sábado, 4 de febrero de 2023

LA JOVEN GENERACIÓN EN EL MUNDO ACTUAL

 

            

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

 Sabemos que la muerte, la enfermedad, el odio, la violencia, el dolor, entre otros, nos enseñan a apreciar ese Don misterioso y divino que es la vida. El hombre sigue su camino de destrucción, de violencia y de guerra para alcanzar la ilusión del honor, el poder y el dinero. Pero olvida que lo esencial del ser humano está dentro de él: la amistad, el amor, la fraternidad, la solidaridad, la libertad y el respeto, etc. Que lo empuja a seguir adelante en la lucha de la existencia y, admitir que el hombre contiene a todos los hombres dentro de sí.

En el mundo, el pasajero mundo de honores, prestigio, poder y dinero, la muerte espera su momento, su momento oportuno para hacer polvo nuestras ilusiones y ambiciones. Por eso el juicio que tiene de ellos, los considera por los beneficios que reportan. Casi siempre en los actos humanos, las ambiciones se imponen sobre la sensatez y lo justo. De ello provienen las desgracias que carga sobre sus hombros como un peso insoportable de llevar. De ahí que la existencia sea triste, gris y caótica, sólo vemos, oímos o sentimos, lo que se devela o se muestra en la superficie. No somos capaces de ordenar el Mundo de Abajo de acuerdo al Mundo de Arriba.

Por la velocidad de la vida cotidiana y el maquinismo, no nos detenemos un momento a meditar sobre lo fundamental de la existencia. Eso que da sentido a la vida. ¿Será que estamos destinados por el Todopoderoso a que los hombres no podamos comprendernos recíprocamente? ¡No hay mejor manera de servir al Creador que amando a sus criaturas! Todo, lo más ínfimo, insignificante, como la hoja de un árbol al caer a la tierra, un grano de arena en el desierto, revelan belleza y armonía para el goce del espíritu. Resulta difícil tener fe en la benevolencia del Señor, pero su Sabiduría resplandece en cada brizna de hierba, en cada mosca, en cada flor, en cada mota de polvo. (Thomas Mann).

El ser humano parece no darse cuenta que, en esas cosas se escode el sentido de la vida. Así que, está enajenado por la ilusiones ópticas y auditivas del colectivo técnico y por el mundo de ese colectivo. Pero también por el mundo del dinero y del poder. Por eso no tiene tiempo para mirar dentro de sí y piensa sólo en las cosas de la vida que le producen poder y beneficio. Pues, hay que recordarles a los malvados que el mundo sólo subsiste mediante la paz y el amor, la fraternidad y la amistad, divinas o humanas.

No sabemos mientras andamos por el mundo que nos depara el destino; pero el que se quita las talanqueras de los ojos del corazón, sabe que, el hombre alimenta su espíritu de las migajas que dejan caer los dioses sobre la Tierra. Por eso, vemos la realidad que vivimos como en espejos, cóncavos espejos, ya que los ojos son incapaces de soportar la luz de las alturas donde moran los dioses. Es como el trabajo del creador, del autor de un libro o una obra de arte, capta la luz que luego se refleja en el lector o el que observa la obra de arte. No sólo hay en la obra de arte una gigantesca fuerza de orientación, sino que la luz que porta en sí desvela la oscuridad de las cosas.

Lo que hay que hacer es, armonizar la muchedumbre de imágenes y luego valorarlas –es decir: dotarles, conforme a una clave secreta, de la luz que corresponde a su rango. Aquí la luz significa sonido, significa vida que está oculta en las palabras. Esto sería entonces un curso de metafísica realizado entre parábolas: la ordenación de las cosas visibles de acuerdo con su rango invisible. Toda obra y toda sociedad deberían estar estructuradas según ese principio. Si procuramos hacerlo realidad en la palabra, en la frase, en el juego de las imágenes que la vida cotidiana trae consigo, entonces estamos entrándonos en la más alta disciplina, la metafísica. (Ernst Jünger).

La joven generación, la juventud, en su acepción más profunda y elevada nada tiene que ver con la historia económica, con la práctica política, con la ciencia o con la técnica. Es un Don metafísico, algo esencial, una estructura, y una predestinación. (Thomas Mann). Es la luz de la aurora, la claridad sensitiva y racional, que indica el camino cuando los pueblos están en la oscuridad, el caos, la violencia o la guerra. Es la juventud con preocupaciones intelectuales o culturales, la que acompaña a los espíritus despiertos.

Así que, la insolencia del poder se manifiesta cuando quiere solapadamente someter a la juventud bajo el dominio de la civilización, la velocidad y los instrumentos técnicos. Así pues, el deslumbramiento no está en las preocupaciones intelectuales, sino en el confort técnico y los beneficios que reportan. Es falta de pulcritud espiritual reducir ese Don metafísico, a ilusiones ópticas o auditivas o, al lucro o, al ejercicio del poder.

Es una verdad que atormenta al disciplinador, al autoritario, al déspota, o, los que se ponen la máscara de demócratas, que la joven generación trascienda lo establecido por el poder: el Estado y sus instituciones, el presente-ahora, la moral común ordinaria; también el ejercicio del poder que implementa la injusticia, la desigualdad, la intolerancia, el odio, el resentimiento, el revanchismo o, la voluntad de venganza. Quienes quieren domesticarlos casi siempre se encuentran con lo inesperado. Goethe dijo de la joven generación: es embriaguez sin vino.

En su acepción más elevada, es, irascibilidad, movimiento ascendente al encuentro del Espíritu y sus juicios. Sí la juventud es la edad romántica por naturaleza –dijo Mann-. No es el romanticismo que huye de las responsabilidades éticas, sociales o intelectuales y se refugia en paraísos primitivos. ¡No! ¡Mil veces no! ¡De la juventud que hablo es la que siente la espontaneidad de espíritu y la capacidad de asombro! Es la que busca dentro de sí la forma y el contenido de lo que vive.

La juventud está adherida a las raíces de lo elemental y divino que mora en ella. En ella se entrecruza el presente-actual y lo primitivo, el origen como fenómeno originario, que da paso a una nueva estructura, a un nuevo arte, y se constituye en el lugar adecuado para la revelación del lenguaje. Para una persona que anda en los caminos del espíritu, en las preocupaciones intelectuales, la juventud misma, es, la revelación de lo sublime, que mora en el hombre.

De ello depende la develación de la libertad, de la libertad sustancial, primitiva y divina, que aúna forma y contenido, materia y espíritu. Así que, la juventud ha de participar de una u otra forma, en la vida objetiva del espíritu. Esto es: de la historia y de la existencia, de los aspectos problemáticos de la vida. Es un deber moral, espiritual e intelectivo, que haga parte del devenir histórico de los pueblos.

Sabemos que el sentimiento de la vida se identifica con la consciencia de sí mismo. Con los más altos valores de la existencia y del mundo. No se puede suprimir la forma de la vida que posibilita la existencia espiritual. Ni anular la forma de la vida profunda, con estados de inconciencia que responden a la brutalidad y la barbarie. Así que, la juventud debe tender a la afirmación articulada de los sentimientos propios y a una forma de vida especifica. (Mann). Estos hechos e ideales posibilitan que el mundo reconozca que la juventud tiene un sentimiento específico de la vida. En esas circunstancias ésta adquiere el status debido a su nombre. Por eso, es natural que la juventud y la época de la juventud se comprendan mutuamente. (Mann).

Las autoridades establecidas desean que la juventud acepte y se adapte a la idea de comunidad. Al convencionalismo social, a los prejuicios, a la moral común ordinaria, para moldearlos como hace el alfarero con el barro. Si esto sucede ¿dónde queda la libertad individual, los derechos y el libre albedrio de la joven generación? Entre las posibilidades que le ofrece la vida, la juventud debe manejar responsablemente su libertad. Más allá o más acá, si acierta o yerra. Porque no solo se aprende de los errores sino también de los fracasos y los sufrimientos.

Dejemos que la propia juventud adquiera el sentimiento consciente de la vida. Y la juventud es algo distinto a lo establecido, a la estructura y la función de la sociedad, del Estado y las instituciones. Es la relación inmediata con lo primitivo, la aventura y la profundidad de la vida personal. Es la capacidad y la voluntad de afrontar y superar lo que la existencia tiene de natural y de demoniaco. (Mann). En esto se asemeja a lo religioso y a los requerimientos espirituales y morales de todo ser humano. Como expresó Durero: en el sentido de juventud espiritual, de espontaneidad, como fe en la vida, como carrera entre la muerte y la existencia.

La juventud tiene una forma de vida especifica que se corresponde con su tiempo y su espacio. Sus apetencias espirituales o morales responden a sus ideales, no a lo establecido por el Sistema. Por eso, se identifica con la subversión, ya que rompe con lo establecido y caduco de la sociedad. Sabemos que su autoanálisis, el análisis de su subjetividad destruye lo que la vida tiene de inmediato, de natural y sublime. Pero en relación a su propio ser la juventud contribuye a vigorizar la existencia. Adquiere las herramientas de la experiencia, intelectuales o, reflexivas que le posibilitan orientarse en el mundo y conducir su propia vida.

En todos los pueblos la juventud tiende a afirmar su personalidad, más allá de prejuicios, usos y tradiciones. Por eso, la falta de madurez empuja a la juventud al espíritu que le es propio y propicio, para poder enfrentar los avatares de la existencia cotidiana. Así que, lo inacabado e inmaduro que porta en sí, posibilita desgarrar lo establecido por las familias, las religiones, las ideologías, las costumbres o, las autoridades.

En un mundo materialista y hedonista como el actual, ¿qué significa el sentimiento religioso? Es algo distinto de la racionalidad, del mundo dineral o de la técnica, es, quizá la juventud misma, la relación inmediata con lo ignoto, la intrepidez y la profundidad de la vida personal. (Mann). Es una percepción estética del mundo y su realidad, de los avatares de la existencia individual; porque la estética es la madre de la ética. Ello sintetiza lo bueno, lo justo y lo bello de la Humanidad. Es el Humanismo en su expresión trascendente, divina, pero humana. En esta civilización técnica y del espectáculo, de las redes sociales, se hermana con el arte y la filosofía. Estas disciplinas y la juventud misma, responden a los más profundos requerimientos y esperanzas humanas.

Ser joven significa ser original, permanecer cerca de las fuentes vitales. Capaz de levantarse, orientarse y romper las cadenas de una civilización superada, tener el valor que hace falta, y que otros no tienen, para sumergirse de nuevo en las fuentes de lo elemental. (Mann). En la juventud está latente la rebeldía, la aventura y lo inesperado respecto a lo establecido. Por eso el análisis y la crítica sobre la joven generación hay que hacerlo en su cultura. Porque ésta en todas sus acepciones, es la expresión de su cultura.

La juventud porta en sí una secreta marca, oscura e ilegible al comienzo de su vida, que en el transcurso del tiempo se va develando en el gusto, el espíritu, la sensibilidad, la reflexión, la llaneza o profundidad de su vida vivida. Pero, casi siempre, las personas del común no se detienen a descifrar esta oscura e ilegible marca. Sino que le dejan el trabajo al Estado, las instituciones, la iglesia, al poder o, ese grupo de hombres que lo ejercen sin contemplaciones. Por eso los jóvenes son incomprendidos por la sociedad, la moral común ordinaria, el Tiempo y sus juicios. Suscita la juventud cierta oposición critica entre él y el mundo, él y la sociedad. Estimula en el joven la obstinación y la ironía contra el orden social y le induce a buscar protección y refugio en la libertad espiritual, en los libros, en las ideas. (Mann).

Así pues, la juventud es mal comprendida por su tiempo, porque busca la iluminación, la elevación, el entusiasmo y la trascendencia; ante lo fugaz de la vida cotidiana y el presente-ahora. Algunos se quedan tirados en la cuneta que son los muchos, ya que salen corriendo detrás del deslumbramiento del poder, las riquezas, el reconocimiento social y, olvidan lo fundamental de la vida, preocuparse por lo noble, lo inefable, lo superior y divino. Tener la sabiduría que el sentido de la existencia está en el interior de todos y cada uno de nosotros.

Somos parte de tiempos aciagos, tiempos de tensión espiritual, de penas y de zozobras, oscuros y tristes, y la juventud es la fina sensibilidad que los capta, tal como hace el sismógrafo con las placas tectónicas. Por eso están dispuestos a lo imprevisto y son una invitación constante a la innovación. Se cree a pie juntillas que los jóvenes al protestar, oponerse o criticar lo establecido, viven en una alucinación de sus sentidos. Pero están completamente equivocados. Lo que hacen con sus acciones es, derribar los obstáculos, suprimir las inhibiciones y estorbos, que impiden el encuentro consigo mismo, la justicia o la libertad.

Ahora bien, ¿qué hacen en su soledad? Tratar de comprender el mundo y su realidad, que no los entiende; de ahí su ensimismamiento o su carácter interrogativo. Así que, la joven generación se enfrenta a los flageladores del hogar o la sociedad. Es uno de los caminos que le ofrece la vida, para alcanzar la iluminación, la elevación, contra la ignominia y la tiranía. Está expresa en el espíritu, el lenguaje y el pensamiento, de la época que viven.

El mundo y lo objetivo como verdad, niegan lo subjetivo, la aventura interior, lo elemental, como algo sin valor. Por eso, la juventud se opone a la realidad con las armas del presente oportuno y los sentimientos. Porque lo eleva, le aumenta su sensación de energía, de fuerza y dominio propio. (Mann).  Saben que la mentira estimula el odio y se opone a la verdad. A la verdad que tiene como fundamento la libertad. La juventud no sólo consigue dominar las dificultades paralizadoras de estos tiempos. Sino también el tiempo mismo, la época de la cultura y la cultura de la época. Porque posibilita la creación de una época venidera donde la verdad y lo justo, la igualdad y la lucha contra el fascismo, el racismo, la injusticia social, florezcan como prados en flor.

Y ella se apropiará de los instrumentos de la creación y montada en su cabalgadura, absorberá los obstáculos y, en atrevido galope, saltando de un borde a otro los barrancos, y este acto es, mil veces más agradable a la vida que una existencia que arrastra sus pies detrás de las ilusiones ópticas y auditivas de la realidad cotidiana. Ellos saben captar la disolución en la luz de todos los crepúsculos, tal como el pecador que soporta el tormento y la ignominia como partes de la contrición que lo conduce a los pies del Señor.

La juventud desde la esfera del espíritu y la soledad, responde a la llamada del Destino, a abrirse paso desde la subjetividad liberadora, y acceder al mundo para desgarrar la red de la soledad y el dolor, que le impiden relacionarse con las cosas y las demás personas. Expresa la libertad de inteligencia, la libertad de pensar, de interpretación elevada de los hechos elementales.

Un mundo como el actual le pone obstáculos a la juventud para que se habrá paso, para que dé un paso adelante ante los acontecimientos históricos. Saben que el mundo presenta una atmósfera llena de incertidumbres, de penurias y desazón; la guerra, el Dios de la guerra parece marcar el paso de los acontecimientos históricos, acompañado por su consorte de la crisis económica internacional, el enfrentamiento comercial entre Estados Unidos y China, la guerra de Ucrania, el Dios de la guerra se manifiesta con crueldad en Yemen, Medio Oriente, Colombia y otros pueblos que son abrazados por el fuego del dolor, del sufrimiento y la muerte.

Existen pueblos en que una “selecta minoría” ha controlado la renta, la riqueza, la tierra, el poder político, la educación y la cultura, y esto se convierte en un problema fundamental en la historia del país. Son pueblos con crecimiento económico, pero con grandes desigualdades. Porque se eleva el beneficio de las entidades financieras y aumenta la marginación social. En este orden de ideas, se percibe en las relaciones internacionales el renacer del neo-nacionalismo y el proteccionismo, del populismo, agresivos y barbaros, que inducen a los gobiernos de las potencias mundiales a invertir en desarrollo armamentístico, más cuando se ha rota el Acuerdo Nuclear entre Rusia y Estados Unidos.  

Ahora bien, en una atmósfera turbulenta y caótica en que vivimos, ¿cuál es el papel de la juventud? Desvelar y criticar el sentido oculto de los procesos históricos y de la guerra, la violencia, el hambre, la injusticia y la violación de los derechos humanos, en particular. Frenar con acciones prácticas el avance de la xenofobia, el racismo, el cambio climático y el recorte de las libertades. Así que, tengamos presente en estos tiempos de nubarrones oscuros sobre la existencia humana y el espíritu, que éste será en su elevada presencia la llama de la vela, que alumbrará en tiempos aciagos y peligrosos para la creación y la acción que dirige y da forma al espíritu.

Como dijo Thomas Mann, en El Doctor Fausto: Tengo, por otra parte, el convencimiento de que las osadas empresas del espíritu, las más libres, las que estarán al frente de los acontecimientos humanos provienen de la joven generación y acabarán siempre por ser benéficas para los hombres.

Sabemos que somos parte de tiempos donde prevalecen los hechos significativos sobre los actores insignificantes. Esto es válido para la política, la economía y la cultura en general. En el horizonte se percibe un nuevo derrumbamiento que afectará todas las instancias de la vida humana. Estamos como pueblo, como nación y como hombres de carne y hueso, expuestos a fuerzas que trascienden moral y físicamente los diques de contención que permiten la “Vida” sobre la Tierra.

Estamos de hecho expuestos a la ley de la fuerza, la barbarie y la muerte. Parece que en el mundo prevaleciera la incomprensión, la irracionalidad y el odio, a toda empresa humana que posibilite, el juicio de los hombres y de Dios, la permanencia de la “Vida” sobre la Tierra. Por eso, la joven generación es la luz que alumbra en medio de la oscuridad y de las desavenencias humanas del mundo que vivimos. En ella se encarna la libertad, la vida profunda de los pueblos y sus generaciones.

                                            Madrid-España a 04/02/2023

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