jueves, 26 de diciembre de 2024

Microrrelatos para degustar

 Audy Figueroa Flórez

           Reseña 

                                                       Madrid-España a 23/12/2024

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

 

Sabemos que el narrador (de cuentos, de relatos, de novelas, de microrrelatos), celebra “la voz del narrador anónimo, que existió antes de toda literatura”. Así que, el arte de narrar- no es otro que “la voz de la naturaleza”. La “naturaleza del narrador” es el narrador de la naturaleza, el narrador del mundo de la criatura. De ahí que la índole y la fuente propia del narrador es la oralidad. Por eso la fuente inspiradora es la memoria y la rememoración, que trenzan los relatos o microrrelatos, en el tejido de las palabras. El narrador de microrrelatos da cuenta de un cuidado de la naturaleza en la pluralidad de sus expresiones y manifestaciones. O, en otros términos, da cuenta de la plural existencia de los hombres y la naturaleza.

Existe un entroncamiento entre la justicia y la narración. Así que, “en la narración no se juzga a la criatura –dice Pablo Oyarzun R. -, sino que se le da un espacio de juego –el espacio del lenguaje- para que ella haga sentir los rasgos insustituibles de su individualidad”. La palabra es la bisagra de la narración. El texto Microrrelatos para degustar de Audy Figueroa Flórez, es un lugar que exalta la memoria y la rememoración, la historia del saber y, la experiencia del ser humano. Lo que da sentido a los microrrelatos no es la extensión, sino la síntesis. Es el alma de lo que comunican. La brevedad no es símbolo de banalidad, sino expresión de profundidad y sabiduría poético-literaria.

Por eso ante la irrupción disruptivas de las tecnologías, el microrrelato se convierte en fuente de información y de conocimiento, es el manantial de expresión del genio colectivo de un pueblo. De ahí que los microrrelatos de Figueroa Flórez tengan una estructura concisa y directa, ya que tienen un enfoque en la economía de la existencia y del lenguaje. Sus microrrelatos utilizan la ironía, el sarcasmo, la parodia y la crítica; y como los poemas son una conspiración en presencia de todos. Por eso trata de causar el mayor impacto en el lector, para que se pregunte sobre la naturaleza humana, el mundo y la realidad.

Figueroa Flórez es selectivo en las palabras, la sintaxis y el vocabulario que utiliza, y se apropia de recursos literarios de manera eficiente con los que trasmite ideas, pensamientos, imágenes, experiencias y metáforas en un ámbito reducido. De ahí induzca al lector a encontrar profundidad y significación en pocas palabras.

Podemos decir que, en esta alta civilización técnica, de masas y de cultura de masas, los antiguos relatos o microrrelatos, la poesía o la novela, se oponen a la conversión del hombre en objeto; porque sirven de puente entre el mundo divino y el humano, del sueño y el real. Nos recuerda Gustavo Martín Garzo que lo maravilloso, es abandonar el mundo de los dogmas y habitar el tiempo del relato, que es el tiempo de la contradicción y la libertad. El tiempo de la palabra y la lectura como una forma de conocimiento de sí mismo y los otros.

En la Antigua Grecia en el frontispicio del templo de Delfos decía: “Búscate primero dentro de ti”. Y, Ralph Emerson convirtió en máxima el principio: “¡No te busques fuera de ti!”. Ernst Jünger dijo: “Ante todo es preciso tener en cuenta que al hombre hay que dejarlo que nazca primero dentro de sí”. Porque la época moderna ha volcado fuera del ser humano, lo que la vida tiene de importancia. Ahora en la actualidad el dinero, el poder, el consumo, el lujo, las imágenes en movimiento, el mundo del espectáculo, son los umbrales de referencia del ser humano. Hemos perdido la capacidad de asombro y la imaginación y no somos capaces de captar los contenidos espirituales de las cosas y la vida.

Las narraciones no permiten que lo maravilloso de la vida se cosifique, se simplifique, y el poder degrade el asombro de vivir la vida con los otros seres humanos. Pero también con los animales, las plantas, los insectos, las montañas, los valles, los ríos, los cielos estrellados y las olas del mar. Personifican que el catálogo de las cosas posibles está siempre ahí –sólo basta soñarlas para poseerlas en realidad. “La libertad es un complemento de lo posible” –dijo Christian von Wolf.

La revolución tecnológica en las comunicaciones artificiales, sitúa al ser humano en un mundo perceptivo fuera de sí, de la sensibilidad, de la intuición, de la imaginación, de la curiosidad. Pero también implica alejarlo del mundo de la cultura, del humanismo y las artes. O, en otras palabras, de la filosofía, la teología y la poesía. Porque son esferas de la existencia que dan cuenta del hombre como ser histórico y trascendente a la vez.

De ahí que las personas que se dedican ahondar en el autoconocimiento humano y la nobleza del espíritu, poseen en sí, una importancia primordial en estos tiempos de tránsito. Son las que restauran la unidad del “Yo” perdida, las que sancionan en las sociedades algo de la perdida visión de la concordia humana, los que fortalecen las raíces que aún siguen ligadas al fondo primordial, los que aún conservan la frescura de la libertad y se convierten en voz de aquellos que no la tienen. En un mundo desgarrado por la pobreza, el hambre, las enfermedades, la violencia, las guerras, sus creaciones encarnan las fuentes emotivas e inconscientes del lenguaje. Son con el Genio colectivo, la lengua del pueblo que representan. Por eso se oponen a toda homogenización y uniformización de la existencia, porque saben que en la diversidad está el germen de la libertad y de toda creación.

Los microrrelatos de Figueroa Flórez, se oponen a los instrumentos técnicos y a la exaltación del materialismo, que sustituyen poco a poco las “relaciones de sentido” –lo asombroso de la existencia, que permite que el milagro del lenguaje sea posible en la vida de los seres humanos. Ese resto que hace que los viejos relatos y microrrelatos, hagan el mundo habitable y común-; si las “relaciones artificiales” sustituyen a las “relaciones de sentido” se caracterizaría por el vaciamiento de los contenidos espirituales de la experiencia y el lenguaje. Parece que hubiéramos olvidado, que la memoria es la manera de mirar o de recordar.

Es lo que “permite –dice Benjamín- que rompamos con la “actualidad” que nos repugna, y detener su avance catastrófico”. Posibilita que las artes plásticas, la música, la poesía, el teatro, la literatura, el cine, o, en sus inicios, la fotografía, asistente de la memoria, se conviertan en una forma de evitar el olvido. En la época actual, en cambio, se le quita al ser humano la posibilidad de amar e incluso de la amistad, de la serenidad y la espera. Pues el amor exige un poco de porvenir, y para el ser humano no hay más que instantes. En el mundo de la técnica prevalece el maquinismo y la velocidad; y esto se convirtió en una tragedia para el hombre contemporáneo.

Ludwig Wittgenstein dijo que, “vivimos en una cultura especial con relación al espíritu y los contenidos de la experiencia”. Las artes se petrifican –dice Jünger–, el dogma se absolutiza. Pero desde los tiempos más remotos viene repitiéndose una y otra vez el mismo espectáculo: el hombre se quita la máscara y a ese acto sigue la jovialidad, la cual es el reflejo luminoso de la libertad”.

Al mismo tiempo existen personas que no han perdido la capacidad de asombro, la curiosidad, la imaginación, la sensibilidad, la capacidad de crítica, como Figueroa Flórez, porque todavía son capaces de ver las pérdidas. Son capaz de sentir la aniquilación del valor, del sentimiento y, la simplificación del mundo. Así, los artesanos de las palabras, nos revelan el tránsito del “logos” clásico al “logos” informacional, y como la disolución de la memoria histórica y verbal, la concepción estética y trascendente de la vida, se convierten en escombros de la Cultura del artificio o, de la Civilización del espectáculo.

En un mundo como éste no podemos olvidar la invitación del poeta, del novelista, del narrador, del músico, del pintor, del teólogo, del dramaturgo, del filósofo, etc., que desandemos lo andado. Como dijo San Agustín: “Andar es propio del que ama”. Nos sugieren que nos identifiquemos con la naturaleza elemental, el fondo natural, el espacio donde todo es posible. Son las fuentes que permiten el deslumbramiento en lo cotidiano, y también sugieren que lo maravilloso está siempre ahí, esperando nuestra invocación. Que nos enfrentemos a la cosificación de la existencia y a la restitución de la coherencia interior perdida.

Los microrrelatos de Figueroa Flórez, posibilitan que el misterio de la literatura ocurra en el seno de la lengua, que desborde el contenido de “las posibles interacciones de las unidades semánticas”. Cuando el milagro de la literatura se da, la vida toda, se puebla de palabras, sonidos y colores. Estas hacen señales, llaman, cantan, narran; y nos circundan, atraviesan y trascienden. Es un lenguaje jamás imaginado que permite percibir, conocer o experimentar, el mundo con otros ojos, y entonces, cuando ese milagro aparece en la vida de una persona, la realidad y la existencia, se llenan de colores de palabras, de música, de éxtasis. Y, embriagarse de colores de palabras, es algo divino porque “se eleva hacia los orígenes, hacia las fuentes y los jóvenes manantiales del arte de la palabra”. Así, “en estado de literatura, el lenguaje funciona de una manera incomparable. Es siempre algo más” –dijo George Steiner.

Contemplándolo por la frágil y diminuta rendija del ser humano, lo necesario, lo irrefutable, lo eterno, se encuentran en “entredicho”. Lo cual es peligroso para el triunfo de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, la esperanza sobre los despropósitos humanos, la libertad sobre el autoritarismo; ya que la atmósfera que respiramos extiende un velo espeso, oscuro, y no permite visualizar el rostro, ni percibir las acciones ni el pensamiento, de los demagogos, farsantes y embaucadores.

Hemos olvidado por las ilusiones ópticas y auditivas de los lenguajes digitales, que la lengua natural es la que posibilita el verdadero sentido a la vida. Si la lengua no responde a las apetencias humanas, no existe concatenación entre Palabra y Realidad, Palabra y Mundo, Palabra y Verdad, Palabra y Dios. Y, esto se constituye en una catástrofe cósmica, un terror inimaginable para el verdadero sentido de Humanidad.

Aquí en este enlace pueden descargar el texto:

Microrrelatos


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