sábado, 16 de agosto de 2025

 

 

 

                                        Edgar Morin                                                         

                             La Crisis de la Humanidad

                                                                 Madrid-España a 15/08/2025

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

 

Edgar Morin en el texto: “La Vía. Para el futuro de la humanidad”. Recuerda que, “la globalización, la occidentalización y el desarrollo alimentan la misma dinámica que produce una pluralidad de crisis interdependientes, intrincadas, incluidas la crisis cognitiva, las políticas, las económicas y las sociales, que, a su vez, producen la crisis de la globalización, la de la occidentalización y la del desarrollo.

   La gigantesca crisis planetaria es la crisis de la humanidad que no logra acceder a la humanidad”.

Somos parte de una aventura que empezó hace miles de años, llena de crueldad, de sufrimientos, de dolores y de muerte. Pero también pletórica de retos, “de grandeza, de apogeos y desastres, de servidumbres y emancipaciones, que hoy arrastra a ocho mil millones de seres humanos”. De lo que si somos conscientes es, que, esta lucha en la Tierra, se manifiesta en la lucha entre los elementos, las fuerzas de la muerte y las de la Vida.

Así que, “las unas y las otras no sólo combaten entre sí, sino que se retroalimentan, ya que la descomposición de la muerte hace posible el renacimiento y la metamorfosis, pero también los asfixia: “Vivir de muerte, morir de vida”, la fórmula de Heráclito que expresa la ambivalencia de la crisis planetaria”.

El desarrollo del desastre profundiza la crisis de la Humanidad, a un abismo inimaginable. La Humanidad está guiada por cuatro fuerzas: “La ciencia, la técnica, la economía y el lucro, poseedores cada uno, de una sed insaciable: La sed del conocimiento (ciencia), la del poder (técnica), la de posesión y la de la riqueza”. En este orden, la ciencia ha traído ingentes beneficios a la Humanidad, pero a la vez, desastres y muertes. La industria armamentística y, la bomba atómica que pende como la espada de Damocles sobre la nuca de la Humanidad.

La técnica en la actualidad ha dominado las fuerzas de la naturaleza, la furia de los elementos, pero también ha sometido y dominado a los seres humanos. Pero, en particular, está desplazando la libertad del ser humano, hacia la velocidad y el automatismo.

      El hombre actual está entregando la libertad a cambio de unas pocas monedas de lo actual.

La economía ha posibilitado ingentes riquezas, bienestar y desarrollo, también miserias, hambre, exclusiones, polarización social, educativa y cultural. De ahí que una economía desregularizada incentiva el lucro y un capitalismo de consumo, que todo lo convierte en “valor”. Un capitalismo desenfrenado, que incentiva la carrera de la Humanidad, hacia el abismo.

Como expresa Edgar Morin:

“El capitalismo financiero dominante, desconectado de la economía real y dedicado a defender el interés exclusivo de los especuladores, ha provocado la crisis económica de 2008 y sigue alimentándose, como un vampiro, de nuestras sustancias vivas. Como ha dicho Alain Touraine en Apres la crise, el capitalismo se ha puesto por encima de la humanidad y deberíamos desterrarlo de la humanidad”.

Somos parte de un mundo dislocado y agresivo, que “acentúa los antagonismos” y, “alimentan los movimientos ideológicos-políticos-religiosos”, que exaltan el odio, la discriminación y el racismo, y, provocan histerias colectivas, fanatismos religiosos y políticos, “que favorecen las guerras y las expediciones punitivas”. Dice Edgar Morin:

“Hay dos barbaries que se encuentran más aliadas que nunca: la barbarie surgida de las profundidades de la historia, que mutila, destruye, tortura y masacra; y la barbarie fría, gélida, de la hegemonía del cálculo, de lo cuantitativo, de la técnica, del lucro a costa de las sociedades y las vidas humanas.

                     Estamos hundiéndonos en una edad de hierro planetaria”.

 Es algo evidente y real, que se constata todos los días, “los barbaros, enemigos de la humanidad”, acampan a sus anchas en la Tierra. De ahí que “el capitalismo desenfrenado de hoy no es la única amenaza para la humanidad”; asimismo, está la técnica, los “fanatismos desenfrenados, las dictaduras implacables”; que alimentan la posibilidad del nacional-populismo, el totalitarismo, y la limpieza étnica y religiosa, como la que lleva a cabo Israel sobre Palestina.

Somos parte de un mundo que vive en el devenir de la ilusión de un progreso científico, técnico, social y económico, infinito y cuantitativo. Debido a la revolución de las comunicaciones y de la información, de los algoritmos y la IA. Lo inhumano se extiende, lo humano se descompone, se degrada, asimismo triunfa el simplismo, y la hondura y la complejidad del pensamiento se diluyen en las imágenes en movimiento, los lenguajes digitales y las redes sociales.

Estamos en el centro de un devenir histórico-político, que ataca a la naturaleza humana, esto es, a la esencia que la determina. La humanidad del ser humano se sustituye por lo pasajero, lo fútil y rápido del tiempo actual; ya que prevalece la violencia, el odio, la discriminación, el racismo y la guerra. Y, olvidamos la enseñanza de Martín Heidegger: La esencia del ser humano y del pensamiento, moran en el lenguaje. “El lenguaje es la casa del Ser”. El poeta y el pensador son sus guardianes.

Así, el humanismo del ser humano, la humanidad de éste se precipita hacia el abismo. Vivimos en un mundo desesperanzado, el hombre no tiene confianza en sí mismo, porque la ha delegado a los instrumentos técnicos, al poder, al armamentismo, al dinero, al consumo, al lujo y las bellas materias. También hemos perdido la confianza en los pilares de la civilización y la cultura de Occidente y, esto se constituye en una tragedia fundamental para el ser humano.

Respecto a Europa, “se encuentra en un estado agónico, bloqueada por la contradicción entre el hermetismo nacionalista y la necesidad de reconocer el destino común de sus naciones, que no proviene del pasado, lleno de conflictos, sino que le es impuesto por el futuro. El nacionalismo se alimenta de enemigos. Y la gran sustitución es aquella que amenaza con reemplazar las ideas humanistas y emancipadoras por las supremacistas y xenófobas”.

El nacional-populismo se alimenta del odio, la discriminación y el racismo. El nacionalismo niega el principio fundamental del Humanismo: La semejanza entre los hombres. Reemplaza las ideas y los principios del humanismo laico y cristiano: el amor, la solidaridad, la justicia, la fraternidad, la verdad y la libertad. Por la confrontación, la discriminación, la polarización y el caos en la convivencia social.

Se opone desde dentro a las instituciones democráticas y al Estado de Derecho, a la pluralidad, la diversidad ideológica, y aboga por el mito de la grandeza, la raza, la lengua, las costumbres, la religión. Niega el destino común de los seres humanos y de las naciones, y lo remplaza por la segregación, la mentira, el odio, la animadversión, la xenofobia y la violencia. Estas acepciones y principios están implícitas en el Estado y sus instituciones, la familia, la sociedad, la religión, la lengua y la cultura.

La barbarie tiene muchas acepciones, como dijo Edgar Moran al periódico El Mundo de Madrid-España del 03/08/2025: “La barbarie del pensamiento está en la simplificación, en la disociación, en la separación, en la radicalización … en detrimento de la complejidad, de los vínculos inseparables y también del sueño y la poesía. El pensamiento se ha convertido en un apéndice del cálculo, cuando originalmente el cálculo debía ser un apéndice del pensamiento”. Esta mutación en el orden del conocimiento y del saber, da paso a la Inteligencia Artificial y la Cultura del artificio, que exaltan la mediocridad, lo fútil, lo pasajero, y la Civilización del espectáculo que enaltece los valores culturales y morales superficiales, sobre el sentido estético, mítico y religioso del hombre actual.

Somos parte del devenir de un progreso cuantitativo que degrada toda forma de cualificación y, en particular, la ética y la moral. El aumento de la información y la comunicación en la sociedad de masas y la cultura de masas, degrada la cualidad del Ser y el existir. En esta sociedad y en esta cultura, se observan ciertos rasgos deshumanitarios que se aceleraron en el Siglo XX y principios del Siglo XXI: la barbarie en el individuo y las comunidades. El hecho de las guerras nacionales, las guerras entre naciones, la violencia endémica en ciertos países por los recursos naturales y las riquezas y el poder político, nos induce a pensar que estamos inmersos en una nueva especie de barbarie.

Edgar Morin dice que, en la actualidad “la cultura es lo que puede unir los saberes y fecundarlos. La complejidad es el desafío que la realidad lanza a nuestras mentes, no es una ideología. Es necesaria una reforma del pensamiento y una reforma de la educación que permita afrontar las complejidades, integrar los diferentes saberes y soportar las regresiones”. Esa reforma de la educación y del pensamiento, ha de desembocar en saber afrontar la complejidad del mundo actual, y estar dirigida ahondar en el Humanismo de la cultura y del pensamiento.

Es necesario que la complejidad de la realidad del mundo que vivimos, hay que percibirla en una red de flujos de interacciones mentales, estéticas, técnicas, económicas, sociales y culturales. Una complejidad que integre la pluralidad de saberes y prácticas sociales y, soporte las regresiones y los diversos “tipos” de violencia. Como dijo Moran: “Los conocimientos sobre lo humano se han vuelto cada vez más parciales, limitados, compartimentados, marcados por la disociación entre lo espiritual y lo material, entre el cerebro y la mente”.

Existe en el tiempo nuestro el reconocimiento de la complejidad de la identidad humana. “Homo sapiens es también Homo demens: la locura, el delirio, el exceso son una posibilidad permanente. La locura y el delirio están siempre presentes en el ser humano, y uno de los polos puede inhibir al otro. Somos testigos del delirio de los fanáticos que se multiplican, de la locura de ilusiones que se creen racionales. Y al mismo tiempo asistimos a la proliferación de cegueras de una racionalidad puramente técnica y económica que ignora las realidades profundas de lo humano”.

En términos políticos, Donald Trump es la representación de la locura, del caos, la intimidación y la ilusión del poder. Estamos viviendo la época de la hiperrealidad o, de la posrealidad, porque ésta responde a los algoritmos, las imágenes en movimiento, las redes sociales o, a la IA. Una realidad que ha creado sus agentes propios para que gobiernen el mundo: Donald Trump, Vladimir Putin y Xi Jinping. Que encarnan las relaciones de fuerza y de poder mundiales.

Todo lo humano se ha convertido en pasajero, y el presente actual demerita la complejidad de lo humano, el mundo y la realidad, y da paso a la mediocridad, al sin sentido de las cosas y de los actos humanos. Así que, “la proliferación de cegueras de una racionalidad puramente técnica y económica que ignora las realidades profundas de lo humano”, niega la esencia que caracteriza al ser humano: el pensamiento y el lenguaje. Porque la palabra está situada en un dispositivo técnico y no responde a las apetencias humanas, a las necesidades materiales, espirituales, éticas y morales del ser humano. De ahí que la esfera estética, el mito y la religión sean indispensables para comprender la barbarie y la complejidad del mundo y la vida humana.

En la naturaleza humana conviven la razón y la sinrazón, la razón y el delirio, la razón y lo instintivo, que estructuran la complejidad del ser humano. El problema consiste en que la trastienda instintiva, bárbara, agresiva, oscura, del cerebro humano, predomina sobre la razón, la luz y el espíritu. Esta contradicción expresa la crisis del hombre moderno o contemporáneo.

Una crisis que se manifiesta en todos los ámbitos de la vida humana: la racionalidad económica y técnica, el conocimiento y el progreso científico, la política y el arte, la actualidad y el mito, la secularización y la religión. Como expresa Morin: “Somos testigos del delirio de los fanatismos que se multiplican, de la locura de ilusiones que se creen racionales”. Esa realidad del mundo actual, conduce a la humanidad al abismo de la existencia individual y comunitaria.

Así que, no se logra algo bueno, bello, generoso, fraterno para la Humanidad, sin esperanza y libertad. El ser humano no puede encerrarse en las fortalezas del miedo, el dolor, el sufrimiento, la melancolía, la resignación, sino que luchando como un bravo soldado tenga la esperanza de encontrar la solidaridad, lo bello y lo bueno del hombre, tal como pensó Platón. Que la vida le ofrezca su lado maravilloso, encantador, que lo libere del egoísmo, el rencor y el odio.

Se trata de liberarse de los prejuicios, los usos, las costumbres, que atan al ser humano a la desesperanza, el odio, el dolor y el miedo. Que los más altos valores le ayuden a alcanzar la libertad, alejarse de las bajezas, las miopías mentales, sociales y políticas.

Se trata que prevalezca la Zona de la sentimentalidad, el espíritu, el amor, la solidaridad, la fraternidad, la lengua y la imaginación de la poesía de un pueblo. Porque “el esplendor de la vida es la emoción poética”. Existen pueblos y naciones sin el desarrollo de la racionalidad técnica y la racionalidad económica y social, pero no sin la imaginación poética popular. Dentro de la complejidad del mundo actual, debemos preservar los más altos valores morales, espirituales y éticos, que contribuyan a alcanzar la dignidad de la vida humana.

No olvidemos que la “Humanidad está ahora amenazada por peligros mortales: la proliferación de las armas nucleares, el desencadenamiento de fanatismos y la multiplicación de las guerras civiles internacionales, la degradación acelerada de la biosfera, la crisis y desregularización de la economía dominada por una especulación financiera desenfrenada”. Por esto la vida biológica y espiritual del ser humano, se convierte en un imperativo prioritario.

Entonces, lo improbable no es imposible en la vida del ser humano. Parece que los caminos que ofrece la Historia y la vida, sean improbables, pero no imposibles de alcanzar. El azar y el destino hacen parte de esta contradicción, que posibilitan caminos para alcanzar el sentido de Humanidad del ser humano. De ahí que los giros de la historia y de la vida han sido inesperados y fortuitos, que luego alcanzan estabilidad en el devenir del tiempo y el espacio.

 

 

viernes, 18 de julio de 2025

 

                                               Pinceladas sobre la Época Actual

                                                          Madrid-España a 18/07/2025

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

 

Es importante recordar, uno de los umbrales que interesa en la actualidad dice: “En la morada de la palabra el hombre piensa”. No existe pensamiento sin lenguaje. Así, el lenguaje expresa modos de pensar y de actuar. Cuando el lenguaje no reside en el logos, se falsea y responde a algo exterior a la esencia que lo constituye. En esa estancia mora el odio, la mentira, la falacia, el disimulo, el engaño, la estafa, y, en términos políticos, el populismo, el nacionalismo, el autoritarismo, el demagogo, el fascista o el tirano. En el mundo del artificio en que viven necesitan de un baúl de máscaras, porque la pretendida imagen interior de la propia naturaleza que llevan de sí mismos es, de un minuto a otro, pura improvisación. Se orienta enteramente, por así decirlo, según las máscaras que le son presentadas.

El mundo es un arsenal de esas máscaras. Y sólo el hombre atrofiado, devastado, las busca como un simulacro en su propio interior. Porque la mayoría de las veces nosotros mismos somos pobres en este aspecto. Por eso somos felices portando las máscaras más exóticas, la máscara del asesino, del farsante, del cuatrero, del violador, del dictador, del terrorista, del banquero, del político, del militar, del guerrillero, del paramilitar, del industrial, del empresario, del torturador, del político, del hombre culto. etc. Mirar a través de ellas nos encanta. Vemos el universo y sus constelaciones, los instantes en que hemos sido esto o lo otro de una vez –Walter Benjamín.

Ese instante despliega sus aristas e ilumina los caminos de la existencia, sus mitos, narraciones o fabulas propias, para justificar el Sistema y las vidas atrofiadas que portan las máscaras.

Así en la historia de la cultura occidental moderna, ese compromiso lo ratifica la historiografía o, el historicismo. Por eso somos habitantes del mundo de la falsedad y la mentira, porque la verdad reside en el olvido. Un espacio donde preferimos obedecer lo oscuro, lo enigmático, lo mítico, y no dejarnos guiar por la sentimentalidad, la imaginación creadora de “forma”, la sana razón o el tejido vivo de la estética de la existencia.

“Ahora, ¿en qué reside la grandeza de los hombres? En reconocer sus fuerzas en las propias derrotas” –al decir de Benjamín.

Somos parte de un mundo donde el pensamiento se encuentra en crisis. Donde el hombre es incapaz de pensar por sí mismo; y también, donde la imaginación se sustituye por las imágenes. Existe en las esferas de la vida humana un cansancio intelectual, una pereza por la pregunta, que conduce inexorablemente a una exaltación de la futilidad. Una época en la que el pensamiento mecanicista, las trivialidades y la civilización de lo efímero, configuran un tipo de hombre. Que responde a la voluntad de poder que se quiere a sí misma, en calidad de voluntad de saber y de dominio. Es un hombre devastado por relaciones de fuerza y saber que no tiene memoria, incapaz de rememorar y de reflexionar sobre el destino que le espera.

Por otra parte, los “escribas”, los expertos en la escritura, por escaso que sea su número, se vuelven aún más indispensables de lo que lo fueron en la Antigüedad y hasta los tiempos de Lutero –y no sólo en el campo de la política y la cultura, sino más todavía en el terreno del culto. En cada uno de los niveles es posible una mutación, igual que en cada momento es posible la muerte -dijo Ernst Jünger. Preguntamos, ¿por qué la pregunta y la reflexión son importantes en esta alta civilización técnica, de sociedad de masas y de cultura de masas? Atreverse a pensar es hacerlo contra la “lógica”, significa pensar lo establecido como verdad y, traer a la luz lo oscuro de la verdad del ser y lo oculto del Gran Poder. Todo aquello que existe en la realidad efectiva de la historia y del presente.

De ahí el pensar futuro se vale de la memoria y la rememoración, de las imágenes y los conceptos, de la experiencia y la imaginación, para que, desde el pasado del presente, comprendamos la actualidad y, también el futuro. Se trata de leer en la vida y las formas perdidas y aparentemente secundaria de aquella época, la vida y las formas de hoy –dijo Benjamín en el Libro de los Pasajes.

En la historia de la humanidad y las diversas civilizaciones, han existido plurales formas de leer e interpretar la naturaleza, la existencia humana, la cultura, según Heidegger, pero no su sentido. Ahora bien, el ser humano desde hace 20.000 años ha cambiado poco, con respecto al hombre actual. Por eso estudiar al homo sapiens (desde la perspectiva de la esfera cognitiva, la historia, la experiencia y el lenguaje), posibilita comprender al hombre en la actualidad. Permite develar sus miedos, sus angustias, sus esperanzas, sus sufrimientos, razones y sin razones de la existencia. Porque este hombre está oculto en todos y cada uno de nosotros; y constata que en el devenir del tiempo es uno y todos los hombres. Solo lo diferencia un “saltito” en el devenir histórico de la humanidad.

No olvidemos que, “el hilo conductor que posibilita comprender el (eidos), la especie, y también la naturaleza, es el logos. Los griegos definen al hombre como el ser vivo al que le es propia la palabra. Como lo expresa Heidegger: “Esa determinación de la esencia del hombre, que después llegó a ser corriente en las “definiciones” del homo: animal rationale, el hombre: el ser vivo racional, no significa que el hombre “tenga” la “capacidad lingüística” a la manera de una propiedad entre otras, sino que tener el logos y mantenerse en él señala precisamente la esencia del hombre”.

En Grecia Antigua logos significa narración, conversación, sentencia, concepto; y, él comunica la naturaleza, la vida, el mundo y su fundamento y el cosmos. Esto confirma que la naturaleza del hombre es enteramente lingüística.

La humanidad ahora camina por un desfiladero estrecho y funesto, que la conduce a precipitarse al “brillo” de los instrumentos tecnológicos. En la esfera de la biología y la reproducción técnica de la vida, por ejemplo, que el hombre se produzca a sí mismo técnicamente. Si sucede a gran escala el hombre saltaría por los aires cual costra seca; en la medida que desaparece su esencia como subjetividad. Esto supone que el hombre espiritual y la zona de la subjetividad y la esfera de la sentimentalidad, el que se interroga y se inculpa a sí mismo, sería un hombre situado a nuestras espaldas y los valores de ese hombre, quedan rebatidos por la técnica.

Por eso expresa Jünger: “No faltan esfuerzos tendentes a ganar un mundo en que tengan vigencia valoraciones nuevas y más poderosas”. Lo asombroso de este mundo consistiría en que el hombre llegue a convertirse en mendigo de la técnica y del poder. En este orden, el ser humano no tiene criterios ni categorías para interrogar y enjuiciar a los instrumentos técnicos y el ejercicio del poder.

Así que, tener presente que la voluntad contiene tres esferas la del saber, la del amor y del querer. En ellas se devela el ser, el pensar y el lenguaje. También las categorías de la condición humana: la vida, la natalidad, la mortalidad, la mundanidad, la pluralidad y la Tierra –al decir de Hannah Arendt.

jueves, 10 de julio de 2025

 

 

 

 

    La Joven Generación en la Civilización de la Inteligencia Artificial

                                                                    Madrid-España a 09/07/2025

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

 

Somos parte de una época donde prevalece la Cultura del artificio: los medios de comunicación de masas, las imágenes “pictóricas” en movimiento, las redes sociales y la IA. Que estructuran y ponen en funcionamiento la civilización abstracta y automática, veloz y efímera, determinada por los instrumentos técnicos. En un momento disruptivo en la vida de los seres humanos, primero fue Internet y la globalización de la conectividad y, ahora estamos en un punto de inflexión con la irrupción de la IA, en todos los ámbitos de la vida humana.

Lo importante en la actualidad es captar, comprender y analizar, como los gigantes tecnológicos se convierten en actores políticos. Vivimos un periodo de transito donde la IA, la ciberseguridad, el ciberataque, el ciberespionaje, determinan la Gobernanza Mundial, la economía, las finanzas nacionales e internacionales, la industria militar, farmacéutica, etc. Una época en la que, la Cultura del artificio condiciona la vida privada y pública de las personas.

Somos parte de una época donde la verdad, la posverdad, la privacidad, la ciberguerra, las guerras hibridas y las guerras en cuanto tal, están alterando la naturaleza humana, la convivencia social, la paz, el Estado de Derecho, las instituciones, el ejercicio del poder y la geopolítica, a nivel internacional. De ahí que el poder, la privacidad, el poder de la información, los relatos políticos, los acontecimientos, el Derecho Internacional y los Derechos Humanos, estén determinados en la actualidad por el Ciberespacio. Es decir, estamos pasando de la realidad a la Ciberrealidad.

Existe una concatenación entre la privacidad, los Derechos Humanos y la libertad. Porque los Estados tecnológicos, los gigantes tecnológicos incentivan la vigilancia masiva, el control y la coerción social. También el dominio sobre las mentes, el espíritu, el comportamiento y la conciencia de los ciudadanos a través de los algoritmos, que responden a relaciones de saber, de dominio y de poder.

Por eso la defensa de la privacidad y de la libertad, son fundamentales en la actualidad; que se libran en las ONG, las instituciones académicas, las universidades, los movimientos políticos, los parlamentos y la sociedad civil, etc. En la actualidad las redes sociales están destruyendo la privacidad y, en particular la de la joven generación. De ahí que el paso de los lenguajes naturales a los lenguajes artificiales, esté posibilitando el vaciamiento de las mentes, del espíritu, de los movimientos del pensamiento y del lenguaje.

        Esto es sumamente grave para los cimientos de la Civilización y la Cultura Occidental.

De ahí defender la privacidad y la libertad del ser humano, es algo importante para la democracia y el Estado de Derecho. La educación debe educar la individualidad desde la niñez en la defensa de los derechos y las libertades fundamentales. También la defensa de su privacidad en un mundo tomado por las redes sociales y su espacio público donde se mueven. Lo importante es educar a las nuevas generaciones y proporcionarles las herramientas adecuadas para que gobiernen las nuevas tecnologías y puedan hacerle frente desde la niñez.

Educarlos en los principios de la cultura cívica, la solidaridad, el respeto al otro, a la diferencia de raza, de religión, de lengua, de sexo, y exaltar los Derechos Fundamentales de la persona humana en una sociedad democrática y plural.

Educar a las nuevas generaciones para que tomen consciencia que ahora las Grandes Corporaciones Tecnológicas (Microsoft, Google, Apple, Amazon o Ali Baba), son más poderosas que algunos Estados. Enseñarles que en el escenario internacional no sólo son agentes económicos, sino también actores políticos y militares. Que incentivan gobiernos o sustituyen gobernantes, por la defensa de sus intereses políticos y económicos. Son actores en la Organización de las Naciones Unidas y los Estados, la OIC, la Alianza Atlántica, el G8, los países del BRIC (el Sur Global), el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, etc.

Que defienden el orden que se estableció después de la Segunda Guerra Mundial y no el concierto actual de las naciones del mundo en vías de desarrollo. También se oponen a reformar el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Etc. Estas y muchas cosas más hay que tener en cuenta para hacer un análisis objetivo y crítico del hacer de las Grandes Corporaciones Tecnológicas en el concierto internacional.

Los gigantes tecnológicos se están convirtiendo en actores políticos, económicos y militares y, en pocos espacios de tiempo serán determinantes en que una única maniobra ejecutada en el cuadro de distribución de la energía conectada a la red de la corriente de las Grandes Corporaciones Tecnológicas y a la vida moderna –una red dotada de amplias ramificaciones y de múltiples venas- repercutirá a nivel global.

Las reglas de juego político y militar cambian y, a la vez el equilibrio de poderes nacionales e internacionales. El hecho que Microsoft defienda a Ucrania y que toda la información de su Gobierno esté en su nube, responde a como defenderlo si alguien lo ataca y le ayudará también a prevenir el ataque.

Decía en una entrevista al periódico El País de Madrid-España, el experto israelí en inteligencia artificial, ciberseguridad y ciberespionaje, exresponsable en estrategia cibernética del Gobierno de Israel, Eviatar Matania que: “Estamos en una nueva era de comportamiento político en el mundo. Microsoft, por ejemplo, comparte los valores occidentales liberales, pero ¿qué pasaría si no lo hiciera? Es un juego que está apenas en sus inicios, estamos solo empezando a comprenderlo y no solo en cuestión de ciberseguridad. Facebook en Australia libra una batalla por la información.

Hay nuevos actores en la política internacional y el debate sobre lo que pueden o no hacer va a ser muy interesante. Hay una lucha constante entre Silicón Valley y Washington DC, entre tecnólogos y políticos. No quieres que la tecnología decida por ti y en un país democrático prefieres hacerlo a través de la política. Pero hay gente que prefiere que Apple la defienda en lugar de un senador en Washington DC. Esa lucha va a construir un nuevo equilibrio entre los que van a controlar. En Europa, por ejemplo, dominan los reguladores. En EE UU son los tecnólogos, las empresas y Washington DC.AWS”.

Bueno bien, sabemos que existe una lucha entre el técnico y el colectivo técnico, los políticos y los Estados, entre la protección de datos y los estándares de regulación. La UE y Reino Unido están muy avanzados en la protección de datos y la ciberseguridad. Dice Matania que: “EE UU, Rusia y China son las superpotencias en lo ciber desde el punto de vista militar. Por detrás están Reino Unido, Francia, Israel y otros. Pero hay otra carrera interesante, no desde el punto de vista militar, sino de los datos. Y en esa carrera las superpotencias son EE UU, China y la UE. Rusia no. Lejos encuentras a Israel y Reino Unido.

Así que, Rusia no es un actor en la carrera económico-tecnológica de la inteligencia artificial. En Israel se ha hecho un planteamiento doble: uno, para la seguridad de Israel y, otro, para construir un poder global en inteligencia artificial. Ahora bien, gracias a todos los datos que tiene, hay tecnologías basada en Inteligencia Artificial que está cambiando el mundo. EE UU y China compiten en quién va a ser el mejor desarrollador en esa área. Y la UE busca el mejor uso de las tecnologías.

Por ejemplo, Finlandia dice: no podemos competir con EE UU o China en el desarrollo de tecnologías de inteligencia artificial, pero seremos los mejores clientes. Educaremos a nuestra población en el uso del nuevo lenguaje de datos para conseguir una mejor economía y bienestar. Y la UE dice: voy a ser el mejor usuario y vas a depender de mí por ello”.

Bueno bien, lo importante en el desarrollo de los instrumentos técnicos y la IA, respecto a la educación y la formación de las jóvenes generaciones en las nuevas tecnologías, es fundamental. Enseñarles que vivimos en el tiempo de la era tecnológica, que influye en la vida, la seguridad, la economía y la cultura. Que influyen en las tomas de decisiones políticas y económicas, y como repercuten positiva o negativamente en el espíritu, la sensibilidad, las intuiciones, la curiosidad, los movimientos del pensamiento y el lenguaje. “No necesitan ser tecnólogos, pero sí saber entender cómo usarla, cómo comportarse. Será lo más importante para la próxima década o dos”.

Con la revolución industrial sucedió lo mismo que ahora con la IA; quién esté a la vanguardia en ciber, hará un punto de inflexión a nivel internacional. Porque determinará el Ciberespacio y la Ciberrealidad utilizando la IA. Esto repercute en el manejo de la información, la industria militar, farmacéutica, la economía global, y el poder mundial y la geopolítica, estarán determinadas por la fuerza, las tecnologías de la información, el poder económico y financiero internacional, y la Cultura de lo efímero.

En la actualidad la Inteligencia Artificial y el uso de algoritmos en las tomas de decisiones que se implementan en el mundo, en la justicia penal, la salud, los servicios de bienestar social, la educación, la inmigración, etc.; se están utilizando sin regulación o consulta pública. Debemos educar a las nuevas generaciones en los algoritmos utilizados para vigilarnos, clasificarnos y puntuarnos por sistemas que desconocemos o no entendemos.

Esto significa que estamos entregando la libertad, la autonomía de la voluntad y el pensamiento crítico, a los algoritmos, las imágenes en movimiento, las redes sociales. Por ejemplo, al solicitar un préstamo hipotecario o personal, un empleo o un beneficio del Estado. Esta agresión simbolizada en las máquinas, se está convirtiendo en la más fría e insaciable de todas. ¿Saben por qué? Porque se implementan por los Gobiernos, los bancos, las ciudades e instituciones públicas o privadas, sin regulación y control, entre otros.

Preguntamos, ¿qué tipo de sociedad estamos construyendo mediante el uso de la inteligencia artificial? Como resultado, la IA ha cambiado la forma en que analizamos los datos, tomamos decisiones e interactuamos con nuestros entornos. Como dice Claudia Armesto: “La tecnología de IA también plantea el peligro de replicar los sesgos existentes en la sociedad. Los algoritmos que operan a través del aprendizaje automático aprenden de los datos existentes, entendiendo que estos datos de entrenamiento pueden reflejar los sesgos existentes en la sociedad. Esto plantea el riesgo de incorporar tales sesgos en los futuros programas de toma de decisiones, lo que exacerbaría las desigualdades sociales ya existentes. Si no abordamos estos problemas, corremos el riesgo de crear una sociedad que perpetúe aún más la desigualdad existente y refuerce la exclusión social”.

Es necesario que la joven generación tenga conciencia que, “la llegada de la tecnología de IA también ha llevado a la generación y gestión de grandes cantidades de datos, y esos datos son clasificados en base a una verdad. Con la gran cantidad de datos generados a través de la IA, surge un problema la objetividad de los datos, de privacidad y seguridad de los datos. El tema de la privacidad de los datos ya se ha convertido en una preocupación importante para muchas personas en todo el mundo. El almacenamiento de datos confidenciales, ya sean médicos o personales, tiene el potencial de exponer a las personas a vulnerabilidades que podrían tener un impacto significativo en la sociedad, incluido el robo de identidad, la invasión de la privacidad y el fraude”.

En suma: Las jóvenes generaciones deben educarse para distinguir entre las fake news de la verdad. Una de las futuras luchas será entre la falsedad y la mentira, la verdad y la posverdad, distribuidas en las redes sociales. Veremos la capacidad de construir verdades paralelas, de crear mentiras que seducen, porque atacan y penetran el inconsciente de los jóvenes y de los ciudadanos. Hay que preparar a las jóvenes generaciones, en el ámbito de la curiosidad, la capacidad de asombro, de crítica, de análisis y de juzgar. Es necesario educar a la joven generación y la sociedad en general, para entender cómo abordar la IA y las consecuencias de la automatización que trae consigo.

miércoles, 2 de julio de 2025

 

 

 

             La importancia de los contenidos espirituales del lenguaje en la actualidad

                                                                      Madrid-España a 02/07/2025

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

Hemos olvidado según Martín Heidegger, “el ser es la protección que resguarda de tal manera a los hombres en su estancia existente en lo relativo a la verdad que la existencia los alberga y les da casa en el lenguaje. Por eso el lenguaje es a un tiempo la casa del ser y la morada de la esencia del hombre”. Sólo porque el lenguaje es “la morada de la esencia del hombre pueden los hombres y cualquier humanidad histórica no estar en casa en su lenguaje, de tal modo que éste se convierte en la recamara de sus manipulaciones”.

Cuando el lenguaje deja de ser la morada del hombre o de cualquier humanidad histórica, se convierte en instrumento de manipulación, de mentira, de engaño, de demagogia o de violencia del Estado y sus instituciones: de los militares, los partidos, los gremios económicos y los grupos de presión. Y, esto es sumamente grave en un Estado de Derecho y en un Sistema democrático.

Sabemos que el lenguaje contiene y expresa en contenidos espirituales, la esencia del ser humano, del mundo y su realidad. Posibilita entre otros la comunicación con el Yo interior, las “formas” del arte, la cultura, la ciencia, la religión o la filosofía. También posibilita la comunicación libre, solidaria y fraterna en una sociedad democrática; y, a la vez, el buen entendimiento entre los miembros de una comunidad o la comunicación entre enemigos. Así, el lenguaje no es una mera evidencia sino la esencia de contenidos espirituales que comunican el pensar y la experiencia.  

Giambattista Vico (Siglo XVIII) expresó que, comprender es ponerse en la perspectiva de aquellos que hablan a otros, a quien también nosotros podemos oír. Dijo que, rastreando la historia de las palabras, podemos rastrear la actitud hacía las cosas que expresan esas palabras, el papel que desempeñaron en las vidas de aquellos que queremos comprender. Este es el motivo de que la historia de los lenguajes tenga una importancia crucial. Lo mismo se puede decir de la historia de los mitos, del arte, de la ley y de la religión.     

El pensar es una forma del lenguaje y no una mera evidencia; una parte de la esencia del lenguaje en su expresión y con la que forma un todo. Así pues, el lenguaje también puede convertirse en instrumento de las manipulaciones psicológicas, morales o, instrumento de odio del ser humano. Cuando los hombres no habitan su morada se convierte en utensilio de su voluntad. En otros términos, en voluntad de poder, de coacción, de dominio o, de muerte. Entendido el lenguaje de esa manera, oscurece la verdad del ser y la esencia del hombre; incapaz es, de expresar el ente en cuanto ser del ente, o sea la naturaleza, el mundo y el fundamento de éste.

El lenguaje es azas misterioso, contradictorio, ambiguo, insondable, multifocal, y los hombres desde los tiempos remotos saben que edifica o destruye al ser humano. Quien ejerce el poder instituye un tipo de lenguaje y éste legitima la fuerza, el derecho y el poder. Como dijo Michel Foucault: el poder crea saber y el saber crea poder. No hay que olvidar que el lenguaje posibilita alcanzar lo sagrado y puro que mora en los cielos estrellados, también bajar a las cloacas del mundo y de la existencia.

Cuando el lenguaje se manipula en función de la ideología, del dogma religioso o secular, se falsea. La mentira reemplaza la verdad y pasa a la recamara del lenguaje. Así que, al perder la mediatez con las cosas se oscurecen los contenidos espirituales que comunica. Asimismo, pierde su sentido evocador, mágico y trascendente. Al hacerlo obedece a la razón o, a los instintos; no a la esencia del hombre, lo que constituye la humanidad de ser humano y no inhumano. Cuando sucede el espíritu de la lengua se mancha, se nubla o, se envenena.

Desde los tiempos del griego Antiguo, la espiritualidad implica la libertad e infiere al mismo tiempo, las preguntas fundamentales de la existencia y del mundo, ¿quién soy? ¿cuál es el sentido de la vida? ¿por qué vivo así y no de otra manera? ¿cuál es el lugar que ocupa el hombre en la sociedad y en el mundo? Si preguntamos por lo fundamental de la existencia –la libertad, la fraternidad, el respeto al otro, el amor, la dignidad, la solidaridad, etc.-, respondemos como una práctica espiritual. Así, el pensamiento es la actividad del espíritu de autorreflexión que busca el “significado”, en el sentido Kantiano.

En La vida del espíritu, Hannah Arendt se refiere a éste “como la actividad del pensamiento y del juicio que puede iniciarse o detenerse según la voluntad del sujeto”. Así que, las preguntas fundamentales se oponen a cualquier dogmatismo y, en particular, al religioso que ofrece respuestas sencillas y pide creer en ellas. Estas preguntas sondean la condición humana que es la que da sentido a la vida, al mundo y su realidad.

En este orden, la falsedad del lenguaje en la modernidad toma “forma” y “contenido” en el Estado, la política, la economía, la religión, los instrumentos técnicos y la cultura. El técnico, el político, el banquero, no están a la altura para que el espíritu afluya a ellos. Porque este tipo de individuos es amante de los gustos gruesos o del exceso. Casi siempre olvidamos que estamos asentados en humores. También el sudor y las lágrimas significan que la vida está activa en regiones hondas de la salud – al decir de Ernst Jünger.

En esta alta civilización técnica, de sociedad de masas y de cultura de masas, olvidamos que la vida no la abarca en su totalidad los instrumentos técnicos, la ciencia, la economía, el Estado, las finanzas internacionales, sino que hay que mirar con otros cristales. Mirar con los ojos de la sensibilidad, del alma o del espíritu, qué se oculta detrás del forro de los fenómenos. Por ejemplo, poner la técnica al servicio de las necesidades humanas (materiales, intelectivas, los saberes y las prácticas sociales), e ir al encuentro del sentido de la existencia.

 En consecuencia, en el mundo moderno el hombre deviene en un proceso de simplificación de la existencia y quien está al borde del abismo sabe que “no faltan esfuerzos tendentes a ganar un mundo que tenga vigencia y valoraciones nuevas y más poderosas”, expresó en su día Jünger. 

La mayoría de las veces nos atenemos a los fenómenos, a las imágenes o a las cifras, que presenta el Gran Poder. Por eso en un mundo dominado por la materia y la futilidad, el ser humano es incapaz de transpirar y llorar. Desconoce que la vida tiene otras caras; así que “lo húmedo en lo espiritual, como lo de jugoso, de musgoso, de frescor de bosque hay en la poesía. Y sobre todo lo que en ellas hay de fontanal, sobreabundancia de imágenes y de palabras, en cuyo cause van flotando las partículas sólidas”.

Por tanto, en este mundo evanescente y fugaz, necesario es, que despertemos la curiosidad, la capacidad de asombro, de imaginación, de pensamiento y reflexión; porque estamos abocados a la disolución de los atributos de la existencia. Vemos la zona de la sentimentalidad, la subjetividad y la espiritualidad alejarse de los verdaderos requerimientos humanos. Y, esto es sumamente trágico para el futuro del hombre sobre la Tierra.

Los instrumentos técnicos están adquiriendo tal poder que se sobreponen a la voluntad y a la libertad en las tomas de decisiones. Eso podemos observarlo en “la vida cotidiana cuando el carácter de confort de nuestra técnica está fusionándose de modo cada vez más inequívoco con un carácter instrumental de poder”. Así, pues, en pocos espacios de tiempo los instrumentos técnicos (la Inteligencia Artificial, los ordenadores cuánticos, las máquinas automatizadas, la robótica, etc.)., en su fusión crearan mundos paralelos que ocuparemos a la vez; y la teoría de cuerdas romperá con la ciencia tradicional o clásica; y a la vez, el ser humano cederá su libertad, más no su capacidad de crear, la imaginación creadora de formas, la capacidad de interrogar y de asombro, a las máquinas y al automatismo.

Esto hará del hombre un ser desgraciado y despojado de la esencia que lo define como tal: alguien vecino del ser, que cuida la casa del ser: el lenguaje. Y posibilita que el pensar comunique la verdad del ser y la esencia del hombre. También que, en las esferas del preguntar, del hacer y de juzgar, el hombre tenga la posibilidad de distinguir entre el utilitarismo, el pragmatismo y la posición ante la vida, el mundo y su realidad, fundada en una aceptación de reglas universales absolutas.

Como expresó Isaiah Berlin en la entrevista que concede a Bryan Magee. “No es tarea del filósofo moral ordenarle a un hombre cuál de éstas hacer propia, pero si le compete explicarle cuáles son las cuestiones y los valores que están en juego; examinar y juzgar los argumentos a favor y en contra de diversas conclusiones; esclarecer que formas de vida se encuentran en conflicto, los fines de la vida y, quizá, los costos entre los que tiene que elegir”. Además, el pensar induce al “hombre a aceptar su responsabilidad personal, y hacer lo que considere correcto; su elección será racional si advierte conforme a que principios elige, y será libre sí pudo haber elegido de otra manera. Tales opciones suelen ser muy angustiantes. Es más fácil obedecer órdenes sin reflexionar”.

En nuestra época vivimos en medio de un dique seco, respecto al pensar, los sentimientos, las experiencias compartidas, el lenguaje y la convivencia en común. Pero en tiempos de nuestros aborígenes hace aproximadamente 30 o 20.000 mil años a. de C. cuando los dioses bajaron de las estrellas; en la época de Hesíodo, por ejemplo, antes que los dioses ocultasen el sustento a los hombres, era el paraíso cristiano. Los primeros seres humanos vivían en la abundancia, en los elementos, y a ellos regresamos después de la muerte.

Ahora por la primacía de la técnica, el paraíso cristiano sólo es una añoranza que tiene miles de años de ausencia. Además, la tecnología otorga su impronta peculiar a los tiempos que vivimos. Su huella se observa en el Estado y las instituciones, la política, la economía, la comunicación, la sociedad y la cultura. Nos referimos al orden técnico en sí, a ese gran espejo en el que se refleja con máxima claridad la creciente objetivación de la vida y se halla impermeabilizado de manera especial contra el acoso del dolor.

            La técnica es nuestro uniforme; dijo Jünger en el texto Sobre el dolor.

viernes, 27 de junio de 2025

 

                                                        La libertad

                                                                  Madrid-España a 27/06/2025



Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.


Sabemos que uno de los problemas fundamentales en la actualidad, es la libertad. Es de suma preocupación que sólo “una pequeña fracción de las grandes masas humanas esté capacitada”, para responder a los retos del manejo responsable de la libertad. Porque “las poderosas ficciones de nuestro tiempo y las amenazas que irradian de ellas”, desean imponer la “coacción abstracta y automática”. Así que, ni los “poderes del presente” ni la libertad bastan para resistir a las potencias de las ficciones que ofrece el mundo técnico. Por un lado está “la reflexión, la reflexión crítica de la actualidad, es decir, el conocimiento de que ya no bastan los valores vigentes”; por otro, que debemos abandonar la morada de los cíclopes expertos en trabajar el hierro e instrumentos técnicos para la guerra, y dirigir la mirada hacia el ojo interior.

Immauel Kant sabía que la libertad no se encierra en las relaciones de un sistema. Y, Franz Rosenzweig creía que deberíamos valernos de la libertad como un “milagro en el mundo de los fenómenos”. Pensaba que para enfrentarnos como hombre de carne y hueso “al laberinto objetivante de las relaciones, el hombre exterior al sistema teórico-práctico”, deberíamos tener como punto de apoyo a la libertad. Se trata desde el umbral que ofrece ésta, ver el sentido de los objetos y la vida con otros ojos, los que moran en el interior del ser humano. Y quien puede verlo aquí y ahora –es el hombre de la acción libre e independiente. El que percibe la Antigua libertad vestida con el ropaje propio de la época. Es él quien se enfrenta a todo automatismo, al autoritarismo y contra la que fracasa el puro empleo de la violencia.

Y, con la antorcha de la palabra en la mano y la libertad, le hace frente al mundo del Titán y al colectivo del titanismo. Aquí y ahora -confrontar el Zeitgeist, el Espíritu del Tiempo, es hacerle frente a los instrumentos técnicos, no sólo como ídolos, sino también a los espejismos que irradian de las “coacciones abstractas y automáticas”. Esto puede orientar las reflexiones del pensamiento y al individuo portador de experiencias, hacia “los padres, hacia los órdenes que nos fueron propios, hacia los órdenes que están más cerca del origen que nosotros”. Se trata de romper las redes de acero de las maquinas y los instrumentos técnicos, y desgarrar el misterio que encierra el velo del poder, y así desvelar la aureola con que se nos presentan. Y buscar la libertad en las profundidades de las fuerzas primordiales, esas que hacen frente a los puros poderes temporales.

De ahí que el misterio de la vida tenga siempre abierto el acceso al interior de las profundidades de las catatumbas, a la cripta, donde mora el lenguaje, la imaginación y las reflexiones del pensamiento. Porque estos poderes jamás podrán ser diluidos en las redes del puro movimiento o en las “relaciones de un sistema”. Esta cuestión no puede limitarse a “la conquista de puros reinos interiores” ni limitarse sólo a “objetivos reales”. Ocurre más bien, quien ha captado la situación mejor que todos los gobiernos y que todos los teorizantes –dice Ernst Jünger- es el hombre sencillo, el hombre de la calle, la persona con que nos encontramos todos los días y en todos los sitios. Esto se debe a que continúan estando vivos en ese hombre vestigios de un saber que llega más hondo que los lugares comunes de la actualidad.

Por eso, el hombre de carne y hueso “continua teniendo órganos en los que está viva”, una sabiduría y una experiencia, que trasciende los poderes temporales de los Gobiernos y las Corporaciones. Cuando el hombre de la calle “intenta averiguar dónde hay una salida, un camino para huir, se comporta de una manera que tiene en cuenta la magnitud e inminencia de la amenaza”. Cuando desconfía de los medios de comunicación de masas, la verborrea de los políticos, del capital financiero internacional, de las amenazas de la crisis, del militarismo, se atiene a objetos reales y al mundo donde se encuentra inmerso.

Por eso, sabe distinguir entre “lo que es al parecer”, de “lo que es”. Sabe distinguir el oro del latón que está a la orilla del camino; y “mirar cara acara a la catástrofe y enfrentase al modo en que uno puede verse envuelto en ella es algo útil en todo caso”. Porque deliberar sobre la catástrofe, sobre las crisis de los sistemas, las materiales o espirituales, es bueno para el espíritu; más si se hace al borde del abismo.

En los tiempos nublados que vivimos, se trata que la persona individual de acción libre e independiente, tome consciencia de la responsabilidad que le ha sido otorgada. Trátese de su vida privada o pública, para que “adquiera poder y figura una idea nueva de la libertad”. Y, de esta forma, hacerla posible en los tiempos que vivimos, en todos los puntos de la Tierra. Así, tendríamos que sacar al mundo nuevamente de sus goznes y hacer un giro copernicano, para que las energías desplegadas se pongan al servicio de los hombres. Y no de una “selecta minoría” que maneja los hilos de los “cuadros de mando” en las redes globales. No sólo será una revolución telúrica, sino también de dimensiones cósmicas.

En el escenario internacional, el comportamiento estratégico-político no se reduce ya a sólo dos fuerzas, sino que de los intersticios del espacio voluminoso del siglo XX, fluyeron una pluralidad de fuerzas que buscan su reconocimiento en el orden internacional. Se trata de reconocer que en la escala de valores, la libertad ocupa un lugar fundamental; así se constituye en el problema medular de nuestro tiempo. Por eso, el propósito de esta reflexión no se orienta a las fachadas políticas ni se agota en sus agrupaciones o movimientos; ya que son pasajeras y en las fauces del tiempo son como bombas de jabón. Es indistinto donde se ubique el poder; se trata de domeñar el miedo, el sufrimiento, el dolor, el odio y sólo se alcanza cuando el ser humano abjura de los fantasmas que lo atormentan y se yergue desde su interior soberano y libre, como el Cóndor de pico de estrella y alas de fuego, sobre las crestas de las montañas de los Andes.

En esta alta civilización abstracta, alcanzar la libertad exige de grandes sacrificios; “eso explica el ingente número de seres humanos que prefieren la coacción”. Porque es más fácil delegar la libertad que asumir la responsabilidad moral de las acciones humanas. Ahí está la iglesia, el sindicato, el partido, el movimiento, etc., para que asuman el peso que me corresponde en el manejo responsable de la libertad. Ernst Jünger piensa que “sólo los hombres libres pueden hacer autentica historia. La historia es la impronta que el hombre libre da al destino”.

Sólo desde el ámbito de la libertad, se puede hacer frente a lo técnico, lo típico, lo colectivo. Y, en esa medida la persona individual puede enfrentarse a sus sufrimientos, sus dolores, los fantasmas que atormentan su conciencia, y ha de valerse de sus conocimientos, su capacidad de juzgar, de sus experiencias. “Aquí las perspectivas cambian se tornan más espirituales y libres”. Cuando la persona individual se apropia de esas herramientas, “los peligros adquieren una claridad mayor”.

Debemos proporcionar a las personas que están amenazadas por el miedo, el sufrimiento, el dolor y los tormentos que provienen del mundo oscuro de la conciencia y la sociedad, “una descripción de la situación en la que se encuentran, y que ella misma conoce casi siempre mal, es útil sin duda”. Debemos proporcionarle las herramientas necesarias tanto de conocimientos, como del mundo del que hacen parte, para que puedan actuar. Quizá el miedo las paralice pero se trata de que adquieran seguridad en sí mismas. Porque cuando despejamos las ilusiones ópticas o auditivas que nos atormentan, se desvelan no tan fuertes ni feroces como parecen.

El sistema educativo, por ejemplo, debe ahondar el trabajo en el interior del alumno; que el ojo interior prime sobre los espejismos del mundo exterior. De ahí depende la seguridad y la libertad de la persona individual: del estudiante, del ciudadano, del trabajador, de la madre de familia, del padre, del médico, del profesor, etc. En fin de todas las personas de este mundo chato y horrible que vivimos. Pero es el único mundo posible que nos ha tocado vivir. Por eso, entre todos y con la ayuda de todos, debemos hacerle frente a los espejismos que nos atormentan, hacerlo mejor; más vivible y más humano.

Sí se dota a la persona individual de las herramientas necesarias para combatir el miedo, el sufrimiento o el dolor, “lo técnico, lo típico, lo colectivo”, se sitúan en la superficie y toman las configuraciones que le corresponden en el tiempo que es debido. No sólo con los sufrimientos, el dolor, el miedo, el ser humano hace frente a lo cotidiano y necesario, también ha de valerse de las experiencias, los conocimientos, los juicios de valor con los que actúa. No se trata de la libertad de las colectividades abstractas, sino del hombre de carne y hueso; en la época nuestra de alto desarrollo técnico, lo fundamental descansa en el interior de la persona individual.

Entonces, “las perspectivas cambian”; los objetos pierden su espíritu agresivo y “se tornan más espirituales y libres”. Cuando esto sucede la coacción no hay que verla como algo negativo, sino como el instrumento necesario para defender las instituciones, la democracia y la libertad. En una época de valores en entre dicho, “de convenciones destruidas, de lazos objetivos disueltos”, la libertad no puede ser el origen de la esterilidad. “La conquista de la libertad –dice Thomas Mann- ha sido siempre estimulada por la esperanza de poner en movimiento fuerzas productivas”.

Un quehacer natural de la libertad, desencadenar “fuerzas productivas” que trascienden las formas y los contenidos de lo cotidiano y necesario. Fuerzas que vayan más allá de los espejismos técnicos, el tópico y el lugar común, la homogenización y la superficialización de las colectividades. De ahí proviene la impronta, la dirección que “el hombre libre da al destino”. Aunque lo cotidiano se presente como terrible, caótico y el lugar donde las modalidades de los sufrimientos, el dolor, la violencia, la muerte, se configuren; la libertad no ha de ser un instrumento de coacción y disciplina de la sociedad. Porque la libertad es lo único de que el hombre sale garante cuando se enfrenta al poder Total. El que se despliega en el Estado, o en los “micro poderes” o, en “el sistema teórico-práctico”, diluidos en la sociedad; también el que sufre el hombre de carne y hueso; el desprotegido y solo, cuya desprotección es Total.

En este orden, el miedo, el sufrimiento o el dolor, desaparecen sí se encuentra un nuevo acceso a la libertad. Luchar, por ejemplo, contra la objetización del ser humano y sus articulaciones, es un objetivo de la libertad. Tambien, luchar contra los estados de alteración de la consciencia, que implementa el Gran Poder y las Corporaciones Tecnológicas, es un objetivo de la libertad. Que la persona individual no se diluya en los Sistemas ni en los conceptos generales, ni en los yermos Sistemas racionalistas y materialistas, sino que su condición de “hombre en tanto que Yo”, permanezca firme.

Porque son “las personas sencillas de las que todavía no se ha apoderado ni el odio ni el terror ni el automatismo de los lugares comunes”; los que no se dejan impresionar por el espejismo de la sociedad ni del poder; las que “saben resistirse a la propaganda”.

La libertad de la que hablo, significa, liberación del ser humano de todo constreñimiento objetivo o subjetivo. Ésta no puede estar al servicio de una ideología, dogma o mandamiento. Se es libre cuando se puede desplegar la mayor energía y no se puede desplegar tal cantidad de energía, sino se encuentra al servicio del hombre concreto de carne y hueso, “del hombre en tanto que Yo”. Se trata de restaurar, repito nuevamente los cimientos de “la antigua libertad, y vestirla con el ropaje propio de la época: es la libertad sustancial, la libertad elemental”, la que responde a los más sutiles procesos psicológicos y morales del ser humano.

La que posibilita cómo la distancia respecto a la antigua interpretación de la libertad, viene a ser una nueva cercanía al mito mismo de la libertad, “desde la cual ese sentido nuevo se ofrece, inagotable, a nuevas búsquedas. Por eso, el mito griego “como dice Andre Gide” es como la jarra de Filemón: “Ninguna sed la vacía cuando uno está bebiendo en compañía de Júpiter”. El instante correcto también es un Júpiter. En este apartado no hablo de la “libertad que se limita simplemente a protestar o a emigrar; es una libertad que está dispuesta a luchar”. Es la que encarna el hombre de acción libre e independiente; el hombre que se enfrenta al poder de Leviatán o, a las potencias de lo Atávico que se han levantado de su sueño invernal; este tipo de hombre desea imponer sus marcas, sus emblemas, sus señales, sus ritmos, para que se haga realidad “una libertad válida para una época venidera”.

En todas las épocas de la humanidad han existido personas que son capaces de asumir estas decisiones graves. Este tipo de hombre conoce la maldad del corazón de los hombres, pero también la crueldad de las energías que irradian de la ligazón entre el pensamiento racional y la tecnología. O, en otros términos, las potencias del sufrimiento, el dolor y la muerte, que provienen de la ciencia y las máquinas. Este entrelazamiento está configurando en el Espíritu de la Historia, órdenes nuevos para fenómenos nuevos.

Ernst Jünger en “Radiaciones I, Diarios de la segunda guerra mundial (1939-1943)”, se referencia a la libertad como experiencia interior y radical en lugares donde la vida se topa con la muerte. Buscando, en el trayecto que lleva del Pont Neuf al Pont des Arts, la salida a que antes he aludido - dice-, he comprendido de súbito con toda claridad que únicamente dentro de nosotros está lo laberíntico de la situación. De ahí que sería perjudicial el empleo de la violencia, destruiría muros, cámaras de nosotros mismos –el camino que lleva a la libertad no es ése. Las horas vienen reguladas desde el interior del reloj. Si movemos las agujas, modificamos las cifras, pero no la marcha del destino.

Desertemos donde desertemos –sigue diciendo-, con nosotros llevamos nuestro uniforme congénito; y ni siquiera en el suicidio logramos escapar de él. Es preciso que nos elevemos, que nos elevemos también a través del sufrimiento; entonces se vuelve más comprensible el mundo.

Así que, para alcanzar la libertad que es debida a la persona individual, no es necesario que ella participe de la masa, del partido, del movimiento, de la iglesia, de la corporación, etc., para que despliegue el vigor que contiene en sí. Las potencias de la libertad han de estar dirigidas a combatir el miedo, el dolor, el sufrimiento, las coacciones de la sociedad, pero desde la persona individual: el hombre de acción libre e independiente. Y ésta despliegue sus energías dinámicas en un proyecto colectivo.

Se trata, en última instancia, de adecuar todos los aspectos del carácter y de la personalidad, al despliegue de las potencias de la libertad. El siglo XIX y XX, subsumió la libertad de la persona individual al Estado, al Sistema, a la masa, al partido, a la ideología, a la economía, a la ciencia, a la técnica, ahora se trata que la libertad recobre el poder que es debido. Las potencias de la libertad fluyen del interior de la persona individual.

Se trata en todo caso de la libertad del ser humano que sufre, siente dolor, miedo, soledad y se encuentra coaccionado por la sociedad y los poderes que lo trascienden: el mundo dineral, la técnica, la ciencia, las relaciones de fuerza, que están al servicio de los “cuadros de mando” esparcidos en las redes del mundo global. Por tanto, el camino que lleva a la libertad, a la libertad sustancial, está dentro de nosotros mismos.



domingo, 22 de junio de 2025

 

 

 

                                 Imágenes Sobre la Guerra en la Actualidad

                                             Madrid-España a 17/06/2025

 

Antonio Mercado Flórez. Filósofo y Pensador.

 

La inflexión de los tiempos actuales por la primacía de la técnica y su repercusión en el arte de la guerra, perfilan el declive de las batallas convencionales. La guerra propiamente dicha en la actualidad, se sitúa en el umbral de las tecnologías y las comunicaciones globales. La mecánica armamentística e industrial no se puede pensar sin las comunicaciones inmediatas y simultáneas, sin las redes sociales y la Inteligencia Artificial, el Chat GPT, la computación cuantitativa, que influyen en la naturaleza de los combatientes y el escenario político mundial.

El campo de batalla tradicional –dice Víctor Hanson– ahora puede cartografiarse hasta el último detalle. Las fotografías aéreas y las imágenes de vídeo actualizadas minuto a minuto hacen difíciles las sorpresas. Los enemigos potenciales pueden calcular de antemano sus probabilidades de victoria. Pueden descargar información pormenorizada sobre su adversario de Internet. Los generales pueden hacer grabaciones directas de sus preparativos para la batalla y calcular hasta cierto punto sus costes potenciales.

Somos parte de una época en la que la vigilancia continua es una realidad. Va de la vida privada a la profesional o pública. Además, la numerificación del ser humano expresa la transformación del hombre sentimental, espiritual, sensitivo y racional, en un ser objetivado que responde a los requerimientos del poder, o de los instrumentos técnicos. Si cada instante, cada día, cada hora, las vidas están vigiladas, ¿cómo podemos neutralizar estos instrumentos técnicos que hacen de nuestra existencia meros objetos o números?

Desde la perspectiva técnica –dice Hanson-, inhibiendo las conexiones por videos, destruyendo satélites o provocando cortocircuitos eléctricos a gran escala, de una parte; de otra, pienso, permitiendo que el hombre de carne y hueso tome a los instrumentos técnicos y les dé un giro en el tiempo, para que cumplan la función social que les corresponde y se pongan al servicio del hombre concreto.

Pensamos que, por el cambio radical de la tecnología para la guerra, que se ha experimentado en los últimos espacios de tiempo, en particular, por el avance en las ciencias de la información y sus aplicaciones prácticas en los frontispicios del siglo XXI, los principios de la guerra se han transformado. En la historia militar los diseños y las nuevas armas para la guerra están concatenados al avance de las tecnologías. De ahí que “los cinco años que duró la Segunda Guerra Mundial, el sonar, el radar, los misiles balísticos pasaron de ser meras hipótesis en realidades mortíferas y de probada eficacia en el campo de batalla”.

La tecnología no sólo cambia la naturaleza de los combatientes y el escenario político mundial, sino también las variables de las tácticas o las estrategias. Porque se está pasando del escenario de las guerras convencionales, al de contra-insurgencias, vigilancia y control, o de ganarse el corazón o la confianza de los nativos y de técnicas de interrogación “astutas”, que respondan a la logística y al fin de ganar la guerra. Estamos pasando, a otras formas de combate y en ese escenario es importante la interrelación de variables para ganarle la partida a la insurgencia, al narcotráfico, o al terrorismo internacional. Pero también a aquellos que desde el Estado y sus instituciones implementan la violencia, la guerra, el odio, el sufrimiento y el miedo, para ejercer el poder.

Así que, la guerra por el predominio de los lenguajes digitales y las imágenes en movimiento, está pasando del campo de batalla y del enfrentamiento entre combatientes, al ordenador, la ciencia de la computación y los algoritmos matemáticos.

Deseo resaltar que el conocimiento de las ciencias de la información y las técnicas al uso, están alterando el rostro de la guerra. Los instrumentos técnicos para la guerra pueden subvertir en cuestión de horas o de días el curso de una batalla, o la política de un país, o el destino de millones de seres humanos. Aunque no son las únicas variables que participan en el triunfo o derrota en una guerra, sino que, se convierten en decisivas para alcanzar las estrategias políticas o militares del combate. Nos preguntamos, “¿hay algo en la tecnología militar del siglo XXI, tanto en su letalidad como en su vertiginosa expansión, que haya alterado por completo el rostro de la guerra?”.

En el “núcleo” del movimiento de las guerras modernas existen dos factores fundamentales, el que tiene que ver con los ciclos continuos de desafío-respuesta al desarrollo de las armas; y el otro, el mundo global de las comunicaciones instantáneas. En los asuntos militares los cambios del “logos” humano se aplica a la Inteligencia Artificial e Informática, y a la globalización que incide en el comportamiento bélico. Es decir, la revolución en los asuntos militares, no se pueden desconcatenar de las revoluciones en las comunicaciones instantáneas e inmediatas. El paso del “logos” clásico al “logos” artificial se representa en los instrumentos bélicos para la guerra. De su lectura e interpretación depende comprender la cultura de la que somos parte. De ahí que, todo conflicto bélico en la actualidad hay que percibirlo en su cultura.

Aunque la literatura del griego Antiguo, de Homero, de Hesíodo, de Tucídedes, exalten la guerra como un mal necesario y recurran al mito y la configuración de la ciudades-Estado, y luego la Edad Media le dé un carácter divino, y la Edad Moderna un carácter secular –poder, riquezas, domino, técnica, ciencia, política, etc. La consciencia que se tiene es la representación de lo antinatural, absurdo, abominable, que atenta contra el verdadero sentido de Humanidad.

De ahí que la teoría de la cultura, la antropología, la historia de las ideas políticas, la filosofía, representadas por profesores, estudiantes, activistas cívicos, académicos, trabajadores sociales, profesionales de la medicina, la biología, escritores, periodistas, poetas, pintores, dramaturgos y políticos occidentales, y la sociedad civil en su conjunto, tengan la convicción que las batallas son algo retrógrado y primitivo.

Entonces, ¿qué es lo que está en juego en un mundo como el nuestro? ¿quién puede afirmar que la defensa del Sistema, del capital financiero internacional, de las empresas transnacionales, del poder político, compensan el dolor humano causado por la violencia, la guerra, el hambre, o por la muerte de un niño en medio de una conflagración? Además, ¿qué le queda al ser humano en un estado de postración espiritual y físico como éste? Hay que empezar avanzar en las tinieblas, un poco a ciegas, porque los espejismos de los instrumentos técnicos y las armas son tan fuertes, que no dejan vislumbrar otra salida que el dolor o la muerte. Por lo demás, hay que perseverar y optar por otros caminos que aún por un instante, desvelen el rostro de la jovialidad. Éste no es otro que el rostro de Dios transfigurado en el del Hombre.

Las personas que se alían criminalmente con la técnica, ignoran que “un mundo sin amor, es un mundo muerto”. El lenguaje del amor se pierde cuando no se lo ejercita. De ahí que, en el juego natural de los egoísmos, los sufrimientos y el dolor, graven más en el corazón de los hombres el entendimiento de la injusticia. Porque en un estado de postración espiritual y sensitivo como éste, cae como una angustia sorda sobre el hombre desprotegido y solo, el insaciable deseo de la carnicería. Ese tipo de ralea está poseída por el furor del crimen y no puede hacer otra cosa. Creen aceptar como buenos los principios y los actos que los originan. En los lugares de sudarios y de despropósitos humanos, juegan a ver quién mata más. No les importa la Vida, les importa el asesinato, su naturaleza descarnada, abominable y sufriente.

 De ahí que algunos “no tengan vergüenza, que no se mueran de vergüenza de haber sido, aunque desde lejos y aunque con buena voluntad, un asesino también”. Y, nos damos cuenta que, en la guerra, o, un estado de violencia generalizada, existen individuos que “no son capaz de abstenerse de matar o dejar de matar, porque está dentro de la lógica en que viven”. Y, en la vida civil tienen la desfachatez de ponerse la máscara de ciudadanos de “bien”.

Además, “en los sitios donde domina la canalla se notará que esta práctica la infamia más allá de lo necesario e incluso contra las reglas del arte de la política”. Por esto, en el mundo nuestro no se tiene afición por los santos ni por el heroísmo, sino por el hombre de carne y hueso, por el afligido, solo y desprotegido.

Entonces, ¿cuál es el gran sufrimiento de nuestra época? La soledad, el sentimiento de destierro, de exilio, de desprotección, de desolación, de miedo, de debilidad, de dolor y de muerte. En un estado de excitación violenta siempre se observa una atmósfera espesa y nauseabunda planear sobre las veredas, los pueblos y las ciudades. Ahora bien, ¿qué buscan los que planean las guerras o la violencia cotidiana? Naturalmente, que todo, absolutamente todo, se perciba con los cristales de la desgracia, la confusión, los lamentos o el sufrimiento.

Justamente por eso, el desastre de la guerra se convierte en hábito, porque el hábito del desastre es peor que el desastre mismo. Y, desean borrar la memoria y la esperanza de los seres humanos, porque quieren instalarnos en la monotonía del presente. Para que en el fondo del corazón de los hombres prime, “esa indiferencia distraída que se supone en los combatientes de las grandes guerras –nos recuerda Albert Camus-, agotados por el esfuerzo, pendientes sólo de no desfallecer de su deber cotidiano, sin esperar ni la operación decisiva ni el día del armisticio”.

En el mismo orden existen otras herramientas, la Palabra y la Razón, o la intuición, para evitar o acabar con un conflicto bélico. El ser humano cuenta con el Don de la Palabra y de la reflexión para llegar a acuerdos que interrumpan por un lapso de tiempo, el derramamiento de sangre. Ya que cuando se sueltan “los perros de la guerra” no hay poder humano que sacie la insaciabilidad de su deseo. Hay que tener en cuenta que la guerra expresa la degradación absoluta del ser humano, a través del egoísmo, la tortura, la venganza, el derramamiento de sangre, o el poder de la muerte.

Nunca hay que olvidar que una mirada donde se lee tanta bondad, será siempre más fuerte que la muerte. Los sentimientos humanos son más fuertes que el miedo a la muerte entre torturas. Ahí están los Desastres de la guerra de Goya, que expresan el estudio profundo de la naturaleza humana y sus problemas recurrentes, intemporales, sin resolver, como es el de la guerra. Goya percibe el Mal absoluto, que afecta a la Naturaleza, como inmanente al mecanismo natural, al Tiempo, y su configuración en la vida del ser humano.