Martín Heidegger.
Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.
El pensamiento de Heidegger es claro, el elemento primario del hombre en cuanto existente es pensar la verdad del ser. Es pensarla en el claro que adviene para que el hombre se aproxime a ella. Si éste no piensa la verdad del ser, el lenguaje no comunica los contenidos espirituales y se convierte en medio, algo exterior a sí mismo. Así pues, el lenguaje como imagen, como signo, como medio, sólo se sostiene por el Sistema General de la Información. Ya que el ámbito en el que transcurren las noticias es, el que verdaderamente importa. Como en la política lo importante no son los hechos, sino las opiniones; en la información rápida y simultanea lo que interesa no es la palabra, sino la imagen. Esa constancia que hay entre noticia y noticia tiene distractores, que evidentemente justifican el Sistema General de la Información. Como las Plataformas Digitales, las Redes Sociales, Twitter, la T.V., etc. Que responden a relaciones de poder y saber, del Estado y las instituciones, los grupos de presión expresados en el Gran Poder.
Benjamín opone a la velocidad de las imágenes y
de la información, la narración. Se trata que en la narración se desande lo
andado; que toda narración llegue hasta el punto del origen. Volver al origen y
volver a empezar. Como hacen los niños en los juegos, la repetición posibilita
la alteridad y la diferencia con el anterior. En la repetición se esconde la
magia y la riqueza de la imaginación. Para Benjamín la narración asume el valor
de eternidad. Porque el narrador y el tiempo, la palabra y sus elementos,
siempre son diferentes. Aquí descansa la riqueza del pensar y del lenguaje, la
imaginación y la experiencia. Mientras exista alguien que narre es un volver a
empezar. Es la figura del eterno retorno de lo mismo, de Nietzsche. El tiempo
cronológico se fragmenta y el presente hay que pensarlo desde el origen.
El pensar que pregunta por
la verdad del ser y al hacerlo determina la estancia esencial del hombre a
partir del ser y con la mira en el ser no es, ni ética ni ontología. El pensar
consiste en rememorar al ser y nada más. El pensar ha sido arrojado por el ser
a la guarda de su verdad y reclamado por ella, dicho pensar piensa el ser.
Entonces, ¿cuál es el asunto del pensar? Guardar la verdad del ser y relacionar
la esencia del hombre y la verdad del ser. El pensar trabaja en la construcción
de la casa del ser que, como conjunción del ser, conjuga destinalmente la
esencia del hombre en su morar en la verdad del ser. En Heidegger el pensar se
circunscribe al espacio del ser y se refiere a éste en cuanto tal y nada más.
El pensar no asume la función crítica del ser, ni del ente (partidos políticos,
gobiernos, la sociedad civil libre y democrática o, un régimen totalitario,
etc.). Así, la morada donde habita el ser (el lenguaje), no sólo es el hábitat
de la esencia del hombre, sino también el medio de elevar el espíritu y el
pensamiento, a su responsabilidad histórica. Para Heidegger, cuando el pensar
representa a lo ente, a lo que se refiere es al ser. Pero lo que piensa de
verdad y en todo momento es lo ente como tal y jamás el ser como tal. Entonces,
la pregunta por el ser sigue siendo la pregunta por lo ente. Es decir, por las
cosas existentes en el mundo –una casa, un coche, una piedra, un rio, un
partido o un régimen político.
En el momento actual al
asunto del pensar le corresponde la pregunta por la técnica. Como fenómeno
originario de todo ente en el mundo de los entes. La pregunta por la técnica
entonces posibilita la pregunta por las figuras de lo ente. Partiendo de la
esencia del ser y pensada de modo adecuado y conforme a su asunto, un día
podremos pensar qué sea <casa> y qué <morar>. Ahora,
¿qué aclara la pregunta por la técnica? Heidegger, en el texto La pregunta por la técnica, tiene
presente tres principios: la determinación especifica de la época, la carencia
y la reorientación. Desde una perspectiva metodológica, su reflexión no se
reduce a la solución ni a la superación del problema de la técnica en la época
actual. Se trata, por así decir, confrontar la penuria, el peligro, la
carencia. Hacer frente a la penuria de la experiencia, del espíritu, de la
imaginación, del lenguaje, del pensar o, de la condición humana. En este orden,
el dominio de la técnica coincide con la penuria, que es, a la vez, vecina del
peligro. Quien vive en la penuria, no sólo está al borde del peligro, sino de
dejarse llevar por los espejismos de ésta.
En este orden de ideas, el
hombre experimenta un vació enorme y al hacerlo, se convierte en una pieza más
del engranaje. El ser humano cree que todo lo controla, pero la situación que
vive es de pobreza total. De penuria materia, mental y espiritual, por así
decir. Ora, <<la penuria es la <<ausencia de penuria>> en la
vasta extensión de lo disponible>>. La disposición de recursos del hombre
moderno, lo condujo a su miseria espiritual, mental y física. En medio de la
abundancia, abunda la miseria, uno de los fines del hombre moderno. Aquí
podemos darnos cuenta que, dentro del engranaje del sistema capitalista, el
predominio de la técnica, cumple funciones establecidas por el Gran Poder y las selectas minorías. Además, al peligro que representa la técnica en
la actualidad, al mundo de las existencias humanas desvela que cerca se ilumina
lo que salva. Por tanto, podemos percibir en él un otorgar, un revelar, la
carencia de las herramientas conceptuales, de la imaginación o, de la estética,
para revelar la verdad misma de la esencia de la técnica moderna. El mundo
moderno es pobre, demasiado pobre, en la percepción y la reflexión de la Condición Humana: el amor, la amistad,
la solidaridad, la igualdad, lo justo, la violencia, la guerra, el respeto a la
otredad y la diversidad, a la vida, los derechos y libertades del ser humana.
Para Heidegger, estamos
indefensos ante el poder que otorga la técnica, desnudos y desamparados ante
ésta como instrumento de poder y de saber. Así pues, la tecnología es la forma
en que el ser se manifiesta en la época actual. Además, por la primacía de la técnica
en la vida del ser humano, el hombre experimenta los seres que lo rodean como
objetos o números que puede someterlos a su control. Como consecuencia la
tecnología se hace posible. En la actualidad el dominio del hombre sobre la naturaleza
o, del otro hombre está determinado por la técnica. La tecnología en la
actualidad se convierte en instrumento de dominio y control. El poder de la
tecnología es <<planetaria>> en el sentido que esta manifestación del
ser abarca todo el planeta y afecta la relación del hombre con la naturaleza,
al propio hombre y al universo. De ahí que todas las <<figuras>>
del ser en el planeta son abarcadas por la tecnología. En un mundo como el
actual, es necesario el pensar, la imaginación y las <<formas>>
estéticas, porque implican una respuesta auténtica del hombre a la revelación del
ser. El cuestionamiento dice Heidegger es la piedad del pensamiento. Platón
dijo: una vida que no se cuestiona no merece vivirla.
La reflexión de Heidegger
en la historia de la metafísica occidental tiene presente, el <olvido del
ser>. Por eso, la <<era de la técnica>> y el <<final de la
metafísica>>, pertenecen al tejido de la historia de la cultura
occidental. En Heidegger, el último estadio de la metafísica como olvido del
ser viene dado por la filosofía nietzscheana de la voluntad de poder. Con ella
el subjetivismo moderno llega a su máxima expresión. Piensa que la diferencia
entre ser y ente se había perdido en la diferencia entre objeto y sujeto. Así
que, la voluntad que se quiere a sí misma y lo es todo, es la última fase de
esta sustitución. Al dominio de la voluntad de la voluntad se le puede llamar
<<técnica>>. El superhombre, figura de la voluntad de poder, se
expresa en el dominio mundial del hombre tecnificado. En otras palabras, del
mundo técnico y del colectivo técnico, expresado en el Estado técnico absoluto.
Así que, el control de la
técnica sobre el hombre, no puede reducirse sólo a algo técnico. En el dominio
técnico de la vida, el humanismo salta por los aires como una costra seca,
porque éste se entiende como el dominio del hombre sobre sí mismo. Lo cual en
la época actual no se da. El dominio del hombre sobre sí, es otorgado a la
función técnica. Técnica y humanismo son dos expresiones de la esencia de la
técnica. Así que, la planificación de la vida – que corresponde con la
objetivación, la numerificación, el pensar representativo, la abstracción, las
imágenes en movimiento y el conocimiento científico-técnico - nos llevan a
creer, que sabemos darle un orden a las cosas y la vida; incluso conseguir la
felicidad. Aquí en este espacio socio-cultural, científico-técnico,
político-económico- el libre albedrio, el orden de las cosas y la vida, se
convierten en falacias del Gran Poder.
Así pues, el mundo del
artificio crea la ilusión de libertad, de autonomía de la voluntad y de
felicidad del ser humano. Y, el Gran
Poder induce al hombre a caminar por un desfiladero estrecho y funesto que
lo conduce al vació total. Nos compelen a vivir en la esfera de la consciencia,
de las relaciones artificiales, del dinero bancario, el consumo y, nos ocupamos
de manera exagerada a pensar en la situación en que vivimos. Se trata, en
última instancia, de arrebatar al hombre la capacidad de asombro y de soñar.
Este tipo de hombre que responde a las apetencias de la técnica y del Gran Poder, no se arriesga a desandar lo
andado o, a caminar por caminos no transitados.
Ernst Jünger pregunta:
¿qué será lo que el Weltgeist, el
Espíritu del Mundo, ¿tendrá reservado hoy para sus soñadores y durmientes? Se
trata de crear la ilusión psicológica que la condición humana es soportable
para todos; lo cual es mentira. Es, uno de los senderos que ha de transitar el
pensar reflexivo, develar las mentiras del poder. Reflexionar que la esencia de
la técnica se extiende por doquier, la política, la economía, la cultura, la
ecología, participan de esa esencia.
Lo que es lo mismo, es en
el concepto cognitivo en lo que se basa toda fabricación y producción. Lo que
interesa no es el movimiento de las manipulaciones de los instrumentos como
actividad, sino entender los procedimientos técnicos. De ahí que la esencia de
la técnica porte en sí la iluminación y la verdad del ser. Por tanto, las
esferas de la esencia de la técnica no son indiferentes al arte, la literatura,
la música, la poesía, al lenguaje, la filosofía y a la cultura en general. De
ahí que hay que percibir la técnica como instrumento y la esencia que la
determina, en su cultura.
Madrid-España a 07/09/2021
Nota: Estos fragmentos
hacen parte del libro que escribo referente a la Carta sobre el <<Humanismo>>.
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