LA CRISIS DEL LENGUAJE EN LA ACTUALIDAD
GEORGE STEINER
<<El Sistema democrático es un espacio público
constituido por los productos
del trabajo, la cultura y las instituciones>>.
Hannah Arendt
Antonio Mercado Flórez. Filósofo
y Ensayista.
En la historia de la humanidad el lenguaje se ha ubicado en el centro del tejido del ser. Aristóteles define al hombre como un animal que habla; la lengua se ubica en el palpito de la naturaleza del ser. Vico piensa que hace parte de la conciencia y con ella forma un todo; Heidegger que es la casa del ser; Steiner piensa que el hombre es animal que habla. ¡Eso es el hombre! ¡Esa es nuestra humanidad! Pascal cree que en definitiva hay una trascendencia, la posibilidad de entendimiento humano y, ese entendimiento se produce entre los humanos, porque posee lengua; Benjamín piensa que lo que diferencia la lengua de los hombres de la lengua de las cosas, es la voz. Porque la lengua de éstas es un profundo lamento. Ahora bien, Steiner sugiere que entramos en una civilización de lo aleatorio, lo artificial, de la mentira, de la duda fundamental y total, sin apuestas, podría suceder que ciertas grandes categorías del arte, del sentido de la vida y de la realidad, ya no volvieran.
Estamos en los umbrales de un
mundo diferente al de nuestros mayores. Donde el común de los mortales no tiene
ni idea de lo que trama el Gran Poder. Se
están tejiendo relaciones de poder entre la ciencia, la técnica, la política y
la economía. Es el ámbito donde se ubica y se proyecta el hombre en la
actualidad. Que el sentido de identidad, de diferencia con el otro, se está
diluyendo en la técnica, la estadística y el poder. Que la gramática de los
procesos vitales, el modelo orgánico de articulación secuencial y genética del
que surgió el lenguaje, están seriamente cuestionados. En el mundo actual hemos
olvidado que la historia del pensar es la historia del lenguaje.
Existe un paralelismo entre la
crisis del lenguaje en el siglo XX y la del umbral del XXI. En el XX por la
Primera y Segunda Guerra Mundial y, las guerras y violencias periféricas, el
hombre llega a perder confianza en el lenguaje; en el XXI la primacía de la
técnica y los lenguajes digitales en la vida biológica y mental de los seres
humanos. El humanismo que había alimentado la consciencia europea y occidental,
se desmoronó. Y esta inflexión en la historia occidental afectó los centros vitales de la cultura y la
civilización.
Sabemos que las imágenes del
mundo, del hombre, la naturaleza y la historia y la sociedad, son imágenes
semánticas y lingüísticas. Imágenes que no responden a las necesidades humanas.
Que todo lenguaje está en relación activa y eventualmente creadora con la
realidad y el mundo. Y, si se pierde esa facultad lingüística del hombre, cae
en el hoyo profundo y oscuro de la desesperanza, del odio, la violencia, el
instinto y la muerte. Ahora bien, ¿qué desea el populista, el demagogo, el
poder financiero e industrial y empresarial? No sólo el control del cuerpo
humano, también la mente, los sentimientos, la sexualidad, el espíritu y el
lenguaje. Desean que la relación de lenguaje y mundo, de lenguaje y realidad,
de lenguaje y libertad, se convierta en algo aleatorio. En esta civilización
técnica, del espectáculo y de masas, lo fundamental de la existencia pierde el
sentido que le corresponde.
Así que, la crisis del lenguaje
lo convierte en instrumento de opresión, coacción y dominio. Existen gobiernos,
partidos políticos y personas, que desean extirpar el pasado de la memoria
verbal; y ubicarnos en un presente sin pasado, así la memoria, el recuerdo y la
rememoración, son borrados por decretos. Donde una colección de ficciones y
mentiras, reemplacen la diversidad de la memoria individual. En la gramática
del lenguaje autoritario, populista y demagogo, las conjunciones verbales se
producen en un presente impersonal y un futuro utópico. Que hay que estar
preparados para hacerle frente a estas relaciones de poder y para plantarles
cara se necesita una concepción nueva de la libertad.
Como expresó Ernst Jünger
en La emboscadura: el ser humano ha
de ser consciente que ha de edificar no sobre los aparatos, sino extraer la
energía de las fuentes que le son propias. El ser humano ha de saber cuáles son
aquellos puntos donde no le es lícito traficar con su decisión soberana. La situación
de animal doméstico arrastra consigo la situación de animal de matadero.
Allende la civilización y las seguridades que son procuradas por ella, la salud
y las esperanzas de vida dependen de que una cuando menos una de las raíces continúe nutriéndose directamente del reino
telúrico.
Así que, Steiner en la
década del 70 del siglo pasado predijo lo que ahora acontece. Que la
prevalencia de la técnica, la sociedad de consumidores, la sociedad de masas y
la cultura de masas, atentan contra la coherencia de la identidad y del
lenguaje. Así pues, vivimos rodeados de oleadas de mendacidad. Millones de
palabras y de imágenes, absolutamente vacías de significado nos rodean. El
silencio se convierte en una prerrogativa de las elites o de los marginados
enjaulados. Como resultado, las formas expresivas sufren una enorme inflación.
Su precisión, su contenido claro y verificable, se ha degradado para comodidad
de los usuarios.
Vemos una drástica
disminución y estandarización del vocabulario y la sintaxis. Existe tanto
derroche de las imágenes y las palabras, que experimentamos un vacío enorme de
la existencia y el lenguaje. Esto ha provocado una crisis del lenguaje, del pensar y la esencia del hombre. Ahora el
lenguaje se ha ubicado en su parte material y no comunica los contenidos
espirituales que le corresponden. Parece que el lenguaje no fuera la <casa
del ser> –al decir de Heidegger. Que Steiner llama: <un retraimiento de
la palabra y el pensamiento>. Porque el pensamiento es una
<<forma>> del lenguaje. Y la función del pensamiento es relacionar
la verdad del ser y la esencia del hombre.
Asistimos a que la palabra
vacía de demagogos y populistas, los códigos no verbales como las matemáticas y
las imágenes, controlen y definan gran parte de la realidad. Ellos han posibilitado
un aura nueva, una epidermis más
sensible. Las ondas, en sí carentes de lenguaje, están a disposición de
cualquier texto o imágenes, que golpean con la virulencia de la ola al romper
–al decir de Jünger. Ora, las palabras que reposan en las fuentes profundas del
lenguaje se están profanando en nombre de la publicidad, el consumo, la
política y la economía. Nos preguntamos, ¿está la membrana viva del lenguaje
alejándose de la identidad y la muerte del hombre? ¿han tomado el lugar del
lenguaje y del pensar, las <<nuevas
utopías de lo inmediato>>, que hacen que nuestras vidas sean
insignificantes y estén destinadas al olvido?
Sabemos que a medida que
crece el automatismo, el poder político y económico, y los poderes colectivos
sustituyen a la persona individual, las instituciones y los valores de nuestros
mayores, se sustituyen. Por eso, ante los espejismos de los poderes técnicos;
de lo único que el hombre sale garante ahora es de sí mismo. Ahora es cuando se
convierte en antagonista de Leviatán,
más aún, en su domeñador, en su vencedor –dijo Jünger. No se trata de un
concierto automático, de relaciones numéricas organizados por el Gran Poder -del cual no hay
escapatoria-, sino de la libertad y la autonomía de la voluntad. Que el hombre
siga bebiendo de las fuentes espirituales que manan del poder telúrico y divino
que posibilitan ir allende del tiempo en busca de lo trascendente que mora en
él. Para que se revele la justicia, la verdad, la libertad, la fraternidad, que
mora en todos y cada uno de nosotros.
De ahí que las
tecnocracias populistas, la sociedad de masas y la cultura de masas, deterioran
la política, la libertad y el lenguaje. Vemos que no existe correspondencia
entre la realidad y el lenguaje, la práctica política y las necesidades de la
sociedad, porque la crisis del lenguaje se expresa en su cultura. Porque la
cultura que predomina es, la publicidad y el consumo de masas, que trajo una
especie de semialfabetismo. Así que, la preocupación por la situación actual y
la vitalidad del lenguaje, no se puede considerar como algo
<<coyuntural>>, ya que equivale a no comprender lo que sucede. La
reducción de la sintaxis y el vocabulario, la semántica y la gramática, por los
medios de comunicación de masas y los lenguajes digitales, tienen un cometido
político y económico que intensifican los procesos de falsificación y
deshumanización. Que escenifican las difíciles relaciones entre el lenguaje y
la política. El <<fracaso de la palabra>> es un tema esencial en la
literatura moderna, desde Lichtenberg y Kafka hasta Paul Celan y Beckett.
Estamos en los
frontispicios de una alta civilización técnica y de masas, donde las
humanidades pasan a una situación de pos- humanidades y se expresan en una
<<general retirada de la palabra>>.
Además, la palabra y el verbalismo se reemplazan por las imágenes y los
números, que implementan la mediocridad y la cultura del artificio. También los sistemas políticos los podemos
conocer por su lenguaje. El vocabulario que de alguna forma institucionaliza un
sistema político nos dice mucho de las poderosas corrientes subterráneas que lo
alimentan. Para Orwell y Steiner, las mentiras y la barbarie autoritaria o
totalitaria, son fenómenos íntimamente ligados a la corrupción del lenguaje y a
su vez exacerbados por esa misma corrupción. El lenguaje de la mentira y el
odio, reemplaza al de la convivencia, la tolerancia, la paz y respeto a la
otredad.
De ahí que el lenguaje
autoritario, totalitario es diferente al lenguaje de la democracia. Palabras inclusivas:
la Constitución, Estado de Derecho, solidaridad, libertad, partidos políticos,
tolerancia, fraternidad, respeto, democracia, igualdades, diálogos, pactos,
consensos; componen todo el vocabulario del Estado
democrático Social de Derecho y del
Sistema democrático. Ahora, en un Sistema
democrático el poder de las palabras es importante, ya que el uso habitual
de ellas, su socialización, sirve para interiorizar y afianzar los valores que
designan. En este orden de ideas, las palabras trabajan a favor de la democracia y del Estado de Derecho. Entonces transforman en cultura los valores
proclamados en el texto constitucional.
Madrid-España a 28/09/2021
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