sábado, 16 de enero de 2021

EL HOMBRE FÁUSTICO EN LA ÉPOCA MODERNA

 

                 

 

 Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Ensayista.

 

Para el hombre fáustico, ¿cuál es la esencia de la técnica? Sólo partiendo del alma humana puede descubrirse la significación de la técnica. La técnica es la táctica de la vida entera. La técnica no debe comprenderse partiendo de la herramienta. No se trata de la fabricación de cosas, sino del manejo de ellas; no se trata de las armas, sino de la lucha. (Oswaldo Spengler). Lo importante en el mundo de la técnica no son los instrumentos, sino el uso de ellos. Así, la técnica, la táctica y la lucha por la vida, van estrechamente unidos en el devenir del tiempo humano. En el mundo del hombre fáustico no se trata aquí de cosas, sino siempre de una actividad que tiene un fin.

En el animal no humano existe, por el contrario, la <<técnica de la especie>>. Es una técnica no personal, que no hace parte de la naturaleza humana, sino que es fija y repetitiva. En la técnica del hombre que es táctica de la vida y vida que lucha, es inventiva y, transforma el trabajo humano. En la esfera animal cada individuo se limita a ejecutar lo aprendido de generación en generación. No existen puntos de inflexión históricos, del pensar y el lenguaje; porque se ubican en la parte biológica del ser animal.

El hombre, por el contrario, se asombra, imagina, reflexiona, crea, innova y con el manejo de la libertad, la experiencia y el saber, rompe con el poder y la verdad. El ser humano es impredecible, ambiguo, contradictorio, insondable e infinito, en estas esferas descansa lo humano y lo divino de la naturaleza humana. Por eso, rompe las cadenas del determinismo económico, político, social y cultural, del mundo que vive. Esto es política.

La Edad Moderna significa desarrollo de la técnica, la economía y la ciencia, y el despliegue de pensamientos determinados por la estadística y el cálculo. La experiencia de la civilización fáustica es el fin de un siclo de la civilización occidental. Así que, perdiendo el alma se comprende la significación de la técnica; la técnica de la vida entera. La pregunta por la técnica desde la esfera del pensar filosófico, es la pregunta sobre el ser y la verdad. Al filósofo no le interesa el qué de la técnica, sino el destino de ésta en la verdad del ser.

En la Edad Moderna el hombre fáustico es el hombre de la fuerza y el poder. Un ser que tiene como meta el dominio de la naturaleza y de los hombres. No es el que nace por generación espontánea, sino como producto de una espiritualización severa y enérgica. Una espiritualización que se apropia de la naturaleza y la vida de los otros, y en su defecto, los convierte en objetos o números, sustituibles y consumibles. La espiritualización de la existencia tiende a la abstracción y a la estadística de la vida y, la objetivación se pierde en el tejido de los lenguajes digitales.

En esta esfera de la existencia la condición humana y, en particular la acción entra en crisis. Porque la técnica y la ciencia en la vida de las personas, deteriora la esfera de la política con distractores que ocultan el sentido de realidad y de la vida del ser humano. Así, los medios de comunicación de masas, las plataformas digitales, las técnicas de mensajería rápida y simultánea, implementan la cultura del artificio sobre los valores del momento oportuno. Esos que posibilitan las preguntas fundamentales de la existencia del hombre sobre la Tierra.

El hombre fáustico que conquista y coloniza tierras lejanas está dando paso a la conquista del mundo interior del hombre: el alma, el espíritu, la zona de la sentimentalidad y el cerebro. La antigua ciudadela en la que el hombre se refugiaba de los avatares de la existencia -el sufrimiento, el dolor, la enfermedad, el hambre, las injusticias, las discriminaciones, el odio o, la muerte-, da paso a relaciones de fuerza y de poder, que llegan a lo más profundo de la condición humana.

La acción, la esfera donde el hombre desarrolla la capacidad de ser libre, y de relacionarse con los otros, de crear valores de cultura y obras de arte, es decir, construir un mundo común, se remplaza por un mundo en el que predominan las categorías, los valores y la realidad de la cultura del artificio. Se olvida que sólo el hombre está implicado en el destino de la existencia; por eso, es la verdad del ser, lo que posibilita la existencia del hombre. En Heidegger lo único que es mundo se expresa en la verdad y el lenguaje.

De ahí que la crisis de la cultura se manifiesta como del pensar, del lenguaje y del ser. Así, en esta alta civilización técnica y de masas, el humanismo no se determina en función de la historia, el mundo y el fundamento del mundo. Sino en función de la política, la economía, la técnica y las relaciones de poder. La crisis de la condición humana tiene que ver con la crisis del logos, del pensar y de la libertad, porque la historia, el mundo y su fundamento, no posibilitan al ser humano los senderos para guiar y poder dejar ver, la apertura del ser y de la existencia. El Dasein –el ser ahí, la realidad histórica. Se trata no de respuestas, sino del preguntar, dejar ver lo interrogado y cuestionado, para que el ser y el hombre alcancen la altura que les corresponde en la historia y la vida.

El hombre fáustico en esta época de desarrollo científico-técnico, los convierte en instrumento de coacción, dominio y poder. Este tipo de hombre impone la voluntad de poder, en la que la vida se erige como poder y se levanta con la fuerza que contiene sobre el arte, la música, el mito, la novela y la filosofía. Para esta estirpe de hombres el núcleo de la historia está en la acción conquistadora de bienes y servicios, el dinero y el poder. Por eso, la degradación de la condición humana está ligada a la conversión del hombre en objeto o número.

Ernst Jünger expresó al respecto: son climáticas las causas de tal <<numerificación>> o <<conversión en cifras>>; es preciso buscarlas por debajo de la esfera política, buscarlas por debajo incluso del lenguaje. (La Tijera). Podemos ver como la estadística determina cada vez más la vida privada y pública del ser humano. Es necesario que el hombre encuentre el camino para que ordene las cosas visibles de acuerdo a su rango invisible. Por tanto, toda obra y toda sociedad deberían estar estructuradas según ese principio. (Jünger). Si procuramos hacerlo realidad en la palabra, el pensamiento, la política, la economía, o el sentimiento estético de la existencia, el juego de las imágenes que la vida trae consigo, posibilitarían la capacidad de ser libre y que el hombre trascienda las limitaciones de la vida privada y pública, que implementa el Gran Poder.

Por estar inmerso en el mundo de la fugacidad del tiempo y de la vida, no se percibe que todas las cosas visibles deben ordenarse de acuerdo a su rango invisible. Es un susurro que se escucha en la lejanía que se acerca como la alegoría, que lo fundamental de la existencia, lo que está detrás del forro de los fenómenos, es lo que importa y cambia nuestras vidas. Aunque el lenguaje envejezca y el pensamiento no responda a las apetencias humanas, debemos asombrarnos del delicadísimo equilibrio que se extiende luego a las demás zonas de la vida.

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