eduard Fuchs para introducir en sus indagaciones los atisbos de cosas despreciadas, apócrifas; los ripios, los escombros o materiales, los desechos de la vida urbana, para reconstruir los portillos de la historia y la cultura. Para Benjamín son las imágenes lingüísticas las que posibilitan una visión de la historia y la realidad, de la técnica y los lenguajes digitales, en el umbral de la constelación del despertar. ¡Despertar! Un nuevo conocimiento desde el pálpito de lo acaecido. ¡Despierto cuando conozco!

 Se trata de desgarrar la manigua de la selva virgen con el hacha de la razón sin mirar ni a izquierda ni a derecha para desvelar las profundidades de su vientre. Desgarrarlos para hacer surcos y el ser humano pueda transitar los caminos de la historia y de la vida; más allá de las potentes seducciones del mito y la locura, de la técnica y la economía. Desgarrar con la imaginación, la sensibilidad, el lenguaje y la razón, lo que ocultan las cortinas que cubren las ruinas de la cultura y la civilización moderna. Eso que el Gran Poder esconde para que no veamos, oigamos, sintamos, lo que verdaderamente acontece en la arena de la historia y la actualidad.

 

                                                  Madrid-España a 23/12/2022

lunes, 24 de octubre de 2022

La Técnica en la Época Moderna

 

                                            

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista

 

<<Son fragmentos del libroReflexión acerca de la Técnica y Carta sobre el <<Humanismo>> de Martín Heidegger. Aproximación cultural al problema de la técnica en la modernidad”. Que acabo de escribir>>.

 

Heidegger hace un llamado que pensemos la humanidad (humanitas), no desde la teoría, la técnica, la lógica, la gramática, la política, la historia, sino desde el Ser. Éste es lo que aparece, se muestra, se revela ante alguien y ese alguien es el Dasein: el ser humano. De ahí se habla de la experiencia de cada uno de nosotros, de nuestra singularidad. De mi vida porque todo ser humano es un ser vivo, y mi vida es singular y concreta y, es ahí donde las cosas aparecen. La tarea del pensador está en que el hombre logre una relación satisfactoria con la esencia de la técnica; o, en otros términos, “lograr una relación explicita con lo que hoy acontece”.

En este orden de ideas, el humanismo trasciende el determinismo y posibilita que la esencia del ser humano se revele en la luz del Ser. Que dicha esencia de un paso más allá del biologismo, el nacionalismo, el patriotismo y permita que el humanismo dignifique al ser humano. La libertad y la dignidad humana sólo se alcanzan en la vecindad del Ser. Según Heidegger, hay que dedicarle toda la atención al vínculo ético, ya que el hombre de la técnica, abandonado a la masa, sólo puede procurarle a sus planes y actos una estabilidad suficientemente segura mediante una ordenación acorde con la técnica. 

Este tipo de hombre que depende de la técnica se paraliza cuando las cuestiones fundamentales de la existencia salen a la luz: la pregunta sobre el amor, la solidaridad, la guerra, el odio, la fraternidad, la amistad, la violencia, la paz, la tolerancia o la libertad, etc. En el mundo de la técnica el hombre sólo puede enfrentar sus planes y actos en el ámbito de la ética. Ya que el fin de la técnica es crear un orden que obedezca a sus designios. Sólo la ética libertaria posibilitara las herramientas para hacer frente al poder embriagador de la tecnología. Porque la voluntad de poder que la técnica esconde tras sí domina, controla y coacción. El ser humano en la modernidad entregó su esencia y la libertad a cambio de unas pocas monedas de lo actual.

Recordemos que Heidegger afirma que la técnica planetaria destruirá la Vida. En este mundo automatizado, en el que prevalece la velocidad y lo efímero, el hombre tiene miedo de una mecanización anónima, brutal y desconsiderada, que destruya el dominio del hombre sobre el mundo. Que las armas atómicas desencadenen un Armagedón. Que destruyan la Gelas-senheit, la disponibilidad de la vida. (George Steiner).

Hace tiempo que el hombre no dispone de su vida, sino que obedece a las máquinas, a la voluntad de poder y a las selectas minorías. Así pues, el libre albedrío no existe, sino unas determinaciones que van desde la economía, la política, la ciencia, la técnica hasta la cultura. Y, eso hace del hombre un ser sumamente desdichado. En esta época del Titán y del titanismo –del colectivo técnico y del técnico- que es el tiempo de Acuario, el ser humano pide con las manos extendidas a los cielos estrellados que los dioses salgan de sus escondites.

Por tanto, la esencia de la técnica no es la manipulación de los instrumentos o las máquinas, sino la comprensión del procedimiento. Así que el hombre no debe perder la libertad y la distancia ante el funcionamiento técnico. La distancia es lo que posibilita preguntarse sobre la esencia de ésta. Ahora la existencia “privada” no es en absoluto el ser del hombre esencial, o, lo que es lo mismo, el hombre libre. (Heidegger).

Así que, el hacer de la existencia “privada” niega la esfera pública. Porque lo público oculta lo privado en las esferas que despliega: la economía, la política, la sociedad, la educación, el orden jurídico, la tecnología y la cultura. Por eso estamos inmersos en unas concentraciones de poder vigorosas, inmediatas que absorben y niegan la libertad. “Para poder plantarles cara se necesita una concepción nueva de la libertad, una idea que no tiene que ver con los desvaídos conceptos que hoy van asociados a esa palabra (Ernst Jünger).

Como expresó Donna Haraway: “La serie de medios interconectados consiste en la proliferación de los aparatos tecnomilitares y los microconflictos a escala global; en la acumulación hipercapitalista de la riqueza; en la conversión del ecosistema en el aparato mundial de producción; y en el aparato de infoentretenimiento global del nuevo contexto mundial”. Así que para hacerles frente es necesario la elaboración de un pensamiento que se relacione con “los principios de justicia social, el respeto a la dignidad humana y la diversidad, el rechazo del falso universalismo; la afirmación de la positividad de las diferencias; los principios de la libertad académica, el antirracismo, la apertura al otro y la cooperación”. (Rossi Braidotti).

Hannah Arendt en el texto En el presente. Ensayos políticos. Europa y América (1954). Visualizó la catástrofe del dominio de la técnica. En la Europa de hoy en día -dijo-, el desarrollo, la posesión y la amenaza del uso de armas atómicas por parte de los Estados Unidos es un hecho fundamental de la vida política. Los europeos, por supuesto, han participado durante años en los debates ahora cotidianos sobre el carácter desalmado de un país dominado por la tecnología moderna, sobre la monotonía de la máquina, la uniformidad de una sociedad basada en la producción en masa y asuntos similares.

Pero hoy la cuestión va mucho más lejos: la conexión íntima entre la guerra contemporánea y la sociedad tecnificada se ha hecho obvia para todos, con el resultado de que amplios sectores de la población –no sólo intelectuales- temen y se oponen apasionadamente al progreso tecnológico y a la creciente tecnificación de nuestro mundo.

Así que, la tecnología y su transformación del mundo son parte esencial de la historia europea desde la Edad Moderna, por lo que, evidentemente, es absurdo culpar de sus consecuencias a América. Los europeos solían ver el progreso técnico de América del mismo modo que Tocqueville vio el progreso de la democracia americana, esto es, como algo que concernía de manera fundamental a la civilización occidental en su conjunto, aunque por ciertas razones especificas dicho progreso técnico hubiese encontrado su primera y más clara expresión en los Estados Unidos.

Esta actitud cambió desde el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima; desde entonces, ha habido una tendencia creciente a considerar que todo logro técnico es intrínsecamente perverso y destructivo, y a ver en América, principalmente, y a veces en Rusia el epítome de una tecnificación destructiva que es hostil y ajena a Europa. (Arendt). Esto expresó en la década del cincuenta, y ahora existen otros Estados que poseen la bomba atómica, como Israel, Corea del Norte, India, Paquistán, China, etc.; que se convierten en peligro para la extinción de toda vida sobre la Tierra.

Esta tendencia ve los desarrollos técnicos recientes como esencialmente no europeos; se miran desde fuera del devenir histórico contemporáneo. La potencialidad destructiva de las nuevas armas es tan grande, y la posibilidad de la destrucción física de los países europeos es sentida como tan inminente, que el proceso de tecnificación ya no se ve fundamentalmente como algo que atenta contra el espíritu o el alma, sino como algo cargado con el peligro de la pura destrucción física. Así pues, las masas ya no consideran el desarrollo técnico como una fuente de mejora material. (Arendt).

Además, lo que caracteriza los desarrollos tecnológicos recientes más que los métodos de producción, es la liberación de fuerzas naturales. La reacción en cadena de la bomba atómica puede convertirse en símbolo de una conspiración entre el hombre y las fuerzas elementales de la naturaleza, las cuales, una vez desencadenadas por el saber del hombre, pueden tomar algún día su venganza y borrar toda vida de la superficie de la tierra, quizás incluso la propia tierra. Por consiguiente, el poder político americano se identifica cada vez más con la fuerza aterradora de la tecnología moderna, con un supremo e irresistible poder de destrucción. (Arendt).

Esto lo pensó Arendt en 1954 en plena Guerra Fría entre Estado Unidos y la Unión Soviética; y en la actualidad la tecnología sigue rodeada de ese halo de destrucción y barbarie. Más cuando la vida o la muerte dependen del dron y los lenguajes digitales, dominados a gran distancia. Aquí no es la vida, ni la seguridad, el bien más sagrado, sino los intereses económicos, estratégicos y geopolíticos de los Estados, las Corporaciones, las finanzas internacionales y el poder de las selectas minorías. Se sacrifica la vida en nombre de la seguridad de los Estados, la técnica, la política y la economía. Dicho, en otros términos, en nombre del Gran Poder.

Sabemos que el desarrollo tecnológico tiene su origen en el conjunto de la historia de la cultura occidental y se concatena al conocimiento, al bienestar social, también al confort y a la guerra contemporánea. Ha transformado al hombre-mortal-individual en un miembro consciente de la raza humana. Desde el momento en que llega a ser concebible que una guerra pueda amenazar la existencia del hombre en la Tierra, la disyuntiva entre libertad y muerte pierde su antigua plausibilidad. Se trata de desenmascarar que el desarrollo tecnológico no es indiferente a la guerra, al dominio, la coacción y al control del hombre. Tampoco a la libertad que sede la acción pública y privada, al ejercicio del poder tecnológico y la tecnocracia administrativa.

Walter Benjamín confirma a Arendt: “cuando la velocidad de los medios de transportes, o la capacidad de los aparatos con que se reproduce la palabra y la escritura, sobrepasan las necesidades. Las energías que la técnica desarrolla más allá de ese umbral son destructoras. En primera línea favorecen la técnica de la guerra y su preparación publicitaria. Del desarrollo, el hombre no fue consciente de las energías destructoras de la técnica”.

Ahora en la actualidad el progreso científico-técnico no solo hay que verlo desde el umbral de las armas para la guerra; también se cuestiona porque está deteriorando los sistemas ecológicos, los mares, la Antártida, el Ártico, como las selvas tropicales que ponen en peligro la extinción de especies de animales y del ecosistema tropical; y observamos tristes y desencantados como el mundo de nuestros mayores se desase como hongos podridos en la boca.  

En la civilización del artificio el hombre adquiere seguridad en el mundo de la técnica. Pero a cambio entrega la voluntad y la libertad, a poderes que lo trascienden. El hombre masa determinado por los instrumentos técnicos adquiere coherencia interior y orden a sus actos, en los instrumentos técnicos. Este tipo de hombre entregó su vida privada y su vida pública al poder de la tecnología.

La desdicha y la soledad, el miedo y los sufrimientos, son las figuras que toma en la actualidad. Su lugar lo ocupan las plataformas de los lenguajes digitales: Facebook, Twitter, WhatsApp, Google, Apple etc. Medios desde donde se ejerce el Gran Poder: el del Estado y sus instituciones, de las Corporaciones, del Capital bancario, de la Industria militar, etc. En este espacio el hombre es un grano de arena en el desierto. Ya que está vigilado, disciplinado, interrogado, domesticado, coaccionado, homogenizado, uniformado, por fuerzas anónimas más allá de su comprensión.

 Dejar que la técnica determine la vida del hombre es abandonarlo al Gran Poder. Que convierte la existencia humana en almacén de recursos para ser utilizados, sustituidos, desechados o, consumidos. O, en otros términos, en pieza de recambio en el engranaje del Gran Poder. En el Estado técnico el hombre abandonado a la masa, pierde sus límites como individuo. A este hombre no le interesa la esencia de la técnica, sino ésta como <instrumento de emplazamiento> -al decir de Ernst Jünger.

Asimismo, al hombre tecnificado se le niega la zona de la sentimentalidad, de la subjetividad y del espíritu, para dar prioridad a las máquinas y los lenguajes digitales. Así nos preguntamos, ¿en un mundo cómo éste existe el ser humano? o, ¿quién pasa por alto la situación de precariedad del hombre? Esta situación no exime a quienes ejercen el poder de sus responsabilidades éticas y morales ante la sociedad.

En el texto La pregunta por la técnica, Heidegger tiene presente tres principios: la determinación especifica de la época, la carencia y la reorientación. Desde una perspectiva metodológica, su reflexión no se reduce a la solución ni a la superación del problema de la técnica en la época actual. Se trata, por así decir, de confrontar la penuria, el peligro, la carencia. Hacer frente a la penuria de la experiencia, de la imaginación, de la capacidad de asombro, del lenguaje, del pensar o, de la condición humana.

En este orden, el dominio de la técnica en esta época especifica coincide con la penuria, que es, a la vez, vecina del peligro. Quien vive en la penuria, no sólo está al borde del peligro, sino de dejarse llevar por los espejismos de ésta. Se trata de reorientar el sentido de la técnica y ponerla al servicio de las necesidades del ser humano.

Heidegger recuerda que el sentido original de la técnica no era el dominio, la coacción o, el ejercicio del poder técnico, sino una forma de conocimiento que fabricaba útiles al servicio de metas auténticas, verdaderas. La técnica en la actualidad perdió el impulso originario y se convirtió en instrumento de poder y de dominio. La técnica reduce lo existente a mera funcionalidad dentro de un sistema instrumental. Así pues, la interpretación técnica del pensar provocó el olvido de su cometido esencial.

Como dijo Ernst Jünger: “lo que llama la atención en las utopías de nuestro siglo es que se presentan con el estilo de la ciencia y que son pesimistas. No hay en ellas magia; con la técnica basta”. Esto quiere decir que, no hay ningún misterio más allá de ella. A la época actual hay que percibirla en su cultura; y la cultura de la civilización actual habla el lenguaje de la técnica. Ésta no tiene aura y, el espíritu está amenazado. Así expresó al respecto Umberto Eco: “toda tentativa (del saber científico-técnico) de averiguar el sentido último conduce al absurdo y le arrebata su misterio al mundo”.

Piensa Heidegger, el campesino que siembra utiliza la técnica para realizar una donación y entiende la cosecha como aceptación. Así, su papel es actuar como el custodio de una renovación cíclica. Por el contrario, una presa hidráulica es una provocación, un acto de fuerza, una forma de violencia que simboliza el espíritu de la actual sociedad industrial. Al obrar de este modo, la técnica se convirtió en devastación. La industria moderna ha impuesto la destrucción, lo terriblemente monstruoso. La superación de este horizonte no es sencilla, pues la metafísica no es tan solo un error teórico, sino el destino de la cultura occidental. (Rafael Narbona. El cultural; 9 de agosto de 2022).

El pensar representativo (esto es, ilusión del predominio del <<sujeto>>), según Heidegger, se relaciona con el pensamiento científico-técnico que responde a las apetencias del Gran Poder. Así el mundo del artificio crea la ilusión de libertad, de autonomía de la voluntad y de felicidad. Y, el Gran Poder induce al ser humano a caminar por un desfiladero estrecho y funesto que lo conduce al vació total. Como también nos compelen a vivir en la esfera de la consciencia, de las relaciones artificiales, y nos ocupamos de manera exagerada en pensar la situación en que vivimos. Se trata, en última instancia, de arrebatar al hombre la capacidad de asombro, de soñar, las experiencias compartidas y las memorias colectivas. Este tipo de hombre (el tecnificado y uniforme), no se arriesga a desandar lo andado o caminar por caminos no transitados.

En el Mundo Moderno el hombre experimenta un vació y al hacerlo, se convierte en una pieza del engranaje. El ser humano cree que todo lo controla, pero su situación es de pobreza y, de indigencia. También vive la penuria material, moral, espiritual y cultural. Por tanto, “la penuria es la <<ausencia de penuria>> en la vasta extensión de lo disponible”. La disposición de recursos del hombre, lo condujo a su miseria espiritual, mental y física. En medio de la abundancia, abunda la miseria, es una de las situaciones del hombre moderno.

Así que, dentro del engranaje del Sistema Capitalista, el predominio de la técnica sólo cumple funciones establecidas por el Gran Poder y las selectas minorías. El peligro que representa la técnica al mundo de las existencias devela que, cerca ilumina lo que salva. Heidegger recurre a las palabras del poeta Hölderlin:<<Donde está el peligro crece también lo que nos salva>>. Que la im-posicion de la técnica moderna contiene en sí misma la capacidad de salvarnos de ella.

Si experimentamos la Gestell, (la forma colectiva en que los seres tienen experiencia) podemos percibir en ella un otorgar, un revelar; percibimos la carencia de las herramientas conceptuales para revelar la verdad misma de la esencia de la técnica moderna. De ahí que la esencia de la técnica moderna es su carácter impositivo, que Heidegger llama Gestell: que provienen del prefijo alemán <<re>> y del verbo <<poner>> o <<colocar>>. Así, la Gestell percibe y utiliza a los objetos y los seres humanos como mercancías fácilmente re-colocables, re-puestas, agotables <<hasta el fin de existencias>>. Por tanto, hoy todo está subordinado a la técnica.

Heidegger reflexiona la modernidad capitalista y cómo se decanta por su consumo instrumental extremo, incluso de los seres humanos. Por eso la técnica es otro modo de desocultamiento de la alétheia (de su verdad). También posee un sentido metafísico: se refiere a la relación del hombre moderno con el mundo y su realidad; y la tendencia del primer por dominar y apresar en su saber-conocimiento al segundo. En la modernidad ya no vemos la realidad como algo dado que está ahí fuera, sino como una extensión de nuestra percepción, porque así nada escapa de su entendimiento.

Ernst Jünger pregunta, qué será lo que el Weltgeist, el Espíritu del Mundo, ¿tendrá reservado hoy para sus soñadores y durmientes? Se trata de crear la ilusión psicológica que la condición humana es soportable para todos; lo cual es mentira. Este, es, uno de los senderos que ha de transitar el pensar, develar las mentiras del poder. La esencia de la técnica se extiende por doquier, la política, la economía, la cultura, la ecología participan de esa esencia. (Esquirol). O, lo que es lo mismo, es el concepto cognitivo en lo que se basa toda fabricación y producción.

Así que, lo que interesa no es el movimiento de las manipulaciones de los instrumentos técnicos como actividad, sino entender los procedimientos técnicos. De ahí que la esencia de la técnica porte en sí la iluminación y la verdad del Ser. Por tanto, la esfera de la esencia de la técnica no es indiferente al arte, la literatura, la música, la poesía, al lenguaje, la filosofía y la cultura en general. De ahí que hay que percibir la técnica como instrumento y la esencia que la determina, en su cultura.

       Martín Heidegger; “La técnica es planetaria, en el sentido que esta revelación del Ser abarca el planeta y afecta la relación del hombre con éste”.

                                            Madrid-España a 21/10/2022

sábado, 17 de septiembre de 2022

 

Del liberalismo clásico a no demonizar al Estado Moderno

 

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

El texto <<El liberalismo y sus desencantados: Cómo defender y salvaguardar nuestras democracias liberales>>. (Deusto). Donde politólogo estadounidense Francis Fukuyama desarrolla las bases de las democracias modernas. Sostiene, entre otros, que los liberales clásicos tienen que superar la época neoliberal. Y expresa que el liberalismo es hoy más necesario que nunca, porque Estados Unidos es más diverso, como otras democracias liberales.

 

Entre los principios fundamentales que definen al liberalismo en la actualidad tenemos:

 

En primer lugar, los liberales clásicos tienen que admitir la necesidad de gobernar y superar la época neoliberal en la que el Estado era demonizado como un enemigo inevitable del crecimiento económico y la libertad individual. Por el contrario, para que una sociedad liberal moderna funcione adecuadamente, tiene que haber un alto nivel de confianza en el gobierno; no una confianza ciega, sino una confianza fruto del reconocimiento de que el gobierno trabaja en pos de objetivos públicos esenciales.

La cuestión urgente para los Estados liberales no tiene que ver con el tamaño, sino con políticas que respondan a las necesidades de las sociedades actuales. Dice Fukuyama: la cuestión es la calidad de dicho gobierno. No hay forma de eludir la necesidad de un Estado capaz, es decir, un gobierno que disponga de recursos humanos y materiales para prestar los servicios necesarios a su población.

Así que, un Estado moderno tiene que ser impersonal, lo que significa que trata de relacionarse con los ciudadanos de manera equitativa y uniforme, sin basarse en vínculos personales, políticos o familiares con los que ejercen el poder. El Estado moderno tiene que afrontar políticas complejas, como la macroeconómica y la sanitaria, la regulación del espectro electromagnético, la previsión del tiempo, la Inteligencia Artificial. Y necesitan profesionales, técnicos o tecnócratas formados con una gran vocación de servicio público si quieren desempeñar bien su cometido.

Los Estados liberales han tenido mucho éxito a la hora de generar crecimiento económico a largo plazo, pero el PIB no puede considerarse la única medida del éxito. La distribución del beneficio y el mantenimiento de los ingresos y de la igualdad de riqueza es importante por razones económicas como políticas. Ahora, si la desigualdad se vuelve extrema, la demanda agregada [cuyo resultado es igual al PIB] se estanca y aumenta el rechazo político al sistema.

Tengamos presente que la idea de redistribución de la riqueza o de los ingresos ha sido un sacrilegio para muchos liberales, ante todo para los ortodoxos que desconfían del tamaño y la función social del Estado. Por eso, los Estados modernos redistribuyen sus recursos en mayor o menor grado, para alcanzar sociedades menos desiguales, más justas y libertarias.

Dice que uno de los principios liberales fundamentales es la necesidad de proteger la libertad de expresión, determinando adecuadamente sus límites. En la actualidad la libertad de expresión se ve amenazada por los gobiernos. (Fukuyama). En nombre de la sanidad pública, del enemigo exterior o interior, se violan los derechos de los individuos y se busca la uniformidad, el incremento de la vigilancia masiva, la parálisis del pensamiento y la coacción del discurso. Fukuyama expresa que la libertad también puede verse amenazada por el poder particular, en la forma de compañías de comunicaciones y plataformas de internet que amplifican artificialmente unas voces por encima de otras. En otras palabras, la manipulación del discurso o, de la información, ocultan intereses económicos, políticos, sociales, culturales, que permiten el dominio y la coacción de las sociedades modernas.

Piensa que la respuesta por parte del Estado al monopolio de las empresas y compañías transnacionales de comunicación, Plataformas Digitales e Internet, debe ser regulada con la participación de la sociedad en las tomas de decisiones. De la misma forma, la necesidad de prevenir la acumulación del poder privado, mediante leyes antimonopolios y reguladoras de la competencia.

En este orden, las sociedades liberales tienen que respetar un ámbito de privacidad que rodea a todo individuo. La privacidad constituye una condición necesaria para el debate democrático. (Fukuyama). En la actualidad se está viendo que el ámbito de lo público está reemplazando al privado.  

La privacidad es una consecuencia del principio liberal de la tolerancia. De conformidad con la diversidad de una sociedad, los ciudadanos no están obligados a mantener un pensamiento uniforme. El Estado llega hasta el extremo <<de regular no sólo la conducta sexual de los jóvenes, sino incluso la propia concepción de la sexualidad.

Para Fukuyama otro principio liberal hace referencia a la constante primacía de los derechos individuales sobre los de los grupos culturales. Ahora bien, ¿hasta qué punto el individualismo es un fenómeno históricamente contingente y, a menudo, contrario a las inclinaciones y facultades humanas del comportamiento social?

Cree que existen diversas razones por las cuales nuestras instituciones tienen que centrarse en los derechos individuales en lugar de hacerlo en los de los grupos. Y expresa que las personas no están nunca plenamente definidas por la pertenencia a un grupo, y continúan ejerciendo su voluntad individual.

El individualismo no es una característica cultural fija de la cultura occidental, tal como alegan ciertas versiones de la teoría crítica. Es consecuencia de la modernización socioeconómica que tiene lugar de manera gradual en diferentes sociedades. Las personas nunca están plenamente definidas por la pertenencia a un grupo, ejercen su voluntad. (Fukuyama). O, en otros términos, a un colectivo, una lengua, un territorio, una etnia, una religión, que se utilizan en la actualidad como principios atávicos y políticos del populismo o el neonacionalismo, es decir, de la nueva derecha occidental.

Un último principio liberal tiene que ver con el reconocimiento de que la autonomía humana no es ilimitada. Las sociedades liberales asumen la igualdad de la dignidad humana, una dignidad enraizada en la capacidad del individuo para tomar decisiones. Por esa razón, se comprometen a proteger esa autonomía como un derecho fundamental. Sin embargo, el respeto por la autonomía pretendía gestionar y moderar la competencia de creencias profundamente arraigadas y no desplazar dichas creencias en su totalidad.

Así que, no todos los seres humanos creen que maximizando la autonomía personal es lo más importante de la vida, ni alterar la autoridad sea algo necesariamente bueno. En el campo del dogma religioso a muchas personas les parece bien limitar su libertad de elección al aceptar marcos religiosos y morales que las conectan con otras personas, o vivir según tradiciones culturales heredadas. Así que, en los Estados Unidos la primera enmienda tiene por objeto proteger el libre ejercicio de la religión y no proteger a los ciudadanos de la religión. Tener presente expresa Fukuyama que las sociedades liberales consolidadas tienen su propia cultura y concepción de la vida buena, aunque sean más reducidas que en sociedades unidas por la religión o lazos culturales atávicos.

Que en las sociedades diversificadas sus valores han de responder a las necesidades económicas, políticas, sociales y culturales de quienes hacen parte de ella. Por eso, las economías de mercado modernas dependen de la flexibilidad, de la movilidad laboral y de la innovación.

En este orden, las sociedades liberales tienen que dar prioridad a la solidaridad, la tolerancia, la amplitud de miras y la implicación activa en los asuntos públicos si quieren ser coherentes. Como también a la innovación, la iniciativa y la asunción de riesgos si quieren prosperar económicamente. Por tanto, una sociedad de individuos encerrados en sí mismos, interesados únicamente en maximizar su consumo personal no será una sociedad en absoluto. (Fukuyama).

He de anotar que en tiempos de transición en la que los valores viejos no se han ido del todo y los nuevos no se han asentado completamente y, el Estado de Derecho como las democracias modernas, se encuentran asediadas y cuestionadas por enemigos internos como el populismo, el autoritarismo y el neonacionalismo. El análisis de Fukuyama abre umbrales de esperanza para comprender, analizar y criticar, el debate democrático en la actualidad. 

De ahí que el Estado democrático Social de Derecho y los sistemas políticos liberales se encuentren hoy día amenazados en todo el mundo. Asistimos a un cuestionamiento de los principios fundamentales de la democracia liberal, donde los derechos y libertades se encuentran asediados por partidos populistas y neonacionalistas, basados en principios atávicos, comunitarios, lingüísticos, culturales, de identidades, que no responden a las necesidades del presente-actual.

Sino a intereses espurios y mezquinos en la Europa occidental, España incluida, también funciona cada vez mejor el recurso político de atribuir a las izquierdas, a las élites o a Bruselas la condición de “enemigas de la patria” y de “fragmentadoras de la unidad nacional”. La evolución de la democracia liberal hacia la autocracia es, por tanto, simple: se impone el control gubernamental sobre la justicia, se nacionalizan o se entregan los grandes medios de comunicación a una oligarquía fiel al presidente y se demoniza a las ideologías rivales como “enemigas del pueblo”. Es el modelo húngaro, y en menor medida el adoptado en Polonia y Eslovaquia. (Enric Gonzalez. El País de 11 Sep 2022).

Así, el ascenso al poder de líderes como Donald Trump, Jair Bolsonaro, Viktor Orbán o Jarosław Kaczyński exaltan la vulneración de poderes, la independencia judicial y el control de los medios de comunicación. Pregunto, ¿están las democracias liberales y el Estado de Derecho, acosados por el miedo? ¿Vivimos en una cultura del miedo? La nueva derecha de nacionalistas y populistas agitan banderas contra la inmigración, la defensa de las <<culturas nacionales>> o, la <<identidad nacional>>, contra la multicultaridad, a favor del antisemitismo, el racismo, la xenofobia. Y como consecuencia, las democracias liberales y el Estado de Derecho, seden espacios al autoritarismo en Europa y todas las sociedades occidentales. Como expresaron los historiadores Julián Casanova y José María Fradera: las autocracias avanzan y la derecha “ha vencido ya”.

 

                                                     Madrid-España a 17/09/2022

miércoles, 11 de mayo de 2022

ALEJANDRO DURÁN

 

                                   ALEJANDRO DURÁN: UN JUGLAR POPULAR

                                                    DEL MITO AL HOMBRE

 

                                                 A mis amigos de Chinú-Córdoba:

  Julio Betin López, Rafael Mercado Flórez, Rafael A. Figueroa Flórez (Batonio).

                                         

                          <<Poéticamente habita el hombre sobre la tierra>>.

                                                Friedrich Hölderlin

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

Desde la antigüedad hace 30 o 20 mil años el hombre viene expresando la relación con el entorno y el Yo valiéndose de rituales funerarios, de mitos, de narraciones, de fabulas, del arte, la poesía, el cantar y la música. De esa forma busca darle sentido al mundo, las estrellas, la naturaleza y la vida. Son una manifestación de la existencia espiritual que puede ser concebida como una especie de lenguaje. Don divino que los dioses conceden a los hombres. Es el halito de la voz que comunica contenidos espirituales. Por eso el único ser lingüístico es el hombre. Porque tiene voz y habla; mientras la lengua de las cosas comunica un profundo lamento. Porque carecen de voz; es decir, de palabras. Esto posibilita que el hombre sea un ser simbólico por naturaleza. Un ser histórico y creador de cultura.

El ser humano simboliza y al simbolizar fabula y al fabular poetiza. De ahí que lo que tiene que ver con la espiritualidad humana es histórico y temporal. Así que, la lengua tiene una dimensión social que genera un tipo específico de palabras, palabra hablada o cantada. Un tipo de lenguaje compartido por los miembros de una comunidad especifica. Por tanto, la música no es sólo acompañamiento sonoro de las mudanzas históricas; también capta su esencia, la naturaleza de un pueblo. Por ser movimiento puro, liberado de los objetos, la música como tal no tiene una meta, un objetivo. 

El oído interno es el que capta las grandes composiciones musicales; llegan de otro mundo. La poesía y la música llevan a un mundo de mayor libertad donde queda vencido lo imposible. El placer, el dolor, el amor, la muerte, y la naturaleza –plantas, animales, el ritmo cósmico del día (el amanecer o el atardecer), el canto de los pájaros, las olas del mar o el agua de los ríos-, se sienten en una dimensión diferente. La música hecha raíces en la vida cotidiana; y el canto crea una estructura común que responde a las creencias, esperanzas, deseos, miedos y fantasías de una comunidad o, de un pueblo.

Estas <<formas>> estéticas las han creado los hombres para expresarse, para crear una estructura común que responda a las apetencias materiales, éticas y espirituales de un pueblo. Este <<tipo>> de lenguaje otros hombres pueden comprenderlo a través de la empatía con la poesía o la música. Así que, la música no es un mero adorno: es una voz que habla, un esfuerzo para plasmar una visión inmaterial concreta. El mito contiene la grandeza del hombre, de su alma y de su corazón. El mito del negro Alejo es más fuerte que la historia; ésta lo repite en variantes.

Gilberto Alejandro Durán Díaz (El Paso, Magdalena Grande, 9 de febrero de 1919 – Montería, Córdoba, 15 de noviembre de 1989), se conoce como el negro Alejo, fue un acordeonero, compositor y cantante de vallenato de la Costa Caribe de Colombia. En 1968 gana el primer Festival de la Leyenda Vallenata y, se convierte en el primer Rey Vallenato.

El juglar popular es un <<poseso>>, un <<vate>>, un <<espabilado>>, de las cosas animadas o inanimadas. Un poeta popular que encarna en universalidad la sensibilidad y el espíritu de su pueblo. En él se revela lo profano y lo sagrado de su cultura. En él se funda lo que queda. Como dijo el poeta alemán Hölderlin: <<Lo que queda lo fundan los poetas>>. Alejandro Durán al nombrar las cosas en la lengua de la música vallenata las significa y las da a conocer. Una especie de incitación, de invitación a los múltiples tonos de la vida: el amor, la muerte, lo sagrado, la amistad, lo profano, la vaquería, la lengua de los ríos, el monte, la brisa del campo, el amanecer, el atardecer, el grito del corralero. Alejo expresa la gran <<epopeya>> del sentimiento costeño.

Esta expresión cultural de los géneros literarios según el predominio de los valores masculinos o femeninos, le atribuyen un carácter a la música. Así que, la exclusión del sexo priva a la vida de más de la mitad de su poesía, y a la mitología de su mayor riqueza, pero no las destruye necesariamente. En nombre de todo cuanto existe el juglar establece una conexión rítmica y poética con el mundo que lo rodea. Así con la música vallenata le canta a la vida, a la mujer y a las cosas cotidianas que le dan sentido a la existencia. Por eso el sentido de la existencia tiene su origen en la palabra de la poesía cantada. No sólo hay un instinto de conservación vital, también hay un instinto de conservación ideal, que el juglar los convierte en <<inmortal>>.

El juglar conduce a la existencia histórica de su comunidad, es decir, a la humanidad del ser humano, al ámbito donde brota su poesía y su música. Así, la actividad del espíritu de la música del juglar es como la del pensamiento y del juicio del pensador. Porque a través de la actividad del espíritu y del pensar buscan darle <<significado>> al mundo y a la vida. El mundo en el que no sólo estamos, sino que formamos parte de él, el mundo de los hombres y sus generaciones históricas. Es la actividad subyacente que se revela a las esferas del espíritu de la música y del pensamiento. Porque somos seres dotados de sensibilidad, de razón y de lenguaje. Así que, el ritmo de la música vallenata amplía e intensifica la cadencia natural de la vida, en las notas sentidas de su acordeón.

El negro Alejo es el cronista, el narrador de historias y de anécdotas de los pueblos de la Costa Caribe de Colombia. El juglar, el coplero de la memoria colectiva, que rememora las historias en el folclor de su música. Su pasado es absolutamente necesario para la memoria de los pueblos, para el presente y el futuro de la música vallenata. Es el hombre y el mito representados en una persona que trasciende los linderos del espacio y del tiempo. Así que, después de su muerte su música y él se convierten en una presencia atemporal.

Sí se comprende la relación de la música vallenata respecto del lenguaje poético que la canta; se comprende la íntima correlación del juglar con la tradición cultural de nuestros antepasados. La frecuencia con que recurre a la memoria, a la niñez, a la familia, a la mujer, a los amigos, a las fiestas populares, a los agüeros, a los ritos sagrados o seculares, al trabajo en el campo –porque la mayoría son de extracción campesina-, sus canciones parecen el anuncio de una promesa. De ahí que el en ramaje de la lengua de su música es tejido de tonos y ritmos, que le dan sentido a su historia y su razón de ser.

 

                      Así le canta a uno de sus ideales amores <<Fidelina>>:

 

                                              Voy a coger mi acordeón

                                               pa´ que escuchen mi rutina

                                               Y voy a hacer este son ayayayay

                                               Es pa´que tu te diviertas Fidelina (bis)

                                                Fidelina Fidelina…

                                        

                                                Bella como flor del campo

                                                miren que mujer tan linda (bis)

                                                y te dedico mi canto ayayayay

                                               escucha mi serenata Fidelina (bis)

 

 

El negro Alejo un hombre que dibuja en el lienzo del amor sus notas de acordeón. Nos enseñó que la vida tiene que ser aceptada y para soportarla debe ser poetizada y cantada. Fidelina una mujer que atrapó en la rede de su corazón su amor. Como dice el periodista Juan Rincón Vanegas: a ella le dedicó una de las canciones que más le gustaba, porque llevaba impregnada la melancolía del aire de son en medio de los arreboles del recuerdo. Pensaba llevarla al altar del sentimiento, donde las palabras sobran y los cuerpos cabalgan al ritmo de la serenidad de la noche. 

El vallenato es una especie de canto a la libertad; un cantar <<épico>>, elemental del sentimiento. Por eso se hermana con la literatura y tratan desde la palabra escrita y cantada, dar cuenta de los más sutiles procesos psicológicos y del sentimiento de la condición humana. Así que, la literatura de García Márquez y el vallenato se funden en un abrazo fraternal de una cultura amerindia y negra amamantada por una lengua de millones de hombres a lo largo de siglos. El novelista evoca la traza del acordeón y del canto vallenato, al decir: cómo se podía saber de otros mundos y de otra gente a través de una canción. Después descubrí la literatura y me di cuenta que el procedimiento es el mismo. El acordeón y el canto vallenato se convierten para García Márquez en un emblema que revela la magia de la materia animada e inanimada.

En la música popular vallenata la literatura y el arte captan algo distinto de la realidad física y mental de la Costa Caribe de Colombia. La música del negro Alejo deshoja el árbol del paraíso de la poesía pura; en otras palabras, que no está lejos de su experiencia de hombre mítico e histórico. Es la gracia de la poesía pura, el aletear de la voz cadente y sonora que nace de la raíz del sentimiento. Es la historia de unos pueblos que merecían ser cantadas, ingresar en la memoria del espíritu humano, ser un rumor y una música. No hay episodio trascendental de la historia que no haya dejado un eco en la música verbal de su tiempo o de los tiempos ulteriores –al decir de William Ospina.

 

      Si hablamos de Alejo Durán nos referimos a la canción Alicia adorada,

                aunque su autoría es de otro juglar Juancho Polo Valencia:

                                  

                                       

                              Como Dios en la tierra no tiene amigos

                              como no tiene amigos que lo quieran

                              tanto le pido y le pido ¡ay hombe!

                                            se llevó a mi compañera.

 

                              ¡Ay! pobre mi Alicia. Alicia adorada

                                 yo te recuerdo en todas mis parrandas.

                               ¡ay! pobre mi Alicia. Alicia querida

                                   yo te recordaré toda la vida…

 

                                 Alicia mi compañera que tristeza

                                 Alicia mi compañera que dolor,

                                 y solamente a Valencia ¡ay hombe!

                                               el guayabo le dejó.

 

                                   Aya en Flores de María

                                  donde todo el mundo me quiere,

                            yo reparo a las mujeres ¡ay hombe!

                                       y no veo Alicia la mía.

 

                                  Donde todo el mundo me quiere

                                              Alicia murió solita,

                     donde quiera que uno muera ¡ay hombe!

                                  todas las tierras son benditas.

 

El mundo en el que emerge espontánea y libre la música del juglar es, un mundo en estado naciente, todo pertenece a un orden natural y mítico, y la vida transcurre en el campo o los pueblos de la Costa Caribe de Colombia de un modo inmediato y vigoroso. En la poesía más antigua del vallenato se representa una especie humana que en cuyo ánimo, presenta expresiones muy distintas de las nuestras. Por ser más naturales, más cósmicas y universales; lo podemos percibir en el origen de todas las culturas y civilizaciones del mundo. En este ámbito las palabras hechas de música y poesía se entrelazan con los mitos y las narraciones, deviniendo en lenguaje estético y folclor. De ahí que un hálito de alegría o melancolía recorra desprevenido y libre las tierras altas, los caminos, las sabanas, las calles polvorientas y encendidas de los pueblos y veredas, cuando se escucha el acordeón de Alejandro Durán, Rafael Escalona, Luis Enrique Martínez, Enrique Díaz, Juancho Polo Valencia, Colacho Mendoza, Leandro Díaz, Alfredo Gutiérrez o Máximo Jiménez.

En la aurora de los tiempos en Magdalena Grande, ya se escuchaba un <<son>> que narra el acontecer cotidiano de su gente. Ese valor de eternidad que el filósofo alemán de origen judío Walter Benjamín, asocia a la narración. Sobre todos los acontecimientos se escucha un canto acompañado de guacharaca, caja y acordeón. La vida de las personas se desenvuelve de un modo elemental, sencillo y humilde, en un tono absolutamente terreno. Un modo de vida donde los hechos son diáfanos, todas las afinidades inmediatas, todas las situaciones accesibles y fáciles de abarcar.

De ahí que toda narración está, por así decir, rodeada de un halo de arcaísmo, como si se tratara de una historia que se ha venido contando desde siempre y para siempre. Este es el criterio que permite reconocer la narración genuina que Benjamín llama el <<gran narrador>>. El carácter aurático de la narración vallenata, es el sello de una manera u otro anónimo de la historia que se narra. En otras palabras, es la traza del <<gran narrador>>.

Del modo más natural el juglar narra las aflicciones del alma, el amor a una mujer, el dolor o la alegría que ofrece la vida cotidiana. Por eso es un testigo fiel de la memoria colectiva de su pueblo, que la música simboliza en las vivencias compartidas que borran las fronteras entre realidad y fantasía. El juglar se entrelaza con el mito y éste en las leyendas sentidas y cantadas. Así pues, mito y juglar componen una unidad indivisible en el ideario popular. Su música teje y desteje los hilos de las palabras que dan sentido a la vida de una comunidad.

De ahí que trovadores populares recojan en sus cantares, las tradiciones, la identidad, la lengua y los inventos de una legión secular de creadores. El juglar posee el Don de los dioses de considerar poéticamente en su canto y su música, las comunes circunstancias de la vida y del mundo. Por eso es un labrador de la palabra en la memoria viva de su gente. El negro Alejo es un verdadero cronista de la música vallenata que canta las vicisitudes y las glorias de su pueblo.

También acerca del carácter aurático de la narración, observamos al juglar concatenando el sentido de eternidad y del pensamiento en el factum de la vida y de la muerte, de la dicha y la desdicha, la alegría y la melancolía. Que en la consciencia de la sociedad actual vive un proceso de pérdida de comunicabilidad de la experiencia y el fin del arte de narrar. <<La muerte es sanción de todo lo que el narrador puede referir>> -al decir de Walter Benjamín. Su música y su canto es, en cierto modo, la bisagra de la memoria colectiva. ¿Qué significa que la muerte sea tal sanción?

Una sanción es la confirmación o aprobación de una ley, acto o costumbre. Tiene, por ello mismo, carácter de autoridad. Ello confiere al juglar y a la índole aurática de su narración un sello enteramente peculiar, en la medida que no puede ser explicada sin más por su construcción ideológica, sino por la remisión al fundamento de la comunicación y así, también, fundamento de comunidad. (Pablo Oyarzun R.).

Podemos decir que, la narración del juglar atiende como a su elemento más originario, a la callada interpelación que proviene del morir: esa interpelación es la de lo inolvidable. Sería lícito hablar de una vida o de instantes inolvidables, aun cuando todos los hombres lo hubiesen olvidado. Su esencia exige no ser olvidado, exigencia a la cual los hombres no corresponden, y al mismo tiempo contendría una referencia hacia a la memoria y la rememoración de lo colectivo. Cabría pensar que la narración del juglar concede a lo inolvidable, algo que resiste al tiempo y a la muerte, que pareciera descansar en la posibilidad de la memoria y la rememoración. Así que, he sugerido que el carácter aurático de la narración está directamente vinculado al valor de eternidad, porque el juglar es la voz del narrador anónimo, que existió antes de toda literatura –al decir de Leskov, en La Alejandría-.

Quiero también decir que el <<narrador anónimo>>, anterior a toda literatura, es <<la voz de la naturaleza>>. Esto es: la <<naturaleza del narrador>> es el narrar de la naturaleza, el narrador del mundo de la criatura. Por eso la fuente y la índole de la narración del juglar, es la oralidad. A su vez, el elemento inspirador es la memoria, que trama la red ideal de todas las historias, es decir, la pura voz de aquel narrador primordial. <<No lo que habla por ella, lo que resuena en esa voz es lo inolvidable>>. (Oyarzun).

Aquí percibimos el carácter justiciero de la narración del juglar, que consiste que ello da cuenta del acaecer cotidiano y singular, da cuenta de lo particular en su acaecer. El juglar da importancia al cuidado del detalle, lo prolijo, que caracteriza a la narración en sentido tradicional, y que está asociado al espíritu de la crónica. Como dice Juan Gosaín en una entrevista: <<El vallenato no es un género musical, el vallenato es un género literario. Un género que sirve para echar el cuento, mezcla de crónica y música>>.

Así que, la <<criatura>>, es el humano, el animal, la cosa, en su íntima singularidad que es, a la vez, su imborrable alteridad. Criatura es todo, a condición que se la perciba en su irreductible e irrepetible singularidad, y esto quiere decir, a condición que se la repita en su irreductible e irrepetible individualidad. (Oyarzun). Además, el narrador juglar en su narración, no juzga a la criatura, al humano, sino que le da un espacio de juego para que exprese los rasgos insustituibles de su individualidad. Así, la justicia de la narración y del narrador juglar, consiste precisamente en que ni éste emite un juicio ni ella es un dictamen.

El juglar popular de la Costa Caribe de Colombia, en y con su música vallenata (acordeón, guacharaca y caja), le canta a la criatura, al humano (hombre o mujer), a la cosa, a la naturaleza, a los animales del campo, al tiempo y las estaciones, al sol y a la lluvia, como una celebración y rememoración de la lengua del imaginario colectivo.

Joselina Daza es una de las canciones de Alejo Durán donde hace un homenaje a la mujer, a la belleza y al amor:

                                En el pueblo de Patillal, tengo el corazón sembrado

                        Y no lo he podido arrancar, ay, Tanto como he batallado

                                   

                               Oye Joselina Daza lo que dice mi acordeón Ay! Hombe

                               Oye Joselina Daza lo que dice mi acordeón

                                Y yo no sé lo que te pasa con mi pobre corazón

                      Ay! Oye Joselina Daza por que no das tu amor Ay! Hombe

 

                               No se vayan a extrañar, no les cause maravillas

                            Si me voy pa´Patillal en busca de Joselina ay, Hombe

                            Si me voy pa’Patillal en busca de Joselina ay! Hombe

                             Oye Joselina Daza lo que dice mi acordeón

                             Y yo no sé lo que te pasa con mi pobre corazón

                        Ay! Oye Joselina Daza lo que dice mi acordeón ay! Hombe

                                      

                              Pobre Alejandro Durán dejó su tierra querida   

                           Y se va pa´Patillal en busca de Joselina Daza Ay! Hombe

 

                         Las mujeres colombianas son hermosas, son muy lindas

                              Por eso es que Joselina se ha adueñado de mi alma

 

                             Oye Joselina Daza lo que dice mi acordeón Ay! Hombe

                             Oye Joselina Daza lo que dice mi acordeón

                              Y yo no sé lo que te pasa con mi pobre corazón

                         Ay! Oye Joselina Daza lo que dice mi acordeón Ay! Hombe

                  

En las antiguas culturas –griega, babilónica, hebrea, árabe, china, hindú, egipcia, precolombina, entre otras -, el poeta y el profeta tienen acceso a la <<Verdad>>, no por sus propias fuerzas sino por las potencias del espíritu de las lenguas de los dioses. En la cultura popular de la Costa Caribe de Colombia, las palabras tejidas de música las encarna el juglar popular. El negro Alejo es un prototipo del folclor costeño: la música vallenata. Donde palabra, poesía y canto, entretejen no la <<Verdad>> de los dioses o de los grandes héroes, sino la condición humana del hombre común y corriente.

Así que, el vallenato es una música de encuentros, de diálogos y jolgorios, mediante el buen uso de la parranda; porque libera los requerimientos más profundos del alma y del corazón. El vallenato en el desarrollo de los procesos culturales de Colombia posee una identidad propia. Unas veces critica a las leyes y da un carácter relativo a las normas morales y éticas; otra, deifica los sueños fallidos del pueblo; otra, le canta a las tragedias y a la felicidad humana; otra, manifiesta la magia de las cosas, de la vida y de la muerte. El misterio y el encantamiento que rodea a Alejo, se convierte en fuente de su inspiración artística. Su música es el anuncio de una promesa –confirma lo que dijo Umberto Eco en un ensayo de 1988: toda tentativa de averiguar el sentido último conduce al absurdo y le arrebata su misterio al mundo.

Alejo es un asombrado del mundo, de la vida, del amor y de la muerte. Porque en el centro de las relaciones vitales está la calma, la amistad, el respeto, la libertad y la confianza espontanea. En este mundo profano y profanador, la <<mirada mercantil>>, la <<técnica>> o, las <<relaciones de poder>>, no destruyen en el juglar la libertad reservada a la contemplación y la creación. Él ve asombro donde otros ven costumbre. En Alejo el anhelo admitido de una niñez y digna juventud, le posibilitan la condición primordial para crear.

Como escribió el poeta romántico alemán Friedrich Schiller: <<dígale usted/que cuando sea hombre /respete los sueños de su juventud>>. Al juglar cuanto más le cuesta alcanzar algo grande, más fácilmente encuentra el espíritu de la inspiración en el mundo que comparte con los demás hombres. Zaratustra pensó: <<Uno siempre se vivencia sólo a sí mismo>>, al final de su peregrinaje. Escribió Ciro Quiroz Otero: <<Tendría 23 años cuando Alejo Durán descubre en ese entonces que la voz, el tono y los temas de las canciones rusticas de aquellos vaqueros tienen el perfil de una realidad imposible de contarse de manera diferente a como se escucha fresca y temprana en la garganta de los guías de los caminos. Por eso tarde o temprano ocurriría lo que sucedió. Por influencia familiar o razones tristemente laborales, dejó de ser vaquero para quedarse haciendo cantos de los mismos que inicialmente oía y le gustaban, sin saber tampoco por qué en su infancia los rechazaba. Sería acordeonero>>. (Gaceta Nº 6.).

 

Alejo Durán solía visitar Chinú y parrandear con sus amigos Don Rafael José Ordosgoitia, Don Julio Miger (El Vacano) y, el Currimbe (Fernán Marsiglia) a los que le compuso el disco Ron con Limón. Por sus memorias mis recuerdos a sus hijos y nietos con mucho cariño y respeto:

                                                         Ron con Limón

 

                                                Que me decía Julio Miger

                                                tócame un porrocumbé

                                                vamo’a visitar el Currimbe

                                                 y al compae’ Rafael José

 

                                            Pero tómese ese trago de ron

                                                   gordolobo con limón

                                            Pero tómese ese trago de ron

                                                   gordolobo con limón

                                            Pero tómese ese trago de ron

                                                    gordolobo con limón

 

                                                Esto me decía el vacano

                                                me gusta el porrocumbé

                                           ya que estamos parrandeando 

                                         va a mandá el compae Rafael José

                      

                                           Pero tómese ese trago de ron

                                                  gordolobo con limón

                                           Pero tómese ese trago de ron

                                                  gordolobo con limón

 

La música de Alejandro Durán proviene de los más profundos requerimientos del alma y del corazón. Con ella vivencia el sentido de la existencia o, la condición humana. Sólo el arte puede expresar la angustia y la desesperación, la alegría y la tristeza, es la esfera que capta la totalidad del espíritu y del sentimiento. La creación es parte del sentido que hemos conquistado en tensión con la inmensidad de las cosas y de la vida. De ahí que el negro Alejo esté lleno de sabiduría elemental y de prodigios. En su música la rudeza y la ternura encuentran una expresión elocuente y vivaz. No se dejó deslumbrar por lo <<moderno>>, ya que su música cantaba la memoria y el espíritu de sus antepasados.

Así que, el punto focal para Alejo era la música. A través de la sonoridad, el ritmo, el canto y el ritual, que comunican los sueños, la tierra, el sexo, lo sagrado, la naturaleza y el sentimiento de libertad. Cada una de las canciones va tejiendo la red de su microcosmo. Su mundo le despierta la imaginación y la sensibilidad hacia la vida y lo existente que lo rodea. Alejo es un hombre adherido a lo elemental; tejido de palabras, de palabras de música donde encuentra su razón de ser. Derramó sus cantares sobre el sentimiento de las gentes, cual lluvia sobre la seca tierra. Es una obra divina, pero humana.

Su música concebida como un <<todo>> es fiel reflejo de la raza y la cosmovisión de su pueblo: la lengua, las fiestas de corraleja, el arreo, el ordeño, las zafras, las carreras de caballos, y la religión entroncamiento sincrético: con sus rituales sagrados y profanos. En la vida de Alejo componen una textura visual, de olores o colores que transforma en música. De ahí que la música no se puede percibir desde el espejismo imaginativo de una sola perspectiva. Porque no se puede reducir a una única sustancia, como fuente ideal del ser musical. Ella es multifocal, ambigua, contradictoria e infinita como la lengua que comunica. Además, como toda lengua viva no es estática sino dinámica. Así que, la música vallenata alimentándose de la materia y del espíritu, halito de vida de los pueblos de la Costa Caribe de Colombia. 

Durán fue coherente en sus principios, y la única verdad definitiva en su vida es la moral y la ética. Su prudencia era su virtud suprema. Porque los sentidos lo pudieron engañar, pero su realidad moró en una vida tejida de música vallenata. Así, toda acción o intensión estuvo acorde con sus principios – como dice precisamente el filósofo alemán Johann Fichte: <<La certeza, precisamente por ser moral, es absoluta>>. Alejo se funde en la música vallenata y ésta expresa en poemas cantados su visión estética y ética de la vida.

                                     ¡Porque la estética es la madre de la ética!

 

                                                          

                                                              Bibliografía

 

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Entrevista a Juan Gosaín.

                                                           

                                         Madrid-España a 11/05/2022