martes, 25 de junio de 2013

PHOTOESPAÑA2013 Emmet Gowin: universos íntimos en blanco y negro.




                                           


    Es un fotógrafo norteamericano que nació en Danville, Virginia, 1945. Su tema fundamental es el misterio de la vida privada, las salas, las habitaciones, los patios, los jardines, los pasillos, la naturaleza, componen su universo. En una atmósfera poética, mágica, nos conecta con el universo de la fotografía de un Atget o, de un Sander. Se abandona a la cosa o a la figura humana, y libera de la fotografía el aura que encierra. Es uno de los fotógrafos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Y su trabajo un universo que llena de poesía visual, las salas de la Fundación Mapfre.

    El objeto de su obra: la naturaleza y los ciclos de la vida. Es a partir de 1964 cuando se casa con Edith Morris, su musa, compañera y madre de sus hijos; se convierten en objetos misteriosos, alegóricos, de sus fotografías. Estas revelan que la magia de la naturaleza y de la vida, está siempre delante de nuestros ojos. Nos invita, nos sugiere una percepción distinta del tópico y del lugar común. Porque nos adentra en los misterios de la condición humana y del entorno. O, en otros términos, a través de la fotografía el mundo y la realidad se presentan como siempre nuevo, inagotables, dispuestos a darnos sus más preciosos presentes.

    En sus últimas fotografías se puede admirar como la técnica se pone al servicio del hombre. No el hombre como una prolongación de los instrumentos técnicos, sino la técnica como lenguaje que posibilita ahondar en la subjetividad y lo sagrado de la naturaleza. Es, algo “milagroso… maravilloso”, -dijo E. Gowin. De ahí que “la fotografía da cuerpo físico a nuestras experiencias”, -insiste. “Lo que nos conmueve no depende sólo de la forma, sino de esa idea que se hace visible”, -nos recuerda. Lo sacro de la naturaleza en sus fotografías bebe de las fuentes de la escultura, la poesía y el mito griego; pero también de la pintura figurativa o, de la pintura de los expresionistas abstractos.

    E. Gowin invita a comprender la sexualidad como parte de la naturaleza, donde el cuerpo es aceptado en todos los estados y funciones. Su obra es un mosaico donde se entrelaza la naturaleza, el cuerpo humano, los sueños y deseos del fotógrafo. Lo importante no es ver el proyecto, sino cómo se instauran las piezas en su obra. Por eso, el tejido de las fotografías de Gowin desvela a los ojos del observador, la sencillez y el milagro del entorno donde vivimos.

    Se adentra en la selva panameña y realiza la obra: Mariposas nocturnas. Edith en Panamá. La sombra de ella –dice el comisario de la exposición Carlos Gollonet- sobrevuela a los insectos en un aparente juego de tintas conseguido a base de contra luz. También le encantan los paisajes urbanos, en Italia realiza un trabajo sobre las calles de Matera; en Jordania, escoge a Petra y, sus casas esculpidas en las rocas; en España, los paisajes andaluces.

    Sus fotografías son poemas que contienen trazos e imágenes de sus pensamientos y sentimientos, más íntimos. A través de las imágenes construye un mundo a base de intimas percepciones y vivencias. De ahí que revelan no sólo la fragilidad del ser humano, sino también la posibilidad del hombre de hacerse a cada instante. Además, no conducen a ser un hombre <<mejor>>, sino a ser sencillamente <<un hombre>>. Ese hombre no representa una excepción, antes al contrario, se halla oculto en el interior de todos y cada uno de nosotros. Sus elementos componen un lugar extraño y misterioso, pero cercano para el observador: la familia, las calles, los paisajes, la voz cristalizada en el tiempo de un ser querido, el recuerdo del que partió, etc. Son imágenes que rememoran la belleza, la espiritualidad de la materia animada o inanimada, y de ahí ver las cosas, todo ya visto, de un modo nuevo. Ese es el encanto del lenguaje visual de Emmet Gowin.

ILUMINACIONES SOBRE LA GUERRA EN COLOMBIA.



                         


Antonio Mercado Flórez
  

   La estética de la guerra actual se presenta de la manera siguiente: mientras que el orden de la <<propiedad>> y los <<centros de poder>> impiden el aprovechamiento natural de la sociedad, el crecimiento de los medios técnicos, de la economía financiera, de los ritmos, de la velocidad, de las fuentes de energía, de los conocimientos, de los medios y los modos de información, urge un aprovechamiento antinatural. Y lo encuentra en la guerra que, con sus destrucciones, proporciona la prueba de que la sociedad no está todavía lo bastante madura para hacer de la técnica su órgano, y que los dirigentes tampoco están suficientemente preparados para dominar las fuerzas  –destructivas y violentas-  de la sociedad. Por eso, ha predominado lo atávico en el ejercicio del poder y las relaciones sociales.

   La guerra es un levantamiento de la técnica y de un <<grupo de personas>>, que se cobra en el material humano las exigencias a las que la sociedad ha sustraído su fuerza natural.  Y esto nos revela que no podemos atenernos al lado superficial del asunto, sino levantar la mirada sobre la estructura profunda de lo que acaece.  En lugar de esparcir granos sobre los campos y veredas, de darle seguridad a los campesinos, ganaderos y agricultores, se esparcen bombas, tiros, minas quiebra patas, dolor y desesperanza, se secuestra y se intimida a la sociedad civil. Y la guerra  encuentra  un medio para acabar con la libertad y la vida de las personas.

   La guerra está determinada en sus rasgos atroces por la discrepancia entre los poderosos y la sociedad civil, que lo único que posee es la fuerza de trabajo, la libertad y la dignidad humana. Los generadores de violencia creen que matando, secuestrando, violando la libertad y la dignidad del ser humano, la sociedad alcanza la convivencia que necesita. Pero están sumamente equivocados, porque la violencia provenga del Estado, la guerrilla, los paramilitares, el narcotráfico, la delincuencia organizada; no es otra cosa que, focos de fuego ardiendo en los corazones de los creen en la paz y la convivencia. Ya que la guerra lo que deja tras de sí, es un montón de escombros materiales y humanos, a la vera del camino.

   Esta destruye el tejido social, acaba con la familia, la solidaridad, la seguridad, el amor, la escuela, la comunidad, pilares del control social y formación en valores. Por eso, el cuerpo social de los colombianos en el transcurso del siglo XX, ha sido víctima de la injusticia social, del servilismo y la cobardía, ante los generadores de violencia y de muerte. Pero también fue escenario de las grandes carnicerías humanas, del fanatismo ideológico y la estupidez. De ahí que el proceso histórico actual conduce  a una fuerte conmoción de lo trasmitido, a una conmoción de la tradición, que es el reverso de la actual crisis y de la renovación de la sociedad.

   Por la miopía y el egoísmo de unas elites dirigentes; pero también por el fanatismo y la estupidez de la guerrilla y el narcotráfico, la sociedad fue sacada de sus goznes y encajada en la violencia y la guerra. Así que,  no está comenzando un tiempo nuevo, lo que está comenzando es otro tiempo, un tiempo diferente. Las grandes inflexiones de la historia van precedidas de tiempo de transición; los nuevos valores no están aún vigentes, los viejos ya no lo están. Pudimos percibir que mucho más frecuente que la espiritualización, que libera del miedo, es el aumento de la sensibilidad, que lo hace crecer. La señal del comienzo de esta inflexión de los tiempos la constituye la sangre derramada ilegal e injustamente, sobre la tierra de los colombianos. La sangre de las victimas dejadas a la vera del camino.
  
   Ahora, ¿qué se espera de un estado de guerra y violencia permanente? Que las energías constructoras y creadoras del país, se volaticen en medio de las balas y la muerte. Resulta patente que esto es la realización acabada de una clase dirigente, cuando empieza a mostrar los primeros signos de decadencia, y la izquierda no está a la altura para responder a las necesidades de la época. Por eso se hace necesario que el <<centro>> democrático, ocupe el lugar que le corresponde en la actualidad.

   Y si la violencia y la guerra se convierten en un espectáculo de sí mismos, la vida se transforma en artificio y pierde valor. Porque lo único que importa en una atmósfera como ésta, es la conversión del hombre en objeto o, en número. Porque los generadores de  violencia desean a toda costa, destruir lo más preciado de la civilización contemporánea, la democracia y la libertad. Pero en nombre de la democracia y la libertad,  algunos sectores de las elites políticas y económicas, generan violencia y muerte.

   El hecho de que el poder se tambalea –según los enemigos de la paz-, es una impresión falsa, porque puede operar un repliegue, un desplazamiento, investirse en otro punto, y el ejercicio del poder continúa. Es el desarrollo estratégico normal de una lucha. Por eso, a cada movimiento del adversario, se responde con otro. Se da entonces una lucha que no termina salvo si se llega a un acuerdo de paz.

   Sabemos que el verdadero poder no está encallado en los aparatos de Estado y sus instituciones, sino en <<mecanismos>> que funcionan por fuera, por delante, a los lados, por encima o alrededor, de una manera silenciosa, sin ruido, y a veces poco perceptibles. El verdadero poder está en los <<Grupos de Presión>> o en los <<Gremios>>. Son  los que componen la <<estructura profunda>> del poder, es decir, el verdadero poder: el capital financiero, los partidos y movimientos políticos, la iglesia, las instituciones militares, las ONG, los sindicatos, los industriales, los empresarios, etc. Son los que en tiempos de violencia o de guerra deciden si hay paz o no. Todo depende de las estrategias y las tácticas que se utilicen para llegar a un acuerdo de paz. 

   Sabemos que vivimos en un mundo de medias verdades y mentiras, de <<estructuras de poder>>  no reveladas a la sociedad, de grupos de poder dentro de los poderes públicos, supuestamente para defender los intereses de la sociedad. Pero en la estructura y la función que los constituye, defienden los intereses o poderes de los grupos que representan.  O, en otros términos, existen estructuras dentro del poder que escapan incluso de los que tienen la representación democrática.

   Existe en el Estado, un enorme poder discrecional, que ha de estar en estas circunstancias históricas, al servicio de la consecución de la paz, aun por encima de los intereses particulares. Porque no estamos obligados de por vida,  a ser del secreto y la mentira los pilares de nuestra democracia. Ya que la guerra o la paz, es algo que nos compete a todos los colombianos.
  
   Para que haya paz deben modificarse las relaciones y los efectos que la guerra propaga en la sociedad. Entonces, el funcionamiento de los aparatos de Estado, establecerá otras relaciones de poder, jurídicas y políticas, que responderán a las necesidades históricas de la sociedad. Si se llega alcanzar la paz entre el <<Gobierno>> y las <<Farc>>, se trata de reconstruir la imagen de los aparatos de Estado, de las instituciones sociales, a la vista no sólo de los actores políticos-militares, sino también ante la sociedad. Esto significa combatir con las herramientas político-administrativa, jurídico-policiva del Estado, la corrupción, la inmoralidad, el nepotismo político, en la Administración Pública. Esto es, ir construyendo una sociedad más justa, más libre y más igualitaria para los colombianos.

jueves, 13 de junio de 2013

EL CIBERESPIONAJE EN LA EPOCA ACTUAL: el caso Edward Snowden





Estamos como colectivo, inherente e históricamente opuestos a sociedades secretas, juramentos secretos y procedimientos secretos. […] Se trata de un sistema que ha reclutado gran cantidad de recursos materiales y humanos en la construcción de una bien unida y eficiente máquina que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas. Les pido a ustedes su ayuda en la gran tarea de informar y alertar a la gente de América, con la confianza de que su ayuda, el hombre pueda ser lo que nació para ser: Libre e independiente.”

                                                               J. F. Kennedy


Decía Ernst Jünger en el texto <<La emboscadura>>, (1988) que el pánico se hará más compacto todavía en aquellos sitios donde el automatismo aumenta y está aproximándose a formas perfectas, como ocurre en Norteamérica. En esos sitios es donde encuentra el pánico su mejor alimento; es difundido a través de redes que compiten en rapidez con el rayo. […] El gran mecanismo político no es lo único que mueve a sentir ese miedo. Hay además una cantidad innumerable de angustias particulares. Todo puede convertirse en objeto de miedo. Y esto es uno de los signos indicadores de la catástrofe, un indicador más diáfano que todos los peligros físicos.

Preguntamos, ¿es posible librar del miedo al ser humano? Tal cosa es mucho más importante que proporcionarle armas o que proveerle de medicamentos. El poder y la salud están en quien no siente miedo. Por otro lado, el miedo pone cerco también a quienes van armados hasta los dientas –es precisamente a ellos a quienes pone cerco. Y esto mismo puede decirse de quienes nadan en la abundancia. Ni con las armas ni con los tesoros se conjugan las amenazas; armas y riquezas son solamente medios auxiliares.

Es tan estrecha la conexión que hay entre el miedo y los peligros amenazadores que resulta muy difícil decir cuál de esos dos poderes es el que engendra al otro. El miedo es más importante; por eso hay que desatar el nudo si se quieren entender algunas cosas. [La emboscadura. P. 66-67]. Pero realmente, ¿qué está en juego en las sociedades actuales? La libertad. Los procesos continuarán; de ahí que hagamos bien en no perder de vista lo necesario. La libertad viene dada a la vez que lo necesario, y la nueva estructura del mundo no hará acto de presencia hasta que la libertad no entre en relación con lo necesario. La libertad aunque se recubra con los ropajes de cada época, es inmortal. A lo cual se añade que es preciso readquirirla una y otra vez. [Ib. P.87].

Es la libertad lo que está en juego en la actualidad; porque el poder Total, trata de negársela a la persona individual. Decir o revelar la verdad al poder comportar sus riesgos. En un mundo interconectado en Red, la libertad de expresión y el derecho a la intimidad. Son violados en nombre de la seguridad nacional y del terrorismo. De ahí que el ser humano no puede renunciar a su independencia, porque es su razón de ser. Los reflejos del poder se expresan en la autoridad, la acción a espalda de los ciudadanos, la manipulación de la información para alcanzar débitos políticos, la defensa del establisment sobre los derechos y las garantías de los ciudadanos.
En los linderos del atardecer ya se observan las tinieblas. La orfandad del espíritu de nuestra época, atraviesa un tiempo de frío en las tinieblas. Lo que importa es la rendición ante el poder y los intereses financieros; más no el hombre que calla y sufre. Por eso, el periodista independiente y la conciencia crítica de la sociedad, son generadores de democracia. Porque sacrifican su libertad personal y su seguridad, para defender la libertad de expresión. Daniel Coronell y León Valencia, en Colombia; Edward Snowden, en Estados unidos.

Edward Snowden desde Hong Kong denuncia los ciberataques que la NASA ha realizado sobre la universidad, funcionarios del Gobierno, empresarios y estudiantes, pirateando las redes troncales que dan acceso a las comunicaciones de cientos de miles de ordenadores en el país. El rastreo de las llamadas telefónicas y trasmisiones por Internet en grandes compañías como Google, Microsoft, Facebook, Skype, es una nueva forma de espionaje que vienen llevando a cabo los países desarrollados. Pero el objetivo del ciberespionaje es diverso va desde los centros educativos hasta la infraestructura civiles de un país. La NASA ha llevado a cabo –dice Snowden- más de 61.000 operaciones en el mundo. Preguntamos, ¿es el ciberespionaje un hecho criminal? Por supuesto que es un hecho criminal; porque no sólo viola la seguridad y la defensa de un país, sino también la libertad y la privacidad de la sociedad.

De ahí que la sociedad civil es la que tiene que exigir responsabilidades y supervisión a sus gobernantes. Para que el mundo no se convierta en un mudo de ojo avizor y plano para las personas. Por eso, se hace necesario que estos actos se tipifiquen como un hecho criminal, como la legislación internacional ha hecho con la violación de los Derechos Humanos y los Crímenes de Lesa Humanidad. Porque filtraciones de seguridad, violación de secretos de Estados, de defensa y de política exterior, atentan contra la soberanía de un país.

Se hace necesario en este mundo conectado en Red, que las nuevas herramientas tecnológicas de la información puedan generar un vuelco en la sociedad para fiscalizar y denunciar las mentiras entre el tejido del poder y los intereses financieros. Defender la libertad de expresión es una de las grandes condiciones para que haya verdadera libertad y democracia; es exactamente lo contrario de lo que desean las mafias del poder. Por lo cual, el ser humano y el periodismo independiente, no pueden renunciar a la convicción de que es un deber de la sociedad proteger al individuo. En suma: la historia es la impronta –la dirección, el propósito, el fin-, que el hombre libre da al destino. De ahí que no se pueda dejar en manos de los centros de poder y las personas donde se concentra y gasta la energía. Sino en las del hombre libre y la sociedad civil.

sábado, 8 de junio de 2013

LOS INTELECTUALES EN LA EPOCA ACTUAL.




           


Antonio Mercado Flórez  


 En la época actual es relevante para la conciencia crítica, que los medios y los modos del lenguaje, posibiliten la cultura y las reflexiones del pensamiento. Pero también que las personas formada para pensar posibiliten un análisis crítico del orden establecido. De las instituciones, los valores, las creencias comunes, las creaciones, las innovaciones tecnológicas, los lenguajes digitales, la clase política y las personas que ejercen el poder económico. Aunque las sociedades se valgan de sistemas de ajuste que permiten que las persones se adapten a vivir en estado de crisis permanente. Pregunto, ¿Está el intelectual presto para denunciar lo injusto y lo falso, la crisis moral, institucional y política de la sociedad? ¿Cumple el intelectual la función social que le corresponde en la actualidad? ¿Ha dejado de ser la conciencia crítica de la sociedad y los agentes adecuados para revelar las relaciones de poder? ¿No encarna ya el sentimiento de responsabilidad social y la orientación ética de cómo la sociedad ha de proteger al individuo?


Si en la actualidad se configura en voz de los que no tienen voz. Se trata de comprender y conocer a través de su aporte, el cómo y el porqué de esta época de tránsito. Pero también cómo las fuerzas políticas y la naturaleza del poder, se ejercen para dominar a los seres humanos.


Un ensayo publicado por El País, de Madrid, en agosto de 2009, <<El temor de los intelectuales a la política>>, del filósofo iraní Ramin Jahanbegloo decía que, el siglo XXI representa la separación de los intelectuales y la política. Pocas veces habían estado tan alejados los intelectuales y el mundo político. Los intelectuales críticos –insiste- son hoy una especie en vías de extinción. Temen a la política y ésta muestra una indiferencia absoluta por todo lo intelectual. Nos encontramos ante un declive de lo intelectual.
Pienso que la muerte de las ideologías y el ascenso de los tecnócratas, la prevalencia de la <<razón de acuerdo a fines>>, para solucionar los asuntos públicos y privados, están contribuyendo con la extinción del intelectual en la esfera pública. Pero no hay que olvidar que esto obedece a las estrategias de los neoconservadores y al pragmatismo del ejercicio del poder.


Si nos encontramos en un mundo de declive de lo intelectual, el técnico y el colectivo técnico, el político y el banquero, el empresario y el industrial, son los que determinan la sociedad global. Esto es: la automatización, la especialización, la máquina, la velocidad, los lenguajes digitales, la estadística, el poder, etc., prevalecen sobre el humanismo. Son cambios que traen consigo una forma nueva de percibir la realidad y la existencia en general.


La comodidad y la arrogancia de muchos intelectuales, revela la incapacidad de realizar sus funciones de una manera independiente y crítica. El poder los absorbe o son indiferentes ante las atrocidades humanas. <<El afán de ciertos intelectuales –dice Jahanbegloo– de aparentar que lo políticamente correcto y sensato es desestimar la importancia que tienen los imperativos morales en la esfera pública no es más que una forma de hacer coincidir las necesidades humanitarias urgentes del mundo en el que vivimos con las necesidades concretas de su carrera o su ascenso profesional>>.


Demuestra que los éxitos sociales y económicos de los intelectuales aceleran la superficialidad. La falta de conciencia crítica sobre los asuntos de la vida pública desvela la ausencia de pulcritud espiritual del intelectual. Si el pensador no es la conciencia crítica de los <<centros de poder y de las personas  donde se concentra y gasta la energía>>. El ser humano estará destinado a ser un número o un objeto. Cuando los intelectuales o las personas formadas para pensar, no están a la altura del Espíritu de la Época, se incrementa la animalidad política y la barbarie en la sociedad.


En esta alta civilización técnica y de masas, el sentido crítico de la sociedad se está transformando en <<cultura del espectáculo>>. Donde lo efímero de la vida, la frivolidad y el divertimento lúdico y, fugaz de la gran ciudad, priman sobre el debate y la reflexión. Por lo cual, la numerificación y la objetización del ser humano, van parejas a los éxitos económicos y políticos de las sociedades de masas.


La civilización global pos-industrial, la revolución electrónica y la imagen <gráfica> en movimiento, revela que detrás de la innovación y el desarrollo se esconde un nuevo analfabetismo político y cultural. Y, por otro lado, el predominio de los <<centros de poder>> en las redes globales. Esta realidad histórica y cultural, se concatena a los intereses del mercado, las compañías transnacionales, el capital financiero y las políticas neoliberales. Pero no a las necesidades psicológicas y materiales, de los pueblos y naciones del mundo.


En el estado de postración espiritual y mental donde nos encontramos, el intelectual tiene que comprometerse y ser la conciencia crítica del momento actual. Estar contra la injusticia, la intolerancia, el racismo, la pobreza, la xenofobia, la corrupción de las mafias en la administración pública, contra la conjunción del dinero bancario y los <<centros de poder>>, la violencia y la parapolítica. Se convierte en deber moral para el pensador y creador de <<formas>>.


Eso significa defender la Cultura, que en el fondo no es otra cosa, que el dinamismo del espíritu de la libertad. De ahí que uno de los fines del intelectual sea la búsqueda de la primacía del diálogo sobre la violencia. Que los instrumentos de poder no primen sobre la reflexión y la palabra enriquecedora. Por eso, se opone a la exclusión del ser humano por motivos ideológicos, religiosos, de raza o de lengua. Porque cree profundamente en el otro, que en sí mismo, es un nosotros.


La tarea del intelectual es la defensa de la libertad -de expresión, de pensar y de escribir-, el respeto a la vida, a la ternura, a la verdad, al dialogo y a la dignidad humana, etc. Para que se conviertan en armas arrojadizas a la cara de los que implementan las injusticias, la violencia o la muerte. En este orden posibilita los medios adecuados para que  la <<Gramática de la vida>> y la <<Gramática del habla>>, exalten la existencia vital sobre la muerte y posibiliten que el individuo se convierta en persona. Que se pase de una tabla de valores jerárquica y excluyente, a otra incluyente y horizontal.


Todo esto me lleva a plantearme lo siguiente: ¿Qué es la memoria, el recuerdo, la experiencia y el saber? Sino el ámbito donde las personas se trasforman así mismos durante toda su vida. Por eso, lo que allí se almacena nadie se lo podrá arrebatar. Lo que uno sabe de memoria le pertenece a uno mismo, a pesar de algunos indeseables que gobiernan el mundo, de la censura de la sociedad, la brutalidad de las costumbres o de la moral común. Constituye una de las grandes posibilidades de libertad, de resistencia a las relaciones de poder que nos trascienden.


Ernst Jünger en el texto <<La Tijera>>, hace la siguiente observación. Lo que llama la atención en las utopías de nuestro siglo –dice– es que se presentan con el estilo de la ciencia y son pesimistas. No hay en ellas magia. Siguiendo las investigaciones de Huxley y Orwell deduce que el avance del cálculo y de su aplicación práctica hace imparable la transformación de la sociedad en puras cifras o números.  Estas transformaciones hay que buscarlas incluso por debajo de la esfera del lenguaje y de la política. La técnica ha evolucionado hasta el punto de transformarse en un lenguaje mundial; ello hace que la participación de los individuos en la sociedad vaya convirtiéndose cada vez más en una participación estadística.


Estamos acostumbrados a percibir –dice Walter Benjamín-, el desarrollo de la técnica. Pero no los retrocesos de la sociedad. Ese encanto de la existencia y del mundo, que proporciona el mito, el ritual, la religión, la amistad, la costumbre, el uso, la música, el arte, la lengua, el pensamiento, etc. Se está remplazando por el <<número>>  o el <<signo>>. Por consiguiente, la responsabilidad moral del profesor, del artista, del pensador, del periodista, no es la misma que la de un tendero o la de un talabartero.


En esta alta civilización técnica y de masas, observamos el desierto espiritual y sensitivo, que se abre paso en nombre de los espejismos de la técnica, las finanzas internacionales y el ejercicio del poder. La liberación del individuo es importante, desde luego, pero es superficial. Así pues, la individualidad no es más que una de las posibilidades de la persona humana; ésta tiene más cosas que ofrecer. Nos hemos dado cuenta por lo sucedido en el siglo XX, que los cambios sociales no mejoran la posición de la persona individual, la agravan incluso. La sociedad deja a la persona individual en la estacada. Por otra parte comienza para el ser humano una nueva etapa de soledad, por cuanto padece cada vez más a causa de la sociedad; también ésta empieza a desmoronarse. ¿Qué desea el ser humano? Desea liberarse y dejar que fluyan de su interior las fuerzas del espíritu.  


En los frontispicios del siglo XXI, la persona formada para pensar ha de estar alerta para que no vuelva a suceder lo  acecido en el siglo XX. Cuando se pone en evidencia el terrible fracaso de la cultura humanista frente al horror de la barbarie. Porque muchas veces acudió en ayuda de la animalidad política y los desaciertos humanos. La conciencia política del pensador, se expresa en el dominio de la lengua  y su disposición a la madurez espiritual y su presencia política en la sociedad.


Por eso el intelectual ha de estar a la altura de la época. Porque su reflexión y el fundamento ético de su discurso, tienen que ver con vidas humanas. La defensa de los ecosistemas, la justicia social, la libertad, la degradación moral y material de la sociedad contemporánea, y en particular, con la permanencia de millones de seres humanos sobre la tierra. El pensador se convierte en los tiempos de ayuno de fantasía poética y de miseria espiritual, en conciencia viva de los más necesitados de la sociedad. De ahí que la libertad de expresión, de pensar y de ser, no se puede entregar a cambio de un leve bienestar social. Porque <<los centros de poder y los hombres poderosos donde se concentra y gasta la energía>>, desean convertir al ser humano en un trazo enteramente constructivo.


Así que, si la lengua que se habla en esta alta civilización técnica y de masas, no es la lengua de la Cultura. Sino del computador, del número, del signo,  que  tienden a convertir al ser humano en objeto. Esta mutación del <<ser>> y el <<existir>>, habla la lengua del progreso, más no la de la Cultura y el pensamiento.


Somos parte de una época de <<acontecimientos significantes>> y de <<actores insignificantes>>. Las llantas están al rojo vivo y echan humo. ¿Qué se estará cosiendo en los bajos fondo de la política, el mundo financiero y técnico? Las causas de lo que sucede, hay que buscarlas incluso por debajo del lenguaje y lo cultual. Porque se convierten en deber moral para el pensador y obligación para la sociedad. El intelectual sabe que hemos llegado después de la historia, pero disponemos de las ruinas. Así, toda reconstrucción es una forma de reconstruir desde las ruinas.