sábado, 16 de agosto de 2025

 

 

 

                                        Edgar Morin                                                         

                             La Crisis de la Humanidad

                                                                 Madrid-España a 15/08/2025

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

 

Edgar Morin en el texto: “La Vía. Para el futuro de la humanidad”. Recuerda que, “la globalización, la occidentalización y el desarrollo alimentan la misma dinámica que produce una pluralidad de crisis interdependientes, intrincadas, incluidas la crisis cognitiva, las políticas, las económicas y las sociales, que, a su vez, producen la crisis de la globalización, la de la occidentalización y la del desarrollo.

   La gigantesca crisis planetaria es la crisis de la humanidad que no logra acceder a la humanidad”.

Somos parte de una aventura que empezó hace miles de años, llena de crueldad, de sufrimientos, de dolores y de muerte. Pero también pletórica de retos, “de grandeza, de apogeos y desastres, de servidumbres y emancipaciones, que hoy arrastra a ocho mil millones de seres humanos”. De lo que si somos conscientes es, que, esta lucha en la Tierra, se manifiesta en la lucha entre los elementos, las fuerzas de la muerte y las de la Vida.

Así que, “las unas y las otras no sólo combaten entre sí, sino que se retroalimentan, ya que la descomposición de la muerte hace posible el renacimiento y la metamorfosis, pero también los asfixia: “Vivir de muerte, morir de vida”, la fórmula de Heráclito que expresa la ambivalencia de la crisis planetaria”.

El desarrollo del desastre profundiza la crisis de la Humanidad, a un abismo inimaginable. La Humanidad está guiada por cuatro fuerzas: “La ciencia, la técnica, la economía y el lucro, poseedores cada uno, de una sed insaciable: La sed del conocimiento (ciencia), la del poder (técnica), la de posesión y la de la riqueza”. En este orden, la ciencia ha traído ingentes beneficios a la Humanidad, pero a la vez, desastres y muertes. La industria armamentística y, la bomba atómica que pende como la espada de Damocles sobre la nuca de la Humanidad.

La técnica en la actualidad ha dominado las fuerzas de la naturaleza, la furia de los elementos, pero también ha sometido y dominado a los seres humanos. Pero, en particular, está desplazando la libertad del ser humano, hacia la velocidad y el automatismo.

      El hombre actual está entregando la libertad a cambio de unas pocas monedas de lo actual.

La economía ha posibilitado ingentes riquezas, bienestar y desarrollo, también miserias, hambre, exclusiones, polarización social, educativa y cultural. De ahí que una economía desregularizada incentiva el lucro y un capitalismo de consumo, que todo lo convierte en “valor”. Un capitalismo desenfrenado, que incentiva la carrera de la Humanidad, hacia el abismo.

Como expresa Edgar Morin:

“El capitalismo financiero dominante, desconectado de la economía real y dedicado a defender el interés exclusivo de los especuladores, ha provocado la crisis económica de 2008 y sigue alimentándose, como un vampiro, de nuestras sustancias vivas. Como ha dicho Alain Touraine en Apres la crise, el capitalismo se ha puesto por encima de la humanidad y deberíamos desterrarlo de la humanidad”.

Somos parte de un mundo dislocado y agresivo, que “acentúa los antagonismos” y, “alimentan los movimientos ideológicos-políticos-religiosos”, que exaltan el odio, la discriminación y el racismo, y, provocan histerias colectivas, fanatismos religiosos y políticos, “que favorecen las guerras y las expediciones punitivas”. Dice Edgar Morin:

“Hay dos barbaries que se encuentran más aliadas que nunca: la barbarie surgida de las profundidades de la historia, que mutila, destruye, tortura y masacra; y la barbarie fría, gélida, de la hegemonía del cálculo, de lo cuantitativo, de la técnica, del lucro a costa de las sociedades y las vidas humanas.

                     Estamos hundiéndonos en una edad de hierro planetaria”.

 Es algo evidente y real, que se constata todos los días, “los barbaros, enemigos de la humanidad”, acampan a sus anchas en la Tierra. De ahí que “el capitalismo desenfrenado de hoy no es la única amenaza para la humanidad”; asimismo, está la técnica, los “fanatismos desenfrenados, las dictaduras implacables”; que alimentan la posibilidad del nacional-populismo, el totalitarismo, y la limpieza étnica y religiosa, como la que lleva a cabo Israel sobre Palestina.

Somos parte de un mundo que vive en el devenir de la ilusión de un progreso científico, técnico, social y económico, infinito y cuantitativo. Debido a la revolución de las comunicaciones y de la información, de los algoritmos y la IA. Lo inhumano se extiende, lo humano se descompone, se degrada, asimismo triunfa el simplismo, y la hondura y la complejidad del pensamiento se diluyen en las imágenes en movimiento, los lenguajes digitales y las redes sociales.

Estamos en el centro de un devenir histórico-político, que ataca a la naturaleza humana, esto es, a la esencia que la determina. La humanidad del ser humano se sustituye por lo pasajero, lo fútil y rápido del tiempo actual; ya que prevalece la violencia, el odio, la discriminación, el racismo y la guerra. Y, olvidamos la enseñanza de Martín Heidegger: La esencia del ser humano y del pensamiento, moran en el lenguaje. “El lenguaje es la casa del Ser”. El poeta y el pensador son sus guardianes.

Así, el humanismo del ser humano, la humanidad de éste se precipita hacia el abismo. Vivimos en un mundo desesperanzado, el hombre no tiene confianza en sí mismo, porque la ha delegado a los instrumentos técnicos, al poder, al armamentismo, al dinero, al consumo, al lujo y las bellas materias. También hemos perdido la confianza en los pilares de la civilización y la cultura de Occidente y, esto se constituye en una tragedia fundamental para el ser humano.

Respecto a Europa, “se encuentra en un estado agónico, bloqueada por la contradicción entre el hermetismo nacionalista y la necesidad de reconocer el destino común de sus naciones, que no proviene del pasado, lleno de conflictos, sino que le es impuesto por el futuro. El nacionalismo se alimenta de enemigos. Y la gran sustitución es aquella que amenaza con reemplazar las ideas humanistas y emancipadoras por las supremacistas y xenófobas”.

El nacional-populismo se alimenta del odio, la discriminación y el racismo. El nacionalismo niega el principio fundamental del Humanismo: La semejanza entre los hombres. Reemplaza las ideas y los principios del humanismo laico y cristiano: el amor, la solidaridad, la justicia, la fraternidad, la verdad y la libertad. Por la confrontación, la discriminación, la polarización y el caos en la convivencia social.

Se opone desde dentro a las instituciones democráticas y al Estado de Derecho, a la pluralidad, la diversidad ideológica, y aboga por el mito de la grandeza, la raza, la lengua, las costumbres, la religión. Niega el destino común de los seres humanos y de las naciones, y lo remplaza por la segregación, la mentira, el odio, la animadversión, la xenofobia y la violencia. Estas acepciones y principios están implícitas en el Estado y sus instituciones, la familia, la sociedad, la religión, la lengua y la cultura.

La barbarie tiene muchas acepciones, como dijo Edgar Moran al periódico El Mundo de Madrid-España del 03/08/2025: “La barbarie del pensamiento está en la simplificación, en la disociación, en la separación, en la radicalización … en detrimento de la complejidad, de los vínculos inseparables y también del sueño y la poesía. El pensamiento se ha convertido en un apéndice del cálculo, cuando originalmente el cálculo debía ser un apéndice del pensamiento”. Esta mutación en el orden del conocimiento y del saber, da paso a la Inteligencia Artificial y la Cultura del artificio, que exaltan la mediocridad, lo fútil, lo pasajero, y la Civilización del espectáculo que enaltece los valores culturales y morales superficiales, sobre el sentido estético, mítico y religioso del hombre actual.

Somos parte del devenir de un progreso cuantitativo que degrada toda forma de cualificación y, en particular, la ética y la moral. El aumento de la información y la comunicación en la sociedad de masas y la cultura de masas, degrada la cualidad del Ser y el existir. En esta sociedad y en esta cultura, se observan ciertos rasgos deshumanitarios que se aceleraron en el Siglo XX y principios del Siglo XXI: la barbarie en el individuo y las comunidades. El hecho de las guerras nacionales, las guerras entre naciones, la violencia endémica en ciertos países por los recursos naturales y las riquezas y el poder político, nos induce a pensar que estamos inmersos en una nueva especie de barbarie.

Edgar Morin dice que, en la actualidad “la cultura es lo que puede unir los saberes y fecundarlos. La complejidad es el desafío que la realidad lanza a nuestras mentes, no es una ideología. Es necesaria una reforma del pensamiento y una reforma de la educación que permita afrontar las complejidades, integrar los diferentes saberes y soportar las regresiones”. Esa reforma de la educación y del pensamiento, ha de desembocar en saber afrontar la complejidad del mundo actual, y estar dirigida ahondar en el Humanismo de la cultura y del pensamiento.

Es necesario que la complejidad de la realidad del mundo que vivimos, hay que percibirla en una red de flujos de interacciones mentales, estéticas, técnicas, económicas, sociales y culturales. Una complejidad que integre la pluralidad de saberes y prácticas sociales y, soporte las regresiones y los diversos “tipos” de violencia. Como dijo Moran: “Los conocimientos sobre lo humano se han vuelto cada vez más parciales, limitados, compartimentados, marcados por la disociación entre lo espiritual y lo material, entre el cerebro y la mente”.

Existe en el tiempo nuestro el reconocimiento de la complejidad de la identidad humana. “Homo sapiens es también Homo demens: la locura, el delirio, el exceso son una posibilidad permanente. La locura y el delirio están siempre presentes en el ser humano, y uno de los polos puede inhibir al otro. Somos testigos del delirio de los fanáticos que se multiplican, de la locura de ilusiones que se creen racionales. Y al mismo tiempo asistimos a la proliferación de cegueras de una racionalidad puramente técnica y económica que ignora las realidades profundas de lo humano”.

En términos políticos, Donald Trump es la representación de la locura, del caos, la intimidación y la ilusión del poder. Estamos viviendo la época de la hiperrealidad o, de la posrealidad, porque ésta responde a los algoritmos, las imágenes en movimiento, las redes sociales o, a la IA. Una realidad que ha creado sus agentes propios para que gobiernen el mundo: Donald Trump, Vladimir Putin y Xi Jinping. Que encarnan las relaciones de fuerza y de poder mundiales.

Todo lo humano se ha convertido en pasajero, y el presente actual demerita la complejidad de lo humano, el mundo y la realidad, y da paso a la mediocridad, al sin sentido de las cosas y de los actos humanos. Así que, “la proliferación de cegueras de una racionalidad puramente técnica y económica que ignora las realidades profundas de lo humano”, niega la esencia que caracteriza al ser humano: el pensamiento y el lenguaje. Porque la palabra está situada en un dispositivo técnico y no responde a las apetencias humanas, a las necesidades materiales, espirituales, éticas y morales del ser humano. De ahí que la esfera estética, el mito y la religión sean indispensables para comprender la barbarie y la complejidad del mundo y la vida humana.

En la naturaleza humana conviven la razón y la sinrazón, la razón y el delirio, la razón y lo instintivo, que estructuran la complejidad del ser humano. El problema consiste en que la trastienda instintiva, bárbara, agresiva, oscura, del cerebro humano, predomina sobre la razón, la luz y el espíritu. Esta contradicción expresa la crisis del hombre moderno o contemporáneo.

Una crisis que se manifiesta en todos los ámbitos de la vida humana: la racionalidad económica y técnica, el conocimiento y el progreso científico, la política y el arte, la actualidad y el mito, la secularización y la religión. Como expresa Morin: “Somos testigos del delirio de los fanatismos que se multiplican, de la locura de ilusiones que se creen racionales”. Esa realidad del mundo actual, conduce a la humanidad al abismo de la existencia individual y comunitaria.

Así que, no se logra algo bueno, bello, generoso, fraterno para la Humanidad, sin esperanza y libertad. El ser humano no puede encerrarse en las fortalezas del miedo, el dolor, el sufrimiento, la melancolía, la resignación, sino que luchando como un bravo soldado tenga la esperanza de encontrar la solidaridad, lo bello y lo bueno del hombre, tal como pensó Platón. Que la vida le ofrezca su lado maravilloso, encantador, que lo libere del egoísmo, el rencor y el odio.

Se trata de liberarse de los prejuicios, los usos, las costumbres, que atan al ser humano a la desesperanza, el odio, el dolor y el miedo. Que los más altos valores le ayuden a alcanzar la libertad, alejarse de las bajezas, las miopías mentales, sociales y políticas.

Se trata que prevalezca la Zona de la sentimentalidad, el espíritu, el amor, la solidaridad, la fraternidad, la lengua y la imaginación de la poesía de un pueblo. Porque “el esplendor de la vida es la emoción poética”. Existen pueblos y naciones sin el desarrollo de la racionalidad técnica y la racionalidad económica y social, pero no sin la imaginación poética popular. Dentro de la complejidad del mundo actual, debemos preservar los más altos valores morales, espirituales y éticos, que contribuyan a alcanzar la dignidad de la vida humana.

No olvidemos que la “Humanidad está ahora amenazada por peligros mortales: la proliferación de las armas nucleares, el desencadenamiento de fanatismos y la multiplicación de las guerras civiles internacionales, la degradación acelerada de la biosfera, la crisis y desregularización de la economía dominada por una especulación financiera desenfrenada”. Por esto la vida biológica y espiritual del ser humano, se convierte en un imperativo prioritario.

Entonces, lo improbable no es imposible en la vida del ser humano. Parece que los caminos que ofrece la Historia y la vida, sean improbables, pero no imposibles de alcanzar. El azar y el destino hacen parte de esta contradicción, que posibilitan caminos para alcanzar el sentido de Humanidad del ser humano. De ahí que los giros de la historia y de la vida han sido inesperados y fortuitos, que luego alcanzan estabilidad en el devenir del tiempo y el espacio.